Túnez/ Elecciones sí, democracia no. [Santiago Alba Rico]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Dic 17 00:38:48 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

17 de diciembre 2022

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Túnez



Elecciones sí, democracia no



Santiago Alba Rico

Viento Sur, 15-12-2022

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El autor, quien a su proverbial claridad analítica añade su conocimiento “in
situ” de la realidad tunecina, ofrece una perspectiva demoledora de un país
que, de ser la cuna de las revoluciones árabes de 2011 se ha convertido en
su tumba. Bajo un régimen presidencialista que, aupado por la insatisfacción
ingenua por sus magros logro, celebra el sábado elecciones. No democracia.



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Los comicios tienen el boicot de casi todos los partidos políticos, con los
que el presidente Saied se niega a dialogar



Túnez hizo en muy pocos años el recorrido de Europa en 2000. En 2011 hizo la
revolución francesa, a la que siguió una transición a la española, y en 2015
un bipartidismo entre un partido del ancien régimen y los postislamistas  En
2019, se impusieron el populismo y la antipolítica. Hasta hoy.



El próximo sábado 17 de diciembre se celebrarán elecciones legislativas en
Túnez, las primeras tras el golpe de estado incruento del presidente Qais
Saied, quien el 25 de julio de 2021, como se recordará, cerró manu militari
(y después disolvió) el parlamento para asumir a continuación todos los
poderes.



Desde entonces su obra de demolición de las tambaleantes conquistas
democráticas de la revolución de 2011 ha sido tan meticulosa como
implacable. En nombre de la revolución “traicionada”y apoyándose en una
parte no desdeñable de la población, sobre todo los más jóvenes, secuestró
todas las instituciones (desde el Consejo Superior de Justicia a la Alta
Instancia Electoral, sin olvidarse de la HAICA, agencia responsable de los
medios de comunicación); suspendió (y luego liquidó) la Constitución más
progresista del mundo árabe, firmada en 2014 por un gobierno de coalición
presidido por los islamistas; emprendió una persecución judicial que incluyó
al expresidente Marzouki, acusado de “traición a la patria”, así como a
buena parte de la oposición, especialmente a los miembros del partido
Ennahda, imputados por terrorismo y/o corrupción.



Ha destituido asimismo a jueces, funcionarios e incluso a alcaldes elegidos
libremente en las urnas; y, según Amnistía internacional, en los últimos
dieciocho meses ha procesado a -por lo menos- 29 personas, algunas ante
tribunales militares, por infracciones ligadas a la “libertad de expresión”.



El pasado mes de julio, con ocasión del primer aniversario de su putsch y
tras una parodia de consulta popular online, Saied celebró un referéndum en
el que, con apenas el 30% de participación, se aprobó una nueva Constitución
que reconsagra el viejo presidencialismo del régimen de Ben Ali, debilita la
división de poderes y deja fuera todos los derechos fundamentales, incluidos
los relativos a la igualdad de género, confiados a futuras leyes
específicas.



Túnez, cuna de las revoluciones árabes de 2011, símbolo de una precaria pero
esperanzadora “transición democrática”, es ahora ya la última tumba de esa
conmovedora sacudida que derribó dictaduras y descongeló a los pueblos de la
región. La Unión Europea y los EEUU, que han invertido millones de dólares
en sostener la transición y que, tras el golpe de 2021, se mostraron
abiertamente disgustados, han acabado por aceptar los hechos y empiezan a
resignarse una vez más a un régimen autoritario que juzgan preferible a la
inestabilidad local y regional y que, en todo caso, parece dispuesto a
garantizar, pese a su demagogia soberanista, los intereses occidentales en
la zona. Así lo indican el apoyo de Macron a Saied el pasado mes de
noviembre, durante la cumbre de la Francofonía celebrada en la isla de
Jerba, y la visita prevista para esta misma semana del presidente tunecino a
EEUU, en respuesta a una invitación de Joe Biden. No menos elocuente es la
reciente firma de un acuerdo con el FMI (por valor de 1200 millones de
dólares), acuerdo que salvará al país de la bancarrota inmediata, pero que
lo condenará a medio plazo, como ha denunciado el sindicato UGTT, a un
deterioro mayor de las condiciones de vida de la mayoría social, ya al borde
del colapso.



En este contexto de crisis económica aguda, con desabastecimiento de
productos de primera necesidad, inflación oficial del 10% y bajísimos
salarios, las elecciones del sábado consumarán la involución del proceso
democrático emprendido en Túnez con la revuelta popular y la asamblea
Constituyente de 2011. Boicoteadas por casi todos los partidos políticos,
con los que Saied se niega a dialogar, la nueva ley electoral impone listas
uninominales que concurrirán en circunscripciones muy pequeñas (barrios o
pueblos). Algunos datos son en sí mismos reveladores: frente a los 15.737
candidatos de 2019, ahora solo hay 1055, de entre los cuales solo 121
mujeres; en muchos de los distritos se presenta un único candidato, por lo
que no habrá ninguna clase de elección”, y en siete de ellos no se presenta
ninguno, de manera que, como dice Raja Jabri, presidente de la asociación
Murakibun (dedicada a vigilar los procesos electorales), por primera vez
habrá escaños vacíos el día de la apertura del Parlamento”.



En cuanto a la visibilidad mediática, el “democratismo radical” de Qais
Saied impone una paradójica presencia igualitaria en prensa y televisión de
todas las candidaturas, lo que hace materialmente imposible la cobertura de
la campaña, como ha denunciado la NAFCC (Asociación de Corresponsales
Extranjeros en Africa del Norte). Por ejemplo: no está permitido entrevistar
a una sola persona; hay que hacer 1058 entrevistas, tantas como candidatos,
o someterse a los resultados de un sorteo institucional que escoge (e impone
al medio interesado) el nombre de los entrevistados.



En todo caso, da un poco igual porque la campaña se ha vaciado de entrada de
cualquier contenido político. Los candidatos, en efecto, solo pueden hablar
de sus proyectos locales y, si pertenecen a alguno de los pocos partidos que
no se han sumado al boicot, tienen prohibido mencionar su filiación y su
programa partidista”. A esto se añade que los participantes, a los que se
niega toda ayuda institucional, pueden recibir, en cambio, aportaciones
privadas para sus campañas. Todas estas condiciones determinan, como declara
el analista Bousalem Boulbaba a Al Jazeera, que los nuevos candidatos
jueguen sus bazas y limiten su representación al nivel familiar, tribal o de
“clan”.



Puede imaginarse la composición y capacidad de decisión de una Asamblea sin
partidos y sin experiencia política nacional cuyos proyectos de ley pueden
ser además revisados por el presidente de la República.



Como he explicado otras veces, Túnez hizo en muy pocos años, como en
microondas, el recorrido que Europa realizó en 200. En 2011 hizo la
revolución francesa, a la que siguió una transición a la española o a la
polaca, incluidas las amenazas de golpe de Estado, y a partir de 2015 un
bipartidismo pactado entre un partido vinculado al ancien régime”y los
postislamistas de Ennahda, fuerza mayoritaria en el Parlamento durante casi
una década. Luego, en 2019, se impusieron el populismo y la antipolítica a
través de la figura de un jurista marginal que, en nombre de la revolución y
en un clima de descrédito institucional, sin partido ni financiación, logró
una amplia mayoría en las presidenciales.



Desde el palacio de Cartago, en julio de 2021, como hemos dicho, Qais Saied,
una especie de Gadafi triste y solemne, convencido de su misión salvífica,
se hizo con todos los poderes, involucrando por primera vez al ejército en
un cambio de régimen. Su discurso revolucionario sedujo a muchos de esos
jóvenes a los que las élites habían robado”la revolución; sus medidas contra
Ennahda le granjearon además el apoyo o el silencio inicial de algunos de
los partidos e incluso del sindicato UGTT. En esta zona del mundo -como
vimos en Egipto- la islamofobia ha unido siempre a las élites económicas,
los nacionalistas árabes y la izquierda radical.



En 2019, las cosas iban mal y tres años después van mucho peor. Los jóvenes,
otra vez abocados al paro y la pobreza, empiezan a alejarse de un hombre que
no ha cumplido ninguna de sus promesas y bajo cuya gestión autocrática la
economía, ya en crisis, no ha hecho sino empeorar. En cuanto a las élites
laicas del país, se encuentran, sí, con un presidente enfrentado a Ennahda,
como lo estaba el derrocado Ben Ali, pero que en realidad es aún más
conservador y religioso que el partido al que combate y que, al contrario
que los postislamistas, está más cerca de Arabia Saudí que de Turquía.



La pregunta es quién sostiene a Qais Saied. Muchos pensaban que, aislado
como estaba, desconectado tanto del Estado profundo”(es decir, del
ministerio del Interior) como de las viejas élites del benalismo, y sin el
apoyo de la UE y EEUU, la aventura de Saied iba a durar poco. Hoy vemos que
no es así. Aunque no se pueda descartar completamente, la posibilidad de un
golpe es más remota que hace un año. Lo único que se puede descartar por el
momento, pase lo que pase, es la vuelta a la democracia.



Entre tanto, a la espera de los kafkianos comicios del sábado, la mayor
parte de los tunecinos, desesperados o desencantados, piensan sobre todo en
marcharse del país. Por supuesto estamos hablando de esos sectores
socialmente desfavorecidos que nutren la emigración clandestina, cuyo
incremento en el último año ha sido del 18% (13.000 tunecinos han llegado en
patera a las costas de Italia) y que constituye ya, como explicaba bien
France24 en un reciente reportaje, un proyecto familiar” aireado
abiertamente en las redes.



Pero no solo los más pobres quieren huir. Ahora ese proyecto”es ya también
el de las clases medias, que movilizan sus últimos recursos para intentar
trasladarse a Europa, EEUU o Canadá, donde quizás les espera ya algún
miembro de la familia. En medio de la crisis económica, es este proyecto de
fuga de las clases medias el que explica el aumento de las matrículas en
escuelas oficiales de idiomas -incluido el instituto Cervantes- y el clima
de desenganche”emocional respecto de un país que hace diez años creyeron
poder transformar y del que hoy no esperan nada. Ni siquiera una victoria
futbolística.



(Publicado originalmente en Naiz:
https://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/20221215/hemeroteca_article
s/tunez-elecciones-si-democracia-no)

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