Argentina/ Balanza de Pagos, Deuda y FMI. [Rolando Astarita]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 8 10:07:50 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

8 de febrero 2022

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Argentina



Balanza de Pagos, Deuda y FMI



Rolando Astarita

Blog Marxismo & Economía, 7-2-2022

https://rolandoastarita.blog/



Días atrás, en respuesta a un lector del blog, escribí (en Comentarios) que
entre los motivos principales del alto endeudamiento desde mediados de los
2010, figura el creciente déficit de la cuenta corriente. A fin de
proporcionar elementos para el análisis, en lo que sigue presento datos
tomados de las series históricas de la Balanza de Pagos, posición de
inversión internacional y deuda externa, 2006-2021, Fte INDEC y BCRA

(https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-3-35-45) .



Gobiernos K: del superávit al déficit de cuenta corriente

En los primeros años de la post-convertibilidad el balance de la cuenta
corriente fue superavitario. Existía mucha capacidad ociosa, el tipo de
cambio real era elevado y los salarios bajos. A lo que se agregó luego la
suba de los precios de los commodities. De manera que en los tres años que
van de 2006 y 2009 (seguimos los cuadros del INDEC citados) el superávit
acumulado de la cuenta corriente fue de 25.243 millones de dólares. El ítem
decisivo fue la balanza de bienes y servicios, con un acumulado positivo de
55.832 millones de dólares entre 2006 y 2009. Las rentas de inversión
(principalmente por inversión directa y de cartera) experimentaron, en
cambio, un neto acumulado negativo, siempre entre 2006 y 2009, de 34.427
millones de dólares. Se trata de un neto derivado de plusvalías por
inversiones realizadas en el país, y remitidas al exterior. Son propias de
los mecanismos de transferencias de valor operadas principalmente por las
multinacionales.



El superávit de la cuenta corriente habilitó a que los activos de reservas
aumentaran, hasta 2010, en 20.000 millones de dólares. También que se
pudiera cancelar deuda por 9.500 millones de dólares con el FMI sin afectar
seriamente la capacidad de pago de Argentina.  Aunque, por otra parte, el
gobierno emitió deuda a tasas elevadas –bonos a Venezuela por 6000 millones
de dólares. En cualquier caso, la deuda externa del gobierno general se
mantuvo estable. A fines de 2006 era de 87.606 millones de dólares; a
finales de 2015 fue de 87.701 millones de dólares (INDEC).



En 2010 comienza el giro hacia el déficit en la cuenta corriente: ese año
esta fue negativa por 1.623 millones de dólares, y en los siguientes años el
déficit se profundizó. Entre 2010 y 2015 el déficit acumulado de cuenta
corriente fue de 49.655 millones de dólares (y en 2015 llegó a 17.622
millones). Entre los factores que contribuyeron a este resultado está la
apreciación del peso. Aquí tengamos presente que el gobierno intentó frenar
la inflación retrasando el tipo de cambio. De hecho, el índice del tipo de
cambio real multilateral elaborado por el BCRA, que en diciembre de 2006 era
163, se ubicaba en 85 en diciembre de 2015. También influyó el
debilitamiento relativo de los precios de las exportaciones; y una balanza
energética que a partir de 2011 fue deficitaria. En consecuencia la balanza
de bienes y servicios se debilitó, al punto que entre 2013 y 2015 tuvo un
déficit acumulado de 6.390 millones de dólares. El problema de fondo, por
supuesto, era estructural: baja inversión, escaso desarrollo tecnológico,
competitividad basada en bajos salarios.



Por otra parte, entre 2010 y 2015 aumentó el neto negativo de rentas de
inversión: un acumulado en los 6 años de 80.020 millones de dólares; o sea,
en promedio, 13.000 millones por año, contra 8600 millones promedio anual
entre 2006 y 2009. Tengamos en cuenta que, de conjunto, entre 2006 y 2015 el
neto acumulado de rentas de inversión fue negativo por 114.447 millones de
dólares. Este aspecto muchas veces no se señala, pero es significativo.



Una consecuencia del deterioro de la cuenta corriente fue que los activos de
reservas disminuyeron, entre 2010 y 2011 en casi 27.000 millones de dólares.
Entre 2011 y 2015 el BCRA perdió reservas por 28.900 millones de dólares. Y
aumentó el endeudamiento del gobierno. La deuda bruta de la Administración
Central se había mantenido relativamente estable (192.294 millones de
dólares en 2004 y 197.154 millones en 2011), pero entre 2011 y 2015 se
incrementó en 43.000 millones de dólares. Con la particularidad de que el
aumento se debió, esencialmente, a deuda con Agencias del Sector Público. En
% del PBI esta deuda pasó del 18% en 2010 al 30% en 2015. Una consecuencia
fue un fuerte deterioro del activo del BCRA. Pero la deuda con organismos
internacionales, en términos del PBI, se mantuvo constante; y bajó 3 puntos
porcentuales la deuda con acreedores privados (a resultas de estos cambios
la deuda externa del gobierno general, que sumaba 85.041 millones de dólares
a fin de 2015, apenas había subido a 87.701 millones a fines de 2015).



Por otra parte, se aceleró la salida de capitales. Entre 2006 y 2010 la
salida de capitales por inversión en monedas y depósitos (PII) fue de 35.500
millones de dólares. Entre 2011 y 2015 sumó otros 43.500 millones. Más en
general, entre 2006 y 2015 el conjunto de activos externos (inversión
directa, inversión de cartera y “otra inversión”) en manos de argentinos
pasó de 177.512 millones a 271.766 millones de dólares. En cuanto al stock
de la inversión directa en Argentina pasó de 59.882 millones de dólares en
2006 a 98.773 millones en 2012, para bajar a 79.773 millones en 2015. Y el
stock de inversión de cartera fue de 60.727 millones en 2006 (55.884
correspondían a títulos de deuda); y 59.461 millones en 2015 (50.108
millones en títulos de deuda).



De conjunto, la posición de inversión internacional neta pasó de 6.457
millones de dólares en 2006 a 56.487 millones en 2015. Que el neto de la PII
sea positivo significa que los activos externos poseídos por residentes
argentinos superan a los activos en Argentina poseídos por residentes en el
extranjero. El hecho de que este aumento de las acreencias de residentes en
Argentina no se traduzca en una mejora del balance de las rentas de
inversión, en la cuenta corriente, es indicativo de que las utilidades
obtenidas en el exterior se reinvierten principalmente en el exterior.



En este respecto, en notas publicadas en el blog decíamos, en 2010 y 2011,
que “en Argentina se mantenía una de las características típicas del atraso,
que una parte muy importante de la plusvalía se volcaba al consumo
suntuario, la inversión inmobiliaria, o iba al exterior. … las inversiones
de argentinos en el exterior obedecían a una lógica de valorización
financiera, y… los rendimientos de esas inversiones se reinvertían en el
exterior, de manera que representaban una importante sangría en términos
netos del excedente. La contrapartida de esta salida era que la inversión en
plantas, equipos e infraestructura productiva, si bien había mejorado en
algún punto del PBI con respecto a los 90, continuaba siendo relativamente
débil” (véase, por ejemplo, aquí:
https://rolandoastarita.blog/2011/10/31/fuga-de-capitales-dolar-y-modelo-k/)
.



Estas evoluciones ocurrieron con relativa independencia de la actividad del
FMI en Argentina, o de su injerencia en las relaciones comerciales y
financieras de Argentina (mejor dicho, del capitalismo argentino) con el
resto del mundo.



A fin de contextualizar lo anterior, agregamos que en los cuatro años
comprendidos entre 2005 y 2008 el PBI creció a un promedio anual de 7,5%; en
2009 se contrajo 5,9%; tuvo una fuerte recuperación en 2010 y 2011 (8%
crecimiento anual promedio); y se estancó entre 2012 y 2015 (0,8% de
crecimiento anual promedio)



Gobierno de Macri, endeudamiento y crisis

En 2016 la necesidad de financiamiento debido al déficit de la cuenta
corriente fue de 15.000 millones de dólares; y en 2017 más de 31.000
millones. Una posibilidad era financiarlo con un aumento de la inversión
directa. Pero esta se mantuvo débil. En el cuarto trimestre de 2017 el stock
de ID era 80.700 millones de dólares, contra 78.978 millones de finales de
2015. Al terminar 2018 fue de 72.589 millones; y en diciembre de 2019
todavía más bajo: 70.458 millones de dólares (Macri había prometido una
“lluvia de inversiones”).



El gobierno de Cambiemos apostó entonces a inversiones de cartera, altamente
especulativas, no solo para financiar la balanza de pagos (vía aumento de
las reservas), sino también el déficit fiscal (el financiamiento vía emisión
había llegado a un límite, dada la carta orgánica del Central).



Arribaron entonces muchos capitales especulativos, con frecuencia utilizando
los mecanismos del carry trade (véase aquí).



El stock de inversión de cartera pasó entonces de 59.461 millones de dólares
en 2015 a 165.000 millones en el primer trimestre de 2018. Los títulos de
deuda pasaron de 50.108 millones de dólares en 2015 a 140.705 millones de
dólares el 2018-I. Un incremento, en términos redondos, de 90.000 millones
de dólares en apenas dos años. La deuda externa del gobierno general subió
de 87.701 millones de dólares a finales de 2015 a 153.052 millones en
2018-I. Un incremento de 66.000 millones en poco más de un año. Se tomaba
deuda de manera creciente para financiar una economía que cada vez
presentaba más problemas en sus cuentas externas (además del déficit
fiscal). En 2017 el rojo de la cuenta corriente superó los 31.000 millones
de dólares, equivalente a más del 5% del PBI. Se desata entonces una crisis
típica de las que se conocen como sudden stop: capitales financieros
comienzan una rápida retirada cuando advierten que la situación es
insostenible (ejemplo, crisis mexicana de 1994-5, crisis tailandesa en
1998). En Argentina ocurre a comienzos de 2018. Los fondos especulativos que
habían entrado atraídos por la perspectiva de rápidas ganancias, desarman
sus carteras y liquidan posiciones. El stock de títulos de deuda pasa de
140.705 millones en 2018-I a 64.165 millones en 2019-IV. Una caída de 76.000
millones, en números redondos. Es aquí cuando entra en juego el préstamo del
FMI. En la PII el stock de préstamos (pasivos) pasa de 56.675 millones de
dólares en 2017-IV a 108.77 millones en 2019-IV. A finales de 2019 la deuda
externa del gobierno general llegó a los 172.898 millones de dólares.



La dinámica de endeudamiento también se refleja en las estadísticas de la
deuda bruta de la Administración Central. Esta pasó de 20.665 millones de
dólares en 2015 a 323.065 millones en 2019; 82.400 millones de dólares de
incremento en cuatro años. La deuda de la Administración Central con
organismos multilaterales y bilaterales (FMI en primer lugar), en % del PBI,
pasó del 6% en 2015 al 20% en 2019; la deuda con privados, también en % del
PBI, subió del 12,2% al 32,5%. Y la deuda con Agencias del Sector Público,
siempre en términos del PBI, pasó al 35% en 2019, contra 30% en 2015.  



Naturalmente, con el estallido de la crisis cambiaria y financiera se
aceleró la fuga de capitales. Los activos en moneda y depósitos en moneda
extranjera pasaron de 153.309 millones de dólares en 2015 a 226.569 millones
a fines de 2019: un aumento de 93.000 millones de dólares. Los activos
externos detentados por argentinos (inversión directa + inversión indirecta
+ “otra inversión”) subieron de 271.766 millones en 2015 a 399.273 millones
en 2019-IV. Un incremento de 128.000 millones de dólares en cuatro años.



El préstamo del FMI sirvió entonces para financiar salidas de capitales,
tanto de fondos extranjeros de inversión que habían apostado a ganancias
financieras rápidas, como de residentes argentinos. Lo cual no impidió la
fuerte depreciación de la moneda: en diciembre 2017 el precio del dólar era
$19; en diciembre 2018 estaba en $39 y en diciembre 2019 $63 (230% por
encima del nivel de fines de 2017). La devaluación del peso impulsó la suba
de precios. Por eso, y a pesar de la reducción del déficit fiscal (única
causa de la inflación, según buena parte de la ortodoxia monetarista) la
inflación pasó del 25,7% en 2017 al 34,3% en 2018 y al 53% en 2019.



Por último, señalamos que de los cuatro años del gobierno de Cambiemos, el
PBI solo creció en 2017, un 2,8%. En promedio, el crecimiento fue negativo
1% anual. Y la crisis siguió abierta en los años que siguieron hasta el
presente.



Una conclusión que se desprende de este repaso es que es equivocado reducir
la crisis y estancamiento del capitalismo argentino al rol del FMI. Este
tipo de explicación es propia del reformismo pequeñoburgués, siempre afecto
a recetas milagrosas –y “nacionales”, faltaba más- que dejen intactas las
relaciones sociales fundamentales.



Por supuesto, se puede decir que el Fondo agravó los problemas, pero estos
hubieran permanecido sin ese préstamo (que, dicho sea de paso, representa
solo una parte de la deuda total de la Administración Central, el 13%). Para
expresarlo en términos de la balanza de pagos: la necesidad de
financiamiento de la economía argentina entre 2011 y 2018 fue, en el
acumulado, de 118.600 millones de dólares. No había forma de que eso no
estallara en una crisis cambiaria y financiera, con amplias repercusiones en
la economía de conjunto, y el aumento de la pobreza, el hambre y la
desesperación para millones de seres humanos.

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