Estados Unidos/ Cómo la izquierda debería pensar y afrontar la inflación. [James K. Galbraith]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Feb 21 14:01:40 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

21 de febrero 2022

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Estados Unidos



Cómo la izquierda debería pensar y afrontar la inflación



James K. Galbraith *

A l'encontre, 20-2-2022

http://alencontre.org/ameriques/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



Cuando el presidente Joe Biden declaró últimamente que "la inflación es
tarea de la Reserva Federal (Fed)", condensó tres proposiciones radicalmente
falsas y políticamente suicidas: 1- El aumento de los precios del año pasado
forma parte de un proceso que debe ser suprimido. 2- Las políticas
antiinflacionistas son competencia de la Reserva Federal. 3- La Reserva
Federal puede suprimir la inflación sin destrozar de paso la economía, el
programa del presidente, su partido y sus perspectivas políticas.



Permítanme formular tres contrapropuestas: 1- No hay ninguna razón imperiosa
para subir los tipos de interés, ni ahora ni después. 2- Sin embargo, las
futuras presiones sobre los precios son inevitables. 3- Es posible y
necesaria una estrategia antiinflacionista progresiva que apoye el empleo y
el nivel de vida y que no implique a la Reserva Federal.



¿Por qué aumentaron los precios este año? En primer lugar, porque los
precios mundiales del petróleo se dispararon en la primavera de 2021,
mientras que los problemas relativos a las cadenas de suministro afectaron
la producción de vehículos nuevos y provocaron un aumento de los precios de
los vehículos usados. Estos fueron los elementos principales. Se trata de
acontecimientos puntuales -como en el caso del petróleo, que terminará en
gran medida en julio- mencionados una vez por mes en los titulares porque el
gobierno informa de las variaciones de precios de los últimos 12 meses [tasa
de inflación de un año]. Aunque algunos efectos se mantienen, estos grandes
cambios desaparecerán automáticamente de las noticias a medida que avance el
año 2022.



Los salarios también suben, aunque un poco. Dado que la mayoría de los
empleos en EE.UU. se encuentran en el sector de los servicios, estos
salarios también son precios. Y son precios que se pagan -esto debería ser
una obviedad- por personas más ricas que los trabajadores de los servicios.
La supresión de los aumentos salariales para los trabajadores con salarios
bajos es, por tanto, reaccionaria. Y es un resultado que sólo puede lograrse
encadenando a estos trabajadores y a sus familias en la espiral de la deuda
privada, y amputándoles su poder de negociación [en la medida en que la
presión de su deuda aumenta la precarización] ante los empresarios.



Hay también otros elementos, como el aumento de los alquileres y de los
precios de la carne. Pero en general, la "inflación" que hemos visto hasta
ahora es claramente transitoria, como en el caso del petróleo o los coches,
o una buena noticia, como en el caso de los salarios. Ninguno de los dos
justifica una política de tipos de interés más altos. Ni ahora, ni por
varios años, hasta después de las próximas elecciones presidenciales.



***



¿Por qué si la Reserva Federal mantiene su línea, esto sólo puede perjudicar
a los trabajadores? Porque para alcanzar un determinado objetivo de
inflación -el 2% anual, digamos, como preferiría la Fed-, mientras algunos
precios suben mucho más que ese 2%, eso significa que otros precios deben
subir mucho menos, o incluso bajar. ¿De qué otros precios estamos hablando?
En una economía de servicios, se trata principalmente de los salarios. Pero
para reducir los salarios, se necesita una recesión y un desempleo masivo.
¿Quieren saber cómo funciona esto políticamente? Pregúntenle a Jimmy Carter
[1977-1981: discurso de Carter en julio de 1979 ante el aumento de la
inflación, que se achacaba en gran medida a los salarios que había que
limitar, y ante una profunda recesión].



La idea de que la Reserva Federal puede (de alguna manera) bajar la
inflación sin costo alguno se sustenta sólo en sinsentidos y en la
irreflexión. El viejo eslogan de Milton Friedman "La inflación es siempre y
en todas partes un fenómeno monetario" muestra hasta qué punto el
pensamiento económico puede alejarse de la realidad. Existe la idea de que
los "mercados de trabajo" se ajustan por sí mismos para preservar el pleno
empleo. Algunos afirman que los programas de estímulo ante el Covid fueron
demasiado amplios y que la economía va "demasiado rápido". Todo esto es
erróneo, lo que se vuelve obvio cuando nos damos cuenta de que hoy hay 2
millones de empleos menos en Estados Unidos que en 2019, cuando no había
inflación propiamente dicha. Está claro que nos enfrentamos a cambios
estructurales inducidos por la pandemia, algunos de los cuales no pueden ser
revertidos y otros que no deberían serlo, pero ninguno de ellos puede ser
ignorado por la Fed presionando al alza los tipos de interés.



***



Y cada vez se avecinan más cambios estructurales, nos guste o no. Lo más
importante es que Estados Unidos ya no gobierna el mundo. Tenemos que
alejarnos -rápidamente, antes de que se produzcan más desastres- de los
esfuerzos infructuosos por preservar un dominio militar y financiero que no
podemos sostener. En segundo lugar, debemos abandonar los combustibles
fósiles. Por último, la pandemia ha demostrado que es necesario alejarse de
la cadena de suministro mundializada, no en todos los casos, pero sí en
algunas áreas críticas, restableciendo la capacidad de producción nacional
para hacer frente a las emergencias. Cada una de estas transiciones futuras
ejercerá presiones sobre el nivel de precios. Y el argumento que se acaba de
exponer volverá a aplicarse: hay que aceptar algunas subidas de precios, y
otras deben gestionarse, lo mejor que podamos, mediante políticas que
mantengan la situación bajo control y repartan las cargas.



¿Cuáles son estas políticas? Entre ellas figuran importantes inversiones en
infraestructuras, transporte público, vivienda y reconstrucción urbana,
medidas para combatir el cambio climático y leyes para aumentar el salario
mínimo y garantizar el empleo. Una vez más, todos estos esfuerzos
contribuirán, inicialmente, a un aumento de los precios. Esto se debe a que
generan ingresos que no pueden gastarse inmediatamente en más bienes de
consumo, a menos que exista lo que los economistas llaman "una oferta
perfectamente elástica": es decir, más bienes procedentes de China, sin
costo adicional, que circulan sin problemas por la cadena de suministro.
Olvidémonos de eso. En cambio, podemos suponer que los consumidores compren
casas, coches de segunda mano y otros activos fijos, haciendo subir los
precios. Y estas compras pasarán a registrarse, directa o indirectamente, en
el índice de precios.



¿Cómo debemos manejar esas presiones? En primer lugar, poniendo a
disposición los recursos que actualmente estamos desperdiciando. Sobre todo,
deberíamos desmilitarizar y reorientar esos "materiales valiosos", o sea
habilidades y mano de obra para hacer las grandes inversiones que
necesitamos aquí en el país. Las imprudentes políticas bélicas de los
últimos 20 años ya acabaron con el dominio mundial del que una vez
disfrutamos: Irak, Afganistán y ahora la situación en Ucrania son prueba de
ello. La única manera de salir de este declive es ponerse a trabajar y
reconstruir en el frente interno. Esto es lo que han hecho Alemania, Japón,
Corea y China, y precisamente por eso son las potencias económicas líderes o
en ascenso, mientras que nosotros estamos entre las que están en declive.



En segundo lugar, Estados Unidos necesita definirse a sí mismo. Desde la
época de Reagan, la economía estadounidense ha pasado por oleadas de
especulación -en el sector inmobiliario, en las tecnologías de la
información, en las hipotecas y ahora de nuevo en el sector inmobiliario-,
todas las cuales han llevado al colapso. En este caso, la solución es doble.
En primer lugar, disolver o absorber los grandes bancos, restablecer una
regulación eficaz y crear un sistema bancario público que sirva a un
propósito público, como hizo Francia después de la Segunda Guerra Mundial. A
continuación, gravar fuertemente los activos especulativos, incluyendo la
tierra, los derechos minerales y la llamada propiedad intelectual, obligando
a nuestros oligarcas a poner los pies en la tierra y reduciendo los
impuestos a los trabajadores, a los consumidores y a los beneficios
ordinarios de las empresas. Esto desinflará la "plutoeconomía", esa parte de
la economía de consumo alimentada por los excesos de los más ricos. Si
alguien quiere llamar a eso "socialismo", que lo haga.



En tercer lugar, para controlar los costos de la atención médica. ¿Cómo?
Mediante la promulgación de un seguro de salud para todos (Medicare for
All), incluyendo el poder que tiene un comprador gubernamental para negociar
los precios de los medicamentos. Medicare for All es un sistema de control
estratégico de precios dirigido a un sector clave; es potencialmente la
herramienta antiinflacionaria más poderosa de que dispone el gobierno.



En cuarto lugar, el control de los alquileres. Como todos los sitios son
únicos, el alquiler de viviendas es intrínsecamente una forma de poder del
mercado [la capacidad de un administrador, en este caso, de dictar los
precios]. Y si los propietarios merecen una rentabilidad justa, los
inquilinos también merecen un trato justo. El control de los alquileres,
gestionado por los consejos comunales, es la herramienta para conseguirlo y
mantener bajos los costos de la vivienda.



Por último, utilizar controles de precios selectivos para frenar los abusos.
La inflación siempre se ve agravada por los malos actores que abusan de su
poder de mercado para obtener beneficios. La mejor arma contra esto es el
consumidor competente, informado y organizado. El mayor experimento de
democracia económica jamás intentado, la Oficina de Administración de
Precios (OPA), dirigida por Chester Bowles de 1943 a 1945, desplegó más de
300.000 voluntarios civiles para controlar los precios. La OPA era odiada
por las grandes firmas y fue abolida en 1946, precisamente porque era un
contrapoder que realmente funcionaba.



***



La izquierda debe tomar en serio la inflación, pero no porque lo que ya ha
ocurrido sea tan importante. Y no porque nos enfrentemos al tipo de
hiperinflación que favoreció a los nazis o que llevó al colapso de Zimbabue.
Y, desde luego, sin someterse a los ideólogos cansados que han dominado los
libros de texto de economía, la prensa financiera y las políticas de los
bancos centrales desde los tiempos de Reagan y Paul Volcker [presidente de
la Fed de 1979 a 1987].



La izquierda debe hacer frente a la inflación porque debemos ser realistas y
estar preparados para lo que nos espera. Los progresistas no pueden
pretender que nuestros desafíos se resuelvan por arte de magia o
gratuitamente, sin afectar a los precios. El debilitamiento del poder
mundial de Estados Unidos, el aumento del costo de los recursos, la
transición energética y la crisis climática -así como muchas de las
inversiones y políticas de empleo que estamos priorizando en respuesta a
estos cambios- van a seguir presionando sobre el nivel de precios. La futura
"inflación" es un reflejo condensado de esta realidad. Y la idea de que "la
inflación es cosa de la Fed" no es más que una forma de negar esta realidad
mientras se culpa de los inevitables costos del ajuste a los trabajadores
estadounidenses, a sus familias, a los endeudados y a los pobres. Si la
izquierda representa algo, debería tomar a su cargo una mejor orientación.
(Publicado en The Nation, 18-2-2022:
https://www.thenation.com/article/economy/inflation-federal-reserve/)



* James Kenneth Galbraith es un economista estadounidense. Actualmente es
profesor en la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs en la Universidad
de Texas y autor de Inequality: What Everyone Needs to Know. (Oxford
University Press).

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