Rusia/ La guerra de Putin en Ucrania: tras los pasos de Sadam Hussein. [Gilbert Achcar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 26 09:44:46 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

26 de febrero 2022

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Rusia



La guerra de Putin en Ucrania: tras los pasos de Sadam Hussein



Gilbert Achcar *

The New Arab, 24-2-2022

https://english.alaraby.co.uk/

Traducción de Viento Sur

https://vientosur.info/



Existe un paralelismo sorprendente entre la invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin ‒como ya hizo en Georgia en 2008 y Crimea en 2014‒ y las acciones de Sadam Huseín contra Irán tras la revolución de 1979 y contra Kuwait en 1990. Los dos hombres recurrieron a la fuerza, alegando justificaciones notablemente similares, para colmar sus ambiciones expansionistas.



Sadam Huseín invadió el territorio iraní en el otoño de 1980, afirmando que su intención era rescatar a los residentes araboparlantes de la provincia de Juzestán después de haberles animado a rebelarse contra el gobierno de Teherán y proclamar la república independiente de Arabistan. Aquella invasión marcó el comienzo de una guerra que duró ocho años, cuyo primer efecto fue que el régimen iraní lograra poner fin al caos que siguió a la revolución contra la monarquía del sha y consolidar sus bases. Con la pérdida de vidas humanas en ambos bandos, cifradas en un millón de personas, al término de la guerra los dos países habían vuelto a la casilla de salida.



Diez años después, Sadam Husein reincidió en su comportamiento temerario e invadió Kuwait alegando que era una provincia iraquí creada por los británicos, renovando así una antigua reivindicación que ya había generado tensiones militares entre el gobierno de Abd al Karim Qasim y las autoridades del Protectorado Británico de Kuwait cuando estas decidieron otorgarle la independencia en 1961.



La segunda invasión de Sadam brindó a EE UU la oportunidad de desplegar sus fuerzas en la región del Golfo a una escala sin precedentes. EE UU también bombardeó Irak para hacerle “retroceder a la Edad de Piedraâ€, como dicen que el entonces secretario de Estado, James Baker III, amenazó al entonces ministro de asuntos exteriores iraquí, Tariq Aziz, poco antes de la guerra; y, sobre todo, afirmó espectacularmente su supremacía como única superpotencia que quedaba en un mundo que había entrado en una fase unipolar después de décadas de bipolaridad.



Aquí no se discute si los árabes de Juzestán tienen el derecho de autodeterminación y a la independencia o no, ni si es legítima o no la reivindicación de Kuwait por parte de Irak. La temeridad de Sadam Husein se puso de manifiesto en su error de cálculo al estimar la relación de fuerzas en ambos casos.



Irak emergió devastado y sumamente debilitado de las dos guerra, mientras que el dictador iraquí no hizo más que reforzar a sus enemigos iraní y estadounidense. Había creído que el caos que imperaba en Irán en 1980 no haría más que empeorar a raíz de la invasión iraquí, del mismo modo que pensó que en 1990 EE UU, que había quedado paralizado militarmente desde su retirada de Vietnam, no se atrevería a enfrentarse a él.



El jefe del Kremlin no oculta su nostalgia por el imperio de los zares de Rusia y ha vilipendiado repetidamente a los bolcheviques por haber aplicado el principio de autodeterminación cuando dibujaron el mapa de las Repúblicas Soviéticas.



Desea especialmente ‒lo cual es comprensible desde el punto de vista de Rusia‒ poner coto a la ulterior expansión de la OTAN a repúblicas que hace 30 años formaban parte de la URSS y por tanto estaban sometidas a la tutela rusa. En 2008, para impedir que Georgia ingresara en la OTAN,  Putin (quien entonces manejaba los hilos desde el despacho del primer ministro bajo la presidencia de Dmitry Medvedev) justificó la invasión del territorio georgiano aduciendo su apoyo a la secesión de las provincias de Abjasia y Osetia del Sur, a las que él había animado a reclamar su independencia, como había hecho Sadam Husein con Arabistan.



En 2014, para impedir que Ucrania se adhiriera a la OTAN, Putin se remitió a su deseo de subsanar lo que él consideraba un error de los dirigentes de la Unión Soviética cuando invadió Crimea y la anexionó formalmente a Rusia, como Sadam Husein había soñado hacer con Kuwait.



Putin también intervino militarmente, aquel mismo año, en las provincias de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, de nuevo después de incitar a los separatistas locales a declarar la independencia. En los casos de Georgia y Ucrania, Putin pensó que EE UU estaba demasiado debilitado para enfrentarse a Rusia: en 2008 estaba cada vez más atrapado en el lodazal iraquí, y en 2014, después de retirarse de Irak tras un estrepitoso fracaso, experimentaba una repetición parcial de la parálisis militar que había padecido tras la guerra de Vietnam.



Las circunstancias en 2008 y 2014 y posteriormente parecían validar el juicio de Putin. Las relaciones con la OTAN tocaron fondo cuando Donald Trump ganó la presidencia de EE UU en 2016, haciendo que los aliados tradicionales de Washington perdieran la fe en la fiabilidad del paraguas de seguridad estadounidense. Y quienes deseaban que Joe Biden borrara el legado de Trump se vieron decepcionados muy pronto. En efecto, tras su ignominiosa retirada de Afganistán y el avance talibán, la credibilidad de EE UU alcanzo su punto más bajo desde la derrota de Vietnam. Putin ha debido de considerar que por tanto la situación sería propicia para dar un paso más.



Putin escaló su presión sobre Ucrania sobre el telón de fondo de nuevos choques entre los separatistas y las fuerzas gubernamentales ucranianas y la implicación de Turquía, miembro de la OTAN, con el suministro de drones a Kiev. Si a esto añadimos la crisis de la cadena de suministro global, que ha comportado un aumento vertiginoso de los precios del petróleo y del gas, el cuadro de la oportunidad propicia estaba completo.



¿Significa esto que los cálculos de Putin son más racionales que los de Sadam Husein, al margen de las similitudes entre sus aventuras militares? ¿O está dando a los adversarios de Rusia exactamente lo que quieren? Es seguro que Joe Biden aprovechará la oportunidad para reparar su imagen, del mismo modo que Boris Johnson: después de sus profecías autocumplidas, ambos hombres han de estar contentos de que Putin les ayude a desviar la atención de sus propios fracasos.



La alianza transatlántica también se ha revitalizado ahora (recordemos el comentario de Emmanuel Macron sobre la “muerte cerebral†de la OTAN hace unos dos años y medio). El comportamiento de Putin incluso puede haber motivado a los países vecinos de Rusia, Finlandia y Suecia, a unirse a la OTAN tras más de 70 años de neutralidad.



Sin embargo, lo que es todavía más peligroso para Rusia es que se verá sometida a una presión económica mucho mayor por parte de Occidente, que sin duda la debilitará mucho más de lo que Putin y su entorno parecen creer. De hecho, Rusia está cometiendo un ejemplo típico de “sobrextensión imperialâ€, para retomar la expresión de Paul Kennedy. Actúa militarmente mucho más allá de su capacidad económica, con un PIB inferior al de Canadá e incluso que el de Corea del Sur, equivalente a poco más del 7 % del PIB de EE UU.



Los cálculos de Putin parecen demostrar que son correctos, pero solo hasta ahora: con sus acciones recientes ha asumido un riesgo más temerario que nunca antes.



* Gilbert Achcar es profesor de la Escuela de Asuntos Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.

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