Uruguay / Jorge Zabalza, el andar obstinado de un insurrecto. [Dossier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 26 09:41:07 UYT 2022





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Correspondencia de Prensa

26 de febrero 2022

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Uruguay



Jorge Zabalza, el andar obstinado de un insurrecto



Murió el Tambero. Agitador de las insurgencias sociales. Insobornable
militante. Tupamaro histórico. Crítico feroz de la espantosa metamorfosis
del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Adversario declarado de los
exjefes guerrilleros reciclados en gestores del orden del capital.



Luchador generoso, solidario con los explotados y oprimidos. Se tratara de
vendedores callejeros apaleados bajo el primer gobierno municipal de
Montevideo del Frente Amplio, a inicios de los años 1990; de ocupantes de
tierras desalojados, de trabajadores en huelga, de estudiantes movilizados;
o de la rebelión popular en Nicaragua en 2018, cuando estampó su firma en
las campañas internacionales que denunciaban las masacres del régimen
orteguista.



Enemigo irreconciliable del terrorismo de Estado y de cualquier pacto de
impunidad con los criminales y torturadores de la dictadura militar. La
incansable lucha de los familiares de detenidos-desaparecidos, lo encontró
acompañándolos, permanentemente.



Su breve paso por la institucionalidad no lo confundió. Por el contrario, le
reafirmó su desconfianza visceral hacia los funcionarios y burócratas que
sostienen el clientelismo, la fidelidad pagada y los maridajes políticos que
se anidan en la llamada “cultura de gobierno”.



Durante los 15 años del “ciclo progresista”, se mantuvo bien alejado de los
círculos de poder. Aunque, siempre, junto a los de abajo, a sus resistencias
y esperanzas. Esa fue su trinchera preferida. Finalmente, queda su legado
revolucionario para “las insurgencias que vendrán”, distintas, seguramente,
a las que él protagonizó a lo largo de su obstinada, coherente y subversiva
vida militante. (Redacción Correspondencia de Prensa)



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Jorge Zabalza (1943-2022)



La incapacidad de negarse a sí mismo



Samuel Blixen *

Brecha, 25-2-2022

https://brecha.com.uy/



En cuestión de días –primero Xenia Itté, [1] después Eduardo Bicho Bonomi
[2] y finalmente Jorge Tambero Zabalza– se fueron definitivamente tres
connotados extupamaros que tuvieron un protagonismo destacado en capítulos
sustanciales del proceso revolucionario de nuestro país, a los que el
desarrollo político posdictadura, dócil ante las determinaciones personales,
asignó diferentes roles, en ciertas circunstancias antagónicos. No es mi
intención ahora establecer comparaciones entre una militante social que
otros pretendieron reducir a la condición de compañera de un dirigente, un
activo gobernante que supo ser integrante del aparato armado de la guerrilla
urbana y un empecinado e implacable combatiente de las fuerzas físicas que
disuelven las convicciones en la sopa del pragmatismo.



En las muchas conversaciones que mantuve con Zabalza como fuente
privilegiada de episodios que reconstruí en Sendic, Fugas y La Comisión
Aspirina (y que debo diferenciar de las otras muchas conversaciones, como
las que se dan entre amigos, en boliches, en asados y, últimamente, con más
frecuencia, en velorios), el relato intentaba eludir el protagonismo
personal y aportar cierta distancia, cuando, en realidad, la anécdota solía
tenerlo también a él como parte sustancial de los episodios reconstruidos.
En esas ocasiones me deslumbraba la memoria sin concesiones del Tambero y su
fidelidad a los hechos, como cuando revivió el intento de fuga de los tres
rehenes (Raúl Bebe Sendic, Julio Viejo Marenales y él) recluidos en una
piscina de sal en un cuartel de Paso de los Toros, que, en principio,
parecía facilonga, porque el techo de ese celdario improvisado era de chapa
galvanizada. Al Tambero –que ocupaba la celda más alejada de los escalones
que llevaban al agujero de entrada– le correspondió la tarea de serruchar
los clavos que sujetaban la chapa con las sierritas para descabezar ampollas
que lograban sustraer en las visitas a la enfermería. El Bebe y el Viejo
debieron amansar la ansiedad durante los meses que oficiaron de campana.
Cuando el Tambero hizo fuerza con el hombro y la cabeza en la parte de la
chapa liberada, esta no se movió ni un milímetro. El Bebe, a cuatro celdas
de distancia, no le creyó, lo acusó de cobarde y no le dirigió la palabra.
Mucho después supieron que sobre el techo de chapa estaba depositada buena
parte de la estructura prefabricada del puente Bailey, utilizado por el
general Líber Seregni durante las inundaciones de 1959, que, por supuesto,
era imposible de mover, sin importar lo tozudo que pudiera ser el Tambero.



La prisión ocupó buena parte del tiempo de su militancia. Pero si su
condición de rehén de la dictadura (que compartió con otros 17 prisioneros,
hombres y mujeres escogidos como escudos humanos para eventuales represalias
contra los oficiales que desplegaban con esmero la guerra sucia de torturas,
asesinatos, violaciones y desapariciones) acentuó el rechazo a cualquier
forma de contemporización con los terroristas de Estado, esa etapa
carcelaria no monopolizaba sus recuerdos. No olvidaba una cara ni un nombre,
y ese registro casi fotográfico resultó providencial para reconstruir esas
porciones de la infamia protagonizadas por los valientes a la hora de
torturar pero flacos de memoria frente a los magistrados. Hasta el momento
de su muerte fue perseguido judicialmente por su presunta responsabilidad en
aquel despliegue espontáneo en rechazo a la decisión de la Suprema Corte de
Justicia de desplazar a la jueza Mariana Mota de los casos de terrorismo de
Estado, porque la investigación apuntaba directamente a un general retirado
de la inteligencia militar que había matado en la tortura a un heladero de
Carmelo. En su postura intransigente, polémica, que lo enfrentaba a la
izquierda institucional, el Tambero fue un chivo expiatorio que la derecha
no soltó, como forma de escarmiento para una asonada inventada.



Disfrutaba, en cambio, de rescatar las aristas épicas del trabajo anónimo de
decenas de presos que, picando paredes, elaborando herramientas, trenzando
hilos y escondiendo tierra, facilitaron la increíble fuga de Punta Carretas,
a puro ingenio, sin ayuda exterior. Una hazaña en la que él tuvo una
participación decisiva. En aquellas conversaciones me llamó la atención cómo
el cariño y la admiración por Sendic no se resintieron nunca, a pesar de los
antecedentes, lo que quizás pueda explicarse por el valor que el Tambero
otorgaba a la coherencia tanto política como personal de Sendic, con quien
compartió buena parte de su período clandestino, tanto en la capital como en
los montes del litoral. No ocurrió lo mismo en su actitud con Eleuterio Ñato
Fernández Huidobro y José Pepe Mujica, a quienes objetó en forma implacable
su «plasticidad» política. Sin embargo, en alguna entrevista aclaró: «Cuando
me dicen que Mujica es un traidor, digo que no, porque él expresa una
realidad que existe», que, a su juicio, dejaba por el camino los principios
en aras de administrar el capitalismo.



Cardando en los recuerdos de esas charlas, cobra fuerza el intenso
sentimiento del Tambero respecto de su hermano Ricardo, asesinado tras la
toma de Pando, que en ocasiones lo llevaba a sugerir que había asumido un
destino que le correspondía a él. Y también los lazos con su padre, Pedro
Zabalza, caudillo blanco (Partido Nacional) de Lavalleja, al principio
hombre de Benito Nardone, que con el tiempo se desplazó hacia la corriente
de Wilson Ferreira Aldunate. Si para el Tambero, en sus años de militante
estudiantil, la carrera política de su padre era incompatible con los lazos
familiares, cultivados con devoción, que vinculaban a los Zabalza con la
patriada de los Saravia, la relación entre el padre blanco y el hijo
tupamaro preso les dieron otra sustancia a aquellos lazos que impidieron
cualquier ruptura. Y es posible conjeturar que el papel que la violencia
ocupó en las ideas del tupamaro abrevó en la fidelidad familiar a las
revoluciones blancas. Si esa violencia se justifica en los objetivos –patria
para todos, en 1904 y en 1966–, hay algo de hipocresía en reverenciar una y
desclasificar otra. En cierto momento reflexionó: «Pienso que los pueblos no
pueden renunciar de ninguna manera al uso de la fuerza. Es el último recurso
que les queda, pero ese uso de la fuerza tiene que ser por una decisión
masiva, multitudinaria».



Integrante del grupo inicial de los tupamaros, al final de la década del
sesenta, y fundador del Movimiento de Participación Popular (MPP), en la
década del noventa del siglo pasado, el Tambero vivió sus últimos 20 años
sin fisuras en su coherencia, conviviendo con los humildes en Santa
Catalina. Como muchos de aquellos tupamaros, en Montevideo o en Artigas, que
nunca renunciaron a su condición y que andan por ahí sin vínculos con las
estructuras herederas, pero incapaces de negarse a sí mismos y a la historia
que forjaron, para desespero de la derecha.

Se extrañará su ácida ironía, que alertaba sobre los cantos de sirenas.



Notas de Correspondencia de Prensa



1) Compañera de Raúl Sendic, fundador del MLN-T.

2] Dirigente del MLN-T y el MPP, fallecido el 22-2-2020. Fue ministro de
Trabajo y de Interior durante los gobiernos Tabaré Vázquez y José Mujica.



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El adiós de su compañera: «Gracias Jorge por tanto amor»



Verónika Engler



Queridas y queridos compañeros, hoy (por el jueves) despedimos el cuerpo
maltratado y cansado de Jorge. Les aseguro que peleó por la vida hasta el
final, pero no pudo con esta batalla. Nos quedan los recuerdos, el inmenso
amor, el ejemplo de fuerza y tenacidad frente a cualquier lucha que
emprendiera, su ternura y solidaridad, la capacidad de estar siempre
creciendo, siempre peleando con una valentía digna de admiración, su
integridad, dignidad y coherencia. Jorge se fue, pero nos deja mucho en que
pensar, nos deja mucho para decir.



Fue difícil encontrar un lugar que aceptara velarlo por las restricciones
sanitarias, pero creemos que es importante que quienes quieran hacerlo
puedan despedirse. Les pedimos que entiendan que van a poder entrar a la
sala un instante y volver a salir de forma ordenada para que otras y otros
compañeros puedan hacerlo. Si quieren quedarse deberán hacerlo fuera del
local.



Además del personal de la empresa habrá compañeros organizando este sistema
de rotación, pido que colaboren para que la familia pueda tener tranquilidad
en un momento tan difícil. He recibido cientos de mensajes de distintas
partes del mundo que contestaré en otro momento, pido disculpas, pero el
enorme dolor y el agotamiento provocados por lo que nos tocó vivir hace que
sea necesario poner en orden las idea y sanar. Tengo muchas cosas para
decir, pero sé que habrá tiempo y oídos receptivos. Un abrazo apretado a
Laura, Juan e Iván.



Todo el amor a nuestra familia que es la mía, la de él y también a esas/os
amigos invalorables que siempre están, todas/os ellos han sido nuestro apoyo
en momentos difíciles y nuestra alegría en la felicidad. Gracias a quienes
de lejos nos dan fuerzas y gracias Jorge por tanto amor.



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La despedida



Mateo Guarnaschelli

La Diaria, 24-2-2022

https://ladiaria.com.uy/



Bajo lluvia, cientos de personas dijeron adiós a Jorge Zabalza. Rehén de la
dictadura cívico-militar durante 13 años, el exintegrante del Movimiento de
Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) falleció a los 79 años en la madrugada
del miércoles en el Hospital de Clínicas. El Tambero, como le decían en su
entorno cercano, estaba internado por complicaciones derivadas de un cáncer
de esófago que lo aquejaba desde hacía años.

Este jueves se llevó a cabo el velatorio en el barrio La Comercial. Minutos
después del mediodía, cientos de personas, viejos y jóvenes, de distintas
clases sociales, se juntaron en la esquina de Nueva Palmira y Cufré para
despedir a Zabalza. Uno de ellos fue Ricardo Ehrlich, exintendente de
Montevideo y hasta hace unos días coordinador transitorio del Frente Amplio
(FA).



“Nos conocimos en la cárcel”, expresó Ehrlich, para quien Zabalza fue “un
hombre de una gran coherencia que vivió de acuerdo a sus principios”. “Creo
que hoy acá hay toda una generación con la que él compartió su vida, que
respeta y respetó sus opciones” y su “enorme compromiso con sus ideas”,
mencionó en diálogo con la diaria.



“Compartimos distintos momentos”, continuó Ehrlich, “sobre todo cuando yo
estuve con responsabilidades de gestión y había que resolver problemas, él
[Zabalza] se acercó buscando resolver problemas concretos, con un compromiso
muy firme con sus principios y con la gente, con los humildes”. Esto último,
sostuvo Ehrlich, “es lo que hace que hoy toda una comunidad muy diversa
manifieste su dolor y su respeto a lo que significó su vida”.



Zabalza se incorporó a los tupamaros en 1968 e integró el grupo de presos
que se fugaron de la cárcel de Punta Carretas en 1971, y posteriormente fue
uno de los nueve rehenes tupamaros que estuvieron presos en cuarteles
militares desde 1972 hasta 1985, durante toda la dictadura cívico-militar.



Irma Leites, referente de Plenaria Memoria y Justicia, estuvo también
presente y señaló a la diaria que “en este momento” lo que más le pesa “es
la convicción de que hay muchos luchadores” cuya “pasión fue el cambio
social, la revolución, que en aquel momento la vimos a la vuelta de la
esquina, y no estuvo a la vuelta de la esquina, pero la seguimos buscando
siempre y el Tambero es un ejemplo de eso”.



En cuanto a la figura de Zabalza, lo ubicó entre los “revolucionarios que
han sido coherentes desde el inicio de nuestra lucha” y “que a lo largo de
este tiempo se han mantenido hasta el final”.

“Un referente ético”

En conversación con la diaria, el referente sindical y exdiputado del
Partido por la Victoria del Pueblo, Luis Puig, dijo sobre Zabalza que “fue
un tipo que vivió como pensó toda su vida”. “Yo creo que cumplió con esa
premisa básica que planteaba el Che Guevara de que un revolucionario debe
poner el pellejo atrás de las ideas. Sin dudas, el Tambero lo puso a lo
largo de toda su vida”, afirmó.



Para Puig, a pesar de las “muchas diferencias”, Zabalza era una persona con
quien “podías discutir de frente, fuerte, y terminar con un abrazo,
manteniendo cada uno sus posiciones”. Además, destacó: “Cada vez que
estábamos en conflicto en el sindicato del gas siempre aparecía su presencia
solidaria dando una mano”. “Yo creo que es un referente ético muy importante
para la izquierda uruguaya y un referente para las futuras generaciones”,
resumió.



En 1985, a la salida de la dictadura cívico-militar, Zabalza fue liberado y
continuó su militancia política en el MLN-T, ahora desde la legalidad. En
1994 fue electo edil por el FA y acabó asumiendo la presidencia de la Junta
Departamental de Montevideo. En ese entonces protagonizó varias polémicas
con otros dirigentes políticos del FA.



A comienzos de 1999, un par de años después, Zabalza abandonó el Movimiento
de Participación Popular y más tarde, en el 2000, se alejó definitivamente
del FA y criticó en particular a sus excompañeros del MLN-T.

Nunca dejó de tener una participación activa en defensa de los derechos
humanos. El año pasado fue condenado, junto con otras cinco personas, por
atentado durante las protestas de febrero de 2013 en la sede de la Suprema
Corte de Justicia, que cuestionaban el traslado de la órbita penal a la
civil de la entonces jueza Mariana Mota, que tenía a su cargo más de 50
expedientes vinculados a la violación de los derechos humanos en la
dictadura.



“Fijate que el Tambero se va procesado”, manifestó Leites, quien también fue
condenada por esa misma protesta. La dirigente de Plenaria Memoria y
Justicia valoró su compromiso con “las luchas actuales contra la impunidad,
contra el terrorismo [de Estado], contra la injusticia”. A lo largo de su
vida, Zabalza “tuvo muchas instancias que no sólo compartimos, sino que nos
marcaron como militantes”, sostuvo.



Por otro lado, Leites destacó “el elemento de que él haya abandonado una
clase, una vida que podía haber sido muy cómoda, en aras de otros que
realmente la pasábamos mal”. Zabalza era hijo de Pedro Zabalza Arrospide,
dirigente del Partido Nacional y exintendente de Lavalleja. “Todos los
sectores más marginales veíamos en estos compañeros que ellos entregaban
todo y hasta abandonaban una clase para pasarse al bando de los oprimidos”,
remarcó Leites.



A las cuatro de la tarde, en punto, en medio de muchos aplausos y al grito
de “¡arriba los que luchan!”, el cortejo fúnebre partió hacia el Cementerio
del Norte, donde será cremado.

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