Análisis/ El largo invierno que se viene: Rusia invade Ucrania. [Vicken Cheterian]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Feb 24 23:19:04 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

24 de febrero 2022

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Análisis



El largo invierno que se viene: Rusia invade Ucrania



Vicken Cheterian

A l'encontre, 24-2-2022h

http://alencontre.org/

Traducción de Correspondencia de Prensa



El 24 de febrero de 2022, el ejército ruso invadió Ucrania. Las relaciones
internacionales nunca volverán a ser las mismas. Mientras que los militares
rusos tienen como objetivo todo el territorio de Ucrania, su objetivo
político sigue sin estar claro.



¿Cuál es el objetivo político de la invasión rusa de Ucrania? Los largos
preparativos militares y la magnitud de las operaciones dejan claro que los
objetivos de Rusia no se limitan a las dos "repúblicas secesionistas" de
Donetsk y Lugansk. Para entender lo que Rusia pretende conseguir con esta
invasión, hay que remontarse al discurso de Putin del 21 de febrero, en el
que negó el derecho de Ucrania a la soberanía estatal [1]. El objetivo de la
invasión es, por lo tanto, provocar un cambio de régimen mediante una
invasión militar y someter a Ucrania al dominio ruso.



Las relaciones internacionales nunca volverán a ser las mismas. Las
operaciones militares rusas no son comparables a las de 2014, cuando Rusia
anexó Crimea y creó un estado de guerra permanente en Donbass. Tampoco
podemos comparar la actual invasión con la guerra ruso-georgiana de 2008,
cuando los militares rusos podrían haber avanzado hasta Tiflis y derrocar a
Mijaíl Saakashvili, pero no hicieron. Hoy, la invasión rusa de Ucrania tiene
como objetivo la dominación total. Es comparable a la invasión
estadounidense de Irak en 2003, con resultados catastróficos.



Para analizar la crisis actual, es necesario distinguir entre dos niveles de
conflicto: las relaciones ruso-estadounidenses y las ruso-ucranianas. El
actual conflicto en Ucrania es el resultado de dos "pecados originales". El
primero es la decisión de Estados Unidos, bajo la presidencia del demócrata
Bill Clinton en 1993, de no sólo de preservar la OTAN -una alianza militar
formada para oponerse a la Unión Soviética (URSS)- sino también de ampliarla
hacia el este. Otras alternativas, como el desmantelamiento de la OTAN, la
búsqueda de una arquitectura de seguridad común en Europa que incluyera a
Rusia, fueron ignoradas. En algún momento, esta interminable expansión
militar hacia el este iba a encontrarse con la resistencia rusa. ¿Y por qué
ahora? Porque Rusia se siente segura después de sus masivas reformas
militares desde 2008, sus "exitosas" campañas militares en Chechenia,
Georgia, Siria, Libia y otros lugares, pero también porque Rusia, con su
millón de soldados, tiene un poder militar dominante en el escenario
europeo.



En cierta medida, este conflicto es el de una gran potencia que se dirige de
igaul a igual a otra gran potencia: cuando Putin hizo sus demandas del 17 de
diciembre de 2021 para devolver a la OTAN a sus posiciones de 1997, no fue a
Kiev o a Bruselas, sino a Washington. Putin se dirigió a Biden en el mismo
lenguaje de potencia hegemónica: hacer retroceder las fronteras geopolíticas
de Europa del Este, simplemente porque Rusia tiene ahora los medios para
hacerlo, algo así como el comportamiento de Estados Unidos en la década de
1990.



Pero hay otro nivel de análisis, el de las relaciones ruso-ucranianas, y
aquí el segundo "pecado original" lo cometió Rusia en 2014 en el contexto de
la revolución "Euromaidán". Ucrania es un Estado grande pero frágil. Su
composición interna -una gran población rusoparlante en el este y sur, y una
población prooccidental en Galitzia-, pero también su situación geopolítica
entre Rusia, por un lado, y la OTAN y la Unión Europea, por otro, llevaron a
Ucrania a hacer equilibrios. Ya vimos este acto de equilibrio en 2004,
cuando tras la "Revolución Naranja" el candidato prorruso, Víctor
Yanukovich, volvió al poder. Incluso después del Euromaidán, la posibilidad
de recrear el equilibrio entre Rusia y Occidente era real. Pero esa
posibilidad fue truncada por la anexión rusa de Crimea y la guerra en el
Donbass. Después de 2014, ningún líder ucraniano podía comprometerse con
Rusia, y mucho menos expresar posiciones prorrusas. Las iniciativas rusas
empujaron a Ucrania hacia Occidente, y su política interna hacia un
nacionalismo definido como antirruso.



La invasión a la que asistimos hoy va a consolidar la identidad ucraniana en
términos nacionalistas, marcando la ruptura definitiva entre las identidades
ucraniana y rusa. Se trata de un doloroso proceso que comenzó en 2014 y que
desgarrará el tejido social no solo de Ucrania, sino también de Rusia.



La inseguridad europea



Queda por ver si Putin logrará obtener lo que quiere de Ucrania mediante
esta invasión militar. Sin embargo, en cuanto a sus relaciones con Estados
Unidos, la OTAN y Europa, va a ser un desastre. La crisis ucraniana de los
últimos meses ha puesto de manifiesto un "Occidente" muy dividido: por un
lado, unos Estados Unidos preocupados por otros asusntos -en la región del
Pacífico y con problemas políticos internos- y no dispuestos a enfrentarse a
Rusia en Ucrania. El presidente estadounidense Biden, que predijo en más de
una ocasión la próxima invasión rusa, había dejado claro que Estados Unidos
no enviaría sus tropas para defender a Ucrania. En Europa, algunos de los
vecinos de Rusia, como Polonia y los países bálticos, que temen la
reaparición de Rusia, adoptaron tradicionalmente una línea dura frente a
Moscú. Pero los principales Estados de la UE, como Alemania, Francia e
Italia, buscan la normalidad en las relaciones y resolver los problemas de
seguridad de Rusia por medio de la diplomacia. Esta tercera vía ha sido
derrotada.



La invasión militar rusa del 24 de febrero marca el fin de los esfuerzos de
Emmanuel Macron y Olaf Scholz. Rusia, tras consolidar el nacionalismo
ucraniano, consolidará la OTAN en sus fronteras. Después de haber alcanzado
un mínimo histórico de 70.000 soldados, Estados Unidos podría volver a
desplegar nuevas fuerzas militares en Europa. Los países de la UE, por miedo
a Rusia, van a aumentar sus gastos militares. Aunque el conflicto actual
podría hacer subir los precios del petróleo y el gas, los países de la UE
buscarán alternativas a la energía rusa. Occidente va a imponer duras
sanciones económicas y financieras a Rusia. Si Moscú, con sus más de 600.000
millones de reservas, puede soportar la presión financiera, no nos hagamos
ilusiones sobre el impacto catastrófico de la guerra y las sanciones en la
economía mundial, gravemente perjudicada tras dos años de pandemia.



Pero Ucrania y el pueblo ucraniano son los que más van a sufrir. Ucrania es
uno de los países más trágicos de Europa, que ha debido sufrir enormemente a
lo largo de su historia. Nació como estado independiente bajo los horrores
de la Primera Guerra Mundial, que fue seguida por la guerra civil rusa que
con sus millones de vidas segadas. Durante la colectivización forzosa de la
tierra llevada a cabo por Stalin en 1932-33, Ucrania sufrió una hambruna
masiva, conocida como el Holodomor, que provocó la muerte por hambre de
entre 7 y 10 millones de personas. Durante la Segunda Guerra Mundial, las
fuerzas de ocupación nazis utilizaron a millones de ucranianos como
esclavos, exterminaron a los judíos ucranianos y a otras minorías, mientras
que algunas de las batallas más encarnizadas entre las fuerzas de ocupación
alemanas y las tropas soviéticas tuvieron lugar en Ucrania. Las pérdidas
ucranianas durante la Segunda Guerra Mundial ascendieron a entre 5 y 7
millones. El colapso de la Unión Soviética fue muy doloroso para Ucrania; un
indicador resume su inmenso sufrimiento: la población ucraniana pasó de 52
millones en el momento del derrumbe de la URSS en 1991 a 43 millones en la
actualidad. Hoy, Ucrania es, de nuevo, víctima.



Rusia puede tener una legítima preocupación por la seguridad ante la OTAN.
Pero, ¿hay alguna ley en la tierra que niegue a Ucrania y a los ucranianos
su legítimo derecho a la seguridad, la dignidad y la independencia?



Nota



1] El chauvinismo de la gran Rusia de Putin es evidente en su
"reconstrucción histórica". Sabine Dullin, profesora de historia
contemporánea en Sciences Po (France Culture, 22 de febrero), indicaba con
acierto la proximidad de su enfoque con el de Alexander Solzhenitsyn. En
1990, Alexander Solzhenitsyn escribió Cómo reorganizar Rusia. "En este
libro, Rusia es Ucrania, la parte occidental de Kazajistán, que es más bien
rusófona, Bielorrusia y Rusia. Todo lo demás no es realmente el corazón de
la nación rusa", explicó. Putin está cerca de Solzhenitsyn en este sentido.

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