Cultura/ Trotsky, el arte y la revolución. [Mario Goloboff]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ene 4 23:23:53 UYT 2022


  _____

Correspondencia de Prensa

4 de enero 2022

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Cultura



Trotsky, el arte y la revolución



Mario Goloboff *

Página/12, 3-1-2021

https://www.pagina12.com.ar/



El grupo de revolucionarios que encabezó la toma del poder en Rusia en 1917
valoraba especialmente el arte y la literatura y el pensamiento teórico
sobre las mismas, y les asignaba funciones importantes en la construcción de
la nueva sociedad. Por sus lecturas, por su formación cultural, estética y
literaria, por sus relaciones con el mundo artístico, León Trotsky tenía,
como en casi todos los dominios de la realidad que quería transformar, ideas
propias, originales y bien personales sobre arte y literatura. Tanta
importancia daba a la materia que, para él, uno de los escollos
fundamentales en el campo ideológico lo constituía un saber, escuela o
movimiento que venía del campo específico de las letras y al que
consideraba, más que a cualquier otra teoría filosófica o económica
burguesa, enemigo fundamental en el terreno de las ideas: el formalismo.
Escribía en los tempranos ’20: “Dejando de lado el débil eco de los sistemas
ideológicos prerrevolucionarios, la única teoría que en Rusia se ha opuesto
al marxismo es la teoría formalista del arte”.



Estimaba que “a pesar de la superficialidad y del carácter reaccionario de
la teoría formalista del arte, una parte del trabajo de investigación de los
formalistas es útil”. Por su falta de atención a los “contenidos”, estaba
muy difundida entre los bolcheviques la subestimación y hasta el desprecio
por estos estudios, (de ahí el apelativo peyorativo con que los castigaron y
que paradójicamente les quedó como nombre hoy jerarquizado). Encontraba,
además, a la escuela, “extremadamente arrogante e inmadura”. Y no veía en
ella un trabajo que fuera más allá de un aspecto casi caricaturesco:
“Declarada la forma, esencia de la poesía, esta escuela reduce sus tareas a
un análisis sintáctico (esencialmente descriptivo y semiestadístico del
poema), a un recuento de las vocales y consonantes que se repiten, de las
sílabas y de los epítetos”, lo que calificaba de “parcial, fragmentario,
subsidiario y preparatorio”. No apreciaba para nada, como se ha hecho más
adelante y en el exterior, el trabajo en profundidad que estaba haciendo la
escuela, que era fundar las raíces de una verdadera ciencia de la
literatura.



Como contracara, es interesante destacar la atención que prestó a las
vanguardias, y especialmente al futurismo, aunque este movimiento estuviese
tan vinculado al formalismo y, en algunos casos, contara con los mismos
miembros. Era en la práctica viva del arte donde se jugaba la batalla, y hay
que tener en cuenta que de esas vanguardias rusas salieron muchos artistas
que iluminaron el siglo XX: Kazimir Malevich, Vasili Kandinsky, Marc
Chagall, Sergio Esenin, Vladimir Maiakovsky,por nombrar solo a algunos...



Trotsky diferencia al futurismo del formalismo en que “es un fenómenos
europeo” y porque “en vez de encerrarse en el marco de las formas
artísticas, se subordinó desde un principio --sobre todo en Italia-- a las
manifestaciones de la vida política y social”. Le reprocha una exagerada
negación del pasado, en “un nihilismo propio de la bohemia, no del
revolucionario proletario”. Y en los primeros tiempos de la Revolución
escribe sobre los futuristas agudas observaciones que no atañen solamente a
la cuestión estética: “Las opiniones de Lef  (el órgano cultural del
movimiento) no son totalmente falsas, ni hay motivo para dejarlas
completamente a un lado. Tampoco puede hablarse de que constituyan una
herejía contra la opinión del Partido, por la sencilla razón de que éste no
tiene firme decisión sobre el arte del porvenir, ni sobre problemas como el
de la forma poética, la reconstitución y el desarrollo del teatro, la
renovación del lenguaje literario o el estilo arquitectónico. Lo mismo
ocurre en otros terrenos /.../ ¿Qué hace entonces el Partido? Encomienda a
distintas personas que estudien estos problemas, y juzga de su labor y
capacidad por los resultados prácticos obtenidos. En el terreno artístico la
cuestión resulta más sencilla, y al mismo tiempo más complicada. Mientras se
trate de la utilización política del arte o de impedir que el enemigo se
sirva de él para sus propios fines, el Partido dispone de suficiente
experiencia, sagacidad, decisión y medios. Mas ni la actividad artística, ni
la lucha por sus adquisiciones formales, constituyen el objeto inmediato de
su actividad”. Pero, de todos modos, su política hacia el grupo estaba
orientada a incorporarlos a la obra revolucionaria, lejos de la censura y la
condena: “No hay ningún motivo para dudar de que el grupo Lef  se esfuerza
francamente en trabajar por el socialismo, de que se apasiona por los
problemas artísticos y de que pretende seguir criterios marxistas. ¿Por qué,
pues, empezar con la ruptura en lugar de influirlo y asimilarlo?”.



En cuanto a “la política del partido en el arte”, antes de prevenir que “de
ninguna manera le es lícito adoptar posturas de cenáculo literario, que
combate a otro círculo también literario o que simplemente les hace
competencia”, advierte que “no es el arte terreno donde el partido esté
llamado a mandar. Puede y debe proteger, mejorar y solo indirectamente
dirigir. Muy ligado a ello, está la política con la ciencia y aun con el
psicoanálisis: “¿Qué dirán los metafísicos de la pura ciencia proletaria de
la teoría de la relatividad? ¿Concuerda con el materialismo o no? ¿Se ha
resuelto este problema? ¿Dónde, cuándo y por quién? Que los trabajos del
fisiólogo de Petrogrado, Pavlov, se mueven en la senda del materialismo, lo
ve hasta el más lego en la materia. Pero ¿qué decir de la teoría
psicoanalítica de Freud? ¿Es compatible con el materialismo, como por
ejemplo opina el compañero Radek (y yo también), o se le muestra
contraria?”.



Todo esto, naturalmente, reflexionado, escrito y editado (ed. rusa:
Literatura i revolutsia, Moscú, 1923) antes de la enfermedad y de la muerte
de Lenin (enero de 1924) y del rompimiento con el stalinismo. Después,
durante el exilio y la persecución mortal, no variaron los ejes de su mirada
sobre el arte pero sí sus consideraciones sobre la producción artística
soviética: “El estilo de la pintura soviética de hoy día es llamado
“realismo socialista”. El nombre mismo ha sido inventado evidentemente por
algún funcionario del departamento de bellas artes. Este “realismo” consiste
en la imitación de daguerrotipos provincianos del tercer cuarto del siglo
pasado; el carácter “socialista” consiste aparentemente, en representar a la
manera de la fotografía amanerada, acontecimientos que nunca se realizaron.
/.../ El arte del período stalinista quedará como la más franca expresión
del profundo descenso de la revolución proletaria”. Quizás, por otros
motivos bien justificados, haya exagerado, pero sus conocimientos de la
cuestión eran sólidos y fundamentados. Y tenían un pensamiento como regla:
“El arte debe emprender por sí solo la ruta que haya elegido. El partido es
guía del proletariado, no del proceso histórico”.



* Mario Goloboff es escritor y docente universitario.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220104/8b53f3d9/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa