México/ Amlo y la restauración del bonapartismo mexicano. [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ene 13 00:30:22 UYT 2022


  _____

Correspondencia de Prensa

13 de enero 2022

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



México



Amlo y la restauración del bonapartismo mexicano



Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 12-1-2022



Francia, por tanto, parece haber

escapado al despotismo de una clase

sólo para reincidir en

el despotismo de un individuo.

Karl Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte



Llega 2022 con una pesada y ominosa herencia que le llegaron los dos años
precedentes: el terrible 2020 con la pandemia del Covid-19 y la depresión
económica mayor en 90 años y el 2021 con la continuación de la pandemia y
una recuperación económica insuficiente y plena de contradicciones. Ambos
años ya marcados indeleblemente con el sello de la apocalíptica sombra de
las catástrofes ecológicas. Aquí en México han sido también los años de la
restauración del bonapartismo, proyecto fundamental de la llamada Cuarta
Transformación (4T) emprendida por el gobierno de Andrés Manuel López
Obrador (Amlo).



Lecciones históricas



La lección de la primera mitad del sexenio del gobierno obradorista es que
tal restauración está resultando más complicada que el surgimiento y
consolidación del anterior bonapartismo histórico. Los vencedores de la
Revolución mexicana que derrotaron la dictadura de Porfirio Díaz y de sus
epígonos militares encabezados por Victoriano Huerta inmediatamente después
de su victoria se dividieron y enfrentaron de acuerdo a alineamientos de
clase: los campesinos y sectores de trabajadores que los acompañaban por un
lado y los rancheros y pequeños y grandes propietarios rurales del otro. El
sector agrupado bajo la dirección de Venustiano Carranza y sus generales,
comenzando con Álvaro Obregón, se impuso en las llanuras del Bajío a los
ejércitos campesinos de Villa y Zapata.



A partir de ese triunfo los jefes militares liderados por el grupo sonorense
de Obregón eliminaron, con un golpe de Estado, al viejo Carranza e
instauraron un gobierno que desde 1920 dominó a la República mexicana,
primero bajo la férula del jefe que pretendió reelegirse y cuyo asesinato
fue el hecho que determinó que su sucesor Plutarco Elías Calles convocara a
la fundación de un partido oficial en 1929 que unió a todos los sectores en
la cumbre. Dicho partido se perpetuó en el poder durante el resto del siglo
XX encarnado en una oligarquía de neto carácter bonapartista cada vez más
aburguesada cuya sucesión en el poder se realizó de modo perfecto: cada
presidente escogía a su sucesor quien se imponía sin enfrentar nunca una
verdadera oposicion. Era un régimen de partido único de facto, con la farsa
de un maquillaje democrático que velaba débilmente un sistema con evidentes
rasgos totalitarios. El priato, el famoso imperio del PRI.



Pero como dice el dicho popular”no hay mal que dure cien años”. Los sectores
dominantes de la burguesía mexicana y sus socios mayores de Washington
llegaron a fines del siglo pasado a una decisión. La senilidad y el cada vez
mayor desprestigio del PRI obligaban un cambio. Las constantes luchas que a
partir de los años sesenta se incrementaron  recrudecieron el odio
antipriista en amplísimos sectores populares. Tanto los grupos dirigentes
del PRI como los vinculados al único partido burgués que se había mantenido
como una oposición “leal”, el Partido de Acción Nacional (PAN), asesorados
por el presidente Bill Clinton, decidieron terminar con la hegemonía priista
y en el 2000 triunfó una “transición democrática” y llegó a la presidencia
Vicente Fox, el primer presidente panista. La supuesta transición fue
recibida con bombo y platillos por los políticos, empresarios, periodistas e
intelectuales del régimen burgués imperante e incluso por grupos populares.
Parecía que por fin se inauguraba en el país una verdadera democracia
política.



El PRIAN, el PRD y el fracaso de la democracia burguesa



Pero los tres gobiernos, dos panistas y uno priista, de la llamada
”transición democrática”, popularmente bautizada como el PRIAN, que se
extendió del 2000 al 2018, fueron un rotundo y colosal fracaso en los cuales
reinó la corrupción más cruda y descarada, cundió la desigualdad, el respeto
a los derechos humanos fue pisoteado y la violencia criminal de los
poderosos grupos delincuentes vinculados al narcotráfico y a otros
lucrativos negocios llegó a niveles inauditos convirtiendo al territorio
nacional en la tumba de cientos de miles de muertos. Entonces las
autoridades durante el sexenio de Felipe Calderón decidieran la salida a las
calles de los militares. De este modo la experiencia de una “democracia
(neo)liberal-burguesa” lejos de atenuar las contradicciones heredadas por el
largo trayecto priista, las profundizó. Y en efecto, cómo concebir que fuera
posible imponer un régimen realmente democrático en el cual la participación
del propio PRI era central con todo y la permanencia de sus numerosos
gobernadores, diputados, senadores y ediles



El acto final del PRIAN fue precisamente el sexenio del regreso del PRI a la
presidencia de la República con el archicorrupto Enrique Peña Nieto en cuyo
gobierno (2012-2018) llegaron a niveles inauditos los negocios que ya tenían
décadas al amparo de las privatizaciones, los fraudes multimillonarios, los
presupuestos incompletos, los desvíos inexplicables, el desfalco y la
facturación de empresas fantasmas en “estafas maestras”, en fin la orgia
neoliberal en pleno apogeo. Y cuando se cometió el infame crimen de Estado
de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa en
la noche del 26-27 de septiembre de 2014 una reacción de ira estalló en todo
el país. Era el fin del PRIAN. Los partidos burgueses históricos más fuertes
habían mostrado el cobre, no había en los sectores de la burguesía y sus
partidos las tradiciones del juego político asociado característico de los
regímenes parlamentarios. La verdadera tradición política imperante durante
el siglo XX era la de un régimen autoritario, la del bonapartismo mexicano.



Aunque desempeñando un papel político menor en el drama de este fracaso,
está también el tercer partido dominante que finalmente también selló su
destino decadente junto con el de los dos mayores anteriores, se trata del
Partido de la Revolución Democrática (PRD). Fundado en 1989 con la fusión de
una corriente disidente priista encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del
gran líder histórico de la Revolución mexicana Lázaro Cárdenas y la mayoría
de los sectores de la izquierda mexicana en especial con las organizaciones
provenientes de las mutaciones del desaparecido viejo partido comunista
mexicano, el PRD fue saludado y apoyado por un amplio abanico de sectores de
la clase media e incluso de trabajadores que en su surgimiento quisieron ver
por fin a una izquierda fuerte y protagonista en la primera línea de la
política nacional. En realidad no había nada nuevo. Después de la Revolución
mexicana el grupo hegemónico agrupado en el partido oficial actuó siempre
como un poderoso imán de los sectores socialistas e incluso comunistas, en
especial los provenientes del estalinismo, como lo demostró el permanente
colaboracionismo de la un tiempo influyente corriente dirigida por Lombardo
Toledano, fiel hasta su muerte como aliado del PRI. Fueron las largas
décadas de la influencia del llamado “nacionalismo revolucionario”. El PRD
se autoproclamaba como heredero de tal tradición, opositor de la oleada
neoliberal en pleno auge. Pero eran otros tiempos muy diversos al del
nacionalismo de los años treinta y cuarenta del siglo pasado.



Las vicisitudes del PRD son un factor no poco importante que explica tanto
la biografía personal de Amlo como el surgimiento de la corriente del
obradorismo de la cual es líder. El joven Amlo fue un dirigente priista en
su estado natal, Tabasco. Cuando no logró su ambición de ser candidato a
gobernador renunció al PRI y se unió al PRD en donde alcanzó la estatura de
líder que lo proyectó en la escena nacional, primero como presidente del
partido y después como su candidato triunfante al importante gobierno de la
Ciudad de México en el 2000 y en dos ocasiones como su candidato
presidencial perdedor.

Amlo demostró ser un inteligente y astuto político opositor profesional
burgués durante todo el periodo de la orgia neoliberal del PRIAN que ahogó
al país en violencia y corrupción durante tres décadas. Con un discurso
contra los peores excesos y crímenes de sus gobiernos y siempre manteniendo,
como repetía una y otra vez, un “respeto total y pacifico a la ley, no hemos
roto ni un vidrio”, Amlo se fue perfilando como un hábil y carismático líder
de masas que del 2006 al 2018 recorrió varias veces el país de norte a sur
con el discurso de un despertador de conciencias, de líder de una nueva
transformación de México, un discurso compuesto con pronunciamientos
progresistas incluso radícales que sin embargo se hacían cada vez más
demagógicos. Su postura conciliadora se hizo claramente más evidente a
partir de la caída estrepitosa del prestigio de Peña Nieto: ”hay que serenar
a México, no queremos un país revuelto”, etc. Amlo comenzaba enviar mensajes
conciliatorios.



La aplastante victoria de Amlo



Apoyado en el PRD, Amlo construyó la plataforma que lo lanzó a las
elecciones presidenciales de 2006 y 2012. Después ya con el nuevo partido,
el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), fundado por él mismo se
lanzó por tercera ocasión en 2018 a la contienda por la presidencia,
triunfando en esta ocasión.



Nunca se había dado una victoria electoral tan apabullante como la que
permitió a Amlo llegar al Palacio Nacional en 2018. 32 millones de mexicanos
y mexicanas votaron por él. Él mismo se sorprendió. Mucho se ha publicado y
dicho sobre esta fecha tan importante en la política mexicana. Una primera y
fundamental consecuencia fue el aplastamiento que significó para los
partidos dominantes. El PAN fue el que se defendió mejor pero apenas y logra
mantenerse en pie    sometido actualmente a grandes contradicciones
internas. El PRI cayó tan profundamente que todo indica que será muy difícil
que se levante, en tres años después de 2018 ha perdido cinco millones de
afiliados y ocho gubernaturas. El PRD está en proceso de extinción. O sea el
bloque de la oposición burguesa tradicional no es firme, ni representa una
real amenaza al gobierno de Amlo. No tiene futuro.



El proyecto de Amlo, por lo tanto, define hoy en la arena de Morena su
continuación o su superación. Este peculiar partido lo integran y dirigen en
su abrumadora mayoría miembros que hasta 2014, año de su registro por el
Instituto Nacional Electoral (INE), eran miembros del PRD, del PRI y de
otras organizaciones, incluso de derecha y de extrema derecha.



Ciertamente la avasalladora victoria de Amlo era suya, por supuesto, pero
iba mucho más allá. Era la expresión contundente del sentimiento de una
mayoría de la población  deseosa de un cambio, no un cambio cualquiera sino
uno radical, de transformación profunda. De hecho ese estado de ánimo
popular fue entendido por Amlo y retóricamente expresado en su propaganda
política. Al triunfar en las elecciones de tan impresionante modo ¿cómo no
esperar una respuesta a esa demanda, para muchos una verdadera exigencia
urgente ante la gravedad de la crisis de México? Qué tanto esa retórica es
real o mera demagogia de un clásico líder burgués autoritario. La respuesta
está en lo  ocurrido en estos tres últimos años.



La hecatombe de las esperanzas



El 1 de diciembre pasado el gobierno de la CT cumplió su tercer aniversario.
El diluvio de textos, informes, entrevistas, comentarios en los medios sobre
el carácter del obradorismo ha polarizado una discusión al nivel nacional
que enfrenta a sus partidarios y a sus opositores, estos últimos ubicados no
solo en los partidos tradicionales sino dispersos en todos los sectores
sociales.



Parecería difícil enfocarse a la cuestión de su caracterización con una
evaluación objetiva y sin partidarismos. No lo consideramos así. Pongamos un
ejemplo significativo y muy elocuente porque se refiere tal vez al problema
que más ha afectado, negativamente, al gobierno de Amlo, como a todos los
gobiernos del mundo. Por supuesto nos referimos a la pandemia del Covid-19 y
su impacto en el sistema de salubridad nacional.

En su conferencia mañanera del 4 de enero, Amlo expuso que al inicio de su
gobierno encontró un sistema de salud en peor estado que el educativo, y los
comparó, por la situación de abandono que tenían, con Petróleos Mexicanos
(Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). (La Jornada,
05.01.2022). Ahora bien, las quejas más frecuentes de los trabajadores
durante estos años de la pandemia, haciéndose eco de las devastadoras
críticas de los derechohabientes a la situación existente en el sistema de
salubridad pública han sido por la falta de medicinas, la escasez de
personal sanitario, las pésimas condiciones de las instalaciones, etc. La
Unión Nacional de Enfermería Mexicana ha descrito crudamente la situación
que enfrentan sus afiliados: precariedad laboral, bajos sueldos, carencia de
equipos de protección adecuados y la falta de personal que calcula en 300
mil trabajadores. (Proceso, 09.01.2022).  El Issste la segunda más
importante institución de salubridad pública anunció que no surte recetas al
60 por ciento de sus pacientes (La Jornada, 06.01.2022). Muy expuesta en los
medios ha sido la protesta de los padres a la carencia de medicinas para sus
niños con cáncer. La pandemia no ha sido atacada con la fuerza y los
recursos que habría requerido. Claramente lo demuestran las cifras de las
300 mil muertes de víctimas de la pandemia, ocupando México el quinto lugar
en la lista de los países con más víctimas, atrás de Estados Unidos, Brasil,
India y Rusia y ocupando el nada honroso primer lugar en la lista de países
con la mayor letalidad que mide el número de muertes con 7.6 por ciento
lejos de Bulgaria que tiene el segundo lugar con el 4.1 ciento.



La pregunta evidente al presidente es, por supuesto, por qué en los tres
años que lleva en su gobierno ha hecho tan poco para cumplir su propia
promesa electoral cuando expresó que transformaría el servicio de salubridad
pública nacional de  tal modo que lo pondría a la altura del de Dinamarca.
En cambio ha sido evidente la prioridad financiera que Amlo ha dado a sus
proyectos consentidos de la refinería de Dos Bocas en el cual se han
invertido miles de millones de pesos y al tren maya con metas
fundamentalmente turísticas. La salud de la población en estos días de
emergencia sanitaria no ha tenido la alta prioridad financiera que requería.



Lo mismo se puede decir de otras promesas que fueron decisivas para forjar
su victoria. Entre las más importantes está la que proponía el emprender una
política que tuviera como objetivo el regreso de los militares a sus
cuarteles. Exactamente ha sido lo contrario lo que ha sucedido. Amlo ha
fortalecido y expandido las actividades y responsabilidades de los militares
a niveles que superan con creces lo que hicieron los presidentes del PRIAN.
La contradicción más aberrante de esta situación es que a pesar de toda este
apoyo a los militares, debido a la estrategia por completo fallida de Amlo
de “abrazos no balazos”, la violencia criminal de los cárteles no ha
disminuido y sigue azotando al país con la misma fuerza y en algunos casos
incluso superando a la de los gobiernos del PRIAN: 33 mil crímenes dolosos
en 2021, 130 en los primeros seis días de 2022, incluidos los diez cadáveres
aparecidos el 6 de enero bajo el árbol de Navidad frente al palacio de
gobierno de Zacatecas. Siguen sin disminuir los feminicidios y México se
mantiene como el país más peligroso del mundo para el oficio de los
periodistas. Y con la novedad que ha aparecido un nuevo tipo de crimen, el
lúgubre secuestro  de niños.



Como se puede apreciar, con la anunciada transferencia de las decenas de
miles de efectivos de la Guardia Nacional al directo control de la
Secretaria de la Defensa Nacional esta dinámica de fortalecimiento de los
militares llegará a niveles muy peligrosos. Los militares afuera de sus
cuarteles, con tan amplios recursos económicos que les dan las operaciones
civiles en que andan (el aeropuerto de Santa Lucia, el tren maya, la
administración de los puertos) y la impunidad de que gozan (la exoneración
del general Salvador Cienfuegos, el exjefe del ejército en el periodo
presidencial del 2012-2018, acusado por la DEA de complicidad con los
narcos, total oscuridad sobre la participación de los militares en el crimen
de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, como los casos más
sobresalientes) representan un peligro para la vida y seguridad de la
población y para la existencia de un gobierno civil.



Peligro por completo subestimado por el propio presidente. Incluso más,
haciendo gala de inconciencia o con fines solo compensables para él pues es
evidente su conocimiento de la historia de México, en los mítines lanza
elogios constantes al ejército mexicano: “el ejército es el pueblo
uniformado” grita a todos los vientos. Parece olvidar que el ejército es la
institución que fue clave en el rescate del régimen priista en todas las
ocasiones en que éste se vio en peligro. Sucedió durante marzo-abril de 1959
cuando el ejército actuó de  rompehuelgas y detuvo a miles de trabajadores
ferrocarrileros. Demetrio Vallejo, su dirigente sindical pasó más de once
años en la cárcel y miles de obreros fueron despedidos. La masacre de
Tlatelolco fue ejecutada el 2 de octubre de 1968 por el ejército mexicano.
Fueron los militares también protagonistas centrales de la “guerra sucia”
contra campesinos, estudiantes y trabajadores durante el gobierno de Luis
Echeverría. Y es el mismo ejército de hoy en día que Amlo fortalece como
pocos presidentes lo habían hecho de tal forma. Por tanto, de ninguna manera
es correcto afirmar que el ejército es “el pueblo uniformado”.
Históricamente fue la matriz del régimen que surgió en 1920 y desde entonces
es pilar fundamental del sistema, antes y ahora también. No es el pueblo con
uniforme sino uno de las  instituciones centrales de la represión sistémica.



Este curso que delinea una clara perspectiva hacia un liderazgo autoritario
tiende a restaurar el régimen que prevaleció durante el priato. No es una
superación sino un retroceso que Amlo cubre con un discurso con giros
progresistas repetidos sin descanso que velan apenas una estrategia
claramente reaccionaria, con una deriva hacia un sistema nada democrático
sino de perfiles dictatoriales. Los hechos son cada vez más contundentes: el
charrismo es siempre la pieza clave del sistema que sigue controlando a los
trabajadores, huelgas de direcciones independientes como la de los
trabajadores de Notimex se intenta asfixiarlas y se reprimen protestas de
obreros de los proyectos consentidos como el de la refinería de Dos Bocas:
todos los fideicomisos son liquidados sin discriminación y se deja sin
asistencia causas como las de las víctimas de los terremotos: Slim el
mexicano más rico del país es invitado frecuente a almorzar en el Palacio
Nacional pero Amlo ni siquiera se dignó presentarse a la estación Olivos con
motivo de la catástrofe del metro de la Línea 12; se prohíbe la detención de
uno de los hijos del  Chapo conspicuo narcotraficante y también se deja en
libertad e inclusive se elogia a políticos cómplices de delincuentes
poderosos; se agrede y denuncia como conservadores a estudiantes, profesores
e investigadores universitarios en general pero se tolera a cacicazgos de
autoridades universitarias corruptas como la de la Universidad de
Guadalajara; se amenaza a centros autónomas de educación superior como el
CIDE e incluso a instituciones señeras como la Escuela Nacional de
Antropología e Historia cuna de eminencias científicas y granero de
profesores y estudiantes muchos de ellos vinculados a las luchas y a la vida
de los pueblos indígenas, incluidas las del EZLN; se presume de las ayudas a
personas de la tercera edad pero millones de desempleados están en el más
cruel desamparo; se jacta de una política exterior “progresista” y la
Guardia Nacional se ha convertido en la asistente de la border patrol de EUA
y todo el país es el espacio integrado a la política de inmigración de
Washington con la política que les dice a los cientos de miles migrantes que
buscan entrar a EUA ”Quédate en México”, agravando la situación terrible de
su vida de miseria.



La revocación de mandato



En abril próximo está anunciada la consulta aprobada constitucionalmente de
la revocación de mandato del presidente de la República. Esta consulta que
va a costar varios miles de millones de pesos, es por completo políticamente
gratuita pues es evidente que ni la oposición burguesa, del PRI y el PAN,
está exigiendo la revocación del mandato de Amlo. Sin embargo fue el origen
de un conflicto entre los obradoristas y el INE, una institución autónoma
del estado mexicano, cuyo presidente presidente Lorenzo Córdova ha sido el
blanco de una campña de descalificación a todo lo que. En esta pugna
interburguesa se pudo apreciar que Amlo no logra todavía instaurar completa
y fuertemente su liderazgo autoritario en el propio estado. Es más, como lo
demostraron las elecciones de junio de 2021, la victoria de Morena en ellas
no fue tan contundente como la de 2018. Fue una victoria amarga. La pérdida
de la mitad de la Ciudad de México, importantísimo centro político del país,
así lo demostró. Fue un duro golpe para Morena y precisamente atribuible más
a sus fallas y contradicciones que a una vigorosa oposición del PRIAN que
logró así cierto oxígeno para seguir con vida.



Los morenistas descaradamente hicieron propaganda en favor no de la
revocación de mandato de Amlo, sino de su ratificación del mismo. Más claro
no puede estar la vocación caudillista del presidente. Es el clásico
ejercicio plebiscitario de los bonapartismos, la necesidad de demostrar la
existencia de apoyo. El INE ha sido obligado a realizar la consulta pero su
exigencia de un mayor presupuesto no ha sido aprobada y en la medida en que
se apruebe o no el dinero que ha demandado de eso dependerá su participación
eficaz o saboteadora del proceso. Su choque con Amlo definirá su destino
pues representa un obstáculo para la restauración en marcha de un gobierno
autoritario que no puede coexistir con una agencia electoral dirigida por un
consejo en que participan representantes de todos los partidos como lo hace
el INE. La “reforma electoral” propuesta por Amlo es la forma de Amlo para
liquidar al INE como una agencia estatal disponiendo de una autonomía
relativa del poder presidencial. Aunque Amlo podrá contar sin contratiempos
con la ratificación de su mandato en la consulta, ciertamente ha sido dañado
en este conflicto y tiene todavía un camino por recorrer para una completa
restauración.



Lo mismo ha sucedido con el intento de Amlo de controlar al poder judicial
cuando se rechazó su demanda de extender el periodo del juez presidente de
la Suprema Corte de Justicia afín a él.



Lo que viene en Morena



Y las pugnas y conflictos abiertos en Morena son las muestras más claras de
que estos tres años estarán llenos de hechos imprevisibles en gran medida.
La situación de Morena es uno de los factores clave que así lo señala. Ya es
hoy el espacio político de uno de los conflictos centrales que determinará
el rumbo del gobierno obradorista. Nos referimos al proceso desatado por el
propio Amlo cuando mucho antes de lo que indicaba la tradición, decidió
abrir a mediados de 2021 la carrera de la sucesión presidencial de 2024 al
nombrar el mismo a varios  miembros de su gabinete como posibles candidatos
presidenciales de Morena.

En realidad se trata de un tiro en el pie que se dio el propio Amlo. En
efecto, entre dichos posibles candidatos están los dos que todos entienden
son los principales: Claudia Sheinbaum, la gobernadora de la Ciudad de
México y Marcelo Ebrard, el canciller, con una obvia discriminación de los
otros nombrados solo como de relleno en una lista en la que solo contaban
los dos mencionados, y aquí como si no fuera suficiente un tiro en el pie al
desatar las pugnas entre ellos, Amlo se dio un nuevo tiro en el otro pie,
cuando declaró a voz en cuello que para él Claudia era su candidata
favorita, quien en efecto como su leal colaboradora en los últimos veinte
tiene vínculos personales cercanísimos con él.



En 2022 la pugna por conseguir la codiciada candidatura presidencial entre
estos dos personajes será un episodio que pesará poderosamente. Ya desde hoy
se aprecia el pulso entre Claudia Sheinbaum titular del puesto político más
importante del país después de la presidencia de la Republica, o sea, la
jefatura de la Ciudad de México y Marcelo Ebrard el canciller que ya fue a
Chile a promover el bloque latinoamericano del Pacifico con Colombia, Peru y
Chile, al que se unirá pronto Ecuador, y aprovechó la oportunidad para
invitar a Gabriel Boric, flamante presidente recién electo de Chile, para
que pronto visite a Amlo. Esta situación ha llevado a que se concluya
fácilmente que Morena no tiene que preocuparse de la oposición externa pues
ya la tiene y fuerte en sus propias filas.



Precisamente el fin de año se gestó un conflicto intermorenista que confirma
lo anterior y confrontó a personajes de la cumbre del partido entre sí,
salpicando con sus pugnas al propio Amlo. Se trata del enfrentamiento entre
Ricardo Monreal, jefe de la bancada morenista del Senado y de Cuitláhuac
García, gobernador morenista del importante estado de Veracruz. García es el
último de un rosario de gobernadores priistas e incluso uno panista en cuyos
gobiernos reinó el terror con cientos de desaparecidos y asesinados. En las
cuatro décadas pasadas el principal puerto nacional, Veracruz, se convirtió
en uno de los centros de poderío del famoso cártel de los Zetas cuya
desaparición dio lugar a una diáspora que alimentó a los actuales cárteles.
La simbiosis entre el poderoso mundo de la delincuencia organizada y el
poder político es evidente en Veracruz y García, el gobernador morenista, la
ha dejado intacta, de hecho ha seguido el curso que impusieron sus
antecesores del PRIAN.



Ricardo Monreal  se ha enfrentado con Cuitláhuac García debido a que éste ha
encarcelado a su mano derecha, el secretario técnico de la bancada morenista
del Senado, acusándolo de ser autor intelectual del asesinato de un edil del
estado veracruzano. Amlo ha salido en sus mañaneras en defensa de García y
entre los senadores y diputados de Morena e incluso de otros partidos, ya se
formaron grupos que defienden y atacan al gobernador.



Monreal es de hecho el tercer líder morenista importante después de Ebrard y
Sheinbaum que se ha declarado interesado en conseguir la candidatura
presidencial de Morena, yendo claramente contra la aprobación de Amlo, quien
nunca lo mencionó en su quiniela. Sin la bendición del caudillo, Monreal ha
desatado públicamente lo que ya se consideraba un hecho obvio en todas
partes. Declaró él: “La precipitación en la carrera por la sucesión
presidencial ha provocado que comience una disputa política inesperada al
interior del Gobierno, sus aliados y Morena”. (La Jornada, 27.12.2021).Y
para enfatizar su postura y reconocer que en efecto hay un choque con Amlo
ha declarado en su primera entrevista del año: “Es obvio que estoy
descartado desde el punto de vista de él. Si no descartado al menos
minimizado”. (Proceso, 09.01.2022).



Cuitláhuac Garcia no es el único gobernador morenista impresentable, existen
varios en otros estados. Para las seis elecciones estatales de este año
Morena ya eligió a sus candidatos. En algunas de ellas las protestas por los
candidatos triunfantes fueron muy fuertes. Esta situación es una expresión
frecuente del descontento en las filas de Morena. Es la causa de reuniones y
confrontaciones con la dirección nacional a la que se exige un cambio
radical en los métodos para la organización de las elecciones de los
candidatos a gobernador. Como se aprecia no faltarán en Morena situaciones
internas conflictivas.

La lucha contra la corrupción



Han sido tres años en los que el agudizamiento de la crisis ha impedido que
el obradorismo presente un hecho claro que demuestre que su política está
logrando éxitos. Hay más de dos millones de desempleados, el alza del
salario mínimo se lo está comiendo ya la tremenda inflación que se desató en
los últimos meses de 2021, la mayor desde hace veinte años y está siendo
acompañada por un estancamiento económico que ha impedido que la
recuperación que se atisbaba a mediados del año se mantuviera. Hasta ahora
el argumento de los terribles años que han significado la pandemia del
Covd-19 han logrado justificar medianamente la situación, pero tal
justificación no se puede estirar ya más.



Para Amlo 2022 es un año crucial. Su ratificación en la consulta de abril no
será suficiente. Necesitará imperiosamente hechos contundentes ante las
urgencias políticas numerosas que se están acumulando ante su gobierno.
Tampoco la reforma eléctrica será suficiente pues los votos de Morena no
bastan para aprobarla y depende de los de otros partidos, incluso del PRI.
Debido a que ni lejos se ha acercado a los trabajadores de la CFE,
aherrojados en un charrismo intacto, los electricistas no están en sus
planes para luchar por la renacionalización de la industria eléctrica bajo
control de sus trabajadores y usuarios. Lo que podría lograr y a eso apunta
la posposición que se ha hecho para aprobarla es en todo caso una reforma
descafeinada, negociada con los capitalistas.



Le queda su carta fuerte que ha sido ante todo su lucha contra la corrupción
la cual entra en estos días en una etapa crucial con la decisión de
encarcelar a Emilio Lozoya y a su madre, para quienes la Fiscalia pide 39 y
25 años respectivamente. Al parecer Amlo ya apunta a Felipe Calderon. El
mismo y la propaganda morenista ya señalan con insistencia que el
expresidente tiene que rendir cuentas ante la justicia. Y si eso sucede
seguiría lógicamente Peña Nieto. Esa es la dinámica de una lucha victoriosa
contra la corrupción. Se trataría de un hecho sin precedentes pues los
encarcelamientos por motivos políticos de los otros presidentes nunca habían
incluido a ex presidentes. La urgencia en que está entrando Amlo en su
cuarto año de gobierno lo obliga a medidas extremas. Un retroceso en este
curso que delinea esta lucha le costaría muchísimo.

Por una alternativa de izquierda revolucionaria al obradorismo



El epígrafe que hemos puesto a este artículo pertenece al escrito inmortal
de Marx sobre sobre el golpe de Estado en 1851 en Francia, El 18 de Brumario
de Luis Bonaparte en el cual expuso por primera vez una detallada
explicación de la decadencia de los regímenes políticos burgueses. Explica
que la burguesía francesa con las pugnas entre sus partidos y líderes le
abrió la puerta a un simulador y demagogo que acabó restaurando el imperio
de su supuesto tío, Napoleón Bonaparte. Desde entonces su explicación ha
sido enriquecida, no solo en la tradición marxista, por muchos teóricos y
políticos. Es la concepción teórica del bonapartismo. Los grandes
revolucionarios como Lenin y Trotsky, solo para mencionar a dos de los más
grandes, analizaron como en tiempos y en circunstancias diferentes en Rusia,
Alemania, China y otros países se reproducían los rasgos esenciales de lo
que Marx señalaba había sucedido en Francia. La decadencia política de la
burguesía se hizo cada vez más evidente al nivel mundial en el siglo XX,
pero la ausencia de una alternativa política de los trabajadores y sus
aliados populares, dio lugar a la proliferación de las situaciones
bonapartistas en todo el mundo. Era la dialéctica en la cual la burguesía ya
no puede imponer su hegemonía de manera normal, pero los trabajadores y sus
aliados todavía no están en posición de sustituirla con su nueva hegemonía.
La dialéctica del ya no pero todavía no.



Precisamente fue Trotsky durante su último exilio en nuestro país de 1937 a
1940 quien se cruzó con uno de los momentos estelares de la historia del
siglo XX mexicano. Fueron los años cúspides cardenistas en los cuales se dio
un nuevo brote de luchas que demostraban que la Revolución mexicana tenía
flamas todavía no apagadas por las cenizas. Siendo testigo de las jornadas
de la expropiación petrolera, de la amplísima reforma agraria y del ascenso
de las luchas de los trabajadores percibió que el gobierno de Lázaro
Cárdenas tenía claros rasgos bonapartistas pero que eran sui generis
(particulares, específicos), al apoyarse en los trabajadores en sus
enfrentamientos con los imperialistas. Fue un análisis brillante que tendría
después una gran resonancia en el enfoque de muchos gobiernos de varios
países de América Latina, Asia y África.



Pero esa originalidad del cardenismo desapareció con el estallido de la
segunda guerra mundial que detuvo toda la dinámica antiimperialista del
“nacionalismo revolucionario” y dio paso a los gobiernos represivos,
corruptos y pro imperialista de los sucesores de Cárdenas: Ávila Camacho,
Alemán, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría y demás. La senilidad de los
últimos presidentes del priato ya no tenía nada de sui generis. Eran
simplemente bonapartismos, punto.



Esa es la pesada tradición histórica que aplasta a un líder como Amlo, sin
imaginación revolucionaria, profundamente conservador a pesar de su discurso
demagógico, respetuoso de los dogmas del capitalismo, favorecedor de un
estado austero y virulento opositor de la lucha de los trabajadores por sus
intereses de clase. La tarea de los socialistas y revolucionarios
verdaderamente democráticos es forjar una alternativa al obradorismo. Las
oportunidades para el éxito de esta lucha se presentarán en abundancia en el
2022 con las crisis que se anuncian en la política de Morena como
consecuencia del curso seguido por el gobierno de Amlo.



La vuelta atrás que representa la 4T no es un avance ni mucho menos, del
pueblo de México. La alternativa de izquierda revolucionaria al obradorismo
deberá reivindicar los principios y las tácticas de las mejores tradiciones
revolucionarias, tanto mexicanas como mundiales. Debe forjarse luchando por
un programa de transición que vincule las luchas tácticas cotidianas con la
estrategia del cambio revolucionario socialista y el establecimiento del
poder de los trabajadores de la ciudad y el campo unidos en los batallones
millonarios que vencerán a un capitalismo mexicano decadente que solo ofrece
corrupción, represión y dominación imperialista al pueblo.



* Manuel Aguilar Mora, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS),
profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968
integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas.
Autor de numerosos libros sobre la historia política, económica y social de
México.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220113/9f48b38e/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa