Guantánamo/ La cárcel sigue abierta 20 años después. [Roberto Montoya]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ene 13 12:06:42 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

13 de enero 2022

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Guantánamo



La cárcel de Guantánamo sigue abierta 20 años después



Roberto Montoya *

Público, 12-1-2022

https://blogs.publico.es/

"Defenderemos los derechos de aquellos que llevamos ante la Justicia. Y
cerraremos el centro de detención de la Bahía de Guantánamo (…) Estados
Unidos no torturará. Protegeremos los derechos de aquellos a quienes debemos
rendir cuentas". Palabra de Joe Biden.



"La ley sigue prohibiendo el uso de fondos para transferir a los detenidos
de la Bahía de Guantánamo a la custodia o el control efectivo de ciertos
países extranjeros (…) y también prohíbe el uso de fondos para transferir a
los detenidos de la Bahía de Guantánamo a los Estados Unidos". Palabra de
Joe Biden.



Entre las declaraciones del primer párrafo y las del segundo pasaron casi 13
años. Las primeras las pronunció Biden cuando era vicepresidente de Barack
Obama al comienzo de su primer mandato, durante la 45ª Conferencia de
Seguridad de Múnich de 2009 ante gobernantes y representantes de 70 países.



Las otras declaraciones son también de Joe Biden, pero del Biden presidente,
y las pronunció el pasado 27 de diciembre.



Biden pareciera seguir hasta ahora paso a paso el camino transitado por
Obama.



Obama aseguró durante la campaña electoral de 2008 que el cierre de
Guantánamo sería una de sus primeras medidas al llegar al poder. Lo repitió
poco después de haber asumido la presidencia -el 20 de enero de 2009- pero
no lo hizo y en 2015, en el penúltimo año de su segundo mandato, llegó su
arrepentimiento por no haber cerrado ese campo de concentración del siglo
XXI ni bien llegar a la Casa Blanca: "No lo hice porque en ese momento
teníamos un acuerdo bipartidista de que debía cerrarse. Pensé que teníamos
consenso y que lo haríamos sosegadamente. Sin embargo, la política se volvió
dura y la gente comenzó a asustarse por la retórica sobre Guantánamo. Lo más
factible fue dejarlo abierto".



Aún así, consciente de que la historia recordaría su incumplimiento, en
febrero de 2016 volvió a repetir que aún pretendía cerrar Guantánamo: "No
quiero trasladar el problema al siguiente presidente, sea quien sea. Si no
resolvemos esto ahora, ¿cuándo? ¿Vamos a prolongar esto otros 15, 20, 30
años?"



El 19 de enero de 2017, solo un día antes de abandonar la Casa Blanca, el
presidente saliente envió una carta al Congreso criticando que se siguiera
bloqueando el cierre de Guantánamo, y apeló, como ya lo había hecho muchas
veces antes, a ser pragmáticos, a pensar en términos económicos: "Los costos
de mantenerlo abierto superan con creces las complicaciones que implica
cerrarlo".



El costo de mantener abierta la prisión se convirtió durante todos estos
años en un elemento vital en el debate sobre el futuro de la misma,
asignándosele más importancia incluso que a la flagrante violación de los
derechos humanos que supone.



La cárcel más cara del mundo



Guantánamo es sin duda la cárcel más cara del mundo. Con el número de
prisioneros que tiene actualmente, 39, custodiados por 1.800 soldados, cada
prisionero cuesta 13 millones de dólares al Pentágono, teniendo en cuenta el
sueldo de los militares y del personal civil, la infraestructura existente,
cuarteles, centro médico, cine, comedores e instalaciones de ocio para la
tropa, actuaciones en vivo de grupos de country y rock llevados desde EEUU.



Obama, al igual que ahora Biden, cargaron toda la responsabilidad en el
Partido Republicano.



Pero, ¿fue realmente el buenismo lo que lo impidió el cierre, la supuesta
ingenuidad de los gobiernos de Obama y Biden (2009-2016), su intento de
lograr un acuerdo de Estado con los republicanos para cerrar Guantánamo, en
vez de utilizar la vía de una Orden Ejecutiva?



El tiempo para hacerlo fue en sus dos primeros años de mandato, antes de las
elecciones legislativas de noviembre de 2010, ya que en esos comicios, como
se preveía, los republicanos triunfaron, recuperaron electores, pasaron a
controlar la Cámara de Representantes e hicieron un gran avance también en
el Senado. De esta forma Obama se encontró cada vez con más obstáculos para
sacar adelante sus promesas electorales.



Y es un escenario que también puede volverse a repetir ahora, en las
elecciones legislativas de medio mandato de Biden de noviembre próximo, si
el presidente sigue perdiendo puntos los próximos meses.



Gobernadores demócratas en contra del traslado de presos a EEUU



La versión que tanto Obama en su momento como Biden ahora han dado para
justificar que la prisión de Guantánamo no se haya podido cerrar es cierta
solo en parte. El Gobierno Obama-Biden en 2009 no sólo se encontró con el
rechazo del Partido Republicano, sino también se tuvo que enfrentar a la
negativa de varios de sus propios gobernadores demócratas.



Varios de ellos se negaron a que se trasladara a prisioneros de Guantánamo a
cárceles de máxima seguridad en sus respectivos territorios, alegando
problemas de seguridad.



Sostuvieron que eso convertiría a sus Estados en blanco de ataques
terroristas, utilizando así el mismo argumento en definitiva que el
esgrimido por los gobernadores y congresistas republicanos.



La resistencia interna del sector más conservador del Partido Demócrata se
sumó al rechazo del Partido Republicano. Se repitió de esta forma el mismo
rechazo interno que Obama tuvo a su plan para que se formara una comisión de
investigación parlamentaria para delimitar responsabilidades políticas y
penales por los crímenes cometidos por la Administración Bush bajo su Guerra
contra el Terror.



El hecho de que varios congresistas y senadores demócratas e incluso
miembros del Gobierno sumaran su rechazo al del Partido Republicano impidió
que se pudiera investigar y penalizar el vasto plan de la Administración
Bush para blindar legalmente la tortura sistemática a los prisioneros, los
secuestros de la CIA, sus cárceles secretas, los asesinatos, los tantísimos
daños colaterales sufridos por la población civil en Afganistán, Irak o
Pakistán.



Sin duda Barack Obama no es culpable de haber recibido como herencia de
George W.Bush una penosa situación económica y una prisión de ultramar con
242 prisioneros en situación de total irregularidad legal, pero, o por falta
de firmeza y decisión o por no poner a prueba a su propio partido, no usó
las herramientas que tenía a su alcance para acabar con esa situación.



Obama no dio un fuerte golpe en la mesa como muchos creían que haría dadas
las ambiciosas promesas sociales y en materia de derechos humanos que hizo
durante su campaña electoral.



Con su actitud colaboró en definitiva para tender un manto de impunidad
sobre los crímenes cometidos durante los ocho años de Bush en la Casa
Blanca, prolongando aún más el creciente nivel de decadencia moral de
Estados Unidos.



Sólo 8 de los 779 prisioneros fueron condenados por los tribunales militares



Desde que el 11 de enero de 2002 llegó el primer grupo de prisioneros
afganos a Guantánamo, hace ahora 20 años, pasaron por esa cárcel 779 hombres
de 49 nacionalidades distintas, mayoritariamente afganos, saudíes, yemeníes
y paquistaníes con edades comprendidas entre los 13 y los 89 años al momento
de ser capturados.



Durante los gobiernos de Bush se transfirió a sus países de origen o a
terceros países por falta de cargos en su contra a 537 de ellos, tras sufrir
torturas físicas y psicológicas durante años y sin recibir posteriormente ni
disculpas ni compensación económica alguna.



Por su parte, en los ocho años de la Administración Obama se liberaron o
transfirieron a otros 199 prisioneros; Trump liberó solo a uno y Biden a uno
también en el año que lleva en el poder. Quedan aún 39 prisioneros que
llevan más de una década presos, a 28 de los cuales no se les ha acusado
todavía de ningún delito concreto.



Durante estos 20 años al menos 9 presos se suicidaron en oscuras
circunstancias, 3 de ellos aparecieron en junio de 2006 colgados en sus
celdas con las manos atadas a la espalda.



Cientos de presos llevaron a cabo prolongadas huelgas de hambre en protesta
por los maltratos sufridos y se les impuso por la fuerza sondas
gastroesofágicas para alimentarlos y mantenerlos con vida.



En todos estos años los tribunales militares de Guantánamo sólo han
condenado a 8 prisioneros; otros varios esperan desde hace mucho tiempo ser
transferidos a distintos países y a otros se les considera peligrosos, pero
al no haber pruebas contra ellos siguen en prisión por tiempo indefinido.



El 23 de junio de 2016, en los últimos meses de Obama en el poder, el
entonces relator especial de las Naciones Unidas en materia de tortura, Juan
Méndez, denunció en The New York Times que llevaba desde 2004 (bajo el
Gobierno Bush) intentando conseguir que le autorizaran ver a los presos de
Guantánamo, pero que no lo consiguió ni con el gobierno republicano ni con
el demócrata.



Como hemos visto al inicio de este artículo, el pasado 27 de diciembre el
presidente Biden criticaba al Congreso por no aprobar los fondos que
requirió para poder transferir a parte de ellos a terceros países y al resto
a cárceles de máxima seguridad en territorio continental estadounidense.



Pero desde sus propias filas le dicen que es cuestión de voluntad política
hacerlo.



Donald Trump también se enfrentó en su momento con obstáculos en el Congreso
para que le aprobaran los fondos federales necesarios para continuar la
construcción del muro con México, pero sin embargo logró sortear el problema
detrayendo dinero de otras partidas presupuestarias.



Los sectores más progresistas critican a Biden que a pesar de sus críticas
al Congreso por no autorizarle esos fondos aprobó igualmente la Ley de
Autorización de Defensa Nacional (NDAA en sus siglas en inglés), el
presupuesto de Defensa de 760.000 millones de dólares para el año 2022 (un
5% más que en 2021 a pesar de que se ha retirado las tropas de Afganistán).
Aceptó de esta forma las cláusulas específicas que contiene esa ley
impidiéndole destinar parte de esos fondos para trasladar prisioneros y
cerrar Guantánamo.



Y si esa ley salió adelante con esas cláusulas, al igual que sucedió en
2009, cuatro meses después de llegar Obama al poder y que se repitió varias
veces más en votaciones similares, es porque muchos congresistas y senadores
demócratas también la votaron.



En aquellos primeros debates sobre el tema en 2009 Obama ya vio rechazado su
pedido de que se destinaran 80 millones de dólares, de un presupuesto de
91.300 millones de dólares destinados a financiar las guerras de Irak y
Afganistán y otros temas de seguridad, para poder cerrar la cárcel. En el
Senado 90 votaron en contra y solo 6 demócratas a favor.



El Partido Demócrata tiene un crónico y serio problema interno.



Presionan a Biden para que cierre la prisión “de una vez por todas”



Casi 13 años después de aquella votación de 2009, cuando era vicepresidente,
Biden está recibiendo ahora cada vez más presiones para no seguir los pasos
de Obama sobre el tema.



En enero de 2021 ocho ex relatores de la ONU sobre Derechos Humanos
reclamaron en un comunicado conjunto a Biden que cerrara de inmediato la
cárcel: "Guantánamo es un lugar de arbitraridad y abusos, de torturas y
malos tratos donde las leyes quedan suspendidas y la Justicia rechazada".



Veinticuatro senadores demócratas reclamaron al presidente el cierre de
Guantánamo "de una vez por todas" y poco después, en mayo pasado, 78
personalidades políticas, académicas y 23 ex cancilleres de América Latina
se sumaron al pedido. "El cierre enviaría un mensaje claro y significativo
al mundo y a América Latina en particular, en cuyo territorio se sitúa esa
prisión", dijeron en su carta.



En agosto pasado fueron 75 los congresistas demócratas que instaron a Biden
a cerrar la prisión por "representar una traición fundamental a nuestros
valores y a nuestro compromiso como país con el estado de derecho".



En un gesto inédito en noviembre pasado incluso siete oficiales
estadounidenses integrantes de un tribunal militar en Guantánamo publicaron
una carta denunciando las brutales torturas sufridas de manos de agentes de
la CIA por uno de los detenidos capturados en Pakistán en 2003 que aún
permanece en prisión, Majid Khan. Los altos cargos militares firmantes
calificaron esos maltratos de "mancha en la fibra moral de Estados Unidos".



El testimonio de Khan ante el tribunal, de 39 páginas, ejemplifica con
crudeza en primera persona por lo que han pasado cientos de prisioneros en
esa prisión de las fuerzas armadas estadounidenses.



El avión que trasladó a los primeros prisioneros a Guantánamo partió de la
base de Morón



La prisión de la base naval que EEUU mantiene ilegalmente en la Bahía de
Guantánamo, en territorio cubano no solo revela la hipocresía moral de la
democracia estadounidense, sino también de la Unión Europea y la OTAN.



El 11 de enero de 2002, solo cuatro meses después del inicio de la invasión
de Afganistán y de la cruzada de Bush-Blair y Aznar, EEUU transportaba en
avión de carga militar desde ese país asiático a Guantánamo, engrillados y
encapuchados, al primer contingente de prisioneros capturados en su Guerra
contra el Terror.



Ninguno de sus aliados europeos y de otros países objetó que EEUU decidiera
unilateralmente trasladar a esos prisioneros a un territorio sin ley, en el
que no se aplicaban ni las leyes federales estadounidenses ni se les
reconocía como prisioneros de guerra tal como establecen las Convenciones de
Ginebra y el Derecho Internacional Humanitario.



De hecho, ese primer contingente de 23 prisioneros que llegó a Guantánamo
tras más de veinte horas de viaje y que el Pentágono mostró con orgullo con
sus monos naranja, encadenados y arrodillados a pleno sol del Caribe frente
a sus celdas de rejas al aire libre, hizo escala en España.



El vuelo RCH7502 de un C-17 de las fuerzas armadas estadounidenses había
partido de la base de Kandahar, en Afganistán, el día 10 de enero, llegó a
la Base Aérea de Morón de la Frontera a las dos de la madrugada del día 11
GMT según los registros aeroportuarios, donde los prisioneros fueron
trasladados a un avión C-141 con el que llegaron a Guantánamo a las 18.50
GMT.



Sólo sería la primera escala de este tipo en suelo español, al que seguirían
otras similares en distintos países de la UE, y a las que pronto se sumarían
las 1.080 escalas de los vuelos de la CIA en aviones camuflados
transportando clandestinamente prisioneros no solo a Guantánamo sino también
a cárceles secretas en Europa y muchos otros países para ser interrogados y
torturados.



No hace tantos años que se produjeron estos hechos. Nadie pagó ni política
ni penalmente por esos crímenes en Estados Unidos, pero nadie pagó tampoco
en España ni en el resto de Europa por esa complicidad de años en la cual
hubo muchos protagonistas y sin la cual no se hubieran podido cometer.



* Periodista y escritor.

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