Brasil/ ¿Transar una vez más? El acercamiento entre Lula y Alckmin. [Manuela Sampallo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 21 09:23:22 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

21 de enero 2022

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Brasil



El acercamiento entre Lula y Alckmin

Amistades peligrosas



Se espera que en los próximos meses el expresidente brasileño confirme su
candidatura presidencial y a su compañero de fórmula. El elegido provoca
urticaria en la interna de la izquierda y trae algunos recuerdos
traumáticos.



Manuela Sampallo

Brecha, 21-1-2022

https://brecha.com.uy/



Desde que sus derechos políticos fueron restituidos, el expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva retornó a la condición de favorito para la elección
presidencial de octubre. En la primera encuesta de intención de voto llevada
adelante este año por el Instituto de Pesquisas Sociais, Políticas e
Econômicas, el petista aparece con 44 por ciento de intención de voto y gran
posibilidad de ganar en primera vuelta. Jair Bolsonaro, actualmente afiliado
al Partido Liberal y con la aprobación de su gobierno en caída, aparece con
un 24 por ciento y quedaría en segundo lugar. Las tentativas por parte de
partidos de centro y derecha de crear una tercera vía que haga frente a la
polarización entre Lula y Bolsonaro no tuvieron éxito hasta el momento.



Dada la gran probabilidad de victoria de Lula, e incluso aunque aún no haya
lanzado oficialmente su candidatura, durante el año pasado surgieron varias
especulaciones en los medios brasileños respecto de quién estaría en la
fórmula como vicepresidente. Geraldo Alckmin, exgobernador paulista e
histórico rival del Partido de los Trabajadores (PT), pasó a ser el
principal nombre para ocupar el puesto después de que, el 15 de noviembre,
el propio Lula no descartara esa posibilidad. Cuestionado sobre el tema
durante una conferencia de prensa tras su visita a la sede del Parlamento
Europeo, el expresidente incluso afirmó que tiene una «extraordinaria
relación de respeto con Alckmin» y que «no hay nada que haya ocurrido en el
pasado que no pueda ser reconciliado».



El 19 de diciembre de 2021, cuatro días después de que Alckmin dejara
oficialmente el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) –del que fue
uno de los cuadros políticos más respetados durante 33 años–, ambos
dirigentes políticos se encontraron presencialmente en un evento organizado
por el Grupo Prerrogativas, conformado por abogados, artistas, profesores y
juristas. Las declaraciones de ambos durante el encuentro fueron
interpretadas por la clase política y por los medios como el primer paso de
las negociaciones para concretar la fórmula.



«No importa si en el pasado fuimos adversarios, si intercambiamos algunas
patadas, si en el calor del momento nos dijimos lo que no deberíamos haber
dicho. El tamaño del desafío que tenemos enfrente hace de cada uno de
nosotros un aliado de primera hora», dijo Lula. Alckmin, a su vez, afirmó
que el proceso estaría «solo empezando» y que era momento «de grandeza
política y de unión».



La posible coalición encuentra, sin embargo, resistencias dentro de la
izquierda brasileña. Un ala relevante del PT cree que el exgobernador de San
Pablo no es confiable para el cargo. Según el portal de noticias Poder360,
la expresidenta Dilma Rousseff habría dicho la semana pasada al expresidente
Lula, en un encuentro privado entre ambos, que «Alckmin sería su Temer»,
refiriéndose a la traición que Rousseff sufrió en 2016 de su compañero de
fórmula, Michel Temer, del entonces Partido del Movimiento Democrático
Brasileño.



El diputado federal Rui Falcão, presidente del PT en el período de 2011 a
2017, declaró, por su parte, en una entrevista a Folha de São Paulo este
lunes 17 que «Alckmin es la contradicción de todo lo que el PT ya hizo y
quiere hacer» y mencionó el apoyo de Alckmin al golpe parlamentario contra
Rousseff y sus «posiciones ultraconservadoras». Cuadros importantes del
Partido Socialismo y Libertad (PSOL), una escisión del PT que en los últimos
tiempos ha mostrado un acercamiento a las posiciones de ese partido, también
presentaron desacuerdos con el nombre de Alckmin. Para Guilherme Boulos,
candidato por el PSOL a la presidencia en las elecciones de 2018, la alianza
«debilitaría la candidatura de Lula».



Quién es Geraldo Alckmin



Cuatro veces gobernador, Alckmin fue quién más mandatos ejerció en San Pablo
después de la redemocratización del país. En 2015 y 2016 fue aliado del ala
más extremista de su partido, que participó en las manifestaciones que
pedían la caída de Rousseff. En aquel entonces llegó, incluso, a liberar el
subte de la capital paulista para que la población pudiera concurrir a tales
manifestaciones sin tener que pagar.



Ligado a las tendencias más conservadoras de la Iglesia católica, contrario
al aborto y a la legalización de las drogas, sus administraciones se
caracterizaron por un duro neoliberalismo. Como gobernador comandó varios
programas de privatización, vendiendo empresas estatales, como la
distribuidora de energía Eletropaulo. En su momento, la venta de ese
monopolio estatal concitó el llamado a una comisión investigadora, en la que
los expertos encargados de evaluar el patrimonio de la empresa denunciaron
que el precio pagado por la compañía estadounidense AES por quedarse con
Eletropaulo era extremadamente bajo. Alckmin también fue denunciado por el
movimiento sindical debido a sus intenciones de privatizar la empresa
encargada del agua potable y el saneamiento paulista luego de años de
desinversión y vaciamiento de la empresa. Como candidato a la presidencia en
2018, afirmó que privatizaría «todo lo que fuera posible» de las estatales
brasileñas.



Dado que es uno de los favoritos al gobierno de San Pablo para 2022, muchos
se preguntan qué ganaría el exgobernador al candidatearse como
vicepresidente. La explicación podría residir en la proyección que el puesto
le daría para la disputa presidencial de 2026. Sin necesidad de adelantarse
tanto en el tiempo, el puesto de vicepresidente también le devuelve el
prestigio que perdió después de las elecciones de 2018, donde logró
solamente 4,76 por ciento de los votos y quedó marginado dentro del PSDB.
Ganaría, además, lo que nunca logró antes, pese a proponérselo dos veces:
llegar, aunque como vice, a la presidencia de la república, pudiendo
eventualmente asumir como titular.



¿Transar una vez más?



En 2006 Lula y Alckmin disputaron las elecciones presidenciales en una
campaña marcada por ataques mutuos, en que el petista salió victorioso con
48,61 por ciento de los votos. En uno de los debates en cadena nacional,
Alckmin llegó a calificar a Lula de «arrogante, irónico e irrespetuoso». En
2017, en la posición de presidente del PSDB, vinculó al exmandatario con la
corrupción con declaraciones del tipo: «Después de romper el país, Lula dice
que quiere volver al poder, o sea, volver a la escena del crimen».



Después de 15 años de asperezas y marcadas diferencias en sus programas de
gobierno, la unión de estos dos cuadros divide opiniones y genera
desconfianza. Juliano Medeiros, presidente del PSOL, declaró en diciembre a
Poder360 que, de cara a las elecciones de este año, su partido mantiene
conversaciones con otros partidos del campo de izquierda y del centro,
incluido el PT. Afirmó, sin embargo, que «no tiene mucho sentido pensar en
un frente democrático de izquierda que tenga en su interior partidos o
líderes que no comparten nuestros valores» y que «se abstuvieron de impedir
que la tragedia del gobierno de Bolsonaro aconteciera en nuestro país».



El PSOL aprobó como prioridad en su congreso nacional en setiembre del año
pasado construir una unidad de las fuerzas democráticas progresistas de
izquierda contra la reelección de Bolsonaro, y para ello estaría dispuesto a
no lanzar una candidatura propia en las elecciones de octubre. Ese
movimiento de unidad, que estaría inicialmente conformado por el PSOL, el
PT, el Partido Comunista do Brasil, el Partido Socialista Brasileiro, el
Partido Democrático Trabalhista y Rede Sustentabilidade, fue conformándose
en la Cámara de Diputados y en las calles a través de las protestas contra
la política del actual presidente.



«La hipótesis por la que queremos trabajar en este primer semestre es la
construcción de la unidad de las izquierdas. Alckmin es un elemento que la
dificulta, pero no necesariamente va a inviabilizarla. Lo fundamental es lo
que ese frente irá a defender, porque si ese frente tiene un programa y una
identidad de izquierda, ahí la contradicción de estar en él es de Geraldo
Alckmin y no nuestra», finalizó Medeiros.



Por otro lado, dentro del PT, figuras históricas como el exministro José
Dirceu, el senador Humberto Costa y la actual presidenta del partido, Gleisi
Hoffmann, declararon su apoyo al diálogo entre Lula y Alckmin. Para el
profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia,
Lucio Rennó, en entrevista con la edición brasileña de la Deutsche Welle, la
fórmula Lula-Alckmin «consolida un apoyo de centroderecha» y puede acercar
los sectores más conservadores que resisten el nombre de Lula. Se trata de
una estrategia que ya fue utilizada con éxito por el petista en las
elecciones de 2002. Después de dos campañas electorales (1994 y 1998) en las
que unió solamente al campo de la izquierda sin lograr la victoria, Lula
eligió al empresario José de Alencar para el cargo de vice. La alianza
Lula-Alckmin, de paso, sacaría al exmiembro del PSDB del pleito en el
principal punto electoral del país, dejando libre el camino para el
exalcalde del PT Fernando Haddad, quien es precandidato al gobierno de San
Pablo.



El fututo dirá



La estrategia puede dar a Lula una victoria segura en primera vuelta, pero
también, dado el historial reciente de las coaliciones en el país, presenta
importantes riesgos. El pacto entre los dos todavía depende de a qué partido
se afiliará Alckmin (de acuerdo a la ley brasileña, para oficializar su
candidatura debe presentarse en representación de un partido político). Las
alternativas que se le presentan son el Partido Social Demócratico, de
centroderecha, y el Partido Socialista Brasileiro, de centroizquierda.
También el centrista Solidariedade ha invitado formalmente al exgobernador
paulista a sumarse a sus filas. Aunque queda mucha agua por correr bajo el
puente, tanto desde el entorno de Alckmin como desde el de Lula se considera
que la fórmula está asegurada y que el exmandatario pretende anunciar
oficialmente su candidatura en la primera quincena de marzo.



De acuerdo a los sondeos, aunque decepcionados por la elección de Alckmin,
es probable que los electores de izquierda no arriesguen el voto frente a la
alternativa de una reelección de Bolsonaro o una victoria del exjuez Sérgio
Moro, quien oportunamente se ha tirado a precandidato por el partido Podemos
y aparece en tercer lugar en las encuestas. Sin embargo, además de los
cuestionamientos sobre un programa de gobierno que posiblemente tendrá
algunas, o muchas, concesiones en su elaboración, la pregunta que queda en
el aire es: ¿puede el elector brasileño confiar en que Alckmin, habiendo
sido uno de los cuadros políticos más influyentes en apoyar el golpe
parlamentario de 2016, se comportará de otra forma en un escenario de
mayoría conservadora en el Parlamento?



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El demoño rojo



Francisco Claramunt



El 44 por ciento de los brasileños teme que tras las elecciones de este año
su país se vuelva «comunista», según una encuesta publicada a fines de
diciembre por Datafolha. Ya en los años noventa, quien es señalado como la
corporización de esa satánica amenaza insistía en que su pensamiento «no es
el de Marx, sino el de Henry Ford». En 2002, a poco de ser llevado a la
presidencia en la cresta de una ola continental de bronca popular contra el
neoliberalismo, intentó calmar a los ansiosos con su célebre: «Lulinha não
quer briga. Lulinha quer paz e amor». Incluso, durante sus gobiernos, la
concentración de la renta acaparada por el 1 por ciento más rico aumentó del
22 al 25 por ciento, de acuerdo al estatal Instituto de Pesquisa Econômica
Aplicada, y las tierras en manos de grandes latifundistas crecieron en más
de un 50 por ciento, según cifras del Movimiento Sin Tierra.



Todo ello, sin embargo, no convence. El comunismo de Lula atormenta aún a
una parte importante del electorado. Probablemente tenga algo que ver la
prédica constante del actual mandatario y sus aliados pentecostales, quienes
han decidido centrar la campaña por la reelección en la idea de evitar que
Brasil «vuelva a estar al borde del socialismo». Cierto es también que para
Jair Bolsonaro el comunismo es una fuerza tan poderosa que puede incluir
multitudes insospechadas: Fernando Henrique Cardoso, las cuarentenas, José
Sarney, la Organización de las Naciones Unidas, Alberto Fernández, el covid…



«Con Lula presidente y el camarada Geraldo como vice, veo improbable la
llegada del comunismo», ironizó en diálogo con Folha de São Paulo el
secretario de comunicación del PT, Jilmar Tatto, al conocer el sondeo de
Datafolha. Pero los seguidores de o mito quizás no estén tan seguros.

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