Nicaragua/ La Comandante Dos resiste en la peor mazmorra de la dictadura. [Wilfredo Miranda]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jul 19 23:01:56 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

19 de julio 2022

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Nicaragua



La Comandante Dos resiste en la peor mazmorra de Daniel Ortega



Dora María Téllez, la antigua heroína sandinista, sobrevive demacrada y en
la oscuridad en la prisión de El Chipote, mientras celebra el aniversario de
la revolución con sus antiguos compañeros de armas encarcelados.



Wilfredo Miranda, desde San José, Costa Rica

El País, 19-7-2022

https://elpais.com/internacional/



Las columnas guerrilleras sandinistas entraron eufóricas en Managua el 19 de
julio de 1979 y a 93 kilómetros de distancia, en León, la nueva junta
revolucionaria de gobierno se reunió para asumir el poder recién
conquistado. Meses atrás un comando liderado por una mujer de pelo corto y
boina había derrotado a las fuerzas somocistas en esa ciudad en una victoria
estratégica para el derrocamiento de la dinastía. La mujer es Dora María
Téllez, en ese entonces estudiante de medicina de 23 años y audaz
combatiente que ya había participado en el asalto al Palacio Nacional. A la
mañana siguiente del triunfo, el 20, Téllez marchó con la junta a Managua
para unirse al júbilo y recuperar las posiciones que había abandonado
Anastasio Somoza Debayle con su huida de Nicaragua. Ahora, 43 años después
de este episodio trascendental en la historia reciente de Nicaragua, la
Comandante Dos está encerrada en una cárcel del país que lideran Daniel
Ortega y Rosario Murillo en régimen de aislamiento, oscuridad y con una
significativa pérdida de peso a sus 66 años.



La delgadez y la palidez de Téllez, figura histórica del sandinismo
aborrecida por la actual pareja presidencial, se aprecia con nitidez en un
retrato hablado elaborado a partir de los testimonios de las escasas visitas
recibidas, que su familia recogió y compartió en exclusiva con EL PAÍS este
19 de julio. La exguerrillera e historiadora mantiene su pelo corto, ya muy
cano, la piel de su cara adherida a los pómulos, pero sin perder la agudeza
de su mirada. “Ha perdido más del 15% de su peso corporal, pero ha
sobrellevado bien la cárcel por su experiencia”, asegura un familiar de la
presa política.



Téllez fue arrestada en junio de 2021 junto con otros exguerrilleros
históricos sandinistas, opositores, periodistas y todos los precandidatos
presidenciales, quienes aspiraban a desafiar en las urnas a Ortega y
Murillo. La escalada represiva de ese año facilitó a Ortega y Murillo
perpetuarse en el poder. La conmemoración del 43 aniversario de la
revolución sandinista está marcada este año por un ambiente represivo y la
consolidación de un régimen de partido único, en el que la persecución, la
cárcel o el exilio son la condena de las voces críticas.



Los presos políticos de 2021 ya han cumplido más de un año en las celdas de
la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), mejor conocida como El Chipote. Un
reclusorio lúgubre en el que las principales figuras opositoras, según han
denunciado varios organismos internacionales en defensa de los derechos
humanos con Naciones Unidas a la cabeza, son sometidas a tratos crueles e
inhumanos. Un compendio de prácticas que van desde interrogatorios
continuos, aislamiento total e indefinido, luces prendidas perpetuamente o,
por el contrario, penumbra constante; chantaje psicólogo, falta de cobijas,
de atención médica y una precaria alimentación que ha mellado en la mayoría
de los reos: algunos han perdido entre 11 a 27 kilos, según las denuncias.



Junto a Téllez, en El Chipote estuvieron otras figuras históricas que Ortega
y Murillo han encerrado, como el excanciller Víctor Hugo Tinoco y el general
en retiro Hugo Torres, conocido como Comandante Uno en el asalto al Palacio
de 1978, que derivó en la liberación guerrilleros sandinistas que mantenía
Somoza, entre ellos el mismo Ortega. Estos dos compañeros de Téllez ya no
están en El Chipote porque el primero, Tinoco, fue enviado a casa por cárcel
después que Torres falleciera bajo custodia penitenciaria el 12 de febrero
pasado.



El Comandante Uno no recibió atención médica oportuna para tratar una
enfermedad preexistente y colapsó en la celda, algo que Téllez pudo ver. Fue
trasladado a un hospital, pero ya era muy tarde. La muerte de Torres
conmocionó y puso de manifiesto las precarias condiciones de los presos
políticos, en especial la veintena más mayor. Ortega y Murillo decidieron
imponer casa por cárcel a presos políticos que presentaban padecimientos
delicados, aunque en otros casos los tratos inhumanos se han mantenido.



En más de un año de encierro, a los presos políticos solo les han permitido
ocho visitas, espacios breves que no duran más de dos horas y que los
guardas de El Chipote vigilan. Los más de 47 líderes opositores han sido
condenados a penas de prisión que oscilan entre los 8 a 14 años por los
supuestos delitos de “traición a la patria” y “menoscabo a la integridad
nacional”, en juicios políticos en los que no permitieron a los acusados el
derecho pleno a la defensa.



El deterioro de las condiciones en la prisión ha empujado a los familiares,
pese al miedo a que les suspendan las visitas, la difusión de retratos
hablados como el de Téllez. Los familiares han lanzado una campaña cuyo fin
lo condensa su nombre: “Sé humano”, un alarido por la liberación de los
presos por razones humanitarias. Una petición que ha ignorado el Gobierno ya
que, en palabras de Ortega, quienes están en El Chipote y en el sistema
penitenciario son “hijos de perra del imperialismo”.



“Lo que Dora no soporta es estar en la oscuridad todo el tiempo, no puede ni
ver la palma de su mano. Prácticamente no la sacan al sol y está traslúcida…
No en el sentido poético sino una palidez preocupante. Aunque se mantiene
haciendo ejercicio y le da ánimo a otros presos políticos. La muerte de Hugo
Torres la golpeó muchísimo”, describe el familiar de la exguerrillera, quien
hace unos meses sufrió una severa infección cutánea en uno de sus brazos que
derivó en una quemadura de segundo grado. “Después de ese episodio en la
piel dijo sentirse débil y durmió toda una semana, hasta que se recuperó y
volvió a los ejercicios”, agrega la fuente familiar.



“Un régimen que practica la tortura”



Mónica Baltodano es otra exguerrillera sandinista histórica y está libre
porque se exilió en Costa Rica. Hoy historiadora, rechaza el encarcelamiento
de sus compañeros de lucha y reivindica los nombres de otros presos
políticos ligados al sandinismo de la revolución no tan reconocidos como
Téllez y Torres. “En El Chipote está Irving Larios, el padre César Parrales,
que fue embajador de los revolución ante la OEA; también hay presas hijas de
otros luchadores de la época del ochenta como Tamara Dávila, a quien
mantienen incomunicada desde hace un año”, dice.



Un hermano de Baltodano, Ricardo, también fue un preso político de Ortega en
2018, en la primera oleada de detenciones tras las protestas sociales de
2018 que cimbraron al régimen. De modo que la exguerrillera conoce de
primera mano los malos tratos que denuncian familiares y derechos humanos.
“Yo estuve presa bajo la dictadura de Somoza. Estábamos aisladas pero
podíamos ver a nuestros hijos, no como ahora, como Tamara Dávila y otras
presas. El régimen de Ortega sí practica la tortura. En 2018 hubo
violaciones de muchachas, como documentan organismos de derechos humanos.
Este régimen ha aplicado torturas abiertas y descarnadas como las de Somoza.
Sin embargo, con los presos políticos de 2021, que son figuras, han tenido
más cuidado en términos de no llegar a los golpes y aplicación de choques
eléctricos. Pero es algo más perverso porque mantener a una persona aislada
totalmente es una de las peores torturas en la cárcel. No tienen ninguna
posibilidad de saber lo que ocurre en el exterior ni hablar entre ellos”,
lamenta Baltodano.



A 43 años del triunfo de la revolución sandinista, Baltodano lo ve todo
pervertido. Sobre todo al ver a sus compañeros de lucha en una prisión y no
disfrutando de una vejez tranquila. A la exguerrillera le parece una infamia
que Ortega y Murillo prodiguen tanta crueldad disfrazada de retórica
revolucionaria.



“Daniel Ortega ha convertido al Frente Sandinista en un aparato a su
servicio; un aparato electorero cuyos principios fundamentales ya son
ajenos. El único objetivo y obsesión es el poder para defender los intereses
y privilegios de su familia”, afirma Baltodano. “Aquella fuerza que fundó
Carlos Fonseca, con propósitos de justicia social, liberación y avanzar en
la democracia, ya no existe. Ha sido pervertida por el orteguismo, así como
lo ha hecho con el Ejército, la policía, el Poder Judicial y todas las
instituciones. Todo funciona como una correa del poder familiar”.

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