Cultura/ El Freud argentino de la música. Un recorrido psicoanalítico por las canciones del Indio Solari. [Gabriel Artaza Saade]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jul 25 23:25:29 UYT 2022


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25 de julio 2022

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Cultura



Un recorrido psicoanalítico por las canciones del Indio Solari



El Freud argentino de la música



La poesía del Indio es un planeta acerca de las pasiones de la subjetividad.
La lírica en sus canciones transita entre lo que el Indio puede captar del
Otro y de cómo se hace eco de esa voz.



Gabriel Artaza Saade *

Página/12, 21 de julio de 2022

https://www.pagina12.com.ar/



“Formidables guerreros en jeep

los titanes del orden viril”

Nuestro amo juega al esclavo



Los redondos y sus letras forman una parte importante de mi vida. Me
encontré con ellos en la adolescencia, en el mismo momento en que leía La
interpretación de los sueños de Freud. En este ensayo preferí no volcarme a
los libros biográficos de la banda ni de especialistas, solo voy a recurrir
a una pequeña entrevista radial, ya que aposté a abordar este escrito a
partir de mi interpretación personal que en definitiva no busca la verdad
última.



Los redondos y lo que representa la figura de su líder, el Indio Solari,
como fenómenos lo podemos entender dentro de una filiación
transgeneracional: va de padres --y sus sustitutos-- a hijos, es decir, que
se transmite de generación en generación. Es por ello que en los recitales
del Indio, como así también, de los últimos que dieron los redondos, vimos a
gente muy joven, esos chicos recibieron esa herencia de un mayor y por eso
estaban ahí. Ellos escucharon hablar de la Misa Ricotera, y querían celebrar
la aparición de su Mesías. Y es por eso que también rompen lo generacional
ya que en su misa están todos hermanados en una fraternidad musical.



A nivel político generan un efecto sorprendente a pesar de la conocida
inclinación política de Solari que, sin embargo, logra burlar la grieta.
¿Quién no se maravilló ante la frase "el lujo es vulgaridad"? ¿Quién no
gritó y cantó "no lo soñé"?



El Indio Solari es un tejedor de metáforas que no teme hacerle trampas al
lenguaje, hay que poseer una agudeza y que la misma sea sancionada por el
Otro, que en definitiva es el destinatario, tal como sucede en el chiste
según Freud. Los cientos de grafitis con frases ricoteras del Indio dan
cuenta de una amplia sanción confirmatoria de la agudeza del poeta.



Es tan simple así no podés elegir



En entrevista radial con Mario Pergolini le contaba cómo entiende la
composición lírica de sus canciones: "La gente cree que la lírica tiene que
ser filosófica o reflexiva y en realidad es un pensamiento rítmico. Y debe
ser tomado oracularmente... trabajar de esa manera resuena en la gente". Lo
cual me recuerda a una entrevista al psicoanalista Jacques Lacan, realizada
por Paolo Caruso en 1969, en donde plantea: “Saber esto, saber leer un texto
y comprender lo que quiere decir, darse cuenta de qué 'modo' está escrito
(en sentido musical), en qué registro, implica muchas otras cosas, y sobre
todo, penetrar en la lógica interna del texto en cuestión”. Uno de los
propósitos de este ensayo es penetrar en la lógica interna de sus canciones.



Pero retomemos la entrevista a Solari. Podría hacer una equivalencia con las
interpretaciones en un tratamiento analítico, ya que las mismas no consisten
en decir cosas ingeniosas, sino saber captar el pensamiento rítmico de un
paciente. Que sea oracular es cómo funcionan algunas interpretaciones en un
análisis: es decir, como un enigma que queda resonando en el sujeto ya que
tiene que ver con él aunque no sepa muy bien cómo.

No se entiende el menú, pero la salsa abunda



De ahí que nos podamos preguntar ¿de qué hablan las canciones de los
redondos que resuenan en la gente? Y con esto quiero volver al punto
anterior, cuando hablé de la composición poética, ya que mucho se plantea
acerca del misterio que encierran sus letras. Considero que la lírica en sus
canciones transita entre lo que el Indio puede captar del Otro (social y del
lenguaje), y de cómo se hace eco de esa voz, expresada mediante versos, como
lo canta en “Vencedores vencidos”: “Me voy corriendo a ver qué / escribe en
mi pared / la tribu de mi calle.../ la banda de mi calle... / ¡la tribu de
mi calle!”.



Ahora bien, ¿qué tópicos abordan sus canciones? Las letras hablan de las
tramas fundamentales de la humanidad: el amor, el trabajo, el tiempo, la
muerte, el dolor, del narcisismo y, por sobre todo, de su caída. Como así
también hablan del deseo, de la violencia, de las traiciones. En definitiva,
la poesía del Indio es un planeta acerca de las pasiones de la subjetividad,
en las cuales hay mucha sopa. Ahora les propongo sorber en ellas.



¡Es hora de levantarse querido! ¿Dormiste bien?



Sin embargo, una de las tramas más importantes que canta el Indio Solari y
que muerde el nervio del alma humana son los temas relativos al sueño y a
las fallas del mismo. Es por eso que el Indio Solari es nuestro Freud
argentino de la música, ya que a partir de hablar de los sueños y de lo que
los mismos provocan consiguió sus primeros éxitos: recordemos que en el
primer disco de los Redondos llamado “Gulp”, su canción más difundida fue La
bestia pop que en su letra expresa: “Mi héroe es la gran bestia pop / que
enciende en sueños la vigilia / que antes que cuente diez / dormirá”. Si nos
detenemos en la letra del pogo más grande del mundo --que propongo leerla de
una forma no literal: ya que entona “No lo soñe”-- habla de esas imágenes
--material fundamental en la producción de los sueños-- que pueden volverse
siniestras como lo son las pesadillas nocturnas. Al comienzo de su letra nos
dice “En este film velado en blanca noche”, y ¿qué es el sueño sino un film
velado?



El Indio logró que podamos gritar y cantarle a los sueños y sus fallas --las
pesadillas-- a aquellas imágenes siniestras, al momento en el que el sueño
se presenta en su carácter más traumático para un sujeto. Y este aspecto que
remarco tiene mucho que ver con la terapéutica del psicoanálisis, ya que
tanto para Freud, como Lacan, el sueño en su aspecto más real tiene como
función principal la de despertar. Es decir que, contrario al sentido común,
en el cual pensamos que la vigilia es la “realidad”, el psicoanálisis
plantea que es en los sueños donde encontramos --y en forma más descarnada
en las pesadillas-- lo real del deseo, por eso generan angustia por lo que
presentifican. Precisamente “despertamos”, en las pesadillas, cuando nos
acercamos a ese real del deseo que es lo que nos genera angustia. En
definitiva “despertamos” para seguir durmiendo con los ojos abiertos en la
vigilia. Mientras que, muy por el contrario, un psicoanalista apunta a otro
despertar de ese sujeto que se la pasa durmiendo con respecto a su deseo
cuando está en vigilia. El despertar en un análisis es en función del deseo.
Parafraseando una canción de los redondos, podría formular que la labor de
un analista apunta a: “¡Es hora de levantarse querido! ¿dormiste bien?”.



El tic no alcanza a tac



Me gustaría pasar ahora a otro punto fundamental y es la cuestión del
tiempo. Para el psicoanálisis, el mismo no sigue la lógica del reloj, es
decir, no es el tiempo cronológico sino que toma otros carriles. De ahí que
Lacan pueda formular que la “represión viene del futuro” no del pasado. Por
eso el Indio, que también es lacaniano en sus composiciones, pudo cantar El
futuro llegó hace rato. Justamente para plantear que el futuro es bien
cercano a nosotros y no tiene que ver con las ilusiones y espejismos que
constantemente nos formulamos sobre lo que vendrá.



Por otro lado, el tiempo también aparece en las letras de los redondos con
una coloración afectiva, se presenta teñido de manera vertiginosa o maníaca,
como así también de modo triste y melancólico. En “Ya nadie va a escuchar tu
remera” habla del tiempo vertiginoso: "esto es efímero... el tic no alcanza
a tac", expresa. Como así también nos canta del tiempo que se hace lento y
largo. Hablo del tema “Espejismos” que indica: "la tierra gira hoy menos
veloz..." y si prestamos atención a toda la melodía que acompaña nos da esta
sensación de lentitud, de pesadez.



Hay mucha chispa aún en tu cerebro loco



Ahora vayamos a otra temática muy importante, me refiero a ese lugar que en
la segunda tópica Sigmund Freud denominó el Yo, sede del ego y del
narcisismo.



La segunda tópica es una cartografía del psiquismo expuesta por Freud en
1923. La misma consiste en pensar el aparato psíquico a partir de tres
instancias: Yo, Ello y Superyó. El Yo como lo referido a la conciencia y al
narcisismo; el Ello donde se alojan las pulsiones y deseos inconscientes; el
Superyó como una instancia moral paradojal. Una de las cuestiones más
subversivas que presenta Freud es que el Yo es el principal vasallo, un
simple esclavo en su propia casa, para decirlo bajo la lírica ricotera:
“soñás la hoguera donde siempre sos la leña”.



En sus letras los redondos transmiten el desconocimiento que esta Instancia
psíquica asume cuando se cree que es dueña y señora de sus acciones, cuando
se cree que es el ombligo del mundo: “Venía rápido, muy rápido y se le soltó
un patín a él, que era rey de esta jungla”. Las canciones ricoteras más bien
nos exponen el estallido y la caída estrepitosa de los narcisismos inflados
exponiendo su farsa.



En la canción Juguetes perdidos, introduce una pasión fundamental del Yo,
con una perfecta y exquisita descripción: "cuanto más alto trepa el monito
así es la vida el culo más se le ve". Esa imagen es maravillosa y sintetiza
un punto trascendental de la vida: cuanto más arriba nos encontramos a nivel
profesional, laboral, etc, más se acrecienta --por nuestros pares-- a
convertirnos en objeto de la crítica.



Por último, el Superyó como sede de lo moral paradojal, aquella instancia
que martiriza la subjetividad mediante pensamientos que producen culpa y
castigo, es decir pensamientos que se tornan una obligación bajo el yugo de
la moralidad dictaminando un deber-ser. En clave de las letras ricoteras lo
resumiría como: “Todo lo que está en mi nube es nada más que tu sermón
fatal”.



Donde hay dolor, habrá canciones



Pasemos ahora a otro tópico que también es un contenido imprescindible para
cualquier reflexión seria sobre el alma humana. Me refiero al dolor. En la
lírica de Solari, lo encontramos metaforizado infinidad de veces. En este
punto me pregunto, ¿hay alguna banda o solista de trayectoria que haya
‘trabajado’ tanto este particular asunto? Pero para no extenderme me voy a
detener en apenas dos locuciones que se encuentran en sus temas. En “El
infierno está encantador” dice la canción "¿puede alguien decirme: me voy a
comer tu dolor". Y este aspecto es fundamental para la clínica que practica
el psicoanálisis y cómo entiende los padecimientos subjetivos. Ya que si
algo enseña el psicoanálisis sobre el dolor es que en ese lugar
experimentamos nuestra posición paradojal con el placer, es decir que
gozamos en el dolor: en términos ricoteros diríamos “Salando las heridas”.
Lo cual conlleva a que sea imposible de empatizar, por más que el dolor sea
similar de un sujeto a otro. El duelo, por ejemplo, es un dolor
intransmisible. Nadie puede comer el dolor del otro, es un imposible de
empatizar. Sin embargo, esto no implica que la tarea de un psicoanalista sea
desatenderlo, muy por el contrario. Su abordaje se realiza desde lo más
singular del sujeto doloso. En ese sentido la clínica del psicoanálisis es
una terapéutica que no es como las demás, analizarse es contrario a la
maquinaria capitalista, para la cual todos los sujetos son iguales, meros
consumidores de la producción en masa (Onambólicos asteroides).



Profundicemos este aspecto de la terapéutica analítica, valiéndonos una vez
más de la poética de Solari. Y es que un tratamiento analítico no es sin
angustia, es decir, atravesar la experiencia de un análisis implica una
cuota de sufrimiento considerable, para abandonar precisamente una posición
de goce. En definitiva, dicho en la lírica ricotera: “Cuando enfermas con
tanta gana, cerras las filas del dolor”.



Vivir, solo cuesta vida



Ahora me interesa centrarme en las dos pulsiones fundamentales del alma
humana, es decir la de vida y muerte, como las denominó Sigmund Freud. Una
de las enseñanzas clave de esta conceptualización es comprender que siempre
se presenta una con la otra, es lo que el creador del psicoanálisis denominó
mezcla pulsional. Cuando creemos que realizamos cualquier “actividad humana”
que es solo pulsión de vida, por abajo se cuela la de muerte.



Y para abordar tan trascendental aspecto me gustaría detenerme en una
canción de la cual se hicieron miles de grafitis en paredes, lírica que
habla de la muerte, pero de un modo muy indirecto, que en definitiva como en
la poesía, es el modo más eficaz. En Ropa sucia encontramos una metáfora
maravillosa: "vivir solo cuesta vida". En principio aparece como esas
definiciones circulares, es como un pleonasmo. Vivir se paga con vida, solo
cuesta vida. Pero esto que parece una pavada sin embargo encierra un
conocimiento muy grande. ¿Con qué moneda se paga por el desgaste de la vida?
Precisamente con vida. Conclusión: tenemos menos vida, es decir estamos más
cerca de la muerte.



Demos una vuelta más sobre esta frase. Todo sujeto de algún modo “sabe” que
vivir cuesta vida. Solo que lo reprime, sino ¿cómo sería posible que pasemos
tanto tiempo frente a una pantalla perdiendo el tiempo en cuestiones
inútiles e inservibles? Precisamente el neurótico necesita reprimir para no
enfrentarse a ese punto angustiante: “La vida sin problema es matar el
tiempo a lo bobo”. Y en este sentido un tratamiento analítico sirve para que
los sujetos no malgasten su tiempo en sandeces de las cuales luego se quejan
y se reprochan. Un psicoanálisis sirve para evitar esa represión y
conectarlo con su deseo, el análisis conduce a los sujetos, como dice el
Indio en otra canción, para ser el fuego y bailar en las llamas. Esa llama
el psicoanálisis la nombra deseo. Para que las actividades de la vida no
sean rutinarias y automáticas, precisamente hay que condimentarlas con la
sal de la vida, que es lo que denominamos deseo. Vivir solo cuesta vida en
tanto hay un deseo en juego en lo que vivimos, eso es otra manera de pensar
qué quiere decir la frase de esta canción que resuena en un montón de
sujetos.



Para estar en Dios hay que bailar de amor



Dejé para el final uno de los tópicos que también el Indio aborda en sus
canciones y es la cuestión del amor. De ahí que nos podamos preguntar ¿si
sometemos sus versos al filtro de la deconstrucción contemporánea, acaso su
lírica envejeció bien? Resolvámoslo con sus canciones.



Es el Indio quien entona lo que hoy llamamos ghosting con esos versos que
dicen: “No calentás la misma cama por dos noches / me reclamaba y no la
quise oír”. Como así también construye estos que plantea: “Pero dos que se
quieren, se dicen cualquier cosa”, ya que en el campo del amor, “el maldito
amor que tanto miedo da”, precisamente un varón para ‘tomar coraje’ muchas
veces recurre a sustancias: “sobrio no te puedo ni hablar / estoy perdido
sin mi estupidez”. Y además, es el mismo que canta “si no hay amor / que no
haya nada entonces”, planteando una visión del amor --al igual que en el
psicoanálisis-- que no es edulcorada, sino más bien que incluye sus
componentes oscuros y dolorosos: “Quiero morder el tallo de su rosa, /
aunque me clave sus uñas espinas”, como así también “Disculpa mis actos de
hampón / Siempre hay quilombito en un cielo de dos”.



Si bien ni machirulo ni varón deconstruido quizás sean términos que excedan
la edad de un setentón, ya que el frontman de los Redondos no deja de ser un
varón de otra época, pero, sin embargo, se supo situar en el campo del amor
de un modo diferente al convencional o a lo que se esperaba de él como
varón. En ese sentido se puede entender el nombre de la canción “Yo no me
caí del cielo”, es decir a esta expresión me gusta pensarla como que el
Indio es hijo de una época, de un tiempo en el cual no se las trataba muy
bien a las mujeres en el campo amoroso y por eso mismo le canta a una a la
cual le dice “Nena, no quiero perderte” y más adelante “hay mucho vino
malicioso / y poco vino del mejor”. Como así también en “La hija del
fletero”, cuando canta “siempre fui menos que mi reputación”. Sí, al fin al
cabo ¿qué hombre no es menos que la reputación que se hacen de él?



“Empiezo por el final / Terminaré en el principio” habla del planeta de
tópicos que la lírica del Indio aborda en sus canciones, con lo cual resulta
difícil concentrar en uno a un artista que se convirtió en autor por la
importancia de su obra, pero hay un fantasma de juventud que atraviesa sus
composiciones y es el amor ligado a su posición viril. Entonces, teniendo en
cuenta la pregunta que hice al inicio de este apartado, ¿no fue acaso el
amor un modo de salirse de la masculinidad hegemónica? ¿Quién es el Indio
Solari, sino aquel compositor que nos vino a cantar con el rostro gustoso,
sin máscaras que tape el mohín de tu desdén, con los puños en alto deseando
al final, hacer la revolución con una canción de amor?.



* Gabriel Artaza Saade es psicoanalista y escritor.

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