Italia/ El fin del gobierno Draghi explicado por Karl Marx. [Marcello Musto]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 27 15:11:46 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

27 de julio 2022

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Italia



El fin del gobierno italiano explicado por Karl Marx



El pensador alemán criticó con sarcasmo uno de los primeros gobiernos
“técnicos”, el gabinete Aberdeen en el Reino Unido. Sus comentarios son
útiles para comprender el de Draghi en Italia.



Marcello Musto *

Ctxt, 25-7-2022

https://ctxt.es/es/



Muy pocos saben que, entre los muchos temas a los que dedicó su interés,
Karl Marx también se ocupó de la crítica a los llamados “gobiernos
técnicos”. En calidad de periodista del York Tribune, uno de los diarios con
mayor difusión de su tiempo, Marx observó los acontecimientos
político-institucionales que llevaron al nacimiento de uno de los primeros
casos de “gobierno técnico” de la historia: el gabinete Aberdeen –que estuvo
en el gobierno de Inglaterra desde diciembre de 1852 hasta enero de 1855.



El análisis de Marx se caracterizó por la sagacidad y el sarcasmo. El Times
celebró el acontecimiento como signo del ingreso de Inglaterra “a una época
en la que el espíritu de partido está destinado a desaparecer y en la que
solamente el genio, la experiencia, la laboriosidad y el patriotismo darán
derecho al acceso a los cargos públicos”. El periódico londinense pidió para
el gabinete Aberdeen el apoyo de los “hombres de todas las tendencias”,
porque “sus principios exigen el consenso y el apoyo universales”.
Argumentos similares se utilizaron en febrero de 2021, cuando Mario Draghi,
expresidente del Banco Central Europeo, se convirtió en primer ministro de
Italia.



El coro de aprobación en torno a Draghi, exgobernador del Banco de Italia
entre 2006 y 2011, y expresidente del Banco Central Europeo, entre 2011 y
2019, se asemeja al del Times en 1852. Todos los órganos de prensa
conservadores y liberales, incluidos los de la izquierda moderada, se han
unido en una cruzada contra los “irresponsables partidos políticos” y a
favor del “salvador” Draghi.



Marx se burló de la pretensión del Times de calificar de “técnicos” a los
representantes del poder dominante que tenían una agenda eminentemente
política



En un artículo de 1853, Un gobierno decrépito. Perspectivas del gabinete de
coalición, Marx se burló de la pretensión del Times de calificar de
“técnicos” a los representantes del poder dominante que tenían una agenda
eminentemente política. Lo que el principal periódico británico consideraba
un modelo moderno y convincente era una farsa para él. Cuando el Times
anunció “un ministerio compuesto enteramente por personajes nuevos, jóvenes
y prometedores”, Marx declaró que “el mundo quedará un tanto estupefacto al
enterarse de que la nueva era de la historia está a punto de ser inaugurada
nada menos que por gastados y decrépitos octogenarios, burócratas que han
venido participando en casi todos los gobiernos habidos y por haber desde
fines del siglo pasado, asiduos de gabinete doblemente muertos, por edad y
por usura, y sólo con artificio mantenidos con vida”.



Junto a los juicios sobre las personas hubo otros, de mayor interés, sobre
sus políticas. Marx se preguntó: “Cuando nos promete la desaparición total
de las luchas entre los partidos, incluso la desaparición de los partidos
mismos, ¿qué quiere decir el Times?” La cuestión es, desgraciadamente,
demasiado actual hoy en día. La separación entre lo “económico” y lo
“político”, que diferencia al capitalismo de modos de producir que lo
precedieron, parece haber llegado a su clímax. La economía no sólo domina la
política, estableciendo su agenda y dando forma a sus decisiones, sino que
se encuentra fuera de su jurisdicción y control democrático, hasta el punto
de que un cambio de gobierno ya no cambia las direcciones de la política
económica y social. Esas deben ser inmutables.



La traslación de la esfera política a la economía



En los últimos treinta años, el poder de decisión ha pasado de la esfera
política a la económica. Determinadas opciones políticas se han transformado
en imperativos económicos que disfrazan un proyecto altamente reaccionario
tras una máscara ideológica apolítica. La traslación de una parte de la
esfera política a la economía, como un ámbito separado e impermeable a las
demandas sociales, y el paso del poder de los parlamentos –ya
suficientemente vaciados de valor representativo por los sistemas
electorales mayoritarios y por la revisión autoritaria de la relación entre
poder ejecutivo y poder legislativo– a los mercados y a sus oligarquías
constituyen serios obstáculos para la democracia en nuestro tiempo. Las
calificaciones de Standard & Poor’s o las señales procedentes de Wall Street
–esos enormes fetiches de la sociedad contemporánea– valen harto más que la
voluntad popular. En el mejor de los casos, el poder político puede
intervenir en la economía (a veces las clases dominantes lo necesitan para
mitigar las destrucciones generadas por la anarquía del capitalismo y la
violencia de sus crisis), pero sin que sea posible discutir las reglas de
esa intervención, ni mucho menos las opciones de fondo.



Este fenómeno no es nuevo en Italia. Desde el final de la Primera República,
ha habido numerosos gobiernos con liderazgo “técnico” o sin representantes
de partidos políticos



Un representante destacado de esta política fue el exprimer ministro
italiano Draghi, que durante 17 meses lideró una coalición muy amplia que
incluía al Partido Democrático, a su viejo enemigo Silvio Berlusconi, a los
populistas del Movimiento Cinco Estrellas y al partido de extrema derecha
Liga Norte. Detrás de la fachada del término “gobierno técnico” –o como se
dice del “gobierno de los mejores” o del “gobierno de todos los talentos”–
se esconde la suspensión de la política. Este fenómeno no es nuevo en
Italia. Desde el final de la Primera República, ha habido numerosos
gobiernos con liderazgo “técnico” o sin representantes de partidos
políticos. Entre ellos, el gobierno de Azeglio Ciampi, previamente
gobernador del Banco de Italia durante quince años, de 1993 a 1994 (y
posteriormente elegido para el cargo de Presidente de la República de 1999 a
2006); el gobierno de Lamberto Dini, antiguo director general del Banco de
Italia, tras una larga carrera en el Fondo Monetario Internacional, en
1995-1996; y el gobierno de Mario Monti, excomisario europeo de Competencia
con experiencia previa relevante en la Comisión Trilateral del Grupo
Rockefeller, el comité directivo del Grupo Bilderberg y como asesor
internacional de Goldman Sachs, de 2011 a 2013.



En los últimos años, se ha llegado a sostener que no se deben convocar
nuevas elecciones tras una crisis política; la política debe ceder todo el
control a la economía. En otro artículo de 1853, Operaciones de gobierno,
Marx afirmó que “el gobierno de coalición (‘técnico’) representa la
impotencia del poder político en un momento de transición”. Los gobiernos ya
no discuten qué orientación económica tomar. Ahora las orientaciones
económicas hacen nacer a los gobiernos.



En Europa se ha repetido el mantra neoliberal de que, para restablecer la
“confianza” de los mercados, era necesario avanzar rápidamente por el camino
de las “reformas estructurales”, una expresión que ahora se utiliza como
sinónimo de devastación social, es decir: reducción de salarios, revisión de
los derechos laborales en materia de contratación y despido, aumento de la
edad de jubilación y privatizaciones a gran escala. Los nuevos “gobiernos
técnicos”, encabezados por individuos con antecedentes en algunas de las
instituciones económicas más responsables de la crisis económica, han
seguido este camino, afirmando que lo hacen “por el bien del país” y “el
bienestar de las generaciones futuras”. Además, el poder económico y los
grandes medios de comunicación han intentado silenciar a cualquier voz
disonante del coro.



Draghi ya no es el primer ministro italiano. Su mayoría ha implosionado
debido a los diferentes intereses de los partidos que le apoyaban e Italia
irá a elecciones anticipadas el 25 de septiembre. Si la izquierda no quiere
desaparecer, debe tener el valor de proponer las respuestas radicales
necesarias para salir de la crisis. Los últimos que pueden llevar adelante
una agenda política ecológica y socialmente transformadora son los
“técnicos” –en realidad muy políticos– como el banquero Mario Draghi. No se
le echará de menos.



* Marcello Musto es catedrático de Sociología en la York University
(Toronto). Sus escritos están disponibles en www.marcellomusto.org
<http://www.marcellomusto.org>

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