Explotación infantil/ Niñas trabajadoras domésticas: una realidad invisible en América Latina. [Diana Marcela Tinjacá]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jul 28 12:36:26 UYT 2022



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28 de julio 2022

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Explotación infantil



Niñas trabajadoras domésticas: una realidad invisible en Latinoamérica



Cocinar, limpiar la casa, ir a buscar agua o leña, lavar ropa y cuidar otros
niños son tareas asignadas a millones de niñas en el continente.



Diana Marcela Tinjacá – EFE

Montevideo Portal, 28-7-2022

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Disfrutar la infancia o terminar los estudios siguen siendo asuntos
irrealizables para millones de niñas en Latinoamérica. Muchas de ellas,
tanto de ciudades como de áreas rurales, deben asumir prematuramente el rol
de adulto en su propio hogar o ir a otra casa como trabajadoras domésticas,
una realidad "tan evidente como invisible" en la región.



"Ser trabajadora doméstica siendo niña es muy duro. Yo estaba con la escoba
en la mano y lloraba, lavaba los trastes y lloraba. Lloraba en todo momento
porque extrañaba mi pueblo, mi familia, mis hermanas", dice a Efe Reinalda
Chaverra, originaria de Tutunendo, en el departamento del Chocó, el más
empobrecido de Colombia y uno de los más afectados por el conflicto armado,
al recordar que a los 12 años fue enviada por su madre a otra ciudad para
cuidar a los hijos de un familiar.



El caso de Reinalda es uno de muchos en Latinoamérica, donde, según ONU
Mujeres, el trabajo doméstico es una de las dimensiones menos reconocidas de
la contribución femenina al desarrollo y a la supervivencia de los hogares,
la economía y la sociedad.



Estimaciones de 2020 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT)
apuntan a que unos 160 millones de menores en todo el mundo - entre ellos 63
millones de niñas- realizan trabajo infantil, de los cuales 7,1 millones se
encargan de labores domésticas.



En Latinoamérica, 8,2 millones de menores entre los 5 y los 17 años trabajan
y, aunque se sabe que las niñas y adolescentes mujeres son las que realizan
en mayor proporción tareas del hogar y de cuidados, remunerados o no, las
cifras brillan por su ausencia.



"Es un tema tan evidente como invisible en la región: sabemos que existe,
pero no conocemos la realidad, no sabemos lo que sucede, cómo funciona en
los países", señala María Kathia Romero Cano, experta de la Secretaría
Técnica de la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libre de
Trabajo Infantil, al explicar que las naciones de la región carecen de
estadísticas o estas están desactualizadas.



"La vida me robó las oportunidades "



Desde los 9 años, antes de ser llevada a trabajar a una casa lejos de su
hogar, Reinalda se encargaba del cuidado de sus 4 hermanos y de labores
domésticas en su natal Tutunendo, un caserío en el oeste de Colombia
enmarcado por una abundante selva y ríos cristalinos.



"Lo que más recuerdo de esa etapa es que la vida me negó, me quitó, me robó
la oportunidad de estudiar. Esa era mi meta, lo que yo anhelaba era estar
ahí, aprendiendo como otros niños, con sus uniformes bien bonitos, pero mi
mamá me decía que si yo estudiaba quién iba a cuidar a mis hermanitos",
rememora.



Esta experiencia la comparte con Marciana Santander, una paraguaya que desde
los 7 años se quedaba al cuidado de sus hermanos mientras su mamá iba a
trabajar y quien poco a poco fue asumiendo más y más tareas en la parcela de
la familia, ubicada en La Colmena, al sureste de Asunción.



"A los 11 años ya trabajaba en nuestra chacra (granja) y en una ajena para
ganar una plata para ayudar porque ya éramos 12 hermanitos. Casi no podía
estudiar, ni pude terminar la primaria", relata Santander, actual secretaria
general del Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico de Paraguay.



Investigadores y organismos como ONU Mujeres han concluido que esa
sobrecarga de labores domésticas y asignación de tareas de cuidado de
familiares o de otras personas comienzan en la primera infancia y aumentan
cuando las niñas llegan a la adolescencia.



Cifras de la ONU confirman, por ejemplo, que las niñas entre 5 y 9 años
gastan 30 % más de su tiempo ayudando en la casa que los niños de la misma
edad, un porcentaje que asciende al 50 % cuando tienen entre 10 y 14 años.



Dependiendo del país, entre las tareas más comunes asignadas a las niñas
están cocinar o limpiar la casa, ir a buscar agua o leña, lavar ropa y
cuidar otros niños.



"Vivimos en una cultura que reproduce esos patrones de género que se asignan
a las mujeres y a las niñas desde el nacimiento: un rol particular en la
familia y en la sociedad y es el rol de los cuidados (...) Se espera que las
niñas se queden en la casa a cuidar de los hermanitos, a cuidar de la casa,
a hacer las tareas domésticas, especialmente si la mamá tiene que salir a
trabajar", explica Denise Stuckenbruck, asesora regional de Género de Unicef
para América Latina y el Caribe.



Esto, advierte Stuckenbruck, tiene un impacto muy profundo ya que las niñas
ven reducido el acceso a la recreación, al juego y a la educación.



Promesas incumplidas



Para Marcelina Bautista, fundadora del Centro Nacional para la Capacitación
Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar en México (Caceh), uno de
los efectos más complejos es que se perpetúa el ciclo de pobreza.



"Estas niñas no tienen la oportunidad de seguir estudiando, si acaso
terminan la primaria, lo que quiere decir que va a ser muy difícil acceder a
otro tipo de trabajo con ese nivel de escolaridad", afirma Bautista,
proveniente de una familia campesina y quien a los 14 años se vio obligada a
dejar a su familia y a detener sus estudios para ir como trabajadora
doméstica a la Ciudad de México.



El fenómeno es muy común en Latinoamérica, donde niñas de zonas empobrecidas
son llevadas con familias extrañas para trabajar en el ámbito doméstico, con
la promesa de un techo, comida y, sobre todo, de mantener sus estudios.



"Acá en Paraguay hay mucha 'criadita' que viene del interior para estudiar y
trabajar, pero esa no es la realidad. Cuando uno entra en una casa ajena no
puede estudiar y si es con un pariente toca cuidar otros niños o limpiar la
casa y entonces pasamos ahí nomás", expresa Marciana Santander.



Ella se refiere así al criadazgo, una criticada práctica en la que miles de
niñas paraguayas son enviadas por sus familias a hogares lejanos y extraños
para realizar tareas que van desde la limpieza del hogar hasta el cuidado de
bebés, a cambio de comida y educación, pero en realidad las menores no
asisten regularmente a la escuela y se exponen a riesgos puertas adentro,
como la sobreexplotación, el maltrato y el abuso.



"Por eso, bien de criaturas y después ya grandes tampoco podemos tener
acceso a un buen trabajo por falta de estudio", se lamenta Marciana, al
recordar que ella comenzó a trabajar de adolescente en una casa lejos de su
familia y, como solo hablaba la lengua guaraní, le costó mucho más la
formación básica.



Soluciones para Latinoamérica



Según estadísticas citadas por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (Cepal), en Brasil, México y Perú el trabajo infantil es más
frecuente en números absolutos; mientras en porcentaje de población entre
menores de 5 a 17 años, Bolivia (26,4 %), Paraguay (22,4 %) y Perú (21,8 %)
aparecen a la cabeza.



Los expertos advierten de la complejidad de la problemática del trabajo
infantil en Latinoamérica, sobre todo de las niñas, dado los múltiples
factores que implica, pero consideran que hay unas acciones prioritarias
para combatirla.



Por un lado, ONU Mujeres ha instado, con carácter urgente, a diseñar
políticas que ofrezcan servicios, protección social e infraestructuras
básicas, que impulsen la distribución del trabajo de los cuidados y el
doméstico entre hombres y mujeres y que permitan crear más y mejores empleos
en el campo asistencial, así como centrarse en el enfoque de género para
reducir el trabajo infantil de las niñas.



Por su parte, líderes de las trabajadoras domésticas en la región, como
Reinalda, Marciana y Marcelina, piden diseñar mecanismos para impulsar el
empleo decente.



"Lo cierto es que el trabajo es para los adultos y el derecho de una niña es
seguir estudiando para que no se frustren sus oportunidades. Por eso, el
Estado debe generar atención para las mujeres, que tengan un trabajo bien
remunerado, para que sus hijas tengan la opción de seguir estudiando",
sostiene la activista mexicana Marcelina Bautista.



En lo que todos coinciden es en la urgencia de llenar los vacíos de
información para poder valorar con mayor precisión las decisiones a tomar y
evitar que la situación de las niñas trabajadoras domésticas siga siendo
invisible.

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