Brasil/ Epistemicidio. El racismo borró (y borra) el aporte intelectual negro. [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jul 30 22:30:35 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

30 de julio 2022

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Brasil



El racismo borró (y borra) aporte intelectual negro de historia de Brasil



Mario Osava, desde Río de Janeiro

Inter Press Service, 28-7-2022

https://ipsnoticias.net



La batalla contra el racismo y la desigualdad será larga en Brasil, porque
son problema que se enraizaron en la cultura nacional, incluso en las mentes
de las mismas víctimas, el prejuicio de la incapacidad intelectual de los
negros, recalcado en la historia oficial del país.



La idea fundamental difundida es que Brasil es obra de los colonizadores
portugueses, especialmente en todo lo que requiere cerebro, lamentó Luciana
da Cruz Brito, profesora de Historia en la Universidad Federal del Recóncavo
de Bahía (UFRB).



Pocos reconocen como negros a Machado de Assis, considerado el mayor
escritor brasileño, y Mario de Andrade, otro gran escritor y líder del
movimiento modernista de un siglo atrás.



“La mayoría cree que es blanco el Rebouças, que homenajea con ese nombre un
túnel de Río de Janeiro y avenidas en São Paulo y Porto Alegre”, acotó Brito
a IPS, por teléfono desde Cachoeira, ciudad de 33 000 habitantes en el
estado de Bahía, donde se encuentra el Centro de Artes, Humanidades y Letras
de la UFRB.



Los hermanos André y Antonio Rebouças fueron los primeros ingenieros negros
de Brasil, responsables de la construcción de varios puertos, ferrocarriles
y carreteras. El primero se destacó también en la guerra de Paraguay
(1864-1870, que unió Argentina, Brasil y Uruguay contra el otro vecino) y en
el movimiento por la abolición de la esclavitud.



Brasil fue el último país del Occidente en poner fin a la esclavitud por una
ley firmada por la princesa Isabel de Bourbon e Bragança, hija del emperador
Pedro II, el 13 de mayo de 1888. La monarquía brasileña caería 18 meses
después, por un golpe militar que proclamó la República.



Destacar el acto de la princesa, como decisivo y a veces único, es parte del
blanqueamiento de la historia del más extenso y poblado país
latinoamericano.



Se busca así ocultar o reducir el papel de los abolicionistas y del
movimiento negro, que por su parte celebra el Día de la Conciencia Negra
cada 20 de noviembre, fecha del asesinato del héroe de las luchas negras,
Zumbi, en 1695.



Bloqueo a los negros



La historiografía blanca, en que no cuentan los indígenas y negros como
sujetos plenos, es una gran barrera a la lucha antirracista, y por ende a la
reducción de la conocida desigualdad brasileña, señaló Brito al recordar
conclusiones de otra historiadora negra, Beatriz Nascimento, asesinada a
tiros en Río de Janeiro en 1995, a los 52 años.



Desde la abolición a las primeras décadas del siglo XX, la élite brasileña
desplegó su campaña de “supremacía blanca, que considera los negros un
obstáculo al proyecto de nación europea y el mestizaje un sabotaje a la
europeización”, recordó.



La política de blanqueamiento comprendió la promoción de la inmigración
europea para sustituir la mano de obra esclava en la cosecha de café y otras
actividades agrícolas e industriales.



Se descartó la participación negra en la agricultura más productiva, en la
industrialización y la formación de una burguesía nacional, con el ascenso
de los artesanos a empresarios, hechos que sellaron la exclusión, apuntó
Joel Rufino dos Santos, historiador y escritor fallecido en 2015, en su
libro “El Saber del negro”.



Pero el blanqueamiento de la historia, con el borrado sistemático del
conocimiento y del talento negros en la construcción nacional, es “una
política perversa y eficaz” en neutralizar los esfuerzos antirracistas y que
por eso prolongará el drama, advirtió Brito.



La historia de Brasil descalifica a los negros pese a ser 56 % de su
población. Entre otras discriminaciones, limita su participación a ser mano
de obra bruta, deshumanizada, destruye la autoestima y obstaculiza el
progreso de los afrodescendientes, al difundir la creencia de que los negros
son incapaces intelectualmente. Foto: Cortesía de Luciana Brito



Epistemicidio



“Destruye el autoestima e inculca en las mentes de los estudiantes negros el
mensaje de que no es capaz de aprender, de ser creativo. Es una barrera al
aprendizaje, la niñez va a la escuela por obligación, no para aprender”,
explicó.



Es “un epistemicidio”, definió Natalia Alves, profesora de Historia
voluntaria en Educafro (Educación y Ciudadanía de Afrodescendientes y
Carentes), una red no gubernamental de centros de enseñanza que facilitan la
inclusión de los pobres, especialmente los negros, en las universidades, con
becas y cursos de preparación.



El epistemicidio define la supresión o muerte de formas del conocimiento de
los pueblos consideradas marginales por la cultura colonial o dominante.



Se trata al negro como simple “objeto y abyecto” y se ignora que en África
surgieron las primeras universidades, que el arribo de los africanos
esclavizados contribuyó al desarrollo agrícola en Brasil y a la minería de
oro que enriqueció el actual estado de Minas Gerais, destacó a IPS por
correo electrónico desde Río de Janeiro.



El ciclo del oro del sureño Minas Gerais, iniciado en fines del siglo XVII,
tuvo su auge en el siglo siguiente y debe mucho a los africanos. En ese
período áureo nacieron ciudades históricas como Ouro Preto, inicialmente
Vila Rica y hoy un centro turístico en cuyas antiguas iglesias sobresalen
las esculturas del negro Aleijadinho, alias de Antonio Francisco Lisboa.



Los colonizadores portugueses no sabían mucho de minería y metalurgia, por
eso trajeron esclavos con conocimientos de esas actividades, de la llamada
Costa de la Mina, una extensa área de los litorales de los actuales Benin,
Gana, Nigeria y Togo, reveló Laurentino Gomes, en el segundo tomo de su
trilogía “Esclavitud”.



Gomes es un periodista que se convirtió en un escritor de libros sobre la
historia de Brasil, con gran éxito.



La historia oficial de Brasil borra las contribuciones intelectuales de los
afrodescendientes a la construcción del país, condenándolos a trabajos
precarios y a la marginación en la sociedad brasileña, según Natalia Alves,
profesora de Historia voluntaria en Educafro, una red no gubernamental de
centros que facilitan el acceso de los negros y pobres a la universidad.
Foto: Cortesía de Natalia Alves

Protagonistas negros borrados



Son muchos los ejemplos del protagonismo intelectual, técnico o artístico de
los afrodescendientes poco visibles o postergados. Es el caso de escritoras
negras importantes, como Carolina Maria de Jesus, que contó su vida en la
favela (barrio pobre hacinado) en los años 60 del siglo pasado, y Conceição
Evaristo, ambas ahora tardíamente reconocida, según Alves.



Además no se aplica como se debería la enseñanza de la historia de las
culturas africana e indígena en las escuelas primarias y secundarias, según
dispone una ley de 2008, y los medios de comunicación “refuerzan los
estigmas” al informar sobre masacres policiales en las favelas, que ocurren
con frecuencia en Río de Janeiro, acotó. La pobreza termina convirtiéndose
en culpable.



Entre los avances conseguidos por los afrodescendientes y los pobres, las
cuotas universitarias que empezaron por la Universidad del Estado de Río de
Janeiro en 2000 y se hicieron obligatorias a nivel nacional por una ley de
2012.



Ese tipo de acciones afirmativas, destinadas a reducir las desigualdades, es
eficaz, comprueban los datos y estudios.



En los Estados Unidos, donde empezaron en los años 70, negros alcanzaron la
presidencia del país, como Barack Obama (2009-2017), y la secretaría de
Estado, como Condoleezza Rice (2005-2009) y Colin Powell (2001-2005), además
del protagonismo en el cine, la música y los deportes.



“El movimiento por los derechos civiles expusieron el racismo de Estados
Unidos al mundo en los años 50 y 60, luego las cuotas produjeron esa
cantidad de negros destacados, aunque sean una minoría”, de 13 % de la
población, subrayó Brito, que se especializó en estudios sobre la esclavitud
en Brasil y Estados Unidos.



En Brasil los afrodescendientes son 56 % de los 214 millones de brasileños,
incluyen los mestizos como negros, según el censo oficial. Pero siguen una
minoría de 38 % en las universidades y amargan los peores indicadores en
pobreza, desempleo y asesinatos, muy por encima de la proporción
demográfica.



Aun así, el país adoptó las cuotas universitarias para negros y pobres
cuatro décadas después de Estados Unidos. Los resultados deberán aparecer
dentro de algunas décadas más, espera la profesora.



Pero “¿que cambia de hecho un cuerpo negro alzado a la estructura del poder,
si no se modifica la estructura del racismo, que sigue provocando violencias
y donde recientes asesinatos de jóvenes negros desataron las masivas
protestas de ‘Vidas negras importan (#Blacklivesmatter)’?”, duda Alves.



Las cuotas de 50% del cupo en universidades públicas para alumnos de la
enseñanza secundaria en escuelas públicas, en que la mayoría son negros, no
atienden a la realidad de regiones como la del Recóncavo de Bahía, donde es
negra 80 % de la población, matizó la profesora Brito.



Además, los recortes presupuestarios impuestos a las por el actual gobierno
de extrema derecha, presidido por Jair Bolsonaro, redujeron las becas y
recursos en desmedro principalmente de los estudiantes pobres, concluyó.

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