Brasil/ ¿Debe Lula denunciar las amenazas golpistas de Bolsonaro? [Valerio Arcary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 1 23:26:57 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

1° de junio 2022

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Brasil



¿Debe Lula denunciar las amenazas golpistas de Bolsonaro



Valerio Arcary *

Brasil de Fato, 1-6-2022

https://www.brasildefato.com.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



La izquierda brasileña no debe cometer el imperdonable error de subestimar a
Bolsonaro una vez más. No serán unas elecciones normales. Requieren
atención, vigilancia, alerta. No serán meses de campaña electoral "fría".
Lula es el favorito y se ha abierto una coyuntura, debido a la combinación
de varios factores, que incluso plantea la posibilidad de una victoria de
Lula en la primera vuelta, aunque hoy todavía no sea la más probable. Cuatro
meses es una "eternidad".



Pero la vida es dura y el chantaje golpista no puede ser ignorado. Un
monstruo herido es más feroz. El peligro que nos amenaza no es un cuartel.
Bolsonaro no está preparando una insurrección militar como lo fue el
levantamiento de 1964. No puede hacerlo con la más mínima probabilidad de
victoria. No está en condiciones de hacerlo. Pero entre la hipótesis de un
golpe de Estado clásico, al estilo boliviano, y la aceptación del resultado
electoral, al estilo argentino, hay hipótesis intermedias.



La amenaza golpista adopta la forma de una impugnación frontal del resultado
electoral. El resultado de esta campaña de provocaciones contra la suavidad
de las urnas es previsible. Bolsonaro anticipa la acusación de fraude si
pierde, y prepara un tumulto, desorden, escándalo, convulsión social y
política. No se trata de una protesta retórica o de un farol, sino de una
táctica que anuncia la voluntad de movilizar al núcleo duro de su base
social en las calles. No debemos olvidar lo que ocurrió el pasado 7 de
septiembre y, aunque a mucha menor escala, el 1 de mayo.



La dirección del PT, especialmente Gleisi Hoffmann, ha respondido en
consecuencia. Pero Lula ha evitado denunciar las provocaciones golpistas. El
año pasado Lula también evitó participar en los actos de Fora Bolsonaro, lo
que fue un error. Una omisión es un posicionamiento. O el peligro es real o
no lo es. No dejará de existir porque se le ignore. Ministros de la Corte
Suprema como Fachin, Rodrigo Pacheco presidente del Senado y,
sorprendentemente, hasta el director de la CIA han advertido que Bolsonaro
está preparando un lío, un barullo, un pandemónium, un caos. No es razonable
que Lula guarde silencio, cuando es la voz que mejor puede ser escuchada.



El argumento de que la campaña de Lula no debe perder el foco es poco
razonable dada la gravedad de lo que está en disputa. El choque será
ineludible. Es cierto que el principal flanco de Bolsonaro es la degradación
de las condiciones materiales de vida. El empleo, la inflación, el salario y
la vivienda son temas organizadores de la esperanza popular. Sobre todo si
presentamos propuestas concretas de lo que debería hacerse. La perspectiva
de futuro es siempre lo que puede encantar a la gente. El balance
comparativo del pasado sólo puede ser auxiliar. Pero defender la legitimidad
del resultado electoral no puede hacerse con autoridad sólo después de ganar
las elecciones.



Bolsonaro está envenenando su área de influencia, políticamente, a partir de
ahora, porque sabe que no necesitará demostrar, en octubre, que hubo fraude
para legitimar la convocatoria a las calles. No tendrá que demostrar nada.
La denuncia de una conspiración "con el Tribunal Supremo, con todo" será
suficiente. Ya ha acusado al Tribunal Supremo, especialmente al TSE
(Tribunal Superior Electoral) y a Alexandre de Moraes, de actuar como un
partido de izquierdas.



Bastará con la audiencia que el neofascismo ha conquistado en parte de las
clases medias, con el apoyo de la masa de la burguesía, el apoyo de una
fracción del alto mando militar y la capilaridad de la iglesia-empresa. La
extrema derecha está a la defensiva, electoralmente, pero la corriente
neofascista sigue siendo lo suficientemente fuerte como para convulsionar el
proceso electoral movilizando a cientos de miles de personas, aunque pierda.
El bolsonarismo no dejará de existir.



Las incesantes provocaciones a las urnas electrónicas, la exigencia de
recibos electorales impresos, el anuncio de la contratación de una empresa
para realizar la auditoría externa del recuento son movimientos preventivos.
Obedecen a un objetivo estratégico: garantizar que sea intocable. Bolsonaro
teme las investigaciones que puedan afectarle a él y a sus dirigentes,
especialmente al clan de sus hijos. Teme ser arrestado y tiene buenas
razones para tener miedo.



Nadie debería ignorar que fue la necesidad de control de la Policía Federal
lo que provocó la crisis con Moro en la famosa reunión ministerial que fue
filmada. No fue Sergio Moro quien rompió con el gobierno, fue Bolsonaro
quien le dio un ultimátum.



Hay quienes en la izquierda evalúan que las declaraciones de Bolsonaro son
un engaño. Un farol es una maniobra de engaño o de astucia. Bolsonaro
estaría, sólo, fingiendo. Un neofascista como Bolsonaro usa y abusa del
disimulo y la mentira como si no hubiera un mañana, es cierto. Pero lo que
la extrema derecha está organizando cada día es una campaña. Hay que tomarlo
en serio.



No se dan las condiciones para un golpe de estado o una ruptura
institucional. Sería una aventura condenada desde el principio, porque
requeriría el apoyo en la fracción más poderosa de la burguesía, un grado
muy alto de unidad en las Fuerzas Armadas, la complicidad del gobierno
estadounidense, la movilización de la mayoría de las clases medias, el apoyo
en los medios de comunicación, y algún grado de legitimación en el Congreso
y los Tribunales Supremos.



Pero Bolsonaro no es un cadáver insepulto y se disputa un puesto en la
segunda vuelta. Organizó un increíble desfile de lanchas en Brasilia, hace
concentraciones de motos todas las semanas, desfiló en la Feria del
Agronegocio en Ribeirão Preto, fue vitoreado por los dueños de
supermercados, celebró en el almuerzo de la FIESP (Federación de Industrias
del Estado de São Paulo), mantiene la mitad del apoyo en la población
masculina, tiene una amplia mayoría en los empresarios y en quienes tienen
ingresos de diez salarios mínimos o más, es una referencia entre la
oficialidad de las Fuerzas Armadas y la Policía y, muy importante, mantiene
la confianza del electorado evangélico.



Hay una mayoría social en la oposición arraigada en las capas más explotadas
y oprimidas del pueblo, entre las mujeres, los jóvenes, los negros, los
LGBT, en el noreste y en las grandes ciudades. En la visita de Lula a la
Unicamp (Universidad de Campinas) y durante la Virada Cultural en San Pablo
se confirmó una "explosión volcánica" en la juventud, tanto universitaria
como popular, de furia contra Bolsonaro.



Es necesario encender la imaginación popular.



Pero sin desestimar los peligros que nos acechan.



El golpe de Estado debe ser derrotado. Lula debe decirlo.



* Valerio Arcary militante de la corriente Resistencia en el PSOL, es
columnista de Esquerda Online: https://esquerdaonline.com.br/

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