Chile/ Elisa Loncón: «Nuestro mandato es garantizar los derechos de los históricamente excluidos» [Julieta Rudich]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 3 11:33:25 UYT 2022


  _____

Correspondencia de Prensa

3 de junio 2022

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Chile



Con Elisa Loncón, expresidenta de la Convención Constituyente



«Nuestro mandato es garantizar los derechos de los históricamente excluidos»



A casi un año de comenzado el trabajo de la convención constituyente, Elisa
Loncón habló con Brecha de lo logrado en los últimos meses y de los enormes
desafíos que quedan por delante, en momentos en que el proyecto de la nueva
carta magna enfrenta una fuerte campaña mediática en su contra.



Julieta Rudich, desde Santiago de Chile

Brecha, 3-5-2022

https://brecha.com.uy/



Cuando Chile decidió cambiar su carta magna para dejar atrás la pesada
herencia del dictador Augusto Pinochet (1973-1990), Elisa Loncón se
transformó en la personalidad más visible de esa transición. Una mujer
indígena fue la persona elegida para presidir la primera fase de la
Convención Constituyente de Chile, con el voto de 96 de sus 154 integrantes.
En estos momentos no se sabe qué ocurrirá el 4 de setiembre de 2022, cuando,
por sufragio obligatorio, las chilenas y los chilenos asistan a las urnas
para decidir si quieren o no una nueva constitución, marcando apruebo o
rechazo. En la actualidad, los medios de comunicación masivos de Chile
repiten sin cesar que, según los últimos sondeos de opinión, las simpatías
por la nueva constitución están en caída.



A ojos de Loncón, se trata de una campaña de desprestigio lanzada por los
estratos privilegiados, que prefieren que nada cambie. «Es la prensa
dominante la que habla: el diario El Mercurio, la elite que marca la agenda
de los medios. Pero la gente no habla y está esperanzada con nosotros. ¿Cómo
las mujeres van a rechazar la paridad? ¿Cómo las regiones van a rechazar la
descentralización, la regionalización, si es lo que necesitan? ¿Cómo los
pueblos van a rechazar que se garanticen sus derechos y la
plurinacionalidad? ¿Cómo los jóvenes van a rechazar que se dé espacio a la
diversidad de sexo y genéro? Aquí estamos haciendo lo que nos encomendaron
hacer y la gente va a estar agradecida. Tengo todas las esperanzas de que
esto se va a aprobar», dice a Brecha.



El 4 de julio de 2021, al asumir por los primeros nueve meses la presidencia
de la convención, esta mujer, nacida en enero de 1963 en el seno de una
comunidad mapuche de Lefweluan, en la región de la Araucanía, en el sur del
país, dijo: «Hoy se funda un nuevo Chile plural, plurilingüe, con todas las
culturas, con todos los pueblos, con las mujeres y con los territorios».
Vestida con el atuendo tradicional de su pueblo, la doctora en Lingüística
empezó y terminó su emotivo discurso saludando en mapudungún, la lengua
mapuche, lo que causó sorpresa y también el repudio de algunos. Desde
entonces, asiste todos los días, sin falta, a los plenarios y otras
reuniones en las instalaciones de la convención constitucional, que desde
julio de 2021 alberga el palacio del ex Congreso Nacional de Chile. En un
breve intervalo entre una sesión y otra, en los jardines de este edificio,
declarado monumento histórico, se tomó un respiro para concedernos esta
entrevista. Llama la atención la calma con que responde cada pregunta, sin
perder en ningún instante la noción de que en los próximos minutos tiene que
regresar corriendo a la sala para seguir votando a favor o en contra de
diversas normas que definirán el futuro del país.



Es una carrera contrarreloj. «Estamos sobreexigidos. Trabajamos sin
descanso, porque nos dieron poco tiempo. Los nueve meses se cumplieron en
abril y solicitamos una prórroga. Trabajamos a deshora. Empezamos a las
siete de la mañana, terminamos a las doce de la noche. Hay mucha gente joven
con energía. Esa gente tiene mucha capacidad también. Y nosotras, que somos
mayores, estamos plenamente conscientes de que esta es la oportunidad y de
que tenemos que hacer el mayor esfuerzo para lograr los cambios que hasta
ahora no hemos tenido. Todas las y los chilenos padecimos la dictadura y sus
efectos, pero nosotros, los indígenas, padecimos 200 años de ser negados por
el Estado», afirma. El 16 de mayo, la convención presentó un primer borrador
de la nueva constitución, con 499 artículos, que se encuentra a estudio de
la Comisión de Armonización, que debe «velar por la concordancia y la
coherencia de las normas constitucionales aprobadas».



Loncón lleva toda una vida observando la discriminación de su pueblo y
constata que «es un tema de conservadurismo»: «Los conservadores de derechas
nos rechazan porque no quieren compartir. Ellos siempre tuvieron
privilegios. Pero ahora están aflorando los pueblos, que también tenemos
derecho. También se lo reprochamos a alguna gente progresista, que llega acá
[a las comisiones de la convención constituyente] a rechazar tu identidad en
tu cara. Su rechazo se debe también a un tipo de conservadurismo, porque hay
un progresismo que ha vivido a expensas del Estado tal cual está y tampoco
tiene muchas ganas de cambiar». Como emblema de ese progresismo conservador
señala al expresidente Ricardo Lagos, del Partido Socialista, quien en 2005
hizo algunas transformaciones en la Constitución heredada de Pinochet,
«pero, habiendo sido progresista, no avanzó en todos los cambios profundos
que requería esta sociedad». Sobre Lagos, afirma: «Licitó para empresas
privadas todas las carreteras. Fue la persona más aplaudida por los
empresarios y terminó gobernando para ellos. Es parte de esta sociedad, que
llevó a la actual crisis de representación política».



Nuevo marco político



El modelo neoliberal arraigado en la Constitución redactada en 1980 bajo la
dictadura militar condujo a resultados macroeconómicos destacados. Se habla
del milagro económico del «jaguar de América del Sur», un término acuñado
por El Mercurio. Pero es un milagro edificado sobre la mercantilización de
la educación, la salud y las jubilaciones, que ha conducido a una
insoportable brecha de desigualdad y que en octubre de 2019 provocó un
estallido social sin precedentes. «La sociedad, en toda su diversidad, se
tuvo que movilizar drásticamente para hacer un cambio. Fue también un acto
de autodeterminación de los distintos pueblos de Chile, con una fuerte
presencia de la bandera mapuche», apunta Loncón. Y recuerda: «El gobierno de
derechas se negó a escuchar a la sociedad. La represión fue horrorosa. Hay
más de 400 personas mutiladas. A muchos les dispararon directamente a los
ojos y perdieron la vista» (véase «Matar, torturar y mentir», Brecha,
6-XII-19).



A diferencia de otras olas de protestas del continente, la indignación
chilena se encauzó por la vía institucional. En el Parlamento, los
principales partidos plantearon cambiar los fundamentos del Estado al
reconocer que urgía reformar los sistemas de jubilación, salud y educación.
Para eso consultaron a la ciudadanía, convocando un plebiscito para el 25 de
octubre de 2020. Nada menos que el 78 por ciento de los votantes dijo sí y
dio el visto bueno a la redacción de una nueva constitución. También se
decidió en las urnas quiénes idearían ese texto fundamental. La mayoría de
los votantes quiso verse representada por personas elegidas en una votación
popular, mediante el mismo sistema que rige para la elección de diputados
por distritos. La alternativa habría sido una convención mixta, integrada
por un 50 por ciento de parlamentarios en ejercicio, pero el rechazo a esa
opción fue contundente (véase «Recién comienza», Brecha, 30-X-20).



Los resultados de la votación evidencian una crisis profunda de
representación política, dice Loncón: «Quienes estaban en el gobierno y en
el Parlamento ya no representaban los intereses del pueblo. Hoy sabemos que
hay que compartir el poder, que hay que dejar que las mujeres gobiernen, que
los pueblos y las regiones participen en este proceso democrático. No se
puede avanzar sin crear un marco político e ideológico para resguardar los
derechos de las diversidades y las minorías». La convención constituyente
llama la atención en el mundo por su carácter progresista y joven, por la
paridad de género, por el protagonismo de representantes de pueblos
originarios y por la escasa participación de afiliados a los partidos
tradicionales. De los 154 constituyentes, 77 son mujeres, 103 no pertenecen
a ningún partido, el 40 por ciento no cumplió todavía los 40 años y 17
escaños se adjudicaron por cuotas a representantes de pueblos originarios.
Una nueva generación está escribiendo la nueva carta magna, dice la
entrevistada.



Defensora de un Chile que deje atrás su tradición monolingüe y monocultural
para reconocerse como un Estado plurinacional e intercultural, Loncón no
está eufórica con lo logrado, pero sí se muestra satisfecha con algunos
progresos: «Toda la vida han rechazado nuestra identidad. Pero pronto en
nuestro carnet de identidad donde dice nacionalidad chilena podremos agregar
el nombre de nuestros pueblos, chileno mapuche o chileno aymara. Hemos
votado, entre otras cosas, una norma a favor de reconocer la identidad de
las diversas etnias que conforman la población. Es una manera de reparar.
Por suerte, las nuevas generaciones de Chile están más abiertas a
reencontrarse con las raíces y las sienten suyas».



Entre las numerosas normas fijadas en el borrador de la nueva constitución,
figuran el derecho de los trabajadores a unirse en sindicatos y el derecho a
la vivienda digna, algo inexistente en la vieja carta magna. «Para
determinar lo que ha de ser una vivienda digna, hay indicadores que tienen
que ver con el espacio por persona y otras condiciones. En la vieja
constitución eso no está garantizado. Cuando estuve en Antofagasta, donde
están las mineras, vi que allí, de donde se saca toda la riqueza de Chile,
la gente vive en campamentos, en los cerros, donde llega todo el viento con
el aire minero contaminado. Allí, en el polvo, juegan los niños. El alcalde
me decía: “Mira, con un impuesto del 3 por ciento que nos pasaran las
mineras, en un año podríamos resolver el problema de la vivienda. Imagínate,
ahora no nos dejan nada”. Por eso es importante la descentralización, que
también estará definida en la nueva constitución, para que las regiones
tengan derechos y puedan establecer sus mecanismos de planificación, sus
planes de vivienda y, en fin, las condiciones de vida de las familias que en
ellas viven.»



Mujer mapuche



La convencional sabe de los arrestos y las torturas que padecieron el padre
de Loncón, su abuelo y sus demás predecesores por defender los derechos de
los mapuches. Es hija de un carpintero y un ama de casa amante de la poesía,
que enseñó a leer a sus ocho hijos y los alentó a estudiar. Asistió a la
escuela pública a pesar de las vejaciones que padeció en la institución por
ser mapuche y desde niña participó en colectivos que defienden la identidad
y la lengua de las culturas reprimidas.



Durante la dictadura, Loncón cursó sus estudios primarios y secundarios en
Traiguén y luego se graduó en la Universidad de la Frontera, en Temuco, de
profesora de Estado, con mención en inglés. Vivía en un hogar universitario,
donde ejercía de asesora para costearse la vida y los estudios. Consiguió el
grado académico de magíster en Lingüística en la Universidad Autónoma
Metropolitana de México, el de doctora en Humanidades en la Universidad de
Leiden, Holanda, y el de doctora en Literatura en la Pontificia Universidad
Católica de Chile. También cursó postítulos en el Instituto de Estudios
Sociales de La Haya, Holanda, y en la Universidad de Regin, Canadá. Sin
dejar de investigar y enseñar, durante la dictadura pinochetista participó
simultáneamente en grupos de estudiantes indígenas y en el Teatro Mapuche de
la organización Ad Mapu, y luego en la organización indigenista Consejo de
Todas las Tierras, en la creación de la bandera mapuche y en la recuperación
de tierras indígenas.



Hoy es profesora en la Universidad de Santiago y experta en educación
intercultural. No tiene hijos. Una de las raras veces en que desveló algo de
su vida privada, en una entrevista para el diario chileno La Nación, el 12
de agosto de 2021, dijo: «Para la mujer mapuche es muy difícil estudiar.
Había que ser muy audaz. Yo veía que mis compañeras de jovencitas tenían
hijos y para mí tener hijos era no estudiar».



El problema de la violencia



Mientras en la capital se liman los últimos detalles de los pilares de un
nuevo Chile, en el sur se enardecen los conflictos. A las confrontaciones
por la tierra resultantes de la resistencia mapuche se suman la criminalidad
organizada y el bloqueo de rutas del gremio de camioneros. Preocupada,
Loncón insiste en que su pueblo «no nació violento»: «La violencia es una
respuesta a una práctica estatal de la violencia. Para mantener la sociedad
necesitamos algo de amor, algo de cuidado, algo de cariño entre nosotros.
Hay que empoderar a las mujeres y a los jóvenes, con su esperanza de tener
una sociedad más justa, con más derechos, en comunión con la naturaleza. Que
puedan sentir el agua, la lluvia, que en algunos lugares ya ni se permite.
Nuestra cultura nos convoca a estar en una relación equilibrada con los
demás y con la naturaleza, lo que implica mirar al otro como tu hermano,
como alguien legítimo».



Los líderes mapuches llevan décadas denunciando la represión contra su
pueblo. El recién asumido presidente de Chile, Gabriel Boric, prometió
solucionar el conflicto en el sur por la vía de la negociación y poco
después de su asunción, en marzo de 2022, ordenó el fin del estado de
emergencia en la Araucanía, con la retirada de las Fuerzas Armadas
desplegadas por su antecesor. Pero, apenas dos meses después, dio marcha
atrás y reenvió las tropas a vigilar las carreteras en las zonas de mayor
tensión.



«¿Qué pasa cuando se margina a estas sociedades y se aplican políticas de
exterminio contra ellas? El Estado de Chile aplicó políticas de exterminio
contra los pueblos indígenas, quemó nuestras casas, mató a nuestra gente,
nos quitó las tierras, nos empobreció, hizo de nuestras aldeas zoológicos
humanos en función de la ciencia y el progreso. Todo eso es violencia. Es
violencia que no puedas hablar tu lengua. Es violencia que no te digan
mapuche, sino indio. A mí me dicen indigenista privilegiada. El lenguaje de
la opresión es violento. No es que nuestra gente quiera ser violenta. Así
que para resolver los actuales conflictos tenemos que garantizar derechos y
darle un sitio de dignidad y justicia al que ha sido oprimido a lo largo de
la historia. Y en eso estamos nosotros ahora. Nosotros, los mapuches,
llevamos más de 200 años luchando contra el Estado. Pasan las generaciones y
los pueblos se liberan. Esa es la historia de la humanidad. La opresión no
es a perpetuidad. Esa es la esperanza que tenemos», concluye Loncón con una
sonrisa convincente.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220603/b0b4f561/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa