Rusia/ De la terapia de choque a la guerra de Putin. [Katharina Pistor]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mar 6 14:20:43 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

6 de marzo 2022

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Rusia



De la terapia de choque a la guerra de Putin



Katharina Pistor *

Sin Permiso, 6-3-2022

https://sinpermiso.info/

Traducción de Lucas Antón



Mientras los tanques rusos combaten en Ucrania a las órdenes de un
presidente autoritario, cabe señalar que los ucranianos no son los únicos
que ansían democracia. También los rusos han salido a la calle -con gran
riesgo personal- para protestar contra el indignante acto de agresión de
Vladimir Putin. Pero están librando una batalla cuesta arriba en un país al
que nunca se le ha dado la oportunidad de ser democrático.



Cuando se dispuso de esa oportunidad, no la subvirtieron Putin ni su entorno
cleptocrático, sino Occidente. Tras el derrumbe de la Unión Soviética hace
treinta años, los asesores económicos estadounidenses convencieron a los
dirigentes rusos de que se centraran en las reformas económicas y relegaran
la democracia a un segundo plano, donde Putin pudo sofocarla fácilmente
cuando llegó el momento.



No se trata de una contingencia histórica trivial. Si Rusia se hubiera
convertido en una democracia, no habría sido necesario hablar de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte y de su expansión hacia el
Este, ni habría habido invasión de Ucrania, ni debates sobre si le debe
Occidente un mayor respeto a la civilización rusa (como alemana, me retraigo
ante esta última proposición, que tiene claros ecos de Adolf Hitler y su
autoproclamado liderazgo sobre una "civilización").



Poderes extraordinarios



Hagamos recuento de la secuencia de los acontecimientos. En noviembre de
1991, el Soviet Supremo (parlamento) ruso otorgó al entonces presidente
ruso, Boris Yeltsin, poderes extraordinarios y un mandato de trece meses
para lanzar las reformas. Luego, en diciembre de 1991, la Unión Soviética se
disolvió oficialmente mediante los acuerdos de Belovezh, que crearon la
Comunidad de Estados Independientes. Rusia, Bielorrusia y Ucrania declararon
su respeto por la independencia de cada uno.



Rodeado por un pequeño grupo de reformistas rusos y asesores occidentales,
Yeltsin aprovechó este momento histórico único para lanzar un programa de
"terapia de choque" económica sin precedentes. Se  liberalizaron los
precios, se abrieron las fronteras y se iniciaron rápidas privatizaciones,
todo ello por decreto presidencial.



Nadie en el círculo de Yeltsin se molestó en preguntar si era esto lo que
querían los ciudadanos de Rusia. Y nadie se detuvo a considerar si podían
desear los rusos primero una oportunidad para desarrollar una base
constitucional sólida para su país, o para expresar a través de unas
elecciones su preferencia sobre quién debería gobernarlos.



Los reformistas y sus asesores occidentales decidieron sencillamente -e
insistieron luego- en que las reformas de mercado debían preceder a las
reformas constitucionales. Las sutilezas democráticas retrasarían o
socavarían incluso la elaboración de la política económica. Sólo actuando
con rapidez -cortando el rabo del perro de un golpe de hacha- se pondría a
Rusia en la senda de la prosperidad económica y se mantendría a los
comunistas fuera del poder para siempre. Con las reformas radicales del
mercado, el pueblo ruso vería beneficios tangibles y se prendaría
automáticamente de la democracia.



Desastre sin paliativos



No iba a ser así. La presidencia de Yeltsin resultó ser un desastre sin
paliativos: económica, social, jurídica y políticamente. Resultó imposible
reformar una economía de planificación centralizada al estilo soviético en
el espacio de sólo trece meses. La liberalización de los precios y el
comercio no creó mercados por sí sola. Eso habría requerido instituciones
legales, pero no hubo tiempo para establecerlas.



Sí, desapareció la escasez extrema y surgieron mercados callejeros por
doquier. Pero eso dista mucho de alimentar el tipo de mercados necesarios
para facilitar la asignación de recursos de la que dependen empresas y
hogares.



Además, la terapia de choque desencadenó trastornos sociales y económicos
tan graves y repentinos que puso a la opinión pública en contra de las
reformas y de los reformistas. El Soviet Supremo se negó a ampliar los
poderes extraordinarios de Yeltsin y lo que ocurrió a continuación acabó
sentando las bases para el ascenso del presidencialismo autoritario en
Rusia.



Yeltsin y sus aliados se negaron a rendirse. Declararon ilegítima la
Constitución rusa existente, de 1977, y Yeltsin procedió a asumir el poder
unilateralmente, al tiempo que convocaba un referéndum para legitimar la
medida. Pero el Tribunal Constitucional y el Parlamento se negaron a ceder y
se produjo una profunda crisis política. Al final, el enfrentamiento lo
resolvieron los tanques, a los que llamó Yeltsin para disolver el parlamento
ruso en octubre de 1993, dejando un balance de 147 muertos.



A buen seguro, muchos miembros del Parlamento se oponían a Yeltsin y a su
equipo y querían acaso volver atrás. Pero fue Yeltsin quien sentó un nuevo y
peligroso precedente sobre cómo se resolverían las disputas sobre el futuro
del país. Los tanques, no los votos, decidirían. Y Yeltsin y su equipo no se
detuvieron ahí. También aprobaron una Constitución que consagraba a un
poderoso presidente con fuertes poderes de decreto y veto, y sin ningún tipo
de controles y equilibrios serios.



Una conversación reveladora



Todavía recuerdo una reveladora conversación que, como estudiosa de las
reformas rusas de la época, mantuve con Dmitry Vasiliev, un alto miembro del
equipo de privatización de Yeltsin. Cuando le señalé las deficiencias del
proyecto de constitución, me dijo que simplemente lo arreglarían si la
persona equivocada ascendía al poder. Nunca hicieron tal cosa, por supuesto,
ni podrían haberlo hecho. La declaración de Vasiliev resumía plenamente la
idea que los reformistas económicos tenían de la democracia constitucional.



En diciembre de 1993 se aprobó la nueva Constitución mediante un referéndum
que se celebró conjuntamente con las elecciones al nuevo Parlamento. Los
candidatos de Yeltsin sufrieron una estrepitosa derrota, pero con los nuevos
poderes constitucionales del presidente ya asegurados, las reformas
económicas continuaron. Yeltsin fue "reelegido" en 1996 mediante un proceso
manipulado que había sido planificado en Davos y orquestado por los
oligarcas rusos de nuevo cuño. Tres años después, Yeltsin nombró a Putin
primer ministro y lo ungió como sucesor suyo.



Puede que democratizar Rusia haya sido siempre una posibilidad remota,
teniendo en cuenta la historia de poder centralizado del país. Pero habría
valido la pena intentarlo. La desacertada priorización de los objetivos
económicos por encima de los procesos democráticos alberga lecciones que van
más allá de Rusia. Al optar por el capitalismo en lugar de la democracia
como base del mundo posterior a Guerra Fría, Occidente puso en peligro la
estabilidad, la prosperidad y, como vemos ahora de nuevo en Ucrania, la paz
y la democracia, y no sólo en Europa del Este. (Publicado en Social Europe,
28 de febrero de 2022)



* Katharina Pistor  profesora de Derecho comparado de la Universidad de
Columbia y directora de su Center on Global Legal Transformation, es autora
de “El código del capital – Cómo crea la ley riqueza y desigualdad” (Capitán
Swing, Madrid, 2022).

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