Feminismos/ Cómo las mujeres latinoamericanas están conquistando el derecho al aborto. [Diana Cariboni]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mayo 4 11:53:45 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

4 de mayo 2022

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Feminismos



Cómo las mujeres latinoamericanas están conquistando el derecho al aborto



Argentina, Colombia y México legalizaron o despenalizaron el aborto. ¿Sigue
Chile? ¿Qué hay detrás de esta marea progresista?



Diana Cariboni

La Diaria, 4-5-2022

https://ladiaria.com.uy/



Era inconcebible, cinco años atrás, que un país conservador como Colombia
eliminara el delito de aborto del Código Penal. O que el católico y
neoliberal Chile se aprestara a votar una constitución que consagra los
derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el aborto voluntario.



En febrero de este año, la Corte Constitucional de Colombia eliminó del
Código Penal el delito de aborto (hasta la semana 24 de gestación),
respondiendo a una demanda presentada por Causa Justa, punta de lanza de una
amplia campaña social y jurídica en la que participaron más de 120
movimientos y miles de activistas.



Colombia se puso así “a la vanguardia de la región y del mundo”, según la
médica y activista feminista Ana Cristina González, una de las portavoces de
Causa Justa.



La campaña, que se presentó en febrero de 2020, “fue resultado de una
acumulación política nacional e internacional”, que cambió “el debate
público sobre el aborto en Colombia” y se convirtió en un “movimiento
colectivo y articulado”, dijo González en una reunión en Montevideo.



El aborto estuvo totalmente prohibido en Colombia hasta 2006, cuando un
fallo de la Corte Constitucional, impulsado por varias de las activistas de
Causa Justa, lo despenalizó bajo tres causales: peligro para la salud o la
vida de la mujer, incompatibilidad del feto con la vida extrauterina y
violación.



El mismo aire vanguardista de Colombia se respiró en Uruguay en 2012, cuando
el país legalizó el aborto hasta la semana 12. Y otra vez se sintió en
Argentina en 2020, cuando el Congreso adoptó una ley que permite los abortos
hasta la semana 14, tras una lucha de décadas. La “marea verde”, por el
color de los pañuelos de la campaña por aborto legal, seguro y gratuito,
inspiró y energizó a toda la región.



Avances en Chile y México



Pero las fronteras de lo posible no dejan de estirarse en América Latina.
Apenas un mes después del fallo colombiano, la Convención Constitucional de
Chile –que está redactando una nueva carta magna– aprobó (por amplia
mayoría) un artículo que consagra los derechos sexuales y reproductivos como
fundamentales y garantizados por el Estado. Esos derechos incluyen el
aborto.



El artículo establece que “todas las personas son titulares de derechos
sexuales y derechos reproductivos [que comprenden, entre otros], el derecho
a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre el propio cuerpo, sobre
el ejercicio de la sexualidad, la reproducción, el placer y la
anticoncepción”.



Además, agrega, el Estado garantizará el ejercicio de esos derechos “sin
discriminación, con enfoque de género, inclusión y pertinencia cultural”, y
“asegurando a todas las mujeres y personas con capacidad de gestar, las
condiciones para un embarazo, una interrupción voluntaria del embarazo,
parto y maternidad voluntarios y protegidos”.



El aborto se prohibió totalmente en Chile por la dictadura de Augusto
Pinochet, y sólo desde 2017 se permite en casos de violación, inviabilidad
fetal y riesgo de vida para la mujer.



Si la nueva constitución es aprobada por voto popular en setiembre, Chile
puede convertirse en el primer país del mundo en dar rango constitucional al
derecho al aborto.



El año pasado, la Corte Suprema de México declaró inconstitucional la
penalización absoluta del aborto e invalidó una ley federal que permitía al
personal de salud negarse a realizar abortos por “objeción de conciencia”.



Este fallo significa que ninguna mujer puede ir a la cárcel por abortar,
sienta jurisprudencia y presiona a los estados para que legalicen el aborto.



Hoy podemos decir que 37% de la población de América Latina y el Caribe vive
en países donde las mujeres ganaron el derecho al aborto legal o a no ser
encarceladas por abortar. Hace cinco años la proporción era de menos de 3%.



De hecho, siete estados mexicanos ya legalizaron el aborto voluntario en las
primeras 12 semanas de gestación, cinco de ellos en el último año y medio:
Ciudad de México (2007), Oaxaca (2019), Veracruz, Hidalgo, Baja California,
Colima (2021) y Sinaloa (2022).



Hoy podemos decir que 37% de la población de América Latina y el Caribe, que
asciende a 652 millones de personas, vive en países donde las mujeres
ganaron el derecho al aborto legal o a no ser encarceladas por abortar
(incluyendo también a Cuba, Guyana y Puerto Rico). Hace cinco años la
proporción era de menos de 3%.



Nada de esto hubiera sido posible sin el activismo, las redes feministas,
las movilizaciones, la discusión sobre la autonomía de las mujeres.



Además, gracias a los avances de la medicina y a la innovación feminista, la
mortalidad por aborto no ha dejado de caer. Entre 2005 y 2012, la tasa de
tratamiento por complicaciones de abortos inseguros disminuyó en un tercio,
según el Instituto Guttmacher, que reconoce que el uso del fármaco
misoprostol “se volvió más común en toda la región” y “parece haber
aumentado la seguridad de los procedimientos clandestinos”.



¿Innovación feminista? Fueron las feministas latinoamericanas las que
detectaron, en la década de 1990, que el misoprostol era efectivo y seguro
para interrumpir embarazos. Hoy es un fármaco recomendado por la
Organización Mundial de la Salud y adoptado por los sistemas de salud de
muchos países.



Fueron ellas también las que instauraron una jornada de lucha –el Día de
Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro– que hoy se observa en
todo el mundo cada 28 de setiembre.



Queda mucho por hacer



Pero, incluso con este notable progreso, millones de personas aún conviven
con una realidad horrenda. El aborto está completamente prohibido en El
Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Surinam. En El
Salvador, las mujeres pueden sufrir condenas de hasta 50 años por un aborto
espontáneo o por parir un mortinato.



En Belice, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá,
Paraguay, Perú y Venezuela, el aborto se permite sólo en circunstancias muy
limitadas –por lo general, cuando está en riesgo la salud o la vida de la
mujer–. Belice y Bolivia también consideran penurias económicas y familiares
y, junto con Brasil y Panamá, la violación y defectos fetales severos.



Las niñas y las mujeres violadas son obligadas a parir no sólo en los países
que prohíben por completo el aborto, también en Costa Rica, Guatemala,
Paraguay, Perú y Venezuela. En Ecuador, donde el Parlamento aprobó el aborto
en casos de violación, el presidente Guillermo Lasso vetó parcialmente la
ley.



Hay poca esperanza de que se relajen las restricciones al aborto en América
Central, pero el próximo gran cambio podría ocurrir en el país más poblado,
Brasil, con 212 millones de habitantes.



Allí sólo se permite interrumpir un embarazo en casos de violación, riesgo
de salud para la mujer o anencefalia del feto, y la práctica es
obstaculizada por el propio gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que
moviliza a grupos de fanáticos para hostigar a las mujeres y al personal de
la salud. Pero Brasil tendrá elecciones en octubre, y el actual favorito, el
expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, dijo hace poco que está de acuerdo
con legalizarlo.



Tal como dijo González, de Causa Justa, una democracia no es plena cuando la
mitad de la población carece de libertad para decidir sobre sus cuerpos y
sus vidas –y no otra cosa es la criminalización del aborto–.



Se trata, en definitiva, de una lucha por la libertad y por una democracia
verdadera.



Del otro lado de esta batalla, hay intentos poderosos y coordinados para
hacer retroceder los derechos sexuales y reproductivos que tanto costó
alcanzar, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo.



Esta reacción incluye redes internacionales bien financiadas para
desinformar y manipular a las mujeres y para promover prácticas, no
aprobadas y potencialmente peligrosas, entre ellas un ‘tratamiento’ para
‘revertir’ abortos con medicamentos –ambas reveladas en investigaciones de
openDemocracy–.



Hay también ejércitos de abogados bien pagados y entrenados por grupos
conservadores internacionales para litigar o hacer lobby contra los derechos
de las mujeres. Esos son los mismos grupos que trazaron una detallada agenda
para terminar con el derecho constitucional al aborto en Estados Unidos.



Cada vez parece más probable que el movimiento antiabortista tenga éxito
allí y empuje a las mujeres estadounidenses hacia un mundo aterrador de
atraso, persecución y abortos clandestinos e inseguros, un mundo en el que
sus hermanas latinoamericanas llevan viviendo por décadas.



Pero en este momento los antiabortistas están perdiendo en América Latina. Y
nosotras estamos ganando. (Este artículo fue publicado originalmente en
openDemocracy:
https://www.opendemocracy.net/en/5050/women-latin-america-winning-abortion-r
ights/)

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