Debates/ La guerra. ¿Y nosotros qué? [Sergio Rodríguez Lascano]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Mayo 17 23:05:43 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

17 de mayo 2022

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Debates



La guerra. ¿Y nosotros qué?



Sergio Rodríguez Lascano *

Ciudad de México, 15-5-2022



Ningún hombre es una isla

entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente,

una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra,

toda Europa queda disminuida,

como si fuera un promontorio,

o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla;

la muerte de cualquiera me afecta,

porque me encuentro unido a toda la humanidad;

por eso, nunca preguntes

por quién doblan las campanas;

doblan por ti.

(John Donne)



Introducción



Creo que una de las grandes limitaciones de los análisis sobre el
capitalismo ha sido la incapacidad para ubicar la guerra como una
herramienta central en su surgimiento, crecimiento, decadencia y
mantenimiento; estamos hablando de un sistema de muerte.



Desde sus orígenes mismos el capitalismo llegó chorreando sangre. Sin
embargo, se podía hacer una diferencia entre lo que fueron los propios
procesos productivos (llenos de violencia y humillación) con lo que era,
simplemente, la otra cara de la moneda: las guerras.



Muchos han señalado que el origen de la conformación de los Estados-Nación
fue el resultado de la guerra de los 30 años y la paz de Westfalia, firmada
el 24 de octubre de 1648. El gran cisma religioso entre católicos y
protestantes fue el marco en que se desarrolló una confrontación que
definiría cuáles clases dominantes tendría la posibilidad y capacidad de
conformar Estados y quiénes ya no lo podrían hacer y serían simplemente
alimento de las grandes potencias que dominaron la historia en Europa (sólo
dos excepciones se dieron posteriormente, la conformación del Estado alemán
y la del italiano a finales del siglo XIX).



La época del imperialismo estuvo marcada por la conflagración, por la
búsqueda de espacio vital, para esa nueva fase que requería de un reparto
territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes para
asegurar materias primas y salida de sus mercancías. Como los Estados
nacionales que surgieron más tarde no tuvieron acceso a ese reparto, se hizo
indispensable la guerra para obligar a un nuevo reparto. Dos guerras
mundiales fueron necesarias para garantizar una hegemonía que impusiera sus
reales, ya no a simples colonias sino al mundo entero.



Después de la Segunda Guerra Mundial se vivió un proceso de descolonización,
es decir, estallaron decenas de guerras —período que los compañeros
zapatistas nombraron como una Tercera Guerra Mundial— que arrojaron por lo
menos dos decenas de millones de muertos.



En muchos sentidos, esas guerras se dieron en el marco de lo que se conoció
como Guerra Fría, sin embargo, fueron sobre todo guerras de liberación
nacional, en la búsqueda por construir Estados nacionales, varios siglos
después de que se estructuraron los iniciales. El resultado en casi todos
lados fue que, muy rápidamente, esos países pasaron de ser coloniales a
semicoloniales. Tenían independencia política, pero sufrían una dominación
económica creciente.



El proceso de consolidación de la globalización-internacionalización
capitalista (ataque y casi eliminación de las conquistas sociales de los
trabajadores del campo y la ciudad; proceso de deslocalización del capital,
logrando que la geografía diseñada por Carlos Marx en su texto El Capital se
complete del todo; el debilitamiento hasta el ocaso de los Estados
Nacionales; la eliminación de los aranceles fronterizos, la aniquilación de
los mercados nacionales;  la conversión en mercancía de toda la actividad
política, lo que importa no es el contenido sino el envase; el avance de una
ideología que apela siempre a señas de identidad ficticias y reaccionarias,
que no buscan sino favorecer un capitalismo de los sentimientos) culmina con
un capital dominante que devora todo lo que encuentra a su paso.



Pero quizá el hecho más importante es que la guerra y los procesos
productivos no son dos caras de una misma moneda, ahora se trata de una
moneda con una sola cara por los dos lados, en la que se manifiesta la
convivencia de los procesos productivos (incluyo aquí la producción, la
circulación y el consumo) con la guerra.



El sistema avanza en su reconquista del mundo. No importa lo que se
destruya, quede o sobre: es desechable mientras se obtenga la máxima
ganancia y lo más rápido posible. La máquina está volviendo a los métodos
que le dieron origen —por eso nosotros les recomendamos leer la “Acumulación
Originaria del Capital”—, que es mediante la violencia y mediante la guerra
que se conquistan nuevos territorios (300. Primera parte: una finca, un
mundo, una guerra, pocas probabilidades. Subcomandante Insurgente Moisés,
SupGaleano).



De esta manera, la economía es la continuación de la guerra por otros medios
y la guerra es la continuación de la economía por otros medios.



La guerra se ha convertido en un factor productivo no sólo por lo obvio: las
ganancias de las grandes empresas multinacionales de la industria militar,
sino por algo aún más central y que fue explicado desde 1997 por los
compañeros zapatistas.



Su estrategia de DESTRUCCION / DESPOBLAMIENTO Y RECONSTRUCCION /
REORDENAMIENTO produce una o varias fracturas en los Estados Nacionales.



Esta es la paradoja de la IV guerra mundial: hecha para eliminar fronteras y
unir naciones, lo que va dejando atrás de sí es una multiplicación de las
fronteras y una pulverización de las naciones que perecen en sus garras. 



Más allá de los pretextos, ideologías o banderas, la actual dinámica MUNDIAL
de quiebre de la unidad de los Estados Nacionales responde a una política,
igualmente mundial, que sabe que puede ejercer mejor su poder, y crear las
condiciones óptimas para su reproducción sobre las ruinas de los Estados
Nacionales.” (7 piezas sueltas del rompecabezas mundial. El neoliberalismo
como rompecabezas: la inútil unidad mundial que fragmenta y destruye
naciones, Subcomandante Insurgente Marcos).



Cada guerra permite la destrucción, el despoblamiento y luego la
reconstrucción y el reordenamiento. Estos dos últimos elementos representan
el botín de guerra para el gran capital, ya sea en Irak o en Yemen o en
Palestina o en Siria o en Ucrania… ¿en Rusia?  Mejor aún si una guerra
estalla después de una pandemia o en medio de ella. Para el capital no hay
como los páramos para generar sobreexplotación, acumulación por pillaje y
despojo, represión, desprecio (en especial racismo) es decir ganancias y
dominación extraordinarias.



A diferencia de lo que se nos decía hace años, el capitalismo requiere del
desequilibrio, de la destrucción, del miedo, la zozobra y del caos para
asegurar su dominación. Ésos son sus elementos básicos de reproducción, sus
alimentos, su hábitat, su zona de confort.



1. La guerra en Ucrania y su marco sistémico



Una de las cosas que más me ha sorprendido de los análisis que ha hecho una
buena parte de la gente que se dice de izquierda ha sido que se equivocan de
año. Su añoranza por el campo soviético les hace confundir a Putin con
Lenin, al ejército rojo que derrotó a los nazis con el actual ejército ruso,
al mariscal Gueorgui Zúkov con Alexánder Dvornikov, al ejército nazi del III
Reich con Azov, una banda de fascistas ucranianos; a Hitler con Zelensky.



En la base, se ubica un pensamiento binario restrictivo que busca obligar a
las personas a escoger: o con el gobierno de Putin o con el gobierno de
Zelensky. Desde su génesis hasta la actualidad este pensamiento, que aparte
de todo y sobre todo refleja una flojera para buscar la problemática real de
los procesos, se ha demostrado erróneo hasta el cansancio.



Parecería que es indispensable ofrecer una información: el capital reina en
Rusia. La reconversión de una parte de los viejos líderes soviéticos (de la
KGB pasaron a ser los grandes burgueses o los miembros del gobierno o las
dos cosas) en la burguesía financiera rusa; el más claro ejemplo, pero no el
único, lo podemos ubicar en el Rossiya Bank, creado en 1990 por Mijaíl
Gorbachov, cuando ya era claro el estallido de la Unión Soviética, una parte
importante de los bienes y fondos del PCUS fueron depositados en ese banco.
Con Putin en el gobierno esa relación es aún más importante, tomando en
consideración que su hija está casada con el hijo de uno de los propietarios
de ese banco, por eso en los Panamá papers se señala la importancia de este
banco para enviar a los paraísos fiscales las fortunas de la élite rusa
gubernamental.



Entonces, no se trata únicamente de la inclusión de 117 rusos en la lista de
multimillonarios que publica la revista Forbes, sino de la participación de
empresas y empresarios rusos en la conformación del capital financiero
mundial.



El problema, creo, es que mientras que la economía rusa representa el 1.7
del Producto Interno Bruto Mundial, es la segunda fuerza militar del mundo.
Ese desfase se ha convertido en una obsesión para el gobernante ruso. Eso lo
lleva a retrotraerse y a buscar a sus nuevos aliados: Víktor Orbán, Marine
Le pen, Mateo Salvini, Alicia Weidel y los ideólogos de Vox (los fascistas
españoles), los cuales escribieron lo siguiente: “Rusia es culpable de tener
en el Kremlin a un líder patriota y al mayor genio geopolítico del
presente”, creo que lo mismo piensan varios intelectuales de izquierda del
mundo.



El problema principal no se ubica entonces en buscar un campo bueno y un
campo malo. El 20 de agosto de 2018, los zapatistas escribieron lo
siguiente:



Entonces, ante esas crisis que el mismo capitalismo provoca, que provoca
migración, provoca catástrofes naturales; que se acerca al límite de sus
recursos energéticos fundamentales (en este caso el petróleo y el carbón),
parece que el sistema está ensayando un repliegue hacia dentro, como una
antiglobalización, para poder defenderse de sí mismo y está usando a la
derecha política como garante de ese repliegue.



Esta aparente contracción del sistema es como un resorte que se retrae para
luego expandirse.  En realidad, el sistema se está preparando para una
guerra.  Otra guerra.  Una total: en todas partes, todo el tiempo y con
todos los medios (300. Primera parte: UNA FINCA, UN MUNDO, UNA GUERRA, POCAS
PROBABILIDADES).



Podemos platicar y discutir sobre si la guerra era evitable y puede ser que
sea un ejercicio interesante, pero la realidad es que ésta es una guerra
provocada por la invasión rusa a Ucrania, no hay que olvidar el dato y esa
guerra favorece por ser necesaria para el sistema capitalista.



Atrás encontramos varios factores: los energéticos (petróleo y gas), los
agrícolas (Rusia y Ucrania son los graneros de Europa), los fertilizantes
(la Federación de Rusia es un exportador clave de fertilizantes, en 2021 se
situó como el principal exportador mundial de fertilizantes nitrogenados y
el segundo proveedor de fertilizantes potásicos y fosforados del mundo).



Sin embargo, el caso más ejemplificador es el del sector armamentista. La
guerra en Ucrania ha representado una gran oportunidad. Varios medios han
reportado que a unos cuantos días de iniciada la guerra entre Rusia y
Ucrania, el valor de las 15 empresas armamentistas con mayores ventas del
mundo aumentó en alrededor de 8,150,000,0000 de dólares (nueve de ellas
norteamericanas).



Un día antes del inicio de la invasión, dichas compañías tenían un valor
conjunto de 804,000,000,000 de dólares, mientras que al término de la sesión
del 2 de marzo se ubicó en 885,881,000,000 de dólares, un 10% de incremento.



Las empresas más poderosas del mundo son: Lockheed Martin, Boeing, BAE
Systems, Raytheon Technologies Corporation (varias de ellas tienen fábricas
en México). Se trata de auténticas multinacionales que tienen ramificaciones
en todo el mundo y que en 2021 habían visto disminuir sus ventas.



En el caso de la Federación Rusa su principal empresa armamentista es de
carácter estatal: Rosoboronexport Unitaria. Antes del inicio de la guerra
contaba con oficinas en 44 países, sus activos totales eran un poco mayores
a los 12,000,000,000 de dólares, cantidad muy inferior si los comparamos con
los de la empresa Lockheed Martin: 50,000,000,000 de dólares.



A pesar de que no existe comparación en el terreno de la inversión y las
ganancias, la industria militar rusa estatal ha jugado un papel clave para
el fortalecimiento de los sectores privados de la economía rusa, en especial
el sector metalúrgico (que representa el sector más poderoso del capitalismo
ruso).



La guerra es y será aún más utilizada por los grandes señores del dinero, no
importa en qué lugar se ubique su oficina matriz, para reorganizar los
procesos productivos y los juegos financieros. Esto adquiere una gran
importancia frente a las caídas productivas, a consecuencia de la pandemia
de COVID-19.



Para el capital sería absurdo analizar este proceso desde la perspectiva de
las graves consecuencias que esto significará para la inmensa mayoría de la
población. Esto nunca es su problema, pero creo que sí debería ser el de la
gente que se dice de izquierda.



Para el sistema capitalista el hecho concreto es que la guerra es un
escenario que se usa para limpiar (disminuyendo) a los competidores,
comiéndose empresas y limpiando el mercado. Mientras que se echan sobre las
espaldas de los trabajadores del campo y la ciudad las consecuencias, desde
luego; pero si eso no significaba mucho para los señores del dinero en el
pasado, ahora, que también son los señores de la guerra, no significa nada.



2. La guerra y los “análisis” geopolíticos



Siempre que una guerra estalla se levanta una ideología que busca su
justificación, la idea atrás es tratar de justificar lo injustificable. En
1914, la socialdemocracia de toda Europa, cada una desde su posición en el
conflicto, usó argumentos geopolíticos. La socialdemocracia alemana quería
liberar a Europa y en especial al pueblo ruso de las horcas caudinas de los
sátrapas Romanovs. La otra parte quería liberar a Europa de la amenaza
militarista alemana. Los que estaban en contra de la guerra eran un puñado.
La inmensa mayoría celebraba fiestas y orgías porque la guerra iba a
estallar, como si fuera la continuación de la Belle Époque. Poco duró el
engaño, en las dos batallas del Marne (más de 500,000 muertos) quedaron
enterradas las ilusiones de la guerra y de los análisis geopolíticos.



Los sionistas del Estado de Israel han expulsado a la mayoría de los
palestinos bajo la excusa de lo que pasó en Masada en el año 74 de nuestra
era, cuando el imperio romano llevó a cabo una masacre de judíos o en
“razón” del holocausto que llevó a cabo el nazismo contra el pueblo judío,
después del ascenso de Hitler. Desde luego, los palestinos no tienen nada
que ver con ninguno de los dos hechos históricos.



Los autócratas y asesinos jeques de Arabia Saudita bombardean a diestra y
siniestra a Yemen, y lo hacen bajo la excusa de combatir a los
fundamentalistas islámicos.



La idea básica es sencilla: la guerra también se libra en el terreno de los
sentimientos. Siempre es bueno tener un subterfugio que no tan sólo vele y
oculte las verdaderas intenciones, sino que busque exaltar “valores” morales
para llevar a cabo las masacres; o que incluso, evite que le digan invasión
a lo que es una invasión o guerra a lo que es una guerra y entonces le
llamen: “operación militar para evitar un holocausto”, como lo hace el
déspota Vladimir Putin.



Otra de las grandes coartadas es sustituir un análisis basado en la
vinculación del sistema capitalista con la guerra, poniendo en su lugar a la
geopolítica.



El análisis que tiene como punto de partida y llegada a la geopolítica
siempre es un análisis de arriba, un análisis que parte y se queda en el
terreno de los Estados, sus clases dominantes y sus aparatos militares de
coerción. El mundo es un tablero y como si se tratara de Monopoly se analiza
la correlación de fuerzas. ¿Quién nunca aparece? La gente, los seres humanos
nunca aparecen más allá que como una estadística ubicados en el casillero de
daños colaterales.

Dicen los compañeros zapatistas:



Invadirán otras geografías para salvarlas de la “tiranía neonazi” o para
terminar con “narco-estados” vecinos.  Repetirán entonces las mismas
palabras de Putin: “vamos a desnazificar” (o su equivalente) y abundarán en
“razonamientos” de “peligro para sus pueblos”.  Y entonces, como nos dicen
nuestras compañeras en Rusia: “Las bombas rusas, los cohetes, las balas
vuelan hacia los ucranianos y no les preguntan sobre sus opiniones políticas
y el idioma que hablan”, pero cambiará la “nacionalidad” de las unas y de
los otros  (NO HABRÁ PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA. Sobre la invasión del
ejército ruso a Ucrania).



Me parece fundamental a destacar lo que le dijeron a la Comisión Sexta
Zapatista sus compañeras rusas. Se tira un misil hacia un edificio
habitacional del este de Ucrania, en la región de Donbás, donde la mayoría
de la población es ruso-parlante, lo cual no quiere decir que esté a favor
de la anexión a Rusia. En ese edificio pueden vivir personas que hablen
ucraniano, otros que sean ruso parlantes que quieren mantenerse en Ucrania y
otros que estén por formar parte de la Federación Rusa. Sin embargo, en
efecto, esa bomba no va a distinguir, afectará a todos sin piedad alguna.



Yo conozco la respuesta que muchos analistas de izquierda que viven de la
añoranza del pasado darían: “sí, que pena, pero eso es un mal menor para
favorecer un bien mayor”. Siempre el “mal menor” resulta en el asesinato de
miles de seres humanos.



¿Cuál es el bien mayor? ¿Debilitar al imperialismo yanqui? ¿fortalecer al
nuevo zar de Rusia? Algunos van más lejos y señalan que es lo mismo que los
millones que murieron para evitar el triunfo del Tercer Reich. ¿En serio
alguien puede creer que Zelezky es el peligro nazi para el mundo?



O más bien se trata de ese resorte que se prepara para posteriormente
expandirse, del que hablan los compañeros zapatistas.



Al final, efectivamente el peligro es que no habrá paisaje después de la
batalla. Ucrania y, muy probablemente, Rusia, serán territorios de
conquista, no importa quién gane.



Si pierden los rusos, la extensión de territorio para conquistar será
inmenso.



Si ganan los rusos pues indudablemente que lo que sigue es dominar Ucrania
bajo la coartada del pasado mitológico de la formación del Rus de alrededor
del siglo X. Llama la atención cómo estos nacionalismos reaccionarios —como
el de Putin, Orban, Salvini, Marine le Pen— escarban en el pasado buscando
una razón para justificar su actuación xenófoba, racista y prepotente en el
presente. Ya sea el Rus o el pueblo magyar o la invención de una Padania  en
la parte norte de Italia o una reivindicación bastante discutible de Juana
de Arco).

Esas señas de identidad son las respuestas a los procesos de
internacionalización del capital. Pero representan una falsa conciencia, que
busca aprovechar el fracaso de las propuestas emancipatorias de izquierda. 



No es posible pensar que el resurgimiento de esos nacionalismos refleje
solamente procesos propios. Atrás también se ubica una forma de entender,
formular y practicar una política de izquierda que casi siempre ha partido
de una visión profundamente despectiva de los de abajo, al ubicarlos como
simples receptáculos de sus designios.

Por eso, no es gratuito que una parte importante del voto por Marine le Pen
provenga de las personas que viven en los viejos bastiones del Partido
Comunista Francés; una cuestión similar sucede en el caso de Italia y
Alemania.



Desde luego, si volteamos hacia todo lo que era el llamado “socialismo real”
pues la cuestión es más evidente. El resurgimiento de nacionalismos
excluyentes no es sino un reflejo de años de dominación política que ahogaba
la más mínima libertad. Todos esos nacionalistas miembros de los gobiernos
actuales fueron miembros de los diversos partidos comunistas y lo mismo
sucede con sus grandes burgueses.



De alguna manera este hecho nos debe provocar algún tipo de reflexión, que
en algún momento habrá que realizar.



Parafraseando un viejo concepto, podríamos decir que el nacionalismo es la
enfermedad senil de un izquierdismo hegemonista y excluyente. Una buena
parte de las corrientes que se consideraban o se consideran de izquierda
buscan asirse al clavo ardiente del nacionalismo, que les ofrece seguridad
(porque les evita problematizar los hechos) y les otorga tranquilidad
espiritual; ese clavo ardiente contiene en su seno el concepto hegemónico
tan preciado para ellas. Ese concepto vincula hegemonía con homogeneidad (no
puede existir el uno sin el otro). Todo lo que es diferente es reaccionario
y proimperialista. No quisieron ver las vigas del pasado y ahora ya no
pueden ver nada.



El momento político —con el que algunos soñaban— en el que volverían los
grandes debates revolucionarios estratégicos, no sólo no está próximo sino
que nos encontramos muy lejos del mismo.

Las bolsas de resistencia o los pequeños focos de rebeldía son lo poco con
lo que hoy se cuenta y, creo yo, no está por demás decirlo, son la base
desde la cual se podría partir (si acaso es posible) hacia una recomposición
de la lucha de las y los de abajo.

Estamos tan lejos de ese momento político que incluso algunos compañeros de
izquierda radical piensan que la invasión rusa a Ucrania es un problema
europeo, y que solamente ellos tienen el conocimiento para debatir esa
guerra.



Es una pena, pero se equivocan, éste es un tema que nos atañe a todos. Este
mundo que avanza hacia su destrucción y una parte esencial de esta dinámica
es que se camina hacia el estallido de más guerras, más de las ya varias que
existen abiertamente o de las que se encuentran escondidas como expoliación,
acumulación por saqueo, l en s muert en s y desparecid en s por una guerra que se
lleva a cabo en todo el mundo, en especial en contra de las mujeres y l en s
niñ@s.



Y es preferible ver a la cara el problema. En su decadencia, el sistema
capitalista (decadencia no quiere decir que esté ya en su “fase” final;
tantos años se nos ha anunciado el fin del capitalismo que ya hasta The
Economist lo discute con gran soltura) cada vez más va a echar mano de las
guerras abiertas. No sólo porque son útiles para navegar en su decadencia,
sino porque forman parte de su ADN como sistema. El capitalismo requiere la
guerra porque es el mejor camino para perfeccionar la dominación y la
acumulación.



Por eso fue tan importante la posición de los compañeros zapatistas. En
especial, cuando recuerdan que producto de la reciente Gira por la Vida
tomaron contacto con colectivos rusos y ucranianos:



CUARTO.- En lugar de acudir a lo que difunden los medios de comunicación y
las redes sociales de los bandos respectivos —y que ambos presentan como
“noticias”— o a los “análisis” en la súbita proliferación de expertos en
geopolítica y suspirantes por el Pacto de Varsovia y la OTAN, decidimos
buscar y preguntar a quienes, como nosotras, se empeñan en la lucha por la
vida en Ucrania y Rusia.



Después de varios intentos, la Comisión Sexta Zapatista logró hacer contacto
con nuestros familiares en resistencia y rebeldía en las geografías que
llaman Rusia y Ucrania.



QUINTO.- En resumen, éstos nuestros familiares, quienes además levantan la
bandera de la @ libertaria, se mantienen firmes: en resistencia quienes
están en el Donbass, en Ucrania; y en rebeldía quienes caminan y trabajan
las calles y campos de Rusia.  Hay detenidos y golpeados en Rusia por
protestar contra la guerra.  Hay asesinados en Ucrania por el ejército ruso.



Les une entre ellos, y a ellos con nosotros, no sólo el NO a la guerra,
también el repudio a “alinearse” con gobiernos que oprimen a su gente.



En medio de la confusión y el caos en ambos lados, les mantienen firmes sus
convicciones: su lucha por la libertad, su repudio a las fronteras y sus
Estados Nacionales, y las respectivas opresiones que sólo cambian de bandera
(NO HABRÁ PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA. Sobre la invasión del ejército ruso
a Ucrania, Comisión Sexta Zapatista).



Hace poco leí una entrevista que me pereció muy interesante. En la parte
final de la misma los entrevistados (dos ucranianos) decían:



Denis Pilash: Fue todo un símbolo que poco antes de la invasión rusa viniera
una delegación de sindicalistas y políticos de izquierda británicos que
hablaron aquí sobre el terreno con activistas sindicales y grupos de
derechos humanos, movimientos feministas, y manifestaron su solidaridad
frente a una agresión real. No hubo una respuesta así por parte de gente de
la derecha o del centro liberal. Fue un genuino apoyo de base entre personas
explotadas, oprimidas y marginadas que sufrían bajo el mismo sistema de
explotación y discriminación y marginación. Por eso necesitamos esta
solidaridad popular, no la falsa solidaridad de los gobiernos.



Shaun Matsheza: ¿Algún comentario o mensaje final?



Denys Gorbach: Pienso que estas tristes circunstancias demuestran que es
hora de construir una solidaridad práctica de carácter anticapitalista,
contra el cambio climático y antimilitarista. Concretamente, hemos de hacer
confluir estas tres cuestiones en un movimiento que hoy pueda alzarse en
contra de la guerra, así como en contra del imperialismo que destruye
nuestro planeta.



Denis Pilash: Espero que al tiempo que reivindicamos cosas específicas de
Ucrania también podamos ir más allá hacia un ámbito más global. De modo que
cuando hablamos de apoyo y ayuda a la gente refugiada ucraniana, nuestras
demandas se extiendan a las gentes refugiadas de todo el mundo. Si pedimos
la cancelación de la deuda exterior ucraniana, la extendemos a la cuestión
del endeudamiento de la mayoría de los países, especialmente los más pobres.
Si reclamamos el embargo de los bienes de los oligarcas rusos y tal vez
también ucranianos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania,
planteamos asimismo la cuestión de los paraísos fiscales utilizados por la
clase capitalista global para guardar sus fortunas. Si exigimos que se
bloqueen los suministros de petróleo y gas de Rusia, deberíamos hacer lo
mismo con los de países como Arabia Saudí con su guerra criminal contra
Yemen. Ésos son imperios del combustible fósil con los que hay que romper
mediante una reconstrucción ecosocialista del sistema mundial.



Así que toda cuestión menor forma parte de un planteamiento más amplio. Por
eso es tan importante que haya esta solidaridad y este intercambio entre
pueblos de diferentes regiones, que están afectados todos por problemas que
básicamente son los mismos, por mucho que en un momento dado se enfrenten a
dinámicas y contextos específicos (Disponible en
<https://correspondenciadeprensa.com/?p=24876>).

Creo que por ahí hay que buscar los vasos comunicantes con la gente que no
sólo lucha contra la guerra, sino contra el sistema que las promueve y que
se aprovecha de las mismas.



3.- Una movilización, una experiencia, una forma de hacer política.



El domingo 13 de marzo, la Comisión sexta del EZLN llamó a una jornada
internacional para llevar a cabo movilizaciones y manifestaciones contra
TODAS LAS GUERRAS capitalistas y a partir de ahí: “Planteamos entonces el
arranque de una campaña mundial en contra de las guerras del capital,
cualquiera que sea su geografía.  Organizar conciertos, encuentros,
festivales, reuniones, etc.  En fin, las artes contra las guerras
(Disponible en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2022/03/09/domingo-13/)
.



Los pueblos zapatistas, por su lado llevaron a cabo seis manifestaciones en
seis municipios diferentes de Chiapas que concentraron a decenas de miles de
compañer en s.



¿Qué es lo que lleva a estos pueblos a decidir movilizarse sobre algo que
está tan lejos de su tierra?



Otra vez, lo primero es saber que —como todo lo que hacen los zapatistas—
ésta no fue una decisión u ocurrencia de sus mandos, fue algo que debió de
discutirse en cada comunidad, en cada pueblo. Es decir, no se trata de
convocar a una movilización y ya, sino de provocar una reflexión comunitaria
que implica un chingo de cosas. Desde mapas, hasta conversatorios sobre las
historias y, sobre todo, escuchar a los pueblos lo que dicen, lo que
piensan, producto de su historia y de su experiencia concreta. De esa
historia y experiencia que fueron a platicar en su Gira por la Vida. Ellos
son expertos en lo que significa la guerra y lo que significa resistir y dar
un salto gigante hacia la rebeldía.



Digo esto sin saber realmente si así pasó, pero conociendo un poco sobre
cómo hacen y deciden sus cosas los compañeros creo no equivocarme.



Mientras nosotros realizábamos una movilización pequeña en la Ciudad de
México, pude ver algunos videos de lo que estaba siendo la movilización en
Chiapas.

No tan sólo me llamó la atención la cantidad de participantes, su
organización, la convicción de lo que estaban haciendo.



No hubo oradores, no hubo un templete, no hubo la parafernalia del mitin.



¿Pero qué sí había?



Mantas en las que mostraban su repudio a la guerra y al capitalismo.
Consignas; los participantes no iban de paseo, gritaban contra la guerra,
contra el capitalismo, vinculando ambas cosas. Repartían volantes; cuestión
que ahora, parece, forma parte de la prehistoria de la izquierda. Atrás de
esta desmemoria se ubica la convicción de que el objetivo no es hablar con
los que no saben o no están de acuerdo. Que la movilización no es una acción
política para entrar en contacto con los otr en s, los diferentes, sino que es
una especie de reproducción del cuadro de Diego Rivera: “Sueño de una tarde
dominical en la Alameda”.



Se trataba de una movilización que no se hace para cumplir un requisito para
vivir con cierta tranquilidad sino una movilización para tratar de que los
otr en s, los diferentes, se pregunten sobre lo que está pasando. Se trata de
una movilización que no es de consumo interno, sino que busca provocar la
reflexión, el debate.



Esto me quedó más claro cuando un día después de la movilización zapatista
tuve la oportunidad de escuchar un audio donde en los diversos lugares del
territorio zapatista se hacían los balances de la marcha. Como siempre, en
el caso de los zapatistas, primero se analizan los errores, las fallas que
se cometieron, posteriormente se platica sobre la acción en sí misma.



Entonces, alguien, me imagino que el responsable de los pueblos que
participaron pregunta sobre la recepción que tuvieron los volantes. Y los
compañeros van explicando, primero el lugar de su acción, luego cómo se
conformaron las brigadas, y finalmente cómo recibió la población el volante.
Entonces por varios minutos cada uno contaba lo que pasó. Pocos decían que
había gente que tiraba el volante después de ver de que se trataba, se decía
el lugar donde eso pasó. Otros decían que fue bien recibido y otros decían
que incluso suscitaron preguntas y pláticas.



Parecía que se estaba haciendo un mapa de cómo continuar la tarea de
informar, platicar, intercambiar con diversos sectores de la población.



De esa manera el trabajo político se des-cosifica, se convierte en algo no
sólo natural por necesario, sino que al escuchar a los compañer en s tan
animad en s se trata, creo yo, de algo que hacen con una gran alegría, a pesar
del tema que están tratando. Sí, una vez más tiene que ver con un concepto
muy zapatista, la satisfacción del deber cumplido.



Es decir, se trata de hacer una tarea política a partir de la convicción
sobre lo que se hace. Realmente cuando escuché ese audio sentí un poco de
pena, al compararlo con lo que hacemos.



La estética de la marcha de los pueblos zapatistas contra las guerras
capitalistas será un día entendida como algo que nos recuerde lo que una
organización de gente luchadora, consciente, comprometida y dispuesta puede
hacer.



Desde lo más profundo de la selva Lacandona, de los altos y las sierras de
Chiapas, los pueblos originarios zapatistas levantaron un gran NO a la
guerra de Rusia en contra de Ucrania y en ese gran NO incluyeron las otras
guerras que se están dando en el mundo como en Palestina o en contra del
pueblo kurdo o en Siria o en contra del pueblo mapuche o en contra de tantos
procesos libertarios que son agredidos, perseguidos, asesinados,
silenciados, distorsionados.



Aquí, más que en mil discursos, se entiende el significado profundo de la
Gira por la Vida.



Creo que esto es así, porque ell en s entienden mejor que nadie la respuesta a
la pregunta de por quién doblan las campanas. Ell en s ya habían hecho la otra
pregunta clave hace varios años: ¿Y tú qué?



* Referente de la izquierda anticapitalista mexicana y en el movimiento de
solidaridad con el EZLN donde es activista. Artículo enviado por el autor.
(Redacción Correspondencia de Prensa]

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