Estados Unidos/ El sindicato de Amazon: lecciones para la izquierda. [Ruth Milkman]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mayo 26 11:04:59 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

26 de mayo 2022

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Estados Unidos



El sindicato de Amazon: lecciones para la izquierda



La formación del Sindicato de Trabajadores de Amazon evidenció la
posibilidad de quebrar la postura antigremial del coloso global del comercio
minorista. El proceso de lucha puede alumbrar ideas y formas de acción
novedosas para la izquierda.



Ruth Milkman *

Nueva Sociedad, mayo 2022

https://nuso.org/

Traducción de María Alejandra Cucchi



Hasta su sorprendente victoria del 1º de abril, casi todo el mundo pensaba
que el esfuerzo que durante un año hizo el Sindicato de Trabajadores de
Amazon (ALU, por sus siglas en inglés) por organizar el megadepósito JFK8 de
la firma en Staten Island era una cruzada imposible, aunque noble. A
diferencia de la jugada impulsada por el Sindicato de Tiendas Minoristas,
Mayoristas y Departamentales (RWDSU) en las instalaciones de Amazon en
Bessemer, Alabama, que estuvo siempre en el foco de atención de los medios,
la campaña de ALU parecía tan arriesgada que casi fue ignorada.



En una elección de representantes sindicales en Bessemer en abril de 2021,
Amazon derrotó a RWDSU por un margen de más de dos a uno; sin embargo, en
noviembre del mismo año, la Junta Nacional de Relaciones de Trabajo ordenó
llevar adelante una segunda elección, luego de que determinara que las
tácticas intimidatorias de la empresa habían violado la ley en forma
flagrante. Dados sus inmensos recursos económicos y su intransigente
oposición a la iniciativa de RWDSU, la mayoría de los observadores predijo
que Amazon vencería también en la segunda ronda de marzo de 2022. Y así fue,
pero por un margen mucho menor y con una cantidad de votos impugnados
suficiente como para que todavía sea posible un cambio en el resultado.



Mientras tanto, en Staten Island, ALU ganó por un margen cómodo, en una
votación de 2.654 a 2.131 con solo 67 votos impugnados (hubo 17 votos nulos,
mientras que una mayoría relativa de los 8.325 trabajadores que estaban
calificados para hacerlo eligió no votar). Cuando vi por primera vez el
recuento final, pensé que debía estar alucinando. Muchos otros también
quedaron atónitos, entre ellos algunos de los propios integrantes de ALU.



El trabajo organizado sufrió derrotas devastadoras en las últimas décadas;
en la actualidad, solo 6% de los trabajadores y las trabajadoras del sector
privado son miembros de un sindicato, el porcentaje más pequeño en un siglo.
La ley laboral estadounidense se ha inclinado cada vez más en favor de los
empleadores, y los esfuerzos reiterados por lograr enmiendas legislativas
(como la Ley PRO de Protección del Derecho a Organizarse, que ahora está
trabada en el Senado) no llevaron a ninguna parte. Desde la década de 1980,
las empresas han perfeccionado sus estrategias para derrotar las ofensivas
sindicales, algo que ejemplifican las recientes acciones de Amazon en
Bessemer y Staten Island. El Sindicato Unido de Trabajadores de Comercio y
Alimentos enfrentó una oposición igualmente intransigente durante la década
pasada al tratar de organizar al personal de Walmart, y finalmente abandonó
la campaña. Este episodio funcionó como un relato ejemplificador para los
líderes de los movimientos sindicales que evaluaban organizar Amazon.
Ninguno de ellos se mostró ansioso de asumir esa tarea colosal hasta que un
grupo de trabajadores en Bessemer se acercó a RWDSU en busca de ayuda. En
Staten Island, los mismos trabajadores crearon ALU.



¿Cómo pudo un grupo de activistas combativos y sin ningún tipo de apoyo
institucional vencer a este amenazante coloso del comercio minorista, el
segundo mayor empleador de la nación? ALU tenía mínimos recursos, pero tenía
un líder carismático, Chris Smalls, que lanzó la ofensiva sindical luego de
que Amazon lo despidiera tras el paro que organizó por temas de salud y
seguridad a comienzos de la pandemia. La campaña online de financiación
colaborativa de ALU había sumado un total cercano a los 120.000 dólares al
momento de la elección. Obtuvieron espacio gratuito en las oficinas
sindicales de UNITE HERE y la asistencia pro bono de un experimentado
abogado laboralista. Varios activistas veteranos –salts, como se los conoce
en inglés en el mundo laboral– lograron que se los contratara en JFK8 para
asistir en la campaña.



Aun así, según cualquier parámetro, las chances estaban muy a favor de
Amazon. Solo en 2021, la empresa gastó 4,3 millones de dólares en
consultores antisindicales. Amazon empapeló el depósito de Staten Island con
carteles que decían «Vote No» y bombardeó a los trabajadores con argumentos
en contra del sindicato, mientras imponía reuniones obligatorias para el
personal en las que participaba una audiencia cautiva. La gerencia de Amazon
abiertamente ridiculizaba a Smalls e incluso lo hizo arrestar –supuestamente
por violar propiedad privada– pocas semanas antes de la votación. Dadas
estas señales de la confianza de la gerencia en su triunfo, debe haberlos
sorprendido como a cualquiera la victoria de ALU.



Un viejo adagio sindical dice que «el jefe es el mejor organizador». Sin
duda, la arrogancia que Amazon demostró a menudo ayuda a explicar el éxito
de ALU en Staten Island. Aparte de elevar a Smalls prácticamente a la
categoría de mártir, el brutal régimen de talleres impuesto por la compañía
contribuyó mucho a alimentar la campaña sindical. Amazon utiliza vigilancia
electrónica para monitorear la productividad de los trabajadores y les
impone medidas disciplinarias en forma automática si no cumplen con las
cuotas o llevan demasiado «tiempo fuera de las tareas». Los trabajadores
pueden ser despedidos también automáticamente, sin oportunidad de discutir
su desempeño con un supervisor humano. En este contexto, no sorprende que
sonara el eslogan «¡No somos robots!» durante todo ese esfuerzo por lograr
la sindicalización. Lo que sumaba a la indignación de los trabajadores era
la aparente indiferencia de Amazon por su salud y seguridad. Los índices de
lesiones ya eran altos antes de la pandemia, y el reporte sobre los
trabajadores con resultados positivos de covid-19 fue, cuanto mucho,
esporádico. Mientras muchos trabajadores soportaban extenuantes turnos de
trabajo de 12 horas, el negocio de la compañía crecía en forma explosiva
durante las cuarentenas, y su CEO, Jeff Bezos, se convertía en la persona
más rica del planeta (desde entonces Bezos ha abandonado su puesto de CEO y
descendido al segundo puesto en la lista de los más ricos, superado por Elon
Musk).



Muchos trabajadores votaron contra Amazon con los pies: la tasa de rotación
en las instalaciones de la empresa alcanza a 150%, sobre todo como resultado
de los altos índices de renuncia. (Esto significa que el trabajador o
trabajadora típicos permanecen en su puesto menos de un año, lo que sugiere
que la contribución de Amazon a la Gran Renuncia está muy por encima del
promedio). No obstante, miles han resistido y entablado una batalla
colectiva contra este régimen draconiano de trabajo. Durante la pandemia, la
restricción del mercado laboral redujo considerablemente los riesgos
involucrados en la sindicalización; a cualquiera que hubiera sido despedido
por sindicalizarse le resultaría relativamente sencillo encontrar otro
empleo. La pandemia también iluminó el rol de los «trabajadores esenciales»,
como los de Amazon. Y el apoyo público a los sindicatos creció. También
ayudó que el presidente de la nación respaldara al movimiento de Bessemer en
favor de la organización.



El intento de la empresa de instalar el miedo entre sus filas fue
considerablemente menos potente en Staten Island que en Alabama. Hay una
amplia brecha entre los salarios de Amazon y los de otros empleos en
Bessemer, pero en Nueva York muchas empresas ofrecen una compensación
similar. El salario mínimo legal es de 15 dólares la hora en el Empire
State, y la tasa de sindicalización es aproximadamente el doble de la media
nacional. En contraste, el salario mínimo en Alabama es 7,25 dólares la hora
y se trata de un estado que apoya el «derecho a trabajar», donde los
sindicatos tienen una presencia mucho más limitada.



Además, ALU pudo fácilmente refutar las denuncias de Amazon de que se
trataba de una organización «externa», parte habitual del discurso
antisindical que puede haber tenido algo de influencia en Bessemer. En
Staten Island, todos los involucrados en la campaña sindical trabajaban en
JFK8 (o lo habían hecho antes de ser despedidos, como Chris Smalls). Por
este motivo, la ausencia de cualquier sindicato con trayectoria sumaba.



El triunfo improbable de ALU tiene algunos paralelos con los éxitos
iniciales de Trabajadores Agrícolas Unidos (UFW, por sus siglas en inglés).
Como ha sostenido Marshall Ganz, autor de Why David Sometimes Wins [Por qué
a veces gana David], hay oportunidades en que los recursos importan menos
que el ingenio, o lo que él llama la «capacidad estratégica». En verdad, UFW
triunfó con un presupuesto muy limitado y una variedad de tácticas
innovadoras, mientras que los esfuerzos mejor financiados de la Federación
Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales
(AFL-CIO) para organizar a los trabajadores agrícolas fracasaron.



De algún modo, la campaña de ALU fue marcadamente convencional. Se abocó a
ganar una elección tradicional de representación laboral mediante la vetusta
maquinaria de la Junta Nacional de Relaciones Laborales. Pero también tuvo
algunos aspectos innovadores: ALU hizo un amplio uso de las redes sociales,
en particular TikTok y Telegram. Distribuyó comida gratis y hasta marihuana
(que hoy es legal en Nueva York). Los organizadores también apuntaron a
ganarse la adhesión de trabajadores de color e inmigrantes.



El uso de las redes sociales y el enfoque interseccional reflejó el hecho de
que los líderes de ALU son relativamente jóvenes, parte de la generación
millennial (a quienes se sumó la aún más joven Generación Z), y muchos de
ellos entraron en el mundo laboral luego de la Gran Recesión. Este fue el
grupo que lideró los movimientos Occupy Wall Street y Black Lives Matter
[las vidas negras importan]; más recientemente, les picó el bicho de la
sindicalización. Los trabajadores y trabajadoras jóvenes, en especial
quienes accedieron a educación superior, han logrado en los últimos años una
serie de triunfos sindicales entre periodistas, profesores adjuntos y
estudiantes de posgrado, así como también entre profesionales de
organizaciones sin fines de lucro y museos. Los éxitos recientes en la
sindicalización del personal de Starbucks también incluyeron a muchos
trabajadores jóvenes con educación terciaria.



Ninguno de esos esfuerzos se aproxima a la escala o la visibilidad de la
victoria en las elecciones del depósito de Staten Island. Es tentador
comparar ese triunfo con la victoria histórica de 1937 de Trabajadores
Unidos del Automóvil (UAW) en Flint, Michigan, cuando General Motors
reconoció al sindicato luego de una legendaria huelga de brazos caídos que
duró meses. Pero mientras que ese triunfo tuvo lugar dos años después de la
aprobación de la Ley Nacional de Relaciones Laborales, una legislación
pionera que estableció el derecho a la sindicalización, el triunfo de ALU
fue en un contexto muy diferente: tuvo éxito a pesar de la ley, no como
resultado de ella.



Los líderes de ALU saben bien que su lucha está lejos de haber terminado. En
los últimos años, solo la mitad de las campañas sindicales exitosas han
logrado un acuerdo de negociación colectiva, y la posición antisindical
intransigente de Amazon no muestra signos de menguar. Pero el mundo entero
estará observando cuando la pelea entre en la siguiente fase, y ahora que
han mostrado que es posible, Chris Smalls y sus compañeros y compañeras
sindicalistas obtendrán mucho más apoyo y asistencia en la continuidad de la
lucha. Su avance histórico seguramente inspirará la organización de más
campañas en otras instalaciones de Amazon y más allá.



* Ruth Milkman es directora del departamento de Estudios Laborales en la
Escuela de Estudios Laborales y Urbanos de la Universidad de la Ciudad de
Nueva York (CUNY) y es docente de Sociología e Historia en el CUNY Graduate
Center. Recientemente publicó Immigrant Labor and the New Precariat (Polity,
Cambridge-Medford, 2020). La versión original de este artículo en inglés se
publicó en la revista Dissent, con el título «The Amazon Labor Union’s
Historic Breakthrough»

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