Brasil/ "Las mujeres negras queremos ocupar lugares estratégicos en el gobierno de Lula". [Vilma Reis - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 27 14:17:42 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

27 de mayo 2022

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Brasil



Vilma Reis: “Las mujeres negras queremos ocupar lugares estratégicos en el
gobierno de Lula”



Las Bravas con la precandidata brasileña a diputada federal del PT por
Salvador, Bahía. *



Luciana Peker

La Diaria, 27-5-2022

https://ladiaria.com.uy/feminismos/



Vilma Reis llega y todas la miran, la miran. Ella, primero, mira, calla,
escucha, se sienta al costado. Pero la mirada de las demás la eleva. En
Brasil, las diosas son paganas y la fe se cuela por la política para poner
una barrera al placer y a la política. Vilma es hija de un gremialista
ferroviario. Y esa tradición (sindical, familiar, personal) también la
eleva. Ella sube la barrera en donde la fe se usó para defenestrar la
democracia y hace de su discurso una performance de fe.



Tal vez es lo que la política necesita. Volver a tener fe en la política. Y
una política con fe de cambio. Además de entender los trucos de los
derroteros de la política sin dejarse derrotar, ni regalar la magia de una
deidad política como Vilma. Ella no habla, hace una puesta en escena; no
grita, vibra, para que nadie se distraiga en la vibración de sus celulares,
en épocas de política de corta atención.



Ella pone sobre el piso una instalación de remeras, plantas, pancartas,
libros y muñecas cosidas sin hilo, sino con nudos. Las traían las esclavas.
Hoy las mujeres negras quieren llegar a la política para desatar los nudos:
la violencia machista que mata, la violencia racista que encarcela a los
jóvenes, la pobreza que las deja de a pie, la mortalidad materna que
arrebata la vida por ser madre o por no querer ser madre o por no poder
pensar en qué se quiere antes de ya serlo.



Vilma atrae la atención y el consenso. Ella es precandidata a diputada
federal por Salvador, Bahía. Las bahianas son un emblema de mujeres negras
como postales de souvenirs. Pero los varones blancos son los que mandan.
Para dar vuelta la postal hay que dar vuelta el poder. Ella quiere hacerlo.
Muchas la acompañan con el lema “Agora é ela”.



Pero el desafío no es fácil. La imagen de Lula da Silva (de 76 años) se
desparrama en toallas con su cara en los supermercados; las remeras con el
fondo verde del líder salido de la cárcel y recién casado (con la socióloga
Rosângela da Silva, conocida como Janja, de 55 años) dan esperanza cuando
inicia su campaña elogiando la lucha de las mujeres y su importancia.



En el lanzamiento de su candidatura para ir por una tercera candidatura, en
San Pablo, el 7 de mayo, Lula dijo: “Quiero felicitar a las mujeres
brasileñas por las conquistas que ya obtuvieron y las que van a obtener a
partir de las elecciones de 2022. Ustedes no son mayoría sólo numéricamente.
Son mayoría por la capacidad de elaboración de propuestas y la capacidad de
lucha”.



La barba de Lula se vuelve una imagen de fe frente al avasallamiento de Jair
Bolsonaro en el poder y en el uso de la necropolítica para desestimar la
muerte y a las mujeres. El merchandising popular sale a lucirse por el
barrio de la Barra, donde el mar es un cuadro que nunca falla a espaldas de
la Roma negra latinoamericana. Pero no se trata sólo de que las mujeres sean
souvenirs de la fiesta. Hay un mar de mujeres negras que lo apoyan y que ya
no quieren ser silenciadas.



Vilma Reis es feminista, defensora de los derechos humanos, socióloga,
máster del Doctorado en Sociología de las Relaciones Raciales y pertenece a
la Organización de Mujeres Negras por los Derechos Humanos. Ella ingresó en
el Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, en 2007. No es una más. Y
quieren sumar a más de una. Ahora busca ser diputada por el PT. No es sólo
que gane Lula sino que, con él, ganen las mujeres que lo acompañan.



Ella fue presidenta del Consejo Estatal para el desarrollo de la comunidad
negra. Fue elegida, dos veces, defensora del Pueblo por organizaciones de la
sociedad civil. Fue reconocida con la medalla Zumbi dos Palmares por su
lucha contra el racismo, el genocidio de la juventud negra y la defensa de
la comunidad LGBT. Uno de sus lemas es: “Entender las soluciones es más
fácil cuando convivimos con los problemas la vida entera”.



Vilma Reis nació en 1969, en Salvador, en la capital del estado de Bahía, en
el nordeste brasileño. Creció en el Recôncavo de Bahía (el área
metropolitana) en donde 90% son mujeres negras. Su papá fue un sindicalista
ferroviario y su mamá una feriante que vendía verduras y frutas en la calle.



Ella es parte de la revolución de las hijas que admiraron la lucha de los
padres y la llevaron más lejos aún que los propios trenes en los que
trabajaba. Su papá fue perseguido por la dictadura militar porque era
sindicalista y ayudaba a sus compañeros a conseguir plata cuando el
ferrocarril dejó sin pago a trabajadores durante seis meses como represalia
por sus demandas.



Su familia pasó de vivir en Nazaré a Salvador, la capital de Bahía, pero la
situación se volvió difícil y su papá se enfermó. Lo empujaron del tren y se
partió un pie. Su salud mental también quedó en el andén. Ella ahora le pone
las palabras justas con las que combate la injusticia: violencia
institucional. Pero, de niña, las palabras no la protegían. Aunque, sí, la
impulsaban.



Entre idas y vueltas, junto a su hermana, a los 15 años comenzó a participar
en el movimiento estudiantil. Ahora tiene 52. Hace 37 años que milita. En la
secundaria, la universidad, los feminismos, el movimiento de mujeres negras
y la política. “Soy una mujer negra, feminista, anticapitalista, de
izquierda”, se define. “Soy socióloga, profesora, educadora”, relata lo que
hace. “Estoy en el espacio de la universidad y en los movimientos
populares”, describe donde trabaja.



“La posibilidad de Francia Márquez es un espejo para nosotras”, definió
sobre la centralidad de las elecciones en Colombia para las mujeres de toda
América Latina, en el conversatorio público realizado en el Instituto Goethe
de Salvador el 29 de abril último en el marco del encuentro internacional
“Semillas de resistencia: perspectivas feministas y antirracistas hacia las
instituciones”, organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo.



Ella habla tanto que también habla en esa lengua enraizada, creada para
entenderse sin ser literales, que es el portuñol. Una forma de denominar el
Mercosur más allá de los acuerdos comerciales. Y de volver a entendernos
entre los feminismos latinoamericanos sin quedarnos separadas por las
facciones territoriales que nos llevan más lejos de lo que en realidad
estamos.



Ella denuncia el “golpe” que derribó a la (ex) presidenta Dilma Rousseff y
culminó con la “elección de un presidente autoritario”. Y define también el
objetivo central de Brasil: “Lo más importante en este momento de la
democracia popular en Brasil es la elección del compañero Luis Inácio Lula
da Silva como el próximo presidente de la República”, subraya el gran
desafío brasileño de 2022.



-¿Qué significa Lula?



Lula es la inspiración política en Brasil y nosotras tenemos mucho orgullo
de tenerlo como representación del Partido de los Trabajadores y de las
trabajadoras. La población afrodescendiente de Brasil (con más de 212
millones de habitantes) es 56% del país. Las mujeres negras somos 28% de la
población. El 78% de la población negra ya decidió votar a Luis Inácio Lula
da Silva.



-¿Por qué es importante que la plataforma de Lula apoye a las mujeres
negras?



Es importantísimo que la izquierda tradicional tenga una discusión
horizontal y con el mismo nivel con las mujeres negras, con las hermanas
indígenas, el pueblo originario de Brasil, los yanomamis, los guarayos, los
pataxó, etcétera. No son los capitalistas los que están decididos a elegir a
Lula. Somos nosotras.



-Si las mujeres negras y originarias van a apoyar a Lula, ¿cuáles son las
medidas que le piden a cambio de ese apoyo?



Es fundamental hacer una reforma agraria, la legalización de las quilombolas
[los territorios habitados por afrodescendientes que reivindican las raíces
africanas y la emancipación], los territorios tradicionales indígenas y la
pesca artesanal. También es central discutir las políticas de drogas en
Brasil y el encarcelamiento de los jóvenes. Hay 830.000 jóvenes negros en la
prisión. En el sistema de justicia de Brasil tenemos 2,1 millones de
personas negras implicadas en la justicia criminal.



-¿La guerra contra la droga trae como consecuencia la criminalización de los
jóvenes negros?



La guerra contra las drogas es la guerra contra los negros y empobrecidos de
este país. El 72% del país vive con un salario mínimo o, como mucho, dos.



-¿Por qué nombra, en sus investigaciones, al Estado como viciado en vez de a
los consumidores como viciosos?



Cuando estuve en la Defensoría Pública de Estado de Bahía, mi trabajo fue
sobre la política de seguridad pública y la guerra de las drogas, y el
título fue “Viciado por el Estado”. El tema es que los jefes de la seguridad
pública ejercieron movimientos de control en los barrios negros de Salvador.



-¿Cómo empezó su participación en el feminismo?



En 1997 organizamos el XII Encuentro Nacional Feminista, con la
participación de 722 mujeres y delegaciones de 25 países, y fue la primera
vez que tuvimos una comisión con la mayoría constituida por mujeres negras.
Desde esa época continué el movimiento de las mujeres negras.



-¿Cómo se enlaza con la lucha antirracista?



Con un grupo de la universidad federal iniciamos una escuela de formación
para enfrentar el racismo, cambiar la escuela y discutir sobre la diáspora
de África. Después fui profesora de la universidad, en Chapada Diamantina,
en el centro de Bahía, y promovimos un trabajo con 21 comunidades
quilombolas donde trabajé por diez años, al mismo tiempo que en la escuela y
en la universidad.



-En Salvador hay mayoría de mujeres negras y apenas hay dos mujeres negras
representantes en la legislatura municipal. ¿Cómo se produce esta
disociación entre población y representación?



En el municipio hay 43 legisladores y sólo siete son mujeres y, entre las
siete, sólo dos mujeres negras.



-¿Por qué lanzó una precandidatura para ser alcaldesa de Salvador y fue un
objetivo tan difícil?



Fue como la guerra. Los hombres nos decían “no, no es posible” y nosotras
sostuvimos el debate. Ahora tenemos la precandidatura para ser diputada
federal en el Congreso Nacional.



-¿Qué le piden las mujeres negras a Lula?



Paridad racial y de género.



-¿Qué se necesita para construir esa paridad?



Es necesario repartir el fondo electoral con justicia. Los candidatos
blancos tienen mucha, mucha, mucha plata. Y las mujeres negras e indígenas,
casi nada de plata. Nosotras trabajamos toda la semana para viajar sábado y
domingo. No tenemos plata para sustentar la estructura de la precampaña.



-¿Cómo se puede modificar esa desigualdad de poder para llegar al poder?



En 2020, Benedicta da Silva [exgobernadora de Río de Janeiro y actual
diputada federal] hizo una propuesta al Tribunal Superior Electoral [la
instancia máxima jurídica electoral en Brasil], que coordina elecciones,
para que las mujeres tengamos fondos para hacer campaña. Es muy importante
que los dirigentes de los partidos políticos tengan conciencia de esa
necesidad.



-¿Qué le piden a Lula si es elegido presidente?



Nosotras estamos hablando con Lula de que, después de la elección, las
mujeres negras e indígenas podamos estar en espacios estratégicos del
gobierno, no solamente en la Secretaría de la Igualdad Racial, no solamente
en el Ministerio de las Mujeres. Nosotras queremos representación en las
decisiones financieras, la salud, la Justicia, el urbanismo, la ciencia, la
tecnología y el agro. Es muy importante porque, dentro de la izquierda
tradicional, siempre la posición es: “Nosotros, los blancos, los
intelectuales, los hombres, pensamos muchísimo en ustedes. Estamos haciendo
la política para los negros”. Nuestra idea es que no vengan los que nunca se
subieron a un ómnibus a decir cómo hacer un ómnibus, sino que las mujeres
negras que andamos en ómnibus seamos las que podamos planificar cómo hacer
los ómnibus. No queremos que decidan por nosotras, sino que seamos nosotras
las que decidamos.



* Las Bravas es un nuevo espacio de La Diaria Feminismos que busca
amplificar las voces y experiencias de mujeres feministas que están
cambiando la historia en América Latina. Está a cargo de Luciana Peker,
periodista argentina especializada en género y autora de Sexteame: amor y
sexo en la era de las mujeres deseantes (2020), La revolución de las hijas
(2019) y Putita golosa, por un feminismo del goce (2018), entre otros
libros.

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