Brasil/ Lecciones de la primera vuelta: un balance antes de que el polvo baje. [Marcelo Badaró Mattos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 3 23:32:55 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

3 de octubre 2022

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Brasil



Lecciones de la primera vuelta: balance apresurado antes de que el polvo
baje



Marcelo Badaró Mattos *

Esquerda Online, 3-10-2022

https://esquerdaonline.com.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



La primera vuelta de las elecciones generales de 2022 trajo una amarga
sorpresa a la militancia de izquierda que, siguiendo los sondeos
electorales, esperaba una victoria electoral de Lula ya en esta primera
vuelta, o un paso a la segunda vuelta por pocos votos, pero con un amplio
margen de ventaja sobre Bolsonaro.



Algunas lecciones deben ser inmediatamente aprendidas, porque nuestro reto
es enorme en las próximas semanas. Elegir a Lula, para derrotar a Bolsonaro,
ahora lo sabemos, será más difícil y, por eso mismo, más vital.



Dónde nos equivocamos



La primera lección, obvia pero todavía difícil de entender, es que el
optimismo de la voluntad nunca puede sustituir al realismo del análisis. La
fuerza social del neofascismo bolsonarista (así como el voto de Bolsonaro
respecto a la primera vuelta de 2018) ha crecido y se ha solidificado. La
impresionante estabilidad del apoyo electoral de alrededor de un tercio del
electorado, a pesar de las fluctuaciones, recogidas en las encuestas a lo
largo de su mandato, a pesar de todo el nauseabundo rastro de destrucción y
muerte de estos cuatro años, es la mayor señal de ello. Además, se subestimó
-como si hubiera sido ampliamente superada tras la anulación de los procesos
y el ascenso de Lula en las encuestas (a partir de abril de 2021)- la fuerza
del antipetismo, que se manifiesta en amplias capas de la sociedad,
especialmente en el Centro-Sur del país. Este antipetsonismo todavía es
capaz de alentar un "voto útil" para Bolsonaro, como se evidenció en la
votación de Bolsonaro en São Paulo y Río de Janeiro, mucho más alta de lo
que mostraban las encuestas electorales.



La segunda lección es que las encuestas electorales deben leerse no sólo
matemáticamente, sino a la luz de dinámicas políticas y sociales más
profundas que el retrato de un momento dado con una muestra determinada de
votantes. En un análisis superficial, las encuestas acertaron con el voto de
Lula (dentro del margen de error), y con el de Simone Tebet, que superó a
Ciro Gomes. Y acertaron mucho menos el voto de Bolsonaro y mucho más el de
Ciro. Está claro que hubo una migración de la mayoría de los votos de Ciro
hacia Bolsonaro -que nuestra ilusión optimista antes mencionada no captó, ya
que insistió en caracterizar que ese voto iría a Lula, impulsado más por una
perspectiva de centro-izquierda, cuando el antipetsonismo era su principal
lema. Pero esto por sí solo no explicaría el voto de Bolsonaro.



Es fácil ver que la extrema derecha, en todo el mundo, ha tenido a menudo
más votos efectivos que los captados por las encuestas electorales. Se
podría especular que una mezcla de voto por "vergüenza" y "profecía
autocumplida" (si creo que las encuestas son mentirosas, no les diré la
verdad) lo explica. Pero, al menos en el caso concreto de Brasil (y en
Estados Unidos los estudios han demostrado algo similar con el voto de
Trump), es un hecho que las encuestas captaron una mayoría de votos para
Lula en los estratos de menor renta de la población y lo contrario en
relación a Bolsonaro. Los estratos de ingresos más bajos son,
históricamente, los que más se abstienen en las elecciones. Son migrantes
internos que nunca regularizaron su domicilio electoral, personas que ni
siquiera tienen recursos para pagar el transporte a la sección electoral
(que en las grandes ciudades, especialmente las megalópolis del sureste,
puede estar muy distante, debido a los cambios de residencia a lo largo de
su vida) y sectores en los que la lucha diaria por sobrevivir puede ser tan
dura que hace que el calendario político nacional y el ejercicio de la
ciudadanía política sean procesos de los que han quedado completamente
desconectados. La abstención en esta primera vuelta fue del 20,95% de los
votos, la más alta de los últimos 20 años. Las encuestas no pueden ponderar
adecuadamente este factor.



Tampoco pueden captar ese impulso de última hora -positivo por persuasión, o
negativo por intimidación- impulsado por la presión familiar, en el barrio,
en el trabajo, etc. El hecho de que, con la excepción del Nordeste (e
incluso en esa región con muchas mediaciones), el crecimiento molecular de
la intención de voto a Lula en las últimas semanas no haya obtenido la
visibilidad pública de una ola de camisetas, banderas y multitudes de las
calles, mientras que el verdeamarelismo bolsonarista es ostensiblemente
visible e intimidatorio, ha tenido un peso en el tramo final que ha escapado
al registro de las encuestas. El miedo y la intimidación de la violencia
política, impuesta por la cara más abiertamente neofascista del
bolsonarismo, tuvo el efecto de limitar la visibilidad del apoyo a Lula,
especialmente en el sudeste. Muchas personas hicieron del voto a Lula, una
resistencia silenciosa. La resistencia silenciosa no es suficiente para dar
fuerza a los que sufren mayores coacciones, ni para dar la certeza de que se
está en el barco correcto a los indecisos que, asombro, todavía existen.



No podemos errar más



Ante este panorama, la primera lección que debemos aprender de esta primera
vuelta es despojarnos de cualquier optimismo autoengañoso, como el que ha
circulado en nuestra burbuja desde el final del recuento de votos, con
mensajes sobre el crecimiento de las bancadas de izquierda en la Cámara de
Representantes y en algunas legislaturas estatales. Un crecimiento relativo
a su propio estado minoritario, que está muy lejos de ser superado. En el
lado opuesto, la bancada de Centrão (parlamentarios y partidos derechistas
de alquiler: ndt) se ha fortalecido en la Cámara, como se esperaba por el
uso electoral pornográfico del llamado presupuesto secreto. En el Senado,
impulsado por la elección del actual vicepresidente y de los ex ministros,
la bancada de Bolsonaro ha crecido lo suficiente como para, en caso de que
Bolsonaro sea reelegido, incluso avanzar en el proceso de impeachment contra
los ministros del STF (Supremo Tribunal Federal). Si les sirven los mandatos
ganados por la izquierda en este momento -y lo hacen, sin duda- su primera
prueba de fuego es mantener la militancia que hizo campaña por los
candidatos proporcionales, en las calles, para elegir a Lula en la segunda
vuelta, sí o sí.



Tanto o más autoengañoso es el optimismo de los cálculos matemáticos que
eluden la lucha política y social: "Lula tiene una ventaja de seis millones
de votos", "todo lo que se necesita es ganar otro 2% de votantes" y otras
frases similares de autoayuda. Bolsonaro tuvo de donde sacar votos en la
recta final de la primera vuelta para acercarse a Lula y puede tener todavía
más "fondos de reserva", en los votantes de Tebet, Ciro y en los votos
blancos y nulos. Más aún si aprendemos, de una vez por todas, que la campaña
de un neofascista no se mueve sólo por los caminos iluminados de las "reglas
de juego" de este "partido de la democracia", en las que tanto insisten los
comentaristas de turno.



Por esta misma razón, el razonamiento institucionalista que ha dominado
hasta ahora la dirección de la campaña del PT, de que basta con sumar más
apoyos formales al frente amplio electoral, podría ser desastroso en esta
segunda vuelta. No es que vayamos a poder decir que no vamos a poder
hacerlo. Estos partidos ya han elegido a sus diputados, el MDB sólo lucha
por dos gobiernos estatales en la segunda vuelta (el PDT ni siquiera está
cerca) y, en una carrera tan polarizada, es poco probable que abracen con
entusiasmo a Lula. Incluso si lo hacen, nada garantizará que estos votos
sean heredados por Lula. La señal dada en la primera ronda en relación con
la deshidratación de Ciro fue, de hecho, la contraria. También es inútil
tener más reuniones con los "campeones del PIB" del piso de arriba. No
tienen veto, pero tampoco tienen ningún voto que ofrecer a Lula. El partido
más orgánico que la burguesía brasileña construyó en la Nueva República, el
PSDB, se doblegó ante el bolsonarismo y se hundió. Con la derrota para
gobernador en São Paulo, cayó su último bastión institucional.



Para derrotar electoralmente a Bolsonaro el 30 de octubre, esta es la
principal lección que debemos sacar de los resultados de la primera vuelta,
será necesario que la gente en las calles, con Lula, transforme la actual
mayoría electoral en una ola de apoyo popular, lo suficientemente visible y
expresiva como para arrastrar a parte de los que se abstuvieron en la
primera vuelta, a los votantes no corruptos de los otros candidatos y
asegurar la confianza de los avergonzados y amenazados por la truculencia
del neofascismo de que es posible sacar a Bolsonaro del palacio.



Será necesario arrastrar a Lula a la multitud, como en las laderas de
Salvador, para hacerlo rebotar en medio de las masas, como en las calles de
São Paulo, transformando las próximas cuatro semanas en el proceso de
movilización sociopolítica más intenso de los últimos tiempos. Aunque la
coordinación de su campaña siga apostando por acuerdos desde lo alto con la
dirección del partido y las representaciones burguesas, es necesario
empujarla en dirección a la calle. Tendrán que surgir nuevos “Ele Não!”. El
voto decisivo vendrá de la ampliación de la ventaja allí donde ya existe: en
los sectores más pobres de la clase obrera, en las mujeres, en los negros,
en los jóvenes, en el noreste.



Porque nuestro futuro depende de ello y porque se lo debemos a la memoria de
las casi 700.000 víctimas de la pandemia; a los que caen en las matanzas
policiales diarias, convertidas en propaganda política de los gobernantes
milicianos; y a los millones de personas que pasan hambre.



"La única lucha que se pierde es la que se abandona. No vamos a abandonar
más esa”



* Marcelo Badaró Mattos, profesor de historia en La Universidad Federal
Fluminense (UFF). Investigador en temáticas de historia social del trabajo
en Brasil y animador de debates teóricos marxistas. Autor entre otros
libros, de A classe trabalhadora. De Marx ao nosso tempo (Boitempo, 2019),
además de muchos artículos académicos en sitios y revistas de sociología del
trabajo. (Redacción de Correspondencia de Prensa)

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