Irán/ El castigo. La represión contra las poblaciones más discriminadas. [Jean-Pierre Perrin]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Sab Oct 15 11:34:56 UYT 2022
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Correspondencia de Prensa
15 de octubre 2022
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Irán
La represión contra las poblaciones más discriminadas
El castigo
En medio de las protestas por el asesinato de Mahsa Amini y otras mujeres
por la Policía, el régimen iraní se ensaña con las regiones periféricas del
país, donde las minorías étnicas sufren históricamente la discriminación de
Teherán.
Jean-Pierre Perrin
Brecha, 14-10-2022
https://brecha.com.uy/
Traducción de Brecha
Estado de sitio en Sanandaj, la gran ciudad kurda del norte de Irán, adonde
llegaron refuerzos de las fuerzas especiales durante la noche del lunes 10
al martes 11. Masacre en Zahedán, la lejana capital de Sistán y Baluchistán,
en el sureste del país, donde las fuerzas de seguridad mataron recientemente
a decenas de fieles suníes a la salida de la gran mezquita de la ciudad.
Discriminadas política, económica y socialmente desde el inicio de la
República Islámica, hace más de 40 años, por pertenecer sus poblaciones a
etnias no persas, estas dos ciudades en rebelión son víctimas de una
represión aún más feroz que en el resto de Irán.
En Zahedán, el 6 de octubre, terminaban las oraciones del viernes y los
fieles comenzaban a salir de la mosalla, el lugar reservado para las
principales ceremonias religiosas, cerca de la principal mezquita sunita de
la ciudad. La provincia está bajo tensión debido a la reciente violación de
una adolescente de 15 años por un jefe de Policía en la ciudad portuaria de
Chabahar. Por eso, después de la oración, un grupo de jóvenes baluchíes se
manifestó gritando insultos contra el régimen ante la comisaría que está
frente a la mezquita, al otro lado de la avenida.
Los enfrentamientos comenzaron con el lanzamiento de piedras por algunos
manifestantes. Muchos fieles fueron a ver, entonces, lo que estaba pasando.
Fue en ese momento cuando la Policía, que, sin embargo, no se encontraba en
peligro, abrió fuego.
La población exigía desde hacía semanas que el oficial fuera detenido y
juzgado. Sin resultado. De ahí el creciente descontento. «Las autoridades no
dieron seguimiento al pedido para, de este modo, provocar a la población,
escalar la protesta y así identificar a los líderes, ubicar los barrios que
protestan y aplastarlos», explica Hardy Mede, doctor en Ciencias Políticas e
investigador del Centro Europeo de Sociología y Ciencias Políticas (CESSP,
por sus siglas en francés).
Si bien el detonante de estas últimas manifestaciones fue efectivamente la
impune violación de una adolescente baluchí por parte de un oficial –persa,
además–, las protestas forman parte, de todos modos, del gran movimiento de
protesta que se ha apoderado de Irán tras el asesinato a golpes de Mahsa
Amini el pasado 16 de setiembre en Teherán. Es claro para la población que
ambas son víctimas de la misma violencia contra las mujeres.
En Zahedán, la Policía no se contentó con lanzar proyectiles de gas
lacrimógeno desde el techo de la comisaría, ni con disparar perdigones a los
manifestantes como en muchas ciudades iraníes. Buscaron matar y usaron
munición real. Simultáneamente, otros tiradores sin uniforme aparecieron en
los techos de varias casas cercanas, como lo demuestran las fotografías
compartidas por los manifestantes.
«Apuntaban al corazón y a la cabeza», precisó la oficina del maulavi (título
religioso entre los sunitas) Abdulhamid Ismailzahi, quien no es solo el
líder espiritual de los baluchíes, sino el de todos los sunitas iraníes. Los
que cayeron bajo las balas fueron no solo manifestantes, sino también fieles
y simples transeúntes.
Según investigaciones de Amnistía Internacional publicadas el jueves 6, en
Zahedán «las fuerzas de seguridad iraníes han matado ilegalmente al menos a
66 personas, incluidos niños, y han herido a cientos más con armas de
fuego». «Otras 16 personas han muerto en incidentes separados como parte de
la continua represión de estas protestas», agregó la ONG en su comunicado.
En total, más de 82 personas fueron asesinadas, pero esta cifra incluye
solamente a las víctimas cuya muerte pudo documentarse. En realidad, según
la rama suiza de Amnistía Internacional, que investigó la masacre, el número
de víctimas «es mucho mayor».
El maulavi Abdulhamid Ismailzahi no es en modo alguno enemigo del régimen.
«Siempre ha llamado a participar en las diversas elecciones de la República
Islámica. Incluso se reunió con el presidente Ebrahim Raisi en las últimas
elecciones presidenciales y llamó a votar por él. Siempre esperó que esto
pusiera fin a la discriminación que sufrían los baluchíes. Pero eso no
cambió nada», dice la socióloga francoiraní Azadeh Kian, directora del
Centro de Enseñanza, Documentación e Investigación de Estudios Feministas de
la Universidad de París Diderot y autora de Femmes et pouvoir en islam
(Michalon, 2019).
La provincia más miserable de Irán en términos del nivel de vida de sus
habitantes (el 80 por ciento de los baluchíes vive por debajo del umbral de
la pobreza), la población de Sistán y Baluchistán, no se beneficia de sus
importantes recursos naturales, incluidos el petróleo, el gas, el uranio, el
cobre y el oro. Tampoco se beneficia de proyectos de desarrollo, que
conciernen principalmente a la región de Teherán y las provincias del norte.
Sistán y Baluchistán tiene la tasa de analfabetismo más alta del país.
A ello se suma el peso de los servicios de seguridad, por la frontera
afgana, el tráfico de drogas y la presencia de grupos irredentistas sunitas,
incluso yihadistas, como Jundallah, Jaish Al-Adl, Ansar Al-Furqan, la Liga
Sunní en Irán y la Organización de Liberación de Baluchistán Occidental,
algunos apoyados por Pakistán o Arabia Saudita. Tienen poco impacto en la
población, pero permiten al régimen legitimar la represión.
«Zahedán parece una ciudad ocupada. Esto era así incluso antes del
movimiento de protesta. Los edificios más importantes ya estaban protegidos
por fuerzas policiales. Los puestos de responsabilidad, incluido el de
gobernador, nunca son ocupados por baluchíes, sino por persas, incluso por
azeríes. La discriminación proviene del hecho de que los baluchíes son
sunitas. El caso es que los sunitas nunca han tenido un ministro en ningún
gobierno desde el inicio de la República Islámica, en 1979», añade Kian, que
ha llevado adelante estudios de campo en esta región. Una marginación
política acorde con la Constitución de la República Islámica, que excluye a
los sunitas de puestos de alta responsabilidad.
«Abajo el dictador»
En el otro extremo del país, los kurdos, también en su mayoría de fe sunita
–excepto en la región de Kermanshah–, son víctimas de una discriminación
similar. De ahí las manifestaciones particularmente masivas en el Kurdistán
iraní, donde, durante casi cuatro semanas, decenas de miles de manifestantes
pacíficos han tomado las calles todas las noches al grito de: «¡Abajo el
dictador!» (en referencia a Ali Khamenei, el líder supremo iraní), «¡Abajo
la República Islámica!, ¡No al velo islámico!».
Las mujeres también continúan quemando su hiyab en público mientras gritan
el eslogan feminista kurdo «Jin, jiyan, azadi» (‘Mujer, vida, libertad’).
Incluso hay mujeres y hombres bailando juntos en la calle, lo cual está
prohibido por la ley. Mientras los manifestantes de Zahedán se enfrentaron a
la Policía con gritos de «Allahu akbar», no es el caso de Sanandaj, donde
ciertas consignas tienen un tono claramente antirreligioso. Durante el
funeral de Mahsa Amini, el mulá fue incluso ahuyentado por la familia de la
víctima, que venía de un pequeño pueblo cerca de Sanandaj.
«La situación en esta ciudad es terrible –dice Azadeh Kian–, las fuerzas de
seguridad asaltan viviendas, arrestan y ejecutan. Incluso disparan a la
gente desde helicópteros». «El Estado ya no está presente por la noche en
Sanandaj», agrega Hardy Mede. «De hecho, estamos asistiendo a dos formas de
protesta y, por tanto, a dos dinámicas. La primera es la organizada por los
partidos políticos kurdos, con manifestaciones que se desarrollan
principalmente en espacios públicos. La segunda es la de los barrios
abandonados, en los márgenes, donde vive la población más pobre», dice el
investigador del CESSP.
Según Médicos Sin Fronteras, los manifestantes de Sanandaj se pusieron en
contacto con la ONG para que tratara a los numerosos heridos por la
represión, algunos de los cuales se encuentran en estado crítico. Temen ser
arrestados si van al hospital.
Según Hengaw –una ONG kurda con sede en Noruega– y fuentes locales, un avión
de combate iraní llegó al aeropuerto de Sanandaj durante la noche del lunes
al martes, al tiempo que varios autobuses que transportaban fuerzas
especiales se dirigían a la ciudad. Lo que también preocupa a esta
organización son las grandes dificultades que experimentan los habitantes de
la región para enviar videos de los hechos, debido a las restricciones de
acceso a Internet (véase «La rebelión», Brecha, 23-IX-22). De ahí su temor,
junto con el del Centro para los Derechos Humanos en Irán, con sede en Nueva
York, de que Kurdistán corra la misma suerte que Sistán y Baluchistán.
Otra diferencia con esta provincia es la influencia que ejercen sobre la
población los movimientos kurdos, fundamentalmente el Partido Democrático de
Kurdistán, el Komaleh, y, en menor medida, el PJAK (anagrama del Partido por
una Vida Libre en Kurdistán, cercano al Partido de los Trabajadores del
Kurdistán, conocido en Turquía como PKK), todos aderezados por una larga
experiencia de la lucha clandestina, una influencia que, sin duda, ha
aumentado desde el inicio de la insurrección.
«Estos partidos, desde sus redes clandestinas, están intentando organizar la
protesta y darle un carácter kurdo, con reivindicaciones identitarias»,
analiza Hardy Mede. «Por el contrario, los intelectuales kurdos, en su
mayoría, están en contra, así como no están a favor de la violencia y
quieren evitar cualquier recurso a las armas. Han pedido a los peshmergas
(guerrilleros kurdos, cuyas bases están en el Kurdistán iraquí) que no
intervengan. Quieren dejar libres a los iraníes para que lideren su
revolución por su cuenta.»
No obstante, el régimen iraní se beneficia de estas afirmaciones de
identidad. De ahí las acusaciones, reiteradas este martes en Sanandaj por el
ministro del Interior, Ahmad Vahidi, según las cuales la revuelta está
«apoyada, planificada y dirigida por grupos terroristas separatistas». «Es
falso», replica Azadeh Kian. «Es una maniobra para intentar dividir el
movimiento, haciendo creer que existe un riesgo de dislocación del país, que
muchos iraníes no pueden aceptar. Sin embargo, esta táctica es efectiva. Lo
ves en las redes sociales.»
El régimen vivió un revés el martes con la entrada en protesta del sector
petrolero. Los videos muestran a los trabajadores en huelga quemando llantas
y bloqueando caminos fuera de la planta petroquímica de Assalouyeh, cerca de
la ciudad de Bouchehr, en el suroeste. Acciones similares se han registrado
en particular en Abadan, en el oeste, donde parece haber comenzado una
huelga. Un inicio de agitación que solo puede inquietar al poder: durante la
revolución islámica, las huelgas en las refinerías habían sido un punto de
inflexión en la lucha contra el régimen del sha.
En el resto del país, empezando por Teherán, la protesta parece haber
encontrado su ritmo. Eventos todas las noches, desde las 18 horas. Y una vez
a la semana, el sábado, durante todo el día.
(Publicado en Mediapart, 13-10-2022:
https://www.mediapart.fr/journal/international/131022/iran-la-repression-fra
ppe-les-regions-les-plus-discriminees)
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