Uruguay/ Otro McDía Infeliz. [Gustavo Medina]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Oct 15 23:59:42 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

15 de octubre 2022

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Uruguay



¿Un alimento ultraprocesado para combatir el cáncer?



Otro McDía Infeliz



Gustavo Medina

Brecha, 14-10-2022

https://brecha.com.uy/



Este 14 de octubre se celebra el McDía Feliz, una iniciativa que, como todos
los años, lleva a cabo el afamado restaurante de comida chatarra McDonald’s,
con el fin de recaudar fondos para causas benéficas de salud a partir de la
venta de hamburguesas Big Mac. Tradicionalmente, en nuestro país se hizo
para apoyar a la Fundación Peluffo Giguens, que atiende a niños con cáncer,
pero actualmente el evento se ha renombrado como Gran Día y este año es a
beneficio de la Asociación Casa Ronald McDonald y el liceo Impulso. (1)



La Asociación Casa Ronald McDonald trabaja «apoyando a los niños en
tratamientos médicos prolongados y a sus familias, en especial a aquellas
pertenecientes a los sectores más vulnerables de la población»; su misión es
«crear, encontrar y dar soporte a programas que mejoran directamente la
salud y el bienestar de los niños uruguayos y sus familias», y sus
instalaciones se encuentran en el Hospital Pereira Rossell, con el cual
tiene un convenio, según consta en su web.



El evento Gran Día es un claro ejemplo de campaña de responsabilidad social
empresarial, y se lo promociona como «una fiesta de la solidaridad. Un día
en que la famosa hamburguesa Big Mac tiene el sabor de la solidaridad. [Un]
día en el que todos podemos convertir una Big Mac en una sonrisa».



Creemos que hay un elefante en la habitación que nadie quiere ver y nos
surgen algunas preguntas esenciales: ¿vender hamburguesas ultraprocesadas de
carne animal, un comprobado carcinógeno, para combatir el cáncer y
promocionar la salud?



¿Qué es un Bic Mac?



Aunque a primera vista parezca un alimento, en verdad se trata de un
producto de ingeniería y marketing de alta sofisticación. Su propio eslogan
de venta da cuenta de ello: «La perfección hecha hamburguesa que te hace
agua la boca». Algo que podría ser tan sencillo como una hamburguesa al pan,
en verdad contiene al menos 63 ingredientes. Se trata, pues, de un alimento
ultraprocesado.



El informe Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina:
tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas
públicas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) proporciona una
definición de consenso de estos «alimentos»: son formulaciones industriales
principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos,
además de aditivos y cosméticos que dan color, sabor o textura para intentar
imitarlos. Estas comidas están nutricionalmente desequilibradas, pues tienen
un alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Poseen un elevado
contenido en azúcares libres, grasa total, grasas saturadas y sodio, una
carga glucémica alta y un bajo contenido en proteína, fibra alimentaria,
minerales y vitaminas, en comparación con las comidas sin procesar o
mínimamente procesadas. Vale tener en cuenta que algunos ingredientes
presentes en la Big Mac no están permitidos en determinadas regiones, por
considerarlos peligrosos para la salud humana, ya que experimentos en
ratones han comprobado su toxicidad y carcinogenicidad.(2)



El impacto de estos productos es también a nivel psicosocial y ecológico. El
mismo informe sostiene que «se anuncian y comercializan de manera enérgica.
[…] Del mismo modo que los cigarrillos y las bebidas alcohólicas, las
estrategias de mercadotecnia muchas veces recurren a ideas, lenguaje e
imágenes sumamente seductores y excitantes, que socavan el deseo y la
capacidad de elegir opciones racionales y saludables, y son particularmente
eficaces cuando se dirigen a los niños, los adolescentes y otros grupos
vulnerables». Esto es consecuencia de técnicas desarrolladas a partir de la
ciencia de los alimentos que, mediante la adulteración de «ciertas
características (sabores, propiedades, etcétera) incorporadas a este tipo de
productos, pueden distorsionar los mecanismos del aparato digestivo y del
cerebro que envían la señal de saciedad y controlan el apetito, lo que lleva
a un consumo excesivo. Como resultado, el consumo de tales productos puede
interferir con la capacidad de controlar los hábitos alimentarios».



Además, los ultraprocesados son social y ambientalmente destructivos, pues
desplazan las tradiciones gastronómicas locales, dañando el tejido social y
cultural, y la salud mental y emocional, pues «las cocinas tradicionales han
evolucionado como expresiones de autonomía e identidad [y] también se
adaptan a los climas y los terrenos específicos, son sostenibles, y apoyan a
los negocios locales, las economías rurales y la diversidad biológica».



Ultraprocesados, proteína animal y la salud



La OPS fue tajante al determinar que los productos ultraprocesados muy
probablemente sean la principal causa alimentaria del sobrepeso y de las
enfermedades crónicas: «El mayor consumo de productos ultraprocesados se
asocia con dislipidemia en los niños y, por lo tanto, con un mayor riesgo de
enfermedades cardiovasculares, de síndrome metabólico en los adolescentes y
de obesidad en los adultos». El informe da cuenta de una clara asociación
estadística entre las ventas per cápita de productos ultraprocesados y la
prevalencia de la obesidad en los adultos en todos los países examinados.
Fue con base en ello que se idearon políticas públicas de salud, como el
etiquetado frontal para el exceso de grasas, sodio y azúcar.



Pero no se trata solo de limitar la ingesta de ultraprocesados. El problema
está igualmente en las proteínas animales (carne, huevos y lácteos), también
muy presentes en McDonald’s. La Agencia Internacional de Investigaciones
sobre el Cáncer ha publicado un informe en 2018 que clasifica la carne
procesada como un cancerígeno del grupo 1, el cual supone el mayor nivel de
certeza estadístico según la evidencia disponible, el mismo que para el
asbesto y el tabaco. A modo de ejemplo, según el informe, el riesgo relativo
de desarrollar cáncer colorrectal, el segundo en letalidad luego del cáncer
de pulmón, fue de 18 por ciento por cada 50 gramos al día. En este punto, la
reacción de la comunidad médica y de las autoridades sanitarias no ha estado
a la altura de la situación ni ha tenido la misma fuerza que con los
ultraprocesados.



Esto no deja de sorprender cuando sabemos que el consumo de proteína animal
está claramente determinado como el factor de riesgo más importante para el
desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y varios tipos de
cáncer (especialmente el colorrectal, el pancreático y el de mama), las
principales causas de muerte en el mundo.



El estudio de cohorte de dieta más grande de la historia siguió los hábitos
alimenticios de 400 mil personas, aislando estadísticamente los restantes
factores intervinientes. Allí quedó determinado que basta reemplazar tan
solo un 3 por ciento de las calorías provenientes de varias proteínas
animales por las vegetales para obtener una disminución del 10 por ciento de
la mortalidad general (porcentaje que se duplica si se reemplazan también
los huevos).



Lobby empresarial y obsecuencia científica



No dudamos que esta iniciativa de McDonald’s es, por un lado, un caso de
brandwashing o ‘lavado de marca’, consistente en el involucramiento de las
empresas en causas sociales con el fin de lavar su imagen ante la opinión
pública. También es, por otro lado, una de esas iniciativas empresariales
que hacen de la solidaridad un espectáculo mercantil y cursi, utilizando el
chantaje emocional como estrategia de marketing y de evasión fiscal, de las
que la Teletón es probablemente su mayor expresión. En otras palabras, se
trata de la pervivencia de la caridad cristiana, que no está interesada en
cuestionar las estructuras que producen la de-sigualdad, sino meramente en
paliar el sufrimiento causado por esta, pero actualizada en función de los
tiempos hipermodernos –tal como fueran conceptualizados por Gilles
Lipovetsky (de hiperindividualismo, hipernarcisismo e hiperconsumismo)– más
una pizca de nacionalismo.



Sucede que, actualmente, el sujeto de nuestra era mercantil globalizada
exige también una serie de valores ambientales, sociales y políticos con los
que identificarse, más allá del producto o servicio que desea consumir
(incluso, a veces, la importancia de los valores es ser mayor que la de los
bienes, superando así el valor simbólico del consumo al valor del
intercambio de las mercancías). Es por ello que las corporaciones hoy basan
su estrategia en la producción de una subjetividad, que cada vez incluye más
la promesa de hacer del mundo un lugar mejor (en una suerte de utopismo
capitalista). En otras palabras, según el mito neoliberal, el Edén se
encuentra en la Tierra y se accede a él consumiendo. Ya decía con razón
Gilles Deleuze que, «en una sociedad de control, la fábrica es sustituida
por la empresa, y la empresa es un alma, es etérea». Y el alma de McDonald’s
es tan grande que hasta tiene pretensiones globalistas: «Para la Asociación
Casa Ronald McDonald es un honor poder decir que trabajamos para la
consecución de varios de los objetivos de desarrollo sostenible propuestos
por Naciones Unidas».



No podemos dejar pasar la hipocresía de todo este asunto: que el siniestro
payaso Ronald McDonald colabore con los enfermos de cáncer es el equivalente
a que el Chapo Guzmán lo haga con drogadictos. Es el mismo modus operandi
que lleva a cabo la industria farmacológica, cuyo paradigma es
Bayer-Monsanto: primero, por un lado, vende el veneno y luego, por el otro,
vende el remedio.



Creemos que ni el sistema de salud público ni las organizaciones no
gubernamentales que trabajen en materia de salud deberían aceptar fondos
provenientes de estas iniciativas y que deberían buscarlos en otros
emprendimientos. No deja de sorprendernos que entre los «amigos de la
asociación» Casa Ronald McDonald figuren, como instituciones colaboradoras,
el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y el Ministerio de Salud Pública
(MSP) –desconocemos la naturaleza exacta del vínculo: la asociación no ha
respondido la solicitud de información al respecto–. ¡El mismo MIDES que les
niega el apoyo a las ollas populares y emprende una campaña persecutoria
contra ellas es el que apoya a una multinacional que produce cáncer y tapa
las arterias con colesterol!



Conclusiones y propuestas



En vista de la evidencia científica más reciente, el consumo de alimentos
ultraprocesados y de origen animal supone un grave riesgo para la salud
humana, tanto en morbilidad como en mortalidad, y la hamburguesa Big Mac
puede tomarse como epítome en este asunto. Pretender mejorar la salud de las
poblaciones enfermas y más vulnerables consumiendo esta clase de «alimentos»
es como querer apagar un incendio con gasolina.



Las pautas dietarias de las comunidades médicas y de las autoridades
sanitarias, especialmente las regionales, como la OPS, desaconsejan
enfáticamente el consumo de ultraprocesados, pero no así el consumo de
productos animales. Aún resta mucho para que estos colectivos actúen en
consonancia con los avances en la ciencia de la nutrición, que es cada vez
más proclive a recomendar una dieta a base de vegetales integrales
(cereales, legumbres, frutas y verduras) como la más apta para el ser
humano.



Acciones empresariales como el McDía Feliz deberían ser advertidas a la
población al menos como engañosas por parte del MSP. Después de todo, ¿no
debería esta cartera velar por acciones de disminución de riesgos y de
promoción de la salud? Para finalizar, más preguntas: ¿qué tiene para decir
la Sociedad Uruguaya de Pediatría?, ¿y la de Oncología Médica y Pediátrica?



Notas



1) Institución religiosa privada, financiada entre otras por “donaciones”
empresariales que, de esta forma, se benefician de exoneraciones fiscales.
(Redacción Correspondencia de Prensa)

2. El polisorbato 80 tiene carcinogenicidad comprobada en ratones, por
ejemplo. Por otra parte, el colorante caramelo (E150d) está prohibido en
California. (Brecha)

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