Brasil/ Peleando en la oscuridad. [Marcelo Aguilar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Oct 21 12:07:50 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

21 de octubre 2022

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Brasil



La campaña a nueve días del balotaje



Peleando en la oscuridad



Los señalamientos morales y los ataques difamatorios se comen las primeras
semanas de campaña antes de la segunda vuelta. Canibalismo, satanismo,
pedofilia y masonería dominan los titulares de la elección más importante en
más de tres décadas.



Marcelo Aguilar, desde San Pablo

Brecha, 21-10-2022

https://brecha.com.uy/



«Fueron las peores 24 horas de mi vida», dijo el presidente Jair Bolsonaro a
la prensa, al llegar a la Rede Bandeirantes para el primer debate
presidencial de la segunda vuelta, que ocurrió el domingo. Lo dijo en
relación con una denuncia que inundaba las redes sociales por esas horas,
basada en una declaración que él mismo había hecho. En un pódcast, el
presidente había vuelto a insinuar –como ya había hecho antes en una reunión
con empresarios– que unas adolescentes venezolanas que conoció en un barrio
de la periferia de Brasilia practicaban la prostitución; pero esta vez fue
peor, porque dijo «pintou um clima», que en traducción libre sería algo así
como «pintó onda», lo que le valió el ser acusado de pedófilo. Tal fue el
impacto de la ofensiva de sus adversarios que, la noche previa al debate,
Bolsonaro salió a negar las acusaciones en una transmisión en redes sociales
a la 1 de la mañana.



Este tipo de casos dan la talla del tono de la discusión que hasta el
momento pauta la segunda vuelta presidencial en Brasil. La última encuesta
de Datafolha, publicada el miércoles, muestra un escenario apretado: 49 por
ciento de los votos para Luiz Inácio Lula da Silva, 45 por ciento para
Bolsonaro, con 1 por ciento de indecisos y 4 por ciento que declara voto
nulo o en blanco. Según la encuesta de la consultora IPEC del 10 de octubre,
el 94 por ciento de los electores ya sabe a quién van a votar. Seguramente
sean las decisiones de indecisos y de quienes declaran que votarán en blanco
las que definan la elección.



Alta temperatura



Tensión, esa es la palabra que define, según la doctora en Ciencia Política
Denilde Holzhacker, a esta campaña. Y se refiere «no solamente al alto grado
de rivalidad y confrontación entre ambas campañas, que refleja la
polarización, sino también tensión en la opinión pública en relación con los
resultados y el después». Holzhacker, que es profesora de la Escuela
Superior de Propaganda y Marketing de San Pablo y desde 1994 estudia las
elecciones, dice a Brecha que el clima es el más tenso de todas las
elecciones que vio.



Afirma: «Esta es una campaña muy poco propositiva; se discutieron muy pocos
proyectos y propuestas en términos de políticas públicas: es una de las
campañas más pobres. Las dos campañas están con la estrategia de ampliar el
rechazo de su oponente, y esto la ha convertido en una campaña de
acusaciones y de cuestionamientos más que de discusiones sobre lo que se
pretende hacer».



Para el sociólogo y politólogo Rudá Ricci, la tendencia es que esa situación
se profundice: «Lula mantiene la diferencia que tuvo en la primera vuelta,
y, por tanto, se espera un avance de la agresividad de la campaña de
Bolsonaro en esta próxima semana, pues precisa conquistar votos de indecisos
o aumentar el número de abstenciones principalmente entre los más pobres del
país, que son en su mayoría electores de Lula». Y destaca un aspecto
bastante imprevisible: «Hay movimientos sobre los que todavía no está tan
clara su efectividad, una especie de campaña invisible en células
evangélicas y reuniones por lo bajo con agrupamientos políticos. No tenemos
instrumentos para medir con precisión el impacto de ese microcosmos de la
política bolsonarista en los barrios y dentro de las iglesias».



Holzhacker prevé una segunda vuelta muy estrecha: «Lula tiene una ventaja
considerable, y Bolsonaro tiene que tener la capacidad de mejorar esa
comunicación con grupos más moderados, principalmente electores de Simone
Tebet y Ciro Gomes. Lula tiene una ventaja muy grande en el nordeste que
precisa mantener y ampliar, así como mantener Minas Gerais y mejorar su
posición en San Pablo y Río. Es un juego que todavía está abierto. La
expectativa es que Bolsonaro mejore su posición y quede más próximo a Lula;
la pregunta es si tendrá condiciones de hacer esa arrancada final y
superarlo de aquí al 30 de octubre».



Tu veneno



Parte de la izquierda, sobre todo en redes sociales, empezó a bailar con la
música bolsonarista. El primer embate de la campaña para la segunda vuelta
fueron acusaciones cruzadas sobre religión. La campaña de Bolsonaro inventó
una supuesta alianza de Lula con el diablo, y los internautas de izquierda
respondieron con videos de Bolsonaro en una sede de la masonería, noticia
que preocupó en filas del gobierno, por su posible impacto en la base
evangélica. Los izquierdistas redoblaron la apuesta con ofensivas, como la
acusación de pedofilia contra Bolsonaro, que, según Ricci, responden a una
especie de «campaña paralela» de Lula, liderada por el diputado federal de
Avante André Janones. «El principal objetivo es soltar bombas en el cuartel
general del adversario, obligándolo a retroceder para defenderse. Y este
ataque fue hasta el momento el más importante y certero, a tal punto que lo
obligó a hacer un live a la 1 de la mañana», agrega. Si tiene efecto
electoral, todavía no está del todo claro, pero según el analista el
objetivo es otro: «Las encuestas recientes no indican efectivamente que este
tipo de acciones ganen votos, entonces, ¿cuál es la importancia de ese tipo
de ataques? Que el otro lado tiene que defenderse, y al tener que defenderse
se paraliza, y es lo que la campaña de Lula precisa para ganar la elección».



En el marco de esta estrategia ya se le había acusado a Bolsonaro de
caníbal, por declaraciones que dio en 2016 a un periodista del New York
Times en las que afirma que, en el contexto de una visita a una región
amazónica, no tendría problemas en comer la carne de un indígena, lo que,
según el entonces diputado, «es parte de la cultura de ellos». El papel de
Janones en las redes sociales, su ecosistema natural, le ha ganado el mote
de Carluxo de esquerda, en oposición a Carlos Bolsonaro, el hijo y
coordinador de redes sociales del presidente, y a sus métodos algo parecidos
a un «bolsonarismo en sentido contrario».



El propio Janones ya ha declarado en varias oportunidades que su estrategia
responde a darle de tomar su «propio veneno» a los bolsonaristas. A su vez,
concentra los ataques en su persona, para dejarle el camino libre a Lula.
Ricci, que ya trabajó en la coordinación de campañas del Partido de los
Trabajadores (PT), afirma que Janones «está haciendo una campaña
violentísima contra Bolsonaro y los bolsonaristas, que es algo que el PT no
hace desde mucho tiempo atrás: el PT de la década del 80 era mucho más
agresivo, pero la mayoría de los simpatizantes del partido en el siglo XXI
no están muy acostumbrados a eso».



La otra campaña del PT, la oficial, está centrada en la figura de Lula como
estadista, en las pautas económicas, como el combate al hambre y a la
pobreza, e incluye enormes actos en varias regiones del país, sobre todo en
los lugares donde cree que puede dar vuelta el resultado o puede aumentar su
votación, como Río de Janeiro, San Pablo y el nordeste. Ricci agrega un
dato: «Esos grandes mitines que Lula hace son típicos del siglo XX, pero no
del XXI. Hoy las personas se juntan en grupos más chicos y en redes
sociales, y es ahí donde Bolsonaro actúa mejor. Es común escuchar gente que
pregunta: ¿cómo es posible que con esos actos tan masivos que Lula hace tan
seguido, y Bolsonaro no, haya tan poca diferencia de votos entre los dos
candidatos?».



Viejos fantasmas



Bolsonaro mantiene sus viejas armas. Usa a destajo en su campaña los métodos
que lo llevaron a la presidencia: los ataques permanentes al PT, la amenaza
comunista, la coacción empresarial sobre los trabajadores y la distribución
a gran escala de noticias falsas. Explorar los grupos de distribución de
noticias de la campaña oficial, del propio presidente y sus hijos, es un
viaje a los confines de la mentira. El tono es de «guerra santa». Proliferan
las apelaciones al miedo: Lula cerrará iglesias si gana la elección, Lula va
a legalizar las drogas y el aborto –punto que no figura en su plan de
gobierno–, y Lula es un títere del crimen organizado.



Esta narrativa tuvo su punto más alto durante la reciente visita del
candidato petista al conjunto de favelas cariocas conocido como Complexo do
Alemão, en la que el expresidente fue fotografiado usando un gorro con la
sigla CPX, que se refiere a «Complexo». Rápidamente, los bolsonaristas
trataron de asociar la sigla con una facción criminal. Incluso, en el debate
televisivo, Bolsonaro insistió en ese punto. El actual presidente asoció a
los habitantes de la favela con traficantes, algo que puede ser visto como
un tiro en el pie, según Holzhacker: «Bolsonaro erró al asociar como un todo
a las personas que viven en las favelas con el narcotráfico. Fue bastante
negativo para él, que precisa del electorado más pobre». Lo mismo hizo
recientemente con los nordestinos, al insinuar que el analfabetismo los
había inducido a votar a Lula.



Bolsonaro ha hecho del Palacio de Planalto –que, según su esposa, antes de
que el excapitán llegara estaba «consagrado a los demonios»– su búnker de
campaña. En gesto desafiante, hizo colgar una bandera gigante de Brasil del
techo de la fachada y ha recibido en la sede del Ejecutivo a diversos grupos
de apoyo, junto con los que ha dado conferencias de prensa. Tal es el caso
de una comitiva de cantantes de sertanejo, uno de los ritmos musicales más
populares del país, integrada, entre otros, por Gusttavo Lima, Leonardo y
Zezé di Camargo. Este grupo acompaña al presidente desde 2018.



«Uno de los problemas de Bolsonaro es que él debería estar enfocado en la
ampliación de su base de votos, pero en los últimos 15 días solo ha hecho
campaña para su burbuja, para aquellos que ya están vinculados a su
ideario», afirma Ricci. Esta lectura es reforzada por un momento clave del
debate del domingo: el tercer bloque. El peor desempeño de Lula se dio en
ese momento, cuando, cuestionado sobre la corrupción en la Petrobras, habló
demasiado, agotó su tiempo –en ese bloque los candidatos tenían 15 minutos
cada uno para usar como mejor entendieran–, no dio respuestas contundentes y
le dejó a Bolsonaro más de cinco minutos para hablar al final. Sin embargo,
Bolsonaro usó todo ese tiempo, que podía ser considerado una oportunidad de
oro, para hablar de la supuesta amistad de Lula con Daniel Ortega, la
persecución a cristianos por el régimen nicaragüense y la «defensa de
dictaduras» supuestamente practicada por el petista, todos temas que
dialogan con un público ya convencido y que difícilmente capturen indecisos;
algo que fue visto como un alivio por integrantes de la comitiva petista
presentes en el debate.



El debate marcó el acercamiento de un viejo conocido y eventual desafecto:
el exjuez y exministro de Justicia de Bolsonaro, Sergio Moro. Para
Holzhacker, «traer a Moro al debate, y haber colocado a Lula en una
situación incómoda al hablar de la corrupción, permitió a Bolsonaro
señalarle a cierto público que él estaría del lado de los contrarios a la
corrupción. Ahí puede haber reconquistado algunas posiciones en un
electorado que es antipetista y favorable a la operación Lava Jato».



Marcas profundas



Gane quien gane, a Brasil le esperan tiempos convulsos. Una victoria de
Bolsonaro con mayoría en el Congreso abre camino para un avance autocrático.
El actual presidente ha dicho recientemente que analiza ampliar el número de
integrantes del Supremo Tribunal Federal, con el objetivo de «equilibrarlo»,
lo que en la práctica podría significar una mayoría favorable a Bolsonaro y
sus políticas. La medida ha sido criticada ampliamente y denunciada como una
nueva amenaza autoritaria del ultraderechista.



En caso de victoria de Lula, deberá negociar con un Legislativo con
significativa representación opositora, contemplar intereses de diversos
sectores que integran su abanico de alianzas y enfrentar enormes desafíos de
reconstrucción institucional tras el paso del bolsonarismo por el poder.
Para Ricci, el principal problema es la estabilidad del país: «Sea cual sea
el resultado, el bolsonarismo va a salir muy fuerte. Y lo que es importante
en una elección no es solamente la victoria electoral, sino también la
victoria política. Dilma ganó la elección, pero perdió la política.
Bolsonaro puede perder la elección, pero [puede] salir fuerte políticamente,
y eso puede hacer que el país se prenda fuego en 2023. Puede salir como un
líder de masas de extrema derecha con un poder de artillería gigantesco».



En una perspectiva más amplia, el avance de la ultraderecha bolsonarista y
la consecuente desaparición electoral de la derecha tradicional seguramente
dejarán marcas profundas en la concepción brasileña de la política. La
campaña se ha vuelto más sucia, con debates sobre asuntos más alejados del
día a día de las grandes masas del país. Canibalismo, satanismo, pedofilia,
masonería, entre otros, han dominado los embates en redes sociales en las
últimas semanas, y han permeado los debates políticos. Vastos sectores de la
izquierda entienden que este sea quizás el único camino para desgastar al
bolsonarismo de cara a la elección del 30 de octubre: usar sus propias armas
y jugar en su propio terreno. El tiempo dirá si están en lo cierto.
«Lamentablemente, este es el tono de la política brasileña. Esta es ahora la
lógica hegemónica: la barbarie. Y esta barbarie es resultado de muchísimos
años de mentiras, acusaciones exageradas y suposiciones, que generaron un
fuerte resentimiento, y los grandes medios tienen un papel central en esto»,
cierra Ricci.

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