Marxismo/ Ernest Mandel, el legado te髍ico y militante que persiste. [Dossier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 7 23:37:38 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

8 de abril 2023

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Marxismo



Centenario del nacimiento de Ernest Mandel



El 5 de abril se cumplieron cien a帽os del nacimiento de Ernest Mandel, militante desde su juventud, activista revolucionario y uno de los principales te贸ricos marxistas de toda la segunda mitad del siglo XX, dirigente hist贸rico de la IV Internacional  Su obra te贸rica contin煤a siendo una referencia ineludible para re-pensar la acci贸n anticapitalista en nuestro tiempo y construir una perspectiva democr谩tica de socialismo revolucionario.



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Por qu茅 soy marxista



Ernest Mandel

Viento Sur, 6-4-2023

https://vientosur.info/por-que-soy-marxista/

Traducci贸n de Viento Sur



La versi贸n original de este texto de Ernest Mandel apareci贸 en alem谩n, en una colecci贸n de contribuciones de marxistas de diversas procedencias a los que se pidi贸 que dieran una respuesta personal al t铆tulo del libro, editado por Fritz J. Raddatz: Warum ich Marxist bin (Por qu茅 soy marxista). El libro fue publicado por primera vez por Kindler Verlag, Munich, 1978 (Mandel, pp. 57-94), y despu茅s en una edici贸n de bolsillo por Fischer Taschenbuch Verlag, Frankfurt, 1980 (Mandel, pp. 52-86). La contribuci贸n de Mandel se titulaba, en el original alem谩n, con una cita del joven Marx: "Der Mensch ist das h枚chste Wesen fur den Menschen" (Para el ser humano, el ser supremo es el ser humano). Esta contribuci贸n se publica aqu铆 por primera vez en franc茅s. (http://www.ernestmandel.org/new/ecrits/article/pourquoi-je-suis-marxiste) Hemos traducido sistem谩ticamente el alem谩n "Mensch" como "humano", "ser humano" o "humanidad", singular o plural seg煤n el contexto, en lugar de como "hombre". 鈥(Gilbert Achcar, editor de Le Marxisme d'Ernest Mandel, Actuel Marx/Confrontations, PUF, Par铆s 1999)



I.

El gran atractivo intelectual del marxismo reside en que permite una integraci贸n racional, completa y coherente de todas las ciencias humanas sin equivalente hasta ahora. Rompe con el absurdo supuesto de que lo humano como estructura anat贸mica no tiene pr谩cticamente ninguna relaci贸n con lo humano como "zoon politikon"; lo humano como productor de bienes materiales ser铆a algo completamente distinto de lo humano como artista, poeta, pensador o fundador de una religi贸n. Sin embargo, 茅ste sigue siendo el supuesto subyacente de todas las ciencias acad茅micas que estudian lo humano.



Mientras que en la antropolog铆a f铆sica es natural subrayar la estrecha correlaci贸n entre la evoluci贸n de la constituci贸n f铆sica humana y el desarrollo de las capacidades ps铆quicas (entre otras la capacidad de comunicaci贸n elaborada y de conceptualizaci贸n), y mientras que en el estudio de la prehistoria y la etnolog铆a, las culturas primitivas de la humanidad se catalogan rigurosamente (隆a veces de forma demasiado estrictamente mec谩nica!) seg煤n los instrumentos de trabajo utilizados y la actividad econ贸mica predominante, la historiograf铆a acad茅mica se niega a reconocer en los sucesivos modos de producci贸n la clave para comprender el desarrollo de las civilizaciones y la historia pol铆tica; y la econom铆a pol铆tica dominante sostiene la leyenda de un "deseo de propiedad" supuestamente arraigado "en la naturaleza humana", que -independientemente del estado de desarrollo de las fuerzas productivas y de una forma de organizaci贸n econ贸mica fechada hist贸ricamente- elevar铆a la propiedad privada, la producci贸n de mercanc铆as y la competencia a la categor铆a de instituciones eternas de la vida econ贸mica.



El marxismo permite superar estas contradicciones evidentes. Partiendo del hecho establecido por la antropolog铆a de que el ser humano, al ser incompleto, s贸lo puede sobrevivir como ser social 1/, el marxismo ve en esta limitaci贸n anat贸mica de nuestra especie la base de sus infinitas posibilidades de adaptaci贸n, es decir, el hecho de que la sociedad se haya convertido en la "segunda naturaleza" del ser humano y de que la adaptaci贸n a diferentes formas de organizaci贸n social pueda dar lugar a infinitas variaciones de comportamiento.



El marxismo permite explicar el car谩cter hist贸rico de las leyes y formas sociales -y esto, por supuesto, no por las cualidades f铆sicas y psicol贸gicas permanentes de la especie, que han podido cambiar muy poco en los 煤ltimos diez mil a帽os-, sino a partir de los cambios dictados por la forma que adopta el trabajo como condici贸n absolutamente necesaria para la supervivencia de la humanidad.



Los seres humanos producen su vida material con la ayuda de medios de producci贸n y, en el marco de esta producci贸n, establecen ciertas relaciones entre s铆, que se denominan relaciones de producci贸n. Estas relaciones de producci贸n determinan en 煤ltima instancia la estructura de cualquier orden social como un modo de producci贸n espec铆fico. La dial茅ctica del desarrollo de las fuerzas de producci贸n (que comprenden los medios de producci贸n y el trabajo humano, a los que hay que a帽adir las capacidades t茅cnicas, cient铆ficas e intelectuales de las y los productores), as铆 como el desarrollo de las relaciones de producci贸n (en el que su rigidez relativa, es decir, su car谩cter estructural, desempe帽a un papel importante), determinan, en 煤ltima instancia, el devenir de la historia humana, sus avances y retrocesos, sus cat谩strofes y revoluciones.



Pero para el marxismo, las actividades sociales no econ贸micas de los seres humanos no tienen en absoluto un car谩cter secundario, y mucho menos accesorio. Precisamente porque los seres humanos no pueden sobrevivir sin la producci贸n social, la comunicaci贸n social es antropol贸gicamente constitutiva en el mismo grado que el trabajo social. Ambas est谩n vinculadas y son inseparables. Una no puede existir sin la otra. Pero esto significa que el ser humano hace todo lo que emprende con la cabeza, es decir, reflexiona sobre esta praxis suya 2/. La producci贸n de bienes materiales va acompa帽ada de la producci贸n de conceptos (a la que la producci贸n del lenguaje -los fonemas- s贸lo proporciona la materia prima). El marxismo intenta explicar c贸mo la producci贸n inmaterial (incluida la producci贸n de sistemas conceptuales, es decir, la ideolog铆a, la religi贸n, la filosof铆a y la ciencia) se entrelaza con la producci贸n de la vida material, se separa de ella, reacciona sobre ella y qu茅 determina este movimiento hist贸rico.



En esta explicaci贸n tienen un car谩cter decisivo los siguientes descubrimientos que, como los anteriores, forman parte de la esencia del marxismo. En el nivel de observaci贸n m谩s general y abstracto, en cada forma particular de sociedad (modo de producci贸n), la totalidad de la producci贸n material puede dividirse en dos categor铆as principales: por una parte, el producto necesario, que reproduce la fuerza de trabajo de las y los productores, as铆 como el stock dado de medios de producci贸n, permitiendo el mantenimiento del nivel de civilizaci贸n material y la expansi贸n demogr谩fica de la sociedad; por otra, el plusproducto social, que permanece despu茅s de que el producto necesario se haya sustra铆do de la producci贸n social global. Si el plusproducto social es insignificante, inestable y puramente accesorio, habr谩 muy poco crecimiento econ贸mico debido a la falta de posibilidades de acumulaci贸n, y no podr谩 haber una divisi贸n del trabajo significativa. S贸lo cuando el producto social excedente alcance un determinado umbral m铆nimo, en cantidad y duraci贸n, podr谩 utilizarse parte de la producci贸n actual para alimentar a m谩s personas y crear medios de producci贸n adicionales, es decir, podr谩 iniciarse una verdadera din谩mica de crecimiento econ贸mico.



Al mismo tiempo, se puede desarrollar la divisi贸n econ贸mica del trabajo: una parte de la sociedad puede liberarse de la coacci贸n de la producci贸n para su propio mantenimiento, y la artesan铆a, el arte y el comercio, la escritura, la producci贸n ideol贸gica y cient铆fica, la actividad administrativa y b茅lica, pueden convertirse gradualmente en ocupaciones aut贸nomas al separarse de la producci贸n estrictamente para el mantenimiento de los productores. Esto facilita la acumulaci贸n y la transmisi贸n de experiencia, conocimientos y recursos econ贸micos acumulados, lo que a su vez conduce a un mayor aumento de la fuerza productiva del trabajo humano y a una mayor expansi贸n del producto social excedente.



A partir de cierto nivel de desarrollo, esta divisi贸n econ贸mica del trabajo conduce tambi茅n a una divisi贸n social, es decir, ambas se combinan. Una parte de la sociedad utiliza la divisi贸n funcional del trabajo (por ejemplo, las funciones de gesti贸n de provisiones, el mando del ej茅rcito, la autoridad sobre los prisioneros de guerra, etc.) para hacerse con el control del plusproducto social y obligar a parte o a toda la gente que produce a que le cedan ese plusproducto de forma permanente. As铆, la sociedad se divide en clases sociales antag贸nicas, entre las que se libra una lucha de clases permanente (a veces oculta, a veces abierta, a veces pac铆fica, a veces violenta) por la distribuci贸n de la producci贸n material y -peri贸dicamente, al menos- por la conservaci贸n o la superaci贸n del orden social existente.



Sobre la base de las relaciones de producci贸n dominantes, se desarrolla una compleja superestructura de formas de pensar, modos de comportarse, normas jur铆dicas e instituciones coercitivas, sistemas ideol贸gicos, etc., que tienen la funci贸n de preservar el orden social existente. La m谩s importante de estas instituciones es el Estado, es decir, un aparato espec铆fico, separado del resto de la sociedad y mantenido con el plusproducto social, que obtiene el monopolio del ejercicio de determinadas funciones sociales. Puesto que la clase dominante controla el plusproducto social, controla el Estado. Por la misma raz贸n, la ideolog铆a dominante (隆pero no 煤nica!) de cada sociedad es tambi茅n la ideolog铆a de la clase dominante.



Este instrumento conceptual, relativamente simple, permite al marxismo comprender y explicar de forma exhaustiva, e integrando cada vez m谩s datos emp铆ricos, no s贸lo el desarrollo econ贸mico y social, sino tambi茅n la historia de los Estados, las culturas, la ciencia, la religi贸n, la filosof铆a, la literatura, el arte y la moral, en sus peculiaridades y en sus transformaciones 3/. Este es su mayor activo. El marxismo es la ciencia del desarrollo de la sociedad humana, es decir, en 煤ltima instancia, la ciencia del ser humano.



II

La mayor contribuci贸n te贸rica de Karl Marx reside en el descubrimiento de las leyes espec铆ficas del desarrollo del modo de producci贸n capitalista.

La concepci贸n marxista de la historia y de la sociedad se basa en el principio de que cada modo de producci贸n tiene sus propias leyes de desarrollo, que determinan su origen, crecimiento, pleno desarrollo, declive y desaparici贸n. La mayor contribuci贸n te贸rica de Karl Marx reside en el descubrimiento de las leyes espec铆ficas del desarrollo del modo de producci贸n capitalista. 脡ste es, de hecho, el contenido de su obra principal. El capital exist铆a antes que el modo de producci贸n capitalista. Se desarroll贸 por primera vez en el contexto de la producci贸n de mercanc铆as a peque帽a escala, a trav茅s de la autonomizaci贸n del comercio monetario. Sus formas primitivas son el capital de usura y el capital comercial. S贸lo con la penetraci贸n del capital en la esfera de la producci贸n nace el capitalismo moderno. S贸lo cuando el capital comienza a dominar la esfera de la producci贸n se puede hablar realmente de un modo de producci贸n capitalista definitivamente establecido.



El capital es un valor que genera plusval铆a, es dinero en busca de m谩s dinero, la b煤squeda del enriquecimiento se convierte en el motivo dominante de la actividad econ贸mica. Uno de los mayores descubrimientos de Karl Marx fue establecer que el capital, en s铆 mismo, no es una cosa. La cr铆a de ganado, una cantidad de medios de trabajo acumulados o incluso un tesoro de oro y plata no son autom谩ticamente capital. Estas cosas s贸lo se convierten en capital en determinadas condiciones sociales, que permiten a su propietario apropiarse del plusproducto social, en parte o en su cuasi totalidad, en funci贸n del peso de este capital en la sociedad. Detr谩s de la apariencia de las relaciones entre los seres humanos y las cosas, Marx descubri贸 la sustancia de la relaci贸n capitalista como relaci贸n social de producci贸n, como relaci贸n entre clases sociales.



La esencia del modo de producci贸n capitalista se encuentra en la relaci贸n entre trabajo asalariado y capital, en la separaci贸n de las y los productores directos de sus medios de trabajo y subsistencia, por un lado, y por otro, en el control fragmentado -debido a la propiedad privada de los medios de producci贸n- de la clase capitalista sobre los medios de producci贸n 4/. De esta doble divisi贸n de la sociedad surgen las instituciones econ贸micas estructurales. Las y los productores directos tienen la obligaci贸n econ贸mica de vender su fuerza de trabajo como 煤nico medio de subsistencia. La totalidad de las mercanc铆as producidas es confiscada por quienes poseen los medios de producci贸n que se apropian de ellas. Surge entonces una sociedad de producci贸n generalizada de mercanc铆as, porque no s贸lo est谩n disponibles en el mercado todas las mercanc铆as producidas, sino tambi茅n todos los medios de producci贸n (incluidos la tierra y el subsuelo), as铆 como la propia fuerza de trabajo.



Para los marxistas, son estas caracter铆sticas estructurales las que definen el car谩cter capitalista de la econom铆a y la sociedad, y no los salarios bajos, las o los productores indigentes, la poblaci贸n asalariada sin poder pol铆tico o la no intervenci贸n del Estado en la econom铆a. Lejos de haberse limitado a "describir la evoluci贸n econ贸mica del siglo XIX", y de haber sido "superado por la evoluci贸n econ贸mica del siglo XX", El Capital de Marx es de hecho una brillante anticipaci贸n de tendencias evolutivas que s贸lo se materializaron plenamente mucho despu茅s de la muerte del autor. En todos los pa铆ses capitalistas de la 茅poca de Marx, con la excepci贸n de Gran Breta帽a, la mayor铆a de la poblaci贸n trabajadora segu铆a estando formada por peque帽os productores y comerciantes independientes, asistidos por sus familias. S贸lo mucho m谩s tarde esta poblaci贸n se descompuso en una gran mayor铆a de personas asalariadas (ya m谩s del 90% en Gran Breta帽a y EE UU, m谩s del 80% en la mayor铆a de los dem谩s pa铆ses capitalistas industriales) y una clase de grandes, medianos y peque帽os capitalistas, continuamente m谩s reducida, mientras que los peque帽os productores independientes, que trabajaban sin asalariados externos, se convirtieron en una minor铆a en v铆as de extinci贸n.



Para probar que ya no vivimos en un modo de producci贸n capitalista en el sentido en que lo entend铆a Marx, para apoyar el cuento de una econom铆a mixta, habr铆a que demostrar que las y los asalariados ya no se ven obligados a vender continuamente su fuerza de trabajo (por ejemplo, porque el Estado podr铆a garantizar a toda la ciudadan铆a una renta m铆nima de existencia, o porque los medios de producci贸n ser铆an tan baratos que ser铆a posible para cada trabajador o trabajadora ahorrar lo suficiente con su salario medio para establecerse como independientemente) y que el desarrollo de la econom铆a ya no estar铆a dominado por la obligaci贸n, dictada por la competencia, de maximizar el beneficio y el crecimiento de cada empresa.



Si analizamos el desarrollo econ贸mico de los 煤ltimos cien, cincuenta y veinticinco a帽os, veremos que no se ha producido ninguno de estos cambios estructurales. El capitalismo, tal y como lo defini贸 Marx, sigue siendo hoy, m谩s que nunca, la caracter铆stica del orden econ贸mico del mundo occidental.



No se trata de una cuesti贸n de definici贸n, es decir, de una disputa sem谩ntica. La definici贸n cient铆ficamente exacta de la esencia del modo de producci贸n capitalista nos permite descubrir sus leyes de funcionamiento a largo plazo, as铆 como sus contradicciones internas. Aqu铆 encontramos de nuevo una notable superioridad del an谩lisis econ贸mico marxista sobre las escuelas neocl谩sicas de econom铆a, que no tienen nada equivalente que ofrecer 5/.



Puesto que el capitalismo se basa en la propiedad privada de los medios de producci贸n -es decir, en el poder, compartido por diferentes empresas y capitalistas, de disponer de los medios de trabajo y de la fuerza de trabajo, as铆 como en la capacidad de decidir sobre las inversiones-, la producci贸n capitalista se sit煤a bajo el signo de una competencia despiadada y de la anarqu铆a de la producci贸n que de ella se deriva. Cada capitalista, cada empresa, busca maximizar el beneficio y el crecimiento, sin preocuparse de los efectos de esta tendencia sobre el conjunto de la econom铆a.



Con el fin de mantener o ampliar la posici贸n de mercado de cada competidor, la competencia obliga a reducir los costes de producci贸n. La reducci贸n de los costes de producci贸n exige una ampliaci贸n constante de la escala de producci贸n, es decir, la producci贸n de series cada vez mayores, que a su vez requieren m谩quinas cada vez m谩s eficientes. Por lo tanto, en el capitalismo existe una tendencia hacia un enorme desarrollo del progreso t茅cnico, hacia la utilizaci贸n permanente de los descubrimientos cient铆ficos en la producci贸n material, hacia la extensi贸n ilimitada de la masa de mercanc铆as y del parque de m谩quinas hasta la semiautomatizaci贸n anticipada por Marx.



Pero cada vez m谩s m谩quinas requieren cada vez m谩s capital. Para no ser derrotado por la competencia, cada capitalista (la empresa capitalista) debe tratar de ampliar su capital continuamente. La acumulaci贸n de capital es el objetivo esencial y el motor principal de la vida econ贸mica y del crecimiento en el capitalismo. Si la acumulaci贸n de capital se ralentiza, la actividad econ贸mica disminuye y se extienden la escasez y la miseria, a pesar de que se disponga de enormes reservas de bienes y fuerzas productivas. Obligada a acumular capital, la clase capitalista no tiene m谩s remedio que tender a un mayor grado de explotaci贸n de la fuerza de trabajo. Porque el capital no es m谩s que plusval铆a capitalizada, y la plusval铆a no es m谩s que trabajo no remunerado: es la diferencia entre el nuevo valor total producido por el trabajo y los costes de reproducci贸n de la fuerza de trabajo, es decir, la forma monetaria del sobreproducto social. Dado que con el aumento de la productividad del trabajo, una cesta determinada de bienes de consumo (e incluso una cesta con un n煤mero creciente de bienes de consumo) puede producirse en un tiempo de trabajo cada vez m谩s corto (es decir, en una fracci贸n decreciente de la jornada laboral normal), es muy posible, en el marco de unas relaciones de poder socioecon贸micas determinadas -sobre todo si el ej茅rcito industrial de reserva (el desempleo) se reduce y disminuye a largo plazo- que los salarios reales de los trabajadores aumenten, mientras que al mismo tiempo aumenta el grado de explotaci贸n y obtienen una parte menor del nuevo valor que han producido.



Dado que s贸lo la fuerza de trabajo viva produce nuevo valor y plusval铆a, y que aumenta la parte del capital que se gasta en la compra de medios de producci贸n muertos (edificios, m谩quinas, materias primas, energ铆a), existe una tendencia a medio y largo plazo a que disminuya la tasa media de beneficio, es decir, la relaci贸n entre la plusval铆a social total y el capital social total.



Los cambios en la tasa de ganancia rigen el desarrollo econ贸mico en el capitalismo. Una disminuci贸n de la tasa de ganancia determina una disminuci贸n de la acumulaci贸n de capital, as铆 como una disminuci贸n de la inversi贸n, del empleo, de la producci贸n, de la renta real y una mala situaci贸n econ贸mica. Un aumento de la tasa de ganancia determina una tendencia al crecimiento de la acumulaci贸n de capital, un aumento de la inversi贸n y de la producci贸n, y tambi茅n determina, a largo plazo, un crecimiento del empleo y de la renta real, es decir, una buena situaci贸n econ贸mica, aunque tanto en los periodos buenos como en los malos, todas estas tendencias no se desarrollan simult谩neamente ni en paralelo. Tambi茅n a largo plazo, en el capitalismo hay ondas de crecimiento econ贸mico r谩pido (1848-73, 1893-1913, 1948-1966) y ondas de crecimiento m谩s lento (1823-1847, 1874-93, 1914-39, 1967-...). Estas ondas est谩n condicionadas por las curvas de la tasa media de ganancia y la posibilidad (o dificultad) relacionada de lograr revoluciones tecnol贸gicas fundamentales.



Este movimiento en forma de ondas de la tasa de ganancia determina la marcha c铆clica de la producci贸n capitalista inherente al sistema, es decir, la sucesi贸n regular de fases de sobreproducci贸n peri贸dica (recesi贸n) y de recuperaci贸n (hasta fases peri贸dicas de expansi贸n). La marcha c铆clica de la producci贸n capitalista existir谩 mientras exista la producci贸n capitalista, y ning煤n "sofisticado conjunto de medidas antic铆clicas de pol铆tica estatal" podr谩 impedir de forma sostenible el retorno a las crisis peri贸dicas de sobreproducci贸n. Las crisis de sobreproducci贸n se explican por la competencia, es decir, por una parte, por la anarqu铆a capitalista de la producci贸n, que conduce necesariamente a un movimiento ondulatorio de sobreinversi贸n e infrainversi贸n y, por otra parte, por una tendencia, tambi茅n inherente al sistema, a desarrollar la producci贸n (y la capacidad de producci贸n) m谩s all谩 de los l铆mites a los que el consumo solvente de la gran mayor铆a de la poblaci贸n permanece confinado por las relaciones capitalistas de distribuci贸n.



Ciertamente, cada una de las veinte crisis econ贸micas generales 6/ que han tenido lugar hasta ahora en la historia del mercado capitalista mundial tiene sus propias caracter铆sticas que est谩n ligadas a aspectos espec铆ficos del desarrollo del mercado mundial (por ejemplo, el papel del auge de los precios de las materias primas y del petr贸leo en el desencadenamiento de la recesi贸n de 1974-75). Pero es poco cient铆fico y poco serio explicar un acontecimiento que se ha producido 20 veces en 150 a帽os exclusiva o principalmente sobre la base de factores que a lo sumo pueden explicar s贸lo esta o aquella crisis en particular, y negarse a explicar las causas generales de las crisis econ贸micas capitalistas inherentes al sistema.



Es igualmente injustificado ver en el retorno constante del crecimiento econ贸mico despu茅s de la crisis una prueba de los errores del an谩lisis marxista. Marx nunca predijo un colapso autom谩tico de la econom铆a capitalista en el curso de la gran crisis econ贸mica. En su an谩lisis, la crisis tiene precisamente la funci贸n objetiva de reactivar la valorizaci贸n y la acumulaci贸n del capital, mediante la devaluaci贸n masiva del capital y el aumento masivo del grado de explotaci贸n de la fuerza de trabajo (posibilitado por el desempleo masivo). Su conclusi贸n fue que un sistema que s贸lo puede lograr el crecimiento econ贸mico a costa de la destrucci贸n violenta peri贸dica de las fuerzas productivas y de la producci贸n peri贸dica de miseria generalizada, es un sistema irracional e inhumano que debe ser sustituido por otro mejor.



Una acumulaci贸n de capital en continuo crecimiento conduce, a trav茅s de la competencia impuesta por el sistema, a una creciente concentraci贸n y centralizaci贸n del capital. Los peces grandes se comen a los peque帽os. En cada vez m谩s sectores industriales, un pu帽ado de trust concentra dos tercios o m谩s de la producci贸n. La concentraci贸n y la centralizaci贸n del capital conducen a la dominaci贸n del mercado para un gran n煤mero de productos.



El capitalismo monopolista sustituye al capitalismo liberal, en el que los precios estaban sujetos a la libre competencia. Ni los monopolios ni la creciente intervenci贸n del Estado en la econom铆a pueden, a largo plazo, contrarrestar los efectos de la ley del valor y controlar y garantizar los precios, los mercados, la producci贸n y el crecimiento econ贸mico. La supresi贸n de la competencia y la anarqu铆a a un nivel las reproduce con mayor vigor a un nivel superior. De todas estas leyes generales de funcionamiento del modo de producci贸n capitalista se derivan una serie de contradicciones fundamentales y crecientes del sistema.



El crecimiento econ贸mico capitalista es siempre un crecimiento desigual, provocado por la b煤squeda de beneficios excedentarios. El desarrollo y el subdesarrollo se condicionan mutuamente y conducen a una polarizaci贸n extrema del poder econ贸mico, tanto a escala nacional como internacional. En los principales pa铆ses capitalistas industrializados, el 1-2% m谩s rico de la poblaci贸n posee m谩s del 50% de la riqueza privada y, a menudo, m谩s del 75% del valor de las acciones de todas las sociedades an贸nimas 7/. Menos de 800 trust multinacionales controlan ya entre una cuarta y una tercera parte de la producci贸n capitalista industrial mundial. Una docena de grandes empresas especializadas en el comercio de soja, trigo y ma铆z, y unos cientos de empresas agroalimentarias controlan la mayor parte del comercio mundial de alimentos. El 70% de la poblaci贸n mundial (los pa铆ses subdesarrollados, m谩s China) recibe s贸lo el 15% de la renta mundial y representa menos del 10% del consumo mundial de energ铆a.



El modo de producci贸n capitalista genera cada vez m谩s la alienaci贸n del trabajo y la autoalienaci贸n de todos los seres humanos. Si el trabajo se considera 煤nicamente como un medio para ganar dinero, pierde gran parte de su dimensi贸n creativa y formadora de la personalidad. La tensi贸n f铆sica, la monoton铆a o el estr茅s permanente provocados por la obligaci贸n de rendir y el miedo al fracaso convierten el trabajo en una carga y una calamidad. El ser humano ya no es el objetivo, sino el medio del sistema econ贸mico; se degrada hasta el punto de ser un peque帽o engranaje de la m谩quina, por as铆 decirlo.



La extrema racionalidad y la sofisticada planificaci贸n del c谩lculo de los costes y las inversiones, de la organizaci贸n de la investigaci贸n y la producci贸n dentro de la empresa, est谩n ligadas a la creciente irracionalidad del sistema en su conjunto. Esta irracionalidad se expresa no s贸lo en las crisis de sobreproducci贸n que se repiten regularmente, sino tambi茅n en las enormes p茅rdidas debidas al hecho de que, por un lado, las capacidades de producci贸n no se utilizan plena y permanentemente y, por otro, se produce un enorme despilfarro de fuerzas productivas en una producci贸n irracional y nociva que pone en peligro la salud, la naturaleza y la vida misma.



Las contradicciones crecientes del sistema se descargan peri贸dicamente en una sucesi贸n explosiva de crisis econ贸micas, sociales y pol铆tico-militares extremadamente destructivas.

Todas estas contradicciones pueden reducirse a una contradicci贸n central: la contradicci贸n entre la creciente socializaci贸n objetiva de la producci贸n y su apropiaci贸n privada. El trabajo como actividad privada para el consumo inmediato de productores individuales o peque帽as comunidades hace tiempo que se ha convertido en algo marginal. Ahora, una dependencia, cada vez m谩s estrecha, vincula a cientos de millones de productores en un trabajo que objetivamente no puede prescindir de la cooperaci贸n. Pero la organizaci贸n, la direcci贸n y la finalidad de este enorme mecanismo no est谩n en sus manos. Est谩 en manos del gran capital. El beneficio privado (el beneficio de cada empresa individual) sigue siendo el alfa y omega de la organizaci贸n econ贸mica capitalista. La tendencia desenfrenada al enriquecimiento impide que las enormes capacidades productivas se pongan al servicio de la satisfacci贸n de las necesidades humanas y de la emancipaci贸n de sus productores. Cada vez m谩s, el valor de cambio, que se ha vuelto aut贸nomo, transforma estas fuerzas productivas en fuerzas destructivas, que nos conducen a cat谩strofes espantosas. Las contradicciones crecientes del sistema se descargan peri贸dicamente en una sucesi贸n explosiva de crisis econ贸micas, sociales y pol铆tico-militares extremadamente destructivas. La aniquilaci贸n de la cultura material y de la civilizaci贸n humana b谩sica, el retorno a la barbarie, se ha convertido en una posibilidad real y tangible.



III

La dimensi贸n activa y consciente del marxismo es parte constitutiva de su concepci贸n de la historia. Es tambi茅n un desaf铆o cotidiano para cualquiera que se defina como marxista. Si la sociedad burguesa aparece, superficialmente, como el campo de una lucha universal de una persona contra otra, el marxismo ve estos enfrentamientos estructurados como lucha de clases. La lucha de clases entre el trabajo asalariado y el capital domina el desarrollo social en este modo de producci贸n. En 煤ltima instancia, s贸lo el conflicto social expresa las leyes del movimiento econ贸mico y las contradicciones internas de este modo de producci贸n.



Todas las personas asalariadas y propietarias est谩n objetivamente insertas en esta lucha de clases, les guste o no. Los empresarios capitalistas se ven obligados por la competencia a maximizar su beneficio, es decir, a maximizar la explotaci贸n de sus asalariados, quienes, por su parte, no tienen m谩s remedio que luchar por salarios m谩s altos y jornadas laborales m谩s cortas si quieren mantener o mejorar su posici贸n en la sociedad burguesa.



La experiencia pr谩ctica demuestra c贸mo en el enfrentamiento individual entre la gente asalariada y el empresario capitalista, la primera es sistem谩ticamente derrotada debido a su impotencia financiera y econ贸mica. Debe vender continuamente su fuerza de trabajo, mientras que el capitalista dispone de reservas suficientes para poder esperar un precio que le convenga. As铆, la presi贸n material empuja a las personas asalariadas a reagruparse, a organizarse colectivamente, a crear fondos de huelga, sindicatos, cooperativas y, finalmente, partidos pol铆ticos obreros.



Pero esta obligaci贸n objetiva no es experimentada mec谩nicamente de la misma manera por todos los trabajadores y trabajadoras. Tampoco reaccionan inmediatamente de la misma manera y de forma continua ante esta obligaci贸n. Hay personas m谩s r谩pidas que otras para darse cuenta de la necesidad de una coalici贸n y de las condiciones en las que puede tener 茅xito. Algunas sacar谩n constantemente conclusiones pr谩cticas de esta toma de conciencia, otras no tanto o no lo har谩n en absoluto. Las personas de otras clases sociales tambi茅n pueden unirse a la lucha de clases proletaria, bien por convicci贸n cient铆fica, bien por identificaci贸n moral con las y los explotados, o por ambas razones (para alguna gente, esto puede explicarse incluso por la aspiraci贸n a una carrera individual en las organizaciones de masas).



El hecho de que la lucha de clases proletaria s贸lo pueda entenderse como el resultado de una dial茅ctica de factores hist贸ricos objetivos y subjetivos no implica, en modo alguno, que el marxismo reintroduzca el puro azar y la indeterminaci贸n por la ventana, por as铆 decirlo, en su concepci贸n de la historia, despu茅s de haberlas echado primero por la puerta en nombre de las leyes del proceso hist贸rico reveladas por el materialismo hist贸rico 8/. Esto s贸lo significa que el proceso hist贸rico no sigue una l铆nea perfectamente recta y unilateral, que cada crisis hist贸rica no tiende hacia un 煤nico resultado posible, sino que puede conducir tanto a un progreso hist贸rico (una revoluci贸n social exitosa) como a una regresi贸n hist贸rica (una decadencia del nivel material y la cultura alcanzado por la civilizaci贸n).



Sin embargo, el marco de estas posibles variaciones sigue estando predeterminado por las condiciones materiales y sociales. El fin de un orden social es inevitable tras un cierto grado de agudizaci贸n de sus contradicciones internas. Nada pudo salvar a la decadente sociedad esclavista del siglo III a.C. en adelante, ni a la decadente sociedad feudal tard铆a del siglo XVII en adelante. Lo 煤nico que no estaba determinado era la forma concreta de su superaci贸n; es decir, depend铆a del desarrollo de las relaciones de fuerzas entre las clases sociales que luchaban por el poder (relaciones de fuerzas que incluyen la iniciativa pol铆tica, as铆 como los elementos ideol贸gicos de la lucha de clases).



Del mismo modo, la posibilidad de encontrar la salida a una crisis social est谩 predeterminada materialmente. Dado el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en las distintas 茅pocas, la crisis de la antig眉edad, al igual que la del feudalismo, no pod铆a conducir a una sociedad comunista, a pesar de toda la convicci贸n y determinaci贸n de los esenios y los primeros cristianos, los husitas y los anabaptistas. En la fase actual de desarrollo de las fuerzas productivas, cualquier intento de volver a la simple producci贸n de mercanc铆as y a la producci贸n privada a peque帽a escala ser铆a pura utop铆a.



Dado que la concepci贸n marxista de la historia otorga un peso decisivo a la lucha de clases en la determinaci贸n del curso concreto de los acontecimientos, el marxismo tiende a restablecer la unidad de la teor铆a y la pr谩ctica, destruida durante tanto tiempo por la divisi贸n social del trabajo y la divisi贸n en clases de la sociedad. Se esfuerza por conseguirlo en tres niveles: en primer lugar, en el nivel epistemol贸gico general, reconociendo la verificaci贸n por la pr谩ctica como la forma 煤ltima de confirmaci贸n de cualquier hip贸tesis cient铆fica -incluida la suya propia 9/-; en segundo lugar, definiendo la posibilidad de una transformaci贸n socialista de la sociedad, de un resultado positivo de la lucha de clases proletaria, es decir, de la soluci贸n al dilema de c贸mo los seres humanos, cuya motivaci贸n individual est谩 condicionada en gran medida por una sociedad de clases alienante, podr铆an construir una sociedad sin clases. El marxismo responde a esta objeci贸n materialista vulgar diciendo que si los seres humanos son efectivamente el producto de las condiciones en las que viven, estas condiciones son tambi茅n el producto de la acci贸n humana 10/.



La transformaci贸n revolucionaria de las condiciones de existencia y la autoeducaci贸n revolucionaria de los seres humanos para una transformaci贸n consciente de su ser social son, pues, dos procesos inseparablemente entrelazados, cuya base material se produce por las contradicciones internas del modo de producci贸n capitalista, por el alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas y por la l贸gica interna de la extensi贸n de la lucha de clases proletaria. En el proletariado educado en el marxismo, la teor铆a cient铆fica y la praxis de la transformaci贸n social se unen tambi茅n, cada vez m谩s, en la pr谩ctica.



Por 煤ltimo, el marxismo tambi茅n tiende al restablecimiento de la unidad de la teor铆a cient铆fica y la praxis pol铆tica revolucionaria para cada marxista individual. Un marxismo de sal贸n puramente contemplativo ser铆a un pseudo-marxismo, castrado, alienado y cosificado, no s贸lo en la pr谩ctica, sino tambi茅n en la teor铆a porque tendr铆a que tender hacia un determinismo econ贸mico fatalista.



驴Este v铆nculo necesario entre la teor铆a marxista y la praxis socialista-revolucionaria implica para la o el te贸rico marxista una tendencia a perder el distanciamiento cient铆fico y la objetividad, una limitaci贸n de esa capacidad de explicar los fen贸menos sociales en su globalidad, que es precisamente el atractivo intelectual del marxismo? En absoluto. La negaci贸n de la objetividad cient铆fica es el subjetivismo (el prejuicio y la arbitrariedad en el uso de los datos emp铆ricos), no la toma de partido. El subjetivismo conduce o bien a ignorar las cuestiones planteadas o bien a negar los datos que no se ajustan a alg煤n concepto dogm谩tico. Nada es m谩s ajeno al marxismo -cuyo fundador eligi贸 como lema: de omnibus dubitandum est- que un enfoque tan poco cient铆fico del an谩lisis de los fen贸menos sociales.



La verificaci贸n estricta de las fuentes y los hechos; la disposici贸n a volver a comprobar cada hip贸tesis de trabajo, en cuanto empiecen a aparecer o aparezcan realmente tendencias contradictorias; un despliegue ilimitado de la m谩s amplia libertad de cr铆tica, y, por tanto, la necesidad del pluralismo cient铆fico e ideol贸gico: 茅stos no son s贸lo componentes del m茅todo marxista, son, por as铆 decirlo, las condiciones previas necesarias para que el propio marxismo alcance todo su potencial. Sin estas condiciones, se marchita hasta convertirse en un talmudismo incruento o -peor a煤n- en una est茅ril religi贸n de Estado.



Precisamente, porque el marxismo no es la ciencia por la ciencia, porque es partidista en el sentido m谩s noble de la palabra, es decir, se fija como objetivo no s贸lo interpretar el mundo, sino tambi茅n transformarlo en direcci贸n a la emancipaci贸n de las clases trabajadoras, es por esta raz贸n por la que no puede desviarse en modo alguno de una estricta objetividad cient铆fica en el an谩lisis de la sociedad. S贸lo una teor铆a con base cient铆fica que refleje la realidad puede ser un arma eficaz en la lucha por la transformaci贸n socialista de la sociedad. La objetividad cient铆fica no puede violarse por razones partidistas, porque ser铆a como mojar la p贸lvora antes de disparar. Y a煤n no se ha ganado ninguna batalla con p贸lvora mojada.



Una ciencia social que fuera imparcial, axiol贸gicamente neutra, que se posicionara neutralmente en la lucha de clases, no puede existir en una sociedad dividida en clases, sean cuales sean las aspiraciones subjetivas de las y los investigadores cient铆ficos, que a menudo tienden a ir en esta direcci贸n. Un ejemplo sorprendente lo ofrece la evoluci贸n de la econom铆a acad茅mica y oficial en los 煤ltimos cinco a帽os. Cuando, cada vez que se trata de evaluar la solvencia de los Estados que solicitan pr茅stamos, instituciones como el Fondo Monetario Internacional imponen a los gobiernos solicitantes una reducci贸n del gasto social; cuando, en el caso de un pueblo tan pobre como el egipcio, exigen sin el menor escr煤pulo que se reduzcan radicalmente, o incluso se supriman, las subvenciones a los alimentos b谩sicos (lo que, literalmente, condena al hambre a una parte de esta poblaci贸n), se trata claramente de un intento a escala mundial de aumentar la tasa de ganancia mediante la reducci贸n del coste de la mercanc铆a "fuerza de trabajo".



Que esto pueda justificarse desde un punto de vista puramente t茅cnico (en referencia a la inflaci贸n, el d茅ficit de la balanza de pagos, el d茅ficit presupuestario, etc.), s贸lo prueba que la econom铆a pol铆tica oficial, al aceptar t谩citamente situarse exclusivamente en el marco del orden econ贸mico existente, est谩 igualmente obligada t谩citamente a subordinarse a las leyes de la acumulaci贸n de capital, es decir, a las necesidades de la lucha de clases del capital.



IV

La lucha de clases proletaria, en su forma elemental, no es todav铆a una lucha de clases socialista. Es cierto que est谩 evolucionando, por el hecho mismo de su extensi贸n, de una lucha estrictamente econ贸mica a una lucha objetivamente pol铆tica, en la medida en que ya no opone s贸lo personas asalariadas aisladas a capitalistas aislados, sino las amplias masas de quienes reciben un salario o un sueldo al conjunto de los poseedores 11/. Pero una lucha de clases tan objetiva y pol铆ticamente elemental, por sus efectos subjetivos sobre la conciencia de clase del proletariado, s贸lo puede a帽adir a los enfrentamientos entre asalariados y capital la posibilidad peri贸dica de la lucha por la conquista del poder pol铆tico con el objetivo de un derrocamiento radical de la sociedad burguesa, es decir, una dimensi贸n anticapitalista consciente.



Estos enfrentamientos son tan inevitables e inscritos en la naturaleza del sistema capitalist como la decadencia y la descomposici贸n de dicho sistema. Pero ni la victoria del socialismo ni el desarrollo de la conciencia de clase proletaria hasta su nivel m谩s elevado son inevitables. As铆 pues, volvemos a encontrar aqu铆 el factor subjetivo de la historia -es decir, la intervenci贸n consciente y orientada hacia un objetivo en el proceso hist贸rico objetivo- como componente decisivo del marxismo. De este hecho pueden extraerse varias conclusiones importantes.



La estratificaci贸n socioecon贸mica del proletariado, la desigual apropiaci贸n del conocimiento cient铆fico (o, como cara negativa del mismo fen贸meno, la desigual influencia de la ideolog铆a burguesa y peque帽oburguesa), la desigual disponibilidad para la implicaci贸n personal continua en un sindicato o en una organizaci贸n pol铆tica, conducen a una inevitable diferenciaci贸n de la conciencia de clase proletaria. S贸lo la organizaci贸n de la vanguardia socialmente consciente en un partido revolucionario de vanguardia permite asegurar la continuidad de esta conciencia, as铆 como su refuerzo constante gracias a las experiencias de cada nueva fase de la lucha de clases.



Pero s贸lo un partido que consiga transmitir a la mayor铆a de los trabajadores y trabajadoras el nivel de conciencia de clase necesario para la victoria de la revoluci贸n socialista, es verdadera y objetivamente la vanguardia de la clase. Esta transmisi贸n s贸lo puede darse mediante una intervenci贸n eficaz en la lucha de clases real. La necesaria unidad dial茅ctica de la vanguardia y la clase, de la organizaci贸n y la espontaneidad, est谩 inscrita tanto en la naturaleza del proletariado como en la naturaleza de la revoluci贸n proletaria y del orden socialista de los consejos 12/.



La dial茅ctica de medios y fines obtiene as铆 un marco objetivamente definible. Precisamente porque el objetivo socialista no puede alcanzarse sin aumentar la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas, su sentimiento de pertenencia a un todo y su solidaridad de clase, s贸lo son 煤tiles y aplicables -en la medida en que conducen al objetivo socialista- aquellos medios, t谩cticas y compromisos que elevan la conciencia de clase en su conjunto, en lugar de restringirla o degradarla 13/. Cualquier t谩ctica que tenga el efecto contrario en la conciencia de clase de los trabajadores, por muy eficaz que pueda parecer inmediatamente desde un punto de vista puramente pr谩ctico, a la larga alejar谩 del objetivo socialista, en lugar de conducir hacia 茅l.



As铆 pues, los componentes cr铆ticos y autocr铆ticos del marxismo se ponen especialmente de relieve. El marxismo no s贸lo es abierto y, por ello, alejado del dogmatismo, porque se refiere a un proceso hist贸rico en constante movimiento, que aumenta y transforma constantemente la materia prima de las ciencias sociales (en relaci贸n con el presente, pero tambi茅n en relaci贸n con el pasado); no s贸lo es abierto porque su referencia a la praxis significa que mira constantemente al futuro, un futuro que nunca puede conocerse completamente de antemano, ya que una intervenci贸n deliberada podr铆a cambiar el resultado de un proceso hist贸rico. El marxismo tambi茅n es abierto porque el factor decisivo en la transici贸n del capitalismo al socialismo sigue siendo el aumento de la conciencia de clase del proletariado, as铆 como el grado de independencia, autoorganizaci贸n e iniciativa en la lucha de los trabajadores.



En la lucha de clases, cada intervenci贸n organizada, ya sea en una huelga, en las elecciones o en la construcci贸n del socialismo, cada discurso en una asamblea obrera y cada panfleto que leer谩n los trabajadores y trabajadoras, debe considerarse desde el siguiente punto de vista: 驴cu谩les ser谩n los efectos de esta intervenci贸n sobre la conciencia de clase? Sin embargo, el juicio sobre estos efectos sigue siendo necesariamente hipot茅tico durante la propia acci贸n. S贸lo la experiencia pr谩ctica posterior puede establecer si fue correcta o incorrecta. Esto explica la gran importancia que el marxismo concede a la historia de las luchas de clase proletarias, porque es el 煤nico laboratorio que nos permite evaluar las t谩cticas y los m茅todos de lucha sobre la base de la experiencia pasada.



De ello se deduce que sin una reflexi贸n objetiva y cr铆tica, incluida la de uno mismo, no son concebibles ni una lucha de clases socialista consciente, ni un aut茅ntico partido revolucionario, ni un aut茅ntico marxismo. Un pseudomarxismo que sacrifica la autocr铆tica p煤blica despiadada, la expresi贸n p煤blica de la verdad, aunque sea muy cruel, a qui茅n sabe qu茅 exigencias pr谩cticas, es indigno no s贸lo de la dimensi贸n cient铆fica del marxismo, sino tambi茅n de su dimensi贸n liberadora. Tambi茅n es, a largo plazo, totalmente ineficaz.



Pero una lucha de clases pol铆tica debe interesarse por todos los fen贸menos sociales, los que conciernen a algo m谩s que a algunos individuos aislados. Por tanto, va necesariamente m谩s all谩 de la lucha de clases elemental por el reparto de la renta nacional entre salarios y beneficios (plusval铆a). Esta lucha de clases elemental, por s铆 misma, es incapaz de plantear el problema de la abolici贸n de la propiedad privada de los medios de producci贸n, la cuesti贸n de la expropiaci贸n de los expropiadores.



La cuesti贸n del Estado, la cuesti贸n de la libertad pol铆tica y de la actividad aut贸noma de las y los trabajadores, la cuesti贸n del paso de la democracia representativa a la democracia directa desempe帽an aqu铆 un papel absolutamente decisivo. La comprensi贸n clara de todas estas cuestiones exige una educaci贸n progresiva (autoeducaci贸n) del proletariado, interes谩ndose por todos los problemas pol铆ticos y sociales que conciernen a todas las clases de la sociedad burguesa 14/.



El hecho de que esta exigencia est茅 inscrita en la concepci贸n marxista de la historia y de la acci贸n no debe nada a la casualidad, ni a consideraciones puramente t谩cticas. Corresponde a la esencia misma de la lucha de clases proletaria, que s贸lo se concibe a s铆 misma como un medio para alcanzar el objetivo de una sociedad sin clases, una sociedad en la que, con la desaparici贸n de la explotaci贸n del hombre por el hombre, deben desaparecer todas las formas de opresi贸n y violencia ejercidas por los seres humanos contra otros seres humanos. La indiferencia o la tolerancia ante tales formas de opresi贸n, o peor a煤n, su resurgimiento, no pueden conducir al objetivo socialista.



Por lo tanto, tambi茅n hay un componente 茅tico en el marxismo que tiene un fundamento materialista objetivo. Cuando los marxistas consecuentes dicen que lo consideran todo desde el punto de vista de la lucha de clases proletaria, dan a entender que este punto de vista se basa en el siguiente teorema: s贸lo lo que eleva la conciencia de clase proletaria, y en particular lo que permite a los trabajadores y trabajadoras adquirir una comprensi贸n m谩s profunda de las diferencias fundamentales entre la sociedad burguesa y la sociedad sin clases, promueve la lucha de clases proletaria a largo plazo. Esto, a su vez, incluye la comprensi贸n de la necesidad de una lucha pr谩ctica contra todas las formas de explotaci贸n y opresi贸n -ya est茅n dirigidas contra las mujeres o contra razas, nacionalidades, pueblos, grupos de edad, etc.- como componente necesario de la lucha mundial por una sociedad socialista. El marxismo parte "de la ense帽anza de que para el ser humano, el ser supremo es el ser humano, y por tanto del imperativo categ贸rico de derrocar todas las relaciones que hacen del ser humano un ser humillado, esclavizado, abandonado, despreciable" 15/.



Sin duda, esta comprensi贸n se deriva de una necesidad psicol贸gica individual de protestar y rebelarse contra cualquier forma de negaci贸n de derechos, de injusticia y de desigualdad. Pero tambi茅n procede de una necesidad hist贸rica objetiva.



Las contradicciones crecientes del sistema se descargan peri贸dicamente en una sucesi贸n explosiva de crisis econ贸micas, sociales y pol铆tico-militares extremadamente destructivas.

S贸lo un control global consciente de las fuerzas productivas materiales por parte de la humanidad puede evitar que se transformen progresivamente en fuerzas destructivas de la naturaleza y la cultura. Pero el control consciente presupone una capacidad de juicio, tanto individual como colectiva. La autoeducaci贸n del proletariado hacia la emancipaci贸n efectiva y el verdadero internacionalismo que promueve el marxismo es, en 煤ltima instancia, una autoeducaci贸n de la capacidad de juicio y decisi贸n del proletario individual en el marco colectivo. Sin ello, la autogesti贸n socialista y la econom铆a planificada socialista no ser铆an m谩s que una f贸rmula hueca, cuando no c铆nica.



La socializaci贸n de la econom铆a s贸lo puede dar el salto de un proceso puramente objetivo a un proceso bajo control subjetivo cuando la colectivizaci贸n de las relaciones de propiedad y la gesti贸n de las fuerzas productivas se acompa帽an y combinan dial茅cticamente con una individualizaci贸n progresiva de la capacidad de decisi贸n 16/. Extender la realizaci贸n de todas las potencialidades de la personalidad humana a todos los productores y a todas las personas no s贸lo es el gran objetivo del socialismo, sino tambi茅n, cada vez m谩s, un medio indispensable para lograr este objetivo.



V

La teor铆a marxista distingue entre las condiciones m谩s propicias para el derrocamiento del capitalismo y las necesarias para la construcci贸n de una sociedad socialista plenamente desarrollada. Las primeras se refieren sobre todo a la relaci贸n de fuerzas sociopol铆tica. No s贸lo a la fuerza relativa del proletariado y de su partido revolucionario de vanguardia, sino tambi茅n a la debilidad relativa de la burgues铆a y, por ejemplo, a la posibilidad de unir a la revoluci贸n proletaria a la mayor铆a de una poblaci贸n trabajadora a煤n en gran parte no proletarizada -el campesinado-, precisamente porque la burgues铆a de los pa铆ses capitalistas subdesarrollados es incapaz, en la era imperialista, de superar radicalmente las relaciones precapitalistas en el campo. Las segundas condiciones dependen de un alto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de una madurez pol铆tico-cultural del proletariado, que permitan un grado m谩ximo de democracia directa de los consejos, de autogesti贸n, de crecimiento econ贸mico armonioso, de desmantelamiento sistem谩tico de las relaciones mercantiles y monetarias mediante la generalizaci贸n r谩pida de la saturaci贸n en el consumo de bienes y servicios indispensables (es decir, una transici贸n progresiva hacia la distribuci贸n seg煤n el criterio de satisfacci贸n de las necesidades).



Es evidente que el subdesarrollo relativo del capitalismo en algunos pa铆ses de la era imperialista facilita la conquista del poder pol铆tico por el proletariado, por las mismas razones que hacen considerablemente m谩s dif铆cil o incluso imposible la construcci贸n de una sociedad sin clases en estos pa铆ses mientras la revoluci贸n permanezca aislada. La teor铆a de la revoluci贸n permanente de Trotsky -que, junto con la teor铆a de la organizaci贸n de Lenin, es el desarrollo m谩s importante del marxismo despu茅s de Marx y Engels- le permiti贸, ya en 1905-1906, predecir correctamente estos dos aspectos contradictorios de la revoluci贸n en el siglo XX 17/.



La conclusi贸n que extrajo de su percepci贸n del car谩cter dial茅ctico de la revoluci贸n socialista en los pa铆ses relativamente subdesarrollados no fue la de repudiar estas revoluciones como prematuras sobre la base de que condenar铆an al partido y a la clase revolucionarios a la ruina 18/. Se trataba, por el contrario, de comprender la inevitabilidad de tales revoluciones prematuras en la era imperialista -隆la 煤nica otra posibilidad era permanecer hundidos en un subdesarrollo b谩rbaro! - y la necesidad de verlas como puntos de partida hacia la revoluci贸n socialista mundial, que puede extenderse gradual e incrementalmente a las naciones industriales m谩s importantes del mundo. La tragedia del socialismo desde 1917 no es que los marxistas hayan intentado contribuir a su victoria en los pa铆ses subdesarrollados. Eso es m谩s bien su m茅rito desde el punto de vista de la historia mundial. Su tragedia es que ha permanecido aislado en estos pa铆ses, es decir, que a煤n no ha triunfado en los pa铆ses industrializados de Occidente, a pesar de las numerosas ocasiones hist贸ricas favorables (Alemania en 1918-19, 1920, 1923; Francia en 1936, 1944-47, 1968; Italia en 1919-20, 1945-48, 1969-70; Gran Breta帽a en 1926, 1945-48; Espa帽a en 1936-37, etc.) 19/.



As铆 naci贸 un nuevo fen贸meno hist贸rico, primero en la Uni贸n Sovi茅tica, luego en Europa del Este, China, Cuba y Vietnam. En estos pa铆ses encontramos una sociedad que ya no es capitalista, en la que no funciona ninguna de las leyes del capitalismo descritas anteriormente, pero que al mismo tiempo est谩 a煤n lejos de construir una sociedad socialista en el sentido en que Marx y Engels definieron la primera fase de la sociedad sin clases 20/. Es una sociedad que el retraso de la revoluci贸n proletaria mundial ha bloqueado y paralizado en la fase de transici贸n del capitalismo al socialismo.



Las condiciones concretas hist贸ricamente particulares en las que se produjo esta paralizaci贸n condujeron a la degeneraci贸n burocr谩tica de estas sociedades de transici贸n. Un estrato social -la burocracia del Estado, la econom铆a, el partido y el ej茅rcito- se apropia de importantes privilegios en la esfera del consumo. Dado que sus privilegios se limitan a esta esfera y no desempe帽an ning煤n papel indispensable en la esfera de la producci贸n, no se trata de una nueva clase dominante. Sin parasitismo, la acumulaci贸n productiva socialmente necesaria no disminuir铆a, sino que, por el contrario, aumentar铆a; el crecimiento econ贸mico no experimentar铆a un desarrollo negativo, sino que, por el contrario, se acelerar铆a. Pero precisamente porque es una capa parasitaria, la burocracia s贸lo puede establecer sus privilegios sobre la base de un control ilimitado del excedente social, es decir, mediante un control absoluto del Estado, de la econom铆a y de las armas, mediante la ausencia de derechos pol铆ticos, mediante la atomizaci贸n y la pasividad de las amplias masas trabajadoras 21/. Como demostraron los acontecimientos en Hungr铆a y Polonia en 1956, en Checoslovaquia en 1968 (y en parte en China en 1966-67), cualquier nuevo auge de la actividad pol铆tica de las masas en estas sociedades conduce a una tendencia casi autom谩tica hacia un orden social verdaderamente consejista y al derrumbe casi autom谩tico de la dictadura de la burocracia.



Al etiquetar esta dictadura como socialismo real o realizado, los apologistas, tanto del Este como del Oeste, han prestado a la burgues铆a mundial el mayor servicio ideol贸gico y pol铆tico imaginable, un servicio sin el cual el capitalismo probablemente no existir铆a en absoluto, al menos en Europa Occidental. La identificaci贸n del socialismo con las condiciones de opresi贸n pol铆tica y falta de libertad individual en el Este es actualmente la principal raz贸n por la que las y los asalariados de varios pa铆ses occidentales importantes se acomodan relativamente a la sociedad burguesa, aunque 茅sta sea cada vez m谩s propensa a las crisis.



Esta identificaci贸n s贸lo podr谩 romperse definitivamente cuando la revoluci贸n proletaria triunfe en uno o varios pa铆ses occidentales muy desarrollados y presente al proletariado mundial un modelo de socialismo (o, m谩s exactamente, el modelo de un socialismo en construcci贸n y a煤n inacabado) realizado en la pr谩ctica y fundamentalmente diferente del de la URSS. No estamos en condiciones de hacer una descripci贸n detallada de c贸mo ser谩 realmente ese modelo. Pero sus rasgos principales pueden deducirse, aproximadamente, tanto de los elementos de la nueva sociedad que ya han surgido dentro de la antigua, como de la asimilaci贸n cr铆tica de todas las experiencias (tanto positivas como negativas) de las pasadas revoluciones proletarias del siglo XX.



La caracter铆stica principal de este modelo de socialismo ser谩, en el plano pol铆tico, la democracia de los consejos, es decir, el ejercicio directo del poder pol铆tico por la clase obrera y sus representantes libremente elegidos. El partido revolucionario ejercer谩 su papel de liderazgo en el sistema de consejos gracias a su capacidad para convencer pol铆tica e ideol贸gicamente a la mayor铆a de los trabajadores y trabajadoras, y no mediante la coacci贸n y la represi贸n de sus oponentes pol铆ticos. Esto presupone un sistema multipartidista, plena libertad para organizar reuniones, manifestaciones y prensa, la independencia de los sindicatos, el derecho a la huelga y el pleno respeto del pluralismo ideol贸gico, cient铆fico, art铆stico y filos贸fico. A diferencia de la democracia parlamentaria burguesa, estos derechos democr谩ticos fundamentales ser谩n tanto m谩s amplios cuanto que ya no ser谩n puramente formales, sino que podr谩n adquirir un contenido real, en la medida en que se aseguren a la poblaci贸n las condiciones materiales y el tiempo indispensables para su ejercicio efectivo. Esto significa, tambi茅n, un desplazamiento cada vez mayor hacia la democracia directa, hacia el ejercicio inmediato del poder del Estado por los propios trabajadores y trabajadoras, hacia la autogesti贸n de los ciudadanos y las comunidades en un n煤mero importante de sectores de la sociedad, es decir, una din谩mica que conduzca al declive progresivo del Estado.



Desde el punto de vista econ贸mico, este modelo se caracterizar谩 por una autogesti贸n planificada y democr谩ticamente centralizada de la econom铆a, en la que las y los propios productores asociados decidir谩n sobre todas las prioridades que determinan el desarrollo econ贸mico, y siempre al nivel en el que estas decisiones puedan tomarse realmente: en los congresos nacionales de todos los consejos y en los congresos de las ramas industriales, para las decisiones importantes en materia de inversi贸n; a nivel de la empresa o del sector industrial (o de las empresas federadas seg煤n el modo cooperativo), para lo que concierne a la organizaci贸n del trabajo; a nivel comunal y regional, para las inversiones sociales; en las conferencias de productores y consumidores con recurso a la televisi贸n, a los referendos escritos y a las encuestas, para decidir sobre la gama de productos; en los congresos internacionales de los consejos, para un n煤mero creciente de decisiones relativas a las grandes inversiones o relativas a la protecci贸n del medio ambiente, etc.



La autogesti贸n obrera realizada (y no s贸lo proclamada demag贸gicamente) requiere una reducci贸n radical de la jornada laboral, un aumento continuo del nivel t茅cnico y cultural de las y los productores directos, una reducci贸n radical de las desigualdades salariales y una eliminaci贸n gradual de las normas de distribuci贸n burguesas (relaciones monetarias y mercantiles). El control p煤blico radical y la democracia pol铆tica m谩s amplia posible de los consejos son las 煤nicas garant铆as contra el parasitismo, la corrupci贸n y el despilfarro, es decir, contra el retroceso de las relaciones de producci贸n provocado por la supervivencia de las relaciones monetarias y mercantiles en la distribuci贸n de los bienes de consumo.



Este modelo, tanto pol铆tico como econ贸mico, est谩 estrechamente vinculado a un cambio gradual en la motivaci贸n y la conciencia del trabajo, que a su vez est谩n ligadas a un cambio creciente en la tecnolog铆a, la organizaci贸n del trabajo y el contenido del proceso de trabajo (eliminaci贸n de todos los procesos mec谩nicos y mon贸tonos, que s贸lo se soportan pasivamente como un servicio a la comunidad), as铆 como a la superaci贸n de la separaci贸n entre trabajo manual e intelectual, entre producci贸n y administraci贸n, y a cambios en las costumbres y h谩bitos. Todos estos cambios act煤an unos sobre otros y se condicionan mutuamente en la autoeducaci贸n de las y los productores asociados y el autodesarrollo de la humanidad socialista. Requieren una progresi贸n cualitativa inmediata de la solidaridad internacional, es decir, una redistribuci贸n significativa de los valores de uso producidos en todo el mundo, ya que un mundo socialista, en el que la abundancia y mucho tiempo libre coexistieran en el hemisferio norte con el hambre o el subdesarrollo en el hemisferio sur, ser铆a una monstruosidad que no tendr铆a nada que ver con el verdadero socialismo.



Los ide贸logos burgueses responsabilizan al marxismo de [haber producido] Stalin y todo lo que ha ido mal, y sigue yendo mal, en la URSS, Europa del Este y China. Tambi茅n podr铆amos condenar la medicina y pedir la vuelta a la charlataner铆a institucionalizada, porque muchos enfermos no se han curado gracias a una atenci贸n m茅dica ineficaz en los 煤ltimos sesenta a帽os. Incluso podemos dar la vuelta al argumento. Una confirmaci贸n m谩s de la superioridad del marxismo como ciencia social reside en el hecho de que fue capaz de descubrir las causas, los secretos y las leyes de funcionamiento de ese fen贸meno hist贸rico imprevisto, la sociedad burocratizada de transici贸n del capitalismo al socialismo, y de desenmascarar por completo la mistificaci贸n del pseudomarxismo aplicado. En comparaci贸n, los intentos de an谩lisis te贸rico de la sovietolog铆a acad茅mica son obras de aficionados, mientras que las leyes que pretende haber descubierto se reducen a lugares comunes, cuando no son r谩pidamente superadas por la evoluci贸n objetiva.



VI

Cuando el marxismo eleva a nivel de un imperativo categ贸rico la lucha contra todas las formas de explotaci贸n y opresi贸n y somete su supuesta realizaci贸n en la Uni贸n Sovi茅tica y en otros lugares a la cr铆tica m谩s severa 22/, no cae en absoluto en un tipo de idealismo hist贸rico que opondr铆a un modelo ut贸pico ideal a la superaci贸n real de las condiciones existentes. S贸lo eleva la comprensi贸n materialista de la historia a un nivel superior, en el que la unidad de la teor铆a y la pr谩ctica adquiere de nuevo una dimensi贸n adicional.



En efecto, en toda la historia de la humanidad existen dos constantes paralelas, aunque contradictorias. Por un lado, las guerras, las sucesivas formas de sociedades de clases y la lucha de clases atestiguan, hasta ahora, la incapacidad de los seres humanos de extender los principios de colaboraci贸n voluntaria, cooperaci贸n y asociaci贸n solidaria a toda la humanidad. La aplicaci贸n pr谩ctica de estos principios durante un largo periodo de tiempo sigue limitada a fragmentos m谩s o menos grandes de la raza humana: comunidades tribales o aldeanas, ciertas formas de familias amplias, clases sociales que luchan por objetivos comunes. Ya conocemos las causas materiales de esta tendencia que empuja constantemente a la sociedad a desgarrarse, y sabemos c贸mo, el nivel que ha alcanzado ahora la ciencia y la tecnolog铆a, pone cada vez m谩s en peligro la existencia de la civilizaci贸n, e incluso la mera supervivencia f铆sica de la humanidad.



Por otro lado, la aspiraci贸n a una sociedad de productores y productoras libres, iguales y asociadas sigue estando tan profundamente arraigada en la historia de la humanidad como la propia divisi贸n de clases, la desigualdad social, la injusticia y la violencia ejercida sobre los humanos por otros humanos que acompa帽an a esta divisi贸n. A pesar de toda la influencia ideol贸gica de las clases dominantes, que tratan constantemente de convencernos de que siempre ha habido ricos y pobres, poderosos y desvalidos, dominantes y dominados, y siempre los habr谩, y de que, por tanto, es in煤til luchar por una sociedad de iguales, la historia est谩, sin embargo, marcada por una sucesi贸n continua de levantamientos, rebeliones, revueltas y revoluciones contra la explotaci贸n de los pobres y la opresi贸n de los desvalidos. Estos intentos de autoemancipaci贸n de la humanidad fracasan repetidamente. Pero se renuevan una y otra vez y -considerados hist贸ricamente, en cada sociedad materialmente m谩s avanzada- con una visi贸n m谩s clara del futuro, objetivos m谩s audaces y posibilidades cada vez mayores de alcanzar realmente la meta.



Los marxistas de la era de la lucha de clases entre el capital y el trabajo asalariado somos s贸lo los representantes m谩s recientes de esta corriente milenaria, cuyos inicios se remontan a la primera huelga en el Egipto fara贸nico 23/, y que, pasando por innumerables levantamientos de esclavos en la antig眉edad y las revueltas campesinas en la antigua China y Jap贸n, desemboca en la gran continuidad de la tradici贸n revolucionaria de los tiempos modernos y el presente.



Esta continuidad es el resultado de la chispa insaciable de insubordinaci贸n ante la desigualdad, la explotaci贸n, la injusticia y la opresi贸n, que siempre brota de nuevo en el seno de la humanidad. En ella reside la certeza de nuestra victoria. Porque ning煤n C茅sar o Poncio Pilatos, ning煤n emperador de derecho divino o de la inquisici贸n, ning煤n Hitler o Stalin, ning煤n terror o sociedad de consumo ha logrado apagar definitivamente esta chispa. Corresponde demasiado a nuestras predisposiciones antropol贸gicas -al hecho de que el ser humano es un ser social, que no puede sobrevivir sin una socializaci贸n creciente y sin caminar erguido- para que no se manifieste sin cesar 24/, a veces en este pa铆s o continente y a veces en otro, a veces en esta clase social y a veces en otra, a veces s贸lo entre poetas, fil贸sofos y eruditos, a veces entre amplias masas populares, seg煤n los avatares de la historia, as铆 como los intereses materiales y las luchas de clases pol铆ticas e ideol贸gicas que las rigen.



Algunos neurofisi贸logos, psic贸logos y cient铆ficos del comportamiento pretenden relacionar esta dualidad de la historia humana con la estructuraci贸n binaria de nuestro sistema nervioso central, a la que corresponder铆a la combinaci贸n de acciones reflexivas e instintivas en el individuo. Lo 煤nico que esta tesis puede demostrar es la posibilidad de la agresividad humana y de la acci贸n destructiva, el hecho de que se mantengan potencialidades destructivas profundamente arraigadas en el ser humano, cuyo origen se remonta a 茅pocas anteriores a la especie humana o al comienzo mismo de 茅sta. Pero cu谩les son las razones por las que estas potencialidades est谩n m谩s o menos pronunciadas en una 茅poca determinada; por qu茅 ha habido 茅pocas, culturas y sociedades m谩s pac铆ficas o agresivas que otras; por qu茅 no puede existir un orden social que frene de forma radical y definitiva (o al menos a muy largo plazo) estas fuerzas destructivas potenciales, o las canalice por v铆as inofensivas para el ser humano鈥 son preguntas a las que estas tesis no dan respuesta. Este es el tema principal y el objetivo principal del marxismo como ciencia de la humanidad en su conjunto.



Sin embargo, creemos que es m谩s apropiado recordar lo siguiente: la raza humana, con toda su debilidad, habitada desde hace cientos de miles de a帽os por el miedo a las abrumadoras fuerzas naturales, y habiendo desarrollado formas elementales de cooperaci贸n social en su lucha contra ellas, s贸lo ha podido obtener un dominio progresivo sobre estas fuerzas a costa de una creciente degradaci贸n de la solidaridad social. Este dominio exig铆a una acumulaci贸n cada vez mayor de cuotas del producto social en lugar de su consumo inmediato, una especializaci贸n cada vez mayor de una parte de la sociedad en actividades administrativas y trabajo intelectual en lugar del ejercicio de tareas administrativas, por turno, por todos los miembros de la sociedad. Mientras el producto social fue demasiado peque帽o, esta limitaci贸n impuso un conflicto permanente: la acumulaci贸n s贸lo pod铆a aumentar mediante el trabajo forzado de las y los productores directos, y la gran masa de los mismos deb铆a permanecer separada del trabajo intelectual.



A medida que aumentaba el control de los humanos sobre la naturaleza, perd铆an la solidaridad social y el control sobre su existencia social. Su existencia pas贸 a estar sujeta a leyes objetivas y ciegas que actuaban a sus espaldas. Esta contradicci贸n encuentra su m谩xima y m谩s aguda expresi贸n en el capitalismo.



Sin embargo, con el tremendo desarrollo de las fuerzas productivas que ha hecho posible el modo de producci贸n capitalista, el precio que los seres humanos tienen que pagar por dominar la naturaleza no s贸lo se ha vuelto demasiado alto y directamente mortal, sino que cada vez resulta m谩s absurdo. Por primera vez en la historia, se est谩 formando la base material realista de una sociedad mundial sin clases de productores asociados. Con el trabajo asalariado el capitalismo ha generado al mismo tiempo una fuerza social que manifiesta, al menos peri贸dicamente, una tendencia instintiva a luchar en la pr谩ctica por una sociedad as铆; la clase m谩s capaz de organizarse colectivamente y de la acci贸n de masas que ninguna otra en la historia. De la Comuna de Par铆s a la revoluci贸n rusa, de la Catalu帽a de 1936-37 al mayo franc茅s de 1968, la historia de las luchas de clase revolucionarias del proletariado es una combinaci贸n de tales intentos, cada vez m谩s audaces y amplios, a pesar de todas las dram谩ticas derrotas y tr谩gicas victorias parciales.



No dudamos ni por un momento de que esta historia est谩 s贸lo en su infancia y que su cl铆max est谩 por delante, no detr谩s de nosotros. No se trata de una creencia m铆stica, sino de una certeza basada en un an谩lisis cient铆fico de las leyes del desarrollo de la sociedad burguesa y de las luchas de clases en el siglo XX. Precisamente, el gran m茅rito hist贸rico del marxismo es que da un fundamento y una orientaci贸n racional y cient铆fica a un sue帽o muy antiguo de la humanidad, que hace posible una uni贸n superior del pensamiento cr铆tico, las aspiraciones morales y humanistas con la lucha y la acci贸n emancipadora.



En definitiva, soy marxista porque s贸lo el marxismo nos permite mantener la fe en la humanidad y en su futuro sin enga帽arnos, a pesar de todas las terribles experiencias del siglo XX, a pesar de Auschwitz e Hiroshima, a pesar del hambre en el Tercer Mundo y de la amenaza de destrucci贸n nuclear. El marxismo nos ense帽a a aceptar la vida y a los humanos, a amarlos, sin adornos, sin ilusiones, con plena conciencia de las infinitas dificultades y de los inevitables reveses en los millones de a帽os de progresi贸n de nuestra especie desde un estado pr贸ximo al de un simio hasta el de explorador del universo y conquistador del cielo. Para esta especie, hacerse con el control consciente de su propia existencia social se ha convertido ahora en una cuesti贸n de vida o muerte. Finalmente lograr谩 realizar la aspiraci贸n m谩s noble de todas: la construcci贸n de un socialismo mundial humano, sin clases y sin violencia.



Notas



1/ V茅anse las obras cl谩sicas de Adolf Portmann (Zoologie und das neue Bild des Menschen, Rowohit Veriag, Reinbek, 1956) y Arnold Gehien (Der Mensch. Seine Natur und seine Stellung in der Welt, 7陋 ed., Athen脿um Veriag, Fr谩ncfort y Bonn, 1962), y Gerhard Heberer (Der Ursprung des Menschen. Unser gegenw脿rtiger Wissensstand, Gustav Fischer Veriag, Stuttgart, 1969), Tr芒n duc Thao (Recherches sur l'origine du langage et de la conscience. Ed. sociales, Par铆s, 1973) y el libro editado por V. P. Yakimov (U istokov tshelowetshestva. Osnoviye problemi antropogenesa [Los or铆genes de la humanidad: problemas fundamentales de la antropog茅nesis], Isdatelstvo Moskovskogo Universiteta, Mosc煤, 1964).

2/ "Una ara帽a ejecuta operaciones que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergonzar铆a, por la construcci贸n de las celdillas de su panal, a m谩s de un maestro alba帽il. Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro alba帽il de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquel ya exist铆a en la imaginaci贸n del obrero, o sea, /idealmente鈥 (Karl Marx, El Capital, T 1, V. 1. Madrid: Siglo XXI, p. 216).

3/ Se pueden encontrar ejemplos convincentes de la utilizaci贸n de este m茅todo marxista, por ejemplo, en obras tan notables de historia y cr铆tica literarias como Die Lessing-Legende (Dietz-Verlag, Berl铆n, 1963) de Franz Mehring, La Th茅orie du roman (Gonthier, Par铆s, 1963) y Le Roman historique (Payot, Par铆s, 1965) de Georg Lukacs, y Le Dieu cach茅 (Gallimard, Par铆s, 1955) de Lucien Goldmann.

4/ "Por importantes que sean estas contribuciones t茅cnicas al progreso de la teor铆a econ贸mica en la valoraci贸n actual de las aportaciones marxistas, quedan eclipsadas por su brillante an谩lisis de las tendencias a largo plazo del sistema capitalista. El resultado es realmente impresionante [...]" (Wassily Leontief, "The Significance of Marxian Economies for Present-Day Economics Theory", en David Horowitz, ed,, Marx and Modem Economies, MacGibbon &amp; Kee, Londres, 1968, p. 94).

5/ Esta comprensi贸n nos permiti贸, ya a finales de los sesenta y principios de los setenta, predecir con bastante exactitud la recesi贸n general de la econom铆a capitalista internacional en 1974-75, incluso en t茅rminos de su punto de partida en el tiempo.

6/ Las crisis econ贸micas que afectaron a los pa铆ses m谩s importantes del mercado mundial se produjeron aproximadamente en los a帽os 1825, 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, 1882, 1891, 1900, 1907, 1919, 1921, 1929, 1937, 1949, 1953, 1957, 1960, 1970 y 1974.

7/ Esto sin tener en cuenta los ahorros de los peque帽os ahorradores o los fondos de pensiones, ya que evidentemente no se trata de activos, sino s贸lo de ingresos diferidos que m谩s tarde se consumir谩n en su totalidad. Si, adem谩s, se resta de la riqueza nacional la vivienda ocupada por sus propietarios (que es m谩s un bien de consumo duradero que un activo), estos porcentajes ser铆an a煤n m谩s elevados.

8/ 鈥渆n la historia de la sociedad, los agentes son todos hombres dotados de conciencia, que act煤an movidos por la reflexi贸n o la pasi贸n, persiguiendo determinados fines; aqu铆, nada acaece sin una intenci贸n consciente, sin un fin deseado. pero esta distinci贸n, por muy importante que ella sea para la investigaci贸n hist贸rica, sobre todo la de 茅pocas y acontecimientos aislados, no altera para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por leyes generales de car谩cter interno. Tambi茅n aqu铆 reina, en la superficie y en conjunto, pese a los fines conscientemente deseados de los individuos, un aparente azar; rara vez acaece lo que se desea, y en la mayor铆a de los casos los muchos fines perseguidos se entrecruzan unos con otros y se contradicen, cuando no son de suyo irrealizables o insuficientes los medios de que se dispone para llevarlos a cabo. (鈥) los acontecimientos hist贸ricos tambi茅n parecen estar presididos por el azar. pero all铆 donde en la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, 茅sta se halla siempre gobernada por leyes internas ocultas, y de lo que se trata es de descubrir estas leyes鈥. Karl Marx y Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosof铆a cl谩sica alemana , disponible en https://www.fundacionfedericoengels.net/images/engels_feuerbach_RL_crisis_socialdemocracia.pdf

9/ V. I. Lenin, Cuadernos filos贸ficos. Obras, vol. 42, ed. Progreso, Mosc煤, 1971.

10/ V茅ase la tercera de las Tesis sobre Feuerbach de Marx Estas tesis son, en cierto sentido, la partida de nacimiento del marxismo.

11/ Marx/Engels, Manifiesto del Partido comunista.

12/ Sobre esta problem谩tica, v茅anse mis estudios: Teor铆a leninista de la organizaci贸n y Sobre la burocracia.

13/ Lenin, La enfermedad infantil del comunismo

14/ Lenin 驴Qu茅 hacer?

15/ Marx, Cr铆tica de la filosof铆a del derecho de Hegel, disponible en https://archivo.juventudes.org/textos/Karl%20Marx/Critica%20de%20la%20Filosofia%20del%20Derecho%20de%20Hegel.pdf

16/ "M谩s all谩 de estos tres aspectos -la subjetividad individual, la intersubjetividad y la relaci贸n objetiva-, el enfoque constitutivo primario del pensamiento marxiano sobre la praxis es la primac铆a pr谩ctica de su s铆ntesis, determinada por el enfoque de la riqueza objetiva, la actividad aut贸noma personal y multidimensional, y la reciprocidad social universal, la cooperaci贸n igualitaria; [...]" (Helmut Dahmer y Helmut Fleischer, "Karl Marx", en Dirk Kasler, ed., Karl Marx, Klassiker des soziologischen Denkens, vol. 1, Veriag C. H. Beck, Munich, 1976, p. 151).

17/ Le贸n Trotsky 1905 Balance y Perspectivas, disponible en: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ryp/index.htm

18/ Engels: " Lo peor que puede suceder al jefe de un partido extremo es ser forzado a encargarse del gobierno en un momento en el que el movimiento no ha madurado lo suficiente para que la clase que representa pueda asumir el mando y para que se puedan aplicar las medidas necesarias a la dominaci贸n de esta clase鈥, F. Engels La guerra de los campesinos en Alemania, p. 112, disponible en: https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/la-guerra-de-los-campesinos-en-alemania.pdf

19/ La explicaci贸n de esta tragedia debe incluir un an谩lisis concreto de la estrategia y la t谩ctica del movimiento obrero en el siglo XX. Entre las contribuciones m谩s importantes sobre este tema se encuentran 驴Reforma o revoluci贸n? de Rosa Luxemburg y sus escritos sobre el debate de la huelga de masas. La enfermedad infantil del comunismo de Lenin y los escritos de Trotsky sobre Alemania, Francia y Espa帽a.

20/ 鈥淓n el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad com煤n de los medios de producci贸n, los productores no cambian sus productos; el trabajo invertido en los productos no se presenta aqu铆, tampoco, como valor de estos productos como una cualidad material, pose铆da por ellos, pues aqu铆, por oposici贸n a lo que sucede en la sociedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo com煤n mediante un rodeo, sino directamente. La expresi贸n 鈥渆l fruto del trabajo鈥, ya hoy recusable por su ambigu虉edad, pierde as铆 todo sentido. De lo que aqu铆 se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todav铆a en todos sus aspectos, en el econ贸mico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entra帽a procede鈥 (Marx/Engels, Cr铆tica al progra ma de Gotha.Disponible en marxists.org; v茅ase tambi茅n F. Engels AntiDurhing:

"La producci贸n social inmediata, as铆 como la distribuci贸n directa, excluyen todo intercambio de mercanc铆as y, por tanto, tambi茅n la transformaci贸n de los productos en mercanc铆as (al menos dentro de la comuna) y, en consecuencia, su transformaci贸n en valores. En cuanto la sociedad entra en posesi贸n de los medios de producci贸n y los emplea para una producci贸n inmediatamente socializada, el trabajo de cada individuo, por diferente que sea su car谩cter espec铆fico de utilidad, se convierte inmediata y directamente en trabajo social. [...] No puede, por tanto, ocurr铆rsele [a la sociedad] seguir expresando los cuantos de trabajo que se depositan en los productos y que ella conoce de manera directa y absoluta, en un patr贸n que s贸lo es relativo, flotante, inadecuado, y antes inevitable como expediente, en un tercer producto, en lugar de en su patr贸n natural, adecuado y absoluto, el tiempo. [...] Por lo tanto, en las condiciones asumidas anteriormente, la sociedad tampoco asigna valores a los productos", Anti-D眉hring.

21/Se puede encontrar an谩lisis en profundidad de la sociedad burocratizada en la transici贸n del capitalismo al socialismo en Le贸n Trotsky, La revoluci贸n traicionada; Isaac Deutscher, La revoluci贸n inacabada; Jurgen Arz y Otmar Sauer, Zur Entwicklung der sowjetischen Ubergangsgeselischaft 1917-29,; Jakob Moneta, Aufstieg und Niedergang des Stalinismus.

22/ Karl Marx hab铆a anticipado, ya en 1852, esta tendencia de la revoluci贸n proletaria a la autocr铆tica despiadada, en su pr贸logo al 18 Brumario de Louis Bonaparte.

23/ Hacia finales de la dinast铆a XX, bajo el fara贸n Rams茅s III, es decir, hace unos 3.500 a帽os, los trabajadores de la necr贸polis real organizaron la primera huelga -o el primer levantamiento obrero- conocido en la historia. Un papiro de la 茅poca, conservado en Tur铆n, da cuenta detallada de ello (v茅ase Fran莽ois Daumas, La Civilisation de l'Egypte pharaonique, Arthaud, Par铆s, 1965.

24/ "Y la 茅tica, como experiencia, no debe permanecer sin l铆mites, ni ser una exigencia puramente formal para el comportamiento del individuo, sino que debe sacar su luz de la lucha de clases de los que est谩n doblegados bajo los dolores y las cargas, de los que est谩n rebajados y humillados. S贸lo as铆 los postulados 茅ticos perdurables se har谩n inextinguibles e indestructibles, a pesar de su transgresi贸n en la realidad. Esto significa que el verdadero rostro de la humanidad, por imprecisos que sean sus contornos, y a pesar de la banalidad y verborrea de sus determinaciones sobregeneralizadas [...] se encuentra al menos en su autoconciencia". (Ernst Bloch, Experimentum Mundi. Frage, Kategorien des Herausbringens, Praxis, Suhrkamp Veriag, Frankfurt).



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Hagamos renacer la esperanza



Ernest Mandel



鈥淗agamos renacer la esperanza鈥, es el nombre que se le dio a la intervenci贸n de Ernest Mandel en el III Encuentro del Foro de Sao Paulo (Nicaragua, julio 1992). En aquella ocasi贸n, el Nuevo Diario (Managua, 19-7-92) comentaba: 鈥淢andel, ante los representantes de los diversos partidos pol铆ticos latinoamericanos y de Europa, exhibi贸 recursos que al parecer no estaban en la agenda. Ello motiv贸 a sentarse a reflexionar sobre las cuestiones que planteaba鈥 y 鈥渄esamarrar los nudos pol铆ticos que atascan las ideas鈥. En tal sentido, 鈥渆l testimonio de uno de los m谩s destacados marxistas revolucionaros del siglo XX鈥 contribuy贸 -seg煤n el diario sandinista- para 鈥渄escorrer un poco las cortinas de la incertidumbre para que el sol entrara, quiz谩s por primera vez, en la izquierda latinoamericana鈥. (Redacci贸n Correspondencia de Prensa)



Restaurar la credibilidad del Socialismo



A los ojos de la gran mayor铆a de las masas a escala mundial, las dos experiencias hist贸ricas principales para construir una sociedad sin clases, la estalinista-postestalinista-mao铆sta y la socialdem贸crata, han fracasado.

Seguro que las masas entienden muy bien que ese fracaso es el de un objetivo social radical de conjunto, lo que no implica una balance negativo con respecto a cambios importantes en la realidad social a favor de los explotados. En ese sentido, el balance de m谩s de ciento cincuenta a帽os de actividad del movimiento obrero internacional, y de todas las tendencias comprometidas, sigue siendo muy positivo.



Pero eso, es algo diferente a la convicci贸n de millones de trabajadores en el sentido de que todas las luchas inmediatas desemboquen, cada vez m谩s, en la lucha por el derrocamiento del capitalismo y el advenimiento de una sociedad sin explotados, sin injusticia o violencia masiva. En ausencia de tal convicci贸n, las luchas inmediatas son fragmentadas y discontinuas, sin objetivos pol铆ticos de conjunto.



La iniciativa pol铆tica est谩 en manos del imperialismo, de la burgues铆a y de sus agencias. Eso se confirm贸 en Europa Oriental, donde la ca铆da de las dictaduras burocr谩ticas condujo no a una iniciativa pol铆tica en direcci贸n al socialismo, sino a iniciativas de fuerzas favorables a la restauraci贸n capitalista. Lo mismo comienza a repetirse en la ex Uni贸n Sovi茅tica.



Las masas en Europa Oriental y en la ex URSS, para no hablar de pa铆ses como Camboya, identifican la dictadura estalinista y postestalinista con el comunismo, el marxismo, el socialismo y rechazan todo eso. Se equivocan. Stalin mat贸 a un mill贸n de comunistas y reprimi贸 a millones de obreros y campesinos, y esto no fue producto del marxismo, del socialismo, de la revoluci贸n. Fueron producto de una contrarrevoluci贸n sangrienta. Pero el hecho que las masas vean todav铆a las cosas de modo diferente, es un hecho objetivo que pesa sobre la realidad pol铆tica y social a escala mundial.



Esa crisis de credibilidad del socialismo, explica la contradicci贸n principal de la situaci贸n mundial: las masas siguen luchando en muchos pa铆ses a escalas m谩s amplias que nunca en el pasado. El imperialismo, la burgues铆a internacional, no son capaces de aplastar al movimiento obrero como lo han hecho en los a帽os treinta y al inicio de los cuarenta en Europa, en Jap贸n, en las grandes ciudades y en muchos otros pa铆ses. Pero las masas trabajadoras no est谩n todav铆a dispuestas a luchar por una soluci贸n global anticapitalista, socialista, por esa raz贸n hemos entrado en un largo per铆odo de crisis mundial, de desorden mundial en el cual ni una ni otra de las dos principales clases sociales est谩n cercanas a obtener su victoria hist贸rica.



La tarea principal de los socialistas-comunistas, es la de restaurar la credibilidad del socialismo en la conciencia y en la sensibilidad de millones de hombres y mujeres. Esto ser谩 irrealizable si no tiene como punto de partida las principales preocupaciones de esas masas. Todo modelo alternativo de pol铆tica econ贸mica, debe incluir esas propuestas, deben ser aquellas que ayuden en el modo m谩s concreto y m谩s eficaz a las masas a luchar de manera exitosa por sus necesidades.



Podemos formularlas de un modo casi b铆blico; eliminar el hambre, vestir a los desnudos, dar vivienda digna a todos, salvar la vida de los que mueren por falta de protecci贸n m茅dica posible, generalizar el acceso gratuito a la cultura por la eliminaci贸n del analfabetismo, universalizar las libertades democr谩ticas, los derechos humanos, eliminar la violencia represiva en todas sus formas.



Impulsar sin restricciones, luchas amplias de masas



Esto no tiene nada de dogm谩tico ni ut贸pico. Las masas aunque no est谩n todav铆a dispuestas a luchar por la revoluci贸n socialista, pueden, perfectamente, aceptar esos desaf铆os si son formulados del modo m谩s concreto posible. Pueden desencadenar amplias luchas en las formas m谩s diversas y combinadas, por ello repito que debemos intentar ser lo m谩s concretos posibles en las propuestas: 驴qu茅 tipo de producci贸n alimentaria es posible? 驴con qu茅 t茅cnica agroqu铆mica? 驴en qu茅 lugares? 驴qu茅 material de construcci贸n se puede construir? 驴en qu茅 lugar, nacionalmente, condicionadamente a escala internacional m谩s amplia, etc.?



Cuando examinamos las condiciones para realizar estos objetivos, se llega a la conclusi贸n que eso implica una redistribuci贸n radical en los recursos existentes. Implica tambi茅n una revisi贸n radical del modo en el cual es decidida la utilizaci贸n de esos recursos, un cambio radical de las fuerzas sociales que tienen el poder de decisi贸n sobra esa utilizaci贸n. Debemos de estar convencidos que las masas que luchan por esos objetivos no van abandonar esa lucha cuando la realidad demuestra esas implicaciones.



Ese es uno de los retos hist贸ricos del movimiento socialista: ser capaz de impulsar sin restricciones, luchas de masas ampl铆simas para alcanzar los objetivos m谩s sentidos de la humanidad hoy.



驴Es pol铆ticamente realizable ese modelo alternativo en el mundo y la sociedad de hoy, sin un objetivo de toma o de participaci贸n del poder realizable a corto o mediano plazo? Creo que formular la pregunta de esa forma es una trampa. Claro que no se debe de ninguna manera relativizar el poder pol铆tico. Pero la forma concreta de lucha por el poder, y a煤n m谩s, las formas concretas del poder estatal, no deben ser decididas de antemano. Y, especialmente, no se debe subordinar la formulaci贸n de los objetivos concretos y de las formas concretas de lucha para lograrlo, a cualquier consideraci贸n seudo-realista de lo que es o de lo que no es realizable en el terreno pol铆tico a corto plazo.



Al contrario, se deben determinar los objetivos y las formas de lucha sin prejuicios pol铆ticos ni izquierdistas, ni oportunistas de cualquier naturaleza. La f贸rmula deber aquella del gran t谩ctico que fue Napole贸n Bonaparte y que Lenin repiti贸 muchas veces: 鈥淣os comprometemos y despu茅s veremos鈥.



Es de esta manera que el movimiento obrero internacional, en el per铆odo de su expresi贸n masiva universal m谩s impresionante, condujo sus campa帽as por dos objetivos centrales: la jornada de ocho horas de trabajo y el sufragio universal.



驴Puede el imperialismo hoy en d铆a, o mejor dicho, el imperialismo aliado al gran capital, impedir la realizaci贸n de estos objetivos en los pa铆ses de Am茅rica Latina? 驴Puede bloquear todos los ingresos de capital y la transferencia de tecnolog铆as, adem谩s de las presiones del FMI y del Banco Mundial?



De nuevo creo que la formulaci贸n misma de la pregunta nos hace caer en una trampa. La verdad es que nadie puede responder de antemano a esa pregunta. Depende en 煤ltima instancia de las relaciones de fuerza. Pero esas relaciones de fuerza no est谩n pre-establecidas, cambian continuamente. Y las luchas por objetivos precisos accesibles a amplias masas es precisamente una forma de modificar las relaciones de fuerzas, a favor de los trabajadores y dem谩s capas explotadas y oprimidas (鈥)



En esas condiciones hay muchas variables posibles de respuestas dignas a una lucha exitosa por la anulaci贸n inmediata del pago del servicio de la deuda externa. Es muy poco probable que el conjunto de los gobiernos de Am茅rica Latina y a煤n m谩s, del Tercer Mundo, act煤en en ese sentido, pero si un pa铆s como Brasil en el caso de una victoria electoral del PT actuara as铆, no se puede predeterminar de antemano la reacci贸n del imperialismo. Puede haber un bloqueo econ贸mico, pero es objetivamente m谩s dif铆cil un bloqueo a Brasil, el pa铆s m谩s desarrollado de Am茅rica Latina, que el bloqueo a Cuba, por no decir Nicaragua. Y Brasil tendr铆a la posibilidad de responder con una ofensiva pol铆tica, con un Brest-Litovsk pol铆tico-econ贸mico, dirigi茅ndose a los gobiernos de muchos pa铆ses y a las masas de todos los pa铆ses diciendo: 驴est谩 ustedes de acuerdo que se castigue a nuestro pueblo porque est谩 intentando eliminar el hambre, las enfermedades, las violaciones a los derechos humanos?



La respuesta de las masas trabajadoras del mundo no esta pre-establecida, puede ser insuficiente, puede ser positiva. Pero es una gran batalla que puede modificar toda la situaci贸n pol铆tica mundial. Permitir铆a algo m谩s que la modificaci贸n de las relaciones de fuerzas, permitir铆a la recuperaci贸n de la esperanza de un mundo mejor.



Concretar iniciativas comunes, nacionales e internacionales



Hay que enfocar esta problem谩tica alrededor de un enfoque metodol贸gico fundamental de Marx: la lucha por el socialismo no es la imposici贸n dogm谩tica y sectaria de antemano de cualquier objetivo pre-establecido al movimiento real de las masas. No es otra cosa que la expresi贸n conciente de ese movimiento que no hace m谩s que desarrollar los elementos constitutivos de la nueva sociedad que se desarrolla ya en el seno de la vieja sociedad.



Ilustremos esa forma de enfocar la problem谩tica en relaci贸n a los problemas centrales del mundo de hoy.



Las compa帽铆as transnacionales dominan sectores cada vez m谩s amplios del mercado mundial, representan una forma cualitativamente superior de centralizaci贸n internacional del capital. Eso conduce a una internacionalizaci贸n cada vez m谩s amplia de la lucha de clases.



Desafortunadamente, la burgues铆a internacional tiene en ese sentido mucho m谩s preparaci贸n y una actuaci贸n mucho mas cohesionada que la clase trabajadora. Fundamentalmente para la clase obrera y el movimiento obrero no hay m谩s que dos respuestas posibles a las actuaciones de las transnacionales: o un repliegue hacia el proteccionismo y la defensa de la llamada 鈥渃ompetitividad nacional鈥, es decir, la colaboraci贸n de clases con la patronal de cada pa铆s y el gobierno de cada pa铆s, contra 鈥渓os japoneses鈥, 鈥渓os alemanes鈥, 鈥渓os mexicanos鈥, es decir por explotadores y explotados todos juntos; o la solidaridad con los obreros de todos los pa铆ses contra todos los explotadores internacionales e nacionales.



En el primer caso, se abre una espiral inevitable de reducci贸n de los salarios, de la protecci贸n social, de las condiciones de trabajo en todo los pa铆ses, porque las transnacionales pueden siempre explotar un pa铆s con salarios mas bajos, transferir la producci贸n fabrica all谩 o chantajear al movimiento obrero para hacer concesiones de antemano.



En el segundo caso, hay al menos la posibilidad de una espiral ascendente que progresivamente aumente los salarios y la protecci贸n social de los pa铆ses menos desarrollados, reduciendo las diferencias de bienestar de un modo positivo.



Esta segunda forma de reaccionar no se opone de ninguna manera al desarrollo o a la creaci贸n de empleos en los pa铆ses del Tercer Mundo. Implica si, otro modelo de de desarrollo, no orientado hacia las exportaciones de bajos salarios, sino orientado hacia la ampliaci贸n del mercado nacional, hacia la satisfacci贸n de las necesidades elementales del pueblo.



La lucha por esta respuesta internacionalista a la ofensiva de las compa帽铆as transnacionales, necesita desde hoy concretar iniciativas comunes a nivel sindical, especialmente a nivel de delegados combativos, cr铆ticos, independientes, de base, en todas las f谩bricas del mundo trabajando para la misma transnacional o en la misma rama industrial. Eso ya se inici贸 de manera todav铆a muy limitada pero real; el proyecto del Mercado Com煤n Norteamericano, la tentativa de transformar a M茅xico en una vasta zona maquiladora, abre el camino a esta respuesta y esto puede extenderse al conjunto de Am茅rica Latina como respuesta a la llamada 鈥淚niciativa de las Am茅ricas鈥.



De otro lado, los llamados nuevos movimientos sociales no hacen m谩s que traducir la angustia de amplias capas sociales abandonadas por la din谩mica del capitalismo tard铆o. Esta din谩mica implica el peligro que esas capas se despoliticen cada vez m谩s y puedan constituir una base social para ataques derechistas, incluidos neofascistas contra las libertades democr谩ticas. Toda pol铆tica de 鈥渃ontrato social鈥, de consenso seudo-realista con la burgues铆a produce la impresi贸n que no hay opciones pol铆ticas fundamentales y fortalece ese peligro. Por eso es vital que el movimiento obrero establezca una alianza estructural con los marginados, organiz谩ndolos, facilitando su auto-organizaci贸n, defendi茅ndolos, inst谩ndolos a conquistar la dignidad y la esperanza.



En todos estos terrenos hay que operar de forma no dogm谩tica, actuando sin la visi贸n de poseer la verdad absoluta, la respuesta definitiva. La construcci贸n del socialismo es un inmenso laboratorio de experiencias nuevas todav铆a indefinidas. Se debe aprender de la pr谩ctica, en primer lugar de la pr谩ctica de las mismas masas. Por esa raz贸n, debemos estar abiertos al di谩logo y a la discusi贸n fraternal en el seno de toda la izquierda, defendiendo con firmeza lo que son los principios de cada corriente, de cada organizaci贸n.



En un sentido mas amplio debemos darnos cuenta que lo que est谩 en juego hoy en el mundo es dram谩tico: es literalmente la supervivencia f铆sica de la Humanidad. El hambre, las epidemias de miseria, las centrales nucleares, el deterioro del ambiente natural, todo es la realidad del viejo y del nuevo desorden capitalista mundial.



Cada a帽o en el Tercer Mundo 16 millones de ni帽os mueren de hambre o de enfermedades perfectamente controlables. Eso es igual al 25 por ciento de todos los muertos de la Segunda Guerra Mundial., incluido Auschwitz e Hiroshima. Cada cuatro a帽os se vive una guerra mundial contra los ni帽os, esa es la realidad del imperialismo y el capitalismo hoy.



Esta realidad inhumana produce efectos ideol贸gicos y pol铆ticos inhumanos. En el Nordeste de Brasil, la falta de vitaminas en la comida de los pobres ha producido una nueva capa de pigmeos, de hombres enanos que tienen una altura f铆sica reducida en treinta cent铆metros en promedio de los habitantes del pa铆s. Son ya millones, y la clase dominante y sus agentes llama 鈥渉ombres-ratas鈥 a esos desgraciados, con todo lo que implica esa deshumanizaci贸n ideol贸gica, semejante a aquella que desarrollaron los nazis.



Con la restauraci贸n gradual del capitalismo en Europa Oriental y en la ex URSS, toda esa barbarie, todo ese retroceso social comienza a reproducirse. La privatizaci贸n de las grandes empresas en la ex URSS puede producir entre 35 y 40 millones de desocupados y una baja de los ingresos de los trabajadores del 40 por ciento.



El car谩cter emancipador del socialismo



El socialismo puede recuperar vigencia y credibilidad si est谩 dispuesto a identificarse totalmente con la lucha en contra de esas amenazas. Eso supone tres condiciones:



La primera, es que bajo ninguna condici贸n se subordine el apoyo a las luchas sociales de las masas a cualquier proyecto pol铆tico, debemos de estar incondicionalmente al lado de las masas en todas sus luchas.



La segunda condici贸n, es la propaganda y la educaci贸n entre las masas del objetivo global, de un modelo de socialismo que integra las principales experiencias y formas de conciencia nueva de las 煤ltimas d茅cadas.



Debemos defender un modelo de socialismo que sea totalmente emancipador en todos los terrenos de la vida. Ese socialismo debe ser autogestionario, feminista, ecologista, radical-pacifista, pluralista, extendiendo cualitativamente la democracia, internacionalista, pluripartidista. Pero es decisivo que sea emancipatorio para los productores directos.



Esto es irrealizable sin la desaparici贸n progresiva del trabajo asalariado, sin la desaparici贸n progresiva de la divisi贸n social del trabajo entre aquellos y aquellas que producen y aquellos que administran y acumulan. Los productores deben tener el poder real de decidir como se produce, qu茅 se produce, y como se utiliza una parte mayor del producto social. Ese poder debe ser conducido de manera plenamente democr谩tica, es decir, debe expresar las convicciones reales de las masas. Eso es irrealizable sin pluralidad de partidos, sin posibilidad de las masas de escoger entre diversas variantes concretas de los objetivos centrales del plan econ贸mico y, adem谩s, esto es irrealizable sin la reducci贸n radical de la jornada y la semana de trabajo.



Hay pr谩cticamente un consenso sobre el peso cada vez m谩s amplio de la corrupci贸n y de la criminalizaci贸n en la sociedad burguesa y en las sociedades postcapitalistas en desaparici贸n. Pero se debe entender que ello est谩 estructuralmente ligado al peso del dinero en la sociedad. Es ut贸pico, es irrealista, esperar la moralizaci贸n de la llamada sociedad civil y del Estado, sin la reducci贸n radical del peso del dinero y de las econom铆as de mercado.



No se puede defender una visi贸n coherente del socialismo, sin oponerse de manera sistem谩tica al ego铆smo y a la b煤squeda de ganancias individuales a pesar de todas las consecuencias para la sociedad en su conjunto, la prioridad debe ser la solidaridad y la cooperaci贸n. Y eso presupone, precisamente, una reducci贸n decisiva del peso del dinero en la sociedad.



La tercera condici贸n, es el rechazo total de parte de los socialistas-comunistas a toda pr谩ctica sustituista, paternalista, verticalista. Nosotros debemos reflejar y transmitir la principal contribuci贸n de Marx a la pol铆tica: la liberaci贸n de los trabajadores no puede ser m谩s que la obra de los trabajadores mismos. No puede ser obra de Estados, gobiernos, partidos, dirigentes supuestamente infalibles, o de expertos de cualquier tipo.



Todos estos 贸rganos son 煤tiles, incluso indispensables en el camino de la emancipaci贸n, pero no pueden hacer m谩s que ayudar a las masas a liberarse, no sustituirlas. No es solamente inmoral, es impracticable intentar asegurar la felicidad de la gente contra sus propias convicciones. Esa es una de las principales lecciones que se puede sacar del derrumbe de las dictaduras burocr谩ticas en Europa Oriental en la ex URSS.



La pr谩ctica de los socialistas y comunistas debe ser totalmente conforme a sus principios. No debemos justificar ninguna pr谩ctica alienadora u opresiva. Debemos en la pr谩ctica realizar lo que Marx llamaba imperativo categ贸rico de luchar por derrotar las condiciones en las cuales los seres humanos son enajenados y humillados. Si nuestra pr谩ctica es conforme a ese imperativo, el socialismo recuperar谩 una formidable fuerza y legitimidad pol铆tica que lo har谩 invencible.



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La econom铆a de Ernest Mandel, ayer y hoy



Michel Husson

A l麓encontre, 13-7-2020

http://alencontre.org/laune/leconomie-dernest-mandel-hier-et-aujourdhui.html

Correspondencia de Prensa, 15-7-2020

https://correspondenciadeprensa.com/?p=12696

Traducci贸n de Ruben Navarro



Un cuarto de siglo despu茅s de la muerte de Ernest Mandel (el 20 de julio de 1995), este art铆culo no pretende ser un homenaje. En el esp铆ritu del marxismo vivo, como fue el suyo, nos limitaremos preferentemente a mostrar c贸mo sus escritos econ贸micos siguen siendo actuales y esbozaremos las interrogantes, anteriores o actuales, que los mismos plantean. (1)



La difusi贸n del marxismo



Mandel desempe帽贸 un papel clave en la difusi贸n de un marxismo liberado de los oropeles estalinistas, preocupado siempre por establecer un v铆nculo entre el an谩lisis econ贸mico y la acci贸n militante. Su primera contribuci贸n importante fue el Tratado de Econom铆a Marxista, publicado en 1962. Esta s铆ntesis tuvo una amplia difusi贸n internacional y contribuy贸 a la renovaci贸n de un marxismo vivo, ansioso de integrar los 煤ltimos acontecimientos. El cap铆tulo XI sobre las crisis peri贸dicas es un claro ejemplo de ello: Mandel ya esboza una s铆ntesis entre las teor铆as basadas en el sub consumo y la desproporcionalidad, refiri茅ndose a las contribuciones de economistas como Harrod, Kuznets, Samuelson, Goodwin, Kalecki y Joan Robinson. Aunque las encuentra 鈥渄emasiado simplificadas鈥, estima que 鈥渟iguen constituyendo un material importante鈥.



En 1963, Mandel dio una serie de conferencias durante un fin de semana de formaci贸n organizado por la Federaci贸n parisina del PSU (Parti Socialiste Unifi茅 鈥 Partido Socialista Unificado). Esas conferencias dieron lugar a un folleto, 鈥淚niciaci贸n a la teor铆a econ贸mica marxista鈥, que luego ser谩 reeditado varias veces. Aunque obviamente merecer铆a ser actualizado, se trata de un texto notable, extremadamente pedag贸gico e ilustrativo de la constante preocupaci贸n de Mandel por tender puentes entre la teor铆a m谩s exigente y la formaci贸n de los militantes.



En 1967, Mandel public贸 鈥淟a formaci贸n del pensamiento econ贸mico de Karl Marx鈥. Uno de los principales prop贸sitos de este libro era el de dar a conocer una de las obras fundamentales de Marx -los Grundrisse- antes incluso de que la primera traducci贸n francesa, la de Roger Dangeville, fuera publicada. Hay que leer, en particular, el cap铆tulo sobre la 鈥渄ial茅ctica del tiempo de trabajo y del tiempo libre鈥, que es una introducci贸n perfecta al tema de la reducci贸n del tiempo de trabajo.



Queda as铆 claro que Mandel buscaba difundir el pensamiento econ贸mico de Marx, con el objetivo constante de proponer una versi贸n no dogm谩tica del mismo. Por lo tanto, no es casual que se le haya pedido la redacci贸n del prefacio de la edici贸n inglesa del Capital (Penguin), lo que permite medir la notoriedad de Mandel en el mundo anglosaj贸n. Lamentablemente, esas introducciones a los tres libros de El Capital no fueron publicadas en franc茅s, aunque han sido traducidas al espa帽ol y reunidas en un libro titulado 鈥淓l Capital. Cien A帽os de Controversias En Torno a la Obra de Karl Marx鈥 que constituye una introducci贸n excelente a la obra cumbre de Marx.



El problema de la 鈥渢ransformaci贸n鈥



Podemos, por ejemplo, citar un pasaje dedicado al problema de la transformaci贸n de los valores en precios. Este problema te贸rico tiene su importancia porque abri贸 las puertas a una cr铆tica de la teor铆a del valor de Marx: habr铆a una contradicci贸n insuperable entre el Libro I del Capital (los valores son proporcionales al gasto del trabajo) y el Libro III (los precios son proporcionales al capital adelantado).



La respuesta de Mandel consiste en rebatir la hip贸tesis fundamental de los cr铆ticos de Marx, seg煤n la cual los precios de producci贸n de los insumos (inputs, lo que entra en producci贸n) son id茅nticos a los precios de producci贸n (outputs, lo que se produce): 鈥渓os insumos de los ciclos de producci贸n actuales son datos conocidos al principio del ciclo, y que no tienen un efecto retroactivo en la perecuaci贸n de la tasa de ganancia entre las diferentes actividades industriales durante ese ciclo鈥. Basta con considerar que tambi茅n se calculan en precios de producci贸n y no en valores, pero que estos precios de producci贸n son el resultado de la perecuaci贸n de las tasas de ganancia durante el ciclo anterior, y que desaparecen todas las incoherencias (鈥) Los precios de producci贸n de las materias primas, como los de todos los insumos utilizados en la producci贸n (鈥) son el resultado de la perecuaci贸n de las tasas de ganancia que tuvo lugar en el per铆odo anterior鈥 (v茅ase el fragmento 鈥淓l problema de la transformaci贸n鈥, traducido por el autor de este art铆culo). En pocas palabras, fue presentada la soluci贸n. Pero, curiosamente, Mandel no insisti贸 en ello: en la obra colectiva 鈥淩icardo, Marx, Sraffa鈥, s贸lo trata el problema de la transformaci贸n desde el punto de vista del papel que juegan el oro y el dinero.



La trayectoria del capitalismo



Los resultados del capitalismo de posguerra (bajo desempleo, crecimiento del poder adquisitivo) iban en contra de las tesis sobre el declive inevitable o sobre la pauperizaci贸n del proletariado defendidas por los economistas estalinistas. Para analizar esta nueva configuraci贸n, Mandel habl贸 de neocapitalismo (un t茅rmino que luego rechazar铆a) y comenz贸 a utilizar la idea de onda larga.



Ya en 1963 -en su ya mencionada 鈥淚niciaci贸n a la Teor铆a Econ贸mica Marxista鈥- Mandel se refiere a Kondratieff y luego subraya que 鈥渓a onda larga que comenz贸 con la Segunda Guerra Mundial y en la que todav铆a estamos -digamos la ola de 1940-1965 o 1940-1970- se ha caracterizado, por el contrario, por la expansi贸n鈥. 脡sta permite 鈥渦n aumento tendencial del nivel de vida de los trabajadores鈥. Existe, pues, una previsi贸n clara del cambio de rumbo que se va a producir, la que ser谩 explicitada en un notable art铆culo publicado en 1964 en Les Temps Modernes, llamado 鈥淓l apogeo del neocapitalismo y su porvenir鈥 (鈥淟鈥檃pog茅e du n茅o-capitalisme et ses lendemains鈥), en el que Mandel predec铆a el pr贸ximo fin de la expansi贸n de posguerra, la que todav铆a no hab铆a recibido el nombre de los 鈥淭reinta gloriosos鈥.



Con la teor铆a de las ondas largas, Mandel retoma las elaboraciones de principios del siglo XX, sobre todo las de Parvus y Trotsky. Reproducimos a continuaci贸n la curva original del art铆culo (2) de Trotsky de 1923 y su transcripci贸n en franc茅s. Ah铆 ya se esboza la idea clave de la teor铆a de las ondas largas, a saber, que el capitalismo atraviesa per铆odos hist贸ricos: 鈥20 a帽os de desarrollo capitalista muy gradual (A-B); 40 a帽os de ascenso firme (B-C); 30 a帽os de crisis prolongada y de declive (C-D)鈥 y Trotsky se帽ala que no se trata de ciclos, como piensa err贸neamente Kondratieff, porque 鈥渟u car谩cter y duraci贸n no est谩n determinados por el juego interno de las fuerzas capitalistas, sino por las condiciones externas que constituyen la base de su desarrollo鈥.



La tasa de ganancia



Mandel se refiri贸 siempre a la formulaci贸n cl谩sica de la ley de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia, lo que puede verse, por ejemplo, en su texto 鈥淰ariables parcialmente independientes y l贸gica interna en el an谩lisis marxista cl谩sico鈥: 鈥渆l aumento de la composici贸n org谩nica del capital conduce a una tendencia a la disminuci贸n de la tasa media de ganancia (鈥) A largo plazo, la tasa de plusval铆a no puede aumentar en proporci贸n a la tasa de aumento de la composici贸n org谩nica del capital, y la mayor parte de las contratendencias tienden, al menos peri贸dicamente (y tambi茅n a muy largo plazo), a ser suplantadas a su vez鈥.



Esta formulaci贸n tradicional es, sin embargo, discutible, porque el aumento incuestionable de la composici贸n f铆sica del capital (el n煤mero de 鈥渕谩quinas鈥 por trabajador) no conduce necesariamente a un aumento de la composici贸n org谩nica (en t茅rminos de valor), porque entre ambos se encuentra la productividad del trabajo. Como quiera que sea, el proceso de desarrollo de las ondas largas tiene algo que ver con la tasa de ganancia. Pero esto no significa que la fase expansiva se inicie autom谩ticamente en el momento en que la tasa de ganancia alcanza un cierto punto. Es una condici贸n necesaria pero no suficiente. La forma en que se recobra la tasa de ganancia debe dar, al mismo tiempo, una respuesta adecuada a otras cuestiones, como la relativa a la realizaci贸n del producto.



La tasa de ganancia es, sin embargo, un buen indicador sint茅tico de la doble temporalidad del capitalismo, como insist铆a Mandel. El establecimiento de un orden productivo coherente significa mantenerlo a un nivel alto y m谩s o menos 鈥済arantizado鈥. Al cabo de cierto tiempo, la interacci贸n de las contradicciones fundamentales del sistema degrada esta situaci贸n y la crisis aparece siempre y en todas partes marcada por una baja significativa de la tasa de ganancia. 脡sta refleja la doble incapacidad del capitalismo para reproducir el grado de explotaci贸n de los trabajadores y para asegurar la realizaci贸n de las mercanc铆as, m谩s que una tendencia al alza en la composici贸n org谩nica del capital. Es as铆 entonces que nos parece 煤til reformular la ley de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia: la tasa de ganancia no disminuye de manera continua, pero los mecanismos que la impulsan hacia abajo terminan siempre prevaleciendo sobre lo que Marx llamaba las contratendencias. El giro es end贸geno, por lo que la exigencia de una reestructuraci贸n del orden productivo reaparece peri贸dicamente.



En todo caso, Mandel nunca hizo de esta ley el alfa y omega de la explicaci贸n de las crisis. En el cap铆tulo de su libro 鈥淟a crisis: 1974-1982鈥, dedicado a esta cuesti贸n, Mandel enumera las causas invocadas por varias escuelas marxistas: 鈥溌縇a sobreacumulaci贸n de capital? Sin duda alguna (鈥) 驴El subconsumo de las masas? Sin duda alguna (鈥) 驴La anarqu铆a de la producci贸n y la desproporci贸n entre las diferentes ramas? Sin duda alguna (鈥) 驴La ca铆da de la tasa de ganancia? Sin duda alguna鈥. En cuanto a este 煤ltimo enfoque, aclara: 鈥減ero no en el sentido mecanicista del t茅rmino, que sugiere una cadena causal rectil铆nea鈥. Mandel rechaza pues claramente cualquier explicaci贸n mono causal de la crisis y en particular, la tendencia a la baja de la tasa de ganancia que, para algunos marxistas, es una garant铆a de ortodoxia.



驴En qu茅 onda nos situamos?



Es l贸gico que nos planteemos la pregunta de d贸nde estamos. Nuestra respuesta es que todav铆a estamos en la onda larga recesiva iniciada con la recesi贸n generalizada de 1974-75 y luego con la recesi贸n de 1981-82. Esto requiere varias precisiones.



La primera es que la teor铆a de Mandel nunca postul贸 que cada onda larga deb铆a durar entre 25 y 30 a帽os. Por supuesto, as铆 fue m谩s o menos en el pasado, pero esto no significa que 茅sa deba ser la regla, simplemente porque las ondas largas no son ciclos. Es absolutamente necesario rechazar esa asimilaci贸n err贸nea, que aparece por ejemplo, en los escritos de Robert Boyer, uno de los fundadores de la llamada escuela de regulaci贸n: 鈥渘o podemos conformarnos con la interpretaci贸n m谩s bien mec谩nica propuesta por N.D. Kondratief, recientemente retomada por E. Mandel, que representa la historia del capitalismo como la sucesi贸n de olas de fuerte acumulaci贸n y luego de d茅bil acumulaci贸n que duran aproximadamente un cuarto de siglo (鈥) Ning煤n principio teleol贸gico permite garantizar ni la sucesi贸n mec谩nica de fases ascendentes y luego descendentes, ni el paso autom谩tico de un r茅gimen de acumulaci贸n principalmente extensivo a un r茅gimen de acumulaci贸n principalmente intensivo鈥. (3)



Se trata de un grave error de lectura que debe compararse con lo que Mandel explic贸 en la primera versi贸n de su libro sobre las ondas largas en 1980: 鈥淟a aparici贸n de una nueva onda larga expansiva no puede, por lo tanto, considerarse como un producto end贸geno -m谩s o menos espont谩neo, mec谩nico, aut贸nomo- de la onda larga depresiva precedente, cualquiera que sea la duraci贸n y gravedad de esta 煤ltima. No son las leyes de desarrollo del capitalismo, sino los resultados de la lucha de clases durante todo un per铆odo hist贸rico los que determinan ese vuelco decisivo. En otras palabras, nuestra tesis es la siguiente: el desarrollo hist贸rico pasa por una dial茅ctica de factores objetivos y subjetivos, en la que los factores subjetivos se caracterizan por una relativa autonom铆a. No est谩n directa e inevitablemente predeterminados por lo que ha sucedido anteriormente en cuanto a las tendencias fundamentales de la acumulaci贸n del capital, las tendencias del cambio tecnol贸gico, o el impacto de estas tendencias en el proceso de organizaci贸n del trabajo en s铆 mismo鈥.



O para resumir: 鈥渓as ondas largas son m谩s que simples movimientos de alza o de baja en la tasa de crecimiento de las econom铆as capitalistas. Son, en el profundo sentido de la palabra, per铆odos hist贸ricos espec铆ficos鈥.



Desde este punto de vista debemos analizar la trayectoria del capitalismo desde el giro de los a帽os 1980. Es cierto que la tasa de ganancia se recuper贸, en todo caso hasta la crisis de 2008, pero eso no es suficiente. En efecto, nada es m谩s ajeno a la teor铆a que el hecho de postular que basta con alcanzar cierto punto de rentabilidad para iniciar una nueva fase expansiva. La novedad es que esta recuperaci贸n de la tasa de ganancia (con la que discrepan algunos autores marxistas) no fue acompa帽ada de una reanudaci贸n de la acumulaci贸n, del crecimiento o del aumento de la productividad. Este 煤ltimo punto es, en nuestra opini贸n, de suma importancia: la desaceleraci贸n o incluso el agotamiento de las mejoras en la productividad es el indicador m谩s significativo de una p茅rdida de dinamismo del capital.



Ahora bien, esos aumentos de productividad son posibles gracias a la introducci贸n de considerables innovaciones tecnol贸gicas. En la teor铆a de las ondas largas, existe un v铆nculo org谩nico entre la sucesi贸n de las ondas largas y la de las revoluciones cient铆ficas y t茅cnicas, pero esta relaci贸n no puede reducirse a una visi贸n inspirada en la de Schumpeter, en la que la innovaci贸n ser铆a en s铆 misma la clave para la apertura de una nueva onda larga. Desde este punto de vista, los cambios vinculados a las nuevas tecnolog铆as constituyen sin duda un nuevo 鈥減aradigma t茅cnico-econ贸mico鈥, pero esto no basta para fundar una nueva fase expansiva. Ese es precisamente el debate sobre el estancamiento secular, que se basa en la observaci贸n de que las innovaciones significativas en todos los 谩mbitos no generan aumentos de la productividad.



La automatizaci贸n



Hay quienes se imaginan que las nuevas tecnolog铆as implican un potencial de aumento de la productividad, lo que tambi茅n implicar铆a una gran reducci贸n del empleo. Suponiendo que este pron贸stico fuera cierto, habr铆a que interrogarse sobre el modelo social asociado a estas transformaciones. Sobre ese punto, conviene referirse a un texto clave de Mandel, escrito en 1986: 鈥淢arx, la crisis actual y el futuro del trabajo humano鈥. Mandel presenta un cuadro muy pesimista -pero bastante premonitorio- de los efectos de la automatizaci贸n capitalista, evocando la perspectiva de una 鈥渟ociedad dual que dividir铆a al proletariado actual en dos grupos antag贸nicos: los que siguen participando en el proceso de producci贸n de la plusval铆a, es decir, en el proceso de producci贸n capitalista (con tendencia a la reducci贸n de los salarios); los que son excluidos de este proceso, y que sobreviven por todos los otros medios que no sean la venta de su fuerza de trabajo a los capitalistas o al Estado burgu茅s: asistencia social, aumento de las actividades 鈥榠ndependientes鈥, campesinos dispersos o artesanos, retorno al trabajo dom茅stico, comunidades l煤dicas鈥, etc. , y que compran mercanc铆as capitalistas sin producirlas. Una forma transitoria de marginalizaci贸n del proceso productivo 鈥榥ormal鈥 se encuentra en el trabajo precario, el trabajo a tiempo parcial, el trabajo no declarado, formas que afectan particularmente a las mujeres, los j贸venes, los inmigrantes, etc.鈥



Mandel y el coronavirus



Este anacronismo es deliberado: con 茅l pretendemos subrayar el hecho de que el inter茅s de los trabajos econ贸micos de Mandel no s贸lo radica en los an谩lisis que aportan, sino tambi茅n en las herramientas metodol贸gicas que nos brindan. Por eso su lectura, o relectura, sigue siendo 煤til un cuarto de siglo despu茅s de la desaparici贸n de Mandel. La teor铆a de las ondas largas se basa en gran medida en la distinci贸n entre factores end贸genos (que se refieren al funcionamiento 鈥渘ormal鈥 del sistema y a sus contradicciones internas) y factores ex贸genos (que en cierto modo son externos al sistema). Mandel dedic贸 gran parte de sus reflexiones a esta distinci贸n, y nos referimos aqu铆 al texto de Francisco Lou莽茫, 鈥淓rnest Mandel y el pulso de la historia鈥 (鈥淓rnest Mandel et la pulsation de l鈥檋istoire鈥).(4) Pero esta discusi贸n sigue siendo de actualidad: 驴Debemos considerar la crisis del coronavirus como una crisis ex贸gena o no? En un reciente art铆culo (5), Philippe L茅g茅 responde positivamente a esta pregunta.



Todos los impactos ex贸genos infligidos al capitalismo no le brindan, sin embargo, la posibilidad de alcanzar una nueva fase expansiva. Desde luego, el capitalismo tendr谩 que reaccionar para volver a los negocios como de costumbre (鈥渂usiness as usual鈥). Su objetivo, obviamente, ser谩 el de restablecer la tasa de ganancia, ya que 茅se es su 煤nico bar贸metro. Salarios y gastos sociales congelados o recortados, automatizaci贸n acelerada, reducci贸n de los efectivos: vemos claramente hacia d贸nde se dirige la recuperaci贸n. Pero estas reacciones, que son en cierta medida reflejos propios al capitalismo, no atenuar谩n en modo alguno las contradicciones que ya exist铆an antes de que estallara la crisis.



Tenemos, una vez m谩s, que recurrir a la contribuci贸n de Mandel: para que se genere una ola expansiva, no basta con la recuperaci贸n de la tasa de ganancia o con que aparezcan innovaciones tecnol贸gicas. Se debe establecer un orden productivo que asegure las condiciones para la reproducci贸n del sistema. Sin embargo, estas condiciones no se dan ahora por una raz贸n que es esencial desde nuestro punto de vista, a saber, el agotamiento de las mejoras de la productividad. Sin poder recobrar la que es su fuerza propulsora y fuente de una relativa legitimidad, el capitalismo est谩 condenado a una reproducci贸n inestable y fundamentalmente antisocial. Esto era cierto antes del coronavirus, es a煤n m谩s cierto despu茅s.



Notas



(1) Las referencias a los textos de Mandel con (en la mayor铆a de los casos) los links respectivos, pueden consultarse en la p谩gina siguiente: Hussonet, Ernest Mandel. Textos en franc茅s, en ingl茅s y en castellano.

(2) L茅on Trotsky, 芦La courbe du d茅veloppement capitaliste禄, 1923 ; Critiques de l鈥櫭ヽonomie politique, n掳 20, abril-junio, 1975.

(3) Robert Boyer, 芦La crise actuelle: une mise en perspective historique禄, Critiques de l鈥橢conomie Politique, nouvelle s茅rie n掳7-8, 1979.

(4) Publicado en 鈥淓l marxismo de Ernest Mandel鈥 (Actuel Marx-PUF, Par铆s, febrero de 1999), con textos de varios autores y dirigida por Gilbert Achcar. (Redacci贸n Correspondencia de Prensa)

(5) Philippe L茅g茅, 芦Une crise mixte aux cons茅quences d茅cisives禄, junio de 2020.



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Ernest Mandel: la misi贸n del enlace



Miguel Romero

Viento Sur, octubre 2005

https://vientosur.info/ernest-mandel-la-mision-del-enlace/



驴Est谩 viva la obra de Mandel en este primer curso del siglo XXI, tan diferente del futuro que orient贸 sus luchas y sus sue帽os? 驴Qu茅 pueden encontrar en ella quienes, coincidiendo o no con la corriente pol铆tica en la que Mandel milit贸, buscan ahora respuestas a los desaf铆os de la emancipaci贸n humana, de la revoluci贸n socialista, que constituyeron la energ铆a y el horizonte de su vida y su obra?



Cuando se cumplen diez a帽os de la muerte de Ernest Mandel, el homenaje, por justificado que sea, debe ceder el lugar al debate y leer a Mandel es la condici贸n para un debate serio sobre sus ideas. La reedici贸n en este libro de dos de sus 煤ltimos textos [este escrito es el pr贸logo al libro Ernest Mandel. El lugar del marxismo en la historia y otros textos, de inmediata publicaci贸n en Los libros de la Catarata] es una buena noticia para quienes creemos que, efectivamente, Ernest Mandel es un pensador revolucionario vivo. Estas notas quieren ser una invitaci贸n a su lectura.



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No existe afortunadamente un 鈥渕andelismo鈥 can贸nico, m茅rito que hay que atribuir en primer lugar al propio Mandel, que detestaba el pat茅tico caudillismo de tantas organizaciones de izquierda. Hay pues motivaciones y razones muy distintas entre quienes pensamos que Mandel sigue siendo una imprescindible referencia intelectual y militante.



Yo lo veo como un enlace entre dos siglos, la persona que pas贸 el testigo en el m谩s dif铆cil relevo de la trayectoria de una de las corrientes revolucionarias de nuestra 茅poca, a la que Daniel Bensaid, que form贸 parte del 鈥渆quipo鈥 de Ernest Mandel, ha llamado, con pudor autobiogr谩fico, 鈥渦n cierto trotskismo鈥: 鈥淓l hundimiento del `socialismo realmente existente麓 ha liberado a la nueva generaci贸n de los antimodelos que envenenaban el imaginario y compromet铆an la propia idea del comunismo. Pero la alternativa a la barbarie del Capital no se dise帽ar谩 sin un balance profundo del siglo terrible que ha terminado. Al menos en este sentido, un cierto trotskismo, o un cierto esp铆ritu de los trotskismos no est谩 superado. Su herencia, sin normas de uso, es sin duda insuficiente, pero no menos necesaria para deshacer la amalgama entre estalinismo y comunismo, liberar a los vivos del peso de los muertos y pasar la p谩gina de las desilusiones鈥 /1. Para este camino, 鈥渁l menos鈥, Mandel es una buena compa帽铆a.



Mandel fue un hombre muy valeroso, en la acci贸n, como muestra su biograf铆a en la entrevista con Tariq Al铆 incluida en este libro, pero tambi茅n en el pensamiento. Arriesgaba mucho, hasta la temeridad en los an谩lisis, en los pron贸sticos y hasta en la elecci贸n de sus temas de trabajo: as铆 pudo escribir una 鈥渢eor铆a marxista de la burocracia鈥 -su pen煤ltimo libro, El poder y el dinero /2- en medio de la crisis terminal de la antigua URSS, y sin esperar siquiera a la conclusi贸n del r茅gimen del Gorbachov.



Era, por encima de todo, un militante. Pensaba, hablaba, escrib铆a ... para intervenir sobre la realidad, para ayudar a sus camaradas a comprenderla y a actuar sobre ella. Por eso trabajaba en caliente, un paso, y a veces m谩s de uno, por delante del presente, en un territorio peligroso.



脡ste es el riesgo de la misi贸n del enlace, sometido a las tensiones de las dos 茅pocas que definen su trayectoria, entre la necesidad de transmitir una herencia y la necesidad de mantenerla viva en relaci贸n con la nueva etapa, cuyos perfiles apenas ve esbozados.

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鈥淒e omnibus dubitandum鈥, 鈥渄udar de todo鈥: a Mandel le gustaba recordar este lema de Marx. Y lo aplic贸 m谩s sistem谩ticamente de lo habitual en un dirigente pol铆tico.



Mandel no fue un doctrinario. Pero fue un hombre de 鈥渞espuestas鈥. Consideraba que una organizaci贸n pol铆tica revolucionaria, especialmente en una 茅poca de desconcierto y desesperanza, ten铆a que basarse en 鈥渞espuestas鈥, sometidas al debate, a la cr铆tica y a la rectificaci贸n, pero con categor铆a de puntos de referencia estables. Y quienes buscan y dan respuestas son quienes cometen errores; las preguntas siempre tienen, o pueden reclamar, la inocencia.



Hay, por supuesto, errores de diversa naturaleza la obra de Mandel; cada lector o lectora destacar谩 unos u otros, seg煤n sus propias ideas. Es absurdo hacer una lectura talm煤dica de Mandel. Necesita la metodolog铆a de 鈥渁propiaci贸n cr铆tica鈥 que 茅l consideraba constitutiva del marxismo, como puede leerse en 鈥淓l lugar del marxismo en la historia鈥, y que a su vez aplic贸 al estudio de sus maestros, como puede verificarse en el balance cr铆tico de la pol铆tica bolchevique en 鈥淥ctubre de 1917: Golpe de Estado o revoluci贸n social鈥.

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鈥淟a gran fuerza de atracci贸n intelectual del marxismo reside en que permite una integraci贸n racional, completa y coherente de todas las ciencias humanas, sin equivalente conocido (...) El marxismo es la ciencia del desarrollo de la sociedad humana, es decir, a fin de cuentas, la ciencia de lo humano, punto鈥 /3. He aqu铆 una 鈥渞espuesta鈥 t铆pica de Mandel. No particularmente atractiva en estos tiempos, hay que reconocerlo. Pero sobre todo, tomada literalmente, una respuesta que cerrar铆a el debate, la investigaci贸n y la autocr铆tica. Nada de esto se corresponde con su trayectoria intelectual y pol铆tica. Intentar茅 una interpretaci贸n del significado de esta sentencia.



Mandel estaba convencido de que: 鈥淪贸lo una teor铆a basada cient铆ficamente y capaz de comprender la realidad puede ser un arma eficaz en el combate por la transformaci贸n socialista de la sociedad鈥. Pero esta tesis no le conduc铆a a una visi贸n apolog茅tica del marxismo, sino a una extraordinaria autoexigencia: 鈥淯n control severo de las fuentes y de los hechos; la disposici贸n a verificar de nuevo cada hip贸tesis de trabajo, desde el momento en que tendencias contradictorias parecen aparecer o aparecen realmente; un despliegue ilimitado de la libertad de cr铆tica m谩s amplia y, por ello mismo, la necesidad de pluralismo cient铆fico e ideol贸gico: 茅stas no son solamente componentes del m茅todo marxista, son por decirlo as铆 condiciones previas necesarias para que el marxismo puede alcanzar su pleno desarrollo (...) Un seudomarxismo que sacrifica la autocr铆tica p煤blica despiadada, la expresi贸n p煤blica de la verdad, incluso muy cruel, a no se sabe qu茅 `exigencias pr谩cticas麓 es indigno, no solamente de la dimensi贸n cient铆fica del marxismo, sino tambi茅n de su dimensi贸n liberadora. Es tambi茅n, a largo plazo, totalmente ineficaz鈥./4.



Este enfoque, que es incompatible con una idea cerrada y autosuficiente de la teor铆a, caracteriza el trabajo intelectual de Mandel, especialmente, sus dos obras maestras como cient铆fico social: El capitalismo tard铆o /5 y Las ondas largas del desarrollo capitalista /6. Su objetivo en ellas no era, simplemente, actualizar el conocimiento de las leyes de desarrollo del modo de producci贸n capitalista en las condiciones generales del 煤ltimo tercio del siglo XX. Para Mandel se trataba, como dice Francisco Lou莽a /7, de 鈥渋ncorporaci贸n de la historia a la vida econ贸mica real, es decir, a la econom铆a pol铆tica (o la econom铆a como 鈥渃iencia moral鈥) en sentido cl谩sico鈥, en definitiva, la continuaci贸n del propio programa de El Capital. Lou莽a a帽ade: 鈥淒e lo que trata es de procesos y no de equilibrios, cambios en vez de continuidad, dial茅cticas y no causalidad circular, determinaci贸n en vez de determinismo鈥. 脡ste es el sentido, y el contenido fundamental, creo yo, de la 鈥渋ntegraci贸n coherente鈥 que buscaba Mandel, necesaria para intentar comprender el movimiento real de la vida econ贸mica, una comprensi贸n sin la cual la transformaci贸n del mundo es imposible.



La 鈥渁propiaci贸n鈥 de los estudios de Mandel, particulamente de esas obras excepcionales, debe ser cr铆tica. Hay en ellas muchas ideas que hoy resultan perfectamente v谩lidas, e incluso aparecen como anticipaciones (por ejemplo, lo fundamental de su an谩lisis de 鈥渓a naturaleza espec铆fica de la tercera revoluci贸n tecnol贸gica鈥, que entre otros aspectos, establece la din谩mica de la dualizaci贸n de la sociedad como un elemento estructural, consecuencia de la incapacidad del capitalismo para impulsar una nueva fase expansiva).



Otras ideas me parecen m谩s discutibles (por ejemplo, alguna de las consideraciones sobre c贸mo el Estado en el capitalismo tard铆o responde a las crecientes dificultades para la valorizaci贸n del capital: 鈥(...) una tendencia en el capitalismo tard铆o hacia el aumento no s贸lo de la planificaci贸n econ贸mica del Estado, sino tambi茅n de la socializaci贸n estatal de los costos (riesgos) y p茅rdidas en un n煤mero cada vez mayor de procesos productivos. Hay por lo tanto una tendencia inherente bajo el capitalismo tard铆o a que el Estado incorpore un n煤mero cada vez mayor de sectores productivos y reproductivos dentro de las condiciones generales de producci贸n que el mismo Estado financia. Sin esta socializaci贸n de los costos, estos sectores no ser铆an ni remotamente capaces de responder a las necesidades del proceso de trabajo capitalista鈥 /8. La 鈥渟ocializaci贸n de costos鈥 ha ido fundamentalmente por otros caminos (gigantescas subvenciones a los procesos de reconversi贸n, de producci贸n y de inversi贸n y comercio exterior; privatizaciones con alta rentabilidad garantizada...) que entran con dificultad en este diagn贸stico.

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Se ha calificado a Mandel, justamente creo yo, como un 鈥渕arxista cl谩sico鈥, aludiendo a la profundidad de sus ra铆ces en la obra fundacional de Marx y Engels, pero tambi茅n a su cultura militante, a su concepci贸n de la revoluci贸n y de la vida. Tiene raz贸n Gilbert Achcar cuando dice: 鈥... si el `retorno a Marx麓 debe ser considerado como el rasgo caracter铆stico del marxismo moderno, Ernest Mandel es el m谩s actual de los marxistas de la 煤ltima 茅poca. La parte principal de su obra se basa, en efecto, sobre una reapropiaci贸n y una actualizaci贸n directas del marxismo original鈥 /9.



En este sentido, me parece especialmente significativo recordar lo que Mandel consideraba el 鈥渁nclaje materialista鈥 del viejo proyecto socialista, la 鈥減rincipal contribuci贸n鈥 de Marx a la causa de la emancipaci贸n humana: 鈥... los movimientos radicales de emancipaci贸n s贸lo pueden tener 茅xito si se vinculan no s贸lo con intereses espec铆ficos de clase, sino tambi茅n con una situaci贸n espec铆fica de clase que permita a la clase llevar a cabo la transformaci贸n radical de la sociedad. Que se lo permita en el sentido econ贸mico de la palabra, es decir, que disponga del poder necesario para ello. Que se lo permita en el sentido pol铆tico-sociol贸gico de la palabra, en la medida en que muestre, al menos peri贸dicamente, la inclinaci贸n a ello鈥 /10.



Mandel consideraba que esta tesis ten铆a car谩cter cient铆fico, en el sentido m谩s fuerte de la palabra. Su validez deb铆a demostrarse emp铆ricamente en dos sentidos: la existencia de una fuerza social cuyos intereses materiales coinciden con el proyecto socialista y la acci贸n social efectiva de esta clase, movida por esos intereses, en esa orientaci贸n.



Llevaba muchos a帽os trabajando en lo que llamaba 鈥渓os grandes ciclos de la lucha de clases鈥 desde mediados del siglo XIX y sus relaciones con las ondas largas del capitalismo. Su punto de partida, como en las ondas largas, era un material emp铆rico que admit铆a un interpretaci贸n c铆clica: 茅poca de ascenso hasta 1848; ca铆da posterior hasta la derrota de la Comuna en 1871; segundo ciclo ascendente desde 1890 hasta la 茅poca de la victoria de la revoluci贸n rusa en 1917; nuevo declive hasta la ofensiva del nazismo en la II Guerra Mundial; nuevo ascenso en la inmediata posguerra hasta la victoria de la revoluci贸n en Yugoeslavia, pero con una estabilizaci贸n del capitalismo en Europa, Jap贸n y EE UU; posteriormente, estancamiento de "las luchas en el hemisferio occidental y desarrollo de movimientos de liberaci贸n nacional en pa铆ses del Sur; en fin, nuevo ascenso en 1968, con la particularidad de que no puede apoyarse en ninguna victoria revolucionaria.



Mandel rechazaba todo determinismo objetivista en sus estudios sobre las ondas largas del capitalismo y, con m谩s razones a煤n, en estos estudios sobre los ciclos de las luchas sociales. Lo que intentaba comprender es lo que llamaba la 鈥渄ial茅ctica del factor objetivo y del factor subjetivo de la historia鈥, entre 鈥渓a tendencia a la rutina cotidiana de la vida proletaria y las rupturas peri贸dicas hacia grandes enfrentamientos de clase鈥. No est谩 nada claro en qu茅 puede consistir tal 鈥渄ial茅ctica鈥. Pero queda por ver qu茅 hay sobre estos temas en los archivos de textos no publicados de Mandel, probablemente enormes. En todo caso, nos hemos perdido un debate apasionante entre Mandel y, por ejemplo, Sidney Tarrow /11. (La mayor铆a de los debates p煤blicos de Mandel han tenido un car谩cter excesivamente 鈥渄efensivo鈥: con Krasso, con Nove, con Bahro. En cambio hay debates que se echan en falta en su abundante producci贸n pol茅mica: con Bloch, al que s贸lo hace breves referencias; con Polanyi, a quien no s茅 si lleg贸 a conocer personalmente; y, en especial, con dos de sus contempor谩neos, Manuel Sacrist谩n y Jean Marie Vincent, tambi茅n marxistas abiertos, l煤cidos e innovadores, cuyas aportaciones van en sentidos distintos, y a veces contradictorios con las de Mandel /12).

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Se ha criticado frecuentemente a Mandel por 鈥渙brerismo鈥. Creo que estas cr铆ticas tienen fundamento en cuanto a la sobrevaloraci贸n, hasta la mitificaci贸n, del papel pol铆tico que atribuy贸 a la clase obrera industrial, al 鈥渙brero de la gran f谩brica鈥 (鈥...los trabajadores productivos de la industria (son) la vanguardia (del proletariado) (aunque) s贸lo en el sentido m谩s amplio鈥 /13.



Estamos ante un problema m谩s pol铆tico que te贸rico: los conceptos que utiliza Mandel de relaciones de producci贸n (鈥渢odas las relaciones fundamentales entre hombres y mujeres en la producci贸n de su vida material鈥), clase obrera (鈥渓a caracter铆stica estructural que define al proletariado en el an谩lisis marxiano del capitalismo es la obligaci贸n socioecon贸mica de vender su propia fuerza de trabajo鈥 /14, 鈥...de un modo m谩s o menos continuo鈥 /15), divisi贸n social del trabajo en el capitalismo (鈥渓a divisi贸n entre productores de plusval铆a y todos aquellos que ampl铆an o aseguran el proceso de expansi贸n del capital鈥), no son 鈥渙breristas鈥, en absoluto.



Pero ese problema pol铆tico tiene considerable importancia, porque creo que est谩 en el origen de las dificultades de Mandel para comprender a los llamados 鈥渘uevos movimientos sociales鈥, especialmente, el ecologismo y el feminismo.



Hay que decir, muy en primer lugar, que sobre la necesidad de participar y apoyar las luchas de estos movimientos, Mandel no tuvo dudas, especialmente, cuando entraban en conflicto con las burocracias obreras (鈥淟a burocratizaci贸n de las grandes organizaciones obreras ha aplastado el entendimiento de los intereses de clase en el sentido m谩s amplio de la palabra y por eso los intereses de grupo, los intereses gremiales, es decir, la defensa del puesto de trabajo directo (...) pasan a un primer plano. La primera reacci贸n del obrero de una gran empresa dedicada a producir m谩quinas para centrales nucleares es en estas condiciones frecuentemente no una reacci贸n de clase, es decir configurada a partir de los intereses generales de la clase mayoritaria de esta sociedad (...) sino que su reacci贸n es una reacci贸n gremial en tanto que trabajadores de un determinado sector de producci贸n cuyos puestos de trabajo se ver铆an amenazados por una moratoria en la construcci贸n de nuevas centrales nucleares鈥 /16).



Pero sobre el papel pol铆tico aut贸nomo de estos movimientos, Mandel era, al menos, muy reticente. Por una parte, porque consideraba posible, e imprescindible, que el movimiento obrero asumiera los objetivos emancipadores de todos los movimientos sociales para poder expresar el 鈥渋nter茅s general鈥 de la mayor铆a social frente al capitalismo; desde este punto de vista, consideraba que esa 鈥渁utonom铆a鈥 era innecesaria. Por otra parte, porque esa autonom铆a pod铆a alejar a los movimientos del conflicto social fundamental sobre la propiedad de los medios de producci贸n; en ese sentido, la consideraba potencialmente negativa.



A partir de las grandes luchas de los 鈥渘uevos movimientos鈥 de la primera mitad de los a帽os 80, y de la influencia que tuvieron en algunas de las organizaciones de la IV Internacional, Mandel fue considerando con creciente inter茅s sus aportaciones. 驴Le falt贸 tiempo para aproximarse m谩s a estos movimientos, especialmente 鈥渘uevos鈥 para una persona de su generaci贸n? As铆 lo creo. Por ejemplo, en el plano te贸rico, los conceptos de 鈥渋ntereses espec铆ficos de clase鈥 y 鈥渟ituaci贸n espec铆fica de clase鈥 requieren una revisi贸n marxista en esta 茅poca y un debate entre diversas corrientes de pensamiento cr铆tico: Mandel debe ser una de las referencias para esa tarea.

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Aunque hay una evoluci贸n notable del pensamiento de Mandel, no fueron nada frecuentes en 茅l los cambios importantes y expl铆citos de opini贸n en cuestiones te贸ricas de fondo. Por eso, son especialmente recomendables los trabajos de Catherine Samary en los que realiza un balance minucioso y muy cr铆tico de las ideas de Mandel sobre los problemas de la transici贸n al socialismo, a la luz de la restauraci贸n capitalistas en la URSS /17.

Samary 鈥渄escubre鈥 un importante cambio de opini贸n de Mandel sobre el papel del mercado en las sociedades de transici贸n, entre los puntos de vista que defendi贸 en su conocida pol茅mica con Alec Nove en la New Left Review entre 1986 y 1988 (en la cual defini贸 a la democracia directa como sustituci贸n del mercado en el sector socializado de la econom铆a, en el cual no existir铆an ni moneda, ni precios, sino intercambio directo de valores de uso o de trabajo concreto), y los que escribir铆a dos a帽os despu茅s, en un art铆culo con un t铆tulo extra帽o trat谩ndose de Mandel, 鈥淧lan o mercado: la tercera v铆a鈥: 鈥淒e hecho la v铆a m谩s eficaz y mas humana para construir una sociedad sin clases es un tema de experimentaci贸n y debe progresar por aproximaciones sucesivas. No hay buenos libros de `recetas麓 para eso, ni la `planificaci贸n total麓, ni el `socialismo de mercado鈥 /18. Los elementos que deb铆an ser utilizados en esta experimentaci贸n son los que defini贸 Trotsky: el plan, el mercado, la democracia, a los que Mandel a帽ad铆o un cuarto elemento, muy querido por 茅l: la reduccion radical del tiempo de trabajo, que debe suministrar el tiempo necesario para ejercer la democracia



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鈥淯n leninista con ligeras desviaciones luxemburguistas鈥 /19. A Mandel le gustaba, presum铆a puede decirse, definirse as铆. Sus ideas sobre la organizaci贸n partidaria se corresponden bastante bien con esta definici贸n. En cambio, sus ideas sobre el papel pol铆tico de los movimientos de masas y su capacidad para descubrir y para crear, imprescindible para la acci贸n pol铆tica revolucionaria, y sobre las instituciones coherentes con la emancipaci贸n humana, le definir铆an mejor mejor intercambiando los t茅rminos: 鈥渦n luxemburguista con ligeras desviaciones leninistas鈥. Pienso que fue en este 谩rea, especialmente en sus trabajos sobre la autoorganizaci贸n y la autogesti贸n, donde Mandel hizo las aportaciones pol铆ticas m谩s importantes, m谩s vivas y, ojal谩, m谩s duraderas.



Mandel public贸 Control obrero, consejos obreros, autogesti贸n /20 en 1970. En el clima vanguardista posterior al 68, donde el 鈥減artido鈥 era la preocupaci贸n central de la izquierda revolucionaria, hab铆a que tener lucidez y coraje para proponer como eje de la estrategia emancipadora, precisamente, la autoemancipaci贸n de la clase obrera, y como sus medios fundamentales, las manifestaciones concretas de autoorganizaci贸n: las m煤ltiples variantes de 鈥渃onsejos鈥.



Con los a帽os y con la dur铆sima experiencia de los 鈥淓stados revolucionarios鈥 que nos ha tocado vivir, Ernest fue haci茅ndose, en este sentido, m谩s 鈥渓uxemburguista鈥. Sus propuesta iban orientadas cada vez m谩s a que la fuerza pol铆tica estuviera donde est谩 la fuerza social emancipatoria.



Esa es la base de la radicalidad democr谩tica, que consider贸 un imperativo de la organizaci贸n del poder pol铆tico post-revolucionario,: 鈥淓l ejercicio del poder pol铆tico por las masas trabajadoras en el marco de la democracia consejista y del pluralismo de partidos pol铆ticos son precondiciones adicionales absolutas para la superaci贸n de la indiferencia, la apat铆a y la atomizaci贸n pol铆tica. Las masas trabajadoras han de obtener mediante la experiencia pr谩ctica la prueba de que son ellas realmente las que adoptan por s铆 mismas todas las decisiones importantes (...) la inmediata abolici贸n de la divisi贸n del trabajo entre productores y administradores, es decir, el inmediato ejercicio del poder administrativo y estatal, del `trabajo general麓 por la masa de los trabajadores es la condici贸n material objetiva previa para el desarrollo de la `conciencia general (...)鈥 /21.



Ese es tambi茅n el origen del papel fundamental que atribuy贸 a la reducci贸n radical de la jornada de trabajo: 鈥淓l verdadero dilema, que es la opci贸n hist贸rica fundamental a que est谩 confrontada hoy la humanidad es el siguiente: o bien una reducci贸n radical del tiempo de trabajo para todos 鈥揺mpezando por la media jornada o media semana de trabajo- o bien la perpetuaci贸n de la divisi贸n de la sociedad entre los que producen y los que gestionan. La reducci贸n radical del tiempo de trabajo para todos 鈥搎ue era la gran visi贸n emancipadora de Marx- es indispensable, a la vez para adquirir por todos el saber y la ciencia, y para la autogesti贸n generalizada (dicho de otro modo, un r茅gimen de productores asociados). Sin esta reducci贸n, esos dos objetivos son ut贸picos鈥 /22.



Y esa es, en fin, la raz贸n 煤ltima del impulso libertario de su cr铆tica al Estado: 鈥淟as v铆ctimas humanas causadas por el terror estatal en el siglo XX son incomparablemente m谩s numerosas que las causadas por el terror individual o la anarqu铆a o los accidentes o no importa qu茅. En una sociedad escindida por intereses materiales antag贸nicos, toda tendencia a reforzar el Estado entra帽a la tendencia a reforzar el terror estatal, la violencia estatal y la arbitrariedad estatal (...). S贸lo si el Estado se debilita y 贸rganos de control social que no sean 贸rganos estatales adquieren cualitativamente m谩s poder que el que hoy tienen, s贸lo entonces podr谩n limitarse efectivamente los peligros de esta evoluci贸n arbitraria y basada en la violencia鈥 /23.

Palabras que parecen dichas ahora mismo y que deben decirse ahora mismo.

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En su testamento, Mandel llam贸 a la IV Internacional, 鈥渆l sentido de mi vida鈥. No pod铆a haberlo expresado mejor. Dedic贸 la mayor parte de sus muy considerables energ铆as a construir la Internacional. En este esfuerzo no se permiti贸, y no permit铆a, ni la menor duda. La convicci贸n sobre la necesidad de la tarea le permiti贸 resistir a un muy modesto balance de resultados en t茅rminos de fuerzas e influencia pol铆tica, a la terrible decepci贸n por el curso de los acontecimientos en el Este, a la falta de perspectivas para las luchas y movimientos anticapitalistas en todo el mundo... Mandel llamaba 鈥減rograma鈥 a esta convicci贸n. Otros preferimos llamarla de otra manera: compromiso militante, por ejemplo. En la pr谩ctica, viene a ser lo mismo.



Mandel ha desempe帽ado un papel determinante en la historia de la IV Internacional durante casi medio siglo. En esta larga etapa ha habido momentos de euforia y de amargura, de acuerdo y de conflicto, y orientaciones pol铆ticas diversas. No creo que tenga sentido intentar codificar una pol铆tica 鈥渕andelista鈥. No s贸lo por los giros y rectificaciones inevitables en un per铆odo tan extenso y tan complejo. Tambi茅n porque Mandel no ejerci贸 nunca de 鈥済ur煤鈥, y a煤n con toda la autoridad moral que ten铆a, respetaba much铆simo las opiniones mayoritarias y no siempre coincidi贸 con las pol铆ticas concretas de la Internacional.



Cualquier interpretaci贸n en este tema es puramente subjetiva. En la 鈥渇orma de hacer pol铆tica鈥 de Mandel, yo valoro especialmente, en primer lugar, la radicalidad democr谩tica tambi茅n en la organizaci贸n militante, tan distinta de los cuentos al uso sobre el 鈥減luralismo鈥. Asimismo, la atenci贸n siempre despierta y esperanzada hacia el surgimiento de nuevos procesos de radicalizaci贸n y la voluntad de convergencia con las organizaciones y corrientes que los encarnaban, desde el guevarismo al sandinismo, pasando por el PT brasile帽o: aqui especialmente, Mandel no admit铆a ning煤n apriori ideol贸gico, s贸lo contaba la lucha real; en mi opini贸n, las decepciones y los errores acumulados no cambian la vigencia de este punto de vista. Finalmente, en el orden, no en la importancia, la construcci贸n de la Internacional, de organizaciones pol铆ticas militantes internacionalistas, volcadas hacia la movilizaci贸n social tan amplia y unitaria como sea posible, comprometidas por entero con el proyecto de la revoluci贸n socialista.

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Se suele atribuir un optimismo desmedido a Mandel. No lo veo yo as铆. Especialmente desde comienzos de los a帽os 80, hab铆a en 茅l una preocupaci贸n enorme por el curso de los acontecimientos y por los problemas de la

Internacional. Pero donde la raz贸n le met铆a en una encrucijada, sal铆a de ella no con optimismo, sino con esperanza.



Esa esperanza, que forma parte de lo m谩s valioso de su legado, estaba construida con dos materiales muy resisten tes y, esta vez, nada 鈥渃ient铆ficos鈥.



El primero es el compromiso con sus camaradas del pasado, no los 鈥渢rotskistas鈥, sino todas las personas insumisas, rebeldes, revolucionarias de todas las 茅pocas, las 鈥済eneraciones vencidas鈥 de Walter Benjamin.



El segundo es mucho m谩s modesto, solamente una chispa: 鈥淣osotros marxistas de la 茅poca de la lucha de clases entre el capital y el trabajo asalariado, s贸lo somos los representantes m谩s recientes de esa corriente milenaria, cuyos or铆genes se remontan a la primera huelga en el Egipto fara贸nico, y que, pasando por las innumerables sublevaciones de los esclavos en la Antig眉edad y las revueltas campesinas en los viejos China y Jap贸n, conducen a la gran continuidad de tradici贸n revolucionaria de los tiempos modernos y del presente.



Esta continuidad resulta de la chispa inextinguible de la insubordinaci贸n a la desigualdad, a la explotaci贸n, a la injusticia y a la opresi贸n, que se renueva siempre en la historia de la humanidad. En ella reside la certidumbre de nuestra victoria. Porque ning煤n C茅sar, ning煤n Poncio Pilatos, ning煤n emperador de derecho divino, ni ninguna inquisici贸n, ning煤n Hitler, ni ning煤n Stalin, ning煤n terror, no ninguna sociedad de consumo han conseguido sofocar duraderamente esa chispa鈥 /24.



Que as铆 sea.



Madrid, 24 de julio de 2005



(Post-data: Quienes mantenemos un gran respeto por la hoja, o la pantalla de ordenador, en blanco, necesitamos a veces una presi贸n externa para decidirnos a escribir, especialmente sobre temas que nos afectan personalmente. As铆 que puede decirse que he escrito este art铆culo gracias a la presi贸n de mis amigos, colegas de la redacci贸n y camaradas Josep Maria Antentas, Andreu Coll y Carlos Sevilla. Espero que este reconocimiento no sea una borr贸n en sus curriculum y sirva en cambio como una especie de dedicatoria)



Notas



1/ D. Bensaid. Les trotskysmes. PUF. Par铆s, 2002

2/ E. Mandel. El poder y el dinero. Siglo XXI M茅xico, 1994. El libro fue rese帽ado por Mikel de la Fuente en el n潞 23 de VIENTO SUR. El 煤ltimo libro de Mandel, Trotsky as alternative fue publicado en ingl茅s en 1995. Creo que no hay versi贸n en castellano.

3/ E. Mandel. 鈥淧ourquoi je suis marxiste鈥, en G. Achcar (ed.) Le marxisme d麓Ernest Mandel. PUF. Par铆s, 1999. p. 205-208.

4/ E. Mandel. 鈥淧ourquoi...鈥, p. 218

5/ E. Mandel. El capitalismo tard铆o. Era, M茅xico, 1972. En 1997 se public贸 en franc猫s la versi贸n definitiva de la obra, con el t铆tulo La troisi猫me 芒ge du capitalisme, 脡d. de la Passion, Par铆s, con textos in茅ditos de Mandel, m谩s un prefacio de Daniel Bensaid y un postfacio de Jes煤s Albarrac铆n y Pedro Montes. Lamentablemente, no hay versi贸n en castellano.

6/ E. Mandel. Las ondas largas del desarrollo capitalista. Siglo XXI, Madrid, 1980. En 1995 se public贸 un segunda edici贸n actualizada en ingl茅s, Long Waves of Capitalist Development, Verso, Londres, de la cual tampoco hay versi贸n en castellano.

7/ F. Lou莽a. 鈥淓rnest Mandel y el pulso de la historia鈥 en VIENTO SUR n潞 28. Octubre 1996

8/ E. Mandel. El capitalismo tard铆o. p. 478, subrayado en el original.

9/ Gilbert Achcar. La actualidad de Ernest Mandel. www.vientosur.info <http://www.vientosur.info>

10/ E. Mandel. Marxismo abierto. Cr铆tica, Barcelona, 1982. p. 88-89.

11/ Sidney Tarrow. El poder en movimiento. Alianza Universidad, Madrid, 1997. Puestos a dar cuenta de las equivocaciones, y aunque el asunto no tenga mayor importancia, quede aqui constancia de una de las m铆as. En el art铆culo que escrib铆 en VIENTO SUR (n潞 23. 0ctubre 1995. 鈥淯n hombre de respuestas en un tiempo de preguntas鈥) tras la muerte de Mandel, que me ha servido de referencia para 茅ste, trato el inter茅s de este proyecto de Mandel con mucho escepticismo. He cambiado de opini贸n, hacia una posici贸n de 鈥渆xpectativa鈥.

12/ Por ejemplo, el estudio cr铆tico que Vincent dedic贸 a su memoria: 鈥淓rnest Mandel et le marxisme revolutionnaire鈥, Editions Page deux, Lausanne, 2001, constituye un serio desaf铆o a las ideas de Mandel sobre la clase obrera como sujeto revolucionario

13/ E. Mandel. El Capital. Cien a帽os de controversias en torno a la obra de Karl Marx. Siglo XXI, M茅xico, 1985 p. 128.

14/ Ibidem. Ver tambi茅n el cap铆tulo de este mismo libro: 鈥溌縇os trabajadores improductivos son parte del proletariado?鈥.

15/ E. Mandel. Introducci贸n al marxismo. Akal, Madrid, 1977

16/ E. Mandel. Marxismo abierto, p. 83

17/ C. Samary. 鈥淢andel et les probl猫mes de la transition au socialisme鈥, en G. Achcar (ed.) Le marxisme d麓Ernest Mandel. PUF. Par铆s, 1999.

18/ Mandel, 鈥淧lan ou march茅: la troisi猫me voie鈥, Critique Communiste, n潞 106-107, abril mayo 1991.

19/ E. Mandel. Marxismo abierto, p. 83

20/ E. Mandel. Control obrero, consejos obreros, autogesti贸n. Era, M茅xico, 1970

21/ E. Mandel. Marxismo abierto. p. 139

22/ Citado por Michel Husson 鈥淎pr猫s l麓芒ge d麓or: sur Le troisieme 芒ge du capitalisme鈥 en Gilbert Achcar (ed.) 鈥淟e marxisme d麓Ernest Mandel鈥. PUF, Par铆s, 1999.

23/ E. Mandel. Marxismo abierto. pp. 28-29.

24/ E.Mandel. 鈥淧ourquoi...鈥. p. 230.

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