Rusia/ "La guerra es la manifestación extrema del patriarcado". [Daria Serenko - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 11 13:22:12 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

11 de abril 2023

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Rusia



"La guerra es la manifestación extrema del patriarcado”



Daria Serenko, militante y poetisa rusa de 30 años, dirige desde Georgia una
red feminista que se opone a la guerra de Vladimir Putin contra Ucrania.
Para ella, es importante que los rusos se liberen de sus prejuicios
coloniales.



François Bougon *

Mediapart, 9-4-2023

https://www.mediapart.fr/

Traducción de Correspondencia de Prensa



Desde el ataque de Vladimir Putin a Ucrania en febrero de 2022, la activista
feminista, poetisa y profesora de literatura Daria Serenko tuvo que
exiliarse para proseguir una lucha que se ha vuelto imposible en una
sociedad militarizada.



Desde Georgia, esta mujer de 30 años, originaria de Omsk (Siberia) y que
vivía en Moscú durante diez años, dirige el movimiento Resistencia Feminista
contra la Guerra, que coordina la acción de militantes tanto dentro como
fuera de Rusia.



Ella puede hablar abiertamente, pero no así sus camaradas en su país, que
tienen que trabajar en la clandestinidad. Partisanas en el sentido ruso,
explica, que actúan de forma clandestina. Durante su estadía en Francia, le
concedió una entrevista a Mediapart desde Toulouse, donde fue invitada por
la Universidad de Toulouse-Jean-Jaurès y el departamento de Haute-Garonne.



-¿Cómo empezó a militar?



Empecé mi actividad política hace nueve años, sobre todo después de la
primera invasión rusa de Ucrania y la anexión de Crimea en 2014 y,
enseguida, seguí con acciones feministas. Pero Resistencia Feminista contra
la Guerra quedó realmente formalizada tras la segunda invasión, el 24 de
febrero de 2022.



Todos estos años me he centrado mucho en cuestiones de violencia de género:
violencia doméstica, violencias sexualizadas. Y ahora me intereso mucho por
la violencia doméstica sexista en tiempos de guerra, porque la violencia de
género y la violencia militar se entrecruzan. Son cuestiones transversales.



-Antes de iniciar la guerra contra Ucrania, ¿hubo, por parte de Vladimir
Putin, una guerra contra las minorías sexuales, las mujeres o LGBT+?



Creo que todo es más complejo. La guerra de Putin contra Ucrania es una
guerra colonial. Y para llevarla a cabo, es necesario crear un enemigo
interno con el fin de desviar la atención de la gente. Para ello, creó el
famoso conjunto de "valores tradicionales", como él los llama. Por lo tanto,
las personas LGBT+, las mujeres, todos los grupos vulnerables se convierten
en enemigos internos, porque somos las personas que hacemos que los crímenes
de Putin sean visibles.



-Desde Georgia, ¿cómo se organiza el movimiento feminista de resistencia
contra la guerra?



Hay que entender que somos un movimiento horizontal y descentralizado.
Nuestras militantes trabajan en Rusia. Hay también militantes en otros 22
países. Nos comunicamos constantemente dentro de esta red. Cualquier acción
que emprendamos en Rusia es discutida previamente con las militantes que
están en Rusia.



Somos un movimiento de partisanas, en el sentido ruso, es decir subterráneo,
clandestino. Nuestras militantes en Rusia se ocultan la cara para permanecer
en el anonimato, porque hoy en día en Rusia te pueden perseguir y torturar
por distribuir volantes contra la guerra. Y si eres mujer, también puedes
sufrir abusos sexuales por parte de la policía.



En cambio, las militantes que salieron de Rusia aparecen con el rostro
descubierto, públicamente. Nosotras movilizamos los recursos y gestionamos
las contraseñas, todo lo electrónico. Tenemos nuestro propio sistema de
seguridad, del que no puedo decir nada más.



-Si miramos desde Francia, tenemos la impresión de que la sociedad rusa es o
muy apática o muy pro-Putin. ¿Cuál es exactamente la situación?



En cada entrevista me hacen esta pregunta: ¿por qué no manifiestan los
rusos? Normalmente son periodistas de países democráticos los que me hacen
esta pregunta. No pueden imaginarse lo que es para una mujer en una
manifestación tener a cinco policías detrás. No pueden imaginarse lo que es
que a un padre lo condenen a dos años de cárcel porque su hija hizo un
dibujo contra la guerra en clase de artes plásticas. Y esto es algo que
ocurre desde hace veinte años.



Por supuesto, una parte de la sociedad apoya a Putin. Pero en tiempos de
dictadura, no se pueden hacer verdaderos estudios sociológicos. Cualquier
estimación es hipotética. Alrededor de un millón de personas han salido de
Rusia desde el inicio de la movilización y se trata solamente de personas
que tenían la posibilidad de abandonar el país. Se ha realizado un recuento
de las manifestaciones y, según este recuento, no ha pasado ni un solo día
en Rusia sin que se haya producido algún tipo de manifestación contra la
guerra.



Mucha gente no comprende lo que es un poder como el nuestro. Piensan que si
hay millones de personas en las calles, algo va a cambiar. Pero tomemos el
ejemplo de Bielorrusia. Un millón de personas salieron a la calle, pero
luego Putin envió a sus fuerzas y la revolución no tuvo lugar.



-¿Los occidentales no han sido demasiado complacientes con el régimen de
Putin durante años?



La reacción después de 2014 fue insuficiente. Las sanciones no fueron lo
suficientemente fuertes ni eficaces. Muchos países siguieron manteniendo
relaciones comerciales y diplomáticas, e incluso le vendieron armas a Rusia.
Rusia es un agresor y un criminal de guerra, y lo ha hecho contando con un
cheque en blanco del resto del mundo. Mucho me temo que en algún momento los
países occidentales, y Europa en particular, dejen de apoyar a Ucrania. Lo
temo, porque será el fin para Ucrania, pero también para la sociedad civil
rusa.



-¿Qué opina de los intercambios que mantiene con el público cuando está en
Francia?



Hay una idea que va emergiendo poco a poco en Europa: habría que enviar
menos armas a Ucrania. Se trata de una postura que se puede encontrar, por
ejemplo, en Alemania, y que considera que se debería negociar más y que no
se deberían utilizar los impuestos [de los ciudadanos] para comprar armas y
enviarlas a Ucrania. Esto me recuerda las situaciones de violencia
doméstica, en las que los vecinos pueden oír lo que ocurre al otro lado de
la pared, pero no quieren inmiscuirse.



¿Han creado vínculos con los movimientos feministas ucranianos?



En este momento, no es posible tener una relación realmente enriquecedora,
es imposible. Lo respetamos. Después, a título personal, tenemos algunas
relaciones con feministas ucranianas que están dispuestas a comunicarse con
nosotras.



Apoyamos las reivindicaciones de las feministas ucranianas, especialmente
sus reivindicaciones sobre política internacional, y reconocemos que, como
feministas rusas, el imperio también forma parte de nosotras, que nuestro
componente imperial es casi parte de nuestro cuerpo. Cuando las feministas
ucranianas nos critican, trabajamos sobre nosotras mismas y consideramos que
esas críticas son importantes.



-¿Qué quiere decir con "hacer un trabajo sobre nosotras mismas"?



Rusia debe descolonizarse, y no se trata sólo de las antiguas repúblicas
soviéticas, sino también de la relación entre el centro y las repúblicas
nacionales, que tienen identidades étnicas diferentes. Trabajamos mucho con
movimientos antiguerra decoloniales.



Muchos de nosotros, que crecimos en Rusia, sabemos muy poco sobre las
diversas guerras coloniales, como en Chechenia y en Siria. Hoy estamos
aprendiendo más. Esta autoeducación es un proceso continuo. Se trata de
saber, pero también de solidaridad para poder actuar en consecuencia.



¿Cuál es el impacto de la guerra en la sociedad rusa, a más de un año de la
invasión del 24 de febrero de 2022?



No podemos hablar de una sociedad homogénea. La guerra afecta sobre todo a
los más vulnerables. En las élites, la guerra no ha tenido casi ningún
impacto. En el caso de las mujeres y de las familias numerosas, los pobres
son cada vez más pobres. Cada vez hay más personas en estado de
supervivencia.



Cada vez hay más pruebas de que los soldados que regresan de la guerra y que
han cometido crímenes practican la violencia doméstica en su casa o consumen
drogas, porque todos vuelven con síndrome postraumático. Este ciclo de
violencia no puede sino alimentarse a sí mismo. Muchos de los hombres
enviados al frente ya eran violentos antes de la guerra. Por ejemplo, la
empresa Wagner recluta en las cárceles a hombres que a menudo han sido
condenados por violencia doméstica o por el asesinato de sus cónyuges.



Para mí, como feminista, esto es una prueba de que todas las formas de
violencia están estrechamente relacionadas, porque la guerra es la
manifestación extrema del patriarcado.



* François Bougon, periodista, dirige la sección internacional de Mediapart.



(La entrevista tuvo lugar por videoconferencia el jueves 30 de marzo,
mientras Daria Serenko se encontraba en Toulouse. La traducción [al francés]
fue realizada por Adèle Tobin. Agradecemos la ayuda de Natacha Laurent,
profesora de la Universidad de Toulouse-Jean-Jaurès, historiadora de Rusia y
de la Unión Soviética).

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