Nicaragua/ "Las políticas de Ortega son neoliberales, extractivistas, patriarcales y muy retrógradas con respecto a los derechos de la mujer". [Mónica Baltodano - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 29 14:15:07 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

29 de abril 2023

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Nicaragua



Mónica Baltodano: “Las políticas de Daniel Ortega son neoliberales,
extractivistas, patriarcales y muy retrógradas con respecto a los derechos
de la mujer”



Cecilia Pérez Otero

La Diaria, 29-4-2023

https://ladiaria.com.uy/



Mónica Baltodano fue comandante de la revolución nicaragüense en los años 70
y ministra durante los primeros gobiernos del Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN). Desde hace años es también una figura de la
oposición al presidente nicaragüense, Daniel Ortega, lo que la llevó a
exiliarse junto a su esposo en Costa Rica, donde ambos tienen el estatus de
refugiados. Los dos son también integrantes del grupo de 95 exiliados y 222
ex presos políticos a los que el gobierno de Ortega declaró expatriados en
febrero.



Para informar sobre esta situación, Baltodano, que además es historiadora,
visitó esta semana Montevideo, donde se reunió con organizaciones
feministas, parlamentarios de distintos partidos, visitó a José Mujica y se
entrevistó con la vicepresidenta Beatriz Argimón. (1) Antes, viajó a Brasil,
donde también tuvo oportunidad de exponer la situación de Nicaragua y de sus
exiliados ante organizaciones políticas y sociales, y en reuniones con
legisladores y otros dirigentes políticos.



Su expectativa es que “el sur y América Latina tomen una postura más
beligerante para exigirle a Daniel Ortega el retorno a la democracia y el
regreso de los desterrados” con sus derechos restituidos, dijo a la diaria.



-¿Qué respuesta has tenido en estas visitas a América del Sur?



En Brasil, además de los contactos con dirigentes políticos, pudimos obtener
una votación mayoritaria, de 22 votos a favor y uno en contra, en la
comisión de Relaciones Exteriores y Defensa del Parlamento. Es un
requerimiento a Daniel Ortega para rechazar la desnacionalización de los 317
nicaragüenses que fuimos privados de nuestra nacionalidad, de nuestros
bienes, de las pensiones, de la jubilación. Ese requerimiento será enviado
en los próximos días con los nombres de los 317 expatriados. La votación
contó con el respaldo de bancadas de distintas corrientes ideológicas.
Pudimos también hablar con sacerdotes y obispos de la Teología de la
Liberación. En todos los casos hemos sentido una acogida cálida y
comprensiva de nuestras denuncias, el rechazo de todos los sectores a lo que
está haciendo Daniel Ortega. Hemos sentido solidaridad. Nosotros hemos
insistido particularmente en que las fuerzas de las izquierdas no guarden
silencio, sino que tengan una posición fuerte y definida a favor de los
derechos humanos y en repudio a las acciones de Ortega. Hemos encontrado que
a partir de la atroz decisión de desnacionalizar a 317 nicaragüenses se ha
incrementado la conciencia de que el régimen de Ortega es un régimen
dictatorial y cruel, y de que la comunidad internacional no puede quedar al
margen de la situación en Nicaragua.



-¿Qué significa, simbólicamente y también a los efectos prácticos, haber
perdido la nacionalidad?



Nosotros decimos que la nacionalidad no te la pueden quitar, porque uno
nació de padre y madre nicaragüense en Nicaragua y eso no nos lo pueden
quitar. Reivindicamos que seguimos siendo nicaragüenses. Pero para efectos
prácticos, lo que ha hecho el régimen es hacer como que no existimos en
Nicaragua. Como ellos tienen el control de todas las instituciones,
invadieron nuestras propiedades y nos quitaron el usufructo de esas
propiedades, que es lo que nos permitía sostenernos en el exterior, y
también la jubilación. Pero además han procedido a eliminarnos del registro,
como si no hubiésemos existido nunca. Congelan las cuentas, las tarjetas de
crédito, y tratan de colocarte en una situación de indigencia y de tal
adversidad personal como para que dejes de luchar. Por otro lado, ya no
tenemos pasaporte. Me imagino que también pretenden que uno no pueda viajar
a hacer las denuncias que estamos haciendo. Por eso es bien importante que
cuando tengamos otra nacionalidad podamos disfrutar de un pasaporte que no
tenga los problemas que genera el documento de viaje que te dan cuando uno
es refugiado. Nosotros salimos de Nicaragua en 2021, logramos que en 2022
nos dieran condición de refugiados, y de acuerdo a la Convención de los
Refugiados eso nos da derecho a un documento de viaje que debería operar
como un pasaporte, pero no tiene todas sus ventajas.



-¿Por qué fue que en determinado momento decidiste irte de Nicaragua o te
viste obligada al exilio?



Nosotros pasamos varios momentos en los que sentíamos que éramos muy
perseguidos. En 2018 salieron dos de mis hijos, pero después vino cierta
flexibilización cuando salieron los 900 presos políticos. Ellos sacan una
ley de amnistía que en realidad encubre los intentos de perdonarse a sí
mismos los crímenes que habían cometido en 2018 [durante la represión de
protestas contra el gobierno], y lo hacen liberando a todos los presos
políticos. Entonces había cierta flexibilización.



Pero cuando viene la represión de 2021, hay una persecución a todo el que
hable y diga algo diferente. Capturan a nuestros amigos, a nuestros círculos
cercanos, entonces tenemos que escondernos. Pasamos dos meses escondidos y
pensando que tal vez iban a soltar a los presos, pero pasaron tres meses sin
siquiera presentarlos, lo cual, según los parámetros de las organizaciones
de derechos humanos, se llama desaparición.



Entonces nosotros concluimos que ya no había condiciones para seguir y nos
fuimos. Teníamos medidas cautelares de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y nos hemos permitido documentar todos esos meses la
presencia policial frente a nuestro domicilio, la presencia de gente vestida
de civil, patrullas que vigilaban nuestra casa, y de alguna manera llegamos
a convivir con ellos hasta que dijimos: “Van a entrar a capturarnos”. Así ha
vivido una parte importante de la sociedad nicaragüense, porque han
incrementado enormemente el número de policías para realizar esa labor de
vigilancia.



-¿Qué actividad tenías cuando dispusieron esa medida de quitarles la
nacionalidad?



Nosotros ya teníamos condición de jubilados. En Costa Rica no es fácil
encontrar trabajo, sobre todo para personas de nuestra edad, en las
universidades y espacios de ese tipo, porque tienen bastantes procedimientos
burocráticos. Entonces yo estaba trabajando de manera independiente,
haciendo algunas consultorías y sobre todo haciendo trabajos sin paga. Mi
trabajo era escribir, elaborar textos para medios como Desinformémonos,
Rebelión, Confidencial. Hacía investigaciones y las publicaba, por ejemplo,
sobre represión a las comunidades indígenas. Esa era mi labor, y también
daba conferencias. Pero la mayoría de esas actividades no significaban
ingresos económicos. Nuestros ingresos económicos estaban dados por la
pensión y por la renta de la casa que dejamos en arriendo cuando nos fuimos
al exilio.



Nosotros pensamos que lo que quiere Ortega es que tengamos tal situación de
inviabilidad material que nos callemos y nos dediquemos a buscar qué hacer
para sobrevivir. Pero algunos de nosotros –no todos, pero sí una buena
parte– hemos decidido que, por el contrario, cuanto más embrutecen las
medidas y vuelven la represión a límites absolutamente impensables, es
cuando más hay que luchar, y por eso estamos aquí haciendo esta labor de
denuncia.



-Varios países ofrecieron darles su nacionalidad. ¿Pensaron en aceptar
alguna?



Todavía estamos en ese debate en mi familia, porque somos refugiados en
Costa Rica, que no nos ha ofrecido la nacionalidad. Es contradictorio que
Costa Rica, que es donde estamos la mayoría, no haya tomado esa decisión. Si
uno acepta otra nacionalidad, pierde el estatus de refugiado en Costa Rica.
La verdad es que estamos en una situación bien difícil, porque además los
países que nos han ofrecido la nacionalidad no definen un procedimiento
expedito. A veces hay que esperar tres años para obtenerla. Además, algunas
personas están en tal situación de precariedad que quisieran que la
nacionalidad fuera acompañada de beneficios como una pensión para
sobrevivir. Se genera una situación verdaderamente infernal para muchos de
nosotros.



-En la izquierda de Uruguay, y de otros países, hubo en su momento mucha
admiración por la revolución nicaragüense. Quizás eso ha generado cierta
reticencia a condenar violaciones a los derechos humanos del gobierno de
Ortega. ¿Te has topado con eso?



Sí, me he topado con eso desde 2018, que sectores como el Foro de San Pablo,
integrado por partidos de izquierda de América Latina e incluso de Europa,
respaldara a Daniel Ortega cuando estaba cometiendo las atrocidades que
cometió ese año. Se negaron a escuchar a quienes denunciábamos esas
atrocidades. Es muy triste porque yo creo que es un grave error admitir esas
violaciones de derechos humanos con el argumento de que Ortega es de
izquierda y que está llevando a cabo la segunda etapa de la revolución. Y es
más grave aún porque Daniel Ortega no está llevando a cabo ni la segunda
etapa de la revolución, ni es de izquierda, ni es antiimperialista, sino que
todo eso es una pura retórica, una verborrea que él utiliza para engañar no
sólo a la comunidad internacional que respaldó y vio con mucha ilusión la
revolución de 1979, sino que lo utiliza también para engañar a sus propias
bases. Yo creo que deberían informarse con más detalle de cuáles son las
políticas de Ortega, para darse cuenta de que son neoliberales, son
extractivistas, son patriarcales y muy retrógradas con respecto a los
derechos de la mujer.



Además, aunque él fuera el mejor de los revolucionarios, no tiene ningún
derecho a asesinar, a reprimir, a dejar 2.000 heridos como dejó durante la
matanza [de manifestantes contra el gobierno] de 2018. Permitió las
violaciones de muchachos y muchachas capturados en el contexto de las
protestas, capturó y realizó juicios violando totalmente los debidos
procesos, sin derecho a la defensa. Los juicios no eran públicos, como manda
el Código Procesal Penal. En la primera etapa fueron 800 los capturados. Y
después ya pasó a capturar a todos los candidatos de oposición en 2021. Hizo
unas elecciones de mentira, porque toda la oposición estaba presa.



Esos delitos no son admisibles en ningún gobierno, no importa del signo que
sea, de derecha, de izquierda o de centro. Entonces creo que la humanidad
está obligada a reconsiderar su disposición a condenar o no a los gobiernos
cuando se trata de sus amigos o pertenecen a la misma corriente ideológica.
Eso no puede seguir ocurriendo en el mundo.



Yo creo que tiene que haber un compromiso, que se supone que lo hay cuando
se firman los tratados internacionales de derechos humanos, cuando se firma
el tratado sobre la no discriminación a la mujer, cuando se firma el tratado
sobre la tortura, por ejemplo. Si se firman esos tratados, es para que
realmente ningún país esté dispensado cuando comete actos de tortura o actos
contra la libertad. Creo que ahí hay un problema bastante serio que nos
lleva a un cuestionamiento profundo sobre el tema de los derechos humanos y
de las libertades.



-¿Cuál es hoy la situación de los presos políticos en Nicaragua?



Ortega saca y destierra a 222 presos, quedaron pues 37 presos incluyendo al
obispo monseñor [Rolando] Álvarez, a quien condenó a 26 años de cárcel y
luego mandó a las celdas de los presos comunes. Él había permanecido varios
meses en prisión domiciliaria, pero lo mandó a la cárcel, y ahora capturó a
21 personas más por haber intentado participar en las procesiones de Semana
Santa, que fueron prohibidas. Lo fueron porque Ortega teme que toda
agrupación que se realice, aunque sea con carácter religioso, pueda dar
lugar a demostraciones de resistencia o de protesta. Eso te indica que
Ortega está clarísimo en que la mayoría de la población le es adversa. Las
encuestas dicen que hay 70% de rechazo a Ortega y sólo 15% está aferrado a
su figura casi como una figura mesiánica.



La no realización de elecciones democráticas, y que tenga el control de todo
el aparato electoral, de todos los procedimientos, los fiscales, etcétera,
te indica que él está clarísimo de que no tiene ya ningún respaldo popular y
que si hubiese elecciones democráticas obviamente que sale del poder. Pero
no quiere arriesgarse a eso y ya lleva una reelección en 2011, cuando ni
siquiera tenía facultad de presentarse, porque estaba prohibida
constitucionalmente la reelección continua. Él en 2014 lo modificó, pero en
2011 estaba impedido constitucionalmente para reelegirse. Se vuelve a
presentar en 2016 y asume en 2017, y se vuelve a presentar en 2021 sin
competencia, porque todos [los dirigentes opositores] estaban presos.



Esto evidencia que él quiere reproducir la tiranía de [Anastasio] Somoza,
que además de ser continua fue dinástica. Porque está preparando a la esposa
y a los hijos para que asuman en caso de que él falte. Esa obsesión por el
poder es la que lo lleva a recurrir a todos los métodos represivos con tal
de mantenerse en el poder. No hay libertad de información. Todos los medios
independientes han sido clausurados. Y confiscados. Para que te des una
idea, La Prensa, que es un diario que tiene casi 100 años, durante la
dictadura de Somoza en varias ocasiones tuvo censura, cuando decretaban
estado de sitio y ley marcial. En los años 80, que hubo guerra [con la
contra, grupos armados antirrevolucionarios financiados por Estados Unidos],
en determinado momento se estableció también la censura; hubo censura, pero
no hubo apropiación del medio. En esta ocasión han entrado a los canales de
televisión, han entrado a las instalaciones de Confidencial, de 100%
Noticias y de La Prensa y han confiscado todos los bienes. No hay ninguna
libertad.



-¿Cuándo se dio este quiebre en Ortega o en su gobierno?



Después de que perdemos las elecciones [en 1990], él empieza una deriva
autoritaria que comienza por controlar el Frente Sandinista. En vez de la
dirección colegiada, de los órganos de un partido político, lo que hace es
pasar a controlar de forma unipersonal el poder dentro del Frente
Sandinista. Después pasa a controlar las organizaciones populares por medio
de métodos de reparto de prebendas y de corrupción, y después entra en un
pacto con Arnoldo Alemán, que es el presidente que asume en 1996 y es uno de
los más corruptos que ha habido en Nicaragua. Allí es donde comienza esa
deriva clarísimamente autocrática. Porque él se reparte con Alemán todos los
poderes del Estado, y pasan ambos a controlar todo el sistema electoral. Por
ejemplo, reforman la ley electoral e impiden que pueda asumir cualquier otra
fuerza. Ellos establecen una especie de bipartidismo forzado, porque no era
resultado del voto, sino que lo impusieron usando el Consejo Supremo
Electoral.



En ese momento se ve un panorama completamente cambiado, ya no digamos
después, en su política sobre los derechos de la mujer. En 2006 da los votos
para la derogación del aborto terapéutico. Cuando llega al gobierno después
del pacto político, hace otro pacto, esta vez con las jerarquías católicas,
que es el que permite esas medidas contra los derechos de la mujer, y
después hace un pacto con el gran capital y favorece una lógica económica
absolutamente neoliberal. Nunca como entonces los bancos tuvieron tantas
ganancias, y no lo digo yo, lo dicen ellos y lo reflejan en sus cifras.
Nunca como entonces los grandes empresarios tuvieron tan buenas condiciones
para obtener ganancias, y de hecho aprobaron 110 leyes de consenso, y no lo
digo yo, lo dice el presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada.
Además, llevaron a nivel constitucional ese modelo que ellos llamaron de
diálogo y consenso, estableciendo que toda política económica, toda ley que
tuviese que ver con cuestiones económicas, tendría que salir del consenso
con los grandes empresarios. Está establecido a nivel constitucional.



Eso explica por qué Ortega, que para entonces ya se había convertido él
mismo en un capitalista y en un gran empresario junto con sus hijos, se
aferra al poder de una forma tan obsesiva. Hay un factor material que hace
que él necesite estar en el poder. Pero también hay un factor, digamos,
psicológico: él quiere el control del poder de forma absoluta y esto se
enreda con un factor casi religioso. Hay un aspecto marcadamente mesiánico
en su liderazgo y en su forma de comparecer que ha sido reforzado por un
relato y una construcción en la que participa de forma bien activa su
esposa, [la vicepresidenta] Rosario Murillo.



Desde tu historia como guerrillera ¿cómo ves esta situación actual? ¿Como
una traición, como algo esperable, como algo que no debió pasar?

Lo veo primero como algo que no debió pasar. Porque Ortega ha traicionado
todos los postulados por los cuales luchamos durante mucho tiempo, por los
cuales dieron la vida más de 50.000 nicaragüenses en la lucha contra la
dictadura de Somoza, muchachos y muchachas cargados de grandes ideales y de
grandes convicciones, que no tuvieron ningún reparo en arriesgar su vida y
perderla por esa causa. Segundo, porque nosotros siempre nos propusimos un
modelo de sociedad que no era copiar el socialismo real o conocido en Europa
del Este. Nos propusimos una sociedad basada en una economía mixta, o sea
que conviviera la economía campesina, la propiedad mediana y pequeña con la
propiedad social o propiedad socializada. Nos propusimos un pluralismo
político: no íbamos por un país con partido único. Dijimos que íbamos a
hacer juego democrático e íbamos a poner en la voluntad de la gente si
continuábamos o no continuábamos, y de hecho así pasó en 1990. Y también
hablamos de no alineamiento.



Luchábamos contra Somoza porque confiscaba todas las libertades, no había
democracia, no había justicia social, había una pobreza que reducía a
condición de analfabeta a la mayoría de la gente, y por eso se hizo una
serie de transformaciones en 1979-1989. En medio de la guerra se hicieron
importantes transformaciones que modificaron la situación de grandes
sectores de la población.



Es cierto que al final, producto de la misma guerra, las condiciones
materiales del país se vieron bastante deterioradas. Pero todo esto que está
haciendo Ortega es una verdadera traición a esos ideales, al modelo de
sociedad que queríamos construir, al legado del verdadero sandinismo, a los
principios de [Augusto] Sandino, de Carlos Fonseca, que son los que
iluminaron, por así decirlo, la lucha que nosotros llevamos adelante.



Tal vez por eso yo me empeño en la memoria histórica de los años de lucha
contra la dictadura, para que alguna vez, después de que se supere este
trauma que él ha causado en Nicaragua al usar los símbolos de la revolución
para un propósito completamente contrario a lo que realmente fue la lucha,
lo que realmente fue la revolución no quede enterrado por el orteguismo, que
es la perversión del sandinismo. Lo decimos con toda vehemencia: eso no es
sandinismo. Lo que está dominando Nicaragua es una monstruosidad construida
alrededor de Ortega, y por eso yo lo llamo orteguismo.



-Hoy, con estas condiciones, ¿es posible desde los partidos políticos o
desde los movimientos sociales hacer algún cambio en Nicaragua, o su acción
está demasiado trabada?



Ahorita está totalmente trabado. Toda la sociedad civil ha sido pulverizada,
reducida a su mínima expresión. Miles de personas han tenido que salir al
exilio, están regadas en todo el mundo, en condiciones muy difíciles. El
desarrollo de la acción política en Nicaragua está totalmente cerrado. Si
salís a una esquina y levantás una bandera azul y blanca, que es la bandera
de Nicaragua, como ella se convirtió en símbolo de rebeldía, te capturan o
te empiezan a perseguir y te obligan a salir del país.



En esas condiciones nosotros no podemos llamar a la gente a que se rebele, a
que se manifieste, y mucho menos a hacerlo desde el exilio. Entonces estamos
apostando a la organización, que tiene que tener rasgos de organización
clandestina y celular, al estilo de lo que hacíamos contra la dictadura de
Somoza, pero esta vez bajo modalidades de lucha no violenta, pacífica. No
estamos llamando a la gente a armarse. Creemos que no tiene que volver a
haber otra guerra en Nicaragua.



Hacer transformaciones en estas condiciones no es fácil, por eso es que se
vuelve más importante la presión internacional. Ya existió en el pasado un
escenario en el que países amigos de la propia revolución pudieron generar
espacios que favorecieron un escenario de entendimiento entre los
nicaragüenses. Creemos que la comunidad internacional, y particularmente el
sur, tienen un papel que jugar en estas condiciones.



Nota de Correspondencia de Prensa



1) Entre las diversas actividades y entrevistas que realizó en sus cuatro
días en Montevideo, Baltodano dio una conferencia en la sala principal de la
Universidad de la República (miércoles 26 de abril) . Algo más de 300
personas escucharon y aplaudieron su exposición que fue presentada por la
profesora Alma Espino y el ex rector Rodrigo Arocena. Entre el público,
varios parlamentarios y exfuncionarios en los 15 años de gobiernos del
Frente Amplio, intelectuales, académicos y algunos jóvenes de colectivos
sociales y culturales. Ningún dirigente del PIT-CNT (central sindical
única), estuvo presente. Tampoco concurrieron militantes del sindicalismo
“combativo” ni de grupos de la denominada  “izquierda radical”.

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