Brasil/ Milicias y Estado: "Como no se quiere confrontar, se silencia". [José Cláudio Alves - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 30 11:10:22 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

29 de agosto 2023

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Brasil



Entrevista con José Cláudio Alves



Milicias y Estado: "Como no se quiere confrontar, se silencia.  Matarse.
Queda por eso. La situación está manipulada".



"No se puede decir que la izquierda y la derecha sean iguales. ¿Pero qué
cambian realmente en las estructuras de poder? ¿Cambian realmente algo, o
son maquillajes y dimensiones limitadas para hacernos creer en una
seguridad, protección o derecho que nunca hemos tenido ni tendremos?"



João Vitor Santos y Patricia Fachin

Revista IHU, 29-8-2023

https://www.ihu.unisinos.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



La violencia que impregna todas las esferas de la vida social brasileña
"nace de un proyecto colonizador que se perpetúa, nunca ha cambiado, se
mantiene, se profundiza y se basa, desde el principio, en la violencia",
resume José Cláudio Alves en la siguiente entrevista con IHU. En otras
palabras, vivimos una realidad política en la que el Estado, que viene de
Lula, pasa por Bolsonaro y vuelve a Lula -da igual-, mantiene una estructura
de funcionamiento extremadamente violenta, desigual e incapaz de incorporar
a las masas populares que nunca han sido incorporadas a la sociedad. Desde
la dictadura, esos grupos sociales intentan sobrevivir -quién sabe cómo- con
políticas compensatorias, con subsidios de todo tipo, que no resuelven su
estructura de vida, mientras que la estructura del crimen organizado sí lo
hace", observa.



El sociólogo critica la cercanía de los políticos brasileños a los grupos
milicianos para extraer beneficios políticos y electorales de estas
relaciones. "Se acercan, hacen un discurso y no se soluciona nada -como no
ha solucionado Bolsonaro y como creo que no solucionará Lula- porque esta
estructura permanece intocable. Es intocable porque da proyección, votos y
control territorial al conjunto de estas áreas y nadie quiere competir con
ella. Quieren su apoyo. En otras palabras, estamos en manos de estos
grupos", advierte.



José Cláudio Alves es licenciado en Estudios Sociales por la Fundación
Educativa Brusque. Tiene un máster en Sociología por la Pontificia
Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio) y un doctorado en el mismo
campo por la Universidad de São Paulo (USP). Es profesor de la Universidad
Federal Rural de Río de Janeiro - UFRRJ.



-IHU: ¿Podemos hablar de una sociabilidad violenta en Brasil y, en general,
en América Latina? ¿Cómo podemos entender y describir esta sociabilidad
violenta?



Este concepto es problemático dentro del mundo de las ciencias sociales.
Algunos autores han trabajado con él, pero su idea tiene cierta complejidad,
no es algo simple. Uno de estos autores, describiendo la situación en las
favelas de Río de Janeiro y su relación con el tráfico de drogas, dice que
la sociabilidad violenta existe porque no hay mediación entre los impulsos
de una persona, desde la perspectiva del psicoanálisis, y sus acciones. Es
como si la mediación del ser humano se construyera en relación con las
pulsiones y, si no existiera mediación, las dimensiones violentas se
manifestarían directamente. Soy muy crítico con esta concepción porque es la
construcción de la idea de que hay seres humanos que son diferentes de
nosotros, los humanos. En otras palabras, es como si esas personas no fueran
normales y no fueran como nosotros. Esto sería una especie de licencia para
tratarlos de forma diferente.



-IHU: ¿Como si fueran más propensos a ser violentos y los demás no?



Exactamente. Es como si aquellos que no tienen mediaciones entre sus
pulsiones y sus actos concretos generadores de violencia fueran
diferenciados y, por lo tanto, tuvieran que ser tratados de forma diferente.
Algo así abre la posibilidad de eliminarlos porque no son iguales a ti y a
mí, que conseguimos mediar nuestras pulsiones.



Creo que la sociedad en su conjunto, desde sus orígenes, nació de un
proyecto colonizador que se ha perpetuado, nunca cambiado, mantenido,
profundizado y basado, desde el principio, en la violencia. Se trata, pues,
de una sociabilidad violenta impuesta sobre una estructura colonial de
violación. Los pueblos indígenas han sido masacrados, por ejemplo. Pasé tres
meses en Marajó, Pará, en 2018, y esa gente me consideraba negro. La
pigmentación de su piel es mucho más clara que la mía, pero esa región es la
cuna de la civilización indígena marajoara. Los marajoaras se enfrentaron a
los portugueses y estos no se lo pensaron dos veces: simplemente acabaron
con aquella población.



El sufrimiento de estos indígenas se mezcló con la esclavitud. Esclavos,
negros e indígenas fueron tratados cruelmente durante mucho tiempo, hasta
que se unieron y formaron uno de los mayores movimientos insurreccionales de
Brasil, el cabanagem. (1) Los cabanos eran tan fuertes que consiguieron
entrar en Belém, la capital de Pará, tomar el poder y convertirse en
gobierno durante una semana. Entonces el ejército brasileño envió sus
tropas, que arrasaron con todo lo que pareciera indio o negro en un radio de
300 kilómetros alrededor de Belém. Esa es la estructura colonial. El poder
colonial del Estado nunca fue indulgente con los grupos que se le oponían ni
con los grupos étnicos, negros o indígenas. Cuando observamos la estructura
histórica de países como México, Ecuador, Venezuela y Bolivia, podemos ver
claramente que se mantiene la estructura colonial.



El Estado juega un papel central en cómo estos grupos y esta dimensión
histórica se correlacionan con la dimensión de la violencia, cómo cada grupo
se reconfigura a partir de estructuras violentas. La historia de que el
estado representa el bien, la legalidad, que nos protege y tiene el
monopolio legal de la violencia, que tiene soberanía territorial, es la
imagen de un estado idealizado por una concepción europea occidental que ha
construido una literatura y una ciencia política que se ocupa de la
centralidad fundamental del estado. Pero el Estado no es eso.

El Estado ha roto la soberanía para negociar con los grupos armados; ha roto
el monopolio legal de la violencia para negociar con estos grupos. Los
grupos que más ofrecen en términos de votos, dinero, control territorial,
modelos económicos exitosos que retornan a los ocupantes de la estructura
estatal, constituyen, a lo largo de cada país, una gobernanza criminal. Esto
es la gobernanza: ya no es el Estado, la ley, la norma, la dimensión oficial
formal lo que gobierna, sino, por otro lado, lo ilegal, el crimen y todas
las dimensiones que dice combatir. Esto se ha entremezclado y hoy vivimos
una crisis absurda en la que ya no podemos aferrarnos a dimensiones tan
claramente separadas. Ya no todo es blanco o negro; hoy es gris. Estamos
ante un universo gris. No sabemos muy bien quién es quién en este escenario.




-IHU: ¿Forja el Estado una situación para que el cuerpo social responda con
violencia? ¿La respuesta violenta es más colectiva que individual?



De hecho, lo individual y lo colectivo están entrelazados en todo esto. No
es posible simplemente descartar la acción humana de los individuos en el
colectivo. No se puede anular porque, de lo contrario, se pasa a una
dimensión estructural que no depende de la participación y contribución del
individuo, sino que su acción humana es decisiva y socialmente construida.
Ahora bien, no se puede atribuir y crear un sometimiento criminal de
determinados grupos sociales, como los negros de las favelas, los indígenas,
los grupos periféricos marginados, dentro de las estructuras económicas,
para matarlos. La cuestión es que ciertos lugares están configurados como si
estas personas [que viven allí] fueran los violentos y el Estado fuera el
que nos protege. Esto es absurdo, no existe.



Cuando se habla de sociabilidad violenta, suele ser para señalar que el otro
será liquidado. Es una especie de construcción del enemigo. Lo primero que
hay que construir en la lógica de la seguridad pública es identificar quién
me amenaza. Esta es la primera pregunta que se plantea y se proyecta cuando
pronunciamos la palabra seguridad. En otras palabras, ¿qué me hace sentir
inseguro? Aquí es donde entra el primer gancho de las políticas sociales y
de las políticas de seguridad pública. ¿Quién es el enemigo, quién traerá la
inseguridad? Se les dará el papel de sociabilidad violenta.



La estructura de la milicia, tal y como está constituida y construida
básicamente por miembros de la estructura de seguridad pública, a menudo en
colaboración con civiles, también queda obliterada, oculta, borrada. En
otras palabras, se crea una especie de simulacro dentro de la dimensión
miliciana. Se argumenta que se está combatiendo, que se ha detenido y matado
a miembros, pero en el fondo se trata sólo de una contención para evitar
profundizar y darse cuenta de las verdaderas dimensiones de la estructura
existente. Mientras tanto, los pobres, los negros, los habitantes de las
favelas -vendedores de droga al por menor- son presentados como los
portadores de la sociabilidad violenta. Lo que también es una gran fachada,
porque el tráfico minorista de drogas tiene, en su base, el permiso, la
conducta y todo el control de una estructura de seguridad pública. La
estructura policial es un factor determinante en el funcionamiento del
tráfico minorista, pero se oculta.



-IHU: ¿Qué es la gobernanza criminal y cómo se establece en Brasil y en
América Latina?



La gobernanza criminal es un conjunto de actores sociales que se establecen
en un determinado territorio y crean acuerdos y tratos entre ellos para
hacer funcionar la estructura productiva de violencia, muerte, control
territorial y político de la región donde se asientan. Se trata de grupos
articulados, de un Estado-nación que tiene el monopolio legal de la
violencia. Este es el concepto de Max Weber, para quien esta estructura es
decisiva para el funcionamiento del Estado, que tiene la soberanía
territorial. Estas dos dimensiones se alteran y reconfiguran progresivamente
para permitir que el Estado tenga en su seno las acciones, los acuerdos y el
funcionamiento de otros grupos armados que proporcionan a los detentadores
del poder estatal ganancias significativas. La gobernanza criminal es la
capacidad de acción del propio Estado y de los grupos armados, ya sean
estatales, no estatales o mixtos.



Tal y como yo lo veo, necesitamos delimitar claramente qué es el Estado y
discutir cómo todo está controlado por esta estructura estatal. El Estado es
capaz de ocultar la realidad, lo que realmente ocurre, que es su presencia
en toda la estructura (de violencia), desde las ejecuciones sumarias por
jagunços en el interior del país, hasta la estructura de grupos de
exterminio en todas las regiones, y luego sorteando a estos grupos con las
dimensiones ilegales del narcotráfico y el robo de cargamentos. O sea, están
todas las dimensiones que proporcionan ganancias reales a estos grupos,
todas las dimensiones que van desde el secuestro de personas hasta la
degradación ambiental.



¿Qué es Brasil sino la expropiación de los bienes ambientales de todo lo
relacionado con la violencia desde su creación? ¿Qué es Brasil sino una gran
plantación y una gran mina de extracción? Existen estos modelos de
expropiación, con el Estado detrás, siempre escondiendo e identificando a
aquellos que son los enemigos nacionales, los grandes enemigos a combatir.
Se convierten en el blanco de grandes búsquedas y en los chivos expiatorios
de esta estructura en su conjunto, mientras se la preserva.



Lo mismo se reproduce en América Latina en general. El presidente de El
Salvador, Nayib Bukele, construyó una de las mayores prisiones del mundo.
Fernando Villavicencio, recientemente asesinado en Ecuador, quiso reproducir
en su país el discurso del presidente de El Salvador, en la línea de
endurecer, crear cárceles, y fue asesinado. Su muerte se atribuye a grupos
armados opuestos a estas ideas.



Dimensiones de este tipo están siendo disputadas por la extrema derecha y la
derecha que crece en este caldo. Mientras las desigualdades crecen en el
conjunto de América Latina, la dimensión de los grupos armados crece y
explota. La estructura del crimen organizado impregna todo esto. Si las
personas no se incorporan económica, social y políticamente, no se
transforman en actores políticos, económicos y sociales, para que sus
acciones digan algo a este mundo y se reconozcan como seres humanos, capaces
de trabajar, de tener dignidad, de tener una familia y las dimensiones de
sus necesidades satisfechas, para proyectarse como seres humanos que crecen,
encuentran en la estructura de los grupos armados una posibilidad real.



-IHU: Según su explicación, el Estado y el crimen forman una simbiosis, se
necesitan mutuamente para existir. ¿El Estado hace operativo este esquema?



En la década de 1980, los movimientos sociales y la sociedad en su conjunto,
frente a la dictadura, acabaron unificándose. Todos queríamos el Estado; ése
era nuestro principal objetivo. Queríamos un Estado que respondiera a
nuestros deseos, que nos diera capacidad de respuesta, que estableciera
políticas públicas y leyes. Pero le dimos al Estado una capacidad inmensa, y
seguimos luchando por ese objetivo. Pero la cuestión es que la situación ya
no es tan simple, ya no es blanco o negro. Hay una gran contradicción,
porque el Estado que financia las escuelas, el Sistema Único de Salud (SUS),
la seguridad pública, es el Estado que negocia todo eso con los grupos
armados.



Permítanme darles un ejemplo. Lula hizo campaña en la Baixada Fluminense y
acabó en el municipio de Belford Roxo, controlado por un notorio miliciano,
el alcalde de la ciudad [Wagner dos Santos Carneiro]. A cambio de la campaña
electoral de Waguinho a favor de Lula, el presidente dio el Ministerio de
Turismo a su esposa, Daniela Carneiro (ocupó el cargo del 1-0-2023 al
14-7-2023). Ahora bien, esta es la estructura de un grupo criminal
organizado que tiene toda su jerarquía dentro de la estructura del poder
local del Estado, dentro de un ayuntamiento, que pasa a afianzarse en la
estructura del Estado en su conjunto. Estos grupos se basan en una
estructura que controla la ciudad política, económica y electoralmente a
través de un fuerte juego de intereses.



En 2021, Waguinho se alió con Cláudio Castro (Partido Liberal), gobernador
de Río de Janeiro, y creó un destacamento de policía militar en el 39º
Batallón. En una zona donde el Comando Vermelho (segundo grupo mafioso en
importancia nacional: ndt) ya actuaba desde hacía más de diez años, se
produjo una masacre; más de 30 personas fueron asesinadas y otras están
desaparecidas. Este es el embrión de una milicia tan abierta que ni siquiera
necesita crear una estructura propia. La propia estructura de seguridad
pública se convierte en una estructura miliciana que controla los
territorios. Fue en esta región donde Daniela de Waguinho obtuvo el mayor
número de votos para diputada federal, y Márcio Canella, vinculado a la
misma estructura, obtuvo el mayor número de votos para diputado estatal.
Ambos obtuvieron más del 54% de los votos de la ciudad.



Alguien podría preguntar si no quiero que el Estado esté presente en la
región, aportando beneficios a la población. Lo hago, pero ¿hay alguna
certeza de que el estado miliciano resolverá la situación de la población?
¿Se superarán estas dimensiones? No se superarán. Tenemos que darnos cuenta
de que el Estado que nos da escuelas, centros de salud, agua y
alcantarillado es el mismo que nos mata. La situación se ha vuelto mucho más
compleja, es un juego electoral y político. Aquí viene Lula. Hace un
discurso, el ayuntamiento de la Baixada Fluminense le apoya y, una vez
elegido, tiene que ayudar (a los políticos que le apoyaron). Entonces, ¿qué
proyecto estamos reforzando y apoyando?



Tenemos que distinguir, dentro del propio Estado, quién es quién para poder
debatir. Estoy diciendo, concretamente, cómo la democracia -lo que llamamos
democracia- no tiene nada de democrática. Es una realidad totalitaria. Si me
opongo a este modelo y desafío la estructura miliciana, estoy muerto.
Conozco fuentes que me dicen que los militares no han sido retirados de la
Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas - FUNAI; siguen allí y los
indios están siendo liquidados de la misma manera que antes (bajo el
gobierno de Bolsonaro). Es decir, vivimos una realidad política en la que el
Estado, que viene de Lula, pasa por Bolsonaro y vuelve a Lula -no importa-,
mantiene una estructura de funcionamiento extremadamente violenta, desigual
e incapaz de incorporar a las masas populares que nunca han sido
incorporadas a la sociedad.



Desde la dictadura, estos grupos sociales han seguido intentando sobrevivir
-quién sabe cómo- con políticas compensatorias, con subvenciones de todo
tipo, que no resuelven su estructura de vida, mientras que la estructura del
crimen organizado sí lo hace. Los grupos armados resuelven las situaciones
con grupos armados. Cuando mantienes una estructura de poder armada a lo
largo del tiempo en una localidad, todos los intereses empiezan a moverse a
partir de ahí: las disputas familiares, las disputas por la tierra, los
puestos de trabajo, la venta del gas, del agua, de la tierra, de las zonas
de ocio. La milicia lo controla todo y empieza a gestionar todas las esferas
de la vida humana; es totalitario. Luego viene Bolsonaro, viene Lula y no
importa porque estos mismos grupos siguen manteniendo esta estructura.



-IHU: ¿Cómo es posible entender la estructura que culminó con la muerte de
Fernando Villavicencio en Ecuador a partir de la misma estructura que existe
en Brasil? ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias?



En Ecuador, la situación tiene que ver con lo que ocurrió después del
gobierno de Rafael Correa. Hubo una reacción contra Correa, una reacción que
muchas veces imitó el correísmo. El gobierno de Guillermo Lasso, actual
presidente, se ha visto transformado por los movimientos y cambios en
Colombia -fronteriza con Ecuador-, que convive con grupos armados desde hace
mucho tiempo, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
los paramilitares y los carteles. En Colombia, existe un proyecto de disputa
con la plena participación de la estructura política y militar
estadounidense. Todo allí está gestionado por la Agencia Antidroga
estadounidense (DEA), que, en cierto modo, controla los intereses de los
grupos armados. Interfieren, matan, resuelven, según sus intereses, como en
el caso de Pablo Escobar y muchos otros.



Narcotráfico y milicias en América Latina



Todo el proceso de negociación del fin de la estructura de poder de las
FARC, y la incorporación de esta estructura a una dimensión de poder que ya
no tienen los grupos armados en esa frontera, ha abierto la disputa interna
sobre el conjunto de este proyecto en la región. Esto ha llevado a que
numerosos grupos relacionados con los carteles, que están luchando dentro de
Colombia, entren también en Ecuador, porque Ecuador no es sólo un territorio
de tránsito, es un entorno muy bueno e importante para la estructura del
narcotráfico, dada su economía, que se ha mejorado y ahora está respondiendo
en términos de tipos de cambio. Así que el narcotráfico entró en el país.



Esta es la gran diferencia con Brasil: el país no vive el auge de una
disputa territorial y la entrada de grupos armados vinculados al
narcotráfico porque la base brasileña ya está establecida. En Brasil, el
grupo que más crece no es el narcotráfico, sino las milicias, porque hacen
acuerdos con cualquier interés. La milicia está involucrada en el
narcotráfico, en el tráfico de armas, en el robo de cargamentos, en la venta
de cualquier cosa que podamos imaginar en espacios urbanos, en disputas
territoriales. La milicia es un grupo más complejo y es el que se está
expandiendo en Brasil, mientras que en Ecuador hay, de hecho, narcotráfico y
carteles. Pero no podemos mirar sólo al cártel y al narcotráfico o mirar
sólo a la milicia y pensar que es un grupo armado al margen del Estado.
Tenemos que mirar al cártel y a las milicias en relación con la estructura
del Estado.



Tendría que ir a Ecuador para analizar cómo la estructura del actual
gobierno ha favorecido la entrada del narcotráfico y del cartel en la
estructura política, cómo se han involucrado en el juego político y cómo
serán decisivos en las elecciones. Lo mismo hay que analizar en Brasil: cómo
las milicias, el narcotráfico, los grupos armados y la propia estructura de
seguridad pública interfieren directamente en las votaciones, en el control
territorial, económico y político de las regiones. Ahí se ven las
diferencias, pero tienen la misma base estructural de los Estados
colonizadores que se basaron en la estructura violenta, que utilizan la
estructura violenta del exterminio, del asesinato, de la matanza, a veces
visiblemente -como en los casos de Guarujá, Jacarezinho, Vila Cruzeiro,
Itaguaí- cuando importa, a veces no. Cuando no importa, matan
permanentemente, constantemente, controlando los territorios.

Desaparecidos



Hay un número creciente de desaparecidos, de los que no hay datos, ni
registro, ni clasificación penal. La policía no registra estos casos como
desapariciones forzadas, sino simplemente como personas desaparecidas. Casos
como este han estallado en Rio de Janeiro y nadie sabe lo que son, porque no
hay datos, ni cuerpos, ni delitos. Nadie explica nada. Este es el gran
fenómeno. El terror ha alcanzado otro nivel en estas regiones; eso es lo que
estamos viendo ahora. En Ecuador todavía no hay una práctica tan
estructurada de desapariciones forzadas. En México sí la hay y es muy
fuerte.



-IHU: En la investigación del asesinato de Villavicencio, la policía está
trabajando con la posibilidad de intervención de grupos colombianos y
mexicanos. ¿Cuál es la situación con estos grupos?



México es quizás el lugar donde estos grupos están más consolidados. La
frontera con EEUU da un poder absurdo a los grupos mexicanos, que en
realidad es el poder de los grupos que se benefician del tráfico dentro del
Estado mexicano. Quieren controlar todos los accesos desde Centroamérica a
EEUU. Estar a las puertas del mayor mercado consumidor de drogas del mundo,
con el mayor potencial de expansión, da a los grupos mexicanos la capacidad
de responder y percibir el teatro de operaciones de la droga, tanto en el
Pacífico como en el Golfo, que son casi indistinguibles. Estas dos grandes
rutas están siendo controladas. Colombia y México siempre han estado en este
escenario, con grupos armados, sin mencionar grupos más pequeños como los
que existen en Guatemala y El Salvador, con la formación de las pandillas
"maras". Estos grupos se están formando, tal vez en menor escala que los
cárteles, pero también viven de actividades ilegales, del narcotráfico,
participan en grupos armados de tráfico de armas.



Estructura de poder colonial



Volviendo al tema inicial de la entrevista, podrían preguntarme si se trata
de una sociabilidad violenta. Diré que no. Se trata de una estructura de
poder colonial. Siempre lo ha sido. Decir que es violenta es mojarse la
cara. Estos grupos se formaron así. La cuestión es averiguar cómo esta
violencia favorece a ciertos grupos. ¿Quién se beneficia de ella? ¿Quién se
perpetúa? ¿Quién tendrá más control, más poder, más dinero en estos
territorios donde se potencializa la violencia? ¿Será Rafael Correa? No
será. ¿Será Guillermo Lasso? No. ¿Será Fernando Villavicencio? No, él fue
asesinado. Todos estos escenarios están en disputa, son fluidos y pueden ir
en diferentes direcciones.



Si la muerte de Villavicencio hubiera ocurrido al inicio de la carrera
electoral, ¿podría su sucesor en la campaña haberse proyectado y haber sido
elegido? Que Bolsonaro fuera apuñalado al inicio de la campaña electoral de
2018, ¿impulsó su candidatura por encima del debate sobre seguridad y
violencia? Sí, podría haberlo hecho. Así que cada grupo aborda este
escenario y saca lo mejor de él. Pero extraer política y votos de estas
dimensiones de violencia generalizada por grupos armados no resuelve el
problema. Te acercas, haces un discurso y no se resuelve nada -como no ha
resuelto Bolsonaro y como creo que no resolverá Lula porque esta estructura
permanece intocable. Es intocable porque da proyección, votos y control
territorial al conjunto de estas áreas y nadie quiere competir con ella.
Quieren su apoyo. En otras palabras, estamos en manos de estos grupos.



¿Qué debemos hacer como sociedad? ¿Aplaudir el paz y amor de Lulinha? El
miliciano Belford Roxo ya se ha acercado. ¿Qué otro miliciano se va a
acercar? O mejor dicho, muchos no anteponen estas figuras. Anteponen otras
figuras, dan visibilidad a otros grupos y otros nombres, pero en realidad
son estos tipos los que operan y controlan los territorios. El año que viene
habrá elecciones. Ganará quien pacte con el pastor, la iglesia evangélica o
la milicia.



-IHU: Por lo que usted describe, no es una cuestión de extrema derecha, sino
de la situación.



Exactamente. Cualquier grupo que se acerque, acepte y se reconozca en esta
estructura puede crecer. La extrema derecha es más original, más franca y no
se contiene; tiene una plataforma discursiva de matar, liquidar, trucidar, y
se mete en las estructuras más simples de la sociedad, donde hay grupos que
sufren más la violencia, y dice que un matón bueno es un matón muerto.
Fomenta la dimensión del exterminio como posibilidad. El grupo de izquierdas
no lo hace. Es más comedido. Los grupos de izquierda no hablan así, pero
aparecen abrazando a los tipos en el escenario, les dan trabajo. Entonces
ocurre el caso Guarujá. Ya hubo 19 muertos en la operación Guarujá.



Paulo Vannuchi fue Secretario Especial de Derechos Humanos en el primer
gobierno de Lula. Cuando se produjo la masacre de Pan en Alemão, en 2007, en
la que murieron 19 personas en una operación policial en la que participaron
1.500 hombres bajo la responsabilidad del gobernador Sérgio Cabral (MDB),
cercano y aliado de Lula en aquella época, Paulo Vannuchi envió una comisión
especial de forenses vinculada a la Secretaría Especial de Derechos Humanos
para realizar un informe cadavérico sobre los 19 cadáveres. Descubrieron que
el 73% de las heridas punzantes eran en la cabeza y la espalda, lo que
sugiere un indicio muy fuerte de ejecución sumaria.



Ahora, Silvio Almeida, ministro de Derechos Humanos, representante de las
minorías asesinadas, vilipendiadas y maltratadas, ¿por qué diablos no envió
una comisión a Guarujá para realizar un peritaje de todas las muertes, para
ver realmente qué está pasando? No. No vamos a hacer eso porque Tarcísio de
Freitas (Partido Republicanos, fue ministro de Infraestructura en el
gobierno de Jair Bolsonaro: ndt) es una figura importante de la extrema
derecha y no queremos confrontación. Lo que quieren es una base en el
Congreso para tener una base electoral. Como no hay deseo de confrontación,
se callan. Matan a 19, da lo misno, y nadie hace nada al respecto. La
situación está manipulada.



Si un grupo como éste se perpetúa en la estructura de poder del Estado,
domina el escenario y los acuerdos. Si están matando a gente del Primer
Comando Capital (PCC), ¿el PCC reaccionará y matará a gente de la Rota? (2)
No, el PCC matará a la persona que creó la situación que llevó a la muerte
del policía porque el PCC quiere mantener sus acuerdos con la estructura de
seguridad pública para seguir operando en el Puerto de Santos, que es el
mayor puerto de exportación de drogas a Europa y Asia. El PCC dejará que
sigan matando a todos los que quieran, mientras no cambien el acuerdo.



Hoy, la población vive en manos de estas estructuras. Eso es lo que está
pasando en Río de Janeiro. Lula fue al Complexo do Alemão e hizo campaña. La
derecha dice que Lula está vinculado al narcotráfico. Pero luego tiene lugar
otra operación del gobierno de Cláudio Castro en esta comunidad, mata a no
sé cuántas personas, ¿y se va a hacer algo al respecto? No. No se puede
hacer nada porque nada se puede interponer a los acuerdos para mantener la
estabilidad de la gobernabilidad. Tiene que haber gobernabilidad,
gobernanza, y por eso se incorporan estos sectores.



Izquierda y derecha



No se puede decir que la izquierda y la derecha sean lo mismo. Son
diferentes, tienen prácticas y discursos distintos, pero ¿qué cambian
realmente de las estructuras de poder en esos lugares? ¿Cambian realmente
algo, o son maquillajes y dimensiones limitadas para hacernos creer en una
seguridad, protección o derecho que nunca hemos tenido ni tendremos? ¿Acaso
Marielle Franco no murió así, creyendo que era una concejala favelada,
negra, LGBTQIA+, que era representativa, que estaba creyendo y haciendo su
trabajo? La mataron. Fui al velatorio y sigo en el PSOL, pero el PSOL no
pudo hacer nada, había desesperación. Y entonces nos preguntamos: ¿nadie en
el PSOL se dio cuenta de que estaba en peligro? No, nadie se dio cuenta.
Pensamos que estamos en una democracia maravillosa, la mayor democracia de
América Latina, y luego te asesinan.



No nos veo en un escenario tan prometedor. Eso es lo que siempre ha sido la
izquierda -yo he estado en el PT y ayudé a fundarlo- y se ha confabulado y
coqueteado con estas figuras. Ni siquiera voy a hablar de la Rede Globo, que
siempre ha hecho esto desde el principio. El PT no, pero se acercó y acabó
invirtiendo en esta dimensión. El juego político, el juego de la
comunicación mediática, la influencia en torno a esta población, el control
territorial, económico y político, todo esto nos lleva hoy a un escenario
mucho más complejo y difícil de tratar. Entonces vemos a la gente sufrir. No
creo en este modelo. ¿Voy a alabarlo? Dirán que no fui llamado al gobierno
de Lula. Nunca participaré de una estructura como esa. La Mãe Bernadete fue
asesinada. (3) Hay una moción para repudiar el asesinato. Es bonito tener
una mujer que es madre de santos, una quilombola... pero entonces, ¿va a
cambiar la disputa territorial en esa región? ¿Quiénes son los del otro
lado? ¿No están todos involucrados? ¿Habrá una confrontación con esos grupos
o seguiremos haciendo una moción de repudio?



Notas de Correspondencia de Prensa



1) El Cabanagem ocurrió entre los años 1835 y 1840, durante el Período
Regencial Luego de la abdicación de Don Pedro I y en tanto se aguardaba que
Don Pedro II cumpliera la mayoría de edad para asumir, el imperio brasileño
fue gobernado   por regentes. Ese período fue marcado por violentas
revueltas en Pará. Las causas fueron la grave situación económica y social
de la región y la disputa por el poder. Los principales líderes rebeldes
eran indígenas, negros y pobres, muertos por las tropas regenciales.

2) Rondas Ostensivas Tobias de Aguiar, conocidas por el acrónimo Rota.
Fuerzas especiales de la Policía Militar del estado de San Pablo, célebres
por su brutalidad y capacidad letal. Utilizadas para reprimir
manifestaciones, también ejercen acciones de “limpieza social” contra
jóvenes pobres, negros y sus patrullas desalojan y torturan a personas en
situación de calle.

3) La lideresa quilombola Maria Bernadete Pacífico, conocida como Mãe
Bernadete, fue asesinada a tiros el 17-8-2023 en Simões Filho, región
metropolitana de Salvador (Bahía). Encabezaba el Quilombo Pitanga dos
Palmares y hacía parte de la dirección de la Coordinación Nacional de
Articulación de Quilombos.(CONAQ).

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