Argentina/ El pueblo mileísta, los "argentinos de bien". [Colectivo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 13 16:40:42 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

13 de diciembre 2023

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Argentina

 

El pueblo mileísta 

 

La Libertad Avanza pasó del activismo a la presidencia. El domingo de su
asunción, Milei habló a espaldas del parlamento, trazó fronteras entre el
bien y el mal y prometió el recorte más doloroso de nuestra historia. En
Plaza de Mayo lo celebró un grupo heterogéneo y variopinto. Nacionalistas
con símbolos de Malvinas junto a libertarios con la bandera de Gadsden y
manifestantes con banderas argentinas que cantaban contra "la casta". El
ajuste ya está entre nosotros.

 

Sergio Morresi/Ezequiel Saferstein/Pablo Semán/Melina Vazquez/Martín
Vicente/Nicolás Welschinger

Este artículo fue escrito por los y las autoras del libro Está entre
nosotros. ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que
no vimos venir? (Siglo XXI).

Revista Anfibia, diciembre 2023

https://www.revistaanfibia.com/

 

La hija de un colectivero le entrega el mando al hijo de un colectivero,
como dijo @Lulvarez. La imagen condensa el rostro de una Argentina en la que
la dimensión social de la democracia, incluso en retroceso, está presente.
La inclusión social y el derecho a la protesta son la constitución práctica
de los últimos 40 años. Pero la campaña electoral y el discurso de Milei, a
espaldas del parlamento y casi exclusivamente para sus partidarios, se
dirigen a la revisión de ese orden amparándose en la excepcionalidad de la
situación actual. La ecuación política de ese presente se condensa en una
imagen: un hombre que porta una pancarta en la que se lee “dentro de la ley
todo, fuera de la ley nada. Javier Milei”. La idea de Perón en 1953, con la
que sus seguidores verticalistas intentaban dominar la política de su
agitado movimiento en los ´70, aparece ahora atribuída al líder libertario
en la intención de encolumnar a la sociedad en la perspectiva de un ajuste
que promete, desde el estrado, como el más doloroso en nuestra historia. De
aquí en más cada día de gobierno será más duro que 100 días de campaña. El
domingo que pasó se entrecruzaron las voces y los cuerpos de los que
acompañaron al nuevo presidente, la palabra presidencial y las batallas
retóricas de las redes, enmarcadas en transmisiones en directo que, contra
los diversos estilos editoriales, coincidían en sus zócalos en la idea de
una “nueva era”. 

 

Un joven responde a un movilero con crescendo enfático propio de un orador
de los años 70: el pueblo y las fuerzas de seguridad estarán para apoyar al
presidente contra quienes se opongan a la ley. El porvenir está abierto,
pero esos signos están dispuestos en la escena que inaugura un mandato que
algunos quieren sea una nueva era: la era Milei. 

 

La consolidación de la democracia en la gimnasia política de las mayorías
populares lo llevó a las puertas de la Rosada, y al mismo tiempo su asunción
alienta las tensiones más desafiantes para con la democracia liberal y la
igualdad social. 

 

***

 

El día en el que se cumplen 40 años del regreso a la vida democrática,
Cristina Fernández de Kirchner entrega a Javier Gerardo Milei el mando
presidencial. Él sonríe con la banda presidencial sobre su torso y ella, a
su lado, con un conjunto elegante, rojo chillón, intercambian palabras sobre
el bastón presidencial en el que aparecen talladas las caras de los perros
del flamante primer mandatario. En la plaza, donde pocos minutos después
hablará Milei, dos jóvenes se preguntan por el presidente saliente, Alberto
Fernández, que aparece en segundo plano, como fuera de foco. “Se fue a
España”, responde el más alto, mientras enrosca entre sus dedos los pelos
entrecanos de su larga barba, ironizando sobre el destino imaginado del
presidente saliente como embajador y el real como docente. El otro mira a la
pantalla gigante y grita: “Gracias Alberto por hacer esto posible, todavía
no lo puedo creer”. 

 

El pueblo mileísta recorre las calles guiado por mapas que llevan en sus
celulares, donde se indican arterias cortadas y puntos de encuentro. En los
días previos al 10 de diciembre ensayaron sus músculos militantes:
coordinaron por chats viajes grupales en colectivo desde diferentes
provincias, compartieron la agenda de la jornada, difundieron letras de
canciones por medio de videos de TikTok y prepararon banderas argentinas,
las mismas con las que hace un año se gritaron los goles de la escaloneta,
para cumplir un objetivo claro: llenar la Plaza de Mayo.

 

Este pueblo agrega ideas, razones, perfiles y capas militantes. La primera
de estas reenvía a las manifestaciones antikirchneristas, en las que también
usaron las banderas albicelestes, y que encuentra en la figura de Cristina
su blanco predilecto: “chorra”, “hija de puta”, gritan al verla en la
pantalla gigante desde la que se transmite a los asistentes el acto dentro
del Congreso. La vieja melodía con la que la militancia kirchnerista
entonaba “Cristina presidenta” vuelve a sonar con una nueva letra: “Cristina
se va presa”.

 

La segunda capa de este sujeto, más conservadora y nacionalista, se hace
presente a través de las causas que los reune. Una fracción porta banderas y
pancartas con las que simboliza la causa de “las dos vidas” y las pecheras
celestes y rosas con las que se hace presente el movimiento
#ConMisHijosNoTeMetas que, con incansable ritmo de batucada, rechaza la Ley
de Educación Sexual Integral por interpretarla como una forma de
adoctrinamiento estatal. Dentro del mismo paraguas, las banderas libertarias
de Gadsden, en la que una serpiente de cascabel advierte que no pasen sobre
ella, se conjuga con la imaginería malvinera, a veces, incluso, en un mismo
paño. El apoyo de agrupaciones como Concertación TOAS, la presencia de
personas vestidas de uniforme camuflado, los comentarios elogiosos a la
vicepresidenta Victoria Villarruel y los aplausos cerrados para las fuerzas
de seguridad muestra la persistencia de las convergencias surgidas hace unos
años, cuando el Frente NOS del ex-militar y ex-funcionario de Macri, Juan
José Gómez Centurión, dio su apoyo a La Libertad Avanza. La anglofilia de la
canciller Diana Mondino o el thatcherismo de Milei no parecen obstaculizar
esa convivencia, sino potenciarse en su heterogeneidad y en las
significaciones mayores que las contienen.

 

A esto se suma otra fracción, más juvenilizada, del mileísmo que surge en
confrontación con el Estado durante la pandemia y en combinación con la
emergencia de una nueva estructura ocupacional. Banderas amarillas y
estéticas que mezclan rock chabón con estilos traperos tiñeron las
movilizaciones contra la “cuarentena más larga del mundo” de las que
surgieron buena parte de las organizaciones militantes que hoy tienen su
propia plaza. Algunas, incluso, ya forman parte del Estado en las cámaras
legislativas.

 

Entre 2021 y 2023 la masividad fue uno de los principales capitales
políticos de La Libertad Avanza, construído tras superar fuertes desafíos al
intentar aglutinar, no sin conflictos, a los diversos partidos, grupos y
causas en un armado político común. Esto produjo tensiones que aún laten,
pero también una densificación organizativa que tiene en estos días
visibilidad y un curso acelerado al calor del triunfo y la llegada al poder,
cristalizando el crecimiento político del mileísmo. 

 

—Después de las PASO salimos del closet político, ya nadie tuvo vergüenza de
decir que votaba a Javier Milei —dijo un joven de La Julio Argentino,
agrupación liderada por el diputado provincial Nahuel Sotelo.

 

El 30 por ciento de los votos de La Libertad Avanza comenzó la conclusión
electoral de un proceso que se representó a través de diferentes artefactos
culturales, como la obra de teatro El consultorio de Milei, una diversidad
de libros y el cortometraje Pandenomics
(https://www.youtube.com/watch?v=lkW9QHDCsEI), filmado por el militante
Santiago Oría. Una escena del film retrata la conversión Javier Milei en el
superhéroe Ancap, quien empuña una maza y convoca a un grupo de jóvenes
libertarios a la destrucción del Banco Central. Después de cumplir con su
misión, la maza se convierte en bastón presidencial. 

 

El 9 de diciembre, bautizado como el “último día del kirchnerismo”, los
influencers Tipito Enojado, Martín Almeida y Juan Pablo Volpin convocaron a
la militancia a congregarse en la pirámide de Plaza de Mayo para hacer una
peregrinación hasta las puertas del Banco Central. Allí, vestidos de negro,
con velas y coronas fúnebres, celebraron de forma ritual el funeral del
organismo que anticipa la toma del mando de Milei. El grupo “Economía en un
minuto” repartió volantes con un aviso fúnebre: “Te saludan tus
sobrevivientes, como Mirtha Legrand, quien te vio nacer y, lamentablemente,
ahora te debe dejar ir”. Los dolientes entonaron el himno nacional frente a
la institución que, por ahora, dirigirá Santiago Bausili. Un notero de
Crónica TV entrevistó al grupo de personas que asisten atentas al show de la
velada. Un hombre de treinta años con gorra y lentes negros desplegó su
esperanza en vivo.

 

—Es un hombre limpio, le buscaron de todo y no le encontraron nada. Inspira
confianza. Es un hombre decente —dijo sobre Milei.

 

El micrófono sigue abierto y una chica de 20 años aclara que está ahí tarde
en la noche porque no podrá asistir el domingo, día familiar.

 

—Estoy feliz de ver todo este cambio, siento que esta vez el voto valió la
pena, estoy orgullosa de nuestro presidente.

 

Cuando estos recortes se ponen a correr en redes, miles de comentarios
manifiestan la ansiedad por ver concretarse la esperanza de “Milei
presidente”.

 

Los argentinos de bien

 

Los “argentinos de bien” son resultado tanto de la heterogeneidad del
mileísmo como de la relación de conflicto contra quienes denuncian en
palabra y acto. Al principio, la frontera moral se trazó contra “la casta”
(un término que remite tanto a la izquierda española de Podemos como a
Murray Rothbard, el autor que “despertó” a Milei), contra la cual se centró
la campaña pero que hoy da forma a un gabinete heterogéneo en el que se
combinan propios y ajenos y que, a su vez, dejó heridos a algunos de sus
socios fundadores, como Ramiro Marra, o actores expertos, como Emilio
Ocampo. La narrativa anticasta persiste a través de gestos que incluyen, por
ejemplo, dar la espalda a la cámara legislativa, apuntar al sector público,
postular una identidad que no incluye a todos los argentinos sino solo a los
“de bien”. La frontera entre el “bien” y el “mal” también se actualiza en el
discurso de asunción de Milei donde los “colectivistas empobrecedores”, los
que “las hacen” y deben pagar por ello, o los que cortan las calles, son
movilizados para representar todo aquello que queda por fuera de la ley. 

 

Las derechas contemporáneas se caracterizan por un fusionismo que les
permite encontrar denominadores comunes, formas de convivencia y avance
político pese a sus enormes diferencias. El fenómeno que puede comprobarse
en la coordinación de tradiciones conservadoras, anarcolibertarias,
liberales clásicas y nacionalistas también se dió a nivel masivo: en el
público que se congregó el domingo entre el Congreso y Plaza de Mayo
contenía bolsonaristas, expresiones religiosas variadas, personas con
bandera arcoiris, plebeyistas contra la casta, meritócratas con logros que
se deben a la cuna, el color de piel, trabajadores de la villa 31, personas
vestidas como para una boda veraniega en una isla del mediterráneo,
seguidores de La Renga y Los Redondos, alternativos con runas tatuadas en
los brazos, cuentapropistas con mercadopago a todo lo que da, pieles claras
y pieles oscuras al sol en proporciones capaces de irritar a quienes suponen
que el “bajo pueblo” tiene un representante monopólico y eterno. 

 

Así como veinte años atrás Néstor Kirchner sostuvo que se había acercado a
las luchas políticas “creyendo en valores y convicciones” a las que no
pensaba “dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, en esta “nueva
era” Milei se reivindica heredero de una tradición liberal que, traicionada
por el colectivismo, sería necesario reinstalar aun a costa del dolor de los
que lo vitorean en la plaza. En su discurso, se posicionó reivindicando a
unos “jóvenes idealistas”, el movimiento intelectual de la generación de
1837 de Alberdi, calificado de la misma manera en que la vicepresidenta
Victoria Villarruel ironizó amargamente sobre la generación de 1970 en su
libro Los llaman… jóvenes idealistas. (véase:
https://correspondenciadeprensa.com/?cat=18939) 

 

Cuando Milei anuncia un ajuste fiscal de 5 puntos del PBI (unos 25 mil
millones de dólares) y cuando promete que “caerá casi totalmente sobre el
Estado y no sobre el sector privado”, la respuesta desde la calle es
mo-to-sierra, mo-to-sierra. Sin embargo, a medida que el presidente va
desgranando el estado de situación, en muchos casos con cifras
insostenibles, se observan tres reacciones: aceptación con resignación,
aburrimiento ante la traducción de conceptos económicos concatenados y
preocupación de madres que, abrazadas a sus hijos, se estremecen ante los
augurios de largos meses de penuria. El discurso teórico de Milei, de ahora
en adelante, dejará de ser teórico y de diagnóstico, para traducirse de
forma práctica en la vida cotidiana de las personas y marcar las dimensiones
de ese “casi”.

 

Así, en medio de cifras y conceptos técnicos que se pierden en el aire,
Milei repone, como tantas otras veces desde distintos púlpitos, la promesa
de que “este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de
Argentina”. Pero para atisbar una “luz al final del camino” (sic) el
sacrificio y el dolor se consideran una condición necesaria. El “there is no
alternative” popularizado por Margaret Thatcher es repuesto una y otra vez
por el flamante presidente: no hay opción posible al ajuste ni al shock y,
sobre todo, “no hay plata”, una consigna que se celebra en remeras, cánticos
y posteos, como el tuit viral de Iñaki Gutiérrez al final del día.

 

A la carencia de recursos y alternativas se le oponen “convicciones
inamovibles” y una voluntad inclaudicable para encarar el sendero de lo que
Bruce Ackerman llamó un “cambio de régimen constitucional” basado en la
salida a la superficie de “un pueblo”, capaz de impulsar cambios
institucionales de largo aliento enhebrando victorias electorales que
cimentan transformaciones culturales. El problema es que entre el punto de
partida y la meta hay un desierto de penurias que los guiños de moderación
(como el llamado a dejar atrás las "vendettas" o el reaseguro de la
contención social) no parecen morigerar. De hecho, en la plaza, como le
había pasado a Macri hace unos años, el tibio llamado a la concordia generó
mucho menos entusiasmo que la convocatoria a la lucha de la luz contra la
oscuridad, un combate para el que se invocó a "las fuerzas del cielo". Esta
referencia ya asentada cobra nuevos sentidos en el contexto de la asunción
en medio de la festividad de Janucá que, como otros símbolos de la historia
y la religión judías, Milei utiliza como metáfora de su libertarianismo.

 

El pragmatismo supone que el juicio sobre los resultados prevalece a la
verdad apriorística de los principios, pero también alude a la disposición a
acordar con el otro político. Milei parece moderar el tono y se muestra
dispuesto a abrir los brazos a "los dirigentes políticos, sindicales y
empresariales que quieran sumarse a la nueva Argentina". Al mismo tiempo,
insiste en el carácter indubitable de sus axiomas: hay disposición a
negociar instrumentos y plazos e, incluso, a explorar atajos y senderos,
pero no a cambiar el punto de llegada. Como en la idea de las fuerzas
celestiales, teología y teleología se mezclan con prospectiva política de
carácter ecuménico pero a la vez, unívoco. 

 

La luz está adelante, pero también atrás. El cambio de régimen propuesto se
basa en la recuperación sesgada y maniquea de la tradición liberal
argentina. Las menciones a la generación de 1837 y de 1880 son pasadas por
el tamiz de Alberto Benegas Lynch (hijo) para erigir una suerte de retro
utopía que requiere el desarmado sistemático de lo construido desde 1916: no
sólo se trata de reducir el radio de acción del Estado, sino también el
espacio de la política y de la sociedad civil, a cuyo derecho a la protesta
en demanda de inclusión se propone vigilar con celo, o con palos. 

 

Resentidos y alegres

 

Antes, durante y después de la pandemia las redes fueron un escenario
fundamental para la batalla cultural que aportó narrativas y artefactos que
encarnaron en el mileísmo. Quienes a fuerza de contenidos, producciones e
intervenciones impulsaron día a día esa dinámica no podían quedar afuera del
festejo por la asunción de su representante más querido. El domingo de la
asunción políticos e ideólogos, como los argentinos Agustín Laje, Nicolás
Márquez y Alejandro Chafuen, el mexicano Eduardo Verástegui, los chilenos
José Antonio Kast y Teresa Marinovic, el español Santiago Abascal y el ex
presidente brasileño Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo, no ocultaron su
felicidad en el recinto. “Lo que pasó hoy también es gracias a ustedes! La
batalla cultural fue clave y hay que seguir difundiendo las ideas de la
libertad. Genios! Admiración”, comenta una usuaria sobre la foto que Laje
posteó saludando desde el palco junto a su “hermano y maestro” Nicolás
Márquez. La victoria también fue valorada por el diputado nacional Bertie
Benegas Lynch, a “los enormes @NickyMarquez1 y @AgustinLaje, que han sido,
sin duda, parte de este enorme logro de las ideas de la libertad”. En la
previa que hicieron en un bar de Recoleta, en las inmediaciones del
Congreso, en el recinto y en las plateas del Teatro Colón en la gala
presidencial, los célebres influencers virulentos contra toda forma de
progresismo se mostraron triunfantes y su alegría, ambivalente con
resentimiento, marcó el tono de las tendencias durante el acto.

 

Desde temprano en la mañana, los noteros se agolparon en la explanada del
congreso para sacar alguna declaración a los senadores y diputados que
ingresaban al recinto. El diputado nacional Emilio Monzó hizo una pausa y no
dudó: “No es buen síntoma que Milei le dé la espalda al Congreso y hable
sólo para la gente que lo votó”. Qué consecuencias tendrá esta decisión en
los próximos días, le repregunta una periodista de la LN+ (multimedio del
diario La Nación: ndr), a lo que Monzó recuerda que el nuevo presidente
necesitará de los votos de otros espacios en el congreso. “No se puede
gobernar contra el Congreso”, afirmó visiblemente enojado Miguel Pichetto.
“Ustedes -le reprocha a los periodistas- tienen que dejar de hablar
tonterías contra la política. Sin política no hay democracia”. Una vez
adentro, asistiendo al ritual del pase de atributos, Mauricio Macri se
mostró alegre. La transmisión enfocó los palcos desde los que bajaba el
canto “la casta tiene miedo” y “¡Viva la Libertad!” a los que Macri
respondía “¡Viva! ¡Viva!”. 

 

A lo largo del día, ni en su discurso de cara a la Plaza de los dos
Congresos, ni luego en el balcón de la Rosada, Milei pronunció la palabra
casta: sale la casta entra el Estado. Todo indica que con el devenir del
ajuste la casta irá paulatinamente incluyendo a cada vez más actores y el
ajuste encontrará nuevos destinatarios. Fue Maslaton quien capturó este
debate polemizando si se trata, o no, de un “malentendido” entre sus
votantes y Milei. “La casta -remató con ironía- nunca existió como ente
presupuestario y como unidad de gasto público”. “La casta éramos nosotros”,
menciona un docente twittero.

 

Las tendencias en el ex Twitter se suceden desde la mañana hasta la noche,
al ritmo del cronograma protocolar. Las redes reprodujeron el “Nosotros
contra ellos” que se delineó como escenario para la polarización y la
construcción de comunidades cuya identidad política está en disputa. A las
11 hs de la mañana “Fátima” ya era tendencia, con comentarios sobre su
vestimenta e imagen, si mascaba chicle o no, qué se había puesto para un día
tan importante. Las tendencias más duraderas y masivas fueron instaladas
principalmente por los adherentes, de modo alegre con el #MileiPresidente y
“Todo por Argentina” pero también con resentimiento frente a la centralidad
de la figura política “enferma de protagonismo”, como caracterizó Pablo
Rossi en LN+. Los gestos de Cristina Fernández hacia quienes la insultaron
en su entrada al Congreso fueron foco de atención antes de la jura: como en
las reacciones en la Plaza cuando las pantallas la ponchaban, las palabras
“ordinaria” y “groncha” se convirtieron rápidamente en tendencia por parte
de cuentas seguidoras del nuevo presidente y del sector de los halcones del
PRO. Minutos más tarde, el buen humor que mostraban entre sí Milei y
Fernández de Kirchner fueron retomados con indignación por los adherentes al
presidente y con asombro y posterior resignificación pop por parte de
quienes se ubican del otro lado de la grieta.

 

“Comienza la resistencia. Hoy asumen La Libertad Avanza y el PRO como
gobierno”, anuncia el posteo de la Revista Sudestada. El revival recargado
de 2015 no tardó en recibir citaciones y respuestas, algunas agresivas y
violentas por parte de los adherentes al nuevo oficialismo, otras irónicas
por parte de los críticos del mileísmo que imploran por una nueva narrativa:
“Manga de terroristas, ahora no solo se enfrentan a las fuerzas de
seguridad” / “La última vez que se hicieron los porongas terminaron llorando
desaparecidos”, marcaron el tono de esta nueva etapa. La cobertura de C5N
(medio televisivo kirchnerista: ndt) llamó la atención sobre la virulencia
del discurso en torno al ajuste, los aplausos al sacrificio necesario y las
loas a la motosierra por parte de los manifestantes. “No sé si terminamos de
dimensionar lo que dijo en términos económicos: se viene un primer tiempo
muy sensible”, dice el periodista en el piso del canal. Sus colegas
refuerzan la idea reprochando al presidente que no propone un discurso
esperanzador: “¿Cuándo estará la luz al final del túnel?”. Plazos, detalles
de las medidas y horizonte de futuro para el fin de la inflación, eran los
reclamos del canal que volverá a ocupar el rol de opositor.

 

***

 

Milei asumió la presidencia, los libertarios tuvieron su primera plaza y La
Libertad Avanza su primer día de gobierno. La cobertura mediática y el tono
de las redes tuvo momentos destacables en donde la algarabía de unos se
contrapuso a los enojos de otros, al ritmo de la ceremonía. Comienza una
nueva etapa sobre cuya formalización tal vez una diagonal permita operar
como imagen final: la expectativa libertaria por el millón de personas que
no fue, las “500 o 600 mil personas” que calculó Eduardo Feinmann en LN+
frente a las 35 mil que determinó la Policía de la Ciudad, tuvieron en C5N
un cálculo tan realista como numérico al estimar que se trató de “mucha
gente, pero menos que en la asunción de Mauricio Macri”.

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