Venezuela/ Maduro juega a la guerra con Guyana, mirando las presidenciales de 2024. [Manuel Sutherland]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 27 15:56:40 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

27 de diciembre 2023

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Venezuela

 

Nicolás Maduro juega a la guerra con Guyana (mirando las presidenciales de
2024)

 

El reciente referéndum organizado por el gobierno venezolano buscó operar
como cortina de humo y, al mismo tiempo, como motor de una campaña
nacionalista, en el contexto de una removilización de la oposición y la
continuidad de la crisis socioeconómica.

 

Manuel Sutherland *

Nueva Sociedad, diciembre 2023 

https://www.nuso.org/

 

Varios analistas de la oposición venezolana insisten en que la
sobreactuación oficial en el reclamo por el territorio del Esequibo es un
asunto puramente político, es decir, una acción desesperada del gobierno de
Nicolás Maduro para encender el entusiasmo nacionalista en sus bases y
facilitar la inhabilitación masiva de candidatos opositores en las
elecciones del año próximo. Otros creen que el gobierno bolivariano busca
recrear un conflicto bélico de baja intensidad o, incluso, simular una
especie de Guerra de Malvinas, para suspender las elecciones presidenciales
de 2024 y dar rienda suelta a un Estado que, con la excusa de la guerra,
pueda desplegar un potencial represivo inusitado. Por su parte, voceros del
gobierno insisten en la legitimidad del reclamo territorial y en que Guyana
ha incumplido el Acuerdo de Ginebra que prohíbe, mientras se resuelve el
diferendo fronterizo, la actividad extractiva en toda la zona en
reclamación. La petrolera Exxon impulsa enormes proyectos de inversión en el
Esequibo, y Miraflores ha amenazado a la firma estadounidense y lanzado un
ultimátum exigiendo su retirada. Pero en Guyana también opera la China
National Offshore Oil Corporation.

 

En este marco, el gobierno de Maduro ha organizado un polémico referéndum
para consultar a la población sobre los reclamos territoriales, con el que
buscó movilizar a sus bases políticas, al parecer con poco éxito. En la
consulta, se habilita la posibilidad de recuperación del territorio por
«todas las vías posibles». Brasil y la Comunidad del Caribe (Caricom) han
reaccionado promoviendo una reunión para distender la relación entre los
países vecinos. 

 

Así las cosas, nos proponemos dilucidar, de manera muy sintética, algunos
aspectos de este enfrentamiento y pensar sus diversas aristas, en medio de
un contexto preelectoral.

 

Guayana Esequiba: petróleo, agua dulce y muchas oportunidades

 

El territorio en reclamación tiene una superficie de 159.542 km², es tres
veces más grande que Costa Rica, y casi la mitad de Italia. El Esequibo
alberga seis de las diez regiones de la República Cooperativa de Guyana, así
como a 125.000 de sus 800.000 habitantes.
(https://www.bbc.com/mundo/articles/c99e4jg8258o]

 

Desde hace unos ocho años, la multinacional Exxon y sus socios han realizado
46 descubrimientos de reservas de petróleo en Guyana, lo que equivale a unos
11.000 millones de barriles, aproximadamente 0,6% del total mundial de las
reservas. El Esequibo también cuenta con importantes recursos hídricos
gracias a su extensa red de ríos. Los hallazgos han convertido al país en
una de las economías de mayor expansión en el mundo, con un crecimiento del
PIB de 57,8% en 2022 y de 25% pronosticado para 2023. El PIB de Guyana se ha
triplicado desde 2019. Según diversas estimaciones, se podría alcanzar un
rango de entre 700.000 y un millón de barriles de petróleo diarios en pocos
años, una cantidad similar a los 750.000 que extrae Venezuela. 

 

Según cuenta la historiografía que se imparte en las escuelas venezolanas,
el territorio del Esequibo ha sido siempre una parte del espacio geográfico
nacional. Si viajamos a 1499, los españoles fueron los primeros en explorar
ese territorio; llegaron antes que los neerlandeses y los ingleses. De
hecho, el nombre del río proviene del explorador, Juan de Esquivel, ya que
los pueblos originarios transformaron su apellido y le decían «Esequibo» y
así se quedó, según historiadores de la época. Como recuerda Hever Castro,
en 1648 los Países Bajos y España firmaron el Tratado de Münster y
reconocieron el río Esequibo como frontera. En 1777, para unificar sus
territorios, España creó la Capitanía General de Venezuela y el Esequibo
entró en su jurisdicción. Según Hever Castro, antes de que los ingleses
tomaran el control oficial de Guyana en 1814, los mapas de la época tenían
al Esequibo como territorio de Venezuela. Un ejemplo de ello es el mapa de
Sudamérica elaborado en 1807 por el famoso cartógrafo oficial de los
ingleses, John Cary. Pero como recuerda el académico guyanés Ivelaw
Griffith, cuando los británicos arrebataron el control de toda la Guyana a
los holandeses en 1814, una de las cosas que no se hicieron fue una clara
demarcación de lo que es el territorio británico y el territorio venezolano,
país que se había independizado de España en 1811. 

 

Según la historiografía venezolana, los ingleses, a partir del caos surgido
en la guerra de independencia venezolana, comenzaron a invadir territorio
venezolano al este del río Esequibo. Ante esa situación, Simón Bolívar
recurrió en 1822 a la diplomacia y presentó una denuncia formal en Londres
ante las autoridades británicas. Esa iniciativa no tuvo éxito. Apenas unos
meses después de la conformación de la Gran Colombia, que existió
jurídicamente entre 1821 y 1831, se puede apreciar que en sus mapas la
Guayana Esequiba estaba incluida dentro su territorio. En 1825 esto fue
reconocido por Reino Unido. Después de la disolución de la Gran Colombia,
los gobiernos de Venezuela no se ocuparon del tema hasta 1887, año en que el
presidente Antonio Guzmán Blanco rompió relaciones con el gobierno británico
y hasta amenazó con ir a un conflicto bélico. Estados Unidos intervino como
mediador, en el marco de la Doctrina Monroe, tratando de hacer entrar en
razón a los británicos para ir a un arbitraje internacional con Venezuela.

 

En 1899 se realizó el llamado Laudo de París, en el que, según historiadores
venezolanos, no se tomaron en cuenta las evidencias aportadas por parte de
la delegación de Caracas: el tribunal falló a favor de Reino Unido y
dictaminó que le pertenecían alrededor de 140.000 km² en disputa. Para
Venezuela, el laudo estuvo viciado, y denunció extorsión y complicidad de
los intermediarios. También cabe recordar que Venezuela no tuvo ningún
representante nacional propio: Estados Unidos la «defendió» en el arbitraje,
lo cual deja entrever escasa transparencia y enturbió la defensa del interés
nacional.

 

En 1966, Guyana se independizó de los británicos y firmó el Acuerdo de
Ginebra. Mediante ese acuerdo, Venezuela le reconoce su soberanía pero
reitera que el Esequibo es venezolano. Se llega entonces a un compromiso
para buscar un acuerdo, pero el Esequibo seguiría en posesión de Guyana
hasta que se lograra una solución negociada. Desde entonces, se han
realizado muchas reuniones sin resultados. Según Hever Castro, a Venezuela
le asiste el principio uti possidetis iuris, que exige que los territorios
descolonizados sean heredados íntegramente por los nuevos ocupantes, para
evitar así más guerras o conflictos. 

 

Desde la década de 1960, los reclamos venezolanos fueron más intensos y
Caracas buscó el apoyo de Estados Unidos. Ivelaw Griffith apunta que, por
esos años, Washington temía que la Guyana independiente se transformara en
«otra Cuba», debido al liderazgo de Cheddi Jagan y del Partido Progresista
del Pueblo (PPP), y se acercó a Venezuela como forma de presión sobre la
nación vecina, en un momento en el que las empresas estadounidenses eran las
principales inversoras en Venezuela. En la década de 1980, Fidel Castro
apoyó públicamente a Guyana y su canciller habló incluso de un supuesto
«expansionismo» de Venezuela.

 

Guyana insistirá siempre en que la integridad de su territorio es inviolable
y está fuera de cualquier negociación. Y el hecho de que el Esequibo
represente alrededor de 66% de su superficie dificulta cualquier acuerdo.
Para la ex-colonia británica ya existe una fijación total y completa de sus
fronteras, reconocidas por todos sus socios en esta región, incluidos
Brasil, Cuba, la Caricom y Estados Unidos, entre otros. Georgetown arguye
que se debe respetar a pie juntillas el laudo arbitral de 1899 como un
acuerdo que sella la cuestión fronteriza. Así las cosas, el país ha
estrechado lazos con Estados Unidos y ha acometido programas de
entrenamiento militar que lucen intimidantes para Caracas. Guyana considera,
a su vez, «una amenaza inminente» el plan de acción trazado por Maduro, que
declaró la creación de un estado venezolano en esta región administrada por
Guyana. 

 

La estrategia bolivariana y la petrodiplomacia

 

Para muchos analistas, Guyana observó la extrema debilidad diplomática del
gobierno de Maduro y aprovechó para pedirle a la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) que pasara esa disputa a la Corte Internacional de
Justicia (CIJ), en aras de lograr una ratificación plena del Laudo de París.
Ello también estaría sustentado en las demarcaciones realizadas en 1905,
cuando Venezuela firmó el mapa elaborado por Reino Unido entre 1900 y 1904,
aceptando las nuevas líneas fronterizas entre ambos países. Esta es la base
de lo que actualmente alega Guyana en la CIJ. El problema de Caracas es que
sus aliados, como Cuba, no lo acompañan en este reclamo, al igual que la
Caricom, Brasil y China. Por ello, el gobierno venezolano teme un dictamen
desfavorable en la CIJ y ha manifestado su firme intención de desconocer a
esa corte, a la que denunció como un brazo del imperialismo. 

 

A pesar de esta manifiesta animosidad chavista en contra de Guyana, la
historia reciente evidencia una realidad más matizada. El 19 de febrero de
2004, en una histórica visita del entonces presidente Hugo Chávez a
Georgetown, este olvidó las prohibiciones establecidas en el Acuerdo de
Ginebra de 1966 y autorizó por su propia cuenta a Guyana a explotar los
recursos del Esequibo. Chávez dio garantías de que su gobierno no se
opondría a ningún proyecto que se desarrollara en esa región para el
beneficio de sus habitantes. No conforme con eso, el mandatario venezolano
incluyó a Guyana en su proyecto de Petrocaribe para darle petróleo con
altísimos descuentos, intereses a una tasa de 0%, condonaciones de deudas y
posibilidades de pago en especies (arroz, yuca, etc.). Apenas un año
después, en 2005, Guyana comenzó a explotar al menos seis yacimientos de
oro, bauxita y diamantes en la zona en reclamación, sin que el gobierno
venezolano emitiera opinión alguna. Maduro volvió a visitar Guyana en 2013 y
en la reunión no se tocó el tema de la reclamación del Esequibo.

 

Por todo lo anterior, la analista Elsa Cardozo considera que Maduro intenta
evadir la responsabilidad del chavismo respecto de la situación comprometida
en la que se encuentran los intereses venezolanos en el diferendo con la
nación vecina. Esto, según ella, obedeció al interés geopolítico de Chávez
de contar con el apoyo de los países del Caribe en las instancias
multilaterales. De acuerdo con Cardozo, el gobierno busca ahora desviar la
atención de los venezolanos respecto a la grave crisis humanitaria que aún
subsiste en el país, lo cual se viene reflejando en bajísimos niveles de
apoyo popular. Venezuela tiene el récord, cumplido en 2023, de mantener
durante ocho meses consecutivos la inflación más alta del mundo, más de 630
días sin aumento salarial y el tercer salario mínimo más bajo del planeta
(3,5 dólares mensuales), si se excluyen los bonos que no tienen impacto en
las prestaciones sociales. En una situación tan catastrófica, el referéndum
busca operar como un distractor para no tocar temas sociales de suma
relevancia.  

 

Las primarias y el referéndum 

 

El pasado 3 de diciembre se realizó un polémico referéndum consultivo
relativo a la reclamación territorial del Esequibo. El gobierno planteó
cinco preguntas vinculadas a las acciones que debería ejercer el Estado
venezolano en relación con este controvertido asunto. Guyana pidió de
inmediato la anulación del referéndum, por considerarlo una provocación y
porque incluía, según el gobierno guyanés, preguntas de índole belicista.
Las preguntas eran bastante técnicas y ajenas, en cuanto a la profundidad de
sus implicaciones, a una población que en general desconoce el intríngulis
de un asunto jurídico sumamente complejo. La primera pregunta, por ejemplo,
refería a la posibilidad de rechazar o aceptar el Laudo Arbitral de París de
1899, texto que casi nadie ha leído en el país. La segunda estaba
relacionada con el Acuerdo de Ginebra de 1966 y la tercera, con el
reconocimiento de la jurisdicción de la CIJ. La cuarta pregunta refería al
uso de Guyana de la fachada atlántica del Esequibo y la quinta, a la
posibilidad de crear el estado Guayana Esequiba, incorporando el territorio
a un nuevo mapa oficial de Venezuela. Respecto de este último punto, se
destaca la posibilidad de otorgar ciudadanía y cédulas de identidad
venezolanas a los pobladores de esas tierras. 

 

El referéndum fue recibido con asombro. Un gobierno que suele ejercer sus
políticas sin consultar a nadie y sorprender con sus leyes y normas decide,
de pronto, organizar una consulta precisamente sobre un tema que se supone
que no está sujeto a este tipo de consultas, ya que las autoridades tienen
el mandato de defender la integridad del territorio nacional, en caso de
corresponder, sin tener que preguntar a sus ciudadanos. Un asunto tan
técnico debería recaer en el redil de los especialistas más avezados. En
este marco, votar no o no votar era considerado un acto de lesa patria.
Pero, con todo, la consulta era «no vinculante», así que su resultado no
establece ninguna obligación para el gobierno.

 

El referéndum parece responder simplemente a una estrategia nacionalista
diseñada para cambiar el foco de atención, tanto de los venezolanos como de
la comunidad internacional, respecto de la complicada situación política que
actualmente atraviesa el régimen bolivariano. El abogado constitucionalista
Allan Brewer-Carías añade que «es errado e inoportuno que el gobierno
pretenda ahora escudarse tras el pueblo por su falta de diligencia e interés
en haber permitido y aceptado por tanto tiempo que Guyana desarrollara
libremente explotaciones de recursos naturales en toda la zona en
reclamación».  

 

Para muchos, el repentino interés en reactivar la disputa con Guyana se
explica por la necesidad de opacar el inusitado éxito de las primarias de la
oposición, pese al cerco oficial y a la acción de los sectores de oposición
cercanos al gobierno. A pesar de todo lo acontecido, las primarias de la
Plataforma de la Unidad lograron una participación masiva que abarrotó los
centros electorales. Muchas calles se trancaron y el ambiente festivo se
palpitaba con una efusividad poco habitual tras las derrotas recurrentes de
una oposición extremadamente debilitada.

 

El clima del día del referéndum consultivo fue el opuesto al de las
primarias. En las redes se pueden observar centenares de fotos y videos con
recintos electorales vacíos y mensajes amenazantes de voceros políticos del
chavismo de base. Algunos decían que iban a despedir o cancelar la entrega
de bolsas de comida y «beneficios» a quienes no salieran a votar. A pesar de
la millonaria campaña -y del consecuente derroche de recursos-, la gente no
parecía entusiasmarse con la causa guayanesa.

 

En horas de la noche se anunciaban los primeros resultados. El presidente
del Consejo Nacional Electoral (CNE) habló de 10 millones de votos en apoyo
al referéndum. A muchos, la cifra de 2.000.000 votantes les parecía
exagerada, debido a la poca cantidad de personas vistas en los centros
electorales. Sin embargo, el guarismo era inaceptable, debido a que era
inferior a lo obtenido por María Corina Machado en las primarias. Al día
siguiente, el CNE subió la apuesta y dijo que la participación había sido de
10 millones de personas, que en 96% de los casos, en promedio, habían votado
«sí» . Los 10 millones se parecen a una pura fantasía: el propio Chávez, en
las elecciones de 2012, obtuvo la enorme cifra de 8,1 millones de votos,
durante el apogeo del capitalismo híperrentístico bolivariano y antes del
éxodo de cerca de 7,4 millones de venezolanos, casi todos adultos.

 

La cumbre entre Venezuela y Guyana… crónica de un fracaso anunciado

 

Los frenéticos movimientos de tropas y el nuevo mapa oficial venezolano
alertaron a la comunidad internacional sobre una posible invasión. Varios
presidentes de la región, incluido el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva,
se alarmaron por la escalada del conflicto y promovieron una cumbre para
apaciguar el clima de hostilidades. El 14 de diciembre se llevó a cabo un
encuentro, en San Vicente y las Granadinas, en el marco de la Caricom y la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en aras de
desescalar el conflicto. 

 

Las expectativas del gobierno venezolano eran extremadamente altas. A pesar
de que la base militar del nuevo estado, Guayana Esequiba, se fijó en
Tumeremo, a unos 80 kilómetros de la frontera con el Esequibo, el chavismo
vendía la idea de que estaban construyendo carreteras y realizando un
despliegue logístico para empezar a construir viviendas, escuelas y oficinas
estatales dentro del Esequibo. Los grandilocuentes discursos se estrellaron
en una reunión bastante predecible. Miguel Otero resumió bien los resultados
de la cumbre: Guyana seguirá controlando todo el territorio Esequibo y
Venezuela se comprometió a no poner ni un pie allí. Guyana seguirá
explotando unilateralmente todos los recursos naturales en el territorio en
disputa y Venezuela no entregará documentos de identidad a los habitantes de
la región. El ultimátum de 90 días para frenar la explotación de los
recursos naturales, que se dio a ExxonMobil y demás empresas petroleras que
operan en el Esequibo, queda sin efecto alguno. El compromiso central es que
todo se resolverá «a través del diálogo, la negociación y el derecho
internacional», como ha sido durante los últimos 130 años. 

 

Corolario…

 

La mayoría de expertos creen que es muy poco probable que haya un conflicto
militar en el corto plazo. Aducen que el principal motivo del gobierno para
realizar el referéndum fue crear una cortina de humo ante su acentuada
impopularidad y el apoyo creciente a la principal candidata de la oposición
en las elecciones presidenciales del próximo año, la conservadora María
Corina Machado. El referéndum puede haber servido, pese a todo, para aceitar
la maquinaria electoral bolivariana y tenerla lista y actualizada para las
inciertas elecciones de 2024. 

 

Las negociaciones paralelas de Estados Unidos con el gobierno bolivariano en
Barbados han facilitado el «intercambio de prisioneros» entre ambos países,
con el empresario Alex Saab como la pieza central de ese acuerdo, pero queda
pendiente la liberación de presos políticos (incluidos sindicalistas
injustamente encarcelados) y el avance hacia unas elecciones competitivas,
en las cuales se levanten las inhabilitaciones políticas a destacadas
figuras de la oposición. En este marco, María Corina Machado ha acudido al
Tribunal Supremo de Justicia para reclamar por su inhabilitación. Si esta se
levanta, fruto de las negociaciones de Caracas con Washington, el gobierno
enfrenta el riesgo de una derrota electoral apabullante: todas las encuestas
dan a María Corina alrededor de 75% de la intención de voto. Ello podría
incluso abrir el debate de la necesidad, en el interior del chavismo, de
colocar a un candidato presidencial mejor ubicado en los sondeos electorales
que Nicolás Maduro. 

 

* Manuel Sutherland, economista y director del Centro de Investigación y
Formación Obrera (CIFO), Caracas.

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