Debates/ Una perspectiva ucraniana: la crisis de hegemonía, el imperialismo y los desafíos de la seguridad mundial. [Maksym Shumakov]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Feb 8 13:41:49 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

8 de febrero 2023

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Debates



Una perspectiva ucraniana: la crisis de hegemonía, el imperialismo y los
desafíos de la seguridad mundial



Maksym Shumakov *

Commons, 31-1-2023

https://commons.com.ua/
<https://commons.com.ua/en/kriza-gegemoniyi-imperializm-ta-vikliki-svitovij-
bezpeci/>

Traducción de Correspondencia de Prensa



El final del siglo XX, marcado por la caída del Muro de Berlín, el fin de la
Guerra Fría y la derrota del “socialismo real”, incitó a algunos
intelectuales a proclamar “el fin de la historia”.



Para muchos, parecía que superar la lógica campista de los bloques
militares, políticos y económicos era un punto de no retorno que evitaría
futuras crisis de proporciones mundiales. La creencia de que se había
inventado un modelo de seguridad internacional estable era particularmente
dominante. Sin embargo, esta visión idílica del mundo no duró mucho. El
comienzo del siglo XXI estuvo marcado por la “guerra contra el terrorismo”
mundial, el ascenso de nuevos gigantes económicos como China y el
renacimiento de formas radicales de nacionalismo y de fundamentalismo. Uno
de los acontecimientos clave de esta secuencia es la guerra ruso-ucraniana y
su punto culminante con la invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022.
La amenaza de un enfrentamiento nuclear, el desastre ecológico y humanitario
y la incapacidad de los mecanismos internacionales existentes para detener
la guerra: todos estos desafíos al sistema de seguridad mundial obligan a
buscar una alternativa. El análisis de la situación actual desde la
perspectiva de la izquierda socialista y la discusión de nuevas visiones
tuvieron lugar en la conferencia Feuerbach 11, organizada por la revista
Commons (https://commons.com.ua/en/)  .



La reconfiguración de la economía mundial y los desafíos de la seguridad
mundial



Los acontecimientos que comenzaron después del 24 de febrero fueron
provocados por profundos cambios estructurales. Por eso es importante que al
final de la guerra el sistema de seguridad mundial no vuelva al estado que
precedió a la invasión rusa y que hizo posible la escalada de la guerra
ruso-ucraniana. Ilya Matveev, politólogo, investigador del Laboratorio de
Sociología Pública y redactor jefe de Posle.Media, habló sobre estos cambios
geopolíticos de los últimos años y sobre sus consecuencias.



En esta perspectiva, el investigador destaca las tendencias recientes en las
relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China. El cambio
general en las políticas de estos países queda ilustrado por dos
acontecimientos recientes sin precedentes. En primer lugar, este año,
Estados Unidos abandonó su línea de "ambigüedad estratégica" con respecto a
Taiwán, la cual estuvo marcada por la declaración de la administración
estadounidense de que, en caso de guerra contra Taiwán, EE.UU. debería
intervenir.



En segundo lugar, debido al riesgo potencial de presión política y económica
por parte de Occidente, China está llevando a cabo los llamados “test de
resistencia” para comprobar su estabilidad en caso de sanciones
estadounidenses como las aplicadas contra Rusia después del 24 de febrero.
Muchos inversores estadounidenses ya se están retirando de China, mientras
que cada vez son más las empresas chinas que rechazan las inversiones y los
activos estadounidenses porque, en caso de sanciones estadounidenses, los
mismos serán congelados. Por lo tanto, es legítimo hablar de la tendencia
mundial hacia la separación económica, un proceso contrario al de la
globalización de finales del siglo XX.



Otro ejemplo del proceso de separación propuesto por Ilya Matveev es el de
la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, que apoya el
“friend-shoring”: el desplazamiento de las cadenas de suministro dentro del
espacio geopolítico occidental y la ruptura de las relaciones económicas con
China. Esta idea es cada vez más influyente en los círculos intelectuales
estadounidenses, ya que consideran que la era de la globalización ha
terminado y que, por lo tanto, es necesario crear una especie de bloque
comercial que incluya a los países políticamente amigos y que implique
cortar los lazos económicos con los países hostiles, en primer lugar de
ellos, China.



Según Ilya Matveev, está claro que la formación de bloques económicos
-estadounidense, chino y posiblemente ruso- provocará una presión adicional
entre los imperialismos y amenazas redundantes a la seguridad mundial. Por
supuesto, el comercio entre China y EE.UU. sigue representando billones de
dólares, por lo que es imposible que desaparezca instantáneamente. Por otro
lado, algunos políticos influyentes, como Olaf Scholz, se muestran críticos
con el nuevo paradigma del “friendly-shoring”. Matveev resume la situación
de la siguiente manera:



"Por supuesto, este proceso tiene sus límites. Pero me temo que una vez
iniciada, la separación económica se aceleraría por sí misma. Podría
producirse gradualmente al principio, con una disminución lenta del volumen
del comercio y, luego, el aislamiento aumentaría bruscamente, provocando un
colapso total en todas las relaciones económicas. Entonces, nada impedirá
que el mundo se hunda en un nuevo conflicto global".



Debates en la izquierda internacional y amenazas para la región de Europa
del Este



Ante los crecientes retos, es importante desarrollar nuevas visiones del
sistema de seguridad global desde una perspectiva de izquierdas. Aunque la
invasión rusa ilustra las posibles consecuencias de la fragmentación y la
separación económica, es importante darle una valoración política adecuada,
para profundizar en la comprensión de las fallas de las herramientas
existentes de prevención de guerras. Y aunque no existe una visión unificada
de estos acontecimientos dentro de la izquierda, la mayoría de las voces
socialistas reconocen la existencia de principios de base.



Uno de ellos es la distinción entre las guerras legítimas, como las guerras
de defensa nacional o de liberación nacional, y las guerras imperialistas o
coloniales, es decir, las guerras de opresión. Esta distinción es
fundamental, afirma Gilbert Achcar, investigador en desarrollo y relaciones
internacionales de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la
Universidad de Londres. Esta clasificación no sólo aporta herramientas para
reconocer firmemente que la lucha ucraniana contra la Federación Rusa es
legítima -la retórica y las acciones de Putin son claramente coloniales
hacia Ucrania-, sino que también permite abordar mejor la cuestión del
creciente nacionalismo ucraniano. En la situación de la guerra de liberación
nacional, el nacionalismo del pueblo oprimido se justifica, a diferencia del
nacionalismo del opresor, que siempre es esencialmente chovinista.



Esta clasificación de las guerras aporta el marco para los debates,
incluidas las razones de la invasión militar a gran escala de Ucrania por
parte de Rusia. Algunas organizaciones socialistas interpretan estos
acontecimientos como medidas necesarias, que las autoridades rusas se vieron
obligadas a tomar debido a las amenazas del imperialismo occidental contra
su seguridad nacional. Los defensores de esta posición comparan las acciones
de Rusia con una situación hipotética: si imaginamos que China convirtiera
México en su base militar, ¿qué haría EE.UU. en ese caso? Pero Gilbert
Achcar señala las inconsistencias de tal posición porque sus partidarios, en
caso de una invasión preventiva de EEUU a México, tendrían que justificar
las acciones de EEUU, el país que para ellos es la encarnación del
imperialismo mundial. La esencia de este argumento es la legitimación de la
agresión, el desplazamiento de la atención del imperialismo ruso hacia el
imperialismo estadounidense y, por último, el empuje de todas las partes
para iniciar inmediatamente negociaciones en las que Ucrania no tendrá
subjetividad ni espacio político.



La izquierda internacional reclamó y sigue reclamando la disolución de la
OTAN porque, tras el hundimiento de la Unión Soviética, esta alianza militar
ha cambiado no sólo en su función sino también en su modo de acción, subrayó
Gilbert Achcar. Desde la década de 1990, la alianza ha intervenido en los
Balcanes, en Afganistán y en Irak. La expansión del bloque militar tampoco
se ha detenido. El investigador resume la cuestión de la siguiente manera:



"Así pues, debemos reconocer el hecho, que en modo alguno justifica las
acciones de la Federación Rusa, de que V. Putin es en parte el resultado de
circunstancias históricas y políticas moldeadas por Estados Unidos.



El auge del nacionalismo es una reacción a una amenaza de Occidente que la
propaganda de Putin utiliza para reforzar los sentimientos nacionales".



Sin dejar de reconocer el papel desempeñado por Estados Unidos en la
creación de las condiciones para el surgimiento de la Rusia de Putin, es
importante no exonerar a este último de la responsabilidad de sus políticas.
La Rusia de Putin es un país extremadamente agresivo que ha participado en
diferentes guerras o las ha iniciado él mismo: la guerra de Siria, las dos
guerras de Chechenia, la guerra de Ucrania. Ilya Matveev señaló que las
autoridades rusas no han propuesto nunca una arquitectura alternativa para
la seguridad mundial sin la OTAN, aunque siempre han criticado a la Alianza.
Por el contrario, los dirigentes rusos tienen una necesidad patológica de
demostrar que pueden hacer las mismas cosas que la Alianza. Prueba de ello,
entre otras cosas, es que el discurso de Putin tras la anexión de Crimea
contenía fragmentos de la declaración de independencia de Kosovo.



Aunque la retórica de las autoridades rusas utiliza estereotipos sobre la
multipolaridad y la lucha contra la hegemonía estadounidense y por la paz,
las acciones de los dirigentes rusos han aumentado deliberadamente las
tensiones en el espacio postsoviético. Zofia Malisz, miembro del partido
parlamentario de izquierdas polaco Razem, sostiene que la OTAN, tras la
inclusión de Polonia y otros países en la Alianza, adoptó una táctica
extremadamente cautelosa hacia Rusia. Por ejemplo, no hubo soldados
estadounidenses en Polonia hasta 2014, y desde luego no hay armas nucleares.
La escalada en Europa del Este ha sido siempre impulsada por Rusia.



Según Zofia, las posiciones de la izquierda mundial respecto a la seguridad
internacional y los mecanismos que propone son muy abstractos o están
extremadamente ideologizados, lo que los hace prácticamente inútiles en
situaciones de conflicto armado en curso. La posición abstracta de la
izquierda occidental equivale a menudo a un pacifismo ingenuo y a una
posición ideologizada, a un discurso de “no a la OTAN”. Los desafíos a los
que se enfrentan las instituciones internacionales hoy en día son mucho más
complicados que el análisis ofrecido por los defensores de las visiones
anteriores. Por lo general, no tienen en cuenta el abanico de formas de
resistencia inmensamente relevantes, como la oposición a la industria de los
combustibles fósiles y al complejo militar-industrial vinculado a la misma.



"La paz, la desmilitarización y el desmantelamiento de bloques militares
como la OTAN o la OTSC [1] son, sin ninguna duda, objetivos que la izquierda
debe perseguir a largo plazo, pero no son objetivos oportunos".



Los políticos que han adoptado la postura del “no a la OTAN” no son
coherentes, al menos cuando mezclan las situaciones de todos los países
miembros de la Alianza, sus intereses y los problemas de seguridad a los que
se enfrentan. Así, para llegar a un acuerdo, es necesario tener en cuenta a
cada país del Tratado del Atlántico Norte, su situación política y proponer
alternativas al bloque militar. Zofia Malisz afirma que hasta ahora no
tenemos una respuesta coherente de la izquierda occidental donde se haya
realizado este tipo de trabajo. Además, el partido Razem planteó estas
cuestiones mucho antes de febrero de 2022, e incluso entonces, cuando la
situación mundial era completamente diferente, no existía una estrategia
coherente.



Dada la amenaza activa que supone el imperialismo ruso, países como
Finlandia, Letonia, Polonia y Rumania tienen todo el derecho a armarse y
exigir a la OTAN el suministro de armas, afirma Zofia Malisz. Quienes
adoptan una postura demasiado ideologizada y niegan este derecho, ignoran
los intereses de seguridad de los países de Europa del Este. Puesto que
algunos partidos de izquierda reconocen la justificación de armar a los
países de Europa del Este, "ahora hay espacio para un diálogo sobre esta
cuestión con los socialistas occidentales".



Pero, como señaló la militante polaca, sigue siendo necesario un debate
internacional más amplio y una búsqueda común de alternativas. Esto hace
imposible una solidaridad efectiva durante la guerra y fragmenta el
movimiento de la izquierda mundial:



"En lugares como Ucrania, Polonia y los países escandinavos, la izquierda no
puede simplemente permitirse el lujo de evitar el análisis programático de
las políticas de defensa y centrarse únicamente en la oposición al
imperialismo de la OTAN".



Visiones socialistas para el sistema de seguridad internacional



Gilbert Achcar subraya que el programa socialista contemporáneo debe
dividirse en dos categorías, utópica y táctica. Esto evitará, según el
investigador, discusiones improductivas en el seno de la izquierda. Hoy es
sumamente importante renovar el diálogo sobre las visiones a corto y mediano
plazo. La posición pacifista de la izquierda occidental, provocada por la
incapacidad de formular visiones a corto plazo, es muy peligrosa y crea una
falta de ideas no sólo en el ámbito de las capacidades de seguridad y
defensa, sino también en otras cuestiones importantes, señala Zofia Malisz.
Por ejemplo, puesto que la izquierda occidental califica al partido Razem de
pro-OTAN, se niega a debatir con él otras cuestiones: económicas,
ecológicas, culturales, etc. Zofia habló de los peligros de esta situación
para Ucrania:



“Cuando el debate internacional no existe en el seno de la izquierda, cuando
la izquierda no participa en la discusión, se aísla, permite que prevalezca
el capital, que es lo que ocurrió en Polonia a principios de los años
noventa. No teníamos alternativas de izquierda para el proceso de
transformación por parte de nuestros camaradas occidentales. Y esto puede
volver a ocurrir en Ucrania si en un futuro próximo no hay diálogo y
comprensión de las diferentes realidades de la seguridad política.”



Se necesitan acciones y propuestas urgentes para garantizar la paz en la
región y crear una alternativa socialista para Ucrania. Sin el pleno apoyo
de la izquierda ucraniana y del movimiento sindical, las nuevas doctrinas
neoliberales de choque se impondrán en el país.



El partido Razem trabaja por una alternativa de izquierdas que supere la
falsa dicotomía entre pacifismo ingenuo y militarismo. Es importante, como
señala en su obra la militante e investigadora socialista francesa Catherine
Samary, crear una forma más democrática de gestión de las fuerzas armadas.
Para lograrlo, Razem propone un enfoque para construir las fuerzas armadas
como una institución de servicio público que responda a las funciones
constitucionales del Estado, a saber, la defensa de sus ciudadanos y la
garantía de la integridad de las fronteras nacionales. Este concepto
minimiza la capacidad de los militares para alcanzar objetivos políticos y
económicos. En primer lugar, deben garantizar la seguridad de los ciudadanos
y la inviolabilidad de las fronteras estatales, y sólo entonces podrán
ayudar a los aliados. Zofia Malisz señaló que otro punto del programa del
partido polaco consiste en luchar contra la creciente militarización de la
sociedad e impedir el uso del ejército para alcanzar los objetivos de las
fuerzas políticas de derechas. Para lograrlo, proponen limitar los
presupuestos militares al 2%. Esto también reducirá la posibilidad de
utilizar fondos presupuestarios para estimular la economía a través del
complejo militar-industrial.



Gilbert Achcar propuso un enfoque alternativo para dar forma a un sistema
eficaz para una paz estable. Según el investigador, los socialistas deberían
defender el modelo conceptual de relaciones internacionales plasmado en la
ONU y en su carta. En particular, la no injerencia de los Estados en los
asuntos de otros Estados, es decir, la prohibición de que los Estados más
poderosos intervengan en los asuntos de los Estados menos poderosos. La
Carta establece una cierta igualdad entre los países, creando así un espacio
mundial más democrático. Al mismo tiempo, el principio de no injerencia no
se extiende a las actividades de los movimientos sociales y partidistas
mundiales. Gilbert Achcar señala que:



“La ONU es una realización histórica importante, producto del movimiento
secular de la historia y de dos horribles guerras mundiales. Todo ello
permitió la creación de este tipo de organización que es, sin duda, un gran
paso adelante en el ámbito de las relaciones internacionales, a pesar de
todas sus limitaciones.”



El desarme mundial, también incluido en la Carta de la ONU, debe ser una
posición fundamental del programa socialista. Debería haber una campaña
internacional constante sobre esta cuestión. Un ejemplo de este tipo de
iniciativa es el discurso de 50 premios Nobel, los que propusieron que todos
los países del mundo redujeran sus gastos de defensa en un 2% cada año bajo
la supervisión de la ONU. Calcularon que el dinero así “liberado” durante
algunos años podría ser utilizado para luchar eficazmente contra el cambio
climático y vencer las pandemias. El principio de desmilitarización siempre
ha formado parte del movimiento obrero. Ya a finales del siglo XIX,
Friedrich Engels se dirigió a los trabajadores en un panfleto en el que
llamaba a luchar por el desarme.



Hoy podemos observar una tendencia objetiva hacia la fragmentación de las
relaciones internacionales y la economía, y la división del mundo en esferas
de influencia, lo que marca el final de la globalización a principios del
siglo XXI. Los mecanismos conocidos de la seguridad mundial muestran su
ineficacia en las nuevas circunstancias que permiten los conflictos armados,
las guerras económicas, etc. En la dicotomía entre neomercantilismo y
economía globalizada, el primero ha demostrado ser históricamente
destructivo, y la segunda no se ajusta a la realidad y es cada vez menos
pertinente.

Hoy es extremadamente importante proponer una nueva visión que se base en
los valores de la izquierda y que sea capaz de garantizar una paz estable.
La creación de tales políticas requiere debates globales en el seno de la
izquierda internacional, un diálogo sobre las soluciones a corto plazo y un
análisis de las situaciones individuales de los distintos países. El hecho
de evitar la polémica y la búsqueda común de alternativas, cultivando un
vacío de ideas y repitiendo tópicos obsoletos es una forma de crear un
terreno fértil para los políticos neoliberales, la agresión
interimperialista directa y el ascenso de las fuerzas de extrema derecha.



* Maksym Shumakov, estudiante de la Facultad de Filosofía, investigador en
Inteligencia Artificial, militante del Movimiento Social y dirigente de la
red sindical estudiantil independiente Acción Directa.



Nota



1] OTSC: Acuerdo político-militar, promovido principalmente por Rusia de
vocación político-militar entre varios países de Europa y Asia Central
integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y
Tayikistán.



Artículos relacionados



-La invasión de Rusia a Ucrania: una perspectiva antiimperialista. - Ilya
Matveev (https://correspondenciadeprensa.com/?p=28197

-“Por una posición antiguerra democrática frente a la invasión de Ucrania”.
- Gilbert Achcar: https://correspondenciadeprensa.com/?p=31162

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