Bielorrusia/ Cómo Lukashenko busca cambiar de pueblo. [Igor Ilyash]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Feb 9 00:02:08 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

9 de febrero 2023

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Bielorrusia



Cómo Lukashenko busca cambiar de pueblo



Mientras procede a retirarles la ciudadanía a los disidentes políticos, el
presidente de Bielorrusia reparte pasaportes entre los «extranjeros leales».
Se trata principalmente de inmigrantes ucranianos de Dombás que no tienen
conexión legal vigente con Bielorrusia, pero que mantienen posturas
prorrusas y pro-Lukashenko. La intención es clara: ganar apoyo político tras
las protestas que asolaron al país.



Igor Ilyash *

Nueva Sociedad, febrero 2023

https://nuso.org/

Traducción de María Alejandra Cucchi



Tras dos años de arrestos y persecución contra los disidentes en
Bielorrusia, el gobierno de Aleksandr Lukashenko busca nuevas formas de
lidiar con las consecuencias de las protestas poselectorales que conmovieron
al país en 2020 y 2021. El 5 de enero, Lukashenko promulgó una nueva ley que
les permite a las autoridades revocar la ciudadanía bielorrusa a personas
que están fuera del país y «han perdido su conexión legal» con el Estado
bielorruso.



«¿Merecen estas personas la ciudadanía bielorrusa si huyeron de su país de
origen y de hecho cortaron lazos con él?», se preguntaba Lukashenko en
septiembre de 2022.



Miles han abandonado el país desde 2020 mientras las fuerzas de seguridad
bielorrusas arrestaban y encarcelaban a todos los que podían, y ahora la
amenaza de expulsión se utilizará para «alentar» a más gente a marcharse. En
verdad, la verdadera razón por la que las autoridades bielorrusas han
introducido este nuevo ítem en su paquete de medidas represivas parece ser
un esfuerzo por cambiar la naturaleza misma de la sociedad bielorrusa.



Si no les gusta, márchense



En 2020, luego de que miles de personas se manifestaran contra elecciones
que de acuerdo con un reporte de la Organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa (OSCE) no fueron «transparentes, libres ni justas»,
Lukashenko rechazó la posibilidad de cualquier compromiso y lanzó una
campaña de represión política a gran escala. El propósito de la represión no
era solo encarcelar a miles de personas. Era mucho más importante intimidar
a todos los demás y empujar a decenas de miles al exilio. Las autoridades
vieron en esta medida una garantía para una estabilización de la situación
política a largo plazo.



Apenas unos días después de las elecciones presidenciales de 2020, el
entonces secretario del Consejo de Seguridad de Bielorrusia sugirió que los
descontentos con el gobierno podían trasladarse a Occidente, y así «se
liberarán puestos de trabajo aquí y vacantes para los niños en el jardín de
infantes, y se reducirán el peso sobre los docentes en la escuela, la
competencia para ingresar en la universidad y para recibir atención médica».
Pronto, Lukashenko comenzó a decir abiertamente que el alejamiento del país
de los disidentes era bueno para el Estado.



Lukashenko instruyó al ministro de Educación bielorruso para que no se
reconocieran los diplomas de Occidente en Bielorrusia y prometió también
impedir que «los bielorrusos capacitados que abandonaron el país en estos
momentos difíciles» volvieran a casa. En ese momento, las autoridades
restringían periódicamente el ingreso y la salida del país, y también
amenazaron con cerrar completamente las fronteras. Con el telón de fondo de
las represiones masivas y las promesas oficiales de identificar a todo el
que se uniera a las protestas, el mensaje del gobierno fue claro: abandonen
Bielorrusia mientras todavía tienen la oportunidad y no regresen.



No es posible calcular con exactitud cuántos bielorrusos se marcharon
después de las elecciones presidenciales de 2020: solo un número pequeño de
migrantes solicitó oficialmente el estatus de refugiado u otras formas de
protección. Pero de acuerdo con algunos expertos, entre 135.000 y 300.000
bielorrusos dejaron el país. El sociólogo Andrei Vardomatsky cree que el
exilio de los bielorrusos se ha convertido en una de las causas del
mantenimento del nivel de adhesión a Lukashenko dentro del país; en efecto,
dice Vardomatsky, hay una lenta reducción en el número de personas que se
oponen al gobierno.



Un golpe para los exiliados



Hasta ahora no resulta claro hasta qué punto las autoridades bielorrusas van
a utilizar el mecanismo de privación de la ciudadanía. La ley establece que
los bielorrusos que están fuera del país pueden ser privados de su
ciudadanía «por participar en actividades extremistas o causar un daño
severo a los intereses de la República de Bielorrusia».



La redacción no permite las dobles interpretaciones: después de 2020,
«extremismo» entró con firmeza en la neolengua de las autoridades
bielorrusas como el término para nombrar cualquier tipo de disidencia y
actividad de protesta. Entre esos «extremistas» se incluyen las icónicas
caras de la oposición política de Bielorrusia en el exilio, a quienes las
autoridades han juzgado en ausencia.



Pero es revelador que los juicios en ausencia, bajo las llamadas nuevas
leyes de «procedimientos especiales», solo se hayan utilizado contra las
figuras líderes de la oposición, como Svetlana Tijanóvskaya y Pavel
Latushko, entre varios otros. Son personas a quienes el gobierno considera
sus enemigos personales, pero que son comparativamente menos vulnerables que
los bielorrusos comunes que se encuentran fuera del país.



«En general, [estas personas] se han opuesto al país. Ya no tienen conexión
con este país. En consecuencia, ¿cómo deberían ser tratadas? Debe admitirse
que perdieron por sí mismos su ciudadanía. Y en este caso el Estado puede
reconocer esta situación», explicó la subdirectora de la Administración
Presidencial bielorrusa Olga Chupris. Pero al mismo tiempo las autoridades
no van a revocar automáticamente la ciudadanía de todos aquellos que se
hayan ido: hacerlo requiere una sentencia judicial en un caso penal
relacionado con la política. El espacio de maniobra es amplio: en total, se
mencionan 55 artículos diferentes del Código Penal en la ley.



Reemplazo de votantes



Es probable que las autoridades bielorrusas no le retiren masivamente la
ciudadanía a la gente en un futuro cercano. De cualquier modo, a los ojos
del gobierno, hay poca necesidad. Los emigrados políticos han resultado ser
excluidos de facto, luego de que las autoridades simplemente se negaran a
abrir mesas electorales en el extranjero para el referéndum constitucional
de 2022. Ahora se planea consagrar en el código electoral la prohibición de
votar fuera de Bielorrusia. Entretanto, las autoridades continúan
recordándoles a los emigrados que en casa solo los espera la cárcel.



Se conocen muchos casos en los que ciudadanos bielorrusos fueron arrestados
en el momento de ingresar al país por haber participado en protestas o
colocado comentarios en las redes sociales, y fueron obligados a grabar
«videos de arrepentimiento». El intento de asistir al funeral de un padre o
madre o simplemente de visitar a un familiar puede resultar en años tras las
rejas.



Con frecuencia esas acciones son aleccionadoras. Por ejemplo, en diciembre
de 2022, activistas de derechos humanos denunciaron que guardias fronterizos
detenían los ómnibus con bielorrusos que regresaban a sus casas, revisaban
los pasaportes y luego llamaban a la policía antidisturbios. El propio
Lukashenko insta con frecuencia a la gente a volver al país, pero estas
declaraciones no son más que burlas. «El consejo que les doy es: regresen,
arrepiéntanse y arrodíllense… Paguen las multas por el daño causado…
Siéntense en silencio por un rato», dijo en una ocasión. Incluso prometió
crear una «comisión pública» para decidir el destino de cada «fugitivo».
Sugirió que la comisión debería ser encabezada por uno de los arquitectos
principales de la represión masiva que siguió a las elecciones de 2020, el
fiscal general Andrei Shved, y por el propagandista del gobierno Grigory
Azarenok, quien públicamente llama a tomar represalias contra los
disidentes.



Al mismo tiempo, en el último mes y medio ha emergido otra tendencia: en
paralelo a la expulsión de la gente «poco confiable» de Bielorrusia, las
autoridades han comenzado a distribuir activamente pasaportes a extranjeros
leales. Como resultado, 7.317 extranjeros recibieron la ciudadanía
bielorrusa en los pasados 16 meses. Se trata principalmente de inmigrantes
ucranianos de Dombás que no tienen vínculo con Bielorrusia pero que
mantienen posturas prorrusas y pro-Lukashenko. En agosto de 2021, Lukashenko
ordenó que se emitieran pasaportes a una «cierta categoría» de ucranianos de
manera simplificada. «En general, esta es nuestra gente», afirmó.



En última instancia, las manipulaciones actuales del gobierno respecto de la
ciudadanía son la continuación lógica de una campaña a gran escala para
construir una nueva sociedad totalitaria, de la que todos los disidentes
deben ser excluidos de una u otra forma. El gobierno de Lukashenko
experimentó una catástrofe estratégica tras las elecciones de 2020, cuando
perdió su legitimidad por completo a los ojos de una parte significativa de
la población del país.



Las autoridades no han logrado salir del abismo electoral desde entonces. Y
como no ha sido posible cambiar las simpatías de la población, Lukashenko
decidió –al menos parcialmente– cambiar a la propia sociedad bielorrusa.



* Igor Ilyash, periodista bielorruso, colaborador en diversos medios de
prensa.



(Este artículo fue publicado originalmente en OpenDemocracy, 11-1-2023 con
el título «Lukashenka is repopulating Belarus with pro-government citizens».
Puede leerse en:
https://www.opendemocracy.net/en/odr/belarus-alexander-lukashenka-rebuilt-20
20-protests-donbas/)

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