Análisis/ ¿Hacia dónde marcha Cuba? [Samuel Farber]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Feb 19 23:00:32 UYT 2023


  _____

Correspondencia de Prensa

19 de febrero 2023

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____



Análisis



¿Hacia dónde marcha Cuba?



Samuel Farber *

La Joven Cuba, 13-2-2023

https://jovencuba.com/



Cuba experimenta una crisis que se acerca a la del Período Especial de los
noventa y que no sabemos cómo y cuándo va a terminar. Es concebible -aunque
parece poco probable dada la situación a principios de 2023-, que la
economía salga de la crisis, quizás con la ayuda de una exitosa industria
turística (asumiendo un descenso notable de la tasa mundial de infección del
Covid-19), posiblemente suplementada por los ingresos provenientes de un
alza en el precio internacional del níquel y un aumento notable de los
servicios médicos provistos a varios países, así como en la comercialización
de la biotecnología y los fármacos producidos en la isla.



Esto favorecería a aquellas PYMES y cuentapropistas concentrados en la
manufactura y el comercio de bienes y servicios destinados al consumo
interno de la población. De ser así, los cubanos acabarían presenciando la
creación de una nueva burguesía compuesta principalmente por una parte del
sector militar-estatal de los capitalistas de estado uniformados de GAESA
concentrados principalmente en el turismo internacional, y, por otra parte,
de los nuevos propietarios privados de la industria mediana de los PYMES y
de aquellos cuentapropistas exitosos, como por ejemplo los propietarios de
casas y apartamentos alquilados a turistas a precios lucrativos.



Obviamente, cualquier normalización de las relaciones económicas con los
Estados Unidos mejoraría significativamente estas posibilidades, dada la
importancia que tendrían las inversiones estadounidenses, especialmente las
del capital cubanoamericano dispuesto a invertir en Cuba.



Dado lo sucedido en muchos países que fueron «socialistas», así como en
otras naciones, podemos suponer que estos cambios muy posiblemente
acentuarían la desigualdad entre «ganadores» y «perdedores», habida la
ausencia de movimientos sociales independientes que defiendan los intereses
de los «perdedores». Las políticas estatales fomentarían a los «ganadores»:
el turismo y las industrias que proveen a los hoteles y restaurantes
sirviendo a los turistas; asimismo, biotecnología, tabaco, e industrias
extractivas como el níquel.



Los «perdedores» serían descuidados e ignorados: las numerosas empresas
manufactureras que no son «competitivas», lo que queda de la industria
azucarera, y la agricultura en general. El estado de inversión y seguridad
social, de por sí ya muy deteriorado y con presupuestos recortados, se
deterioraría aún más. Esto movilizaría a las nuevas clases sociales, como la
burguesía y la clase media, que descontentos con el progresivo deterioro de
los servicios estatales médicos y educacionales, demandarían o presionarían
por la privatización de estos.



Ello conllevaría, en el caso de la medicina, a la creación de un servicio
tipo Medicaid, al estilo estadounidense —un servicio público muy pobremente
mantenido— para atender a la mayoría de los cubanos pobres. Como ha sucedido
en los Estados Unidos, esta división del servicio médico entre los pobres y
las clases media y alta va a debilitar considerablemente cualquier apoyo
político para construir y mantener un servicio médico público que atienda
digna y competentemente no solo a los ricos y clase media, sino a todos los
cubanos en la isla.



De forma similar, va a haber una gran presión política para permitir la
educación privada a todos los niveles y, una vez sea permitida, va a crecer
vertiginosamente. Las órdenes religiosas católicas, y quizás en menor grado
las iglesias protestantes convencionales y los evangélicos, reclutarán a los
mejores maestros y edificios para educar a los hijos e hijas de los exitosos
propietarios, administradores y técnicos de los sectores «ganadores» de la
economía.



En este contexto, hay que aclarar que la universalidad de la educación
pública obligatoria no tiene por qué interferir con la libertad religiosa,
dado que todas las religiones y credos sin excepción deberían tener la
libertad de ofrecer instrucción religiosa siempre y cuando la impartan en
sus propios planteles durante las horas libres de aquellos alumnos de las
escuelas públicas que estén interesados en recibirla.



Después de todo, una escuela pública bien financiada por el estado y
controlada democráticamente por el magisterio, las escuelas de pedagogía de
las universidades cubanas, y el estudiantado, serían quizás las
instituciones más importantes para fomentar la igualdad e integración
social, racial y de género de la sociedad cubana.



Los más afectados por estos posibles cambios serían los cubanos negros, que
han carecido hasta ahora de un programa efectivo de «acción afirmativa» para
incorporarlos en todos los niveles importantes de la vida social, económica
y política.



En ausencia de un sistema de planificación económica nacional plenamente
democrático, regiones del país con una economía de «perdedores», como la
región oriental, van a continuar sufriendo de manera desproporcionada,
excepto en aquellas zonas relativamente pequeñas donde existe industria del
níquel y algunos lugares de interés turístico. La desigualdad regional va a
aumentar aún dentro de la misma área metropolitana de La Habana, dado que
las inversiones turísticas y de bienes raíces seguirán concentrándose en los
barrios relativamente más prósperos cerca del litoral costero, mientras que
«La Habana Interior», lejos del mar y mucho más pobre, seguirá
deteriorándose.



El papel de los Estados Unidos



Sin duda alguna, el obstáculo principal para la normalización de relaciones
entre los Estados Unidos y Cuba son las medidas unilaterales coercitivas que
el país norteamericano ha impuesto desde hace más de sesenta años. A pesar
de los argumentos del gobierno cubano, el bloqueo no es la causa principal
de los problemas económicos que afectan a la isla. Ese lugar lo ocupa el
sistema económico, responsable máximo de la gran ineficiencia, apatía de los
trabajadores y falta de responsabilidad de jefes y administradores.



No hay duda de que el bloqueo ha causado graves daños a la economía cubana,
especialmente durante los primeros años de la Revolución, cuando equipos y
maquinarias de todo tipo tuvieron que ser importadas del bloque soviético
para reemplazar las de manufactura estadounidense. Y sigue infligiendo
perjuicios mediante las sanciones contra bancos internacionales que realizan
transacciones con Cuba y la prohibición de inversiones y exportación de todo
tipo de bienes y servicios desde los Estados Unidos.



Es cierto que desde hace más de veinte años se permite la exportación de
alimentos y medicinas a la Isla, pero se requiere licencias especiales y el
pago en efectivo por anticipado. Durante los últimos años, el gobierno
estadounidense, basado en la ley Helms-Burton de 1996, ha interferido más
con el comercio e inversiones europeas en Cuba, a tal grado que ha generado
protestas de ese bloque regional.



Como sabemos, el 20 de julio de 2015 se restablecieron las relaciones
diplomáticas de EE.UU. con Cuba. Lo que deterioró considerablemente las
expectativas para una mejora de relaciones entre ambos, fue la elección de
Donald Trump en 2016 y su éxito en dar marcha atrás a muchos de los cambios
introducidos por Obama en su segundo período presidencial, y en cambiar el
clima político en el sur de Florida, especialmente entre los
cubanoamericanos.



Vale notar que tanto en las elecciones de 2012 cuando fue reelecto Obama,
como en las de 2016 cuando fue derrotada Hillary Clinton, el voto
cubanoamericano por los candidatos presidenciales del Partido Demócrata se
incrementó considerablemente y se acercó a un empate con los republicanos.
Las encuestas de la época mostraron que la inclinación por los demócratas
era más pronunciada entre aquellos que habían llegado recientemente de Cuba.



Esto cambió del 2016 al 2020, cuando Trump restableció una clara hegemonía
republicana entre los cubanoamericanos. Ello fue resultado de los grandes
esfuerzos que hizo a través de visitas frecuentes al sur de la Florida para
agitar los sentimientos «antisocialistas» de los cubanos (así como de
venezolanos y nicaragüenses), mientras los demócratas hicieron muy poco para
contrarrestarlo en el área.



Hay que tener en cuenta también el rol de los nuevos medios sociales y el
papel de «influencers» como Alexander Otaola en «echarle leña al fuego» en
apoyo a la política de Trump. Otro cambio importante ocurrió entre los
recientes inmigrantes de Cuba.



Según el sociólogo cubano Guillermo Grenier, que publica el Cuba Poll
(Encuesta sobre Cuba), la inmensa mayoría de los recién llegados se están
registrando electoralmente como republicanos, en contraste con lo que
sucedía antes. Sin embargo, hay que notar que un mínimo de seis años
transcurre desde que los cubanos llegan a los Estados Unidos hasta que
puedan ser ciudadanos y registrarse en un partido político. Ese intervalo es
suficiente para que los nuevos cubanoamericanos se acostumbren y sean
socializados por la cultura política del sur de Florida.



Algunos observadores razonan que la derrota aplastante de los demócratas en
las elecciones parciales de 2022 en Florida va paradójicamente a mejorar las
relaciones de Estados Unidos con Cuba, en el sentido de que los demócratas
van a ser menos presionados a acomodarse a los cubanoamericanos en un estado
que ya no consideran competitivo. Puede que haya algo de cierto en esto,
pero creo que no es suficiente como para determinar que haya cambios
importantes en suavizar o eliminar el bloqueo económico.



Esta pérdida de peso político de los demócratas en Florida, pudiera ser
decisiva si se combinara con una actuación más activa de aquellos que han
querido eliminar, o por lo menos modificar, el bloqueo entre varios sectores
de la clase capitalista norteamericana.



Por ejemplo, ya hace bastante tiempo que la muy influyente US Chamber of
Commerce (Cámara de Comercio Estadounidense) ha estado a favor de reanudar
relaciones económicas con Cuba. De hecho Thomas Donahue, su presidente y
ejecutivo principal desde 1997 hasta que se jubiló en 2019, visitó Cuba en
varias ocasiones. Otros sectores importantes del capitalismo norteamericano,
como son las grandes compañías agrícolas y la industria del transporte
marítimo (tanto de carga como de turistas), han apoyado esas gestiones.



En el pasado, proyectos de leyes proponiendo un cambio en la política
económica de EE.UU. hacia Cuba han obtenido muchos votos, tanto de
republicanos como de demócratas en el Congreso estadounidense, y un buen
número de esos congresistas ha visitado la Isla. El problema es que, para
estos intereses poderosos, cambiar la política económica hacia Cuba no ha
sido necesariamente una prioridad política, mientras que mantener el bloqueo
sí es prioridad para la derecha cubana y sus aliados en el sur de Florida.



Mientras tanto, es muy poco probable que los Estados Unidos trate de invadir
a Cuba, sea directamente o a través del uso de cubanos afines como en 1961;
obviamente no por razones de principios políticos, sino porque con el fin de
la Guerra Fría la importancia de Cuba para los Estados Unidos ha descendido
rápidamente. Eso no quiere decir que el gobierno estadounidense vaya a cesar
sus actividades hostiles contra el gobierno cubano, sea a través de órganos
de propaganda como Radio y TV Martí, o a través de la continuación de las
medidas unilaterales coercitivas.



Las alternativas políticas para Cuba



Los líderes políticos de las transiciones del «socialismo» tradicional al
capitalismo, incluyendo a los capitalismos de estado como China y Vietnam,
no fueron autómatas que simplemente respondieron a las supuestas necesidades
objetivas de dichas transiciones. Tuvieron que resolver diversos problemas,
muchos de ellos críticos, pero sus percepciones de cómo hacerlo eran
determinadas por ideas y concepciones políticas, fueran estas liberales,
autoritarias, nacionalistas, conservadoras, o aun fascistas. Así sería
también en Cuba.



Teniendo en cuenta eso, cuando se habla de transición en el contexto cubano
la pregunta obvia es: ¿transición a qué? O sea, qué tipo de sistema
político, social y económico reemplazaría el que existe ahora. No cabe duda
de que la respuesta es diferente para la izquierda y la derecha. Al mismo
tiempo, es sumamente lamentable que esos términos se hayan tornado poco
claros con el surgimiento de sistemas «socialistas» y «comunistas»
antidemocráticos que han reclamado el monopolio de la izquierda. Esto ha
llevado a una situación muy confusa, que hace necesario redefinir lo que se
considera como la izquierda.



Para propósitos de la presente discusión, propongo que «ser de izquierda»
consiste, más que nada, en rechazar la concepción burocrática y capitalista
que propone que la libertad es incompatible con la igualdad, y en afirmar
que la democracia, tanto en los centros de trabajo como en todos los
aspectos de la sociedad, lejos de ser un «extra» en el socialismo, es de
hecho imprescindible y la única manera en que tal sistema debe y puede
genuinamente representar la voluntad obrera y popular. Asimismo, es defender
el derecho a la autodeterminación nacional tanto contra la política
estadounidense en Cuba y América Latina, como contra la política de la Rusia
de Vladimir Putin en Ucrania.



No cabe duda de que, si bien la izquierda crítica cubana ha crecido, por
ejemplo, con varios grupos afrodescendientes y publicaciones como La Joven
Cuba; es todavía débil. Esto se debe más que nada a que, hasta el momento,
la clase trabajadora cubana no ha dado señales de resistencia en su
condición de trabajadores, aunque seguramente muchos de ellos, especialmente
los afrodescendientes, lo han hecho en su condición de cubanos pobres,
cuando han participado en los actos de protesta callejera que han estado
ocurriendo desde julio 11 de 2021.



Tal parece que las opciones que los trabajadores cubanos perciben como
factibles son la emigración y el trabajo por cuenta propia. Mientras tanto,
muchos sobreviven con las remesas que sus familiares envían desde el
extranjero —especialmente en el caso de las personas blancas—, dado el
decreciente número de artículos subsidiados que pueden obtener a través de
la libreta de racionamiento, o subsisten con el robo de la propiedad
estatal, que debe ser considerado bajo las condiciones existentes en Cuba,
como una forma o extensión de lo que el derecho romano llamó furtum
famelicus (hurto famélico) basado en el proverbio latino necessitas non
habit legem  (la necesidad no tiene [o reconoce] ley.)



Por otra parte, la derecha cubana es muy fuerte en el sur de la Florida, no
por los numerosos grupitos políticos que abundan por esos lares, sino más
bien por la hegemonía política y social lograda a través de publicaciones y
periódicos como El Nuevo Herald, los programas radiales cubanoamericanos,
las actividades notorias de «influencers» como Otaola, y obviamente el gran
peso social logrado por el capital cubanoamericano en dicha zona.



Los tres congresistas cubanoamericanos que representan al área en
Washington, así como los funcionarios estatales y municipales
cubanoamericanos a todos los niveles, han sido sumamente importantes en
establecer y propagar una amplia agenda ideológica y política de derecha.



Eso no quiere decir que el poder y la influencia que posee en Florida se
pueda reproducir en Cuba tal cual. Es notable, por ejemplo, que durante las
protestas en las calles que han tenido lugar desde el 11 de julio, casi
nadie se haya hecho eco de las demandas políticas de la derecha cubana, como
la propuesta del biólogo disidente cubano Ariel Ruiz Urquiola para que se
realice una «intervención humanitaria» en la Isla, que todos sabemos sería
en primera y última instancia una intervención guiada y realizada por
fuerzas e intereses estadounidenses.



Lo que sí ha tenido una creciente influencia cultural, y por lo tanto
indirectamente política, es el mundo cubanoamericano en Cuba, ya sea
transmitido por los contenidos del «paquete semanal», o por otras vías. Un
ejemplo de eso es el video Patria y Vida, que constituye sin duda un gran
logro artístico pero sumamente ambiguo dado su silencio total sobre sus
alternativas políticas preferidas, por lo menos a grandes rasgos. Es esa
ambigüedad precisamente la que permite que aun la derecha cubana más extrema
del sur de Florida celebre al video y a sus protagonistas.



Esa influencia cultural, y sus consecuencias políticas, juegan un papel
importante en el desarrollo del «sentido común» de muchos cubanos en el
archipiélago; pero ese «sentido común» no es necesariamente un «buen
sentido». Es el que llevó, por ejemplo, a la Dra. Ana María Polo, del
popular programa de televisión Caso Cerrado, a proclamar más de una vez en
el pasado que en realidad no existe el desempleo en los Estados Unidos, ya
que «como todos sabemos y podemos ver», siempre se puede obtener trabajo si
uno se esfuerza en conseguirlo, aunque sea limpiando casas o lavando
automóviles.



Las estructuras y realidades económicas y sociales no existen, y todo lo que
existe y cuenta es la voluntad individual. Según esta forma de razonar, no
hay alternativa al individualismo y, por tanto, la competencia capitalista
sería el eje principal de una nueva Cuba. Cada uno por su cuenta y «la peste
el último», como decíamos en el barrio Los Quemados, del Marianao de mi
niñez y adolescencia.



* Samuel Farber, nació y se crio en Cuba, Profesor Emérito en el Brooklyn
College de Nueva York. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso,
colaborador de Correspondencia de Prensa en Estados Unidos. Autor de The
Politics of Che Guevara. Theory and Practice. Haymarkert Books, Chicago,
2016.

  _____





--
Este correo electrónico ha sido analizado en busca de virus por el software antivirus de Avast.
www.avast.com

------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20230219/52246eae/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa