Francia/ 19 de enero: primera victoria contra jubilatoria de Macron. [Josu Egireiun]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 21 23:02:28 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

21 de enero 2023

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Francia



19 de enero: primera victoria contra la reforma de pensiones de Macron



Josu Egireiun

Viento Sur, 21-1-2023

https://vientosur.info/



Con una cifra de manifestantes que ya en boca del ministro del interior (1,2
millones, los sindicatos anunciaron dos millones) son superiores a las que
preveían los sindicatos los días previos, todo el mundo da por bueno que
esta jornada de movilización ha constituido un éxito para el movimiento
sindical. No sólo por la cantidad de gente que se ha movilizado, sino
también por la extensión que ha tenido la movilización en ciudades pequeñas
y medianas a todo lo largo y ancho del hexágono.



Desde Perpignan (15.000) a Nantes (50.000), desde Le Havre (35.0009 a Bayona
y Pau (15.000), o desde Brest (13.500) a Niza (20.000), nunca se habían
conocido manifestaciones -un total de 200- tan concurridas. Movilizaciones
que en ocasiones han superado las cifras de las históricas movilizaciones de
1995, en las que se logró echar para atrás la reforma de pensiones de Alain
Juppé.



A estas manifestaciones hay que añadir las significativas huelgas en el
sector de la energía (nuclear, refinerías, servicio eléctrico), el
transporte (largas distancias y cercanías), la enseñanza (elemental,
secundaria y universidad) y, muy importante, el desarrollo de huelgas en el
sector privado: industria alimentaria, sector del automóvil, electrónica,
etc.



Y todo ello a pesar de la brunete mediática puesta a disposición del
gobierno, como denuncia la asociación Acrimed (Action Critique Medias):
“Desde los informativos matinales a las revistas de actualidad y los debates
televisivos, el gobierno cuenta con un fuerte y nutrido escuadrón de
pedagogos, empeñados en enseñar a los recalcitrantes, que necesariamente son
ignorantes o están mal informados”.



El éxito de esta movilización, su masividad, se basa en dos elementos: el
primero, la unidad de todos los sindicatos (CFDT, CGT, FO, CFE/CGE, CFTC,
UNSA, Solidaries y FSU) y, sobre todo, la participación de la CFDT
–sindicato mayoritario y que hasta la fecha ha optado siempre más por la vía
del diálogo que de la confrontación–; el segundo, que si bien el detonante
de esta gran movilización es la reforma de las pensiones, lo que se expresa
en la calle es un enorme hartazgo tanto por la degradación continua de las
condiciones de vida y de trabajo de la mayoría social, de sus clases más
desfavorecidas (por los efectos de la inflación, el deterioro de los
servicios públicos, o los recortes en las prestaciones por desempleo) como
por la arrogancia de un gobierno que, fiel a su credo, sólo tiene como
objetivo enriquecer a los más ricos. Hasta el punto que el ministro de
economía, Bruno Lemaire, en los días previos a la huelga no tuvo ningún
reparo en burlarse de la propuesta que han lanzado 200 multimillonarios del
planeta ante la cumbre de Davos, exigiendo más impuestos para los ricos para
salir de la crisis provocada por la covid-19. Sobre todo, cuando la razón
para esta reforma de las pensiones es enjuagar el déficit presupuestario del
gobierno.



Todo un gesto que muestra la dureza con la que va a actuar Macron y su
gobierno frente a la movilización social. Más teniendo en cuenta que en la
tramitación parlamentaria de la ley cuenta con el apoyo de la derecha
tradicional (Les Republicains), lo que le permite obtener una mayoría en el
parlamento.



De hecho, el mismo día 19 (en la conferencia de prensa junto a Pedro Sánchez
en Barcelona), a Macron le faltó tiempo para mostrar su determinación para
seguir adelante con la reforma, partiendo de la base de que en este
conflicto el gobierno está cubriendo todos los trámites democráticos (léase,
diálogo social -fracasado- con los sindicatos, y tramitación parlamentaria)
para aprobarla. Con ello trata de oponer la legalidad institucional a la
opinión mayoritaria en el país que rechaza la reforma y, sobre todo, intenta
restar legitimidad democrática a la dinámica de movilización en la calle
iniciada el 19 de enero.[1].



Así pues, la lucha contra la reforma de las pensiones no ha hecho más que
empezar; y para ganarla, la movilización social de sindicatos, asociaciones
y partidos políticos de izquierda iniciada el 19 de enero deberá ganar en
extensión e intensidad, porque para que el gobierno dé marcha atrás en esta
reforma de las pensiones no basta con contar con la opinión de una mayoría
social en contra, sino que es necesario crear una relación de fuerzas para
enviarla al basurero de la historia, para forzar a quienes gobiernan a
reconocer que si no se retira la ley el caos será total.



Echando la vista atrás



En este sentido, no está de más recordar el balance de la derrota de las
movilizaciones de 2010. En aquel momento, como señaló Alain Bihr,



La estrategia sindical, claramente expresada y repetida a voluntad por los
distintos dirigentes sindicales (François Chérèque y Bernard Thibault, en
particular), consistía en ‘ganar la batalla de la opinión pública’:
demostrar, mediante manifestaciones callejeras masivas y repetidas, apoyadas
por algunas jornadas de huelga, que la reforma gubernamental era impopular
porque se percibía como profundamente injusta y que, por tanto, el Gobierno
estaba privado de toda legitimidad democrática en la materia, aunque tuviera
la ley de su parte. El presupuesto era que un gobierno democrático no puede
gobernar contra la calle y llevar a cabo una reforma tan evidente y
masivamente rechazada por el pueblo (en el sentido político del término:
todos los ciudadanos). (…)



Tal estrategia no era absurda a priori. Podría basarse en el precedente de
noviembre-diciembre de 1995, cuando, ante un movimiento social a gran
escala, Alain Juppé (entonces primer ministro) y Jacques Chirac (presidente)
tuvieron que modificar seriamente su proyecto de ‘reforma’ del seguro de
enfermedad. Incluso podría invocar un éxito más reciente, el del movimiento
contra el ‘contrat premier emploi’ (CPE) en la primavera de 2006 (…). Y, sin
embargo, esta vez, esta estrategia fracasó (…) [Porque] El Gobierno actual
ya no considera que su legitimidad provenga de las urnas y que deba rendir
cuentas a sus electores y, más ampliamente, a todos los ciudadanos, de sus
compromisos anteriores o, más en general, del bien público. Su única
legitimidad es ahora la que ostenta a partir de su total servilismo a los
intereses del capital y en particular de su fracción hegemónica, el capital
financiero”. Y, más en concreto, la estrategia sindical en el otoño de 2010
no podía pasar por alto la guerra social declarada en Europa a partir del
8-9 de mayo en la reunión urgente del BCE, del ECOFIN y del FMI para definir
un plan de rescate para salir de la crisis de 2008 [2] y de la que Macron es
un alumno aventajado.



Por ello, la cuestión que se plantea ahora es cómo construir un movimiento
fuerte para ganar. Porque no hay otra alternativa.



Hacer frente a las dificultades, construir un movimiento para ganar



Todo el mundo es consciente que la situación no se presenta nada fácil, por
ello el margen de error para la estrategia sindical es, también, pequeño.
Son muchos años acumulando derrotas y esta movilización se da en medio de
una crisis económica y social en la que cada vez hay más gente que no llega
a fin de mes con el salario, lo que puede incidir en la capacidad de
mantener un movimiento sostenido de huelgas. De ahí que la respuesta a esta
ofensiva gubernamental tendrá que ser de una intensidad superior a la que
hemos conocido en años pasados.



La magnitud de la movilización del día 19, la voluntad de la mayoría social
del país de revertir las políticas y la arrogancia gubernamental y patronal
impone importantes responsabilidades a la izquierda social y política. Para
que Macron retire su reforma será necesario elevar el nivel de movilización
con el objetivo de atraer a nuevos sectores y bloquear el país. Ese es el
único lenguaje que entienden Macron y su gobierno.



Por el momento, tras la movilización del 19, a la que le ha seguido la
manifestación del sábado 21 (convocada por las organizaciones juveniles y
apoyada por La France Insoumise, NPA y Generation-s ha movilizado en torno a
20.000 personas), el conjunto de organizaciones sindicales ha convocado ya
una nueva jornada de huelga general para el martes 31, al mismo tiempo que
llaman a “multiplicar acciones e iniciativas en todo el territorio, en las
empresas y en los servicios, en los centros de enseñanza… incluso convocando
huelgas, sobre todo en torno al 23 de enero en el que el Consejo de
ministros debatirá el proyecto de Ley”. Una orientación que, en determinados
sectores, como el transporte y refinerías o educación, ya anima debates para
poner en pie huelgas renovables [en nuestro lenguaje, una huelga indefinida
que se decide día a día]. Este sábado ya se conoce que el conjunto de
sindicatos de la SNCF convoca una huelga renovable a partir del día 31, lo
que es una buena noticia.



A diferencia de otras huelgas en las que la justificación del rechazo a las
propuestas gubernamentales exigía un trabajo importante de explicación y
pedagogía, en esta ocasión, estando ganada de antemano la batalla de opinión
sobre la sinrazón de la reforma, el reto de cara al día 31 va a estar en
organizar asambleas generales de debate en los centros de trabajo y
enseñanza para reforzar y ampliar la movilización, y en crear y extender al
máximo los espacios de debate y reflexión a nivel local sobre la necesidad
de elevar el listón de la movilización para tumbar la reforma.



Por último, a nadie se le escapa que la importancia del resultado de esta
confrontación social afecta al proyecto neoliberal de la UE, que tiene como
uno de sus objetivos prioritarios el desmantelamiento de los sistemas de
pensiones de reparto. De ahí la importancia de difundir la experiencia de
esta lucha y de solidarizarse con la misma.



Notas



[1] En ese contexto no está de más recordar que en lo que va de los años
2000, al menos en dos ocasiones la legitimidad institucional fue totalmente
deslegitimada cuando se expresó la voluntad popular. La primera, en relación
al referéndum sobre el proyecto de constitución europea: votado con 760
votos a favor, 66 en contra y 96 abstenciones en la asamblea conjunta del
Parlamento y Senado, el 27 de enero de 2005;  el proyecto fue rechazado en
el referéndum celebrado en mayo de ese año. La segunda, en marzo del año
siguiente, cuando el gobierno de Villepin tuvo que retirar la Ley de
Contrato del primer empleo aprobada en el parlamento el 2 de abril, dada la
fuerte oposición social en la calle.

[2]
http://alencontre.org/economie/une-guerre-sociale-nouvelle-s%e2%80%99ouvre-e
n-europe.html

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