Honduras/ 46 mujeres víctimas del Estado, ¿quién detonó la tragedia? [Reportaje]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jul 15 22:48:46 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

15 de julio  2023

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Honduras



46 mujeres víctimas del Estado hondureño, ¿quién detonó la tragedia?



La muerte de 46 mujeres en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación
Social (PNFAS) expuso las malas decisiones del Estado frente a una crisis
penitenciaria que ya había generado alertas. El Gobierno de Xiomara Castro
improvisó una intervención del sistema penitenciario que, según la
viceministra de Seguridad, Julissa Villanueva –quien presidía la
intervención– no tuvo el tiempo necesario para hacer los cambios que
esperaban y, además, fue afectada por la falta de acciones de la Policía
Nacional. La tragedia estaba anunciada, pero ahora con la remilitarización
del sistema penitenciario como respuesta hay quienes temen que nunca se sepa
quiénes fueron los autores intelectuales, los que se beneficiaron del caos
en la PNFAS



Jennifer Avila y Allan Bu *

Divergentes, 15-7-2023

https://www.divergentes.com/



«Usted, ¿sabe algo de Sayda?» preguntó una voz acongojada que fue
interrumpida por otra más fuerte y angustiada que gritaba «revise si está en
esa lista Fátima Leticia» y después vinieron más voces que clamaban por
información «por favor, averigüeme de Ingrid Celeste»  «¿Y de Mayra no saben
nada?»  «Busque en la lista a Blanca Lidia»,  «no sabemos nada de Sara
Escalante, ayúdenos por favor».



La escena anterior sucedió de forma reiterativa el miércoles 21 de junio de
2023 frente al portón principal de la Penitenciaría Nacional Femenina de
Adaptación Social (PNFAS), ubicada en la aldea Támara de Tegucigalpa, 36
horas después de una reyerta y un posterior incendio que dejó 46 mujeres
muertas tras lo que, según las autoridades hondureñas, fue un ataque armado
perpetrado por integrantes de la pandilla Barrio 18  en contra del módulo
donde estaban recluidas las mujeres que pertenecían o eran afines a la
MS-13.



María González llegó muy temprano a la cárcel de Támara  al día siguiente de
la tragedia,  para preguntar a las autoridades por su hija Dunia Raquel
González.  Le respondieron que no tenían información y la enviaron al
edificio de Medicina Forense en Tegucigalpa, donde después de esperar un par
de horas le dijeron que tampoco ellos tenían información y la mandaron
nuevamente a la PNFAS. «Me mandan de nuevo al centro penal y de allá vengo,
ahí no dejan entrar y no dan lista de las que están ahí, solo nos dicen que
si no salen en los listados es que están bien, que nos van a llamar», nos
dijo doña María.



Al igual que doña María, cientos de personas llegaron a los portones de la
PNFAS con la intención de cerciorarse de que sus familiares estuviesen bien.
Y por más que recibían respuestas  que en la mayoría de módulos del centro
penitenciario no había pasado nada, en los portones se seguían escuchando
las voces preguntando por Fátima, Ingrid o Sara. «Queremos verlas», decía
Ulda, quien había viajado el 20 de junio desde Salamá, Olancho, y tenía 36
horas esperando por noticias en los portones de la cárcel. Ya había
escuchado decenas de veces que en el módulo donde estaba su hija no habían
fallecidas, pero ella quería verla, estar segura, porque no confiaba en un
Estado que falló en la protección de 46 privadas de libertad.



«Solo dicen que están bien, pero yo quiero verla. Yo entiendo la situación y
sé que ellos como autoridades están haciendo algo por las que están [vivas]
y que es una responsabilidad. Estamos preocupadas porque lo que pasó puede
tener una secuela y lo peor es que nos dijeron que hay unas que no aparecen
ni en las listas ni adentro, y por eso harán un recuento, entonces imagínese
¿cómo voy a estar tranquila?» dijo Ulda, que no se rindió con la poca
información que le brindaron, pues al día siguiente se plantó en las afueras
de la PNFAS pidiendo información sobre su hija, «mire, ellos podrían tomar
una foto y ya no hubiera dudas ni gente esperando aquí», expresó.



Al 7 de julio de 2023, todavía no habían sido identificadas 18 de las
mujeres que murieron en la PNFAS. Serán identificados a través de pruebas de
ADN, una vez que fueron descartadas otras pruebas como las huellas
dactilares y el odontograma, un ejercicio en el que un odontólogo forense
hace un cruce de información con el familiar y si todo coincide el médico
decide entregar el cuerpo.



Issa Alvarado, jefa de prensa de Medicina Forense, le dijo a Contracorriente
dos días después de los asesinatos que el tiempo de identificación de una
persona a través de una prueba de ADN dependía de la calidad de la muestra
recolectada, «no es un proceso inmediato, pero hay profesionales trabajando
para dar una  respuesta pronta a los  familiares», dijo.



En el comunicado 18-2023 del Comité Nacional de Prevención Contra la
Tortura, Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (Conaprev) se recomienda
«publicar los nombres de las mujeres fallecidas en PNFAS para determinar
fehacientemente la individualización correspondiente, así evitar tratos
crueles para los familiares y prácticas tendientes a contribuir con la
impunidad».



Conaprev también recomendó que se proteja la integridad de las mujeres
sobrevivientes del evento violento buscando alternativas de reubicación que
permitan salvaguardar su vida e integridad, también del personal
administrativo y de custodia que labora en el centro penitenciario. Hasta el
momento, el acceso a la cárcel es restringido, sin embargo, fuentes
extraoficiales han dicho a Contracorriente que las mujeres identificadas
como las victimarias de la reyerta están conviviendo en un mismo espacio con
las sobrevivientes.



Las fallas que detonaron la tragedia



Iniciaba el gobierno de la primera mujer presidenta en la historia de
Honduras y ya se estaba decretando la emergencia en el sistema
penitenciario, esto en el marco de la desmilitarización de la seguridad
pública que había prometido la presidenta en su campaña. El 1 de marzo de
2022, el Consejo de Ministros declaró un Estado de Emergencia en el Sistema
Penitenciario a través del Decreto PCM-03-2022  que dice «que a partir de la
militarización del Sistema Penitenciario del país se han incrementado los
niveles de violencia dentro de los centros penales» y explica que los
amotinamientos ocurridos previamente en la cárceles respondían a una
dinámica de crimen organizado que empeoró con la intervención militar
perpetrada por el gobierno de Juan Orlando Hernández.



Aunque no lo dicen,  las dudas de Ulda y otras familias son coherentes con
lo errático que ha sido el nuevo Gobierno en su abordaje para conseguir el
control de las cárceles. Después del proceso que apenas iniciaba de
desmilitarización del sistema penitenciario, en el marco de la emergencia,
el 8  de abril de 2023, cuatro amotinamientos simultáneos sacudieron al
gobierno.  En respuesta, la presidenta Xiomara Castro nombró a la
viceministra de Asuntos Policiales, Julissa Villanueva como coordinadora de
una intervención del sistema penitenciario.



Un proceso que falló, y que según Villanueva, no fue por su culpa sino por
una serie de factores que apuntan a la responsabilidad del exministro de
Seguridad, el general de policía Ramón Sabillón, y del director de la
Policía Nacional, ahora ministro de Seguridad Gustavo Sánchez. Estas fallas
llevaron a que la Policía Militar del Orden Público (PMOP), una fuerza
creada por el expresidente Juan Orlando Hernández y altamente cuestionada
por su legalidad y por violaciones a derechos humanos , tomara el control
del sistema penitenciario después de que el gobierno disolviera la
intervención liderada por la viceministra. Villanueva cree que esto es un
retroceso.



Hubo señales no atendidas que pudieron evitar la muerte de 46 mujeres que
estaban bajo custodia del Estado.  Aparte de los amotinamientos en las
cárceles, una fuente confió a Contracorriente sobre la existencia de un
informe proveniente de este centro penitenciario que llegó a manos de la
viceministra Villanueva una semana antes de la tragedia en el que se
señalaba que había indicios de que podía ocurrir un ataque entre privadas de
libertad de los módulos 1 y 4. Además, familiares de privadas de libertad y
defensores de derechos humanos que entraron antes de la tragedia reportaron
que era necesario separar a las mujeres pertenecientes a  pandillas
contrarias porque ya había amenazas y un ambiente hostil. La viceministra
habló en medios nacionales de que recibió informes preliminares, pero que no
sabía que trataban de la cárcel de mujeres y en entrevista con
Contracorriente, dijo que ella no recibió tal informe y que ya había
visitado antes la PNFAS y no vio las supuestas señales de que allí
explotaría tal tragedia.



«A mi me duelen las mujeres de PNFAS, yo le decía a la presidenta que esa
era la primera cárcel que había que intervenir, que esa era la cárcel que
debía ser la modelo del sistema penitenciario porque este es el gobierno de
la primera mujer presidenta», dijo Villanueva sentada en su oficina en la
Secretaría de Seguridad, rodeada de una estructura policial en la que no
confía.



Hay documentos oficiales que sustentan que el gobierno sabía de la bomba de
tiempo en los penales y cuya responsabilidad colocó sobre la comisión
interventora. En el literal e) del artículo 6 del PCM-04-2022 con el que se
declaró Estado de Emergencia se establece que las personas privadas de
libertad debían clasificarse. «La Policía Nacional, en el marco de la
Intervención temporal del Sistema Penitenciario, tendrá las siguientes
funciones: […] e) Clasificar los centros penales existentes y la población
recluida en ellos, tomando en cuenta los diseños arquitectónicos de los
centros y el perfil criminológico de la persona privada de libertad, en base
a los estudios técnicos de peligrosidad».



Pero también, apenas dos meses antes de la tragedia, la comisión
interventora bajo la dirección de Villanueva concentró el poder, cambió al
director del Instituto Nacional Penitenciario, el Comisionado General
Otoniel Castillo Lemus, a quien el exministro Sabillón había nombrado en la
transición del sistema penitenciario de los militares a los policías.
También desautorizó a los directores de los centros penales de realizar
cualquier trámite. Sin embargo, la viceministra asegura que ella tiene todas
las pruebas de que hizo todo lo que pudo en apenas un mes y medio y que fue
el General Sabillón, el exministro de Seguridad, el que no facilitó que la
policía trabajara con celeridad sobre los planes de la interventora.



«Yo era la presidenta de la interventora, tenía poderes para quitar a
Castillo Lemus, lo dejamos aparte en una transición porque era la misma
policía que íbamos a intervenir, la doctora Villanueva tiene otra forma de
trabajar. Hubiéramos tenido un producto diferente si hubieran seguido
nuestro trabajo, no lo saqué por corrupto sino porque tenía que limitarlo»
explicó Villanueva y agregó que la circular en la que se indica que todo
trámite debía pasar por la supervisión de la interventora la hicieron porque
había muchas irregularidades en la emisión de cartas de libertad y
traslados. «Una jueza mandaba una carta de libertad y de inmediato había que
darles la libertad. Y paramos eso porque había irregularidades y corrupción
entonces ellos al menos tenían que enseñarme la carta de libertad, revisé
muchas. Había una carta de libertad que decía que ordenaba libertad urgente
para un hombre con tres nombres y ¿a quién querían que liberaran? al Cholo
Houston que estaba con usurpación de identidades. ¿Quién detuvo la salida?
Solo nosotros y sabíamos las presiones y amenazas».



El 27 de junio de 2023, después de la salida de Villanueva de la
interventora y con la intervención dirigida por militares, encontraron al
cabecilla de la MS13 alias Cholo Houston en la cárcel de máxima seguridad
«La Tolva» en Morocelí, a pesar de que él estaba inscrito en la cárcel
general de Támara.



Desde afuera, ahora la viceministra ve con preocupación la intervención
militar del sistema penitenciario y aseguró que el mal de raíz, la
corrupción, no está siendo la prioridad.



La viceministra contó que ella misma ayudó a la redacción del decreto que le
dio vida a la interventora y que ella misma colocó la responsabilidad de
realizar un plan de contingencias después de los enfrentamientos que se
dieron en distintos centros penales del país, «era un llamado al desafío»,
dijo y justificó que no hubo tiempo para realizar los planes, porque desde
los centros penales había presiones pero también porque dentro de la misma
policía había corrupción e intereses con que todo fracasara incluso antes de
iniciar. «Esto es un monstruo de corrupción el que teníamos enfrente, de
policías, de militares, de crimen organizado. En nuestra intervención todos
los traslados costaban dinero, la corrupción del sistema la comencé a
encontrar, la corrupción de las tortillas, de la carne, de los alimentos
[…]».



Contracorriente habló con una fuente cercana al sistema penitenciario que
pidió que protegiéramos su identidad. Sobre los señalamientos que hizo
Villanueva tras su destitución de la dirección de la interventora, la fuente
aseguró que es un trabajo muy complejo el que se realiza en los centros
penales y destacó que, previo a la interventora, estaban intentando
gestionar de otra forma a los privados de libertad.



«No tuvieron el tacto o la delicadeza con la que se tiene que manejar esa
problemática de los centros penales, solo quien trabaja ahí sabe cómo se la
tiene que jugar para salir adelante en esos procesos, pero no sé qué motivó
a las privadas de libertad de la Penitenciaría Nacional Femenina de
Adaptación Social [PNFAS] a hacer esas cosas. Antes no hubo ningún problema
de reyertas ni de muertes, se intentó manejar a los centros penales de forma
diferente. Con el Instituto Nacional de Formación Profesional [INFOP] se
consiguieron capacitaciones, incluso con CONDEPOR [Comisión Nacional de
Deportes, Educación Física y Recreación] un curso de entrenadores de fútbol,
hasta jugaban entre módulos. Íbamos por buen camino», aseguró la fuente.



Además, sobre las mismas acusaciones de corrupción y vínculos de la Policía
con el crimen organizado que señaló Villanueva, la fuente aseguró que «es
raro que ella, estando en la cabeza de la Policía Nacional, se exprese de
esa manera porque si ella sabe que alguien es malo ella tiene autoridad para
sancionar y remitir a la Dirección de Asuntos Disciplinarios Policiales
[DIDADPOL], entonces no sé porqué se expresa así si tiene el mando y puede
hacer que haya cambios. Si yo tuviera el poder haría los informes y los
metería en la fiscalía. Pero sus razones debe tener, no sé qué quiere
ganar».



Pero Villanueva ahora habló y dijo estar consciente de que está «sentada en
un hormiguero», dijo que recibe constantes amenazas de muerte y que se niega
rotundamente a ser el chivo expiatorio en medio de esta crisis, porque todas
sus acciones y las peticiones de intervención rápida tanto en Támara como en
la PNFAS fueron ignoradas por la policía.



Escribimos al general Ramón Sabillón y al  ministro de Seguridad, Gustavo
Sánchez para gestionar una entrevista, pero al cierre de esta nota no
respondieron nuestros mensajes.



«Íbamos a empezar con las mujeres. Yo a PNFAS había ido muchas veces, no era
algo nuevo, porque yo cuando era directora de Medicina Forense [en el
gobierno anterior] siempre me interesé en eso. Nosotros no nos podíamos
meter más allá de la gobernanza porque eso le tocaba a la policía, a
Castillo Lemus, yo me metía a ver cómo estaban las condiciones, las cocinas,
las clínicas, las actividades educativas, trabajos integrales y el plan para
hacer la identificación. Yo pedí que el odontólogo hiciera las muestras
odontológicas de las privadas por su salud oral y por la identificación»,
contó Villanueva, pero también aseguró que nunca vio que la tensión que allí
se vivía iba a derivar en una matanza.



«No, le juro que no vi [que hubiera amenazas en PNFAS]. Yo me metí hasta el
corazón donde estaba la [pandilla] 18, donde estaba la MS, la doctora
Villanueva nunca miró aquello como el problema de dos bandas, simplemente
estábamos buscando la integración y la clasificación de las privadas de
acuerdo a sus delitos no de acuerdo a su afiliación por maras. Para llegar a
eso debíamos tener el diagnóstico, cuando a mi me dicen que yo iba a hacerlo
tenía que poner prioridades y la primera era la recuperación de la
gobernanza, el desarme, estudiar el hacinamiento, recuperar que todas estén
en un adecuado lugar y establecí como prioridad los menores infractores y
las mujeres de PNFAS. Porque la mesa de cooperantes —que me apoyan mucho—
entendieron que necesitábamos esto», dijo.



Villanueva aseguró que contaba con el apoyo de la Embajada de los Estados
Unidos y que ya había traído expertos de Israel y México para que la
intervención fuera exitosa a través de la creación de unidades de
inteligencia penitenciaria. Además añadió que no pidió asesoramiento al
gobierno de El Salvador porque ella es una defensora de derechos humanos y
porque los cooperantes estaban en contra de procesos represivos como los que
está llevando a cabo el gobierno vecino en su sistema penitenciario. Incluso
cuando Carlos Marroquin —director de Reconstrucción del Tejido Social en El
Salvador y quien ha sido señalado por el Gobierno de los Estados Unidos como
uno de los articuladores de las supuestas negociaciones del Gobierno
salvadoreño con las pandillas— visitó al hijo de la presidenta de Honduras
para asesorar sobre este tema, Villanueva no fue invitada.



Después de la tragedia en la PNFAS, todas las miradas cayeron sobre la
interventora, Villanueva insistió en que, a pesar que ella no creía que la
cárcel de mujeres iba a ser el escenario de la tragedia carcelaria que marcó
el rumbo de las política de seguridad en Honduras, para ella eran una
prioridad, pero hubo un boicot.



«Las mujeres no son la prioridad y yo oía las presiones: ¡pam pam pam! en
Morocelí ¡pam pam pam! en Ilama ¿quién hablaba de las mujeres? no había
miedo de que las iban a matar, solo miedo normal en relación a esa
separación de pandillas. Si me tiran un muerto en Ilama, otros muertos en
las otras cárceles ¿será que podían esperar las mujeres? yo pedí
intervención simultánea de Támara, PNFAS e Ilama pero me dijeron que la
policía no tenía los recursos, el músculo ni la logística» contó.



Villanueva agregó que ella sabe que la gente ha dicho que la interventora no
estaba haciendo nada y preguntó «¿quiénes eran los que no se movían y no
estaban preparados? la policía, porque tenían una presión con la seguridad
ciudadana y carcelaria y estaba la desmilitarización y los militares no
podían entrar», agregó.



Una imagen que circuló y por la cual las autoridades han determinado que la
Pandilla 18 inició la reyerta en la PNFAS muestra a una mujer vestida de
negro, con una insignia de The Punisher y cargando un arma, ella fue
identificada por fuentes policiales como «La negra suicida» de la clica
Shadow Park Locos de la Pandilla 18. Esa imagen señaló inicialmente como la
única culpable de la tragedia a esa pandilla y la Policía Nacional ha
indicado que 12 personas vinculadas están siendo investigadas por la autoría
de la masacre.



Pero la PNFAS era una bomba de tiempo y estalló.



No se sabe quién ingresó las armas ni cómo, pero una fuente cercana al
sistema penitenciario nos dijo que «hay tantas formas de meter un arma y los
privados de libertad tienen tanto tiempo para pensar cómo ingresar cosas
ilícitas, se habla hasta de drones, un dron que puede mover hasta 20 litros
de gasolina, a veces la autoridad se presta pero es raro porque teníamos una
fuerza nacional de centros penitenciarios entonces para que entrara algo
tenía que pasar por ahí, entonces no sé cómo se pudieron saltarse eso».



La viceministra Villanueva fue la persona que publicó la fotografía de
supuesta pandillera empuñando un arma en su twitter, dijo que porque esa era
una manera de presionar, ya que desde a las seis de la mañana que comenzaron
a recibir información de los disparos en la PNFAS ella estuvo llamando a la
policía para que actuaran pero no fueron rápidos. «Si hubieran llegado
antes, quizá no las hubieran quemado», expresó.



«46 y ¿quién es el culpable de todo esto? ¿las reyertas entre ellas que ya
tenían planificado matarse porque tenían sus problemas de maras? o  ¿a quién
le interesaba todo esto? yo ya había cambiado gente corrupta de Támara,
había cambiado director, subdirector, los economatos del dinero ya los
estaba neutralizando, allí comenzaron a decir que me iban a matar y después
la muerte de las muchachas de PNFAS. Yo nunca he sido una mujer que llora ni
que tiene miedo pero aquí sí tuve miedo. ¿Qué hice mal yo? mi dedicación era
exclusiva en 100% y real, aquí fracasó todo menos la doctora Julissa
Villanueva», dijo.



Las amenazas



A  doña María, su hija Dunia la llamó un viernes, cuatro días antes de los
asesinatos. Fue una llamada corta. Preguntó por la familia y por el
bienestar de sus dos hijas de 7 y 9 años. A pesar de que la conversación no
fue extensa, la señora notó que su hija estaba preocupada,  «no estaba muy
alegre, me dijo que las tenían amenazadas, pero no me dijo más. Ella quería
salir de ahí, ¿y cómo? no podía», dijo.



Hay otras referencias de amenazas entre reclusas. Delma Ordóñez, presidenta
de la Asociación de Familiares de Privadas de Libertad, contó en un espacio
de Twitter organizado por Contracorriente que en una visita realizada a la
PNFAS semanas antes de la tragedia, se sentó en la cama de una privada de
libertad,  madre de siete hijos y con enfermedad terminal. Entre las rejas y
con angustia, ésta le reveló a Delma que sentía desesperación por salir de
prisión para apoyar a una de sus hijas que



necesitaba una operación; su desesperación se daba a pesar de que en dos
meses tendría el beneficio de salir bajo libertad condicional. «Tengo que
salir de aquí para ayudar a mi niña», le dijo. Ella ya no pudo reunirse con
su hija, es una de las 46 mujeres que fueron asesinadas en la PNFAS.



Mientras Delma hablaba con esta privada de libertad,  le dijo a otras
privadas ahí presentes, que al salir de ahí se dirigiría a hacer  una
entrevista en un canal de televisión y una de ellas le dijo «¿cómo va ir
así?» Y entonces aquella celda del centro penitenciario se convirtió en un
improvisado salón de belleza en el que peinaron y maquillaron a la defensora
de derechos humanos.



Mientras le arreglaban el pelo, esas mujeres le contaron que sentían miedo.
Le contaron que todos los días escuchaban gritos, «perras, váyanse de aquí,
este es territorio nuestro». Delma describió un escenario que ayuda a
entender por qué ese martes 20 de junio se convirtió en tragedia.



Hasta antes de los asesinatos, la PNFAS albergaba a 914 privadas de
libertad,  103 de ellas habitaban en el módulo 1, donde están recluidas las
mujeres que supuestamente pertenecen a la MS-13, el resto del penal es
población común e integrantes del Barrio 18. «Ese centro penal es controlado
por el Barrio 18 y entonces la mayoría de las privadas de libertad que no
pertenecen a ninguna estructura jalan para allá [simpatizan con el Barrio
18], porque no les queda de otra», dijo Delma.



Desde el anonimato, una fuente confió que  entre las víctimas del 20 de
junio había unas 28 mujeres que no pertenecían a la MS-13 aunque estuviesen
en el módulo 1. «Estaban en ese hogar no por pertenecer a la pandilla sino
porque viven en zonas controladas por la MS. La mayoría de mujeres que son
vinculadas a esta pandilla, no están involucradas», dijo y luego explicó que
en muchas ocasiones son detenidas junto a sus parejas, por el simple hecho
de estar con ellos cuando son detenidos. Además aseguró que ha pasado igual
con hermanas y madres que son vinculadas y detenidas a estructuras
criminales por la relación familiar con un pandillero y estar presentes en
el momento de la detención.



«La mayoría que murieron es que vivían en esas zonas [controladas por la
MS-13] y otras que obligadas por la necesidad se metieron a vender drogas»,
mencionó.



La bomba de tiempo



Las cárceles de Honduras han sido el reino de la corrupción y el terror por
mucho tiempo. La tragedia en la PNFAS no ha sido la única del sistema
penitenciario. En 2003, en la cárcel de El Porvenir, Atlántida, tras una
reyerta se contabilizaron 66 muertos. En el 2004, en un incendio perdieron
la vida 107 privados de libertad en la cárcel de San Pedro Sula, por este
suceso el Estado fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH). En febrero de 2012, 360 murieron en un incendio en la cárcel
de Comayagua. Muertes tras reyertas e incendios, todas ocurridas en
gobiernos del Partido Nacional que llevaron sus políticas de seguridad con
el estandarte de la «mano dura».



También en el gobierno del nacionalista de Juan Orlando Hernández, quien
enfrenta juicio por narcotráfico en los Estados Unidos, hubo violencia en
las cárceles e intervención militar. Por ejemplo, en el centro penal de Tela
fueron asesinados 18 privados de libertad en 2019 y en el mismo año, en El
Porvenir, Francisco Morazán,  murieron otros 19.  De acuerdo con cifras del
Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) unas 1,050 personas
privadas de libertad murieron de forma violenta en el sistema carcelario
nacional entre 2003-2023.



Según Jenny Almendárez del Centro para la Prevención de Torturas, tratos
crueles e inhumanos (CPRTRT) actualmente hay 19,400 privados de libertad, de
los cuales el 63% está en la mora judicial o sea está pendiente de recibir
condena. Además, según Delma Ordóñez, las cárceles del país tienen un
hacinamiento del 143%, que significa que su capacidad está desbordada en más
de 10,000 personas privadas de libertad. Nada de esto es nuevo, como no es
nueva la muerte ni la mano dura ni la militarización como reacción.



Durante la administración de Juan Orlando Hernández, los militares coparon
espacios alejados de sus funciones originales, incluso fueron encargados de
incentivar el agro y se les entregaron funciones durante la pandemia de
Covid-19. En diciembre de 2019, en el segundo período de Juan Orlando
Hernández, los militares, a através de la Fuerza de Seguridad
Interinstitucional Nacional (FUSINA), asumieron el control de los centros
penales tras el asesinato de Nery Sanabria, alias Magdaleno Meza, un
narcotraficante que aparentemente poseía una libreta con información que
vinculaba al hermano del presidente, Antonio Hernández, condenado en los
Estados Unidos por tráfico de drogas.



Delma Ordóñez, presidenta de la organización de familiares privados de
libertad, es de la convicción de que los militares no deben administrar los
centros penales e incluso recordó que esta fue una sus peticiones «fuertes»
cuando inició esta administración. Para ella era una necesidad la
desmilitarización de los centros penales a nivel nacional porque considera
que estando los militares al frente fue cuando se presentó la mayor cantidad
de violaciones a  los derechos humanos de los privados de libertad.



La defensora de derechos humanos recordó que durante el control militar en
las cárceles recibió varias denuncias. Por ejemplo,  en el centro penal de
Tela, el director era dueño de la pulpería en el interior del recinto y a
los familiares no se les dejaba ingresar ningún producto, solo podían entrar
con dinero y comprar todo en el negocio del director. Agregó que en Támara,
los directores tenían una crianza de cerdos y que hubo ocasiones en que
algunos presos fueron llevados a trabajar a casas o fincas de los encargados
de los penales, «y de todo eso hay pruebas, la pregunta del día es ¿Cómo
confiar?», dijo Delma.



Al inicio del actual Gobierno, pareció que los militares perdían espacio, al
menos a la vista del ojo público, pero no fue así dado que su presupuesto
sigue siendo enorme —10,662 millones de lempiras para el 2023, aumentado
1,300 millones respecto al del 2022— solo por detrás de la secretaría de
Salud y Educación. Incluso, el Congreso Nacional, cuya junta directiva es
afín al Partido Libre, autorizó la compra de cinco helicópteros para las
Fuerzas Armadas.



Y ahora se hizo todo evidente, los militares que antes fueron  desterrados
de los centros penitenciarios, vuelven como si fueran la panacea para un mal
que es muy antiguo, pero que presentó fuertes síntomas el sábado 8 de abril
cuando hubo cuatro amotinamientos simultáneos en El Porvenir, La Tolva,
Penitenciería Central de Támara y El Pozo, en Ilama, Santa Bárbara.  



.Después de los amotinamientos simultáneos en cuatro cárceles, la presidenta
Castro a través de Twitter, escribió: «Sé del esfuerzo de la Policía y la
Secretaría de Seguridad en la disminución de homicidios y corrupción, pero
voy a intervenir enérgicamente los centros penales. 12 años (144 meses) de
saqueo y colusión con el narcotráfico, maras, pandillas y crimen organizado
público y privado, no se arreglan en 12 meses».



Y esa es la intervención que presidió fugazmente Julissa Villanueva y que
narra por momentos como una serie de terror. «Lo primero que sucedió es que
iba a necesitar unas 2000 personas para eso y ¿de dónde? de la Policía
Nacional y había que tener un plan y lo primero que les digo es que hay que
hacer un plan: sí doctora pero hay que hacer tiempo, análisis, va a
necesitar carros, baños, logística […] pedí el plan para intervenir la
cárcel de mujeres y me dijeron que no, que esa no era tan importante porque
ellas no son tan violentas», contó.



Además, aseguró que la policía decía que no podía atender las requisas
necesarias en los centros penales ni los sábados, ni los domingos, ni los
lunes, porque «esos días hay partidos de fútbol y la gente está en las
calles y que no podía disminuir la atención a la ciudadanía para meter dos
mil policías activos a PNFAS o a las demás cárceles».



La interventora presentó un plan para reclutar nuevos agentes penitenciarios
y que los cooperantes le estaban apoyando en esto, según Villanueva. «Me
mandaron prestados 1400 policías para los centros penales y eran todos una
resaca de irregulares, algunos depurados, otros que habían cometido faltas,
no había ni uno limpio, por castigo los mandaban a los penales», explicó y
por eso intentó limpiar la casa primero.



Villanueva aseguró que ella ya había montado inteligencia penitenciaria y le
daban información, le dijeron lo que había en Ilama, quiénes eran los
corruptos que metían armas «y yo llevaba eso apuntadito. Pero de PNFAS nunca
me habían dado una información, se lo juro, sino yo hubiera intervenido de
inmediato» dijo.



Las requisas que hizo la interventora con la dirección de Villanueva fueron
televisadas, la viceministra dice que esto fue una estrategia no de «reality
show», sino de transparencia, ya que ella descubrió que los policías no
estaban abriendo las caletas hasta que ella llegó a supervisar. Incluso
cuenta que los policías la dejaron sola en varias ocasiones dentro de la
cárcel de Ilama y que incluso pensó que la habían llevado a una trampa para
matarla.



«A mi que me investiguen porque tengo documentada toda mi gestión y todo lo
que no hicieron ellos. Yo no soy la responsable de un problema estructural,
solo tenía un mes y días de estar trabajando con tan buen suceso. Yo cumplí
la ordenanza de la presidenta, la doctora Villanueva hizo todo lo que estuvo
a su alcance, estamos ante un monstruo de corrupción y crimen organizado, mi
vida corre peligro, aquí estamos sentados en el hormiguero» dijo.



Ahora ve la nueva intervención militar de las cárceles, y ve las imágenes
del ministro de Defensa y sobrino de la presidenta quien junto con policías
militares destruyeron armas encontradas dentro de las cárceles, «yo jamás
hubiera permitido eso» dijo Villanueva, aduciendo que están destruyendo
pruebas claves para determinar el origen de esas armas que incluso podrían
llegar a autoridades importantes.



«Yo no soy una inútil y no seré el chivo expiatorio de nadie ni que denigren
mi imagen profesional porque cuando yo acudí a una asignación lo hice y lo
puedo demostrar, si esto fue premeditado o no, era para pararme», expresó.



Buscando entre las cenizas



En el módulo 1, donde ocurrió la reyerta, estaba la hija de doña Doña María.
Cuando en la tarde del miércoles 21 de junio llegó al portón de la PNFAS
para tener noticias, la encargada de comunicaciones leyó un listado en el
que se mencionó a Dunia Raquel.  De acuerdo con ese registro, su hija estaba
herida en el Hospital Escuela. Doña María  escuchó el nombre y se alejó casi
corriendo. «Es mi hija», repetía mientras se alejaba.



Horas después, doña María se encontraba en las oficinas de Medicina Forense.
Había ido al Hospital Escuela y en ese centro hospitalario no le permitieron
ingresar y tampoco le dieron información. Un conocido de la familia le
aseguró que Dunia no estaba hospitalizada, al contrario de la versión
oficial de la PNFAS.



En Medicina Forense el nombre de su hija figuraba en un listado que estaba
pegado en un centro de información que se había improvisado a través de la
instalación de  una carpa, atendida por dos jóvenes estudiantes
universitarios. Doña María concluyó que las mujeres que aparecían en ese
listado habían sido declaradas muertas.



Cuando nosotros preguntamos por la hija de doña María, los jóvenes
respondieron que esa no era una lista oficial, que esos eran  nombres de
personas que estaban siendo  buscadas por sus familiares. Doña María buscó
todo el día a su hija sin éxito.



«Bueno, mañana voy a madrugar al hospital», dijo doña María, un sitio que
todavía no había visitado. Su angustia había aumentado porque vio en la
televisión que en el módulo 1 solo habían quedado dos mujeres con vida, pero
en realidad era información falsa, pues en el módulo 1 estaban recluidas
103 privadas de libertad.



Doña María, la señora que buscó a su hija en medicina forense, PNFAS y en el
Hospital Escuela no la encontró en ninguno de esos establecimientos. Días
después, recibió información de que su hija estaba viva, pero hasta el
cierre de esta nota, no ha podido verla y sigue preguntando «¿cómo está mi
hija?». Mientras tanto, en una oficina de la Secretaría de Seguridad, la
viceministra Julissa Villanueva dice una y otra vez: «Yo pude haber hecho
muchas cosas más si me hubieran dejado trabajar».



* Reportaje publicado originalmente en Contracorriente, 13-7-2023:
https://contracorriente.red/2023/07/13/46-mujeres-victimas-del-estado-hondur
eno-quien-detono-la-tragedia/



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Honduras – Matanza en una cárcel de mujeres.
(https://correspondenciadeprensa.com/?cat=6738)

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