Brasil/ "Se potencia una institucionalidad que somete la política económica a las exigencias del gran capital". [Plinio Arruda Sampaio - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jun 20 22:43:22 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

20 de junio 2023

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Brasil



Entrevista con Plinio Arruda Sampaio Jr *



"Se potencia una institucionalidad que somete la política económica a las
exigencias del gran capital"



Gabriel Brito

Correio da Cidadania, 20-6-2023

https://correiocidadania.com.br

Traducción de Correspondencia de Prensa



Lula comenzó la semana reiterando sus críticas a la política monetaria del
Banco Central, que mantiene el tipo de interés en el 13,75%, un nivel que
hace inviable la reanudación de ciclos económicos de mayor intensidad. Esto
después de que el Ministerio de Hacienda, llegara, a duras penas, a un nuevo
marco fiscal para sustituir el inviable techo de gasto. Sin embargo, como
explica   el economista Plinio Arruda Sampaio Junior, el nuevo arreglo
mantiene una inviabilidad crónica de la administración pública en la idea de
"poner a los pobres en el presupuesto".



-¿Cómo analiza el nuevo marco fiscal y las prioridades establecidas por este
acuerdo macroeconómico?



El marco fiscal es una mejora del techo de gastos de Michel Temer. Mantiene
el mismo espíritu del techo de gasto, que es una política de Estado mínima,
de "reducción gradual pero no tan gradual" de la presencia del Estado en la
economía. Este es el espíritu del techo de gasto y se mantiene. Detrás de
todo, la prioridad es comercializar los servicios públicos y garantizar la
sostenibilidad intertemporal de la relación deuda-PIB. Estas son las dos
prioridades implícitas. El marco continúa la escasez que ahoga las políticas
públicas.



Se mantiene el bloqueo del gasto público. La diferencia respecto al antiguo
techo de gasto es que ahora este límite es más flexible y varía según la
coyuntura, pero el límite sigue vigente, aunque la economía crezca, digamos,
un 12% anual -lo que no está vigente, sino sólo por hipótesis-. Incluso en
ese caso, el gasto nunca podría superar el 2,5% del PIB en relación con su
hipotético aumento.



A las restricciones impuestas por el aumento de los ingresos fiscales, el
marco fiscal añade un segundo límite, al vincular el gasto público al
cumplimiento de los objetivos de superávit primario. Así, si el gobierno no
cumple con la meta, viene una cláusula draconiana que lo obliga a recortar
el gasto al año siguiente, independientemente de la coyuntura social y de lo
que ocurra en el país.



Este es el resumen del marco fiscal. Su impacto en la vida nacional es muy
fuerte. Si Lula hubiera aplicado las reglas del techo del marco fiscal
durante sus gobiernos anteriores, ciertamente no habría podido hacer lo que
hizo. Porque habría tenido que recortar gastos. João Sicsú, economista de la
UFRJ (Universidad Federal de Río de Janeiro), hizo el cálculo y mostró que
si esta regla se hubiera aplicado en el período 2003-2010, el gobierno
habría tenido que recortar 1,35 billones de reales. Y si la regla se hubiera
aplicado de 2003 a 2022, el recorte habría sido de 9 billones, casi un PIB
brasileño. Esto muestra la dimensión de la violencia que está detrás del
marco fiscal.



-Estos gatillos parecen castigos colectivos, con congelación de inversiones
sociales, congelación de salarios, prohibición de concursos públicos, toda
una gama que restringe las acciones y gastos estatales de incidencia directa
sobre la población. Al mismo tiempo, si el Banco Central autónomo no cumple
sus metas, no pasa nada e incluso se profundizan las mismas. ¿Cómo no
entender esto como una derrota política del programa elegido en las urnas?



Sin duda es una derrota. El marco fiscal aumenta el control del capital
sobre la política fiscal del Gobierno Federal. El impacto del nuevo régimen
fiscal no es sólo económico y social. También creará una crisis política.
Esto se debe a que, dependiendo de la coyuntura nacional, puede ser
imposible cumplir los objetivos de ajuste fiscal. Cuando el acuerdo fiscal
resulte imposible de cumplir, o el gobierno paralizará por completo la
acción o tendrá que pedir un indulto al Congreso. Es lo que ocurrió durante
el gobierno de Bolsonaro, que de hecho recibió varios indultos por
incumplimiento de la ley de techo de gasto. Porque era imposible cumplirla.
Entonces el Congreso hace una amnistía, pero, a cambio, impone una especie
de parlamentarismo de facto.



Por tanto, el nuevo marco fiscal, por un lado, refuerza enormemente el
control del gran capital sobre la política fiscal; por otro, crea una bomba
política, porque refuerza la capacidad del parlamento para proteger al
ejecutivo cada vez que éste incumple las reglas del capital. En esencia, se
mejora un marco institucional que somete la política económica a las
exigencias del gran capital. Eso es lo que hace el marco.



Estas cláusulas de castigo son tan draconianas que en la práctica hacen
inviable la administración pública. Seguramente no se aplicarán, y no se
aplicarán a costa de la tutela del Congreso sobre el ejecutivo. Es un tiro
en el pie. El gobierno compra la buena voluntad del mercado a corto plazo,
pero el precio es su inmovilismo a medio y largo plazo.



-¿Cómo eso puede dialogar con el programa político ganador de las elecciones
generales de 2022?



Lula hizo un discurso ambiguo en la campaña. Por un lado, prometió mantener
el modelo económico; y, por otro, que pondría a los pobres en el
presupuesto. Es la cuadratura del círculo, porque es imposible hacer las dos
cosas. El marco fiscal es una prueba de fuego. Lula tendrá que decepcionar
al capital o a los pobres que querían entrar en el presupuesto. Y el marco
fiscal, ya lo hemos indicado, demostró cuál era su elección. La elección fue
el capital, los Faria Lima. (zona de San Pablo considerada la sede del
“mercado financiero”: ndt)  Es un nuevo fraude electoral. Pero no es sólo el
marco fiscal lo que revela a lo que ha llegado el gobierno Lula-Alckmin.



La Nueva Educación Media (NEM) es otro ataque muy fuerte contra las clases
subalternas. Porque la NEM cambia la filosofía que orienta la educación de
los estudiantes. Entierra definitivamente la idea de formar un alumno que se
convierta en ciudadano para privilegiar la formación de un individuo
neoliberal. El cuadro fiscal, la inercia en relación a la NEM, la omisión en
relación a los ataques contra los pueblos originarios y el medio ambiente,
la incapacidad de enfrentar la cuestión militar, la docilidad ante la
codicia del Centrão (bloque de la derecha en el parlamento: ndt), configuran
claramente al gobierno Lula como el tercer gobierno del golpe contra los
trabajadores que comenzó con el fraude electoral de Dilma y redobló la
apuesta hasta llegar a Bolsonaro. No es un gobierno para deshacer lo hecho
por Temer y Bolsonaro; es un gobierno para institucionalizar y legitimar lo
hecho por ellos.



-Hubo una gran negociación política para lograr un presupuesto considerado
mínimo para las políticas sociales en 2023. ¿Es posible prever un resultado
fiscal compatible con la garantía de las políticas esenciales de bienestar
social o tenemos todo para ver repetida la misma lucha para 2024?



Sin duda veremos nuevos enfrentamientos presupuestarios. Porque el gobierno
no ha enfrentado ninguno de los problemas que están detrás de la fragilidad
fiscal de Brasil, que son:



1) el modelo económico de bajo crecimiento. El modelo es el mismo, nada ha
cambiado, la política económica es estrictamente la misma;



2) el gobierno no ha aumentado los impuestos ni reducido las exenciones
fiscales, que son gigantescas. En realidad, Brasil gasta en políticas
públicas mucho menos de lo necesario para satisfacer las necesidades
sociales. Y la forma de resolver esto sería aumentar los ingresos netos
disponibles. Pero no hay nada de esto, los globos sonda que salen sobre la
reforma tributaria muestran una modernización técnica del sistema
tributario, no un aumento de la carga tributaria y mucho menos medidas para
combatir la injusticia tributaria de este sistema;



3) el gobierno no tocó el principal rubro de gastos del Gobierno Federal,
que son los gastos con pago de intereses de la deuda pública y los gastos
financieros resultantes de la política monetaria y cambiaria que sostienen
la juerga del circo financiero que alimenta el rentismo. Los gastos
financieros representan 3,3 veces más que todo el gasto del gobierno central
en salud y educación. En otras palabras, el gobierno no ha enfrentado
ninguno de los problemas subyacentes a su fragilidad fiscal. Sigue
existiendo y se manifestará. Lo que se consiguió con este presupuesto del
PEC (Propuesta de Enmienda a la Constitución) de Transición fue un puntapié
para superar el primer año del mandato de Lula.



Pero los problemas financieros del Gobierno Federal reaparecerán rápidamente
porque la fragilidad fiscal es estructural. Si miramos hacia atrás veremos
que, aparte del gobierno de Temer, que hizo el techo de gastos y dijo
"miren, la implementación solo comenzará después de que yo me vaya",
Bolsonaro tuvo problemas para cumplir con el techo de gastos todos los años.
El bloqueo fiscal imposibilita el funcionamiento de la administración
pública. Sin base financiera es imposible hacer funcionar el SUS (Sistema
Único de Salud), financiar la educación pública, hacer inversiones en
infraestructura, etc. Existe un antagonismo irreconciliable entre la
política fiscal, que forma parte de la política económica, y los preceptos
de la Constitución de 1988. Seguirán chocando, seguirán imposibilitando el
funcionamiento del país. Es decir, detrás de todo hay una enorme crisis
política. Es imposible resolver la crisis política brasileña sin superar la
contradicción irreconciliable entre una política económica que profundiza el
neoliberalismo y un marco constitucional que obliga al Estado a hacer
políticas públicas. Esta contradicción se manifestará innumerables veces y
agravará la crisis nacional.



-Otro foco del debate, que también choca entre el programa económico elegido
por las urnas y el programa del gran capital, es el de los tipos de interés.
¿Cómo ve este asunto, hasta ahora sin cambios por parte del presidente del
Banco Central, a pesar de todas las críticas, incluso de los empresarios?



Así como el capital tomó el control de la política fiscal, con la autonomía
absoluta del Banco Central, también tomó el control de la política
monetaria. El Gobierno Federal se quedó sin instrumentos de política
económica. Se convirtió en una especie de rey de Inglaterra.



El tipo de interés es un precio estratégico para la economía. Si se mantiene
en la estratosfera, asfixia a la economía paralizando las inversiones y
deprimiendo el crédito al consumo. Los tipos de interés, por supuesto, deben
bajar. Sin embargo, es ingenuo imaginar que esto sería suficiente para
resolver la tendencia estructural al estancamiento que se ha apoderado de la
economía brasileña desde 2014.



El crecimiento del PIB no depende solo del tipo de interés. Depende
básicamente de la existencia de frentes de expansión del capitalismo. Brasil
es una economía cada vez más especializada en la división internacional del
trabajo. Su expansión depende del dinamismo de la economía mundial. Pero la
economía mundial está en crisis y el comercio mundial en una crisis aún
mayor. Si el tipo de interés baja, un poco la situación, pero el país
seguirá estancado.



Evidentemente, la bajada de los tipos de interés reduce la presión sobre los
deudores, permite una mayor expansión del crédito, etc. Pero la reducción de
los tipos de interés no es una panacea. Para mejorar la vida de la gente, es
toda la política económica la que tiene que cambiar.



-¿Y cuáles serían esos cambios?



El país necesita una alternativa al neoliberalismo. Si no tiene una
alternativa al neoliberalismo, es ingenuo imaginar que un cambio aislado y
de actualidad pueda alterar sustancialmente el curso de la economía. El
cambio implica cuestionar toda la arquitectura del Plan Real. El punto de
partida es cambiar los criterios de prioridad que rigen la organización
económica del país. Si la prioridad es crear negocio para el capital a
cualquier precio y garantizar el circo financiero, el único camino es
profundizar cada vez más el neoliberalismo. Pero si la política es colocar a
los pobres en el presupuesto, crear empleos y resolver los problemas
nacionales, urge una política económica coherente con el cambio de
prioridad.



Es imposible cambiar sólo una parte. La política económica no es una suma de
medidas. Es un todo. El cambio comienza por revertir la autonomía del Banco
Central, por rescatar la política fiscal de las manos de los rentistas, por
nacionalizar las empresas de los sectores estratégicos de la economía, por
revertir el proceso de liberalización comercial y financiera, y por fijar
otra agenda, otros criterios de prioridad para el país.



El cambio en la política económica, depende a su vez de un cambio político.
Depende de un cambio en la correlación de fuerzas en la sociedad brasileña.
Si el pueblo no se moviliza, no está en las calles y no exige otra
prioridad, nos quedaremos con la correlación de fuerzas que está instalada
desde 2016, da las cartas e impone el rumbo del país. Dentro de esta
correlación de fuerzas, que cambió profundamente el Estado brasileño, el
margen de maniobra del gobierno de Lula es mínimo. Lo más que puede hacer es
reducir la dosis de veneno neoliberal. Pero sigue siendo veneno.



-Hace años usted acuñó el concepto de "reversión neocolonial". ¿Es esta
economía que ha creado 30 millones de hambrientos y 100 millones de pobres
la que inevitablemente necesita ser revertida?



Estamos asistiendo a un colapso del Estado nacional. La NEM por ejemplo,
representa el abandono absoluto de una idea de colectividad nacional. Una
cosa es educar a los jóvenes para que sean ciudadanos. Otra cosa es educar a
los jóvenes para que sean capaces de pisarle el cuello a su madre cuando
compitan en el mercado laboral. Le están diciendo a los jóvenes "dense
vuelta, cada uno para sí ".



Sin enfrentarse a las fuerzas responsables de la desorganización del Estado
nacional, nada podrá impedir el avance de la barbarie. La política de la
burguesía es administrar la barbarie, combinando porra y política de
bienestar. La política de bienestar requiere recursos. Para que la máquina
federal funcione mínimamente, la Unión necesitaría una inyección adicional
de recursos de al menos el 1 o el 1,5% del PIB. Sin esto, es difícil evitar
que la gente muera de hambre en las calles, que el sistema sanitario se
colapse y que la educación pública se desintegre. Por el ritmo de trabajo en
el Congreso Nacional, parece que la burguesía brasileña no está dispuesta a
hacer tal concesión. Sin una solución real, el expediente encontrado por el
gobierno Lula es recurrir a dribleadores miopes.



-Frente a lo que usted dice, detener la hemorragia más dramática de nuestra
vida cotidiana, costaría una miseria. Pero esto tiene un lado que parece
paradójico, porque se trata de mantener la legitimidad de un sistema cuyos
beneficiarios son una minoría, y una minoría que está ganando mucho y aun
así no puede tolerar concesiones mínimas, lo que al final garantizaría una
estabilidad política más prometedora. De este modo, ¿cómo se observa la
prevalencia del programa económico de los mercados en el seno de las
democracias liberales? ¿Esta lógica implacable de los mercados no estaría
dinamitando los propios pactos sociales de estas democracias liberales,
dentro y fuera de Brasil?



Enfrentar el hambre le costaría una miseria a la burguesía, pero, como vimos
en las Jornadas de junio de 2013, no está dispuesta a ceder ni un centavo.
Vivimos la crisis estructural del capitalismo, que combina inextricablemente
la acumulación de capital y el avance de la barbarie. El avance de la
barbarie viene dado por el progresivo deterioro de las condiciones de vida
de los trabajadores y por la crisis medioambiental. Porque la respuesta del
capital a la tendencia a la baja de la tasa de ganancia es una ofensiva
permanente sobre el trabajo y el medio ambiente. Este es el nuevo patrón de
acumulación. Y a este nuevo patrón de acumulación debe corresponder un nuevo
patrón de dominación. La barbarie crea conflicto, crea una época de
revueltas permanentes, en todos los rincones del mundo, y la burguesía debe
sofocar a los revoltosos.



La crisis estructural del capital erosiona la democracia liberal en todo el
mundo, empezando por Estados Unidos, epicentro de una gran crisis política.
No puedo imaginar ninguna salida mínimamente civilizada dentro de este
régimen político burgués. El capitalismo de nuestro tiempo requiere un
modelo autoritario de dominación para gestionar la barbarie. Más allá de la
picaresca de la política, esto es lo que explica a Trump, Bolsonaro,
Erdogan, etc.



No tiene sentido atacar al fascismo desde dentro del sistema, porque es el
sistema el que hace al fascismo. Combatir el fascismo requiere la
movilización de las fuerzas políticas que están en contra del sistema. Y
esta es la crisis de la izquierda en todo el mundo, porque la izquierda no
discute el futuro. Se opone al fascismo ofreciendo el pasado, que está
muriendo. Así que lo máximo que consigue es retrasar la muerte de lo viejo.
Pero mientras la izquierda no dispute el futuro, que en Brasil es combatir
el modelo económico de reversión neocolonial, estaremos condenados a la
inestabilidad permanente.



La alternativa es la revolución brasileña, cuya esencia consiste en
enfrentar los problemas históricos de la población: segregación social,
dependencia externa, depredación del medio ambiente, genocidio de las
naciones nativas, etc. Pero los problemas estructurales no aparecen en la
agenda política. El vacío creado por la ausencia de una izquierda contra el
orden es ocupado por la derecha contra el orden -que capitaliza la audacia
de proponer -aunque sea como farsa- una alternativa a lo que se repite
indefinidamente.



-Y así caemos en otra aparente paradoja, porque con el golpe de 2016 y la
reciente intentona golpista se refuerza en el seno de la izquierda una idea
de que la correlación de fuerzas es desfavorable y hay que conformarse con
pequeños avances, hasta el punto de cantar victoria en agendas que nada
tienen que ver con las banderas de sus bases, como la propia cuestión del
marco fiscal; por otro lado, está el trauma con 2013, un fenómeno social
lleno de interpretaciones fantasmagóricas, algunas directamente falsas, por
parte de la izquierda. En otras palabras, sería imposible luchar dentro o
fuera del marco institucional, ya que en ambos casos estaríamos condenados a
ser derrotados por los conservadores.



Vamos por partes. Este discurso es dominante en el PT y ahora también en el
PSOL. La idea es que no hay nada que hacer. Todo está dominado. Básicamente,
la burguesía ha conseguido, por un lado, cooptar a la izquierda del orden y
esterilizar así cualquier fuerza reformista. Ha domesticado a la izquierda
"dentro del orden" y neutralizado completamente a la izquierda "contra el
orden". Esto explica el giro del PSOL hacia el centro y el aislamiento
absoluto del PCB y del PSTU.



Con el pretexto de evitar el fascismo, la izquierda del orden fue engullida
por el sistema político brasileño. Desempeña un papel importante en la
dominación burguesa: legitima el orden, crea la ilusión de una solución a
los problemas dentro de las estructuras del sistema, desmoviliza a los
trabajadores e impide el surgimiento de fuerzas contra el orden. La
izquierda “contra el orden” -PSTU, PCB, autonomistas, en resumen, lo que
queda- está completamente fracturada, dividida y sin proyecto.



Los trabajadores están en rango cero. El desafío es salir de esta situación.
Los trabajadores viven las contradicciones de la reversión neocolonial -la
barbarie capitalista-, pero no tienen instrumentos para transformar su
insatisfacción en acción política. Sus instrumentos han sido completamente
destruidos. Una parte de la izquierda ha sido cooptada y la otra
esterilizada. No es la primera vez que los trabajadores se encuentran en
esta situación. Pero las derrotas de la clase trabajadora nunca son
definitivas. En algún momento, las clases subalternas forjan nuevos
instrumentos de lucha



-Entonces, ¿ya es hora de recuperar una crítica anticapitalista?



La primera tarea es superar el blindaje mental que bloquea cualquier
posibilidad de poner el socialismo en la agenda política. Sin la bandera del
socialismo, la izquierda no tiene nada que decir a los trabajadores. Sin
disputar el futuro, estamos atrapados en el pasado. La burguesía ha
conseguido arrinconar a la izquierda de tal manera que, con el pretexto de
luchar contra el mal mayor, ha renunciado a la disputa por el futuro. Es la
trampa que condena a los trabajadores a la miseria de lo posible. El
problema no es exclusivo de la izquierda brasileña. Miremos a Chile. ¿Cuál
fue el resultado de la rebelión popular que paralizó el país durante más de
un año? Lo máximo que se consiguió fue la elección de Boric, una especie de
raíz cúbica de Lula. Como el "estallido social" no se condensó en un
proyecto político alternativo al neoliberalismo, la revuelta quedó en nada.
No es de extrañar que la derecha ultraviolenta esté ganando terreno. Por
eso, el principal reto de la izquierda “contra el orden” es superar el
blindaje ideológico que decretó el fin de la historia. Sin esto, seguiremos
en el punto de partida.



Lo más importante es rescatar un proyecto de futuro. Sin colocar la
revolución socialista como la única alternativa capaz de detener el avance
de la barbarie, estaremos siempre contra la pared, en Brasil y en el mundo.



* Plínio Arruda Sampaio Jr., economista y profesor jubilado de la Unicamp
(Universidad Pública de Campinas). Editor del sitio web Contrapoder:
https://contrapoder.net/colunas/um-museu-de-velhas-novidades/



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