Brasil/ El blindaje de los militares se agrieta. [Manuel Domingos Neto]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 22 15:28:52 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

22 de junio 2023

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Brasil



El blindaje de los militares se agrieta



Lula y Múcio Monteiro se esfuerzan por no cambiar la política de defensa,
evitar cualquier conflicto con los mandos militares y cerrar los ojos ante
su oscurantismo. Pero las investigaciones en curso sacarán a la luz el golpe
de Estado de los militares. ¿Y entonces?



Manuel Domingos Neto

Outras Palavras, 21-6-2023

https://outraspalavras.net/

Traducción de Correspondencia de Prensa



En su regreso a la presidencia, Lula dejó claro su interés por aquietar los
cuarteles y gobernar sin arrogancia.



La elección del ministro de Defensa dio fe de su opción. Múcio Monteiro dice
sin ambages que está "resolviendo” las cosas en absoluto acuerdo con los
comandantes de las Fuerzas Armadas. En realidad, sólo maneja el resultado de
la voluntad de cada comandante.



Los comandantes, entre otras reivindicaciones, quieren recursos públicos.
Múcio hace suya la recomendación de la OTAN de invertir el 2% del PIB en
Defensa. Distanciándose del tema, argumenta que Brasil tiene una gran
frontera.



El rechazo al debate sobre la renovación de la Política Nacional de Defensa,
en el que siempre pontifican los comandantes, es otra demostración de que
Lula no quiere ninguna oposición a los designios del cuartel.



La sugerencia de una Conferencia Nacional para ampliar la discusión sobre
esta política pública fundamental no fue tomada en cuenta. El debate podría
mostrar que las inversiones necesarias son insuficientes para defender a
Brasil en este ambiente de tensiones internacionales. También podría revelar
la falta de lógica, para la Defensa Nacional, de la supremacía de la fuerza
terrestre en relación a la capacidad aeronaval. En resumen, todo sigue como
siempre.



La reacción del gobierno al vandalismo del 8 de enero, cuando se preservó la
cadena de mando, a pesar de no haber logrado contener el desenfreno de los
golpistas, ya mostró la opción de Lula de no meterse con los cuarteles.



En una charla virtual, su ministro de Defensa eximió por completo a las
corporaciones. Dijo que los militares no habían dejado "huellas en el día 8"
y que la CPI (Comisión Parlamentaria de Investigación) para investigar el
vandalismo sería un "movimiento mediático" de parlamentarios que quieren
aparecer: "No vamos a encontrar a los responsables". Como mucho, se
responsabilizaría a personas sin liderazgo, dijo.



Hechos recientes, sin embargo, muestran las dificultades de blindar a las
corporaciones. Muchos brasileños están indignados con las grabaciones del
teniente coronel Mauro Cid. Se están revelando nombres en los periódicos. Es
imposible prever las revelaciones que pueden surgir.



Las acciones golpistas de los militares fueron prolongadas, sistemáticas y
explícitas. Incluso la prensa conservadora está involucrada en las
investigaciones. La Policía Federal cumple servicio y la Justicia demuestra
que el blindaje está agrietado.



¿Cómo reaccionarán los mandos, en particular el Ejército, ante las
revelaciones? ¿Cómo reaccionará el Tribunal?



Lula quiere apaciguamiento, pero la dinámica de los hechos contradice sus
expectativas. Las corporaciones quieren lo que Lula no puede dar: una pronta
amnistía para sus miembros investigados y plena libertad para continuar su
cruzada oscurantista.



Satisfacer las demandas corporativas no basta para apaciguar a los
militares. En el pasado, Lula creyó esto y acabó en la cárcel. Volvió a la
jefatura del Estado bajo la espada de Damocles. Dilma también lo creyó y
perdió su mandato.

Muchos dicen, atenuando la responsabilidad de los militares, que ambos
fueron víctimas de golpes judiciales, parlamentarios y mediáticos. Pero no
se pueden dar golpes sin apoyo militar y policial. El control de los
cuarteles es indispensable para las instituciones democráticas.



El intento de apaciguar a los cuarteles suaviza y desmantela: puede aliviar
tensiones momentáneas, pero da tiempo a nuevos complots. A los soldados hay
que darles misiones claras, desafiantes y gloriosas. Reconocerlos como
interlocutores políticos es un error fatal para la democracia. Blindarlos,
en estas circunstancias, es una misión poco gloriosa y probablemente
imposible.

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