Loa Nuestros/ Hugo Blanco, el más indio de todos. [Dossier)

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 28 15:48:23 UYT 2023



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Correspondencia de Prensa

28 de junio 2023

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Los Nuestros



Hugo Blanco (1934-2023)



El más indio de todos



Eduardo Galeano *



“Estas páginas, escritas a borbotones, desordenadas, jubilosas y
desesperadas, cuentan las aventuras y desventuras del hombre que encabezó la
lucha campesina en el Perú, el organizador de los sindicatos rurales, el que
impulsó una reforma agraria nacida desde abajo y desde abajo peleada.



Hugo Blanco ha caminado  su país al revés y al derecho, desde las sierras
nevadas a la costa seca, pasando por la selva húmeda donde los nativos son
cazados como fieras. Y por donde pasaba, iba ayudando a que los caídos se
levantaran, y los callado dijeran.



Las autoridades lo acusaron de terrorista. Tenían razón. El sembraba el
terror entre los dueños de la tierra y de la gente.



Durmió bajo las estrellas y en celdas ocupadas por las ratas. Hizo catorce
huelgas de hambre. En una de ellas, cuando ya no aguantaba más, el ministro
del Interior tuvo un gesto cariñoso y le envió de regalo un ataúd.



Más de una de vez, el fiscal exigió la pena de muerte, y más de una vez se
publicó la noticia de que Hugo Blanco había muerto.



Y cuando un talado le abrió el cráneo, porque una vena estalló, Hugo se
despertó con pánico de que los cirujanos le hubieran cambiando las ideas.



Pero no. Seguía con el cráneo cosido, el mismo Hugo de siempre.



Sus amigos estábamos seguros de que ningún trasplante de ideas iba a
funcionar. Pero sí temíamos que Hugo despertara cuerdo.



Y a la vista está: él sigue siendo aquel loco lindo que decidió ser indio,
aunque no lo era y resulto ser el más indio de todos”.



* Comentario al libro de Hugo Blanco, Nosotros los indios, ediciones
Herramienta, Buenos Aires, 2010.



***



Hasta luego, tayta Hugucha



Pepe Mejía

Viento Sur, 28-6-2023

https://vientosur.info/



El pasado domingo 25 de junio falleció Hugo Blanco Galdos, uno de los
dirigentes históricos y referencia obligada en la historia de los
movimientos campesinos e indígenas de América latina.



En Hugo Blanco encontramos tres características esenciales: respeto, cariño
y admiración más allá de las siglas e ideologías. Durante su dilatada vida
pasó muchas veces por la cárcel, exilios, deportaciones, secuestros y
detenciones. No fue un padre ejemplar, como lo reconoció muchas veces, pero
dedicó toda su vida a luchar por un mundo sostenible, ecosocialista, contra
los explotadores y por que la mejor manera de enfrentar al capitalismo es
organizándonos.



Hugo Blanco, que nació en Cusco el 15 de noviembre de 1934, tuvo muy
presentes los principios de la cultura indígena.



El buen vivir. La felicidad, decía Hugo, no consiste en la acumulación de
dinero o de bienes, ni en la posesión de cosas “modernas”, sino en vivir
tranquilos, sin “stress”.



Estaba contra el individualismo que hoy gobierna el mundo. Defendía la
solidaridad comunal, el “yo colectivo”. Los temas que atañen a la comunidad
no son resueltos por un individuo o un grupo de personas, sino por la
comunidad en general. Para Hugo, los acuerdos se toman por consenso nunca
por mayoría.



La pachamama siempre estuvo presente en su discurso. La Madre naturaleza es
un ser viviente. Como lo son todos sus componentes incluidos los cerros y
los ríos. “Nosotros no somos más que una parte de ella. Debemos vivir en su
interior en armonía con sus otros componentes. Se la ama y se la respeta
profundamente”.



Hizo suyo el “mandar obedeciendo” lanzado por los zapatistas. El, que fue
diputado y senador, tenía el concepto de que la función pública no es para
servirse sino para servir.



En su recorrido ecosocialista, el organizador de la toma de tierras en La
Convención y Lares, preámbulo de la Reforma Agraria desde abajo, consideraba
que la lucha fundamental es en defensa de la selva contra la criminal
depredación de empresas transnacionales, fundamentalmente de hidrocarburos.



Para Hugo, y los pueblos originarios, otros agresores son las empresas
madereras, la minería, la construcción de hidroeléctricas. Organizaba y
apoyaba la organización contra estas empresas.



Para esos pueblos y comunidades indígenas y campesinas los extractores de
hidrocarburos envenenan el agua de los ríos que son sagrados y uno de los
fundamentales sostenes de la vida amazónica. No sólo proveen de agua sino
también de peces, una de las bases de la alimentación de la población
selvática.



Contra la institucionalidad que está al servicio del capital



El poder ejecutivo y el parlamento están incondicionalmente al servicio de
las empresas multinacionales para legalizar la depredación y el saqueo han
emitido diversas leyes. Las fuerzas policiales y la marina de guerra también
están al servicio de los depredadores, nos decía Hugo.



Tenía muy claro que el problema del calentamiento debe ser resuelto por la
humanidad en su conjunto y no por un puñado de potentados.



“Es la colectividad la que debe acordar si una mina o una fábrica se abren o
no”.



“Para hacer esto, naturalmente hay que acabar con el capitalismo, lograr que
la producción esté en manos de la sociedad en su conjunto, tampoco queremos
que esté en manos de un Estado vertical que fue el caso del corrupto sistema
burocrático de la Unión Soviética, cuya putrefacción interna lo derrumbó”
[1].



Hace ya más de 15 años abordaba un tema que hoy tiene especial relevancia.
“Es la colectividad quien debe resolver de qué comodidades ‘modernas’
debemos prescindir para evitar la extinción de la especie, no las compañías
ni ‘el mercado’ ”[2].



Un seguidor empedernido de las realidades de otros países, especialmente de
Europa, nos señaló lo siguiente:



“Últimamente está surgiendo positivamente una corriente ecosocialista en la
población urbana. Desgraciadamente, el complejo de superioridad hacia los
indígenas, sembrado por la ideología capitalista dominante, hace que los
compañeros urbanos se resistan a entender que en realidad están adhiriendo a
dos de los principios morales por los cuales hace más de 500 años vienen
luchando en el terreno práctico los pueblos indígenas de América y
probablemente los de todo el mundo en su lucha de resistencia contra la
colonización impositiva, jerarquizada y depredadora. Quien sí se ha dado
cuenta de la importancia del movimiento indígena es el enemigo. El año 2000,
la CIA de Estados Unidos señaló: “América Latina tiene una nueva amenaza que
enfrentar: los movimientos indígenas de resistencia” [3].



Durante toda su vida militante nos forjó para que continuemos luchando
contra el capitalismo, cuya esencia, como constatamos cada día, es la
dictadura del dinero, ante cuyo altar sacrifica a la humanidad, a la
naturaleza y a los descendientes de los propios capitalistas. Para esto
debemos enfrentar a los gobiernos que usa como instrumentos.



Hugo Blanco ponía a los movimientos indígenas en el eje de la lucha
antisistémica. “Para esto deben superar los prejuicios de superioridad
creados por los opresores e impulsados a través de la sociedad de consumo”.
Cuanto más pronto se comprenda el significado profundamente antisistémico de
las luchas indígenas, estas serán más fuertemente apoyadas por los no
indígenas.



En cuanto a la democracia parlamentaria y el acceso de la llamada izquierda
Hugo siempre fue muy claro. En 1990 me dijo: “es seguro que los ricos no
permitirán que gobernemos, ordenarán a los oficiales que tienen a su
servicio que hagan un golpe de Estado contra el gobierno legalmente
elegido”.



Las elecciones no son el factor principal de la confrontación



Para el incansable luchador, las elecciones no son el factor principal de la
confrontación entre enriquecidos y empobrecidos. Lo principal sigue siendo
la organización, la lucha y la preparación de la autodefensa de las
organizaciones de masas (obreras, campesinas, barriales, etc.). La fuerza de
los ricos es su dinero. La fuerza de las y los de abajo es que somos más.
Para hacer efectiva nuestra fuerza debemos actuar juntas, organizarnos.



Consideraba que era ilusoria la confianza en la permanencia de gobiernos
surgidos del voto popular. La amenaza de golpe de Estado siempre está
presente, nos decía.



“Las Fuerzas Armadas son el bastión principal en que se apoyan los opresores
para mantener su dominación de clase. No pueden servir de garantía para el
sostenimiento de un gobierno de los explotados contra los explotadores. Esta
es una ilusión excesivamente ingenua”.



Contra posiciones reformistas



Desde sus inicios en la organización de sindicatos de campesinos mantuvo un
enfrentamiento permanente con las posiciones más reformistas. En la lucha
campesina en La Convención y Lares había dos líneas. Una reformista dirigida
por el Partido Comunista a través de la Federación de Trabajadores de Cusco.
Priorizaban los trámites legales por encima de la movilización de masas. No
desconocían la movilización pero sí la relegaban a último término.



La otra línea era la revolucionaria con influencia del Partido Obrero
Revolucionario y luego el Frente de Izquierda Revolucionario. En esta línea
estuvieron, entre otros, Hugo Blanco y Luis Zapata, que después ingresó en
la guerrilla del ELN.



Esta línea daba prioridad a la movilización de masas: paros, marchas,
mítines, huelgas, preparación de la autodefensa armada, etc. No descartaba
el legalismo, pero le concedía poca importancia.



La reforma agraria fue para Hugo sólo una redistribución de la tierra,
“puesto que una verdadera reforma agraria debe incluir educación
agropecuaria, dotación de semillas y fertilizantes, planificación de la
producción al servicio de la población, créditos, comercialización, etc”.
[4].



“Ahora los principales combates que desarrollan el movimiento indígena y
campesino en general no son sólo en beneficio propio, sino de toda la
humanidad. Las luchas son en defensa del medio ambiente, en una época en que
está amenazada la supervivencia de la especie debido al acelerado deterioro
del medio ambiente. La gente del campo pelea en defensa del suelo, del agua,
de la selva, de la vida. Del éxito de estas batallas y de las que llevan los
pueblos oprimidos en todo el mundo, dependerá la derrota del sistema
gobernado por las grandes empresas multinacionales que conduce a la
extinción de la especie humana. Esas empresas sólo buscan ganar la mayor
cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible, sin importarles la
suerte de la gente ni de la naturaleza, sin importarles el destino de la
humanidad. La gran mayoría de los gobiernos son sólo sirvientes de esas
empresas, por lo tanto la lucha por la vida es también lucha política contra
los gobiernos títeres” [5].



Las conversaciones con Arguedas



Hay una parte de la trayectoria de Hugo que personalmente me llamó y me
sigue llamando la atención. En varias conversaciones abordamos la
correspondencia que, estando recluido en la cárcel de la isla El Frontón en
el Callao, mantuvo con el escritor José María Arguedas.



“Hermano Hugo, querido, corazón de piedra y de paloma”. Inicia así Arguedas
una de las cartas que remitió a Hugo Blanco.



Hugo me comentó que José María Arguedas le pidió permiso para visitarle en
la cárcel de El Frontón. En una segunda carta, Hugo le dice a Arguedas que
una fugaz visita en El Frontón no sería satisfactoria para el gran cariño
que le tenía.



El 25 de noviembre de 1969 Hugo Blanco escribió a Arguedas, cuatro días
antes del balazo que acabó con su vida. “Comprenderás cuánto me pesa esa
respuesta mía”.



En una de las cartas que Hugo escribe a Arguedas le relata cómo de niño
conoció a un dirigente campesino mutilado por seis balazos de los matones
del hacendado. Hugo le cuenta las conversaciones que tuvo con el dirigente
campesino y la promesa de vida que le hizo. Esta promesa ha sido uno de los
motores de la vida de Hugo.



Hugo y Arguedas hablaban de amor, hambre, pobreza, sueños, anhelos, muerte,
el nosotros, la tristeza…



“¿Hasta cuándo y hasta dónde he de escribirte? Ya no podrás olvidarme,
aunque la muerte me agarre, oye, hombre peruano, fuerte como nuestras
montañas donde la nieve no se derrite, a quien la cárcel fortalece como a
piedra y como a paloma. He aquí que te he escrito, feliz, en medio de la
gran sombra de mis mortales dolencias. A nosotros no nos alcanza la tristeza
de los mistis, de los egoístas; nos llega la tristeza fuerte del pueblo, del
mundo, de quienes conocen y sienten el amanecer. Así la muerte y la tristeza
no son ni morir ni sufrir. ¿No es verdad hermano?” [6].



Condenado a muerte por dos organizaciones terroristas contrincantes -el
servicio de inteligencia nacional y Sendero Luminoso- dijo que tomó las
armas precisamente para ir contra el terrorismo.



“Las autoridades lo acusaron de terrorista. Tenían razón. Él sembraba el
terror entre los dueños de la tierra y de la gente” [7].



Hugo nos cuenta cómo se inicia el movimiento de la toma de tierras. Las y
los campesinos decidieron dejar de trabajar gratuitamente para los
hacendados. Dichos hacendados comenzaron a andar armados y a disparar al
aire, amenazando con matarles. Cuando las y los campesinos se quejaron a la
policía, ésta les contestó que los patrones tenían el derecho de matarles
como a perros. El único camino que le quedaba al campesinado era la
autodefensa contra el terrorismo de los hacendados. El gobierno ordenó
atacarnos y tuvimos que defendernos.



Un ministro le envío de regalo un ataúd



Hugo Blanco tiene infinidad de anécdotas. Muchas de ellas inverosímiles pero
todas ciertas.



En 1980 era diputado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT), sección peruana de la IV Internacional. En 1983 un juez de provincia
propuso abrir negociaciones con Sendero Luminoso. Ante los ataques a este
juez, Blanco defendió la postura de la negociación en una sesión
parlamentaria.



“Precisamente es con nuestros enemigos con quienes tenemos que conversar.
Por ejemplo, yo no tendría ningún problema en conversar con asesinos como
Hitler, Pinochet o el general Noel, dijo Blanco en referencia al militar
impuesto como jefe político de Ayacucho.



¡¡¡Que retire la ofensa!!! Ha dicho que el general Noel es un asesino, bramó
un diputado de la derecha.



Sí, es verdad, tiene razón, fue la respuesta de Hugo Blanco. Retiro lo de
asesino, el general Noel no es asesino, es genocida.”



A Hugo lo suspendieron cuatro meses. Al día siguiente se puso a vender café
molido cerca del Congreso. Una periodista se acercó y le dijo: “Oiga, ¿no le
da vergüenza estar vendiendo café molido en la calle?” Y Hugo contestó:
“Mire, a pocas cuadras de acá los otros parlamentarios están vendiendo el
país, pregúnteles a ellos si eso no les da vergüenza.”



“Durmió bajo las estrellas y en celdas ocupadas por las ratas. Hizo catorce
huelgas de hambre. En una de ellas, cuando ya no aguantaba más, el ministro
del Interior tuvo un gesto cariñoso y le envió, de regalo, un ataúd” [8].



“Y cuando un taladro le abrió el cráneo, porque una vena estalló, Hugo se
despertó con pánico de que los cirujanos le hubieran cambiado las ideas.
Pero no. Seguía siendo, con el cráneo cosido, el mismo Hugo de siempre” [9].



Sobre los gobiernos progresistas



Para Hugo, los gobiernos progresistas tienen actitudes de rebeldía contra
los intereses el gran capital, pero no rompen con el sistema antidemocrático
y capitulan ante las transnacionales, las que utilizan el boicot económico
para recuperar el poder total.



Pero también tenía recado para los partidos comunistas: “La unidad es
posible sobre la base de una verdadera independencia de clase, sin
compromisos y acuerdos con las fuerzas burguesas, es sobre estas bases que
se debe ejercer presiones al PC para que rompa con su falsa estrategia de
buscar aliados en los partidos burgueses y en los generales supuestamente
izquierdistas” [10].



En todas las conversaciones que mantuve con Hugo siempre tocaba el tema
zapatista. Destacaba la horizontalidad y el internacionalismo. Pero también
la formación permanente, la autoayuda, el acompañamiento.



En opinión de Hugo sería saludable volver a nuestra moral originaria, lo que
no significa volver a la vida primitiva: la profunda solidaridad humana, los
entrañables lazos con la naturaleza, vivir sin las presiones de la sociedad
de consumo, pensar en nuestros descendientes.



Gran defensor de la hoja de coca, “para nosotros es la hoja sagrada”, decía.
La hoja de coca está presente en el bautizo indígena, acompaña al indio en
su matrimonio y no falta en su entierro, en el estreno de una casa o en una
transacción importante. Cuando dos caminantes se cruzan por el camino uno
invita al otro coca y se sientan a conversar como viejo amigos.



Para Galeano, “Hugo Blanco ha caminado su país al revés y al derecho, desde
las sierras nevadas a la costa seca, pasando por la selva húmeda donde los
nativos son cazados como fieras. Y por donde pasaba, iba ayudando a que los
caídos se levantaran, y los callados dijeran”.



Y nuestro amigo y compañero entrañable, gran amigo de Hugo Blanco, Miguel
Romero El Moro dijo:



“Hugo Blanco no tiene madera de héroe, pero la lucha para buscar una
alternativa revolucionaria al capitalismo no necesita héroes. Hugo Blanco
tiene madera de campesino, de indígena, de sindicalista, de militante
revolucionario indomable…Y todo eso sí lo necesitamos, para tener compañeros
reconocidos internacionalmente en los que se pueda confiar, que sean como
enlaces compartidos entre las rebeliones y revoluciones del siglo XX y las
de ahora mismo, en las que por cierto, sean en Tahrir, en las Casbah, en
Syntagma o más modestamente en nuestro 15M, Hugo se hubiera sentido como en
casa”.



Notas



[1] “Salvemos a la humanidad. Retomemos las raíces indígenas”, Hugo Blanco.
Página 18. Ediciones Lucha Indígena. Mayo 2009.

[2] Ídem.

[3] “Salvemos la humanidad. Retomemos las raíces indígenas”, Hugo Blanco.
Página 19. Ediciones Lucha Indígena. Mayo 2009.

[4]  “La verdadera historia de la reforma agraria”, Hugo Blanco, Página 5.
Ediciones Lucha Indígena. Abril 2009.

[5] Ídem.

[6] Carta de José María Arguedas a Hugo Blanco.

[7] Comentario de Eduardo Galeano. “Nosotros los indios. Hugo Blanco”,
Página 17. Ediciones La Minga. Herramienta.

[8] Comentario de Eduardo Galeano, “Nosotros los indios. Hugo Blanco”,
Página 17. Ediciones La Minga. Herramienta.

[9] Ídem.

[10] Trabajadores al poder. Hugo Blanco. Página 65. Eris Editorial S.A.

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