Uruguay/ En nombre de todas: la memoria de las ex presas políticas. [Azul Cordo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 28 14:11:15 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

28 de junio 2023

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Uruguay



50 años del golpe de Estado



En nombre de todas: ex presas políticas inauguraron memorial frente al
Palacio Legislativo



El espacio contiene casi 1.800 nombres y deja un pilar vacío para sumar
recuerdos, vidas y memorias de las mujeres que lucharon con rebeldía y
esperanza, a 50 años del golpe de Estado en Uruguay.



Azul Cordo

La Diaria, 28-6-2023

https://ladiaria.com.uy/



¿Qué es tener un nombre? Esa suma de letras que eligieron nuestros padres
para marcar nuestra presencia en el mundo. Sara Méndez, que sabe de nombrar
un hijo, que sabe de perderlo cuando tenía 20 días de vida al ser
secuestrado por una patota apenas había terminado de tomar la teta, y sabe
de encontrarlo 26 años después con otro nombre, dice: “Después de muchos
años, tuve que aceptar que era él [pero] con el nombre que le habían puesto
otros. Tenía que aceptar que él se reconocía por ese nombre, tenía que
aceptar que Simón era Aníbal, que había vivido 26 años y que [si no aceptaba
su nombre] era desconocer esos 26 años en su vida”. Él ahora usa Simón como
segundo nombre. “Ha demorado en el proceso, pero han sido pasos seguros”,
sigue, orgullosa de que su hijo hoy esté vinculado a Abuelas de Plaza de
Mayo, dando testimonios en escuelas y participando en marchas por memoria,
verdad y justicia en Argentina.



¿Y ella? Sara encontró su nombre en uno de los 20 pilares del memorial en
reconocimiento a las ex presas políticas que se inauguró ayer a las tres de
la tarde frente al Palacio Legislativo. Ella tan bajita, su nombre tan en lo
alto: el primero en esta placa de metal llena de apellidos que empiezan con
emes y enes. “Me reconozco en el nombre y reconozco que ahí hay una cantidad
de gente que estuvo conmigo también, pero no alcanzo a sentir al encontrarme
con esa placa, todavía no. Ha de ser este uno de esos impactos muy fuertes,
entre encuentros, abrazos, reconocimientos y, por lo tanto, todavía no me
llegué a ubicar ahí, aunque le saqué una foto”.



Cortar la cinta celeste y blanca que rodeaba el óvalo del memorial fue
cortar con parte de la desmemoria que todavía rodea a la participación de
mujeres militantes antes, durante y después del golpe de Estado en Uruguay.
Ellas han sabido tejer sus recuerdos, dar testimonio de lo vivido, escribir
sabiendo que la memoria (es) para armar, han sacado fotografías, han hecho
películas, han denunciado de manera colectiva que la violencia sexual que
sufrieron como presas políticas fue parte de la tortura sistemática del
terrorismo estatal. Y además de motorizar la necesidad de que distintos
puntos de la ciudad queden marcados por haber sido escenarios de
resistencia, un grupo de ex presas políticas logró que les construyeran un
memorial.



Es que hasta hace muy pocos años, todavía, la militancia se caracterizaba
entre “los héroes y las compañeras”, dijo la profesora de Literatura Silvia
San Martín. Su nombre no está entre los 1.758 nombres grabados sobre el
metal, porque figuran aquellas que fueron procesadas por la Justicia
militar; tampoco el de su amiga y colega Liliana Bardallo, profesora de
Filosofía.



Antes de que la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, cortara la cinta
junto a algunas de las ex presas políticas e inauguraran el memorial, en el
escenario Papina de Palma cantó “La memoria” –deseando “que la violencia sea
sólo para los libros”–, Diane Denoir tarareó “Palabras para Julia” –aquello
de “nunca te entregues ni te apartes”– y Mauricio Ubal junto a Ruben Olivera
levantaron las palmas de la multitud presente cuando entonaron “A redoblar”.



Sobre este estribillo infinito, cada cual sobre su sombra, Silvia recuerda
que estuvo exiliada y volvió a ejercer en 1986. Liliana se quedó en Uruguay
y dice a la diaria: “Recién ahora se está formando la idea de que no fueron
solamente ‘los presos y los exiliados y los desaparecidos’: estuvimos los
que estuvimos acá también. Capaz que alguna estuvo presa alguna vez, no
importa. Lo que importa es que fue un conjunto importantísimo de gente
afectada por la dictadura y peleando contra la dictadura. Pero es como que
la gente que quedó acá y que tuvo sus problemas (hasta quedarte solo: porque
se habían ido los parientes y los amigos al exilio, o se habían muerto, o
estaban presos o desaparecidos, o estaban aislados, porque además no te
podías reunir), todo ese embrollo tan triste y feroz, eso queda como
desdibujado. Entonces me parece bueno que, de a poco, la gente se vaya
animando a contar eso: cómo vivimos durante la dictadura”.



La multitud rodea el memorial que tiene 20 pilares: “19 representando cada
departamento del país y uno más para reconocer la lucha de todas las
mujeres: niñas, jóvenes, madres y abuelas que lucharon”, explicó Ivonne
Klingler, integrante del colectivo Ex Presas Políticas de Uruguay que
participó –con voz y sin voto– en la elección de la propuesta ganadora del
concurso para construir este espacio en Avenida de las Leyes y Colombia.



En ese pilar que no tiene nombres marcados podrían estar Silvia y Liliana.
También podría estar el de esta mujer de vestido azul oscuro, muy amiga de
las hermanas Sara y Rosa Lichtenstein, que renguea un poco apoyada en su
bastón y, rozagante, le cuenta a su hija que sí, que encontró los nombres de
sus amigas, militantes de la Juventud Comunista, que estuvieron presas
muchos años, que eran de origen judío polaco y que fallecieron hace unos
años. Venía buscando hasta la ele y sabía que las iba a encontrar: “No
tienen a nadie, quedaron solitas. Mi nombre no está, no. Yo estuve
exiliada”.



La fotorreportera Martha Passeggi –siempre con la cámara al hombro y en esta
tarde fría escoltada por una sobrina que retrata el momento en que encuentra
el nombre– dice que el memorial es importante “desde el punto de vista que
jugamos las mujeres. Es importante que nuestra sociedad entienda que la
mujer siempre estuvo y jugó un papel importante en la historia del país. Nos
tocó a nosotras vivir este período especial, la Guerra Fría, y las
consecuencias que muchas sabíamos que nos iban a pasar”.



El camino hacia encontrar el nombre propio es encontrar a otras que, en la
coincidencia, se encuentran en un abrazo. “Están los nombres nuestros porque
fuimos procesadas –agrega Martha–, pero hay tantísima cantidad de compañeras
que no fueron procesadas y no están... Se va a tratar de agregar esos
nombres”.



“¿Es mi nombre si fue grabado con tildes que el original no tiene? ¿Soy yo
realmente la que quedó grabada ahí?”, puede preguntarse otra ex presa que
encontró su nombre y sus dos apellidos con acentos que nunca cargó.



Entre selfis familiares, entre carteles de “SALTO PRESENTE, MELO, PANDO
PRESENTE, SANTA LUCÍA, MALDONADO”, la exmilitante tupamara y exdirectora de
la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente del Uruguay
Graciela Jorge piensa en las que no están, aquellas que se quedaron en el
camino. Sus nombres, como el de Graciela, deben estar en los pilares y ella
prefiere no nombrar a algunas para no ser injusta. “Para nada es un
pensamiento de tristeza –dice–, pero me hubiera gustado que pudieran estar
acá como yo estoy presenciando esto, porque hasta hace no muchos años no te
podías imaginar que esto pudiera ocurrir”.



Venimos de la bruma que envolvió la Vigilia por la Democracia del lunes en
este mismo espacio. Para Graciela, esa y otras manifestaciones demuestran
que “el sentimiento antidictatorial se está haciendo cada vez más fuerte”;
muchos de esos actos “a cargo de la generación de chiquilines que nacieron
en la cárcel”.



Graciela, que fue de las primeras autoras, como militante y ex presa
política, en escribir sobre fugas y maternidades en las prisiones, dijo a la
diaria que para seguir construyendo esta memoria de mujeres políticas “hay
que insistir en marcar un espíritu de rebelión, que nosotras teníamos: la
nuestra fue una generación muy esperanzada y rebelde. Eso lo veo bastante
borroso en las sociedades actuales”.



Que alguien te busque porque te conoce. Que alguien encuentre tu nombre y se
pregunte quién sos. Es parte de la propuesta que Ana Demarco cree que este
memorial puede generar en quienes circulen por el espacio y no sean las
protagonistas directas de esta historia. Demarco fue una militante
estudiantil de Magisterio que soñaba (y sueña) con cambiar el mundo desde la
educación. “Es una fiesta encontrarnos con las que van llegando. En algún
caso con silla de rueda, también, y ver cómo el tema de la mujer en
dictadura ha tenido un crecimiento exponencial. Nosotras sin ser feministas,
porque no nos denominábamos así en esa época, ya lo éramos”.



¿Qué te gustaría que pase acá?



Eso preguntamos a quienes iban circulando por ese abrazo que quedó emplazado
frente al Parlamento. Martha Passeggi respondió: “Que sea un lugar de
encuentro donde haya actividades organizadas por jóvenes, que son
generaciones que ya están levantando nuestras banderas de memoria. El ‘nunca
más’ que se dice es un deseo. Todo va a depender de la correlación de
fuerzas también”.



Ana Demarco: “Me gustaría que los jóvenes se pregunten qué pasó, por qué,
quiénes son, qué compromiso había y qué compromiso tengo. Dejar de pensar
que en la sociedad somos unos y los otros, los malla oro y los no malla oro.
Construir el nosotros me parece un compromiso fundamental. Mirar al otro
sabiendo que es como yo”.



El memorial, elegido entre 26 propuestas presentadas a la Intendencia de
Montevideo, fue aprobado en agosto del año pasado a partir de un proyecto a
cargo de la arquitecta María Victoria Steglich Crosa, responsable de un
equipo con cinco jóvenes arquitectos “que supieron interpretar nuestros
sentimientos, las experiencias que nos fortalecieron, los respaldos y la
solidaridad”, remarcó Ivonne Klingler. Y destacó que “representa a todas las
mujeres que luchamos contra la actuación ilegítima y el terrorismo de
Estado, las que fuimos detenidas, las exiliadas, las clandestinas, las
solidarias, las asesinadas y desaparecidas”.



La obra representa un abrazo, ese que les hacían llegar, a pesar de todas
las distancias y obstáculos, las madres, las tías, las hijas a las presas
políticas: “Un lugar de encuentro, de reflexión, símbolo de volver a
empezar”, agregó la ex presa política. “No queríamos transmitir el horror.
Quisimos transmitir a las nuevas generaciones cómo transmutamos el horror en
algo positivo que nos permitió crecer y seguir adelante en situaciones
límite como las que vivimos”, sintetizó su compañera Adriana Zinola.



Para Norma Susana la Negra Escudero, militante del Partido Comunista
Revolucionario, el memorial vence la invisibilización que sufrieron las
mujeres. “Cuando nos torturaban nos decían: ‘¿por qué no te vas a lavar los
platos?’. Usaron nuestro órganos sexuales, todo lo peor de la tortura lo
hicieron con nosotras, era como una venganza, una maldad que sentían contra
nosotras. ¿Cómo es posible que la humanidad haga esto a otras personas? No
queremos que nunca más pase”.



Temblando de emoción, cuando ya la plaza quedaba casi vacía, Ivonne, llena
de orgullo, dijo: “38 años después conseguimos el reconocimiento a la lucha
de las mujeres. No estábamos metidas debajo de la cama”.



Atrás quedaba la cárcel.

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