Chile/ "El Consejo Constitucional será un laboratorio para la ultraderecha". [Arnoldo Delgado - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 12 12:31:49 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

12 de mayo 2023

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Chile



Con el investigador chileno Arnaldo Delgado



«El Consejo Constitucional será un laboratorio para la ultraderecha»



Detrás del arrollador triunfo del Partido Republicano del 7 de mayo, dice
Delgado a Brecha, sigue vigente la enorme crisis de representación que parió
la revuelta de 2019. El analista cree que aún hay mucho en juego y que la
potencia destituyente desatada desde hace tres años amenaza con carcomer
cualquier proyecto político que no le dé respuesta.



Cristian González Farfán, desde Valparaíso

Brecha, 12-5-2023

https://brecha.com.uy/



Quienes se manifestaron en contra de una nueva Constitución tendrán la
facultad de escribirla. El ultraderechista Partido Republicano, que declinó
firmar el Acuerdo por Chile para habilitar un nuevo proceso constituyente en
Chile, arrasó en las elecciones del pasado domingo y tendrá mayoría en el
Consejo Constitucional encargado de revisar y aprobar el anteproyecto
constitucional que emanará de la Comisión Experta.



El partido ultraconservador liderado por José Antonio Kast obtuvo 35,4 por
ciento de los votos y se quedó con 23 de los 51 escaños del Consejo
Constitucional. A esa cifra se suman 11 integrantes electos del pacto Chile
Seguro (que aglutinó a la coalición de derecha Chile Vamos, con el 21 por
ciento de los votos), con lo cual la derecha en general alcanzó 34 cupos y
supera el cuórum requerido (tres quintos) para aprobar las normas de la
nueva propuesta. Esto deja sin poder de veto a las fuerzas transformadoras
dentro del órgano: Unidad para Chile, el pacto de la coalición de gobierno
(Frente Amplio, Partido Comunista, Partido Socialista y otros), obtuvo 28,59
por ciento de los votos y logró 11 cupos. El Partido de la Gente, que
asomaba como una nueva fuerza electoral, se quedó sin representación. Llamó
la atención la dimensión histórica que alcanzaron los votos anulados en la
votación del domingo, un 16,98 por ciento del total.



Así, la escena política chilena cambió radicalmente desde la revuelta social
de 2019, que derivó en la apertura de un inédito proceso constituyente con
participación de pueblos originarios y movimientos sociales, hasta un 2023
en que la extrema derecha tendrá la manija en el interior del Consejo
Constitucional.



Para analizar el ciclo político en Chile, Brecha conversó con el
investigador Arnaldo Delgado, del Centro de Investigación Transdisciplinar
en Estéticas del Sur, quien asegura que la «potencia destituyente» –es
decir, la impugnación al poder en el contexto de una crisis aguda de
representación política– continúa vigente de 2019 a 2023, e incluso se ha
incrementado. Delgado es magíster en Filosofía en la Universidad de Chile,
autor de los libros Comunalización, Prolegómenos sobre el esteticidio y
Abecedario para octubre, y columnista del programa en línea La Cosa Nostra,
donde destacan sus análisis de las estructuras de poder político.



—¿Cómo explicar el vuelco en este ciclo político en Chile?



Hay un malestar y un descontento social que se ha ido agudizando con los
años. Detrás de ese malestar hay una crisis de representación tremenda. No
tiene solo que ver con desconfiar de los representantes de turno, sino de la
forma de habitar el mundo colectivamente. Buscamos articular una forma de
representación política que nos permita salir de esta sensación de malestar.
Pero hay un verbo central para explicar este ciclo: impugnar. Yo creo que lo
que es transversal en estos cuatro años es ese carácter impugnatorio, que la
izquierda intentó capitalizar a través del proceso constituyente anterior,
pero no lo logró porque las vías para salir de ese malestar eran promesas
muy a largo plazo.



Además, cuando Gabriel Boric llega al gobierno, los partidos de izquierda se
vacían. Todos los cuadros se van a trabajar al Estado y con ello se deja de
lado la impugnación, y quienes encabezaban la impugnación en 2019 se
empiezan a asimilar al poder. Boric pasó de impugnador a impugnado. Queda
vacante el cetro de impugnador, y ese cetro lo toman el Partido de la Gente
y el Partido Republicano.



En suma, hay un círculo vicioso de impugnación y se enlaza con lo que yo
llamo potencia destituyente. Hoy esa potencia destituyente está radicalizada
porque ningún sector es capaz de tener una propuesta instituyente creativa,
capaz de generar un orden nuevo, ni siquiera los republicanos.



—¿Dirías que esa potencia destituyente está siendo capitalizada por la
ultraderecha ahora?



Primero, habría que decir que la anterior Convención Constitucional fue
carcomida de inmediato por la potencia destituyente. Los constituyentes
pasaron a ser parte de la elite. El neoliberalismo chileno es un proyecto
muy preciado para las derechas; les costó mucha imaginación y trabajo
académico llegar al «paraíso neoliberal» que se instaló en Chile. A la
derecha no le interesa inventar algo nuevo, le interesa recuperar. Por eso
su eslogan es «restituir», «restaurar», «recuperar», todo lo que empieza con
re. Pero también re implica «repetir», «revertir». La única forma que tiene
la ultraderecha para viabilizar algún tipo de esperanza –ilusoria– es la
reversión y la repetición de un modelo que está en la génesis del malestar
social. En términos constituyentes, no hay ninguna capacidad de proyectar el
país de aquí a 30 o 40 años.



—También has propuesto que el «yo pueblo» presente durante el estallido
ahora es un «yo nación». ¿Cómo se expresa eso en los resultados del domingo?



Lo que manda es la incertidumbre. En 2019 se intentó abordar a través de
solidaridades compartidas y de articulación barrial. Pero, cuando se
intensifica la crisis económica por la pandemia, la incertidumbre se
individualiza. Ahí el discurso del «yo pueblo» ya no calza tanto en la forma
en que se aborda la incertidumbre, y ahí viene la derecha que, a través del
discurso de la seguridad pública, vuelve a instalar el «yo nación» como
elemento articulador de la colectividad chilena. Además, la izquierda no
tiene lenguaje para abordar el tema de la seguridad pública, suena
impostado.



—¿Cómo avizoras la discusión en el Consejo Constitucional con la mayoría
abrumadora de los republicanos? ¿Qué papel va a jugar la derecha más
moderada?



Hay dos almas dentro de la derecha que se están disputando qué tipo de
restitución tendrá Chile en los próximos años. Antes del 7 de mayo, un alma
estaba encabezada por Chile Vamos y sectores de la ex-Concertación, y la
otra por el Partido Republicano y el Partido de la Gente. En el primer caso,
la restauración es una democracia tutelada con un neoliberalismo
«democrático» y, en el segundo, una restauración ochentera, con ortodoxia
neoliberal y seguridad autoritaria. A partir del domingo se empieza a
perfilar el carácter de la restauración con el triunfo de los republicanos.



Lo que se jugaba en esta elección no era tanto el asunto constitucional, que
ya estaba medio cerrado; lo que realmente se jugaba era si el Consejo
Constitucional iba a ser un espacio coyuntural para ensayar el programa de
gobierno del Partido Republicano. Con esta victoria arrolladora, el Consejo
Constitucional será un laboratorio, un espacio de ensayo y error para la
ideología republicana respecto de las próximas candidaturas a las elecciones
municipales, parlamentarias y presidenciales.



—¿Y qué margen de maniobra tiene el gobierno ante ese contexto?



Creo que ya no tiene margen. No le queda más que resistir. Con la aprobación
de la ley Naín-Retamal [una norma conservadora que apoyó el oficialismo y
garantiza una legítima defensa privilegiada para Carabineros ante un delito
grave], se sepultó cualquier probabilidad de juego. Pero, más aún, el pecado
capital del gobierno es haber dejado la impugnación porque, basado en una
buena fe democrática, está evitando el antagonismo político.



—A pesar del triunfo, has dicho que el proyecto republicano chocará con la
intacta potencia destituyente. ¿Qué pasará ahí?



En algún momento, el Partido Republicano tendrá que mostrar sus
credenciales, de dónde viene. Una de las deficiencias del gobierno de Boric
es no poder cumplir con su programa ni mejorar las condiciones de la vida
cotidiana de las personas. Es decir, los derechos sociales siguen estando
ahí. Y esa demanda de seguridad social le va a tocar la puerta a quien esté
en la próxima elección presidencial. Y, así como la izquierda no tiene
idioma para hablar de seguridad pública, la derecha no lo tiene para hablar
de seguridad social.



A la derecha le va a pegar el malestar en algún momento; la potencia
restauradora va a ser carcomida por la potencia destituyente. Por eso, no me
echo a morir por los resultados del 7 de mayo, porque esta es una carrera
larga. En términos objetivos, cuatro años en la historia de un país no es
tanto tiempo. Hay todavía mucho en juego. Sin embargo, en poco tiempo la
ultraderecha puede provocar retrocesos enormes.



—¿Mantienes la idea de que la sociedad chilena no se derechizó en 2023 ni se
izquierdizó en 2019?



Sí. Hay algo superior que es un cambio civilizatorio. Es la incertidumbre lo
que está en juego. Lo que queremos como sociedad es un espacio relativamente
seguro. No podría decir que la sociedad chilena se derechizó; eso habría que
verlo en los próximos diez o 15 años. Lo que pasa es que los requerimientos
sociales de hoy coinciden con las banderas históricas de la derecha. Pero ni
las victorias ni las derrotas políticas se juegan hoy en hitos específicos.
La derrota electoral del 4 de setiembre de 2022 [el rechazo a la propuesta
constitucional anterior] no necesariamente fue una derrota política, sino
que abrió un campo para que la derecha empezara a ganar. La derecha
aprovechó muy bien ese espacio y en los últimos meses ha ido ganando.
Incluso si se llegara a aprobar esta nueva propuesta constitucional y si
llegara José Antonio Kast a la presidencia, sería cauto en decir que la
sociedad chilena se derechizó.



—De persistir este tenor poco dialogante del Partido Republicano dentro del
Consejo, ¿crees que el texto se podría rechazar y eso ser aprovechado por
las fuerzas transformadoras?



Hoy no hay potencia instituyente para impulsar un proceso constitucional.
Pero tampoco hay fuerzas transformadoras articuladas. Hoy la impugnación
quedó capturada por los republicanos, y el Partido Comunista y el Frente
Amplio fueron perdiendo esa capacidad. Si no la recuperan ellos y los
movimientos sociales, no sé si estarán en condiciones de aprovechar la
coyuntura que se abrirá cuando la potencia destituyente se coma a la
potencia restauradora de los republicanos. Estamos en un período oscuro no
porque los republicanos hayan ganado, es porque la izquierda no es capaz de
articular fuerza impugnadora: los partidos están vaciados de poder, no hay
sindicatos, no hay federaciones estudiantiles. Sería bueno pensar en un
repliegue estratégico pensando en los próximos diez o 15 años.

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