Bangladesh/ Una huelga histórica de los obreros textiles. [Clara Grégoire]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Nov 9 12:30:39 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

9 de noviembre 2023

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Bangladesh

 

Una huelga histórica de los obreros textiles

 

Desde hace varios días, miles de trabajadores manifiestan para exigir
salarios decentes y mejores condiciones de trabajo.

 

Clara Grégoire y AFP

Libération, 8-11-2023 

https://www.liberation.fr/

Traducción de Correspondencia de Prensa

 

En Bangladesh, la crisis del sector textil se agrava y está tomando un giro
macabro. El miércoles 8 de noviembre, una mujer recibió un disparo en la
cabeza por parte de la policía cerca de la capital, Dhaka. Operadora de
máquina de coser, era una de los miles de trabajadores que manifestaban para
exigir un aumento salarial. Es la tercera víctima de una huelga histórica
que ya ha costado la vida a otros dos trabajadores, también asesinados por
la policía.

 

El martes, un comité designado por el Estado había anunciado un aumento de
56,25% del salario mensual básico para los cuatro millones de trabajadores
del sector textil, situándolo en 12.500 takas (unos 113 dólares). Una suma
considerada insuficiente y rechazada de inmediato por los sindicatos. «Es
inaceptable. No está a la altura de nuestras expectativas», declaró a la AFP
la Federación de Trabajadores de la Industria y la Confección de Bangladesh,
argumentando que el salario mínimo debería ser de al menos 15.000 takas
(unos 135 dólares).

 

Desde hace quince días, estallan violentos enfrentamientos en varias
localidades de Bangladesh, donde miles de trabajadores del sector textil
están en huelga. El movimiento comenzó después de que la BGMEA -la poderosa
asociación de fabricantes y exportadores de prendas de vestir- propusiera un
aumento salarial de sólo el 25%, considerado como «escandaloso». Por su
parte, los trabajadores exigen que el salario mínimo mensual, actualmente de
8.300 takas, sea multiplicado por tres, para alcanzar los 23.000 takas.

 

Violentas manifestaciones

 

Las protestas comenzaron en la ciudad industrial de Gazipur, al norte de la
capital, y se extendieron rápidamente a otras regiones de Bangladesh. En
total, unas 600 fábricas fueron cerradas, según la policía, y decenas fueron
saqueadas. Cuatro fábricas también fueron incendiadas y muchas carreteras
fueron bloqueadas por los manifestantes.

 

Los enfrentamientos entre la policía y los trabajadores van en aumento. El
martes (7-11), unas horas antes de que la BGMEA propusiera un nuevo aumento
salarial, estalló de nuevo la violencia en Gazipur, cuando 6.000
trabajadores -según las cifras de la policía- se concentraron, tensos a la
espera del resultado de las negociaciones. La policía utilizó gases
lacrimógenos para dispersarlos, lo que alimentó la indignación de los
trabajadores. El número de víctimas, que ya asciende a tres, no ayuda a
mejorar la situación.

 

(Las organizaciones internacionales han condenado enérgicamente esta
represión «violenta». «Está claro (que) ha alcanzado niveles sin
precedentes», denunció la organización europea Clean Clothes Campaign en un
comunicado de prensa. Sobre todo, porque los obreros «están arriesgando
mucho», declaró a Libération Salma Lamqaddam, responsable de campaña y
defensa de los derechos de las mujeres en el trabajo y encargada de las
cuestiones textiles de la ONG ActionAid France, «en particular los
representantes sindicales, que son particularmente el blanco en este
momento». Durante protestas anteriores entre 2016 y 2017, también por
aumentos salariales, 1.600 trabajadores fueron despedidos como medida de
represalia (sindical).

«No llegamos siquiera a un nivel de salario decente».

 

Bangladesh es el segundo exportador mundial de ropa, por detrás de China, y
cuenta con unas 3.500 fábricas textiles. Sus cuatro millones de trabajadores
-en su mayoría mujeres- producen el 85% de los 55.000 millones de dólares
que Bangladesh exporta anualmente. Entre los clientes de las fábricas
paralizadas se encuentran muchas marcas occidentales, como Zara, Gap, Levi's
y Adidas.

 

Pero en este país del sudeste asiático, donde la industria de la confección
es el motor de su crecimiento, el poder adquisitivo de los trabajadores se
sitúa en mínimos históricos. Duramente golpeados por la inflación, que
alcanzó casi el 10% en octubre, y la fuerte depreciación del taka frente al
dólar estadounidense, los trabajadores ya no pueden salir adelante. «Su
reivindicación de 23.000 takas no surgió de la nada -señala Salma
Lamqaddam-. Los estudios han demostrado que esa es la cantidad mínima
necesaria para superar el umbral de la pobreza. Así que aún no llegamos
siquiera a un nivel de salario decente».

 

El comité del salario mínimo se reúne cada cinco años para aumentar el
salario básico. El último aumento, en diciembre de 2018, lo había llevado de
5.000 a algo más de 8.000 takas al mes. «Hoy en día, si los trabajadores
rechazan el aumento del 25%, es porque saben que si aceptan, se quedarán
estancados durante otros cinco años, con unos ingresos demasiado bajos para
salir adelante», insiste la responsable de campaña de ActionAid.

 

«Silencio ensordecedor de las marcas»

 

Además de exigir un aumento salarial, los obreros del sector textil reclaman
mejores condiciones de trabajo. En Bangladesh, las largas jornadas laborales
son habituales en el sector textil, con empleados que a veces permanecen
sentados «hasta 18 horas al día», deplora Salma Lamqaddam. «Tienen que
trabajar a ritmos vertiginosos, con unos objetivos de rentabilidad
irrealistas y con derechos sociales casi inexistentes. Por no hablar de la
violencia sexista y sexual que sufren las mujeres, que constituyen la
mayoría de la mano de obra».

 

En 2013, la tragedia de Rana Plaza, una fábrica textil que se derrumbó en
Dhaka, matando a más de 1.100 trabajadores e hiriendo a otros 2.500, reveló
los excesos de la industria textil bangladeshí. Ante las críticas, el país
revalorizó los salarios y firmó un acuerdo sobre la seguridad en los
talleres. Pero diez años después, es necesario constatar que los progresos
han sido mínimos. «Es cierto que la seguridad ha mejorado, admite la miembro
de la ONG de solidaridad internacional. Pero el ritmo de trabajo sigue
siendo infernal. Y en diez años, hemos asistido al auge de las marcas de
moda ultrarrápida, que llevan aún más lejos la lógica perversa de la
producción masiva».

 

En octubre, varias grandes marcas, entre ellas Adidas, Puma y Hugo Boss,
escribieron a la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, para
«constatar» que los salarios netos mensuales medios «no se habían ajustado
desde 2019 a pesar de que la inflación ha aumentado considerablemente
durante este periodo», antes de añadir que deseaban «una conclusión feliz»
de las negociaciones salariales. Según las asociaciones, se trata de una
toma de conciencia tardía y en gran medida insuficiente. «Las marcas tienen
una responsabilidad y desempeñan un papel importante», insiste Salma
Lamqaddam. Desde el principio del movimiento, ninguna de ellas contrajo
compromisos reales. Su silencio es ensordecedor». Aun así, admite la
responsable de campaña, sigue existiendo un «gran riesgo» de que las marcas
terminen por dirigirse a otros países, donde los costos de la mano de obra
son aún más bajos que en Bangladesh.

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