Israel/Gaza/ Más tierra, menos palestinos, [Daniel Gatti]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 10 11:50:48 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

10 de noviembre 2023

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Los Planes de Israel para Gaza 

 

Más tierra, menos palestinos

 

Filtraciones del gabinete israelí indican que tiene a estudio una gigantesca
operación de limpieza étnica en la Franja de Gaza como corolario de su
invasión militar. Con los palestinos fuera del enclave o reducidos a
cenizas, Israel planifica un nuevo Oriente Medio a medida de sus intereses.

 

Daniel Gatti

Brecha, 10-11-2023

https://brecha.com.uy/

 

De eso que los medios mainstream y gran parte de los gobiernos occidentales
se empeñan en llamar una «guerra» el martes 7 se cumplió un mes. Datos de la
Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios
(OCHA, por sus siglas en inglés) indican que, en ese lapso y hasta el
miércoles 8, murieron en Gaza unas 9.770 personas. El Ministerio de Salud de
la Franja elevó el mismo día la cifra a más de 10.200. Y había hasta
entonces más de 26 mil palestinos heridos y más de 2.200 desaparecidos bajo
los escombros dejados por los bombardeos israelíes. Cuando esta nota se
publique, los muertos palestinos estarán superando seguramente los 11 mil.
¿Cuántos de ellos eran combatientes de Hamás o de otras milicias? Difícil
saberlo. Algunos los estiman en 10 por ciento, otros en 15. Lo que sí se
sabe es que entre los muertos hay una enormidad de niños, entre 4 mil y
4.300, según las fuentes, es decir, por encima del 40 por ciento del total.
De acuerdo a los números comunicados por la OCHA, 134 niños han muerto
diariamente en Gaza en un mes bajo las bombas israelíes. La Agencia de
Naciones Unidas para los Refugiados en Oriente Medio hizo el lunes 6 su
propio cálculo: un niño palestino asesinado cada diez minutos. Se tome el
promedio que se tome, nada parecido se ha visto en los últimos años en
guerra alguna. Y así seguirán las cosas. Un tercio de los hospitales (14
sobre 35) y 51 de las 78 policlínicas que existían en Gaza han dejado de
funcionar como producto de los bombardeos o por falta de combustibles, de
agua y de los implementos más elementales. Desde el 11 de octubre, día en
que comenzó el bloqueo total a Gaza decidido por el gobierno de Benjamin
Netanyahu, solo han entrado a la Franja por el paso de Rafah, en la frontera
con Egipto, unos 450 camiones con eso que habitualmente se llama «ayuda
humanitaria». Antes del 7 de octubre, ingresaban a la Franja más de 500 por
día. Las enfermedades están, a su vez, haciendo su obra.

 

Al ritmo que transcurre esta curiosa «guerra», se superará sin dudas la
proporción de bajas que Israel se fija como parámetro tolerable en cada
operación de envergadura que lanza sobre Gaza, según decía a Brecha semanas
atrás Héctor Grad, de la Red Internacional de Judíos Antisionistas: «Nos
matan a uno, les matamos a diez» (véase «Hay margen para frenar las
masacres»,  Brecha, 20-X-23). El ataque de Hamás del 7 de octubre dejó,
según fuentes israelíes que no paran de recordar la elevadísima cifra de
civiles asesinados ese día por los milicianos palestinos, unos 1.400
muertos, y en sus operaciones por tierra y aire el Ejército israelí ha
perdido, de acuerdo a datos difundidos por el Ministerio de Defensa el
martes 7, apenas 29 soldados. Aunque a esas bajas (las de militares muertos
en combate) el gobierno de Netanyahu tienda siempre a minimizarlas, son lo
que son: unas pocas decenas.

 

***

 

Pero sobre todo las muertes de palestinos se seguirán acumulando porque
Israel no está dispuesto a frenar sus ataques. Peor: se dispone a
acentuarlos. El fin de semana pasado, el ministro de Patrimonio, Amichai
Eliyahu, no descartó la posibilidad de recurrir a la bomba nuclear para
acabar de una vez por todas con «el problema» palestino. «Es una opción»,
dijo en declaraciones a la radio Kol Barama. «Pero si usamos el arma
atómica, mataremos también a los rehenes israelíes», se preocupó el
periodista que lo entrevistaba. «En una guerra se tiene que pagar un
precio», respondió Eliyahu. El hombre, dirigente del partido Poder Judío,
fue demasiado lejos y el domingo 5 Netanyahu suspendió hasta nuevo aviso su
participación en las reuniones de gabinete. «Está desconectado de la
realidad», explicó el primer ministro. En filas palestinas no creen que lo
esté tanto, vista la manera de operar de las Fuerzas de Defensa de Israel
(FDI). Es muy improbable, obviamente, que Israel llegue a usar en Gaza la
bomba atómica, pero que uno de los integrantes del gobierno lo mencione como
una posibilidad revela la mentalidad que los inspira a todos, le dijo al
portal francés Mediapart una fuente de Al Fatah, el grupo palestino que
administra la Cisjordania ocupada. En lo que sí habría consenso en el
Ejecutivo de Netanyahu es en que se tiene que aprovechar esta guerra para
buscar alguna forma de solución final a la «cuestión de Gaza». Y para esta
solución, o para alguna de sus variantes, sí contarían, Netanyahu y los
suyos, con aval internacional, en todo caso de algunas potencias,
principalmente Estados Unidos y su fidelísimo aliado británico, inventor,
después de todo, del propio Estado de Israel.

 

***

 

A fines de octubre trascendió un documento confidencial del Ministerio de
Inteligencia israelí en el que se evalúan distintas opciones para el futuro
de los habitantes de Gaza una vez que concluya la «guerra» en curso. Datado
del 13 de octubre y filtrado por Wikileaks, el documento fue publicado y
comentado por diversos medios internacionales, incluidos algunos israelíes.
El propio ministerio lo reconoció como auténtico, aunque pretendió rebajarle
importancia argumentando que no es más que un planteo entre otros de los que
la cartera suele elevar a los servicios de inteligencia, el Ejército y el
Ejecutivo. Pero al coincidir sus consideraciones y «sugerencias» con la
estrategia militar actualmente implementada por el Ejército israelí, vale la
pena tomarlo en serio, evaluó, por ejemplo, el sitio francés Révolution
Permanente (31-X-23). Daniel Levy, presidente del Proyecto Oriente Medio y
exnegociador de paz de Israel, opuesto a la masacre que su país está
perpetrando en la Franja, consideró, en declaraciones a diversos medios, que
el solo hecho de que el texto se haya filtrado habla de que se está
manejando en el Ejecutivo de Netanyahu.

 

En sus diez páginas, el documento baraja tres escenarios posibles a
considerar por Israel, partiendo siempre de la base de que Hamás sea
totalmente erradicado de Gaza o al menos descabezado y dejado fuera de
combate. Dos de esas opciones son vistas como «menos favorables», al
contemplar, con distintos formatos, una administración de la Franja por
autoridades palestinas, ya no de Hamás, sino de sus rivales de Fatah, cuya
gestión de la Cisjordania ocupada ha sido hasta ahora relativamente tolerada
por Israel. «Estas dos opciones –dice Révolution Permanente– se basarían en
un modelo similar al que existe hoy en Cisjordania: dominación militar
israelí combinada con cierta apariencia de gobierno civil palestino.»
Tendrían la «desventaja» de que Israel quedaría más expuesto que nunca a ser
considerado como «una potencia colonial ocupante», y además no serían
«suficientemente disuasorias para otras fuerzas enemigas del país, como el
Hizbolá libanés».

 

La tercera opción es la que el Ministerio de Inteligencia ve como «más
ventajosa» para los intereses israelíes: la que dispone la expulsión de los
palestinos hacia el desierto del Sinaí, en Egipto, y la ocupación de la
Franja por colonos. El plan se haría en cuatro etapas. Dos ya se están
implementando: la conminación a la población palestina a que abandone el
norte de Gaza y los ataques por tierra a esa zona de la Franja. Faltaría
ejecutar dos: el despeje total de las rutas de desagote de palestinos hacia
Egipto a través del paso de Rafah y el montaje, en el desierto del Sinaí, de
ciudades formadas por tiendas de campaña para establecer definitivamente a
los exgazatíes en esas tierras, sin posibilidad de retorno. Una zona estéril
de varios quilómetros de ancho –señala a su vez el 25 de octubre el sitio
independiente egipcio Mada Masr– sería creada en Egipto, «al sur de la
frontera con Israel, para impedir el regreso de los palestinos».

 

Estas dos últimas fases requerirían la participación en el plan de Egipto,
un país con el que Israel firmó la paz hace décadas, y a ello ya estaría
abocado Netanyahu. Según indicó la semana pasada el portal sionista Por
Israel, el primer ministro israelí está intensificando la presión sobre El
Cairo para que acepte esa salida, y a cambio le habría ofrecido al
presidente Abdel Fattah al Sisi interceder ante organismos como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial para que alivien en gran medida
la deuda externa egipcia y ayuden a financiar el establecimiento de las
nuevas «ciudades» palestinas en el desierto. También lo habría conversado
con «líderes occidentales».

 

El Cairo, por ahora, afirma oponerse a ser parte de una solución militar,
por el medio que sea. Sería una segunda Nakba, un nuevo desastre, un nuevo
desplazamiento masivo forzado de población similar al de 1948, cuando se
creó, sobre tierra arrasada, el Estado de Israel, y aceptarlo colocaría a
Egipto en una situación imposible en el mundo árabe, habría dicho Al Sisi en
una reunión de gobierno en El Cairo. Y habría observado también, según Mada
Masr, que la transferencia de refugiados palestinos hacia el Sinaí
convertiría, a mediano plazo, esa región «en una plataforma de lanzamiento
de operaciones israelíes» hacia tierra egipcia, porque la resistencia
palestina no desaparecería en el aire, sino que simplemente se trasladaría.

 

***

 

La idea de reubicar a los palestinos de Gaza en el Sinaí no es nueva. Ya la
habría manejado un alto oficial del Ejército, Giora Eiland, que entre 2004 y
2006 fue jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Israel. El primer
ministro de entonces, Ariel Sharón, opinaba en cambio que a su país le
convenía más concentrarse en expandirse en Cisjordania, y así fue que, en el
marco de un plan definido por la Unión Europea, Naciones Unidas, Rusia y
Estados Unidos, en 2005 Israel se retiró de la Franja. Opuesto a esa medida
que consideró «un abandono», Eiland dimitió del Consejo de Seguridad
Nacional y se dedicó a elaborar un plan alternativo que comprendía
precisamente el traslado masivo de los gazatíes al Sinaí, compensando a
Egipto con territorios en el sur de Israel y la financiación de obras de
infraestructura. Hosni Mubarak, el presidente egipcio de la época, lo
rechazó, así como el resto de los países árabes.

 

En las últimas semanas, dice Mada Masr, la llamada doctrina Eiland «parece
haber cobrado nueva vida» de la mano de Netanyahu. Eiland escribió el mes
pasado en la revista israelí Fathom una nota en la que llama a Netanyahu a
aprovechar el nuevo contexto para «aplastar a Hamás». El general no se
manifestaba, sin embargo, para nada favorable a una invasión terrestre de
Gaza considerando que no le resultaría fácil al Ejército derrotar a los
entre 20 mil y 30 mil milicianos de que dispondría bajo tierra la
organización palestina, y más aún a los chiitas proiraníes de Hizbolá, mucho
más poderosos militarmente y que se movilizarían en auxilio de sus aliados
palestinos. El mismo objetivo de aniquilación de Hamás y de deportación
masiva de gazatíes, afirmó Eiland, se obtendría más eficazmente con un
«asedio dramático, continuo y estricto sobre la Franja». «Cuando la gente de
Gaza haya sido evacuada y los únicos que queden sean los de Hamás, y se les
hayan acabado los alimentos y el agua […], Hamás será completamente
destruido, o se rendirá, o aceptará evacuar Gaza, tal como [Yasser] Arafat
se vio obligado a abandonar Beirut después del asedio israelí», en 1982,
apuntó Eiland en Fathom.

 

Mada Masr señala: «Si bien es difícil determinar cuánta influencia tienen
generales retirados como Eiland sobre el gabinete de guerra de Israel, las
tácticas utilizadas por las FDI en su actual ataque a Gaza parecen alinearse
con gran parte de lo que él ha prescrito. Israel ha castigado colectivamente
a más de 2 millones de palestinos en Gaza, bloqueando las entregas de
alimentos, agua, medicinas y combustible, y ha ordenado la evacuación de más
de 1 millón de palestinos desde la parte norte de la Franja hacia el sur».
Eiland confía en que la concreción total del plan de recomposición de la
zona solo sea cuestión de tiempo. Más aun sabiendo que, desde la época de
Anwar el Sadat, en los años setenta, como escribe el periodista egipcio
Hossam el Hamalawy en Middle East Eye (versión española en Viento Sur,
27-X-23), Egipto «ha consolidado su función de encargado de la estabilidad
regional siguiendo los intereses de Estados Unidos, de protector de la
seguridad de Israel y de mediador entre israelíes y palestinos». Un
mediador, por otra parte, nada neutro, al haberse mostrado siempre proclive
a aceptar las condiciones de Israel, al punto de haber participado en la
implementación del bloqueo a Gaza y de haber facilitado ofensivas de las FDI
contra la Franja.

 

Si Egipto no se ha plegado aún al plan de Israel de reasentamiento de los
gazatíes en el Sinaí, sugiere Hamalawy, se debe en buena medida a las
movilizaciones callejeras en favor de los palestinos que están teniendo
lugar en el país –las más importantes desde comienzos de la primera década
del siglo– y a las reticencias de otros países árabes.

 

Y hay también otro obstáculo al plan pergeñado por los halcones israelíes:
la oposición de al menos una parte del gobierno demócrata estadounidense,
temeroso de que una (nueva) expulsión masiva de los palestinos globalice el
conflicto. Jordania ya anunció que lo consideraría una declaración de
guerra, y países aliados de Occidente en la región, como Arabia Saudita, con
la cual Israel estaba a punto de concluir un acuerdo de paz, o Emiratos
Árabes, se verían también presionados a un enfrentamiento abierto. El
presidente estadounidense, Joe Biden, y su secretario de Estado, Antony
Blinken, dijeron en estos días que una ocupación de Gaza por Israel sería
poco conveniente y que verían con mejores ojos una administración autónoma
de la Franja por palestinos, por supuesto después de una limpieza en toda
regla del territorio. Pero con Estados Unidos nunca se sabe: las armas y el
dinero le están fluyendo actualmente a Netanyahu desde Washington para
culminar su masacre. Y hacia la zona del «conflicto» –en preparación tal vez
de algo mayor–, ya ha enfocado la superpotencia algunos de sus portaaviones
más sofisticados.

 

 

***

 

Existe otro punto nada menor que muy poco se evoca cuando se habla de las
razones de Israel para quedarse con Gaza –o al menos levantar allí un
gobierno «autónomo» bien dócil– y que tal vez explique mejor la
determinación de Netanyahu y compañía de sus invocaciones bíblicas para
justificar genocidios: el hecho de que el territorio palestino es parte de
una zona rica en hidrocarburos y a la que Estados Unidos y potencias
europeas pretenden convertir, con Israel como operador central, en un
corredor comercial que conectaría India, Oriente Medio y Europa para
competir con la nueva ruta de la seda ideada por China. En setiembre pasado,
Netanyahu presentó ese corredor, llamado IMEC (por las siglas de las
regiones que lo integrarían), ante Naciones Unidas, con abundancia de
referencias al nuevo papel geopolítico y económico de su país en un Oriente
Medio en reconstrucción.

 

En esa perspectiva, los palestinos no solo sobrarían: serían un obstáculo.
Como lo serían también Siria y Líbano. En los últimos 15 años, además, se
descubrieron enormes yacimientos de gas natural en la plataforma Leviatán y
en todo el Mediterráneo oriental, rodeando la Franja de Gaza. La explotación
de la plataforma, que es administrada por un consorcio
israelí-estadounidense, haría de Israel, «por primera vez en su historia,
una potencia energética, capaz de satisfacer sus necesidades, obtener su
independencia energética y exportar gas natural a sus vecinos para reforzar
su posición regional», según proyectó hace casi cuatro años un ejecutivo de
la empresa israelí Delek, miembro del consorcio binacional (France 24,
31-XII-19). A fines de octubre, Israel concedió la explotación de otros
campos gasíferos en la misma región a British Petroleum, la italiana ENI y
otras cuatro empresas. A algunos de estos proyectos está asociado también
Egipto. Hamás los rechaza. Otro motivo para liquidarlo.

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