Argentina/ La suma de todos los miedos. [José Natanson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Nov 25 15:26:22 UYT 2023


  _____  

Correspondencia de Prensa

25 de noviembre 2023

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____  

 

Argentina

 

La suma de todos los miedos

 

José Natanson

Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, diciembre 2023

https://www.eldiplo.org/

 

¿De qué se alimenta el miedo?

 

Como sabía Pennywase, el payaso de It que era capaz de adoptar la forma del
terror de cada niño para arremeter contra él en las alcantarillas de Derry,
el miedo está hecho de retazos de memoria, imágenes fragmentadas del pasado,
traumas reprimidos que asoman. Por eso cuando pensamos en los riesgos de la
democracia nuestra imaginación vuela hacia las escenas clásicas de los
golpes de Estado del siglo XX, con los tanques entrando a la Casa de
Gobierno o los aviones bombardeando el Palacio de La Moneda. Pero hoy el
peligro democrático no pasa por un arrebato militar: es un proceso más largo
y viscoso, menos claro. Esto no quiere decir que Argentina no cruja ante la
inminencia de un gobierno de Javier Milei, sino que hay que sacudirse los
miedos ancestrales para entender mejor el peligro real de lo que viene.

 

Y lo que viene es un retroceso. El pacto democrático imperante desde 1983
implicó la aceptación del juego electoral por parte de todos los actores
políticos, incluyendo a aquellos que, como las derechas autoritarias y las
izquierdas insurgentes, en el pasado lo habían impugnado. Pero también
supuso otras cosas, como la exclusión definitiva de la violencia política,
la aceptación de la pluralidad y la autocontención de la represión estatal.
Este contrato social, que algunos llaman el “pacto del Nunca Más”, fue un
proceso de construcción colectiva trabajoso y en absoluto lineal, que a lo
largo de cuatro décadas tuvo que superar alzamientos carapintadas, un
copamiento guerrillero y la crisis del 2001, pero que pese a todo siguió
avanzando.

 

El 55% de los argentinos que eligieron a Milei el domingo pasado no lo
hicieron pensando que lo que estaba en juego era la continuidad democrática,
que estaban de algún modo plebiscitando la democracia. Votaban
mayoritariamente otra cosa. Como sostiene Marina Franco (1), resulta
tentador pensar que el ascenso de Milei revelaría que la democracia
argentina está pagando el precio de su propio éxito, que su estabilidad la
convirtió en un “paisaje abúlico” que ya no aparece ante los jóvenes como un
valor a conquistar, porque nunca conocieron otro sistema y no pueden por lo
tanto imaginar el horror de perderlo. Pero esta perspectiva, afirma Franco,
es falaz: lo que explica que una mayoría social haya votado a un candidato
que pone en cuestión estos consensos no es el éxito de la democracia sino su
fracaso, su incapacidad para garantizar mejoras concretas en las condiciones
materiales de vida o un horizonte de autosuperación para las nuevas
generaciones.

 

¿Qué nos espera entonces?

 

En primer lugar, la secuencia conocida de ajuste, movilización popular y
represión. Aunque Milei ha desandado algunas de sus propuestas económicas
más radicales, el corazón de su programa de gobierno, con o sin
dolarización, incluye un fuerte recorte del gasto público, la eliminación de
la emisión monetaria y el achicamiento del Estado. En sus propias palabras,
“cambios drásticos, sin gradualismos”. Habrá que ver cómo reacciona el
Presidente electo cuando se activen las movilizaciones y se convoquen las
primeras huelgas. En los momentos más calientes del largo paro de los
obreros mineros de 1984, Margaret Thatcher llegó al extremo de ordenar a las
autoridades escolares no entregar los uniformes a los hijos de los
huelguistas y hasta excluirlos de los comedores de los colegios. Más cerca
en espacio y tiempo, Carlos Menem osciló entre, por un lado, la necesidad de
compensar su giro ideológico con gestos sobreactuados, como cuando eligió
como día para firmar el decreto de limitación del derecho a huelga un 17 de
octubre, y, por otro, la negociación de diversas concesiones con los
sindicatos más poderosos.

 

¿Cómo responderá Milei a la previsible resistencia que producirán sus
políticas? Las dos experiencias más recientes, los gobiernos de Donald Trump
y Jair Bolsonaro, no resultan del todo pertinentes para ensayar una
comparación, porque se trata de países en donde las movilizaciones populares
no son un factor determinante del juego político, donde el poder de los
sindicatos es relativo y donde las capitales están alejadas de los
principales centros urbanos. En contraste con Estados Unidos y Brasil, la
sociedad argentina es una sociedad movilizada, con una larga memoria
igualitarista y un sesgo jacobino cercano al francés. Bajo estas
condiciones, con sindicatos y organizaciones sociales acostumbrados a una
gimnasia de protesta permanente y con fuerzas de seguridad subcalificadas y
proclives al gatillo fácil, cualquier intento de contener la movilización
puede generar un saldo trágico. Contra lo que a veces se piensa, ningún
gobierno democrático busca de manera deliberada heridos o muertos. No es que
Eduardo Duhalde buscó el asesinato de Kosteki y Santillán; simplemente no lo
previó ni pudo evitarlo.

 

En contraste con Estados Unidos y Brasil, la sociedad argentina es una
sociedad movilizada, con una larga memoria igualitarista y un sesgo jacobino
cercano al francés.

 

Otro punto importante es la dimensión liberal de la construcción
democrática. Desde 1983, sucesivos gobiernos vienen impulsando una serie de
leyes tendientes a permitir que cada persona viva su vida, disfrute de su
intimidad y experimente su sexualidad de la manera que más le guste, proceso
que se completó con una serie de normas y decisiones administrativas
orientadas a garantizar los derechos de las mujeres y las minorías. Así,
Raúl Alfonsín impulsó la ley de divorcio, la patria postestad compartida y
la equiparación de derechos de los hijos extramatrimoniales; Carlos Menem
apoyó la ley de cupo femenino; el kirchnerismo sancionó la ley de matrimonio
igualitario, la ley de vientre subrogante y la ley de identidad de género, y
Mauricio Macri habilitó por primera vez la discusión parlamentaria sobre el
aborto, que finalmente se sancionó durante el gobierno de Alberto Fernández,
que además creó el Ministerio de la Mujer.

 

Resultado de una combinación de luchas colectivas y decisiones ejecutivas
(incluso oportunistas), estas políticas, algunas de ellas muy avanzadas para
el contexto regional, fueron conformando un entramado legal y administrativo
de espíritu liberal que contribuyó a consolidar el pluralismo, la tolerancia
y el derecho a la identidad.

 

En la campaña, Milei dijo que la educación sexual integral (ESI) busca
“destruir a la familia” y que es una política “ligada al ecologismo”,
Alberto Benegas Lynch anunció que intentará derogar la interrupción
voluntaria del embarazo, Lilia Lemoine propuso la renuncia voluntaria a la
paternidad y Diana Mondino comparó el matrimonio igualitario con tener
piojos. Aun si la correlación de fuerzas legislativas y la resistencia
social impiden llegar a estos extremos, el retroceso parece inevitable. Como
sabe cualquier persona que haya ejercido algún cargo de responsabilidad
estatal, construir una política pública es muy complejo: exige voluntad,
pericia técnica, construcción de equipos, neutralización de vetos políticos.
Desmontarla, en cambio, es fácil, a veces ni siquiera hay que anunciarlo:
alcanza con abandonar una política pública para que ésta languidezca hasta
desaparecer. Por poner un ejemplo, ¿qué pasará de ahora en más con la ESI,
una línea de trabajo que lleva años, involucra diversas jurisdicciones y
áreas de gobierno y que ha demostrado su éxito para evitar embarazos no
deseados, prevenir el HIV y detectar casos de abuso?

 

El último punto a considerar es la cuestión de los derechos humanos, una
dimensión de la construcción democrática que puede parecer extemporánea
(hablamos de “los derechos humanos del pasado”) pero sobre la cual los
grandes líderes políticos depositaron parte de su capital simbólico. Si
Alfonsín impulsó el Juicio a las Juntas, Menem los indultos y la “política
de reconciliación” y Kirchner los juicios contra los represores, fue porque
intuían que en estos gestos se cifraba su relación con la sociedad, que eran
una forma de enviar un mensaje sobre el presente dialogando con el pasado.
¿Qué hará Milei? Los testimonios de quienes lo acompañan desde hace tiempo y
los registros periodísticos sugieren que hasta hace un par de años la
cuestión no figuraba en el centro de sus preocupaciones, que era un tema que
sencillamente no le interesaba, y que fue la incorporación a su dispositivo
político de Victoria Villarruel lo que lo llevó a adoptar posiciones como
las que exhibió en el debate. Al cierre de esta nota no se conocían todavía
los nombres de los ministros de Seguridad y Defensa, posible indicio de la
decisión del Presidente de evitar la tercerización de estas áreas en su
vice.

 

Concluyamos

 

Aunque habrá que esperar a la asunción, el programa de gobierno de Milei y
los trascendidos de las primeras designaciones confirman que estamos ante el
inicio de una etapa política nueva, muy distinta a los gobiernos peronistas
pero también a la gestión de centroderecha coalicional de Mauricio Macri.
¿Hasta dónde llegará Milei? ¿Qué forma asumirá su gobierno? Quizás una forma
de abordar esta pregunta sea pensar si se limitará a aplicar políticas de
ajuste que busquen recuperar la “normalidad macroeconómica” para relanzar la
economía, incluyendo privatizaciones, apertura económica y desregulación, es
decir una agenda neoliberal clásica, o si además se embarcará en una batalla
cultural. ¿Liderará una gestión pragmática al estilo de Giorgia Meloni o
empujará una agenda conservadora a lo Vox?

 

La primera alternativa es difícil, pero factible. La larga experiencia de
Menem y el resultado de las elecciones de 2019, en las que Juntos por el
Cambio quedó a sólo 7 puntos del peronismo, y de las elecciones de 2021, en
las que se impuso ampliamente, demuestran que la sociedad argentina no es
necesariamente hostil a los programas de ajuste: lo que pide es que la
estabilización que prometen se concrete. El pacto social de los 90
–legitimado en la reelección de Menem en 1995– implicó el sacrificio del
empleo y la igualdad a cambio de diez años de estabilidad y consumo.

 

La segunda alternativa es mucho más riesgosa. En una nota reciente (2),
Pablo Touzón y Federico Zapata sostienen que Milei deberá neutralizar su
frente interno y evitar la tentación de caer en la guerra cultural. “El
éxito o el fracaso de su gobierno se cifra en saber elegir las batallas, y
la más relevante es la económica (reformar y estabilizar Argentina). Todas
las demás, y sobre todo las reformas culturales, son excentricidades que le
abrirán un Vietnam de conflictos”, escriben.

 

El planteo es lógico: a Milei lo eligieron básicamente para que arregle la
economía y la batalla cultural es, en efecto, extenuante y conflictiva. Sin
embargo, permite también constituir un núcleo duro de apoyos, que es lo que
hizo Cristina a partir del conflicto del campo y lo que descubrió
tardíamente Macri. Desprovisto de un partido político potente, de aliados
territoriales y de mayorías legislativas, el nuevo Presidente necesitará
sostener su gobierno de algún alfiler si quiere avanzar con su programa de
reformas, y la activación de un contingente militante podría ser una
tentación. Las minorías radicalizadas agrietan el debate público y ponen en
cuestión la convivencia democrática, son perjudiciales y peligrosas, pero
también garantizan una base mínima de respaldos en circunstancias difíciles,
proveen un activismo 24 horas y hasta ofrecen una fuerza de choque en las
calles. Es lo que hicieron Trump y Bolsonaro y es de hecho lo que dijo Macri
cuando señaló que esta vez los “orcos” peronistas no van a poder bloquear
una eventual reforma previsional tirando piedras porque habrá “miles de
jóvenes” dispuestos a enfrentarlos.

 

Si la alternativa de un ajuste neoliberal es mala pero conocida, el segundo
escenario hundiría a la democracia argentina en un abismo tan hondo como
nuestras peores pesadillas.

 

Notas 

 

1. www.eldiplo.org/notas-web/la-fractura-del-nunca-mas/
<http://www.eldiplo.org/notas-web/la-fractura-del-nunca-mas/>  

2. https://panamarevista.com/chicxulub/ 

  _____  

 



-- 
Este correo electrónico ha sido analizado en busca de virus por el software antivirus de Avast.
www.avast.com
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20231125/e8068db2/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa