Gaza/ La catástrofe inminente y la urgencia de detenerla. [Gilbert Achcar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Oct 18 15:01:46 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

18 de octubre 2023

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Gaza



La catástrofe inminente y la urgencia de detenerla



Gilbert Achcar *

Viento Sur, 18-10-2023

https://vientosur.info/

Traducción de Viento Sur



En los últimos días, Gaza ha personificado la división global Norte-Sur más
que ningún otro conflicto de la historia contemporánea. La indecente
unanimidad de los gobiernos occidentales a la hora de expresar sin reservas
su apoyo incondicional al Estado israelí -en el mismo momento en que éste ya
se había embarcado de forma bastante evidente en una campaña de crímenes de
guerra contra el pueblo palestino de una magnitud sin precedentes en los 75
años de historia del conflicto regional- ha sido verdaderamente enfermiza.
Desde el 7 de octubre, estos gobiernos se han superado mutuamente en este
empeño: desde proyectar la bandera israelí en la Puerta de Brandemburgo de
Berlín, el Parlamento de Londres, la Torre Eiffel de París y la Casa Blanca
de Washington, hasta enviar material militar a Israel, así como desplazar
refuerzos navales estadounidenses y británicos al Mediterráneo Oriental en
un gesto de solidaridad con el Estado sionista, pasando por prohibir
diversas formas de expresión de apoyo político a la causa palestina,
cercenando así libertades políticas elementales.



Todo esto ocurre en un momento en el que el desequilibrio habitual en la
información de los medios de comunicación occidentales sobre
Israel/Palestina ha alcanzado su punto álgido. Como de costumbre, se ha
mostrado profusamente en las pantallas a israelíes afligidos, en particular
mujeres, incomparablemente más de lo que se ha mostrado nunca a personas
palestinas afligidas. La Operación Inundación Al-Aqsa de Hamás provocó una
avalancha de imágenes de violencia contra personas desarmadas, con especial
atención a una fiesta rave similar a las que se organizan habitualmente en
los países occidentales, con el fin de acentuar la "compasión narcisista...
evocada mucho más por calamidades que golpean a gente como nosotros, y mucho
menos por calamidades que afectan a gente distinta a nosotros". Desde que
Hamás lanzó su operación, la violencia israelí, a una escala muy superior,
que golpea a los civiles en Gaza ha sido mucho menos denunciada, y en ningún
caso condenada. Incluso un crimen de guerra tan flagrante como el bloqueo
total de agua, alimentos, combustible y electricidad infligido a una
población de 2,3 millones de personas y la no menos flagrante violación del
derecho humanitario consistente en ordenar a más de un millón de civiles que
abandonen su ciudad o se enfrenten a la muerte bajo los escombros de sus
viviendas es prácticamente condonado por destacados líderes políticos
occidentales y los principales medios de comunicación occidentales.



Es como si hubieran reconstituido la Sociedad Internacional para la
Supresión de las Costumbres Salvajes para la que el ficticio Kurtz de Joseph
Conrad (en El corazón de las tinieblas) había escrito un informe que
terminaba con la aterradora posdata: "¡Exterminad a esos bárbaros!"[1].
Efectivamente, la prescripción de Kurtz ha encontrado un equivalente en el
siniestro anuncio del ministro israelí de defensa Yoav Gallant: "He ordenado
el asedio total de la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos,
ni combustible, todo estará cerrado... Estamos luchando contra animales
humanos y actuamos en consecuencia".



Como era de esperar, los medios de comunicación occidentales se han hecho
eco de los medios israelíes al describir la operación de Hamás como el
ataque más mortífero dirigido contra los judíos desde el Holocausto,
continuando con el patrón habitual de nazificación de los palestinos para
justificar su deshumanización y exterminio. Sin embargo, la verdad es que,
por terribles que hayan sido algunos aspectos de la operación de Hamás, no
constituyen un continuum de la violencia imperialista nazi desde ninguna
perspectiva histórica significativa. Más bien se inscriben en dos ciclos
históricos muy diferentes: el de la lucha de los palestinos contra el
despojo y la opresión coloniales israelíes y el de la lucha de los pueblos
del Sur Global contra el colonialismo.



La clave de la mentalidad que subyace a la acción de Hamás no se encuentra
en el Mein Kampf de Adolf Hitler, sino en Los condenados de la tierra de
Frantz Fanon, la interpretación más conocida de los sentimientos de los
colonizados realizada por un pensador político que también era psiquiatra.
Fanon reflexionó sobre las luchas de los colonizados, en particular los
argelinos, contra el colonialismo francés. Los paralelismos son
sorprendentes:



El colonizado que decide realizar ese programa, convertirse en su motor,
está dispuesto en todo momento a la violencia. Desde su nacimiento, le
resulta claro que ese mundo estrecho, sembrado de contradicciones, no puede
ser impugnado sino por la violencia absoluta.



La violencia que ha   presidido la constitución del mundo colonial (...)
será reivindicada y asumida por el colonizado desde el momento en que,
decidida a convertirse en la historia en acción, la masa colonizada penetre
violentamente en las ciudades prohibidas. Provocar un estallido del mundo
colonial será́, en lo sucesivo, una imagen de acción muy clara, muy
comprensible y capaz de ser asumida por cada uno de los individuos que
constituyen el pueblo colonizado…



No hay equivalencia de resultados, sin embargo, porque los ametrallamientos
por avión o los cañonazos de la flota superan en horror y en importancia a
las respuestas del colonizado. Ese ir y venir del terror desmistifica
definitivamente a los más enajenados de los colonizados. Comprueban sobre
el terreno, en efecto, que todos los discursos sobre la igualdad de la
persona humana acumulados unos sobre otros no ocultan esa banalidad que
pretende que los siete franceses muertos o heridos en el paso de Sakamody
despierten la indignación de las conciencias civilizadas en tanto que "no
cuentan" la entrada a saco en los aduares Guergour, de la derecha Djerah, la
matanza de poblaciones en masa que fueron precisamente la causa de la
emboscada [2].



¿Fueron terroristas algunos de los actos cometidos por los combatientes de
Hamás durante la Operación Inundación Al-Aqsa? Si por terrorismo se entiende
el asesinato deliberado de personas desarmadas, lo fueron, sin duda. Pero
entonces, el asesinato deliberado de miles y miles de civiles gazatíes
durante los últimos diecisiete años -desde 2006, sólo unos meses después de
que Israel evacuara la Franja de Gaza para controlarla desde fuera, en la
creencia de que el coste sería menor que controlarla desde dentro- también
es terrorismo. De hecho, el terrorismo de Estado ha causado muchas más
víctimas en la historia que el terrorismo de grupos no estatales.



Asimismo, ¿fueron algunos de los actos cometidos por los combatientes de
Hamás actos de barbarie? Sin duda, sí, pero no menos indudable es que
formaban parte de un choque de barbaries. Permítanme citar aquí lo que
escribí al respecto hace más de veinte años (Clash of barbarisms [hay
traducción al castellano: El choque de las barbaries, Icaria, 2007]), tras
los atentados del 11-S:



Considerados por separado, cada acto de barbarie puede juzgarse igualmente
censurable desde un punto de vista moral. Ninguna ética civilizada puede
justificar el asesinato deliberado de no combatientes o de niños, ya sea
indiscriminado o deliberado, por parte del terror estatal o no
gubernamental. ...



“Sin embargo, desde el punto de vista de la equidad básica, no podemos
envolvernos en una ética metafísica que rechace por igual todas las formas
de barbarie. Los distintos barbarismos no tienen el mismo peso en la balanza
de la justicia. Es cierto que la barbarie nunca puede ser un instrumento de
legítima defensa; siempre es ilegítima por definición. Pero esto no cambia
el hecho de que cuando dos barbaries se enfrentan, la más fuerte, la que
actúa como opresora, sigue siendo la más culpable. Salvo en casos de
irracionalidad manifiesta, la barbarie del débil es la mayoría de las veces,
por lógica, una reacción a la barbarie del fuerte. De lo contrario, ¿por qué
los débiles provocarían a los fuertes, a riesgo de ser ellos mismos
aplastados? Esta es, por cierto, la razón por la que los fuertes tratan de
ocultar su culpabilidad presentando a sus adversarios como dementes,
demoníacos y bestiales.



La cuestión más importante de la concepción que tiene Hamás de la lucha
contra la ocupación y la opresión israelíes no es moral, sino política y
práctica. En lugar de servir a la emancipación palestina y ganar para su
causa a un número cada vez mayor de israelíes, la estrategia de Hamás
facilita la unidad nacionalista de los judíos israelíes y proporciona al
Estado sionista pretextos para incrementar la supresión de los derechos y la
existencia de las y los palestinos. La idea de que el pueblo palestino pueda
lograr su emancipación nacional mediante la confrontación armada con un
Estado israelí que es muy superior militarmente es irracional. El episodio
más eficaz de la lucha palestina hasta la fecha fue sin armas: la Intifada
de 1988 provocó una profunda crisis en la sociedad, el sistema político y
las fuerzas armadas de Israel, y ganó para la causa palestina una simpatía
masiva en el mundo, incluso en los países occidentales.



La última operación de Hamás, el ataque más espectacular que jamás se haya
lanzado contra Israel, ha proporcionado una oportunidad para brutales
represalias asesinas en un prolongado ciclo de violencia y contraviolencia.
Lo que se vislumbra en el horizonte es nada menos que una segunda etapa de
la Nakba -catástrofe, en árabe-, que es el nombre dado al desplazamiento
forzoso de la mayor parte de la población autóctona palestina de los
territorios que el recién nacido Estado israelí logró conquistar en 1948. El
actual gobierno israelí, que incluye a neonazis, está dirigido por el líder
del Likud y heredero, por tanto, de los grupos políticos que perpetraron la
masacre más infame de palestinos en 1948: la masacre de Deir Yassin.
Benjamin Netanyahu encabezó la oposición a Ariel Sharon y dimitió del
gabinete israelí dirigido por este último en 2005 cuando Sharon optó por la
retirada unilateral de Israel de Gaza. Poco después, Sharon abandonó el
Likud, que Netanyahu lidera desde entonces.



La extrema derecha israelí liderada por el Likud ha perseguido sin descanso
su objetivo de un Gran Israel que abarque todo el territorio de la Palestina
bajo mandato británico entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, incluidas
Cisjordania y Gaza. Sólo unos días antes de la operación de Hamás,
Netanyahu, durante su discurso en la Asamblea General de la ONU, blandió un
mapa del Gran Israel, una señal deliberada que no pasó desapercibida. Por
eso, la orden dada a la población del norte de Gaza de desplazarse hacia el
sur es mucho más que la habitual excusa hipócrita para la destrucción
deliberada de zonas pobladas por civiles, mientras se echa la culpa a Hamás
acusándola de parapetarse tras la población civil (una acusación absurda,
por cierto: ¿cómo podría existir Hamás en el desierto, fuera de las
concentraciones urbanas, sin ser aniquilada por los muy superiores medios de
guerra a distancia israelíes?)



Con toda probabilidad, con el pretexto de erradicar a Hamás, lo que estamos
presenciando es el preludio de una segunda ronda de desplazamiento de los
gazatíes hacia el Sinaí egipcio, con la intención de cometer el segundo gran
acto de conquista territorial combinado con limpieza étnica desde la Nakba.
Las y los palestinos recordaron inmediatamente el éxodo de 1948, cuando
huían de la guerra sólo para que se les impidiera regresar a sus ciudades y
pueblos. Han comprendido que ahora se enfrentan en Gaza a un segundo caso de
desplazamiento forzoso que preludia una mayor desposesión y la colonización
de colonos. Esta segunda etapa de la Nakba será mucho más sangrienta que la
primera: El número de palestinos asesinados hasta el momento de escribir
estas líneas se acerca ya al de los asesinados en 1948, y esto no es más que
el principio de la embestida israelí. Sólo una movilización popular masiva
en Estados Unidos y Europa para conseguir que los gobiernos occidentales
presionen a Israel para que se detenga antes de que cumpla sus siniestros
objetivos bélicos podría evitar este espantoso desenlace. Esto es
extremadamente urgente. Que nadie se equivoque: la catástrofe inminente no
se contendrá en Oriente Próximo, sino que se extenderá sin duda a los países
occidentales, como viene sucediendo desde hace varias décadas, a una escala
aún más trágica.



* Gilbert Achcar, de origen libanés, es profesor de estudios sobre el
desarrollo y relaciones internacionales en SOAS, Universidad de Londres. Es
autor de numerosos libros, entre ellos Los árabes y el Holocausto: La guerra
árabe-israelí de narrativas (2010) y El pueblo quiere: Una exploración
radical del levantamiento árabe (2013, 2022). Su último libro es The New
Cold War. The United States, Russia and China from Kosovo to Ukraine [La
nueva guerra fría: Estados Unidos, Rusia y China, de Kosovo a Ucrania]
(2023).



Notas



[1] Conrad, Joseph, El corazón de las tinieblas, p. 93

[2] Fanon, Franz, Los condenados de la tierra.

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