Ecuador/ Las paradojas del triunfo de la derecha. [Pablo Ospina Peralta]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Oct 21 00:20:17 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

21 de octubre 2023

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Ecuador



Las paradojas del triunfo de la derecha



La derecha ha vuelto a imponerse en Ecuador, esta vez con un rostro joven.
El nuevo gobierno, que durará menos de dos años, se enfrenta a una crisis
múltiple, que incluye la acción descontrolada del crimen organizado. Daniel
Noboa deberá conjurar el fantasma del desgobierno de Guillermo Lasso, quien
debió convocar a elecciones anticipadas para evitar su destitución.



Pablo Ospina Peralta *

Nueva Sociedad, octubre 2023

https://nuso.org/



La historia se repite dos veces. En ambas ocasiones, salpicada de su cuota
de tragedia y de farsa. La distribución territorial de la votación en la
segunda vuelta ecuatoriana, el 15 de octubre de 2023, es virtualmente
idéntica a la de la segunda vuelta de abril de 2021. Las regiones de la
Costa, que tradicionalmente han votado por fuerzas conservadoras, entregaron
su confianza a la candidata de Revolución Ciudadana, Luisa González, elegida
por el ex-presidente Rafael Correa desde Bruselas, donde se encuentra
exiliado. Mientras tanto, las regiones de la Sierra y la Amazonia, que
tradicionalmente han votado mayoritariamente por la centroizquierda,
incluidas las zonas indígenas, entregaron masivamente su voto al candidato
conservador, Daniel Noboa (35 años), hijo del magnate bananero y cinco veces
candidato presidencial Álvaro Noboa.



El correísmo compitió con González, casi desconocida en sus inicios y
elegida por ser considerada «leal» a Correa. Anteriormente, había sido
candidata suplente a la Asamblea Constituyente de 2007 por el conservador
Partido Social Cristiano. En la campaña, señaló que el ex-presidente, en
caso de victoria, sería uno de sus principales asesores y se presentó como
«una madre ecuatoriana», como una madre soltera que logró sortear las
dificultades. Al mismo  tiempo, volvió a repetir que, en su opinión, ser
feminista no significa estar a favor de la despenalización del aborto (de
hecho, votó en contra incluso en caso de violación). Por su parte, el hijo
del gran magnate bananero trató de escapar a una asociación con la derecha,
pese a llevar como vice a una candidata de derecha radical, Verónica Abad,
prometió inversiones energéticas para reducir los subsidios al diésel y a la
distribución eléctrica, y aseguró que no aceptaría contratos laborales por
hora por ser regresivos, al tiempo que marginó de los primeros planos a su
ultraconservadora compañera de fórmula.



La apuesta electoral central del correísmo fue que el desprestigio de los
ineptos, indolentes e insensibles gobiernos que sucedieron a Correa, tanto
el de Lenín Moreno como el de Guillermo Lasso, sería suficiente para
persuadir al electorado de que el mejor futuro yacía en el pasado. La
apuesta central de Noboa fue apelar a la imagen de un candidato «nuevo»,
joven, distante de la polarización de los últimos tres lustros (apeló menos
a la retórica anticorreísta), pero que, al mismo tiempo, se podía presentar
como moderado, profundamente preocupado por la caridad social y las obras
asistenciales de salud de su madre, y con un perfil técnico ajeno a los
embrollos de la política.



La mayor desventaja del correísmo siguió siendo la omnipresencia de su líder
máximo, con un discurso siempre amenazante, sin jamás consentir la más
mínima autocrítica; por su parte, la mayor desventaja del joven empresario
era su padre y la asociación inmediata de su futuro gobierno de empresarios
con el desgobierno de empresarios de Lasso, que acababa su mandato de manera
anticipada. Lasso convocó a elecciones mediante el mecanismo de la «muerte
cruzada» para evitar su destitución por el Parlamento. La elección mostró
que el voto anticorreísta sigue siendo más persistente de lo que los
afectados suelen aceptar.



No es creíble la tesis de que el electorado se ha vuelto súbitamente
favorable a la desregulación, el libre mercado y las privatizaciones. Hay,
hubo y habrá una parte del electorado con tales convicciones. Pero
recordemos que la Sierra y la Amazonía se han caracterizado durante los
últimos 60 años por un empresariado fundamentalmente orientado al mercado
interno, que solo encontró productos de exportación exitosos en el cambio de
siglo, con las flores y el brócoli. La Sierra ha sido la región donde la
presencia estatal, el empleo público y la infraestructura vial y de
comunicaciones se han desplegado más. En la Costa, la agroexportación y sus
redes de comerciantes intermediarios han comandado con mano firme las
estructuras del poder local, subordinando las redes comunitarias de
autoayuda, con una presencia estatal más difusa e intermitente y con un
mayor déficit de infraestructura. Ha sido también la región más duramente
golpeada por la crisis de seguridad, la violencia delincuencial y un rápido
reclutamiento por parte del crimen organizado. Las tendencias políticas
divergentes en ambas regiones encuentran en tales estructuras
socioeconómicas dispares su fuente de anclaje social.



Ese elemento estructural no cambió sustancialmente con la llegada al poder
de Correa. No obstante, el correísmo sacudió los cimientos de las
preferencias electorales regionales. Cuando ganó por primera vez, en
noviembre de 2006, su votación siguió la misma demarcación tradicional. En
la segunda vuelta de aquel año, Correa se impuso sobre el magnate bananero
Álvaro Noboa, padre de Daniel, ganando en las mismas provincias y regiones
donde el correísmo acaba de perder. ¿Qué ha cambiado entonces? El electorado
de Revolución Ciudadana se volvió crecientemente costeño, y la racionalidad
de este cambio radica en que, aprovechando el boom de los commodities, los
gobiernos de Correa consiguieron que la infraestructura vial y social
llegara a aquellas regiones más carenciadas, en especial las de la Costa. En
el norte de la Amazonía desplegó una presencia estatal largamente esperada y
repetidamente traicionada. En el sur amazónico, en cambio, donde la
población está más concentrada y la infraestructura es un poco menos
deficitaria, el correísmo se volvió impopular al intentar extender a sangre
y fuego la frontera extractiva, de petróleo y minería metálica a gran
escala, que competía y despojaba de sus áreas de supervivencia a la
agricultura familiar y la pequeña minería artesanal. En la Costa, una gran
variedad de caciques políticos locales transitó libremente entre los
partidos conservadores tradicionales y Revolución Ciudadana, mientras que
los caciques locales serranos y amazónicos se mantuvieron alejados.



En la Sierra ecuatoriana, el electorado no solo está más ligado a redes
familiares y comunitarias más activas y autogestionarias, sino que además la
intervención pública del correísmo resultó menos atractiva. El énfasis en la
construcción de infraestructura en una región que ya contaba con ella atrajo
ante todo a las clases medias emergentes, más vulnerables, que pudieron
acceder a servicios públicos anteriormente ausentes. Atrajo mucho menos a
las clases medias consolidadas y a los grupos más empobrecidos, para quienes
la situación cambió muy poco. Las cifras de pobreza estructural se
mantuvieron invariables, en especial en las zonas indígenas y rurales
profundamente marginalizadas de la Sierra y la Amazonía. El electorado
correísta en la Sierra sigue, por término medio, las líneas sociales de esta
demarcación: votan por el correísmo los sectores de clases medias
emergentes, vulnerables; pero tiene mucho menor impacto entre las clases
medias altas y entre los más pobres. Estos dos últimos sectores sociales
cuentan, además, con mayor tradición de participación, organización y
gestión autónoma de sus propios problemas y rechazan más activamente el
autoritarismo personalista. Y es difícil encontrar, hoy por hoy, una figura
política más patriarcalmente autoritaria que la de Rafael Correa. En
síntesis, en la Sierra y la Amazonía, los beneficios materiales conseguidos
con la expansión de los servicios estatales durante los años de vacas gordas
del correísmo no alcanzan a compensar la combinación de autoritarismo y
corrupción que se asocia a sus gobiernos. El voto femenino, tradicionalmente
más reacio a los liderazgos autoritarios, también le ha sido constantemente
esquivo desde 2021.



Entonces, el electorado serrano y amazónico, en las regiones y provincias
tradicionalmente conquistadas por la centroizquierda y el movimiento
indígena, es el que le dio la victoria a Daniel Noboa. Este, para conseguir
su objetivo, se vio obligado a enarbolar un discurso de intervención estatal
y, según él, de «centroizquierda». En campaña, a González le resultó más
difícil separarse de Correa que a Noboa de su padre. En ambos casos, se
trató de inexperimentados políticos que huyeron de los debates con
periodistas hostiles o discusiones en las que tuvieran que profundizar en
propuestas. Privilegiaron los recorridos territoriales, las redes sociales y
los golpes de efecto publicitario. Se trató de una campaña particularmente
deslucida, con actores de reparto.



Noboa gobernará poco más de un año y medio -para completar el mandato trunco
de Lasso-. Será un lapso insuficiente para desplegar un proyecto político o
económico profundo. Su desafío será mostrar un gobierno activo, con mucha
iniciativa y mucho gasto público, tanto tiempo rezagado debido a los
sucesivos ajustes fiscales que empezaron en 2014. Si el gobierno electo se
atiene a las mismas políticas de austeridad de sus predecesores, o a su
misma incapacidad de gestión, el electorado que ha venido esquivando el
correísmo se verá sometido a una nueva acumulación de decepciones. El
correísmo contará entonces con la ventaja del paso del tiempo a la sombra de
una sucesión de gobiernos fallidos. Podría aprovechar también su crecida
presencia parlamentaria y el control de varios gobiernos locales, entre
ellos Quito y Guayaquil. Y la misma batalla electoral, quizás con los mismos
nombres, podría repetirse dentro de un año y medio.



* Pablo Ospina Peralta, historiador. Es docente de la Universidad Andina
Simón Bolívar, investigador del Instituto de Estudios Ecuatorianos y
militante de la Comisión de Vivencia, Fe y Política.

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