[Jovenesfeministas] Ponencia 2: CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDADES

LA RED VA laredva en repem.org.uy
Vie Jun 26 10:52:42 UYT 2009


Hola Amigas y Amigos,

hemos recibido algunos mensajes que nos informan 
que no han recibido la segunda ponencia de Sandra 
Mazo. Por tal motivo la volvemos a enviar en 
español y portugues. Informarles tambien que 
todos los documentos se encuentran en el 
siguiente link: http://www.repem.org.uy/?q=taxonomy/term/110/9
Por favor revisen sus carpetas de spam que pueden estar quedando ahi.
Esperamos sus comentarios y reflexiones.

Saludos y disculpen las molestias ocasionadas,

Equipo REPEM

¿Existe un proyecto feminista para la transformación social?
Jóvenes, diversidades y proyecto feminista. Encuentros y desencuentros

III Seminario Virtual REPEM / jovfem <7> Segunda Ponencia ESP y PT

17 al 29 de junio de 2009



Ponencia 2: CONSTRUCCIÓN DE IDENTIDADES JUVENILES, CULTURA Y RELIGIÓN

Por: Sandra Mazo
Católicas por el Derecho a Decidir - Colombia

“Algunos grupos piensan que somos muy jóvenes para saber.
Deberían saber que somos muy jóvenes para morir”.
Reunión de la Global Youth Partners,
New York, Septiembre 2003.

“Definitivamente no hay una sola manera de ser mujer,
de ser joven, de ser mujer joven, de ser mujeres jóvenes,
estamos atravesadas por diferentes características identitarias,
asumimos diversas sexualidades, rompemos mitos…
nosotras somos nuestro cuerpo, nuestro cuerpo no 
es un ente separado de nosotras,
porque somos en tanto tenemos cuerpo que es nuestro primer territorio político
y de resistencia, en un constante cuestionar”.

Mirla Hernández,
Joven dominicana, integrante de la REDLAC

Ante la pregunta por las identidades juveniles en 
el esfuerzo por consolidar un proyecto feminista 
que contribuya al cambio social, es necesario 
resaltar tres aspectos de especial interés, desde 
los cuales se posibilita un espacio dialógico que 
permite problematizar y dejar planteados aspectos 
indispensables para esta apuesta, que en todo 
caso, enfrenta múltiples obstáculos, pero que al 
mismo tiempo, abre nuevas geografías en lo 
político, lo social y lo cultural, en la 
perspectiva de un proyecto feminista incluyente y transformador.

La primera reflexión, tiene como punto de partida 
la pregunta por la identidad en general y una 
búsqueda de sentido con las identidades juveniles 
en particular, tratando de desentrañar los nudos 
que dificultan la inserción política y social de 
la juventud en los procesos de transformación.

Posteriormente, se abordarán algunas hipótesis 
acerca de las dificultades culturales, políticas 
y sociales para que existan diálogos de saberes, 
intercambios de experiencias e iniciativas que 
brinden posibilidades de reconocimiento real a 
los procesos emprendidos por los y las jóvenes, 
en aquellos espacios de movilización y 
organización social. Para ello, cabe preguntarse 
¿por qué aún existen tan complejas dificultades 
para establecer el diálogo intergeneracional y 
construir relaciones justas y equitativas en los 
procesos de participación y representación?

Finalmente, conviene provocar un debate crítico y 
reflexivo en torno a si la inclusión y 
participación de jóvenes en los procesos 
sociales, necesaria y automáticamente trae 
consigo miradas alternativas y transformadoras, o 
si por el contrario, también se asiste a la 
consolidación de identidades juveniles permeadas 
por visiones fundamentalistas, anacrónicas y 
conservadoras, las que lejos de alentar procesos 
de transformación, reproducen prácticas atávicas, 
refuerzan las formas tradicionales del ejercicio 
del poder y reproducen las relaciones de dominación del statu quo.

Así las cosas, en primer lugar, conviene afirmar 
que “las identidades no son rígidas ni mucho 
menos inmutables. Son los resultados siempre 
transitorios y fugaces de procesos de 
identificación. Incluso las identidades 
aparentemente más sólidas, como la de mujer, 
hombre… esconden negociaciones de sentido, juegos 
de polisemia, choques de temporalidades en 
constante proceso de transformación, responsables 
en última instancia de la sucesión de 
configuraciones hermenéuticas que de una época a 
otra le dan cuerpo y vida a tales identidades. 
Identidades son, pues, identificaciones en curso” 
. En tal sentido, la pregunta por la identidad o 
por las identidades resulta necesaria, pero sin 
respuestas únicas ni mucho menos objetivas, ya 
que este concepto varía según la intención de 
quiénes lo formulan. En consecuencia, para el 
caso que nos ocupa, las identidades se 
reintepretan según las necesidades, los 
intereses, los contextos, los sentidos y los 
principios que regulan la reflexión, razón que 
lleva aceptar que las identidades necesariamente 
se definen en las relaciones que se construyen 
entre la subjetividad y lo colectivo, entre los 
aprendizajes adquiridos y la cultura, entre lo 
aprendido y lo desaprendido, entre la tradición y 
la trasgresión, entre lo nuevo y lo viejo, en 
fin, es un proceso dialéctico que nos construye y 
nos desconstruye permanentemente, reafirmando 
nuestro ser individual y nuestro sentido de lo colectivo.

Lo expresado anteriormente, incita una noción 
divergente de la identidad, toda vez que pensar 
“un tipo de identidad juvenil”, es aceptar un 
ejercicio que reproduce visiones lineales, 
totalizantes, homogenizadoras y excluyentes, al 
tiempo que anima la ambigüedad en la 
configuración misma de las identidades, pues el 
ser joven constituye una situación transitoria en 
la vida, es una etapa en el proceso de desarrollo 
de las personas, es una condición dinámica y 
cambiante, que se encuentra permeada 
simultáneamente por múltiples referencias 
identitarias, cargadas de valores culturales, 
políticos, sociales y hasta códigos biológicos de 
gran significación y de variados sentidos en la reafirmación de la identidad.

Por ejemplo en el caso de las mujeres jóvenes, 
cabe resaltar las palabras sugerentes de Marcela 
Lagarde, en las cuales plantea que “no solamente 
se puede hablar de mujeres jóvenes, sino que es 
preciso identificar si son jóvenes proletarias, 
si son jóvenes desempleadas, sin son jóvenes 
madres, si son jóvenes en la plenitud de sus 
capacidades corporales. Si son jóvenes que tienen 
un sitio donde vivir o no lo tienen. Si son 
jóvenes que viven en su país o emigraron de su 
país; si son jóvenes que viven en la legalidad o 
viven en la ilegalidad. Si además han estado 
sometidas a formas particulares de violencia. 
Todas estas características nos hacen a las 
mujeres adultas y jóvenes, diferentes y semejantes entre nosotras”.

Con estas propuestas de caracterización de las 
identidades, se quiere promover un enfoque más 
holístico de lo que conlleva la noción de 
identidad juvenil, la cual recobra sentido en la 
medida que nos lleva a pensar en diversos ámbitos 
para reflexionar sobre el papel de las personas 
jóvenes en la transformación de la sociedad; es 
evidente que en el mundo de hoy cada individuo 
asume su identidad y sus compromisos sociales 
motivados por diferentes causas, que pueden ser 
étnicas, raciales, de género, lengua, religión, 
opciones políticas, sexuales, etc., que además 
llevan consigo fuertes cargas culturales e 
ideológicas y hacen que cada opción confluya en 
ejercicios de poder o en prácticas de resistencia 
y transformación, mediatizadas por el tipo de 
educación y de referentes con los que hemos sido in-formados(as).

Conviene entonces como movimientos sociales 
alternativos y transformadores, estar más alerta 
al devenir de los tiempos, ser consecuentes y 
coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, 
valorar y resignificar más las relaciones 
intergeneracionales y promover los cambios 
generacionales necesarios, pues indudablemente la 
juventud se enfrenta a grandes y peligrosos 
paradigmas mediados por una sociedad de mercado y 
de consumo, desde un proyecto de neoliberalismo 
económico, ideológico, político, cultural, 
social, etc., que incentiva una visión 
individualista y fundamentalista del mundo; la 
juventud hoy se enfrenta a los graves riesgos de 
un mundo globalizador que promueve el pensamiento 
único; Estados que a través del miedo pretenden 
controlar las conciencias, los cuerpos, los deseos y las personas.
Aunado a estos riesgos tan evidentes y tan 
centrados en atrapar a la juventud, se asiste al 
auge desenfrenado de las religiones que por todos 
los medios buscan restaurar la era del fanatismo 
y los fundamentalismos, cautivando las 
conciencias y los cuerpos, con el ánimo de 
dominar la vida, la libertad y el pensamiento de 
los y las jóvenes. Es como si en movimientos 
recurrentes se quisiera forzar el péndulo de la 
historia para volver a Estados confesionales, a 
teocracias y al ejercicio del poder político por 
delegación divina. Pero frente a esto hay una 
idea superior por reivindicar, “la vigencia del 
Estado Laico”, entendido como aquel que toma 
radical distancia frente a las distintas 
confesiones religiosas que existen en la 
sociedad. El Estado Laico es exactamente la 
antítesis, la antípoda del Estado Confesional y 
en consecuencia, además de no tomar como oficial 
ninguna religión, debe garantizar el derecho 
fundamental a la libertad religiosa, ligado a la 
libertad de conciencia. Así las cosas, un Estado 
Laico no puede en absoluto, imponer normas, 
valores o principios morales particulares, ligados a una religión determinada.
Es claro entonces que defender y reivindicar una 
concepción de laicidad en las personas y en las 
instituciones, es coincidente con la defensa de 
la democracia real y radical y con la libertad, 
la autonomía y la dignidad de las personas, pues 
la soberanía y la autonomía es a los pueblos, lo 
que la dignidad es a las personas. Por ello, la 
imposición religiosa niega nuestros derechos y es 
tan odiosa como la prohibición de ejercer nuestra 
religiosidad, razón suficiente para pensar que 
los diálogos entre e interculturales y la 
realización del principio valor de la diversidad 
étnica, cultural y religiosa, pueden ser un buen 
camino hacia sociedades cualitativamente 
superiores, en donde el respeto, el 
reconocimiento y la participación en condiciones 
de igualdad, realicen de mejor manera los derechos para todos y todas.
En consecuencia, es también el momento indicado 
para cambiar las prácticas y concepciones 
patriarcales dominantes y abrirle paso a reales 
ejercicios de autodeterminación, participación y 
reconocimiento, en los cuales y sin lugar a 
dudas, las y los jóvenes deben cumplir un papel 
dinamizador y trasformador de las condiciones de opresión.

En este orden de ideas, es prioritario que frente 
a esta realidad adversa y dicotómica, las 
mujeres, las feministas y en especial las mujeres 
jóvenes, comencemos a desconstruir aquellas 
identidades impuestas y construyamos identidades 
múltiples que tienen color, sabor, olor, pasión, 
cuerpo, deseos, nombres, opciones, territorios y 
posibilidades; por ello, es hora de cambiar los 
roles asignados por el patriarcado, pero también 
los impuestos de manera tácita por relaciones de 
poder desiguales entre las mismas mujeres. Si 
bien se han logrado importantes avances en el 
reconocimiento de nuestros derechos y se han 
abierto espacios en lo público y lo político, aún 
no se ha transformado estructuralmente los 
modelos de ser mujeres, militantes, feministas, madres, amantes, hijas, amigas…

En esta búsqueda radical de las identidades, 
donde la diferencia no sea un motivo de 
desigualdad, estamos llamadas a construir nuestro 
proyecto, el cual implica una nueva relación con 
la naturaleza, con el conocimiento, con nuestra 
historia, con nosotras mismas, pero también con 
ellos, en un reencuentro permanente con los otros 
y las otras y sobretodo, estamos llamadas a 
dotarnos de nuevas formas de organización social, 
en las que confluyen las identidades diversas, pero con búsquedas similares.

Finalmente, juzgo interesante esbozar un 
interrogante que hace años me ronda, ya que en 
este tránsito de joven a adulta ha surgido el 
cuestionamiento acerca de si todo lo que proviene 
de las y los jóvenes es nuevo, transformador, 
creativo y dinámico; es decir, la palabra joven, 
¿necesariamente es sinónimo de cambio? O, la 
palabra joven, ¿necesariamente es sinónimo de 
inexperiencia? En fin, estas dos preguntas pueden 
ser quizás el comienzo de otro seminario, pero no 
puedo irme sin decirles que estamos en un mundo 
donde nada es lineal, donde el presente se 
construye con la lucha, donde las organizaciones 
sociales se componen de seres diversos y 
múltiples, por lo que no estamos ni estaremos 
siempre en estos procesos de transformación 
social como jóvenes. En cambio, sí estamos y 
estaremos siempre como mujeres, como indígenas, 
como lesbianas, como campesinas, como 
afrodescendientes, esto es, desde identidades más 
profundas enraizadas en nuestro ser, grabadas en 
nuestro cuerpo, escritas en nuestra piel, 
enmarcadas en nuestra historia y narradas en el idioma de nuestra ternura.

---

Português

Ponencia 2: CONSTRUÇÃO DE IDENTIDADES JUVENIS, CULTURA E RELIGIÃO

Por: Sandra Mazo
Católicas pelo Direito a Decidir - Colômbia

“Alguns grupos pensam que somos muito jovens para saber.
Deveriam saber que somos muito jovens para morrer”.
Reunião da Global Youth Partners,
Nova York, Setembro de 2003.

“Definitivamente não há uma só maneira de ser mulher,
de ser jovem, de ser mulher jovem, de ser mulheres jovens,
estamos atravessadas por diferentes características identitárias,
assumimos diversas sexualidades, rompemos mitos…
nós somos nosso corpo, nosso corpo não é um ente separado de nós,
porque somos enquanto temos corpo que é nosso primeiro território político
e de resistência, em um constante questionar”.

Mirla Hernández,
Jovem dominicana, integrante da REDLAC

Ante a pergunta sobre as identidades juvenis, no 
esforço por consolidar um projeto feminista que 
contribua para a transformação social, é 
necessário salientar três aspectos de especial 
interesse, a partir dos quais se torna possível 
um espaço dialógico que permite problematizar e 
deixar formulados aspectos indispensáveis para 
essa aposta que, em todo caso, enfrenta múltiplos 
obstáculos, mas que ao mesmo tempo abre novos 
espaços no aspecto político, social e cultural, 
na perspectiva de um projeto feminista inclusivo e transformador.

A primeira reflexão tem como ponto de partida a 
indagação sobre a identidade em geral e una busca 
de sentido para as identidades juvenis em 
particular, tratando de desemaranhar os nós que 
dificultam a inserção política e social da 
juventude nos processos de transformação.

Posteriormente, serão abordadas algumas hipóteses 
acerca das dificuldades culturais, políticas e 
sociais para a existência de diálogos de saberes, 
intercâmbios de experiências e iniciativas que 
brindem possibilidades de reconhecimento real aos 
processos empreendidos por jovens, nos espaços de 
mobilização e organização social. Para isso, cabe 
perguntar: por que ainda existem dificuldades tão 
complexas para estabelecer o diálogo entre 
gerações e construir relações justas e 
equitativas nos processos de participação e representação?

Finalmente, convém provocar um debate crítico e 
reflexivo em torno à seguinte questão: a inclusão 
e a participação de jovens nos processos sociais 
trazem, necessária e automaticamente, olhares 
alternativos, ou pelo contrário, também se 
assiste à consolidação de identidades juvenis 
permeadas por visões fundamentalistas, 
anacrônicas e conservadoras que, longe de animar 
processos de transformação, reproduzem práticas 
atávicas, reforçam as formas tradicionais do 
exercício do poder e reproduzem as relações de dominação do status quo.

Posto isso, em primeiro lugar convém afirmar que 
“as identidades não são rígidas nem muito menos 
imutáveis. São os resultados sempre transitórios 
e fugazes de processos de identificação. 
Inclusive as identidades aparentemente mais 
sólidas, como a de mulher ou de homem... escondem 
negociações de sentido, jogos de polissemia, 
choques de temporalidades, em constante processo 
de transformação, responsáveis, em última 
instância, pela sucessão de configurações 
hermenêuticas que de uma época a outra dão corpo 
e vida a tais identidades. Identidades são, pois, 
identificações em curso” . Em tal sentido, a 
pergunta sobre a identidade e sobre as 
identidades é necessária, mas não tem respostas 
únicas e muito menos objetivas, já que esse 
conceito varia segundo a intenção de quem o 
formula. Por conseguinte, para o caso que nos 
ocupa, as identidades são reinterpretadas segundo 
as necessidades, os interesses, os contextos, os 
sentidos e os princípios que regulam a reflexão, 
razão que leva a aceitar que as identidades se 
definem, necessariamente, nas relações que se 
construam entre a subjetividade e o coletivo, 
entre as aprendizagens adquiridas e a cultura, 
entre o aprendido e o desaprendido, entre a 
tradição e a transgressão, entre o novo e o 
velho; enfim, é um processo dialético que nos 
constrói e desconstrói permanentemente, 
reafirmando nosso ser individual e nosso sentido do coletivo.

O dito anteriormente estimula uma noção 
divergente da identidade, pois pensar “um tipo de 
identidade juvenil” é aceitar um exercício que 
reproduz visões lineares, totalizantes, 
homogeneizantes e excludentes, ao mesmo tempo em 
que anima a ambigüidade na própria configuração 
das identidades, pois ser jovem constitui uma 
situação transitória na vida, é uma etapa no 
processo de desenvolvimento das pessoas, é uma 
condição dinâmica e mutável que se encontra 
permeada simultaneamente por múltiplas 
referências identitárias carregadas de valores 
culturais, políticos, sociais e até códigos 
biológicos de grande significação e de variados 
sentidos na reafirmação da identidade.

No caso das mulheres jovens, por exemplo, cabe 
ressaltar as palavras sugestivas de Marcela 
Lagarde, que sugere que “não se pode só falar de 
mulheres jovens, mas é preciso identificar se são 
jovens proletárias, se são jovens desempregadas, 
se são jovens mães, se são jovens na plenitude de 
suas capacidades corporais. Se são jovens que têm 
um lugar para morar ou não o tem. Se são jovens 
que vivem em seu país ou emigraram de seu país; 
se são jovens que vivem na legalidade ou vivem na 
ilegalidade. Se, além disso, foram submetidas a 
formas particulares de violência. Todas estas 
características nos tornam mulheres adultas e 
jovens diferentes e semelhantes entre nós”.

Com estas propostas de caracterização das 
identidades, o que se quer é promover um enfoque 
mais holístico daquilo que compreende a noção de 
identidade juvenil, a qual recobra sentido na 
medida em que nos leva a pensar em diferentes 
âmbitos para refletir sobre o papel das pessoas 
jovens na transformação da sociedade; é evidente 
que, no mundo de hoje, cada indivíduo assume sua 
identidade e seus compromissos sociais motivado 
por diferentes causas, que podem ser étnicas, 
raciais, de gênero, língua, religião, opções 
sexuais, etc., que além do mais carregam fortes 
cargas culturais e ideológicas e fazem com que 
cada opção conflua em exercícios de poder ou em 
práticas de resistência e transformação 
mediatizadas pelo tipo de educação e de 
referências com os quais fomos in-formados (as).

Convém então, como movimentos sociais 
alternativos e transformadores estarmos mais 
alertas ao devir dos tempos, sermos conseqüentes 
e coerentes entre o que dizemos e o que fazemos, 
valorizar e re-significar mais as relações entre 
gerações e promover as mudanças geracionais 
necessárias, pois, indubitavelmente, a juventude 
se enfrenta a grandes e perigosos paradigmas 
mediados por uma sociedade de mercado e de 
consumo, no marco de um projeto de neoliberalismo 
econômico, ideológico, político, cultural, 
social, etc., que incentiva uma visão 
individualista e fundamentalista do mundo; a 
juventude enfrenta hoje graves riscos de um mundo 
globalizador que promove o pensamento único e 
Estados que, através do medo, pretendem controlar 
as consciências, os corpos, os desejos e as pessoas.

Junto a estes riscos tão evidentes e tão 
centrados em capturar a juventude, assiste-se ao 
auge desenfreado das religiões que por todos os 
meios buscam instaurar a era do fanatismo e dos 
fundamentalismos, cativando as consciências e os 
corpos com o ânimo de dominar a vida, a liberdade 
e o pensamento das e dos jovens. É como se em 
movimentos recorrentes se quisesse forçar o 
pêndulo da história para retornar a Estados 
confessionais, a teocracias e ao exercício do 
poder político por delegação divina. Mas, perante 
isso há uma idéia superior de reivindicar “a 
vigência do Estado Laico”, entendido como aquele 
que se distancia radicalmente das diferentes 
confissões religiosas que existem na sociedade. O 
Estado Laico é exatamente a antítese, o antípoda 
do Estado Confessional e como conseqüência, além 
de não adotar qualquer religião como oficial deve 
garantir o direito fundamental à liberdade 
religiosa, ligado à liberdade de consciência. 
Nesse caso, um Estado Laico não pode, em 
absoluto, impor normas, valores ou princípios 
morais particulares ligados a uma determinada religião.

É claro, então, que defender uma concepção de 
laicidade nas pessoas e nas instituições coincide 
com a defesa da democracia real e radical e com a 
liberdade, a autonomia e a dignidade das pessoas, 
pois a soberania e a autonomia significam para os 
povos o que a dignidade significa para as 
pessoas. Por isso, a imposição religiosa nega 
nossos direitos e é tão odiosa como a proibição 
de exercer nossa religiosidade, razão suficiente 
para pensar que os diálogos entre e 
interculturais e a realização do princípio valor 
da diversidade étnica, cultural e religiosa podem 
ser um bom caminho para chegar a sociedades 
qualitativamente superiores, nas quais o 
respeito, o reconhecimento e a participação em 
condições de igualdade, realizem da melhor 
maneira os direitos para todos e todas.

Como conseqüência, é também o momento indicado 
para mudar as práticas e concepções patriarcais 
dominantes e dar passagem a reais exercícios de 
autodeterminação, participação e reconhecimento, 
nos quais, e sem dúvida, a juventude deve cumprir 
um papel dinamizador e transformador das condições de opressão.

Nesta ordem de idéias, é prioritário que, diante 
desta realidade adversa e dicotômica, nós 
mulheres, feministas, e especialmente mulheres 
jovens, comecemos a desconstruir aquelas 
identidades impostas e construamos identidades 
múltiplas que têm cor, sabor, olor, paixão, 
corpo, desejos, nomes, opções, territórios e 
possibilidades; por isso, é hora de mudar os 
papéis atribuídos pelo patriarcado, mas também 
aqueles impostos de maneira tácita por relações 
de poder desiguais entre as próprias mulheres. 
Embora se tenham alcançado importantes avanços no 
reconhecimento dos nossos direitos e tenham sido 
abertos espaços no âmbito público e político, 
ainda não foram transformados estruturalmente os 
modelos de ser mulheres, militantes, feministas, mães, amantes, filhas, amigas…

Nesta busca radical das identidades, na qual a 
diferença não seja um motivo de desigualdade, 
somos chamadas a construir nosso projeto, o que 
implica uma nova relação com a natureza, com o 
conhecimento, com a nossa história, com nós 
mesmas, mas também com eles, em um reencontro 
permanente com os outros e as outras e, 
sobretudo, somos chamadas a nos dotar de novas 
formas de organização social, nas quais confluem 
as identidades diversas, mas com buscas similares.

Finalmente, julgo interessante esboçar uma 
questão que há anos me proponho, pois nesse 
trajeto de jovem a adulta me surgiu o seguinte 
questionamento: tudo o que provém de jovens é 
novo, transformador, criativo e dinâmico? Ou 
seja, a palavra jovem é necessariamente sinônimo 
de mudança? Ou a palavra jovem é, 
necessariamente, sinônimo de inexperiência? 
Enfim, estas duas perguntas podem talvez ser o 
começo de outro seminário, mas não posso ir 
embora sem dizer-lhes que estamos em um mundo em 
que nada é linear, onde o presente se constrói 
com a luta, onde as organizações sociais se 
compõem de seres diversos e múltiplos; e por isso 
não estamos nem estaremos sempre nesses processos 
de transformação social como jovens. Por outro 
lado, estamos e estaremos sempre como mulheres, 
como indígenas, como lesbianas, como camponesas, 
como afro-descendentes, isto é, a partir de 
identidades mais profundas, enraizadas em nosso 
ser, gravadas em nosso corpo, escritas em nossa 
pele, marcadas em nossa historia e narradas no idioma de nossa ternura.





------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/jovenesfeministas/attachments/20090626/9014a6fb/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Jovenesfeministas