[Laredviene] INFORMACION SOBRE LA CUMBRE G20

[Janneth Lozano]

Para su informacion:



El G20 y el FMI hacen cambios cosméticos proselitistas mientras la ilegitimidad los acorrala

 

Declaración del Grupo de Trabajo de Mujeres sobre Financiación para el Desarrollo1 para la Cumbre del G20 en Pittsburgh, setiembre de 2009.

La actual reunión del G20 en Pittsburgh se realiza un año después de haber estallado la peor crisis financiera de la historia reciente. En ese momento quedamos asombradas viendo cómo poderosos gobiernos e Instituciones Financieras Internacionales se desvivían por detener la hemorragia financiera que rompió el encanto del sistema del mercado global.  Sin embargo, la crisis se extendió rápidamente y contagió a todo el mundo, dejando a economías enteras  en riesgo. En todas partes, la crisis tuvo efectos desestabilizadores sobre la economía real, amenazando la subsistencia de hombres y mujeres.

Creemos que las declaraciones de los dirigentes del G20 cometen tres errores fundamentales:

En primer lugar, no diagnostican la crisis como un síntoma de algo más profundo: de la falta de sostenibilidad del sistema económico y financiero basado en el lucro; de la excesiva concentración de capital, la superproducción, la especulación exagerada y el consumismo temerario regido por los principios del mercado libre. El desdoblamiento de la economía real y los mercados financieros estuvo acompañado por otra separación artificial básica: entre la economía productiva y la esfera de reproducción social. 

Desde una perspectiva de género, se debe considerar que el aporte integral del trabajo femenino a la economía productiva se concentra de manera diferente que el trabajo masculino.  Ello implica que los efectos de la crisis sobre las mujeres variarán según los sectores de la economía y las condiciones laborales. En general, el trabajo femenino es más vulnerable que el masculino, con mayor concentración en el sector informal. Por tanto, la tendencia es que durante una crisis también sean las mujeres quienes más sufran en la economía productiva. Sin embargo, el G20 no se ha planteado ni ha intentado dar respuesta a ninguno de estos elementos, ni realizar un análisis de los aspectos de género de la crisis.

En segundo lugar, las declaraciones del G20 presentan como solución a la crisis algunos de los mismos elementos que la ocasionaron. El énfasis en la conclusión de la Ronda de Doha de la OMC es una falacia que pasa por alto que precisamente la desregulación de los servicios financieros del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) y la liberalización de bienes, servicios e inversiones fueron factores que llevaron a la especulación financiera e hicieron al Sur más susceptible a la competencia y a los desplomes financieros del Norte.

En tercer término, las declaraciones del G20 y del Fondo Monetario Internacional (FMI) provienen de un espacio ilegítimo e improcedente para un conjunto de respuestas mundialmente coordinadas a la crisis. Cuando estalló la crisis, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estaba en pleno preparativo de una Conferencia internacional de seguimiento sobre la financiación para el desarrollo encargada de examinar la aplicación del Consenso de Monterrey. La mayoría de los estados miembros de la ONU la percibieron como una adecuada plataforma global para tratar los problemas financieros, económicos, monetarios y comerciales, junto con su estructura de gobernanza global. Sin embargo, los poderosos gobiernos del G8, que no tenían la voluntad de exponer sus graves errores, se movieron rápidamente para mantener el dominio mediante una resurrección del FMI. Su única concesión fue ampliar la representación a unos pocos países en desarrollo emergentes en su institución de gobierno financiero global y mecanismos reglamentarios, de ahí el G20. 

A la fecha, la lucha por un sitio desde donde dar respuestas coordinadas a la crisis, continúa. La ONU, con su Grupo de 192 países (G192), convocó desde entonces a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis económica y financiera mundial y sus efectos en el desarrollo, cuyo seguimiento es realizado por un Grupo de trabajo ad hoc abierto y es respaldado por el trabajo de la Comisión de expertos del Presidente de la Asamblea General sobre Reformas al sistema monetario y financiero internacional (también conocida como Comisión Stiglitz). Todo ello ocurre mientras que el G8 se las ingenia para debilitar los resultados de los procesos de la ONU, incluido un boicot a la Conferencia de junio, acto que indica claramente falta de apertura al diálogo.

Estamos profundamente preocupadas por la manera en que se están desembolsando efectivamente fondos, lo cual está vinculado a temas de transparencia y condicionalidades.

En abril, en la Cumbre de Londres, el G20 orientó sus compromisos financieros a través del FMI. Destinó 500.000 millones de dólares en recursos a los nuevos acuerdos para la obtención de préstamos (NAP) abiertos a todos los países. Además, hubo una asignación general de Derechos Especiales de Giro (DEG) que ascendían a 250.000 millones de dólares y otra adjudicación de DEG de unos 33.000 millones de dólares. Los DEG se asignan por su participación en el capital, lo que significa que la mayoría de este dinero va a volver al G8. En el tema de protección social, se asumió en abril un compromiso de protección social de 50.000 millones de dólares, pero poco se sabe sobre la forma en que se está adjudicando este dinero y cómo se está gastando más allá del compromiso escrito. 

Otro asunto importante es el contenido de las condicionalidades del FMI, recientemente "racionalizadas". Existen serias dudas de que puedan alejarse de las antiguas recetas del Consenso de Washington. Mientras tanto, los países continúan enfrentando graves disparidades financieras y tienen que hacer frente a los duros efectos de la crisis económica y financiera. 

El Grupo de Trabajo de Mujeres cree que la actual situación de grave crisis económica que afecta el sustento de hombres y mujeres en todo el mundo no se puede resolver con cambios cosméticos concebidos por un grupo informal de países poderosos como el G20. Por lo tanto, exhortamos a los dirigentes de Estados y gobiernos de todo el mundo a realizar esfuerzos para: 

  1.. Integrar una perspectiva de género en la nueva estructura económica y financiera, lo que equivale a promocionar cambios estructurales para establecer un equilibro entre el sistema de producción y las actividades no orientadas al lucro, que cuidan el medio ambiente y en las cuales el mercado financiero está subordinado a la economía productiva, la reproducción social y la reproducción de la naturaleza. 
 

  2.. Que el G20 y el FMI queden ubicados dentro del mandato y la autoridad de las Naciones Unidas. La actual relación entre la ONU y las Instituciones de Bretton Woods sea revisada y reconsiderada para respaldar un nuevo pacto orientado a un futuro sustentable mientras que el G20 se ubique inmediatamente en el lugar que le corresponde, no por encima, sino dentro del G192.
 

  3.. Detener las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC.  Las negociaciones comerciales deben ser espacios transparentes y democráticos, en condiciones de Tratamiento Especial y Diferencial, sobre la subsistencia de las personas, la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental.
 

  4.. Retirar las condicionalidades de la tradicional Asistencia Oficial para el Desarrollo y del nuevo financiamiento a partir del género, el medio ambiente y los derechos humanos, garantizando transparencia en la asignación y el desembolso de recursos.




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[1] El Grupo de Trabajo de Mujeres sobre Financiación para el Desarrollo (WWG sobre FfD) es una alianza de organizaciones y redes de mujeres que defienden el avance de la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y los derechos humanos en los procesos de la ONU con respecto al financiamiento para el desarrollo y en las crisis financieras y económicas.  Por mayor información, consúltese http://www.ffdngo.org/gender-financing-development .




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