Haití/ el país está siendo recolonizado por el capital transnacional [Franck Seguy]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Abr 23 18:18:19 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 23 de abril 2014

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A l’encontre – La Breche

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Haití



Estudio del sociólogo haitiano Franck Seguy prueba que la “ayuda
internacional” es una gran mentira




El país está siendo recolonizado por el capital transnacional





"No hay nadie ayudando a Haití. Es Haití quien está ayudando a todo el
mundo”, dijo al Periódico de la Unicamp el haitiano Franck Seguy, que acaba
de defender su tesis de doctorado "La catástrofe de enero de 2010, la
‘Internacional Comunitaria’ y la recolonización de Haití”, en el Instituto
de Filosofía y Ciencias Humanas (IFCH) de la Unicamp, bajo la orientación
del profesor Ricardo Antunes.





Carlos Orsi

Adital

http://site.adital.com.br/

Traducción de Daniel Barrantes





"La ayuda internacional a Haití es la gran mentira que cuentan los medios de
comunicación”, dijo el investigador. En su tesis, sostiene que el
catastrófico terremoto de enero de 2010, que dejó cerca de 300 mil muertos y
2,3 millones de desamparados, dio a lo que él llama "Internacional
Comunitaria” –el conjunto de países hegemónicos y organizaciones vinculadas
a ellos, comúnmente llamado comunidad internacional– la oportunidad de
imponer la recolonización del país. "Literalmente, Haití se está
convirtiendo en una colonia”, dijo. "No es una colonia como antiguamente, la
colonia de una metrópoli, sino una colonia del capital transnacional”.



El proyecto de recolonización, afirma Seguy, ya quedaba claro en el texto
del "Plan de Acción para la Recuperación y el Desarrollo de Haití” (PARDN),
presentado por el gobierno haitiano dos meses después del terremoto. "El
gobierno haitiano escribió un plan de reconstrucción que presenta a sus
colegas de la mal llamada comunidad internacional –no a la sociedad civil
haitiana. Sólo que cuando hice el análisis del plan para mi tesis, descubrí
que es, en realidad, sólo una actualización de un estudio realizado por un
economista de la Universidad de Oxford que se llama Paul Collier, que fue
enviado a Haití por el Secretario General de la ONU, y que publicó su
informe en enero de 2009”, explicó el investigador. "Quiere decir: lo que se
está implementando hoy en Haití como ‘reconstrucción’, en realidad es un
plan de antes del terremoto”.



"El terremoto afectó a Haití en la región donde se ubica la capital. Haití
está dividido en departamentos. El departamento donde se encuentra la
capital, Puerto Príncipe, se llama Departamento Oeste. Y esta región fue la
afectada, el Departamento Oeste y un poco del Sudeste. Sin embargo, todo lo
que está ocurriendo en torno de la reconstrucción de Haití está ocurriendo
en el Nordeste”, relató el investigador. "Del otro lado de la isla. El plan
no está atendiendo a las necesidades creadas por el terremoto. El plan está
implementando las conclusiones del estudio anterior al terremoto, que es el
Informe Collier”. Un relevamiento de la agencia de noticias Reuters da
cuenta de que, a comienzos de este año, todavía había más de 150 mil
personas viviendo en carpas y albergues improvisados en Puerto Príncipe, y
que no hay agua limpia, ni siquiera piletas para lavarse las manos.



Una de las propuestas de Collier es que Haití aproveche una serie de leyes
de Estados Unidos, que permiten que productos manufacturados haitianos
entren en el país sin pagar impuestos, para establecer una serie de zonas
francas para la producción textil. Dice el texto de Collier, citado en la
tesis:



"En el sector de vestuario, el costo principal es el de mano de obra. Dado
que en Haití está relativamente poco reglamentado, el costo de la mano de
obra aguanta perfectamente la competencia con China, que constituye la
referencia patrón. La mano de obra haitiana no solamente es barata, sino que
también es de calidad. En efecto, dado que la industria del vestuario fue
mucho más desarrollada antes de lo que lo es actualmente allí, Haití dispone
en este sector de una importante reserva de mano de obra experimentada”.



El foco de la inversión supuestamente enviada para la reconstrucción del
país, explica Seguy, viene siendo la zona franca de Caracol, en el nordeste
haitiano, donde se está construyendo un parque industrial textil exportador.
En la tesis se afirma que el parque ocupa "250 hectáreas de tierras
cultivadas por familias campesinas, que el gobierno expropió”. "El 11 de
enero de 2011, o sea, un día antes del primer aniversario del terremoto, el
gobierno haitiano había firmado un acuerdo con la secretaria de Estado
estadounidense, Hillary Clinton, junto con representantes del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y la compañía textil coreana, Sae-La
Trading, en virtud del cual los 366 hogares de agricultores que trabajaban
250 hectáreas de tierras de las más fértiles del municipio tenían que ser
expropiados para dejar el lugar a la construcción de una zona llamada
industrial”, se dice en la tesis. Las familias cuyas tierras fueron
expropiadas todavía esperan la indemnización.



Franck no cree que la instalación de zonas industriales exportadoras como
Caracol pueda conducir al desarrollo económico del país. "Haití es visto
como un espacio para producir, no como un espacio para consumir. El
trabajador haitiano en la zona franca, que produce remeras, jeans o
zapatillas nunca va consumir esos productos. ¿Por qué? Porque su salario, el
salario del haitiano hoy, es de 200 gurdes (cerca de US$ 5) al día. O sea,
se está utilizando a Haití para producir, pero no se piensa a Haití, al
trabajador haitiano, como un consumidor”.



Además de esto, recuerda, la industrialización está dándose mediante la
producción textil, sin transferencia de tecnología y sin inversión firme del
empresario, que en general es extranjero. "La construcción del espacio no es
una inversión del capitalista. La inversión para construir la fábrica es el
dinero que va a Haití en nombre de la ayuda al pueblo haitiano. Si en alguna
región del mundo la mano de obra fuera más barata que la haitiana, la
empresa no tendría dificultad en mudarse. El capitalista que está explotando
la mano de obra haitiana no tiene ningún compromiso con Haití, porque no
tiene nada que preservar allí”.



El investigador no es optimista en relación con la posibilidad de una mejor
inserción de Haití en la economía global: "La división internacional del
trabajo ya decidió cuál es el papel de Haití: proveer mano de obra barata”.
Más del 80% de los haitianos con estudios superiores deja el país, dijo.
"Hay dos flujos migratorios: el que se llama ‘de cerebros’, principalmente
hacia Canadá, y el otro, de trabajadores manuales, hacia las islas
circunvecinas de Haití, y ahora cada vez más hacia Brasil”. Franck afirma
que parte del flujo de trabajadores haitianos poco calificados en dirección
a Brasil parece clandestino, pero que en realidad las rutas están bien
organizadas, y conocidas por las autoridades. "Si no se estuviera atendiendo
a intereses en Brasil, podrían ser fácilmente cerradas”, declaró.



Tropas brasileras



El Ejército brasilero llegó a Haití después del levantamiento de 2004, que
culminó con el exilio del entonces presidente Jean-Bertrand Aristide. Brasil
asumió el comando militar de la Misión de las Naciones Unidas para la
Estabilización de Haití (Minustah) en junio de aquel año. Franck es
escéptico en relación con la necesidad de la presencia de fuerzas
internacionales en su país.



"Tuvieron que vender la idea de que el país estaba en guerra y necesitaba
ser pacificado. Y desde que llegué a Brasil ésa es la pregunta que me hacen:
sobre la guerra de Haití o la misión de paz en Haití. No, Haití nunca
necesitó una misión de paz, nunca hubo guerra”, dijo. Además, el
investigador recuerda que el nombre mismo de la misión es de
"Estabilización”, no de paz. Compara la situación de desorden que llevó a la
intervención internacional en Haití con los conflictos dentro de las favelas
de Río de Janeiro. "Esos conflictos existen, y justifican muchas cosas, pero
no alcanzan para decir que Brasil esté en guerra y necesite ser pacificado”,
comparó.



Así como el capital internacional se sirve de las zonas francas, Brasil se
sirve de Haití para ganar proyección en el escenario internacional, intentar
comprobar su capacidad para ocupar una vacante permanente en el Consejo de
Seguridad de la ONU y para entrenar a sus tropas, dijo el investigador.
"Haití sirve para eso. Es un campo de entrenamiento. Prácticamente todos los
soldados brasileros que fueron a Haití están, ahora, siendo utilizados para
controlar Río de Janeiro, porque la situación es muy parecida”. El papel de
Brasil en Haití, dijo, es de represor de los movimientos sociales de
protesta. "En 2008 hubo movimientos en contra del encarecimiento de la
canasta básica y, en 2009, muchos movimientos obreros por el reajuste del
salario mínimo. ¿Cuál es el papel del Ejército brasilero en tales ocasiones?
Represión. El papel de Brasil es el papel policial: reprimir cualquier
movimiento en contra de este orden que se está desarrollando en Haití”.



Futuro



Haití es hoy un país sin soberanía, afirma Franck, donde el gobierno
nacional tiene menos poder que un gobernador de Estado. "Si Haití fuera
anexado a Estados Unidos, su gobernador tendría más autonomía que la que
tienen ahora los dirigentes haitianos”, dijo. El investigador no ve una
salida para el país que pase por la "comunidad internacional”, por el
gobierno nacional y las clases dominantes que colaboran con ella.



"La salida sería por el otro lado, por el lado de los movimientos sociales,
de las luchas sociales, sólo que este lado también está comprometido; porque
hoy, lo que existe de movimientos sociales en Haití vive del financiamiento
extranjero, mediante las ONGs que se dicen ONGs de izquierda”.



Franck desconfía de las ONGs, incluso de las que se declaran de izquierda.
El texto de su tesis menciona una crítica a la "solidaridad de espectáculo”
de las organizaciones internacionales. Refiriéndose al apoyo proporcionado
por las ONGs a los campesinos haitianos, escribe: "tanto las ONGs de la
sociedad civil como los movimientos sociales, hasta las organizaciones de
barrios urbanos y el propio movimiento campesino contemporáneo, cuando se
organizan, lo hacen con el propósito de metamorfosearse en instituciones de
gestión de proyectos de desarrollo, en vez de poner la cuestión agraria
–cuestión fundamental– en la agenda político-ideológica”.



"La ONG puede hasta proclamarse de izquierda, pero la ONG, de izquierda o de
derecha, funciona en base a financiamiento. Y tiene que rendir cuentas,
periódicamente, al financiador. El funcionario de la ONG puede creer que es
un militante, pero no puede ser un militante en contra del capital, porque
es un funcionario que tiene que rendir cuentas”.

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